viernes, 10 de febrero de 2017

La celta que llegó de lejos - Capítulo 11 - Megan

Cuando Megan abandonó la estancia, James subió hasta el dormitorio donde  Marian descansaba.  La encontró despierta e inquieta. Sabia el motivo; su madre no había estado muy afortunada en el recibimiento que había dispensado a su mujer, dejando bien a las claras que no estaba contenta con ese matrimonio. El se imaginaba algo así, pero no iba a renunciar a ella, porque a su madre no le pareciera bien.  Su preferida hubiera sido Susan.  Se conocían desde pequeños y la tenía aprecio, pero eso no era suficiente para unir sus vidas, por mucho que el clan lo quisiera.  La mujer de su vida, su amor, era aquella celta que ahora reposaba en su cama.

Se tumbó a su lado, y Marian se dio la vuelta.  Se abrazaron, y ella no demostró el disgusto que tenía.  Sabía que él se había dado cuenta de la frialdad con que había sido acogida; esperaba que en días sucesivos cambiase de opinión respecto a ella.  Como para rebajar la tensión y con una sonrisa en los labios, que enmascaraba su pesadumbre, preguntó a su marido


- ¿ Por qué tu madre te llama Kendrick y no James, como todos?
- Kendrick era el nombre de mi padre.  Es una forma de rendirle homenaje.  Verás cielo, te dirá y verás cosas extrañas en su comportamiento, no es por tí, no eres tú quién las provoca.  Mi madre lleva años enfadada con el mundo entero. Mi padre era militar y en unas maniobras volcó el coche en el que iba con  algunos hombres y falleció.  Yo era muy pequeño;  ella tuvo que luchar mucho para sacarme adelante, y hasta que fui mayor para ocupar el puesto del señor del clan, ella  fue quién dirigió todo.  Son costumbres muy arraigadas y ella es muy...  muy escocesa.  Vive siempre de recuerdos y sola en Inverness.  De vez en cuando viene por aquí, pasa unos días y luego regresa a su casa.  No volvió a casarse, pero se le amargó el carácter de tal manera, que ahora vivir con ella es poco menos que un infierno.  No tardará en irse
- No dejes que se vaya. Que viva una temporada con nosotros, que no se sienta tan sola.  Cuando me conozca sabrá que no soy su enemiga, sino que deseo ser como una hija para ella, y se convencerá de que tú eres todo para mi. Además me vendrá bien una ayuda para organizar nuestra segunda boda. Esta será más complicada ¿ invitarás a mucha gente?
-Invitaremos. Lo haremos los dos. Creo que sería buena idea, para limar asperezas, que  hablase con ella y que te ayude con los preparativos. Tendré poco tiempo libre, lo que quiere decir que conmigo puedes contar, pero poco

Abrazó a su mujer y la besó agradecido por esas palabras dedicadas a su madre. Se lo propondría, pero dudaba mucho de que le hiciera caso.  No quería guerras entre ellas y haría todo lo posible porque vivieran en paz, pero tenía muy claro que tampoco iba a rebajar a su mujer ante ella.

 Marian decidió abordar el tema cuanto antes.  Pensaba que debía ser ella quién hablase con su suegra y no  James.  No era cobarde, no le daba miedo, pero aquella actitud tan hostil desde el mismo momento en que supo que se habían casado, la preocupaba y la intimidaba.  Megan era una mujer de fuerte personalidad y de ella venía la de su hijo.

Bajó lentamente las escaleras, y antes de entrar en la sala en donde Megan veía televisión, se santiguó para que todo saliera bien.  No quería enemigos dentro de su propia casa.  No era de temperamento violento, aunque tuviera las ideas claras, prefería ceder en sus derechos, antes que entablar una disputa.  Una vez que regresara a su casa, tiempo tendría de implantar sus propias normas, pero, en estos momentos, era una recién llegada y desconocía las costumbres   Entró y se dirigió a Megan suavemente, pensaba que si el tono de la conversación era tranquilo, por muy fuerte que tuviera el carácter, no se exasperaría con ella.

- Megan ¿ puedo hablar contigo ?- la dijo con una sonrisa, más de tipo nervioso, que de amabilidad
- Siempre podrás hablar conmigo
- Quería pedirte ayuda. Tenemos que celebrar la ceremonia religiosa, y me encuentro perdida. Desconozco vuestra forma de hacer las cosas. No conozco a nadie, ni tampoco el gaélico. Ignoro el tratamiento con los señores de los clanes. No sé sus nombres ni como hacerles llegar la invitación a la boda.  No sé cómo organizar la comida que vendrá después..., en fin: lo ignoro todo.  Puesto que estás pasando unos días con nosotros, quisiera que me ayudaras, y ente las dos prepararlo todo.

Megan se la quedó mirando sin pestañear, pero sin duda le agradaba la petición de Marian, porque al instante, los músculos de su rostro se relajaron. " Bien ", pensó.  Había ganado una batallita, pero todavía quedaba el gran combate.  Se sentía satisfecha, y creyó que había sido una excelente idea incluirla en sus planes de celebración.  Por fin, al cabo de unos instantes, respondió:

- Está bien, te ayudaré. Se trata de mi hijo... y de su esposa. Ya era hora de que en esta casa hubiera una boda. Trazaremos una ruta de trabajo, porque es mucho lo que hay que hacer y ha de hacerse pronto.  Los clanes están inquietos.
- Me parece bien. ¿ Qué tal si cuando regrese Kendrick, entre los tres lo planificamos todo?
- Me parece bien.  Esta noche. Después de cenar.  ¿ Puedo preguntarte algo ?
- ¡ Claro ! todo cuanto quieras
- Tú le llamas James, ¿ Por qué has cambiado de nombre ?

 -Me extrañó que le llamaras Kendrick, se lo pregunté y me dijo el porqué, así que, puesto que también es su nombre, yo también le llamaré así  ¿Te parece ?- Megan no contestó, pero sonrió de medio lado.- No vayas tan aprisa si es que estás tratando de ganarte mi voluntad
-Yo sólo quiero que haya paz  en nuestra casa. Sé lo importante que eres para él, y lo importante que es él para mi.  Quiero que nos llevemos bien, que lo nuestro ha sido por amor, sin más metas que amarnos y ser felices. Tú eres su madre, por eso quiero que entre nosotras reine la armonía y no poner a James, perdón Kendrick, en la cuerda floja, haciéndole tomar partido por una u otra. No deseo que tenga que elegir y andar con pies de plomo para que ninguna de las dos nos demos por aludidas.  Deseo una familia normal, con comprensión, cariño, sinceridad , nada más. Mi familia está lejos. Sólo os tengo a vosotros dos, mi otra familia.  Eso es lo que deseo, y sé que tú también lo quieres. Si alguna vez me equivoco, rectifícame como lo harías con él, como harías si fuera tu hija.
- Está bien. Yo tampoco deseo malas caras.  Estoy de acuerdo y creo que si ambas ponemos de nuestra parte, ésto funcionará.  Cuando llegue Kendrick hablaremos de todos los preparativos de la boda. Mañana mismo iremos a Inverness a elegir tu traje.  Quiero que mi nuera deslumbre a todos. Y ahora déjame, que estoy viendo mi programa favorito. ¡ Ah ! y llama a mi hijo como más te guste.  No me molesta que le llames como a su padre.
- Gracias Megan. Creo que vamos a llevarnos muy bien. Te necesito; nunca he llevado una casa de esta categoría y me vendrá bien,  hasta que aprenda, que vivas con nosotros una temporada. Y si, me apetece mucho que mañana vayamos de compras.  Se me ocurre que podríamos comer en Inverness y regresar por la tarde, para cuando James esté por llegar. ¿ Puedo darte un beso?
- ¿ A mi ?
-Es como si se lo diera a mi madre - y aproximándose a Megan, estampó dos besos en sus mejillas, y no pasó desapercibido para ella, la complacencia que su suegra sintió. Era lo que necesitaba esa mujer que en un primer encuentro parecía adusta, pero en realidad lo que la ocurría es que estaba falta de cariño.



Apoyado en la puerta, James observaba con detenimiento la  escena entre las dos mujeres de su vida. Se sentía complacido por la sinceridad y honestidad de su mujer.  No se había equivocado con la elección; era buena por naturaleza, comprensiva y con mucha psicología.  En un momento de charla con su madre, había averiguado lo que necesitaba, algo de lo que él no se había percatado.  Es posible que se sintiera sola y falta de cariño.  Ahora estaba Marian y seguro que ella será un buen antídoto para todas las nostalgias de Megan.



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