jueves, 29 de septiembre de 2016

Regreso a Sefarad - Capitulo 6 - Macarena

La estancia en Marruecos de las chicas tocaba a su fin.  Por distintos motivos, cada una de ellas, estaban alegres y bromeaban constantemente.  Tenían habitaciones contiguas, pero se habían hospedado dos en cada estancia.  Macarena y Lucía guardaban su ropa mientras charlaban animadamente.  Lucía se convertiría en mujer casada a poco más de diez días, y Macarena volvería de nuevo a primeros de Agosto,  a las rutas turísticas, que en verano eran verdaderamente duras. Sus vacaciones, o despedida de soltera, tocaba a  su fin, y sobretodo, Macarena, se enfrentaba a la temporada de verano, especialmente dura de trabajo par su profesión.  Pero lo habían pasado tan bien, que se enfrentaba a ello con optimismo y alegría.

Como personas acostumbradas a viajar, habían seleccionado la ropa perfectamente organizada encima de la cama, y aunque pareciese que imperaba el desorden, nada más lejos de la realidad.

- ¿ Vamos a ser capaces de meter todo esto en la maleta? - se preguntó Lucía
-¡ Claro que sí ! En cuanto empecemos a meter cosas verás que te cabe todo. Y eso que no hemos comprado ninguna chuchería- comentó Macarena
- Hagamos un paréntesis y charlemos un rato - pidió Lucía

Se dirigió a la nevera de la habitación y sacó dos botes de refresco. Dando uno a su amiga, hizo que se sentara junto a ella en la cama que estaba libre de paquetes.

- ¿ Te imaginas? dentro de unos días estaré ya casada. Estoy nerviosa y a medida que se acerca el día me siento insegura. Nos queremos mucho, muchísimo, pero la convivencia es distinta. Deberé dejar mi trabajo,  de lo contrario no vería a mi marido casi nunca. Queremos tener niños enseguida...
- No te preocupes, lo haréis bien. No he conocido a ninguna novia que en vísperas de su enlace no estuviera nerviosa y se sintiera como tú te sientes
- Cuéntame ¿ has sabido algo de tu chico?
- No es mi chico. Sólo salimos una noche a cenar. Ni siquiera sé dónde vive, ni tengo su número de teléfono-dijo riendo Macarena
- No te creo, es imposible que no os hayáis dado vuestros números
- No es de extrañar, sólo salimos una noche. Tuvo que irse rápidamente
- Pero te gustaba ¿ no ?
- Es muy guapo, ya le viste y si me agradaba, pero nada más. ¡ Eh ! vas a resultar una celestina, Ja, ja, ja,- y ambas rompieron a reír.


Macarena bajó un momento hasta la cafetería para ver si localizaba a Sarah, y efectivamente allí estaba junto a sus padres.  No sabía si era lo acertado, pero por fin se decidió

- Buenas tardes- dijo acercándose
- ¡ Hola Macarena! ¿ cómo estás?
- Pues bien, haciendo el equipaje. Mañana temprano partimos hacia Madrid
- Mira voy a presentarte a mis padres: Judith y Abraham
- Mucho gusto, soy Macarena una amiga de su hijo
- Si, nos lo contó Aaron, es la guía que tuvo cuando viajó a España

Los padres eran gentes amables y educadas de mediana edad. Se les notaba que eran de clase acomodada.  Sarah la pidió:

- Siéntate un poco con nosotros
- Si, siéntate, por favor- insistió Abraham- ¿ Qué quieres tomar?
- Un refresco estará bien, de naranja, por favor. Aquí son muy ricos

La madre observaba a Macarena con una sonrisa dibujada en su cara. Era una mujer muy guapa a pesar de haber pasado de los cincuenta. Su padre era un otoñal atractivo
" no me extraña que hayan tenido estos hijos tan guapos"-pensó Macarena


Sostuvieron una conversación amable y por fin Macarena se decidió a expresar el deseo de que transmitieran a su hijo que si alguna vez volvía por Madrid, no dejara de llamarla, y para ello les dio una tarjeta en la que estaba impresa su dirección y el número de su móvil

- Se fue tan rápido que ni siquiera nos dio tiempo a darnos los teléfonos.  Y ahora si me disculpan debo seguir con la recogida de todo.  He tenido mucho gusto en haberles conocido, y a ti Sarah cuéntame entre tus amistades y si alguna vez vas por España, no dejes de llamarme. Ha sido un placer, buenas tardes.

Los tres disimuladamente vieron como se alejaba y los tres a coro comentaron " es muy simpática, y muy guapa" recalcó el padre recibiendo un codazo de su mujer lo que le hizo reír.



Macarena había nacido en el seno de una familia acomodada. Su padre era director de una céntrica sucursal de banco y su madre trabajaba como secretaria en un bufete de abogados. Era hija única y una buena estudiante. Terminó el bachillerato, hizo su ingreso en la universidad y quiso estudiar Turismo e Historia, además de inglés y francés. Durante las vacaciones de verano pasaba los tres meses en Inglaterra para perfeccionar el idioma y  en algunas ocasiones, cuando los estudios se lo permitían, viajaba los fines de semana  y alguna vacación corta hasta Paris. El francés por haber sido idioma optativo y más parecido al castellano, le había resultado más fácil y lo dominaba más.

Le faltaban dos años para terminar su carrera cuando cayó gravemente enferma su madre y en pocos meses falleció, dejando sumidos en el más profundo dolor a su marido e hija.  El padre no encontraba consuelo y ella no sabía lo que hacer para ayudarle.  Encerraba en lo más profundo su dolor y simulaba delante de su padre un estado de ánimo que estaba muy lejos de sentir.  Su desahogo eran sus compañeros de facultad y en ellos encontraba el consuelo que en casa no podía sentir.  En el parque del campus se sentaba con alguna amiga y allí dejaba salir el llanto que algunas veces la asfixiaba de angustia.

Por su parte el padre se iba deteriorando; a penas comía, no salía nada más que para la oficina y más de una vez le había sorprendido enjugándose las lágrimas y hablando solo a su mujer, que en su imaginación estaba a su lado.  Ella decidió estudiar por las noches y buscarse algún trabajo por el día para ayudar a la economía familiar que se había resentido. La falta del sueldo de la madre y las bajas por enfermedad del padre, hacían que el presupuesto  fuera muy apretado.  No le importaba no estrenar vestidos y zapatos cada temporada. Suprimió los viajes al extranjero y tampoco salía a cenar con sus amigos.  Pero la situación anímica de su padre era lo que más le preocupaba.  Con frecuencia no se levantaba de la cama y por toda respuesta de parte del médico era que estaba depresivo, que no quería vivir, ni siquiera por su hija.

A Macarena se le partía el corazón. El deterioro era notable; ya no era aquel muchachote guapetón que gustaba a las amigas de su madre, a pesar de estar ya en la mediana edad.  Y una mañana sucedió lo que tanto temía: fue a darle el desayuno y le encontró sin vida.

El choque fue brutal para ella en poco tiempo había perdido a sus padres, que eran su brújula y su ejemplo en la vida.  Como pudo terminó ese año el curso y decidida se buscó un trabajo en Inglaterra.  Allí terminaría la carrera en la Universidad a distancia y de este modo completaría su conocimiento del idioma al tiempo que con lo que ganase podría vivir.

Fue duro, pero al fin lo consiguió y a falta de la revalida de título en la Uned, volvió a Madrid, a su casa, que había permanecido cerrada desde que partiera.  La primera noche no pudo dormir. Sólo lloraba con desesperación reprochando a sus padres que la hubiesen dejado sola.  Les echaba tremendamente de menos, pero también sabía que tenía que seguir adelante. Y ellos estarían orgullosos por lo conseguido, se lo debía,  ya que no pudieron presenciar el fin de su carrera.

Con su curriculum en el bolso. salió a la calle dispuesta a buscar trabajo.  No tenía prisa  le habían abierto una cuenta en la sucursal en la que trabajó su padre, y aunque no era mucho el dinero que contenía, si lo suficiente como para vivir durante una temporada si no encontraba dónde trabajar.

Recorrió varias agencias de viajes, fue al ministerio encargado del turismo y en todos recibía la misma respuesta: " ya la avisaremos".  Para ver el modo de trabajar sobre el terreno, ya que no tenía experiencia, se unía a los grupos turísticos que circulaban por el centro de Madrid, observando a los guías y fijándose en el modo de trabajar relatando los hechos históricos, o los monumentos que visitaban.

Habían pasado más de quince días desde que entregara los curriculums y aún no había recibido noticia alguna.  Llegó a casa y encendió el ordenador, buscaría por Internet. No deseaba salir de Madrid, pero tampoco rechazaría una oferta en el extranjero.
Al cabo de un rato encontró un anuncio de una agencia de viajes que le pareció interesante a primera vista " Viajes Celtiberia".  Tomó los datos y entró en su web.  Echó un vistazo y le agradó lo que en ella se reflejaba.  Tomó nota de la dirección y decidida salió a la calle para ofrecerse como guía o azafata.  Estaban las oficinas en los bajos del hotel Palace y  parando un taxi, le indicó su dirección.


El resultado fue que la admitieron de inmediato.  Tenía unas referencias académicas muy buenas, y tras someterse a una prueba de idiomas y de historia, quedó admitida con un buen sueldo.  A cambio tendría que viajar tanto dentro de España, como en salidas al extranjero

- No hay problema, no tengo familia a mi cargo, así que estoy disponible- fue lo que dijo al director con el que ultimaba su contrato
- En ese caso, todo solucionado. Enhorabuena y espero que se encuentre a gusto entre nosotros- le dijo el hombre que pulsando un botón llamó a su secretaria

Unos nudillos repiquetearon en la puerta pidiendo permiso para entrar

- Pase, pase Lucía. Le presento a una nueva compañera Macarena. Mañana se incorpora para trabajar con nosotros
- Encantada, soy Lucía y secretaria de don Damián

Ella será guía por Madrid, de momento hasta que tenga más experiencia, pero posiblemente tenga que salir fuera, así que la veremos poco por la oficina, pero  que ocupe la mesa de Carmela y su ordenador. Después ya veremos.

Salió del local muy contenta.  Le gustaba el ambiente que había observado en las oficinas. Al día siguiente por la mañana empezaría a trabajar.  A medida que transcurría el día se ponía más nerviosa .  Ya estaba despierta cuando sonó el despertador. Se arregló con esmero y dispuso su maletín de azafata por si acaso. Salió con tiempo suficiente para llegar pronto al trabajo. Era una delicia pasear por el Paseo del Prado y llegar hasta la Plaza de Neptuno. La primavera hacía que las hojas de los árboles tuvieran un brillo especial, y los tulipanes que adornaban las aceras del paseo en  distintos colores hacían que todo estuviera más alegre.  O es que ella todo lo veía radiantemente hermoso.


Y de esta forma comenzó a trabajar como guía turística, pero aún había de transcurrir más de un año hasta su encuentro con Aaron en un viaje hasta Toledo


Regreso a Sefarad - Capitulo 5 - Historia fallida


El ascensor paró en el piso y Macarena salió apresuradamente de él. No acertaba a introducir la llave en la cerradura, pues tal era el estado nervioso y de angustia que sentía.  Lanzó el bolso con furia encima de una mesa y con rabia se despojó del abrigo, mientras se dirigía al dormitorio se quitaba los zapatos y  el vestido, pues  deseaba acostarse rápidamente. Abrió un cajoncito de la mesilla de noche, y de él sacó un frasco que contenía pastillas para dormir. Fue a la cocina a beber agua para tragarlas . Sacó tres del envase y todas juntas las introdujo en su boca.  No la importaba si el exceso de dosis le haría dormir durante todo el día; era lo que perseguía.  Al menos dormida no pensaría en nada de lo ocurrido. Ya acostada, rompió en un sollozo, preguntándose

- ¿ Por qué a mi, qué es lo que he hecho mal?  ¿ Por qué he sido tan tonta y no lo pensé antes?  Lloraba sin cesar. La dolía enormemente que él no la diera una explicación, que por otra parte,  ella suponía



- Seguro que es alguna novia que tiene en Israel. Habrán discutido y yo he pagado el pato.  Me ha roto el corazón.  No le volveré a ver más en mi vida. Le odio con toda mi alma, no tenía derecho a ofenderme de este modo. Me ha tratado como a una p....

Poco a poco, quizás por las pastillas, por el llanto o por todo junto, las lágrimas fueron más suaves y los ojos comenzaron a entornarse poco a poco, hasta caer en un profundo sueño, alterado, confuso, pero ello la permitía no recordar todos los acontecimientos ocurridos aquella noche.

Aaron en la soledad de la habitación, se preguntaba lo que había ocurrido. Comprendía la reacción de Macarena

- Mañana volveré a su casa y hablaremos, y quizás la cuente el origen de mi conducta. Deseo con toda mi alma que lo comprenda y empecemos de nuevo, sin secretos, porque ... no sé exactamente lo que siento por ella, pero estoy seguro de que deseo volver a verla.

Pero no hubo forma de cumplir su propósito. Macarena había desconectado el teléfono, apagado su móvil y no respondía a la llamada de su puerta.  Presentía que quién tocaba el timbre era él, pero no quería verle.  Imaginaba que la daría una excusa que no estaba  dispuesta a creer. Había perdido la confianza en él.  Deseaba que regresara a su país y perderle de vista.  Después del día de Navidad, se reintegró a su trabajo, pero habían pocos turistas, sin duda todavía descansaban de los excesos de la Nochebuena.  No tenía buena cara. Profundas ojeras rodeaban sus ojos, y sin duda no estaba para fiestas:  no hablaba y a penas respondía a las preguntas de sus compañeras, que atribuyeron su malhumor a la ausencia de sus padres.




Don Damián, dado que no tenían turistas, y la veía mal, la mandó a casa.  Lejos de regresar a su hogar, se metió en un cine y después en otro, y en otro.  Así estuvo todo el día vagando de una sala a otra.  Sabía que si iba a su casa, cabía la posibilidad de que Aaron quisiera verla, y que ella no tuviese la suficiente fortaleza para rechazarle.  Quería evitarlo, no deseaba tener su presencia delante tratando de justificarse.


No se confundía. El muchacho acudía a su casa, la esperaba en la calle, volvía a subir. En el apartamento no había luces, no conseguía nada.  Aguardó hasta la noche, pero no obtenía respuesta de nada. Triste y preocupado tomó el camino de su domicilio. Al día siguiente regresaría a Israel.  No pensaba volver nunca más por Madrid, pero le dolía terminar de este modo una relación que se prometía tan bonita y de la que ambos estaban tan necesitados.

De nuevo tuvo la silenciosa bienvenida de su solitario hogar. Había partido rumbo a España ilusionado por volver a ver a Macarena, sin imaginar el final de aquel esperado viaje.  Ni siquiera deshizo el maletín que había llevado; tomó la decisión de volver a Jerusalén. Al menos allí con el trabajo, tendría la cabeza ocupada y no pensaría en lo sucedido. Buscaría alguna chica para divertirse, sin compromiso y,  poco a poco volvería a la vida que tenía antes de conocerla.  Pero en esa vida también estaba Ruth. Su sombra era alargada y lo cubría todo, pero se sentía incapaz de borrarla de su memoria.

Lentamente la vida de ambos transcurría en la distancia. No volvieron a saber uno del otro, pero algo había cambiado en ellos.   Macarena no era la chica alegre y extrovertida de antes. No sonreía con la misma frecuencia y de vez en cuando sus compañeras la veían perder la mirada en algo inconcreto, como ausente.

Aaron había vuelto a ser el muchacho huraño e introvertido de siempre, que regañaba a sus subordinados por el más mínimo error que cometieran.  Sabía que nadie tenia la culpa de lo que le pasaba, pero era más fuerte que él.  Se debatía en una encrucijada difícil de resolver.  No quería comentar nada con su familia para no preocuparles, pero en una escapada que hizo a Marruecos para verles, su hermana, que por edad estaba más cercana a él, intuyó algo de lo que le sucedía




Una tarde que estaban solos en casa, ante una taza de café, Sarah le preguntó qué era lo que le atormentaba.  Primero, él negó que le ocurriera nada, pero ante la insistencia de su hermana terminó por contar su incidente con Macarena

- Todo marchaba perfectamente, lo estábamos pasando muy bien, pero sin duda nos habíamos excedido con el vino ... terminamos en la cama y fue increíble, pero...

Al llegar aquí, guardó silencio.  No estaba dispuesto a contar más, pero Sarah comprendió que algo había ocurrido y nada bueno, para que su hermano estuviera sumido en tal estado de depresión

- Y ¿ que ocurrió?, no me refiero a que me cuentes lo que vino a continuación que lo sabemos de sobra, sino a lo que motivó que tu hayas venido con este estado de ánimo tan ... tan... malo.

- Te agradecería no me preguntes más. No quiero seguir hablando de esto
- Pero es necesario que descargues todo lo que te está haciendo daño. De esta manera verás las cosas más claras ¿ no lo comprendes? Venga, termina de contarme la historia, por favor ¡ Soy tu hermana! y sólo quiero el bien para ti.  Si tu estás bien, todos estamos bien

La miró durante unos instantes. En su rostro se habían marcado unas arrugas en la comisura de los labios que denotaban la crispación que sentía y el rechazo a terminar de contar lo ocurrido.  Guardó silencio durante un momento y reflexionando la dijo:

- Bien, te lo contaré... No sé en qué momento, ni por qué razón, pronuncié el nombre de Ruth y en nuestro idioma la pedí perdón por ser nuevamente feliz y haberme enamorado de esa mujer.  Ella lógicamente no entendió nada y sólo supo que nombraba a una mujer que me había negado a explicarle lo que representó en mi vida.
Cuando me reprochó pronunciase su nombre, la prohibí lo repitiera... de muy malas formas, lo que hizo que ella se fuera de casa muy nerviosa, y no la he vuelto a ver. No coge el teléfono y no está en su casa; ha sido imposible darla una explicación. Así que regresé dando por terminado nuestro incipiente romance
- ¿ Pero cómo se te ocurrió algo así en un momento como ese?  No me extraña su actitud.  Si una mujer está con quién ama y él pronuncia otro nombre que no es el de la ella, la reacción es inmediata.  La diste a entender que no significaba nada para ti, que fue algo pasajero y ocasional, que era una de tantas.  Creo hermanito que no vas a volver a verla.  No entiendo porqué no le has contado lo tuyo con Ruth.

- Me lo pidió en una ocasión, y la respondí que no, que no era el momento
- ¿ Qué querías que interpretara ?  Escríbela y cuéntale la verdad. Pídele que te de una oportunidad, trata de volver con ella, si es que te interesa, claro.
- No,  déjalo estar, porque tampoco estoy muy seguro de mis sentimientos. No sé si es que la quiero, o simplemente fue el ambiente de aquella noche. No sé, estoy muy confundido, así que dejaré que el tiempo corra.  Con un poco de suerte la olvidaré; tampoco es una relación duradera, pronto será agua pasada
- Te equivocas. Si no te importara no estarías contándome cosas tan íntimas
- Ya te he dicho todo, así que déjame ya. No quiero volver a  hablar de ello más. Olvídalo

Y la conversación quedó interrumpida y finalizada con la llegada de sus padres, ignorantes de todo lo ocurrido.  Judith intuía que a su hijo le ocurría algo, pero no podía imaginar que estuviera relacionado con Macarena.  Más bien pensaba que se debía a  una recaída en el recuerdo de Ruth, o alguna complicación de alguna nueva aventura femenina.

Se sentaron en la mesa para la cena y la misma transcurrió normalmente, como si nada alterase las vidas de los jóvenes, pero ambos hermanos se mostraban más serios de lo normal, y Ruth intuyó que algo no funcionaba entre ellos.

- Hablaré con los dos.  Supongo que habrán tenido alguna discusión de hermanos.  Mañana les llamaré por separado, ahora están muy calientes y puedo estropearlo aún más. De ninguna manera que los hermanos estén enfadados entre si., de ninguna manera. ¡ Vaya ! para dos días que viene y se ponen a discutir. Estos jóvenes...

Lejos estaba de suponer por la incertidumbre que estaba pasando su hijo, y no era enfado entre hermanos, sino preocupación de Sarah por él.  Presentía que Aaron estaba más interesado en Macarena de lo que él mismo creía.

Judith espero hasta el día siguiente para hablar con su hijo. Lo hizo mientras éste preparaba su equipaje para regresar a su casa



- Aaron ¿ puedo hablar contigo un momento?
-Claro que si , madre. Dime ¿ qué quieres?
- Hijo no sé lo que ha pasado entre Sarah y tú, pero por favor, no podéis estar enfadados. Te vemos poco y cada vez que vienes tus estancias son muy cortas. Te queremos y me duele mucho que apenas os habléis, como observé anoche
- No mamá no nos pasa nada. Son cosas de la gente joven
- ¿ Tiene tu hermana algún problema?
-No, ja, ja, ja. No estés preocupada. Ella sigue bien con Ari, y el día menos pensado unirán sus vidas. Debéis estar preparados
- ¿ Seguro que no la ocurre nada?
- No, quédate tranquila. Fue una simple discusión entre hermanos
- Pero debió ser fuerte, porque nunca habéis estado tan serios como estabais anoche . -Acaso ¿ va a ser mamá?
- No, madre. No se trata de eso.
- Entonces, ¿ qué pasa?
- Mamá, mamá. No es ella,  soy yo
-Hijo mío, no me asustes
-No te preocupes, no es nada
-¿ Cómo que no es nada ? ¿ Es referente a tu escapada a Madrid?
- Tiene que ver con eso, si. Pero no quiero hablar de ello
- Tienes que contármelo
- Mamá - dijo en tono tajante - no te metas, no voy a decirte nada. Y ahora me voy que pierdo el avión

 Besó a su madre, abrazo al padre y salió rápidamente sin dar tiempo a Judith a reaccionar.   Nada comentó con su marido, pero su preocupación iba en aumento. Salió de la estancia, subió hasta su dormitorio, y allí se puso en contacto telefónico con Sarah.  Sabía que estaba trabajando, pero quería decirle que fuera a casa en cuanto pudiera. Necesitaba saber la verdad de todo.

Sarah fue a casa de sus padres al terminar el trabajo en el Consulado de su país. Allí conoció a Ari, agregado cultural, allí se enamoraron e iniciaron una relación que pensaban convertirla en unión en un breve espacio de tiempo. Llegó preocupada ante el tono de voz de su madre, que normalmente era alegre y jovial

- ¿ Qué pasa?, me habéis asustado
- Siéntate, hija. ¿ Deseas tomar algo?
- Un té.  Pero dime ¿ qué ocurre, a qué viene tanta urgencia?

Mientras su madre servía el  té, fue relatando su conversación con Aaron y a la conclusión a la que había llegado: " no te metas, mamá"



- Quizás debieras dejar todo como está. Él es quién debe solucionar lo que sea, mamá
- Pero quiero saber lo que le ocurre. Se trata de mi hijo , y sólo sé que fue muy contento, y ha venido cambiado. Quiero saber lo que ha pasado, nada más

Sarah depositó el vasito en la mesa, tragó saliva y lentamente relató a su madre lo ocurrido con Macarena

- Pero por favor mamá, no le digas que lo sabes. Que he sido yo quién te lo ha dicho . No le comentes nada, por favor. Está tratando de que sea una simple anécdota. Creo que aún no ha superado lo de Ruth, eso es todo
- Pero algo tenemos que hacer...¿ Es que no se puede arreglar nada ?
- No mamá, no podemos intervenir. Es cosa de ellos. De todas formas ella y yo conectamos bien, así que he pensado,  cuando tengamos unos días libres, viajar Ari y yo a conocer aquello.  Pero mientras tanto, calladita ¿ me oyes?, calladita.


miércoles, 28 de septiembre de 2016

Regreso a Sefarad - Capítulo 4 - Corrala, dudas y recuerdos


Se encontraba a gusto en ese barrio.  Por las mañanas salía a pasear y vivía la alegría de sus calles.  Decididamente compraría un apartamento en ese lugar de Madrid.  No era Toledo, pero al menos en Lavapiés, también habrían estado, posiblemente los suyos.  Acudió a una inmobiliaria, visito los que tenían vacantes y adquirió uno. Al menos tendrían donde alojarse si regresaba algún día a Madrid, él o su familia.  Y pensó¡ la de vueltas que da la vida!  su abuelo quería regresar a Sefarad, y él precisamente, no tenía ninguna intención de hacerlo y sin embargo,  tenía una propiedad en la que fuera la tierra de sus antepasados.  Recordó que de no ser por la promesa a su abuelo, jamás se le hubiera ocurrido visitar España.  No la conocía hasta este momento. No tenía intención de conocerla, y mucho menos amarla con fervor como lo hacían sus familiares. Muy al contrario, detestaba todo lo español.

Aún guardaba rencor por haberles expulsado después de tantos siglos y de haber echado sus raíces en este suelo.  ¿ Por qué poco a poco iba cambiando de opinión  ?  No lo sabía, pero lo intuía, y se resistía a ello.  Una imagen de mujer se colaba deprisa en su memoria, mezclándose con otra.

Mientras caminaba por las calles en dirección a la Plaza Mayor, retrocedió hasta cuando conoció a Macarena, en esa ruta guiada por distintos lugares cercanos a Madrid. Había pasado poco tiempo y él  estaba  en  Madrid, pero ella estaba de vacaciones. Y ¡oh casualidad ! en su regreso a casa,  la encontró en el lugar  más inesperado:  Agadir.


    Se alojaba en un hotel en el que  sus padres estaban junto a su hermana, pasando unos días en la playa.  Él había regresado de Israel y decidieron ir a tomar unas copas a ese hotel.  Había un grupo de chicas celebrando una despedida de soltera.  Por las risas que echaban se notaba que lo pasaban en grande. Sus padres y hermana, también se reían al verlas.      Recordó que al incorporarse él,  al grupo familiar,  le comentaron  la juerga que se pasaban quienes estaban en esa mesa vecina.  Entonces dirigió la mirada hacia ellas y allí estaba Macarena

  -La morena del biquini azul, es la guía que tuve cuando fui a Toledo - comentó a sus padres y hermana
  - ¿ No vas a saludarla ? - dijo su hermana
- No.  Seguro que no se acordará de mí
- Ha pasado muy poco tiempo- respondió Sarah
- Bueno ya veré- dijo Aaron

Pero Sarah se dio cuenta que disimuladamente no la quitaba la vista de encima.  Al final, se decidió y levantándose se dirigió al grupo de chicas.  Macarena se sorprendió al verle, y les presentó a sus amigas.  Todas estaban eufóricas, seguro que por algún brebaje que estaban tomando.  Después de comentar algo del viaje, se despidió, quedando citado con ella para cenar en la noche

Al llegar a este punto, Aaron, recordó también que ya estaba interesado por ella, y que durante aquella cena, tomó la firme decisión de no tener nada que ver con la guía . Esa cita era pura cortesía y nada más.  No volvería a verla.  Al despedirse aquella noche, pretexto que debía volver a Jerusalén, pero que si alguna vez volvía por Madrid, la buscaría.  Se besaron a modo de saludo en las mejillas, y la acompañó hasta el ascensor.  No la volvería a ver más, esa sería su decisión.

Al día siguiente, Sarah, trató de sonsacar a su hermano referente a la cena mantenida con la española, pero Aaron corto enseguida pretextando que debía regresar a Israel: sus vacaciones habían terminado

 
Macarena disfrutó mucho en la boda de su amiga y hasta tuvo varios chicos que andaban a su alrededor.  Bailó con alguno de ellos, pero no se citó con ninguno, a pesar de que lo intentaron.   ¿Por qué ?  No entendía su negativa a salir.  Eran unos chicos agradables, alguno hasta guapo, pero a ella no le interesaban en absoluto.

El día 1 de Agosto se incorporó de nuevo a su trabajo, sin excesivas ganas, todo hay que decirlo.  Había descansado durante sus vacaciones, y también habían ocurrido "cosas" que la perturbaban.  Entró en el despacho de don Damián para hacer acto de presencia y a renglón seguido le fue encomendada la misión de conducir a un grupo de turistas en el autobús descubierto que recorre Madrid.

- ¿ En el autobús?
- Si hija. Ya sabes cómo es Agosto, el trabajo afloja y hay que aprovecharlo todo, que corren tiempos difíciles.  Nos lo pagan muy bien, pero tendrás que cenar con ellos ya que el recorrido es nocturno.  Quieren ver los edificios iluminados.
- Está bien, no se preocupe. Cumpliré con mi trabajo como siempre lo he hecho.  Y ahora si me disculpa, iré a preparar el itinerario. ¿ Está reservado el restaurante?
-Si ya está todo arreglado. Salís desde aquí a las siete y a las nueve la cena. Ah! quizás alguno pida ir a un tablao. Por si acaso hemos contratado el Corral de la Morería.
- Pues entonces nos veremos mañana
- Hasta mañana . Que no te canses mucho. Recién venida de vacaciones cuesta entrar en acción. Ja, ja, ja
- ¡ Ya lo creo !, pero en cuanto tome contacto,  me sacudo la pereza.

A las  siete en punto de la tarde, Macarena estaba en la puerta del autobús esperando a sus turistas, que puntuales fueron llegando y acomodándose en sus asientos. Algunos, sobre todo los más jóvenes, decidieron ir en el último piso,  al descubierto. Macarena como siempre iba sentada en el asiento del copiloto.  Con la instalación de micrófonos los situados arriba, escuchaban perfectamente la explicación de la chica, lo que la evitaba tener que subir y bajar del autobús en marcha.


La Carrera de San Jerónimo, La Puerta del Sol,  Palacio de Oriente,...  desfilaron ante los ojos de los turistas que miraban encantados cuanto veían.  Ni siquiera hablaban entre ellos, señal inequívoca de que les gustaba  y estaban  atentos a las explicaciones de Macarena, que les relataba la historia de cada calle, cada edificio o monumento por el que pasaban.  Cuando llegaron al restaurante, todos hubieran continuado la ruta; estaban encantados y hasta algunos decidieron que lo repetirían,  y eso que iban a paso de tortuga para que pudieran sacar fotos con tranquilidad. Macarena era una guía que le gustaba ir despacio, deteniéndose en cada lugar y dejando que los visitantes se recrearan y preguntaran cuanto quisieran.  Los turistas  pidieron para beber sangría. Tenían que probarla, máxime con el calor que hacía.  Macarena les advirtió que debían tomarla con precaución para que no se les subiera a la cabeza, cosa bastante frecuente entre ellos, pero estaba fresquita, dulce y rica, y al poco rato los vapores hacían su efecto y comenzaron a reír, a cantar, a dar vivas, en definitiva: se pusieron contentos.  Pidieron acudir a un tablao, ella les llevó como estaba acordado, y cerca de las cuatro de la madrugada, caía rendida en su cama. Pondría el despertador a las 7 y le pedía a Dios que no tuviera mucho trabajo al día siguiente.

Pasó Agosto y a principios de Septiembre Lucía se incorporó a su trabajo en la Agencia, aunque por poco tiempo

- Macarena, tengo que decirte algo - le dijo confidencialmente a su amiga en voz baja
- Dime ¿ ocurre algo?
- Si ¡ estoy embarazada !
- ¡ Lucía  me alegro muchísimo. Es lo que querías ¿ no ?
- Si, pero no tan pronto
- Pero debías contar con ello: recién casados, en viaje de novios, mucho tiempo libre, da ese resultado - dijo riendo- ¿ Vas a seguir trabajando?
- Estoy de poquito, así que esperaré hasta la confirmación de los tres meses. Deseo vivir mi maternidad intensamente. Estamos locos de contentos, pero no digas nada todavía. Sólo lo sabemos los tres.
- Descuida, seré una tumba
- Y tu chico ¿ sabes algo ?
- Eres muy pesada, no es mi chico. No, no he sabido nada
- Pues hacíais una pareja estupenda
- Si, pero las cosas no son tan fáciles como verse y caer rendidos de amor. Eres una bobona. No vuelvas a preguntarme más- dijo riendo y abrazando a su compañera.

Se acercaban las Navidades. Lucía había dejado su trabajo tras la confirmación de embarazo y Macarena la echaba enormemente de menos, aunque hablaban con frecuencia por teléfono.  La rutina diaria de visitas a museos, viajes a las cercanías de Madrid,. marcaban la vida diaria de la muchacha que a medida que se acercaba la Navidad se tornaba más melancólica.  Ni siquiera intentó pedir unos días de vacaciones para irse lejos de España en esas fiestas. Venían muchos turistas para pasar la noche de Fin de Año en Madrid, y tenían bastante trabajo.

El día 24 de Diciembre amaneció nublado y frio. Había helado durante la noche. Tenía el día libre por ser Nochebuena y decidió salir de compras para obsequiar a sus amigos, y de paso compraría algo de comida para esa noche y el día de Navidad, en que todos los comercios estaban cerrados.
Después de arreglarse, se puso un gorro de lana una bufanda y salió a la calle. Se dirigió a los comercios del centro y de una sola atacada compraría todo lo que le hiciera falta.  Para mediodía había terminado y regresó a casa cansada.  Los comercios en esas fechas están rebosantes de personas en un peregrinar incesante por las tiendas y la calle. Empujones, colas en las cajas, en fin : era Navidad.


Llegó a casa, soltó los paquetes y se dejó caer en el sofá quitándose los zapatos estaba cansada. Una vez guardadas las compras comenzó a poner en el frigorífico la comida. Productos pre-cocinados, no la apetecía ponerse a guisar. Comería cualquier cosa y después se acostaría en el sofá y vería la tele. Nada extraordinario, todo rutinario.

Un timbre la despertó del profundo sueño en el que se había sumergido. Sobresaltada y medio adormilada, se preguntaba si había soñado, o había sonado el timbre en realidad. Aguardó unos instantes, pero una segunda vez la sacó de dudas

Descalza y adormilada, atusándose el cabello, se dirigió hasta la puerta de entrada, al abrirla el asombro la invadió de tal modo que no podía articular palabra

- ¿ Tú ?
- No deberías abrir sin mirar, al primero que llame a tu puerta. ¡ Descalza ! quieres coger una pulmonía- dijo la persona que frente a ella sonreía al ver la sorpresa de Macarena
- ¡ Aaron ! ¿ cómo has dado conmigo? La agencia está cerrada...
- Le diste a mi hermana una tarjeta ¿ no te acuerdas?



- ¡ Cierto ! Perdona estaba durmiendo una siesta y aún no me he despabilado
- ¿ No me dejas entrar?
- Perdona, estoy noqueada. Discúlpame
- Bueno ya que tu no lo haces, lo haré yo. Dame un beso de bienvenida, por lo menos
- Por favor, qué tonta estoy. Naturalmente que te lo doy - dijo esto acercando su mejilla a la boca de él

Se besaron en ambas mejillas, siguiendo la costumbre española. Se miraban sonrientes sin decir nada. Ella no salía de su asombro,  él simplemente la miraba

- Bueno, cuéntame¿ qué te trae por España?
- Tenía unos días libres y pensé " voy a darme una vuelta " y aquí estoy. No sé si te conté que compré un apartamento en Lavapiés,  por mi abuelo
- Si creo que me comentaste algo, pero me alegro de que al menos tengas alguna raíz en Madrid
- Lo hice por mi abuelo, porque de alguna manera recuperase un trozo de su tierra, aunque no era exactamente en Madrid
- Supongo que algún día me llevarás a verlo
- ¿ Quieres que vayamos ahora?
- ¿ Lo dices en serio ?
- ¡ Claro que lo digo en serio!  Anda arréglate un poco y vayamos. Tienes un aspecto horrible
- ¡ Oye ! me deberías decir lo bonita que me ves, y me dices que estoy horrible, ja, ja ,ja. Dame unos minutos y te retractarás de lo que has dicho.

El chico paseó la mirada por la habitación. La estancia era muy "Macarena": todo en perfecto orden, nada fuera de su lugar.  No faltaban unas flores junto a los retratos de sus padres en lugar preferente de una mesita junto a otros recuerdos. Los miraba detenidamente con agrado cuando ella entró en la estancia perfectamente peinada y arreglada

- Lista, ya estoy
- Estás muy, muy guapa y te has puesto el perfume que me encanta.
- Vaya menos mal
- Vámonos pues

Tomaron un taxi en lugar de ir en coche, el aparcamiento y la circulación eran imposibles en esos días de fiestas.  Su charla era amena , la de dos buenos amigos que hacía tiempo no se vieran.

Llegaron a la corrala en donde Aaron tenía su vivienda.  Macarena quedó impresionada por la reconstrucción que había tenido aquel lugar, que antes era clásico de Madrid, pero que los años no habían perdonado su paso.  Ahora sin embargo era el mismo lugar pero más moderno sin perder su clasicismo

Entraron en el pequeño apartamento que constaba de una sola habitación, espaciosa,  el baño dentro de esa estancia, una pequeña cocina tipo americano y un salón bastante grande.  Suficiente para una persona sola y que además viaja frecuentemente.  Los pocos muebles que tenía eran modernos y de buen gusto. Quedó gratamente sorprendida

- ¡ Es precioso !
- Suficiente para mi  por si alguna vez se decide mi hermana o mis padres venir a conocerlo.  No confiaba en encontrarte en casa, pensé que pasarías esta noche con algún amigo
- No celebro la Navidad. No desde que murieron mis padres. Es más,  quisiera que no existiera. Me deprimen, no me gustan, me traen recuerdos de mi niñez y me entristecen mucho.
- Bueno, pues hagamos que no es Navidad, sino que vamos a cenar como en Agadir ¿ te acuerdas?
- Si, si me acuerdo. Lo pasé muy bien. ¿ Puedo preguntarte algo?
- Adelante, pregúntame
-¿ Por qué saliste tan precipitadamente? ni siquiera pudimos despedirnos
- Es una larga historia
- Pues cuéntamela, tenemos toda la noche
- En otra ocasión. Quizás algún día te lo cuente, pero aún no estoy preparado.
- Lo siento. Sin duda es algo muy doloroso. Perdona, no debí preguntarte. No debo preguntarte nunca,  nada
- No lo tomes a mal, sencillamente aún me duele.
- ¿ Cómo está tu familia? Tienes una hermana preciosa, y tus padres qué jóvenes y encantadores. Disfruta de ellos, porque cuando los pierdes no tienes idea de lo necesarios que son. ¿ Por qué no quieren venir a España? mirándolo bien,  su ascendencia es española
- Ya lo sé, y cuando se reúnen en familia, todos evocan las historias que se han ido transmitiendo de generación en generación, y cantan en un castellano algo raro, pero entendible perfectamente, y bailan con sus danzas sefarditas.  Ellos han amado a Sefarad más que Sefarad a ellos.
- Cierto, pero en aquella época estaban dominados por la religión y la ambición de poder. Tenían poca cultura y cuando alguna persona con mala intención les metía una idea en la cabeza no veían más y se creaban enemigos imaginarios por doquier.  Los que conocemos la historia, sabemos de los beneficios y la cultura que nos trajisteis: las matemáticas, la medicina, la astronomía... Todos cuantos nos invadieron nos dieron cultura y hasta les costó abandonar esta tierra cuando tuvieron que irse. La amaron todos sin excepción.

Él la miraba, en el fondo admiraba su sensatez y claridad de ideas. Le inspiraba ternura el verla tan joven y tan sola. No tenía ningún pariente, no tenía a nadie, por eso se hizo el firme propósito de ser su amigo, de ser ese amigo que siempre esté dispuesto para ayudarte, para escuchar cuando necesites hablar y reír cuando estés alegre y compartirlo todo.

- ¿ Sabes que Lucía va a ser mamá?
-¿ Lucía es la chica que se iba a casar?
- Si la misma. Ya no trabaja en la agencia y yo la echo mucho de menos, aunque hablamos de vez en cuando, pero el trabajo no me permite frecuentarla tanto como quisiera.  Estoy muy contenta por ellos. Son muy felices, y se les ve tan enamorados, y ahora con un bebe...
-¿ Te gustan los niños ?
- Si me entusiasman. Me gustaría ser madre algún día
- ¿ Algún día ? Lo ves como muy lejano
- Es que está muy lejano. De momento como no sea por inseminación artificial, no tendré un bebe
- ¿ Te inseminarías?
- De momento no. Deberá pasar mucho tiempo para eso
- ¿ No tienes novio, o pareja?
- No. Hace tiempo que me gusta un chico, pero yo a él no, así que ...
- No puedo creer que no le gustes
- Créetelo, no hay mucha afinidad entre nosotros, aunque no es por mi. Pero cambiemos de tema, por favor. No estoy pasando mi mejor día 

En todo momento se estaba refiriendo a él, aunque no lo supiera

- Pues no se hable más. Preparemos nuestra cena, bebamos un buen vino y al menos riamos...

 Pronunció estas palabras clavando su mirada en la cara triste de Macarena.  Le dolía verla sufrir y sentía unas tremendas ganas de abrazarla y susurrarla suavecito al oído: " Ya mi niña, ya , no sufras. Me tienes a mi "

Se sentía muy confundido. Desde que la viera por la tarde, su sangre se aceleraba por sus venas hasta golpearle fuertemente en las sienes. Nunca había sentido una sensación tan fuerte al estar con una muchacha. Con Ruth era distinto, se amaban y comprendían, no había nada que explicar, sin embargo con Macarena... Ignoraba todo de él, pero tampoco quería desvelarle nada. ¿ Qué debía hacer, salir corriendo de nuevo?  Ella estaba deprimida, no era la chica alegre del verano. Necesitaba  un amigo y él estaba dispuesto a serlo sin condiciones.

Prepararon la cena mientras apuraban una copa de vino. Macarena puso la mesa con detalle. Rebuscó en los muebles de la casa , algo que sirviera para darle un toque especial, porque era una noche especial y no por ser Nochebuena.

Se sentaron a la mesa y bromearon, y bebieron.  Se sentían felices de estar juntos. El sabia la historia de Macarena, así que comenzó a relatar la de sus padres

- La familia de mi padre, después de ser expulsados de Sefarad, recalaron en Polonia. Cuando la invasión alemana, salieron antes del cerco y pasaron por Francia hasta llegar a España, pero allí tampoco se sintieron seguros dado que Franco se vanagloriaba de ser amigo de Hitler, por tanto cruzaron el estrecho y llegaron a Marruecos. Se establecieron en Larache. Allí crecieron mis tios y mi padre y allí conoció a mi madre. Se casaron y nos tuvieron a Sarah y a mi.  Estuvimos a punto de residir en Palma de Mallorca, pero al final nos quedamos en Marruecos. Cuando fuimos mayores nos enviaron a Israel para que conociéramos nuestro país. Allí estudiamos Sarah y yo. Necesitaban ingenieros agrónomos para los cultivos que hacía años habían iniciado y esa fue la carrera que elegí. Hice el servicio militar y estudiaba a un tiempo. De esa forma me quedé a vivir en Israel en donde tenía mi futuro asegurado.  Me gustó Tel Aviv, porque era una ciudad joven, abierta, cosmopolita, sin tanta rigidez con la religión, a pesar que los ortodoxos son rigurosas al máximo, pero ellos tienen sus barrios y no molestan a nadie mientras no les "toques" sus creencias.
Por el contrario la familia de mi madre, al ser expulsados cruzaron hasta Marruecos y allí se quedaron. Son más sefarditas que la familia de mi padre.  Normalmente dicen " que se sienten más cerca de Sefarad". No lo creerás, pero son más españoles que vosotros mismos.


- Ya lo sé, y gozan de toda nuestra simpatía. Pero por eso no entiendo porqué no quieren venir a conocer tu casa.
-- Si quieren, sobre todo mi madre. Y vendrán, pero ellos también sienten nostalgias y dolores a sus espaldas. La mitad de ambas familias desaparecieron, unas aquí cuando la Inquisición, y otras en los campos de concentración.  El tiempo pasa y muchos ya no viven, así que de una extensísima familia, quedan ya muy pocos. Por eso cuando se reúnen sacan del armario todos los recuerdos transmitidos. Creo que ya está bien por hoy, basta de historias familiares- dijo Aaron
- Debo irme, es muy tarde y estarás cansado
- No te vayas... aún

Ella de repente se puso seria y le miró tratando de averiguar el significado de aquellas palabras. Él era muy celoso de su intimidad y había de tener cuidado. De repente se vio rodeada por unos brazos fuertes que la estrechaban contra el pecho de Aaron y unos labios que buscaban los de ella.



  No se resistió, no le rechazó. Acariciaba su nuca con los ojos entornados dejando que él besara su cuello,  su frente , sus mejillas, sus labios.  Quizás lo bebido antes y durante la cena nublase su consciencia, quizás se sentía sola , quizás él se había dado cuenta de que estaba loca por él... pero se dejó llevar sintiendo el amor por primera vez en aquel rostro que había amado desde el primer instante que le vio. Y sintió el verdadero amor, el placer más intenso al sentir la piel de él sobre la de ella. Las caricias recorriendo su piel, sus besos...pero ninguna palabra de amor.  De repente él pronunció algo en hebreo que no entendió y un nombre de mujer: Ruth.  Lo pronunciaba con desesperación, con amargura y entonces se dio cuenta que no hacía el amor con ella, sino con Ruth.  Le apartó  al cabo de un rato y cubriéndose con la sábana se levantó sin pronunciar palabra

-¿ Dónde vas? - dijo él
-A mi casa, es muy tarde
-Pero si es festivo, no tendrás que ir a trabajar
- No importa , me voy
- No te entiendo, nunca entenderé a las mujeres. Coquetean contigo y cuando te lanzas, salen despavoridas
- Yo no he coqueteado contigo, ni salgo despavorida, simplemente me voy. Creo que con Ruth lo hubieras pasado mejor
- No pronuncies su nombre nunca más. Ni se te ocurra

Macarena se asustó, nunca le había visto con ese rictus en la cara. Había cambiado totalmente, ya no era el hombre que momentos antes acariciaba su cuerpo. Estaba descompuesto como si hubiera cometido un delito al pronunciar el nombre de esa mujer, quién quiera que fuese.

Salió de la casa apresuradamente dando un portazo a sus espaldas.  Aaron la siguió hasta las escaleras y agarrándola de un brazo, la dijo con brusquedad
-¿ Dónde vas a estas horas, te has vuelto loca?
- Déjame por favor, tengo que irme
- Espera te acompañaré
- No hace falta, sé cuidarme yo sola. Te recuerdo que viajo sin guardaespaldas
- No me importa, quiero acompañarte

Bajaron en silencio y comenzaron a caminar a la espera de encontrar un taxi. No vieron ninguno; en esa noche dejan el turno temprano para estar con sus familias y tan sólo los que estaban de guardia circulaban. Anduvieron un largo trecho hasta llegar a Atocha y allí tomaron uno que les condujo hasta el domicilio de Macarena. Se apeó ella la primera sin esperar que él abriera la puerta.  Mientras decía al taxista que le aguardara,  ella entró en el portal cerrando la puerta tras de si sin despedirse de Aaron que vio cómo entraba en el ascensor.  Aguardó hasta ver que las ventanas se iluminaban y entonces reemprendió la marcha de regreso a su casa



Mientras se acostaba acariciaba el sitio en donde Macarena acababa de estar. La almohada aún conservaba su perfume. Sentía una rabia infinita de la que no podía culpar a nadie, sólo él la tenía.  No comprendía el porqué había nombrado a Ruth en aquel preciso instante.  Las palabras que Macarena no entendió, eran palabras en las que la pedía perdón por haberse enamorado de nuevo y querer a otra mujer.  Pensó que no hubiera ocurrido si hubiese descargado su alma y hubiera confesado a Macarena lo ocurrido con Ruth, pero ahora todo se había perdido, todo era inútil. Cómo hacerla comprender que había ocurrido todo lo contrario de lo que ella pensaba

martes, 27 de septiembre de 2016

Regreso a Sefarad - Capítuo 3 - Toledo

La Ciudad Imperial estaba frente a ellos luciendo en todo su esplendor a orillas del rio Tajo. Era de tal belleza que no hubo necesidad de explicación alguna. Comprendieron porqué era mundialmente famosa. Aaron estaba extasiado, sin pronunciar palabra.  Al fin habían llegado, allí, frente a él, estaba el motivo de su viaje.  Todo lo que habían visto hasta ahora, había sido muy bello, pero él deseaba ardientemente estar en Toledo.

Una ligera sonrisa se dibujaba en su rostro, y no pasó desapercibida para Macarena,  a quién extrañaba profundamente la veneración que sentía el muchacho.

A pie recorrieron la distancia que les separaba de la ciudad.  Todos estaban impacientes por llegar y frente a la entrada sacaban fotos sin cesar ante la magnitud de los monumentos que se abrían ante su vista.



Nadie comprendió porqué Aaron se despidió de ellos para visitar por libre aquellas callejuelas, que era en lo que estaba interesado.  Nadie entendia no le interesara visitar ni la catedral, ni la Casa del Greco, ni la Iglesia de Santo Tomé, en fin todas las reliquias existentes. Preguntó por la sinagoga y a continuación le dijo a Macarena que se encontraría con ellos a las siete de la tarde en el lugar donde estaba aparcado el microbús.

— Llévese mi número de móvil por si se pierde- dijo Macarena
- De acuerdo, gracias- dijo Aaron que a paso veloz emprendió su particular periplo.

Llevaba en la mano lo que parecía un plano de la ciudad y una agenda que había sacado de su mochila.  Se alejó mientras Macarena le observaba curiosa

- ¡ Qué extraño muchacho ! ¿ Qué buscará con tanto ahínco ?

En una de las callejuelas se detuvo frente a una fachada perfectamente conservada, pero que denotaba los años que tenía.  Se paró frente a ella y por primera vez sintió un nudo en su garganta que le impedia respirar. Había llegado, estaba frente al hogar de sus antepasados, estaba en casa.




Tardó un buen rato en reaccionar. Estaba totalmente abstraído ante la contemplación de aquellas antiguas piedras que tanto significaban para él y su familia.  Imaginaba que por aquel empedrado pavimento,  sus antepasados habían jugado como cualquier otros chiquillos.  Las mujeres de su familia habrían paseado por aquél lugar, siempre tan recordado.  De su mochila extrajo una caja de la que sacó una llave oxidada, grande,  y con avidez buscó la puerta en la que encajara aquella reliquia.  La encontró fácilmente dado que la calle era corta, pero a pesar de que la cerradura existía, como es natural,  ya no estaba en uso.  De repente se abrió la puerta dando paso a una jovencita que chocaba grandemente con el panorama que él tenía en su cabeza.  Vestía pantalones vaqueros y una camiseta de pequeños tirantes.  Sus cabellos eran cortos, pero a todas luces se notaba que era española. 

Amablemente la preguntó a quién podía dirigirse para averiguar algo sobre unas personas.  La joven no sabía indicarle y le dijo se dirigiera al ayuntamiento o a la iglesia cercana por si en sus archivos pudieran decirle algo.

Se encaminó al ayuntamiento, ya que al ser judíos  no creía que en la iglesia encontrara nada.  Quizás en los archivos de la ciudad también pudiera averiguar algún dato que le sirviera, por pequeño que éste fuera, y hacia allí se encaminó.  Durante todo el día estuvo indagando, tomando notas de todos los datos que conseguía, y por último en vista de que era complicada la gestión, tomó su teléfono marcando el número de Macarena

- Si  Aaron, dígame. ¿ Necesita que vayamos a buscarle ?
- No, gracias. He decidido no continuar el viaje .  Me quedaré en Toledo; tengo que hacer unos trámites y me van a llevar varios días, de modo de me despido de todos ustedes y les deseo que el viaje continúe tan feliz como lo ha sido hasta aquí.  Le agradezco todo lo que ha hecho para que estuviese a gusto , pero mi intención era recalar en Toledo, y ya estoy aquí...,  y muy contento.
- Bueno, pues le deseo que todo le vaya muy bien. ¿ Puedo preguntarle algo?
- Claro, dígame
- ¿ Por qué no vino directamente a Toledo ? podía haberlo hecho.  Pero bueno son cosas suyas. Que todo le vaya bien y resuelva pronto todo lo que haya venido a hacer
- Adiós Macarena, he tenido mucho gusto en conocerla
- Lo mismo digo Aaron. Adiós

Macarena transmitió los saludos al resto del grupo y de nuevo emprendieron sus visitas.

Los trámites debido a su antigüedad, resultaron complicados. En la época en la que vivieron sus antepasados, muchos se convirtieron por temor y otros emigraron.  En la sinagoga tratarían de averiguar algo en los archivos, aunque desconfiaban de poderlo lograr.  En el ayuntamiento también consultarían los más antiguos archivos, pero ello les llevaría varios días, si es que encontraban lo que Aaron buscaba.

- Creo que en la antigüedad los apellidos los daban según el oficio a que se dedicaran- dijo Aaron a la muchacha del ayuntamiento que le tomaba los datos a consultar en los archivos
- Es un buen comienzo. ¿ Sabe aproximadamente la época en la que vivieron ?
- Exacto  lo ignoro, pero seguro que fue por 1492 a 1500. Mis parientes salieron de aquí al ser expulsados.  Mi familiar era joyero, por eso se llamaba Amzalag, si es que eso le sirve de algo. O quizás por el apellido de mi madre: Stern . . .
- Algo, es algo - respondió amablemente la señorita de los archivos- Al menos podremos empezar por ahí.  Pero señor me va a llevar varios días, lo siento, pero son de hace muchísimo tiempo
- Lo comprendo, no se preocupe. Tómese el tiempo que sea necesario, no tengo prisa.  ¿Me puede dar una fecha aproximada para volver?
- Deme una semana. De hoy en ocho días vuelva a ver si tengo novedades. Si no estuviera a quién le atienda, dé mi nombre: Mercedes.  Me buscará y ya le diré lo que sea, y ojalá lo consigamos.
- Muchas gracias por todo. Es usted muy amable.

La opinión que tenía de los españoles, había cambiado radicalmente desde que estaba en Toledo- En realidad son gentes amables- pensó.  En la ciudad se sentía a gusto, no extrañaba nada, estaba en casa. Se lo repetía una y otra vez  En la oficina de turismo se informó para buscar alojamiento y una vez instalado, decidió llamar a su familia para informarles de todas las gestiones

- Hijo mio - le repetía su madre - es muy difícil ¡ Han pasado tantas cosas, y tantos años !
- Bueno mamá voy a intentarlo, y si no lo consigo tomaré el plan B
- ¿ Y cuál es el plan B ?
- Comprar un apartamento , así de fácil.  Pero se lo prometí al abuelo y lo cumpliré
- Aaron, estás loco... Bueno y dime qué tal te va el viaje ¿ Has hecho amigos ?
- En realidad no.  Todos eran mayores que yo; la única la guía, y no me era muy simpática
- Ya es difícil.  Tienen  fama de ser simpáticos
- Y lo son. Quizás fuese yo el que no encajaba. Estaba impaciente por llegar...
- Y ¿ por qué no te fuiste directamente?
- Es curioso, eso mismo me dijo ella
- ¿ Quién es ella?
- Macarena, la guía
- ¡Y eso que no te caía bien !
- Ya te he dicho que igual era yo. Bueno mamá, te dejo. Estoy molido de caminar por estas calles. No te imaginas cómo es el pavimento
- Lo sé hijo, lo sé.  Recuerda que mis antepasados vivieron allí y me sé de memoria cómo es esa ciudad.  Duerme bien, cariño. Cuando venga tu padre le diré que has llamado. Que Dios te bendiga hijo
- Shalom, mamá
- Shalom hijo











Todo estaba resultando muy difícil; ningún dato aparecía por ningún lado. La señorita que le atendió en el archivo le dijo

-Señor, muchos de ellos ante el temor de ser denunciados, destruyeron la documentación que les acreditaba como judíos.  Pudiera darse el caso de que sus antepasados hicieran eso
- No ellos, emigraron a Marruecos y a Polonia. Reconozco que es difícil. ¿ Sabe dónde podría mirar más?
- ¿ Por qué no lo intenta en la Biblioteca Nacional, en Madrid? Allí acuden muchos eruditos para documentarse.  Quizás sea más fácil
- Muchas gracias, Mercedes. Se lo agradezco y perdone las molestias
- No, por favor. Lo que siento es no haberle podido conseguir nada

Descorazonado, Aaron decidió viajar hasta Madrid y seguir las instrucciones de la archivera.  Se hospedó en un hotel cercano a la Biblioteca.  Iniciaría las gestiones al día siguiente.  Se había desmoralizado al no poder solucionar nada, pero estaba decidido a seguir adelante.  Reconocía que la tarea era difícil, quizás su entusiasmo le había hecho concebir esperanzas de poder localizar a la familia de sus padres.  Si finalmente no lo conseguía, había decidido comprar un apartamento en algún barrio de la capital en donde en épocas remotas hubieran vivido los judíos.

Una vez se hubo instalado en el  hotel, bajó hasta Castellana para dar una vuelta.  Hacía calor, pero la temperatura al atardecer, se había suavizado y era agradable sentarse en una terraza con una cerveza fresca y disfrutar del ambiente que se respiraba en la calle.

De repente se acordó de Macarena ¿ por dónde andarían ?  Les suponía ya en Santiago y sin darse cuenta sonrió acordándose de Nélida, la parlanchina que siempre trataba de arrancarle una conversación que nunca consiguió.  La pareja japonesa sólo sonreía, a pesar de que se esforzaban por hablar algo en castellano, y Macarena siempre agradable esforzándose en que se divirtiera.  Quizás si él no hubiera estado tan obsesionado por Toledo, hubiera disfrutado más del viaje.

Al día siguiente, hacia las 11 de la mañana dirigió sus pasos hacia la Biblioteca y allí realizó las gestiones para hacerse con un carnet y poder consultar los libros que quisiera.  Era inmensa y pensó que si no encontraba algo allí, no lo hallaría nunca.  Pidió orientación a la bibliotecaria y ella misma le acompañó hasta el lugar donde podría encontrar referencia a lo que buscaba.




Al cabo de tres días de consultas intensivas, logró localizar algo referente al oficio de sus antepasados, pero nada que pudiera servirle.  Pensó que quizás el apellido no fuera el mismo. De lo que si estaba seguro es de que no encontraría ningún rastro de ellos y lo sintió por su abuelo Benjamin. No podía cumplir su promesa, pero algo le rondaba por la cabeza.  Cuando a la noche llamó a su familia les detalló su plan

En esta ocasión, fue su hermana quién atendió el teléfono.  Sarah era en edad menor que su hermano, extrovertida y con la mente más actual que Aaron

- ¿ Qué tal hermanito, conseguiste algo?





- No Sarah. Encontré un rastro del apellido de papá, pero nada de nuestros antepasados.
- Bueno, has hecho lo que has podido
-Anda, pásame con papá o mamá
- Aaron ¿ cómo estás?
- ¡ Hola mamá !  Estoy bien. Quisiera hablar con papá
- Ahora se pone.  Besos hijo, cuídate
- Besos madre
-¿Aaron?
- Hola padre ¿ cómo estás? el otro día no pude hablar contigo
- Ya, ya lo sé. Madre me lo dijo.  ¿ Por qué no lo dejas? es muy difícil, casi imposible. Si hubieran sido personas relevantes, quizás figurasen en algún sitio . Tampoco sabemos lo que fue de ellos. Sólo que llevamos viviendo en Marruecos desde hace siglos. Confórmate con eso
- Pero yo le prometí al abuelo que recuperaría la propiedad y es imposible
- Normal... sólo tu mente imaginativa lo concibió. ¿ Para qué quieres tener una propiedad si ni siquiera vives allí?  Seguro que Benjamín lo comprendería. Anda y regresa a casa.  Las vacaciones se acaban y a penas te hemos visto
- Está bien. Dame un par de días más y regreso a casa. Cuídate padre
-Tú también hijo. Cuídate.






Estaba disgustado por no poder cumplir lo prometido en el lecho de muerte de su abuelo. Aunque no utilizase la vivienda, sería como recuperar lo pasado.  Lo pensaría...

Volvió a la Biblioteca en un último esfuerzo, pero tampoco consiguió nada.  Decidió abandonar.  Salió del edificio y con una última mirada contemplo la magnificencia del edificio y emprendió un paseo Castellana abajo.

Sin darse cuenta, inmerso en sus pensamientos se encontró frente al museo del Prado y buscó entre los grupos de turistas alguno que llevase el emblema de la agencia de Macarena.  No había ninguno, pero si recordaba el nombre y pensó

- Entre ellos se conocen todos. Voy a  averiguar

Preguntó a uno de los guías por la dirección de la agencia, que como había pensado sabía de quién se trataba.  La agencia no estaba lejos de allí. Las oficinas estaban en los bajos del Hotel Palace y hasta allí se encaminó, con la esperanza de poder contactar con Macarena

- Lo siento señor, pero Macarena está de vacaciones durante todo el mes de Julio, pero podemos facilitarle a otro guía igualmente agradable
- Gracias, ya lo comprendo, pero tenía interés en despedirme de ella antes de partir. Es simpática y la recomendaré a mis amistades para cuando vengan de visita a España
- Muchas gracias señor. Nos alegramos que haya quedado satisfecho.

Estaba seguro que aquél no era su día. No volvería a ver nunca a Macarena. Le hubiera gustado pasar un rato con la muchacha sin la rigidez del cumplimiento de su misión. Ya no era un cliente, sino un amigo que deseaba cenar con ella.

Tomó un taxi y le indicó le llevara a Lavapiés y a la Cava Alta y Baja. Según Macarena esos barrios habían sido la judería de Madrid.  Echaría un vistazo como despedida antes de regresar a casa.

Lavapiés se había convertido en un barrio multicultural, lleno de vida. Marroquíes, senegaleses, chinos, hispanos, hindúes... Casi todas las razas del mundo convivían en perfecta armonía y libertad.  Se conservaban las casas que sus antepasados disfrutaron: las corralas, aunque con la misma estructura, como es lógico no eran los mismos edificios

- Así que aquí vivieron, también-comentaba para sus adentros




La emoción y la ternura le invadieron de nuevo; ´sentía lo mismo que cuando llegó a Toledo, se sentía unido a aquellas viejas casas.  Paseaba emocionado por las callejas del viejo Madrid.

- Nunca me lo hubiera imaginado, después de conocer la Castellana

Pero Madrid, es una ciudad de 2.000 años, y por consiguiente tiene mucha historia a sus espaldas.

 Quiso conocer la otra parte de la judería : las Cavas, la Alta y la Baja, y hasta allí se encaminó preguntando por ellas a los transeúntes que amablemente le indicaban, y hasta alguno le acompañó hasta ellas pues no distaban mucho de donde se encontraba.
Se enamoró inmediatamente de  ellas y sentado a la puerta de uno de los mesones, contemplaba el ir y venir de toda la gente que alegre transitaba por las calles.  Era un barrio modesto, de obreros,  pero de gentes honradas y trabajadoras, sin distingos de razas ni colores.  También algunos artistas y artesanos, habían instalado sus talleres en los bajos de cualquier local de Lavapiés, y las Cavas se caracterizaban por los mesones y posadas que desde tiempo inmemorial, eran transmitidos de padres a hijos.






Una idea comenzó a calar en su pensamiento.  Allí se podía vivir feliz, entre iguales, sin problemas de razas,  nadie preguntaba a nadie de dónde era ni de dónde venía,  ni de qué religión, ni creencia era.  Se limitaban a vivir y dejar vivir.  Todos en perfecta armonía.    Decidió prolongar su estancia unos días más, pero cambiaría su hotel por otro de este barrio.  De repente se encontró alegre y miraba todo con expectación.

Los antepasados de Aaron por parte de madre, al ser expulsados de España, se refugiaron en el Norte de Marruecos, como ya explicamos " para estar más cerca de Sefarad", aunque nunca volvieron a ella.  Los antepasados por parte de padre, después de muchos avatares recalaron en Polonia, pero ellos, al menos de paso, volvieron a España por mediación de un diplomático español que les protegió del holocausto, por conservar aún su cédula sefardita.  Por un "extraño" decreto de Franco, todos los judíos sefarditas, se consideraron súbditos españoles, por tanto no podían ser deportados y,  por ese motivo retornaron a España, aunque desconfiados por la amistad con el régimen nazi, decidieron cruzar el estrecho y residir en Larache.  Luego las circunstancias unieron a las familias  Amzalag y Stern, contrayendo matrimonio dos de sus componentes, y de ellos nacieron Sarah y Aaron.  En realidad ahora es cuando comienza nuestro relato.




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