miércoles, 1 de febrero de 2017

La celta que llegó de lejos - Capítulo 1 - Highlands

NOTA DE LA AUTORA:  Los personajes, la época en que se desarrolla el relato son  ficticios,  no así los lugares citados en el mismo. El rey celta  Breogán existió, erigiendo una torre muy alta,  para que  sus herederos pudieran ver las verdes tierras del otro lado del mar. Se cree que viajó hasta Irlanda donde murió. Tiene erigido  un monumento frente a la Torre de Hércules en A Coruña 1996rosafermu



Mi viaje hacia las Tierras Altas de Escocia, comenzó en el Camino de Santiago, hace mucho, mucho tiempo.  Descendiente de Breogán, una antepasada mía hizo el camino inverso desde   A Guarda hasta  Wester Ross, en las  Highlands de Escocia, con la sola compañía de una sirvienta, Aroa, y su marido, también sirviente..  Desde Fisterra, divisaban el amplio mar, embravecido que tenían ante si en una travesía larga y penosa que les llevaría a Britania.  Por nombre Lua fue prometida en matrimonio a un hombre, sin conocerse, sin haberse visto nunca. 



Eran tierras con pocas mujeres y la mayoría ya casadas.  Mis parientes y los escoceses, habían luchado juntos contra Inglaterra y, en las horas de penurias en las cárceles inglesas, se prometieron que unirían su sangre mediante el matrimonio, de manera que quedaron hermanados y ambos pertenecerían tanto a algún clan escocés como a la dinastía de los Breogán, rey Celta que tenía, parece ser,  visión de futuro y predijo que más allá de la Torre de Hércules, habían otras tierras verdes con gentes bravas dispuestas a defender su tierra, al igual que estaban haciendo ellos contra los romanos.

Desconozco el motivo, del porqué,  desde muy niña, mi cabeza se llenaba de fantasías, escuchadas al amor de la lumbre en las largas noches de invierno, sobre todo en la noche del Samhaim. 
 A pesar de sentir mucho miedo, me quedaba embelesada cuando alguna tía contaba las historias transmitidas de siglo a siglo y de familia a familia, hasta nuestros días, desde tiempos remotos cuando los primeros celtas llegados del centro de Europa, establecieron sus castros por el norte de Iberia, principalmente en Galicia y Asturias.

Mi familia regentaba un pequeño hotel a las afueras de Santiago, dado el auge que tomaba el peregrinaje emprendido desde cualquier punto cardinal de la tierra. Yo había cursado mis estudios de turismo,  en la Universidad de Santiago y, como viaje de fin de carrera. Mis padres me prometieron ir a Escocia. Edimburgo, Inverness... en fin, todos los lugares más turísticos puestos de moda.



La víspera de mi marcha revisaba el equipaje; no quería que nada fallase a última hora.  Hasta me había comprado un libro con vocabulario gaélico , algo que intenté por todos los medios aprender, pero que me fue imposible.  Esperaba que con el inglés me bastara para hacerme entender.   Y por fin, tomé un vuelo barato desde el aeropuerto de Santiago y llegué a Edimburgo en poco más de dos horas y media.

Desde el avión, podía disfrutar el verdor del paisaje, algo que no era extraño para mi, ya que el gallego tiene la misma intensidad en verdor que el escocés.
  En el mismo aeropuerto pedí información sobre hoteles económicos que no estuvieran alejados del centro de la ciudad, para así recorrerla más cómodamente.  Una vez instalada, desplegué el plano sobre la cama y me dispuse a señalar los puntos turísticos más relevantes de la ciudad. Estaba emocionada, porque no sólo era mi primer viaje al extranjero,  sola, sino que además quería recorrer la geografía a la que hacía siglos había llegado a esas tierras una lejana, muy lejana,  pariente mía.

¿ Cuánto tardaría el barco ?  . Cómo sería ese esposo prometido? Según leyendas transmitidas de generación en generación, Lúa era de una belleza espectacular.  Con cabellos de color castaño dorado y ojos entre verdes y miel.  En ella confluía la raza celta proveniente de Alemania, aunque hubieron varias generaciones de celtas ibéricos..

Había sido un matrimonio concertado, cuando ellos eran aún muy niños, y nada sabían uno del otro.  El comercio establecido entonces eran monedas de distinta acuñación que las de Iberia, por tanto tenían que cazar lo que pudieran para poder comer, ya que nadie, al ser extranjeros,  les fiaba.  Cuando llegaban a alguna posada, cambiaban un plato de comida por trabajo en la cocina o simplemente limpiando letrinas.  Aunque Aroa no la dejaba hacer casi nada.  Ella tenía la sabiduría de tiempos ancestrales y conocía las plantas del bosque con la que sanaba alguna herida.

Y curando una herida, conoció al joven Kendrick. Un buen mozo escocés, grande como un castillo, de ojos azules y cabellos color de fuego.   Había tenido una refriega con unos asaltantes de caminos, que quisieron abusar de Aroa y Lúa, deshaciéndose del sirviente,  esposo de Aroa.  Las  meigas, o la Providencia, hizo que por allí pasara  Kendrick y saliera en su defensa , pero resultó herido , no muy grave, pero si doloroso.  Y Lúa  le curó,  a cambio de su protección.. No sabían donde estaban y no conocían su lengua.  Tampoco se podían comunicar con  él , que no dejaba de mirar a mi pariente.  Sacó de su faltriquera un arrugado trozo de tela en el que estaba señalado el nombre de Wester Ross. El muchacho sonrió y señalando su pecho, les hizo entender que él se dirigía hacia  allí


Agotadas por el cansancio, cada vez abarcaban menos territorio a recorrer, algo que incomodaba al joven escocés, que tenía prisa por llegar a su casa.  Allí le esperaban una bella mujer y una cama caliente. Dormían a ratos por la noche al amparo del fuego de una hoguera que encendía con algo de leña seca, ya que el relente nocturno la mojaba   Pasaban frío, mucho frío, ya que el equipaje lo habían perdido en la pelea con los asaltantes, y su ropaje no estaba adecuado para soportar las temperaturas que la nocturnidad marcaba. Estaban sucias y malolientes.  Daría parte de su vida si pudiera darse un baño. Cuál si alguien la escuchase, ante ellos, apareció un enorme lago, cuyas transparentes aguas invitaban al baño.

Kendrick, en su lengua, les debió avisar de que la temperatura del agua estaba para pocas bromas, pero Lúa deseaba asearse, así que aprovecho, cuando él salió a buscar algo de caza para comer, y sin entender lo que él le avisaba, se desnudó y se metió en el agua. Enseguida, el frío caló en sus  huesos, y decidió salir cuanto antes.  De lejos, el escocés vio su cuerpo desnudo, y a pesar de que su intención era darse la vuelta, se había quedado paralizado ante la belleza de la desnudez  de la muchacha, y de su dorada piel.  Nunca antes había visto a una mujer desnuda totalmente, sólo en camisola..  Retrocedió unos pasos, para que la diera tiempo a vestirse y de este modo no hacerla pasar vergüenza.  Cuando llegó ante las mujeres, la hizo notar su extrañeza por haberse mojado la cabeza, que no daría tiempo a que su cabello se secara antes de la noche.  E hizo una hoguera más grande, y no dejaba de mirarla, que encogida cerca del fuego, buscaba algo de calor.  Le castañeteaban los dientes de frío.  Deberían darse calor mutuamente, y Kendrick, se quitó su chaqueta y se la puso para que el frío que sentía fuera aliviado. Se tumbó junto a ella para que recibiera el calor de su cuerpo, y a su vez Aroa, junto a Lúa, extendiendo sobre ellos la manta del escocés , cubriéndose con ella.

La proximidad de sus cuerpos y el perfume de su pelo, hicieron que Kendrick no durmiera en toda la noche, y de vez en cuando, frotaba los brazos de ella para que entrase en calor, ante las protestas de Lúa y la sonrisa pícara de Aroa.. No se entendían: ni ella a Kendrick, ni éste a la joven.  Cada uno hablaba en su lengua, y sólo sabían cuando las frases eran en protesta por algo. Tan sólo les faltaba una jornada para llegar a destino, pero ella tenía fiebre y no paraba de estornudar, algo que el escocés respondía con un Jesús. ¡ Al fin una palabra en cristiano  que los tres pudieron entender! Subió en su caballo a las dos mujeres que se veían exhaustas, y él haría el resto del camino a píe.  Es todo lo que podía hacer por ellas.


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