viernes, 31 de marzo de 2017

Los hijos O'Connor - Capítulo 3 - Los orígenes

Vicky llegó a Madrid en los primeros días de Junio. Disfrutaba de todo un mes de vacaciones en su trabajo para averiguar la historia de sus abuelos. Según lo indicado por su padre, fué breve.  Murieron en accidente muy jóvenes dejando huérfana a una pequeña niña de nueve años. Decidió empezar la historia por el principio y después de instalarse en un hotel, mapa en mano,  se dirigió a la Ciudad Universitaria.  Allí empezó todo, allí se conocieron y allí comenzaron su bella historia de amor, lealtad y amistad.  La cafetería de la Facultad estaba repleta de jóvenes estudiantes ya que era la hora del almuerzo.  Estaban de exámenes finales, próximas a terminar las clases del curso.  Entró en la de Medicina y tomando una bandeja se puso en la fila para servirse la comida.  Delante de ella había un joven, como tantos otros, pero sin querer clavó en su espalda la bandeja que portaba. El estudiante se volvió para ver quién le propinaba ese golpe, y entonces Vicky vió los ojos más impresionantes que nunca antes había visto.Era un chico moreno, de atractivo normal, pero con unos ojos profundos, expresivos, llenos de luz.  El  al comprobar que era una chica, dulcificó el signo de enfado que había sentido con el empujón





- Perdón, perdón. Ha sido sin querer. Lo siento mucho, es que se me caia la bandeja. ¿ Le he hecho daño?

- Noo, tranquila, no pasa nada. Estoy bien, gracias  Eres extranjera ¿ no ?
- Si. . . bueno a medias. La mitad de mi española, la otra irlandesa
- ¡ Irlanda, es un pais precioso !
- ¿ Lo conoces ?
- Muy de pasada. Visité Dublín en un viaje de fin de curso. Me gustó mucho, si señor, es precioso
- ¡ Oh, vaya !  Yo vivo en Dublín y me gusta que hables bien de mi pais
- ¿ Y por qué no iba hacerlo? Los irlandeses son muy simpáticos y lo pasé fenomenalmente bien.

Ambos jóvenes rieron.  El chico aguardó a que ella eligiera el menú e indicó a Vicky


- Ven iremos a aquella mesa que está libre

- De acuerdo
-Me presentaré. Soy Luis Saldaña y estoy estudiando Medicina
- Yo Soy Victoria O´Connor y trabajo en una emisora de televisión pequeña. Estudié Filosofía y he venido a España en busca de mis raices españolas. Pienso escribir un libro sobre ellas

Vicky se asombraba de las explicaciones que estaba dando sobre la vida de su familia a un joven desconocido que terminaba de conocer, pero el rostro afable del muchacho y su amplia sonrisa, invitaba a la conversación





- ¿ En qué curso de carrera estás?, preguntó Vicky

- Estoy en cuarto. Aún me queda mucho, porque después viene el MIR y la especialidad. Eso suponiendo que no tenga que repetir algún curso, como me ocurrió al principio   No sé si podré terminarla. . .
- ¿ Por qué, no te gusta ?
- ¡ Desde luego que me gusta, es mi pasión !, pero es muy costoso y mi familia no es rica. . .
- Debes hacer todo lo posible por acabar
- ¿ Crees que no lo hago ? Cuando termino las clases, trabajo en la cafetería de Ciencias de la Información y los fines de semana sirvo copas en una discoteca. Y a todo esto tengo que sacar tiempo para estudiar, acudir a las prácticas, en fin todo eso que conlleva el trabajar y estudiar. Duro poco en los empleos porque a menudo cambio de horario: las clases y las prácticas me impiden a veces ser puntual.
- Pues sí que lo tienes complicado . . . Lo siento
- ¿ Y tú ?- dijo el chico
- Mi familia está bastante bien situada y no tuve problemas en estudiar lo que yo quise.

Omitió la verdadera situación económica de su familia. Ocultó que su padre y su tío eran los propietarios de un emporio que su bisabuelo había logrado. No quiso que se sintiera mal, por eso no le contó la verdad.


- Oye estoy muy a gusto contigo, pero tengo que irme. Dentro de cinco minutos empieza mi clase. Ya nos veremos otro día si vienes por aquí

- De acuerdo; no será fácil, pero si lo hago te buscaré. Chao Luis, he tenido mucho gusto en conocerte
- Adiós Vicky, que encuentres lo que buscas. Que te vaya bien. Me voy adiós

Corriendo a grandes  zancadas Luis se perdió y ella se quedó mirando en dirección a la salida por donde el muchacho se había ido.  Se quedó pensativa sonriendo, al tiempo que pensaba


- ¡ Cómo es esta gente ! enseguida entablan una conversación, aunque no te hayan visto nunca !


Ni siquiera se paraba a pensar que ella misma, en su mitad, pertenecía a "aquella gente".  En realidad se sentía irlandesa nada más, pero comenzaba a gustarle la familiaridad  de los españoles.  Depositó la bandeja en el contenedor y salió de la cafetería no sin antes dar una vuelta  por la plaza ajardinada situada a la entrada de la Facultad. 





Era un lugar apacible. El ir y venir de los estudiantes a las facultades de Medicina  y Farmacia,  daban una especial vida de juventud, de risas juveniles. En las escaleras de las facultades había grupitos de estudiantes que consultaban apuntes, nerviosos ante los exámeness que dentro del edificio les aguardaban. De regreso al hotel decidió llamar a casa y planificar los siguientes pasos a seguir.  Brendan aún no había llegado de la oficina, y fué su madre la que atendió la llamada. Vicky estaba contenta, no sabía muy bien porqué; quizás se debía a la buena impresión recibida por Luis.

- Tenéis un carácter muy familiar. -. .  dijo a su madre que reía al escucharla

-¿ Estás contenta?
- Si, mamá. Lo estoy. Quiero visitar el domicilio en donde vivíais, así que dime la calle.
- Oye, se me ocurre una idea. ¿ Por qué no te hospedas en nuestra casa?  Hace más de un año que está deshabitada, hace tiempo que no vamos por allí. Estarías más cómoda
- Posiblemente lo haga, tienes razón.  Pero no  he traído las llaves
- Pídeselas al portero que tiene un duplicado. Haremos una cosa: le llamaré cuando colguemos y le diré que vas a ir. Si quieres hacerlo identificate y no tendrás problemas.  Como contraseña dí mi nombre que es el que papá siempre da.
- Mamá, has tenido una magnífica idea. Lo haré. Ahora dime la dirección
- Toma nota: Paseo del Cisne nº 24 piso 4º  derecha. Espero te guste la estancia en mi píis. Te quiero hija, pásalo bien, y llámanos de vez en cuando.
- Así lo haré. Da besos a papá y a Philip
- A mi ¿ no me mandas un beso?
- Si, si, claro, desde luego. . . Bueno adiós. llamaré pronto



Era la primera vez en mucho tiempo que madre e hija habían sostenido una conversación cuya duración era más de quince minutos.  Iris estaba contenta, a pesar de haber tenido que arrancar a su hija " un beso"..  La idea de su madre era buena ¿ cómo no se le había ocurrido antes? Estaría mejor en el piso que en el hotel. Tendría más comodidades y además era una pieza clave para su investigación. En él habían vivido el padrino Philip, su madre y ella misma. Había considerado a Philip como su abuelo


- "¡ Claro, soy española, he nacido aquí ! "   Con asombro de repente se dio cuenta de que su nacimiento no había ocurrido en Irlanda, sino en España. Pero no recordaba mucho de su niñez, sólo el día del entierro de Philip. Era un recuerdo muy patente en su memoria, porque además tenía en la memoria el rostro de su padre. Hasta entonces no recordaba haberlo visto antes. Salió mediada la tarde y tomando un taxi, le dió la dirección del piso de su familia. No estaba muy lejos del hotel. 


 Llegó frente al edificio y entonces sí acudió a su memoria, muy debilmente, el recuerdo de aquella casa.  Siguió las instrucciones que le había dado Iris y frente al conserje se identificó.  El hombre la acompañó hasta el piso y la introdujo en él; todo estaba cuidado y en perfecto orden.  El hombre explicó que su propia mujer era la encargada de cuidarlo, ya que por ello recibía un sueldo mensual que sus padres transferían al banco en donde tenían la cuenta.  Se despidió de ella ofreciéndose para cualquier cosa que necesitara. Vicky de pie en el vestíbulo, recreaba su vista por las paredes de aquella casa que tanta historia guardaba en su interior.  Recorrió las estancias fijándose en todos los detalles. Desde que salieran para vivir en Dublín no había vuelto por allí; sus padres venían de vez en cuando, pero ella no volvió.

Apoyando la mano en el picaporte de la puerta, abrió la habitación que fuera del abuelo Philip. Todo se mantenía igual que él lo dejara: los retratos, el libro que leyera,.... Todo limpio y cuidado. Por expreso deseo de Iris, esa habitación ni se ocupaba ni se modificaba. Deseaba mantener intacto el recuerdo de quién la habitó.





Fijó su mirada en un marco que portaba dos fotografías. El rostro de esas personas la resultó desconocidas, pero en una de ellas fijó más su mirada

- ¡ Es igual a mamá !- exclamó.  Tenía entre sus manos la fotografía de sus abuelos : Julio y Estela.

- ¡ Dios mio, qué guapos eran ! Pobrecillos tan jóvenes, con una hijita tan pequeña. . . ¡ Esa niña es mamá !

Hasta ahora no se había dado cuenta de que tenía entre sus manos a los protagonistas de una parte de su propia historia. El comienzo de la historia, del gran amor que Estela había  despertado en Philip y Sean, habiendo sido el ganador su abuelo Julio.


- No me extraña que mi abuela se volviera loca por él, era guapísimo. - . ., dijo fijándose en Julio


Volvió al hotel y avisó que marcharía a la mañana siguiente. Se sentía nerviosa, deseando iniciar la búsqueda. Recogió sus enseres y la ropa. Estaba impaciente por comenzar la investigación.  Su madre no supo indicarle el domicilio que tenía con sus padres mientras vivieron. Sólo recordaba el domicilio del padrino Philip, como ella le llamó.  Dió la dirección al taxi del cementerio de La Almudena.  Allí facilitó los nombres de sus abuelos y la indicaron el lugar en donde fueron sepultados.  Estaban cerca de la entrada principal,




 En una lápida de granito se podían leer los nombres de Estela y Julio. Habían muchos años y las letras en bronce estaban oscurecidas por el paso del tiempo. Se fijó en la fecha de sus nacimientos. Apenas pasaban de los treinta años.  Sintió una punzada en el corazón evocando la tremenda tragedia que vivió la pequeña habiendo perdido a los dos a un mismo tiempo.  Pensó que gracias al abuelo Philip, la niña no terminó en algún colegio, al no tener familiares que se pudieran hacer cargo de ella.  Philip le dedicó su vida y la crió con el mayor amor del mundo. Para él fue su hija y Vicky su nieta.  En su interior comenzó  a desarrollar una duda

- Y entonces ¿el abuelo Sean.? . . Le recuerdo de una forma muy lejana. . . no le traté  hasta que fuí mayor ¿ por qué ?  siempre me dijeron que era el tío Sean, pero en realidad era mi abuelo.  Hay algo que se me escapa y que tendré que aclarar cuando regrese.  Abuelos volveré otro día y os traeré unas flores.   Fue su despedida como si pudieran oirla.  Lentamente abandonó el cementerio, con la sensación de melancolía en su corazón.  No le gustaban los cementerios, pero aquel, además de cobijar los restos de su familia, era especialmente bonito. Tenía tumbas que eran verdaderas obras de arte.  Era diferente a los irlandeses, las cruces eran distintas, a pesar de ser ambos católicos. En el irlandés además de la cruz tenía reminiscencias celtas. En éste las esculturas de ángeles , de la Vírgen y de Jesús, eran sus emblemas.  Dio un último vistazo a la tumba de sus abuelos y emprendió el regreso.


AUTORA :  @1996rosafermu
DERECHOS DE AUTOR RESERVADOS

Nadie hablará de mí cuando ya no esté - Capítulo 13 - Un viaje inesperado

Como tenían programado, Adela recibió a Stella, su antigua compañera en el hotel de Inverness.  Ambas amigas se abrazaron con alegría, y miles de preguntas brotaban de los labios de una y otra. Salieron del aeropuerto.  Volverían a él, dos días después para comenzar sus vacaciones en la playa.  Por expreso deseo de Stella, había escogido las Islas Canarias, deseosa sin duda, de sol y buena temperatura.

Anderson había realizado dos viajes más desarrollando su trabajo, desde que estuviera en Madrid por última vez, Se haría cargo de la empresa familiar.  Lo intentaría por una temporada, y siempre tendría tiempo para volver a su antigua vida, si el convertirse en hombre de negocios no le satisfacía.

Tendidas  en la tumbona en la playa, en Tenerife, ambas amigas charlaban de todo lo vivido desde que se separaran. Stella relataba el cambio que había experimentado el hotel




 —Desde que Anderson se ha hecho cargo, ha innovado infinidad de cosas.  De momento piensa en hacer reformas durante el invierno, modernizarlo,  y ha comprado otra casa que acondicionará, bueno de hecho ya lo están haciendo.  Tiene ideas más modernas que las de su padre, el viejo señor McLaughlin.  Trabaja como un desesperado. Yo creo que echa de menos la actividad del trabajo anterior, y de ahí ese frenético no parar
— ¿ Tiene novia ?— dijo Adela
— No, que yo sepa. Pero algo debe tener en mente. Antes era un poco juerguista, pero ahora sólo le interesa el trabajo. Está algo taciturno. Era un chico muy alegre que siempre te gastaba bromas.  Ahora está más serio.  Bueno ahora te toca a tí ¿ Que has hecho en todo este tiempo?

—Nada. Nada en absoluto, lo que me ha proporcionado grandes broncas con mis padres, empeñados en que vuelva a la universidad
— ¿ Por qué no lo haces?
— No tengo ganas de ponerme a estudiar.  Anderson me propuso volver y trabajar para él en el hotel.
— ¡ Oh Adela ! Eso sería estupendo.  Pero...
— ¿ Pero ?...
—Si. A mi no me engañas. Se que existe un pero. ¿ No te cae bien Anderson ?
— No, por Dios. Es buen amigo mío
  ¿ Y ?...  Vamos,  dime de una vez  lo que te ocurre. Porque te ocurre algo
— Verás. Estuve, durante un tiempo, enamorada de un chico. El se casó y ni siquiera supo lo que yo sentía por él.  Por eso, principalmente, regresé a mi país.  Me da miedo volver a enfrentarme con esos fantasmas.  Me ha costado mucho encontrar la tranquilidad que ahora tengo
— No me habías dicho nada. Ni siquiera sospeché lo que te ocurría. ¿ Le conozco yo ? ¿ No será el chófer ?



— No, claro que no. Aunque él me insinuó algo, pero es muy mayor para mi. Y si,  le conoces
— ¿ No vas a decirme su nombre?
— Sólo si me prometes que serás una tumba.  No lo sabe nadie, ni siquiera mi madre conoce  el problema.  Ella cree que soy una joven aburrida.  Ignora el verdadero motivo de mi regreso
— Te lo prometo. No comentaré nada a nadie...  Nunca
— Se trata de Aleck
— ¿ Aleck ? ¿ Nuestro Aleck ?
-—Si, nuestro Aleck, como tu dices
— Lo siento Adela ¿ te encuentras bien ?
—No sé qué decirte. De ahí mi inseguridad en volver a Escocia.  No es que yo le vaya a seducir, por decirlo de alguna manera.  Estoy segura que sólo tiene ojos para su mujer, pero me da miedo volver a sufrir.  Aunque ahora, al ser alcalde, apenas le vería, pero...  No sé qué hacer.  Por un lado me apetece trabajar de nuevo allí,  y por otro...
— ¡ Oh, querida !  No tenía idea. Francamente, ya no se qué decirte.  Bien te podías haber enamorado de Anderson. Es un hombre estupendo, atractivo y divertido. No hubieras tenido más problemas que su trabajo, y fíjate lo ha dejado.. Haríais una buena pareja

Ambas rieron por la ocurrencia de Stella, y corriendo se dirigieron a la orilla a sumergirse en las aguas atlánticas.

— ¡ Qué poco dura lo bueno !

Se lamentaba Stella cuando ambas amigas se despedían en Barajas. Las vacaciones habían concluido y la muchacha debía regresar a Escocia

— Han sido las vacaciones más extraordinarias que he disfrutado nunca— decía mientras abrazaba a Adela 

—  Te espero en Inverness. Quiero que vayas a visitarme. Tu ahora estás libre y puedes ir en cualquier momento.  Prométemelo
— Te lo prometo.  Te doy mi palabra que iré. Cuídate mucho y da saludos a todo el mundo
—Adiós amiga. Cuídate tu también

Adela la vio perderse por el pasillo que la conduciría directamente al avión.  Le había gustado pasar esos días con ella, en la tranquilidad de la playa, sin prisas y descargando de una vez su conciencia. Sabía que la guardaría el secreto.  Cuando el avión despegó, ella emprendió el regreso a Madrid.  Tomó un taxi en la terminal y en veinte minutos estaba de regreso en casa

— Ya estoy aquí— fue el anuncio que hizo a sus padres, como cada vez que salía y regresaba a casa
— Hola hija— la saludó la madre—  Te han llamado por teléfono, pero no he entendido muy bien quién era. Hablaba raro
—¿ Hablaba raro? ¿ A qué te refieres ?
— Decía algo en castellano y algo en inglés
— ¿ Era hombre o mujer ?
— No. Tenía voz de  hombre. Sólo le he entendido un nombre An... no sé qué
— Mamá eres única para coger recados... ¿ Sería Anderson ?
—Si, creo que si. Hija no tengo culpa de que él no hablara mi idioma.  Se supone que llamaba a España
— ¡ Ay mamá ! Tu y tus reflexiones. No te preocupes, se de quién se trata. Es el hermano del jefe que tenía en Escocia.  Ya le llamaré más tarde

Después de un rato de charla ante un café, relatando a sus padres cómo había sido la partida de Stella, decidió ir a su cuarto para llamar a Anderson.  Consultó su reloj y vió que aún era temprano.  Posiblemente estaría trabajando. Sacó del bolso su móvil y buscó en su directorio el número de él

— Anderson.

 Una voz seca la respondió al otro lado de la línea

— ¡ Hola Anderson ! Soy Adela
-—¡ Adela ! Qué placer hablar contigo.  Te llamé a mediodía, pero no estabas. Imagino que sería tu madre quién me tomó el recado.

— Si fue ella. Había ido a Barajas a despedir a Stella que hoy ha regresado. ¿ Qué me cuentas, qué tal tu madre?
— Sólo quería saber de ti. Hace tiempo que no hablamos. Mi madre sigue igual, por no decir que ha empeorado
—Pero... ¿ qué la ocurre ?
—Le han hecho infinidad de pruebas y todas indican que es ELA, con lo cual te puedes imaginar el panorama tan desolador que tenemos por delante
— ¿No se puede hacer nada?
— Por desgracia, hoy por hoy, es irreversible.  Lo único que pedimos es que la pongan un tratamiento para que tenga la mejor calidad de vida.
— Lo siento, muchísimo. ¿ Tu padre está bien ?
— Si, pero muy deprimido. No se separa de mi madre ni un minuto. Aleck y Maureen vienen con frecuencia, en fin... Pero hablemos de ti ¿ Estás haciendo algo ?
—¡ Acabo de llegar de vacaciones ! No, sigo igual. Aunque creo que voy a empezar empresariales este otoño
— ¿ Sigues sin querer venir?
— De momento no, Anderson. Stella me ha dicho que estás enfrascado en un gran negocio
— Si, así es. En menudo lío me he metido. Si estuvieras aquí, se que me echarías una mano
— No seas ridículo ¿ A qué te iba a echar una mano?  No entiendo nada de reformas ni de negocios
— Serías mi secretaria.  Te encargarías de llamar a los proveedores, a los contratistas... En fin llevarías mi agenda de trabajo
— Por Dios, Anderson...  no tengo ni idea.  Le prometí a Stella que iré a verla, y seguramente lo haga antes, si es que me decido, de comenzar los estudios.  ¿ Te molestaría si te llamara de vez en cuando para saber sobre el estado de tu madre?
— ¿ Molestarme ? ¿ Cómo puedes decir eso ? Me encanta hablar contigo, ya lo sabes.  Te tengo mucho aprecio, más que aprecio... diría yo.
—Se que no debo meterme.  No me respondas si no quieres ¿ Sara ?
— No, nada de Sara.  Hablamos de vez en cuando, pero cada vez lo espaciamos más. Ella sabe que no hay nada que hacer con lo que ella desea. Mantenemos una fría y lejana amistad
— ¡ Vaya ! lo siento
— ¿ Por qué lo sientes?  Yo no
— Bueno...  Es lo que se suele decir ¿ no ?
— Seguramente, pero no lo lamentes.
— Bueno. Voy a cortar. Seguro que he interrumpido tu trabajo
— No.  Iba a dejarlo ya.  Estoy cansado y deseando llegar a casa.  De verdad, insisto ¿ por qué no vienes?
— De momento no, pero no lo desecho de la cabeza.  Un abrazo muy fuerte.  Te llamo dentro de unos días
—Adiós linda. Cuídate
— ¡ Oye, eso me ha gustado !
— Es que lo eres, te lo he dicho muchas veces. Adiós. Espero tu llamada



Sonriendo, Adela cortó la comunicación y se quedó pensativa repasando las palabras que él la dijera. Quizá debería enfrentarse a sus propios demonios y dejar zanjado, para siempre, ese capítulo doloroso de su joven vida.  ¿ Debería seguir el consejo de Stella ?  No terminaba de encontrar su lugar en el mundo ¿ Aquí ó allí?  Lo que tenía muy claro, es que debía resolverlo cuanto antes, antes de convertirse en una vieja prematura y amargada.  Dejaría pasar un tiempo, y entonces resolvería..
No se había fijado un plazo determinado para ello. Sentía miedo a decidirse a dar ese paso, pero los acontecimientos se precipìtaron y decidieron por ella

— ¿ Adela, por favor?

 Una voz algo rota, con acento extranjero, la llamaba, y a ello respondía su madre

— No está en este momento ¿ Quién la llama?
— Dígale, por favor, que se comunique con Anderson
— ¡ Ah, Anderson !.  Su amigo escocés
— Si señora, el mismo
— ¿ Ocurre algo ? —le preguntó Eugenia, intrigada por el tono extraño de su voz
—Si, señora... Dígala que mi madre ha fallecido
— ¡ Dios santo, cuánto lo siento !— exclamó Eugenia, sin saber qué más decir-—En cuanto llegue se lo digo. No creo que tarde mucho.  Ha ido a comprar algunas cosas. ¿ Tiene tú número?
— Si, si. Dígaselo por favor
— Descuida en cuanto llegue la diré que te llame

A penas media hora después, Adela entraba en su casa cargada con un par de bolsas del supermercado. Su madre algo alterada salió a su encuentro

— Hija, estaba deseando que llegaras.  Te ha llamado Anderson y quiere que te pongas en contacto con él a la mayor brevedad
— ¿ Ocurre algo?— preguntó extrañada por el timbre de voz, algo angustiado de su madre
— Si. Ha fallecido su madre
— ¡Por Dios! Aunque era algo esperado, pero... Voy a llamarle ahora mismo

Soltó las bolsas, e inmediatamente buscó en su teléfono el número directo de Anderson.  A la tercera llamada fue respondida por él mismo

— Adela... 

 No pudo continuar.  La angustia le impedía pronunciar palabra

—Anderson... no tengo palabras para decir lo que siento. ¿ Quieres que vaya ?
— Si por favor.  Te necesito cerca. Estoy desgarrado, ha sido terrible
— Cuando cuelgue llamaré a la agencia y con un poco de suerte hoy mismo me pongo en camino.  Llegaré lo antes posible. Pero dime ¿ cómo está tu padre?
— Mal.  Te lo puedes imaginar. Estábamos todos cuando ocurrió. Las cosas se precipitaron en pocos días.  Entró en coma, y...  No le pudimos decir que iba a ser abuela

Aquellas palabras resonaron en su cabeza, pero por extraño que le pareciera, no tuvieron la repercusión que algunos meses antes podrían tener.  Su pensamiento se centraba en Anderson, en su llamada para que fuera a su lado.



—Sara ¿ lo sabe ?-
— No, no la he dicho nada.  Se lo diré cuando todo haya pasado
— ¿ No crees que te haría bien tenerla cerca?
— ¿Por qué lo dices?  Te he repetido mil veces que lo que nos une es amistad. Y no, no la necesito ahora  Nosotros tenemos algo especial, y es por eso que recurro a ti. Es a ti a quién deseo tener a mi lado en estos momentos. ¿ Sabes? Yo estaba muy unido a mi madre. Fue la única que me apoyó cuando el problema con Aleck
—Bueno, no te atormentes. Soy tu amiga y siempre que me necesites, ahí estaré. Me pongo en movimiento ahora mismo.  Te llamaré cuando tenga  el billete y te diré la hora de la salida.  Sabes que te quiero ¿ verdad Anderson?
— Si Adela, si

 Y colgaron el teléfono.

A última hora de ese mismo día, Adela tomaba el avión que la conduciría a Inverness.  Anderson iría a recogerla al aeropuerto. Tres horas después de su partida de Madrid, ambos jóvenes se fundieron en un abrazo a la llegada de Adela.




                                                     Fotografía;  Internet

jueves, 30 de marzo de 2017

Nadie hablará de mí cuando ya no esté - Capítulo 12 - Confidencias

Anderson volvió sobre sus pasos hasta llegar a donde había dejado a Sara con la palabra en la boca.  Ella le vió llegar, y en su rostro se marcaba un mohín de desagrado

— Qué ¿ Algo inesperado ?— le increpó bruscamente
— Tú la conoces también. Es la guía de cuando estuvisteis en el Lago
— ¡ Ah, claro ! Ya decía yo que su cara me era conocida
— ¡ Somos amigos ! ¿ Por qué te enfadas ?
— No me enfado, lo que ocurre es que no me gusta que me dejen con la palabra en la boca
— ¡ Se marchaban ! Hacía tiempo que no nos veíamos.  Ni siquiera la he llamado por teléfono en todo este tiempo.  Además ya lo hemos hablado muchas veces. Lo nuestro fue bonito, pero nada más. Creo que te lo dejé claro ese mismo día
— ¿ Por qué estamos discutiendo?— dice ella con malhumor
— Yo no discuto, eres tu la que te has enfadado. Mira Sara, te lo voy a repetir por última vez. Me gusta tu amistad, lo pasamos bien juntos, pero eso es todo.  No pienso en otro tipo de relación , sólo amistad. Sin compromiso de nadie,  ni tuyo ni mío.  Créeme, mi trabajo no es nada propicio para tener una relación
—Pero alguna vez lo dejarás, pienso yo. ¿ No decías que tu padre te había propuesto te hicieras cargo de los negocios? Pues hazlo
— Por favor, Sara. Déjalo ya. Además... Nada...Olvídalo.  Creo que será mejor para ambos que la próxima vez que venga a Madrid, me hospede en un hotel.  Pienso que tu vas por un lado y yo por otro.  No quiero hacerte daño, pero no es posible.
— No es posible porque tu no quieres, y creo que conozco la razón.  Antes de encontrarte con esas chicas, estabas jovial y divertido, y después de eso, míranos..., nos estamos peleando
— Yo no diría que nos peleamos.  Simplemente no deseo que tengamos malos entendidos. Mañana he quedado para comer con ella, te lo aviso.  Si quieres puedes acompañarnos.
— Sabes que no puedo. Aún tengo que ir al colegio. Falta tiempo para las vacaciones, pero gracias, por decirlo.  Me voy a casa. Estoy cansada ¿ vienes ?
— No, no...  Me apetece pasear un poco. Hace un día muy bonito. Comeré en cualquier sitio. Nos vemos por la tarde.
— De acuerdo. Que te vaya bien

Con paso ligero se alejó del café, mientras Anderson abonaba la cuenta. La dejó en la parada del autobús, y él emprendió un largo paseo .  Mientras caminaba, pensaba que había sido un error aceptar la hospitalidad de Sara.  Habían tenido sexo en un par de ocasiones, pero estaba claro que ella lo interpretaba como el inicio de una relación, y nada más lejos de lo que pensaba Anderson.

El encuentro casual con Adela, había removido antiguos pensamientos, que había rechazado en repetidas ocasiones, pero no olvidado.  Le atraía esa chica triste y el verla de nuevo , su atracción había vuelto. Se encontraba en una encrucijada entre ella y Sara.  No se atrevía a proponerla ningún tipo de relación que no fuera amistosa.  Sabía que ella tenía un secreto amoroso, y confiaba que algún día se lo contara y lo que es más,  se olvidará de ello.  Deseaba que llegase el día siguiente para volver a verla de nuevo. El sentimiento que sentía hacia ella, era más que amistoso.  Lo veía claro.  Él,   que había viajado por medio mundo, que había conocido en todos los sentidos a infinidad de mujeres, se había enamorado de una persona que ni siquiera le prestaba atención, nada más,  que como a un buen amigo.  Una idea empezó a rondarle por la cabeza

— Si ella me aceptara, sería capaz de dejarlo todo...  Volvería a Escocia y aceptaría mi nuevo papel de empresario hotelero.  Pero no se dará el caso.  Ella me ve de muy distinta manera que yo a ella. ¿Quién le habrá hecho tanto daño, como para evitar una relación ? ¡ Por Dios santo, es muy joven ! No me extrañaría que un día dijera que se mete a monja. No por Dios.  Debo estar loco ¿ A qué viene todo esto ? Déjalo ya, Anderson.  Piensa en que mañana vas a pasar unas horas con ella. Consuélate con eso

Llegó a Cibeles y se paró en la acera sin saber muy bien a dónde ir.  A su derecha  la calle de Alcalá.  Encaminó sus pasos por esta calle.  Miraba sin ver los hermosos edificios de un lado y de otro .  Siguió andando sin rumbo fijo, tratando de despejar su cabeza de la imagen de Adela, sin conseguirlo


— ¡ Vaya cambio  ha dado ! La encuentro más... no sé... madura. Está preciosa.  Sus oscuros ojos, siempre me han llamado la atención.  La lucecita que se le forma en la retina cuando sonríe. ¡ Dios !  ¿ Por qué he tenido que verla? 

Entró en una cafetería y sentado en una mesa junto a un ventanal, pidió para comer un plato combinado.  No tenía apetito, le daba igual lo que comiera.  A través del cristal veía el ir y venir de la gente.  Muchos turistas subían, sin duda irían a parar a la Puerta del Sol, que se había hecho famosa a raíz del famoso 15 M, de repercusión mundial.  El la recorría a diario mientras estaba en Madrid.  Le gustaba la vitalidad de esa plaza tan emblemática . Allí se juntaban turistas, lugareños, y gentes que iban de compras a las próximas  calles comerciales.  Tenía una gran vida y se podía ver de todo.

Llegó tarde a casa de Sara, que veía la televisión mientras degustaba una tarrina de helado

— ¡ Qué tarde llegas !  Tu paseo ha sido largo ¿ Has cenado?
—No, no lo he hecho, pero no te preocupes, no tengo apetito. Voy  acostarme estoy cansado.  Hoy me he dado una paliza  a andar.  No he parado desde que nos separamos— la dijo sonriendo para suavizar el malhumor de ella—Me voy a dormir. Hasta mañana Sara, que tengas dulces sueños
— Hasta mañana Anderson, y tu igual

Anderson estaba en verdad cansado, pero quizá por eso mismo, le costaba coger el sueño.  Repasaba mentalmente su encuentro con Adela y el posterior y largo paseo que siguió.  Y lentamente, sus párpados se fueron rindiendo al cansancio.

Se despertó temprano.  Estaba acostumbrado a ello, pero se quedó en la cama para dar tiempo a Sara que ella saliera rumbo al colegio.  Se hizo el dormido cuando sigilosamente ella abrió la puerta y miró por si estaba despierto.  Estaba arreglada para salir, lo que hizo, al comprobar que su amigo dormía plácidamente.  Al sentir que la puerta se cerraba, Anderson cambió de postura y mirando al techo pensó que era una situación violenta la que se había creado entre ellos dos.  Estaba deseando marcharse, lo que haría no tardando mucho y no volvería a hospedarse en esa casa.  No, ahora que había descubierto lo que sentía por Adela.

Puntual a la hora fijada, Adela llegó a Sol para encontrarse con Anderson.  El llevaba un rato, impaciente por hacerlo  nuevamente con la chica.  Desde la ventana de la cafetería en que aguardaba la llegada de ella, miraba  el ir y venir de la gente con curiosidad. Gentes variopintas: vendedores y vividores que se buscaban la vida como mejor podían con carteles anunciadores, o dentro de algún muñeco de Disney, con la esperanza de que los padres de algún chiquillo les diera alguna moneda.  Loteras vendiendo la suerte y gente paseando, simplemente.

— ¡ Hola , qué puntual !— la dijo sonriendo mientras se daban besos en las mejillas
— Tenemos fama de impuntuales, pero eso no es cierto. La mayoría de las veces llegamos antes de la hora fijada. Eso es parte de la leyenda negra, sin duda—.le respondió ella mientras acercaba su rostro para besarse—¿ No viene Sara ?
—No. Trabaja.  Aún  no tiene vacaciones.
—¡ Claro ! es maestra. Bien pues cuéntame ¿ qué es de tu vida ?
— Nada de particular, siempre lo mismo: viajes, hoteles, reportajes y a casa. No varía
— ¿ No te cansas?
— Es mi trabajo, y me gusta. Pero hay veces que echo de menos la estabilidad:  menos viajes o al menos más espaciados. Se ve que me voy haciendo viejo— dijo riendo
—Tienes un trabajo apasionante, pero claro,  difícil y pesado.  Así es como yo lo veo, pero ,  para ti no es lo mismo
— ¿ Vamos a seguir hablando de mi trabajo ? Cuéntame ¿ qué has hecho en todo este tiempo?
— Pues al igual que tú, nada de particular. Ahora estoy con un paréntesis, esperando a ver qué hago con mi vida. Estoy algo desorientada.  Mis padres quieren que me matricule en la universidad, pero yo no tengo ninguna gana de volver a estudiar. Estoy pensando en trabajar
— Mi padre me ha pedido que me haga cargo de los negocios, ya que mi hermano está en otra onda. Por un lado me apetece, pero no se si me acostumbraré a estar en una oficina y no danzando por esos mundos de Dios
— Te entiendo. A mi me pasa igual.  He estado demasiado tiempo campando por mis respetos y ahora tengo la rigidez de papá y mamá. Pero ¿en qué puedo trabajar?

  Anderson se quedó callado por unos instantes, mientras en su cabeza se abría paso una idea


—¿ Y por qué no en lo mismo que hacías en el hotel?  Si acaso me hiciera con el negocio, ¿ no te vendrías conmigo?
-—¡ Nooo ! Acabo de llegar
— Y ¿ por qué no? ¿ Tan mal te tratamos ?
— No es eso.... malos recuerdos, ya sabes
— ¡ El chico que te rompió el corazón? 
— Algo así
— ¿ Aún sigues pensando en él ?
— No de la misma forma, pero aún me acuerdo a veces de él. No quiero tentar a la suerte. Ni por lo más remoto pienso en una relación.  El está casado, pero no quiero volver a pasarlo mal.  Daría cualquier cosa por olvidarle de una buena vez y volver a estar enamorada de alguien más asequible
—Creí que tu amor era de aquí y no escocés
— No, le conocí allí y además cerca... demasiado cerca.  No, ni hablar no quiero volver a pasarlo mal
— ¡ Bueno! Pues ahora comprendo tu negativa 
—Lo siento, Anderson. De verdad que me encantaría, pero me da miedo, ahora que me voy centrando
— Está bien, está bien.  No insistiré
—¿ Cuándo regresas a casa?
—Seguramente mañana.  Llevo mucho tiempo fuera de allí.  Me preocupan mis padres.  Mi madre no anda muy bien y mi hermano, aunque les atiende, no lo puede hacer todo el tiempo.  Me estoy planteando la proposición de mi padre.  Me da mucha lástima que les ocurra algo y no estar cerca de ellos.
— Eres una buena persona, Anderson.  Estás dispuesto a renunciar a lo que te apasiona por no abandonar a tus padres
— No sólo por ellos.  También me gustaría formar mi propia familia y mientras tenga este trabajo, dudo que lo consiga
—¿ Sara ?
— ¿ Crees que estoy liado con ella?
— Pues la verdad si. No es ningún delito. Ella es guapa y convivís juntos
— ¿ Crees que tengo una relación con ella?
—¡ Claro !
— Pues estás rotundamente equivocada. Al principio... Ella quería algo más que una amistad, pero yo lo tenía claro: nada de amoríos mientras viaje.  Pero en realidad es que aunque me gusta físicamente, no hasta el punto de unirme a ella definitivamente.  Mi idea va por otro lado
—¡ Vaya, eso si que es una novedad!

Siguieron apurando su aperitivo, mientras charlaban y se contaban las muchas anécdotas que cada uno de ellos habían vivido desde la última vez que se vieron.  Tomaron un taxi y se dirigieron hacia el restaurante.

La comida fue amable.  La camaradería existente entre ellos, hacía  que poco a poco sus conversaciones fueran derivando el algo más íntimo.  Quizá estimulada por el aperitivo, el vino de la comida, y la copa de la sobremesa, hicieron que ella comenzase a soltar la lengua, y sin decirlo abiertamente, Anderson comprendió que la persona de la que estaba interesada, era ni más ni menos que su hermano Aleck

— ¡ Vaya ! Otra vez ha vuelto a  hacerlo. Pero esta vez él no ha intervenido -. No dijo nada, no dio a entender, siquiera, que había comprendido su secreto.  Guardaba silencio escuchándola atentamente.  Conoció por fin su secreto y la situación sentimental en la que se encontraba.  Le seguía recordando, pero dejaba abierta una rendija para que entrara nuevamente el amor en su vida.  Y si eso ocurría,  él quería estar cerca.  No la confesó sus sentimientos.  Creía que si lo hacía la alejaría de él.  Todavía no era tiempo. Aguardaría un poco más, pero insistiría en que fuera su ayudante.

—Si pudiera conseguir que retornara a Escocia... quizá ...  Bueno, no seas loco y no te anticipes.  Ten calma- se dijo

Salieron del restaurante bien entrada la tarde.  La sobremesa había sido larga, repleta de confidencias por ambos. El quería que ella conociese cómo era su vida. Quería que supiera que no era un angelito y que no desperdiciaba una oportunidad de conquistar a alguna mujer, pero también olvidarla a los cinco minutos de haberla dejado.  No quería dejar huella en ninguna.  Eran simplemente pasatiempos de solterón solitario.  Ella no tenía anécdotas de ese tipo que contar. Había salido con algún chico, pero sin más repercusión, simplemente una forma de pasar el rato en alguna cena o algún baile en discoteca.

Anderson la miraba fijamente a los ojos, como queriendo penetrar en su cabeza y averiguar más cosas , más de sus sentimientos, de su estado de ánimo.  Tenía que distanciarse, no atosigarla, porque de otra manera la espantaría, y deseaba todo lo contrario.  Lo deseaba con todas su fuerzas. . Caminaban despacio.  Se reían, estaban a gusto y dilataban al máximo la hora de despedirse.

— Es pronto todavía ¿ Tienes algún compromiso? — la preguntó 
— No ninguno.  No tengo ninguna prisa
—Estupendo. ¿ Qué tal si seguimos paseando y esta noche nos divertimos en alguna discoteca? ¿ O prefieres ir al cine, al teatro ... ?
— No,  está bien. Vamos a algún lugar en que la música no nos impida charlar tranquilamente.  Deseo que me cuentes las cosas y los lugares que has conocido.  Me apetece mucho saber cosas...
—Ya te lo he contado todo ¿ Qué más quieres saber ?— respondió él sonriendo
— En todo este tiempo ¿ no te has enamorado? ¿ no has tenido alguna relación que te haya hecho pensar en formar una familia?
— ¿ Me lo preguntas en serio ? Sabes que no, aunque ...
— ¿ Qué ?
— Si. Tengo a alguien en mi cabeza por la que haría cualquier cosa, pero...  de momento no puede ser
—¡ Vaya par que somos !  Quizá por eso tenemos tanta complicidad, porque ambos padecemos de la misma dolencia
— Pero yo espero que algún día ...— dijo Anderson, mientras de su rostro se borraba la sonrisa
—A mi también me gustaría encontrar a alguien por el que sintiera mariposas en el estómago. De verdad que lo deseo
— Inténtalo 

 Dijo esto mientras apretaba una mano de la muchacha

Una especie de latigazo sintió Adela que recorrió su espalda.  Nunca había sentido algo así. También ella dejó de sonreír, y miró a Anderson fijamente a los ojos.  Se dio cuenta que tenía unos hermosos ojos azules, que no le recordaron otros ojos, que su rostro no le recordó otro rostro, por más que tuvieran señas en común.  No retiró su mano.  Con la que tenía libre bebió un sorbo de la Coca-Cola que tenía frente a ella.  Mientras él analizaba su reacción.  Había sentido algo distinto en ella, pero se negaba  a reconocer que aquello pudiera significar algo.  No debía concebir esperanzas.  No había ningún signo que le hiciera concebir algún remoto  avance.  Debía mantener la calma y esperar.
¿ Podría ? Partía al día siguiente y ¿ cuándo volverían a verse? Quizá cuando ello ocurriera, ella se habría alejado nuevamente de él.

miércoles, 29 de marzo de 2017

Nadie hablará de mí cuando ya no esté - Capítulo 11 - Amigas

Clara al ver a su amiga, se le cayó el alma a los pies.  La encontró más delgada y sin alegría en la cara.  Sin duda la chica se debatía entre un mar de dudas y tampoco terminaba de encontrar acomodo en su propia casa, después de haber estado libre durante tanto tiempo.¿ Debía permanecer en Madrid, independizarse, ó volver a Escocia? ¿ Reemprender los estudios o buscar un trabajo que la permitiera vivir en el pais, pero no con sus padres?  No terminaba de encontrarse bien,  sujeta a las normas que debía llevar al vivir con ellos.  Y Clara decidió animar a Adela, y para ello, la propuso:

—Vamos, he pedido cita en el salón de belleza. No hay excusa. Tienes que arreglarte ese pelo, depilarte las cejas y maquillarte. No admito réplicas. Me he propuesto darte un cambio, y a poder ser, por dentro también. Y esta noche vamos a salir a divertirnos.  Tienes que sacudirte de una buena vez, todas esas tonterías que tienes en la cabeza. Así que anda, vámonos

Clara, estaba decidida a que Adela cambiara, diera un giro a su vida de 180º. Se había propuesto que su querida amiga, olvidara de una vez, su paso por Escocia.  Dicho y hecho, ambas se encaminaban riendo  hacia el salón de belleza.  La transformación de Adela, fue notable.

— ¡ Vaya !— la dijo Clara una vez el peluquero diera su toque final al cabello de Adela— ¡ Estás guapísima ! ¿ Por qué te has dejado tanto ? No sabes sacar partido a lo que la naturaleza te ha dado.
— No exageres, mujer. Soy normalita, sólo que ahora me he hecho un revoco, y estoy resultona
— ¿Resultona ? Vas a arrasar a más de un corazón. Ya me lo dirás. Ahora nos vamos a tomar un aperitivo. Ya están puestas las terrazas y hace un día precioso de primavera.  Y después te invito a comer.  En Lucio he reservado mesa.

Cogidas del brazo, se dirigieron hacia La Castellana a tomar el aperitivo en la terraza del Café Gijón.  Ante un vermut, Clara preguntaba por sus planes de futuro.

— ¿ Qué vas a hacer?  ¿Por fin te has decidido por algo ?— preguntaba a su amiga
—De momento no he pensado en nada. Estoy muy desorientada, y no sé qué hacer. ¿ Estudiar? no me apetece. Quizá busque un empleo.
— Sería una pena que dejaras colgados los estudios.  Eres muy inteligente y serías capaz de emprender con éxito cualquier carrera que hicieras— comentaba Clara
— Si. Pero ¿ cuál ? Francamente ahora no tengo ganas de ponerme a estudiar.
— Bueno el curso está a punto de finalizar. Tómate estos meses de vacaciones y en Octubre ve a la universidad. Durante ese tiempo explora los campos. Piensa en lo que más te apetecería hacer, en fin... piénsatelo
—He pensado ir de cooperante a cualquier sitio
-—Para hacer ¿ qué ?
— No lo sé.  Estoy bastante desorientada. Primero tengo que centrarme y después...  ya veré
— Está bien. No voy a insistir, ya eres mayorcita

Guardaban un momento de silencio. Adela miraba al frente sin ver nada en especial, solamente pensaba en la conversación que acababa de tener con su amiga. Giró la cabeza y vio a una chica que se dirigía ligera hacia una mesa situada detrás de ellas.  Su cara la resultaba conocida, pero no terminaba de ubicarla

— ¿ Dónde he visto esa cara ? ¿ Dónde, dónde ?

De pronto la situó en otro lugar, en el Lago Ness, e inmediatamente procesó otros rostros: niñas, Mónica y...  Anderson.  Y recordó el flirteo que tuvo con el fotógrafo y la discusión que tuvo con él, referente a ella.

— ¿ De qué te ríes ?— la dijo Clara
— De nada en concreto.  Me he acordado de una excursión que tuve hace algún tiempo.  Por casualidad acabo de ver a una chica que iba como profesora en ese tour
— ¿ Y eso te hace gracia ?
— No exactamente. Se quería ligar al hermano de Aleck, y seguro que lo consiguió. A consecuencia de ello discutimos los dos. La verdad es que no debí hacerlo.  Al fin y al cabo sólo éramos amigos
— Recuerdo que me hablaste de él en una ocasión. ¿ Te interesa ?
— ¡ Qué disparate dices ! Naturalmente que no, sólo me cayó bien.  Le conocí el día de la boda de Aleck. También andaba un poco descolgado de la familia

Adela giró el cuerpo tratando de localizar a Sara, pero debió entrar en el local porque no la vio en la terraza.

— ¿ Nos vamos ? — dijo Clara resuelta
— Si, cuando quieras. Es la hora de comer. Antes voy a ir al servicio
— Yo también. Paguemos la cuenta y entremos

Así lo hicieron.  En el local del café Gijón, había poca gente, sin embargo la terraza estaba llena. Hacía una mañana de primavera preciosa y la gente estaba deseosa de sol, después de un invierno duro y frío.  Pasaron riendo  delante de una mesa en la que estaba sentada una pareja.  Ella estaba disculpándose por la tardanza de su llegada a la reunión.  El hombre la miraba con una media sonrisa, algo aburrida.  Levantó la cabeza cuando las dos amigas pasaron cerca, de modo que las vio de espaldas, pero se fijó particularmente en una de ellas, algo familiar le hizo fijarse y olvidarse por unos segundos que estaba acompañado y que su compañera le contaba algo, que no le interesaba en lo más mínimo.

Hacía dos días que había llegado a Madrid, después de un trabajo en la Amazonia brasileña. National iba a publicar un artículo sobre el desastre ecológico que las empresas madereras estaban haciendo en el pulmón de la Tierra.  Se sentía cansado y estaba deseando llegar a casa.  A su casa en Inverness, con sus padres.  Desde que su hermano se había casado, ellos estaban solos en aquel caserón, y limadas las asperezas con el padre, pasaba algunos días de descanso en su tierra. En más de una ocasión el padre le había recriminado no se hiciera cargo de los negocios familiares

— Yo voy estando viejo.  Antes tu hermano se ocupaba de todo, pero ahora casado y con la alcaldía, no tiene tiempo.  Pensaba que tú alguna vez te estabilizarías y dejarías de trotar por esos mundos de Dios, pero veo que no lo harás.  Sé que es tu profesión, que haces lo que te gusta.  Pero ¿ No has pensado alguna vez buscar una chica, enamorarte y casarte de una puñetera vez?

Recordaba cuando habían tenido esa conversación y la carcajada que soltó cuando su padre puso toda su energía en recriminarle que a su edad, aún no tuviera novia, ni siquiera en el pensamiento.

Las chicas salieron del tocador y entonces la vio de frente.  Ellas hablaban de cosas intrascendentes que sólo a ellas interesaban y no se fijaban en las personas que ocupaban las mesas.

— Perdona, Sara — dijo cortando la charla de su acompañante.  Se levantó de la mesa rápidamente y se acercó hasta las muchachas que ya estaban a punto de salir

— Adela, Adela-—llamó.  La chica giró la cabeza y se quedo sorprendida de ver a quién la había llamado
—¡  Anderson !  ¿Cómo tú por aquí?— le dijo sonriendo

 —Acabo de llegar de un trabajo, e hice un alto en el camino antes de volver a casa ¿ Cómo estás ?  No, no me lo digas porque lo estoy viendo.  Se te ve distinta, preciosa... y más delgada
— ¡ Vaya, gracias !  Yo hace poco que también he llegado, pero ya fijaré mi residencia aquí
— ¿ No vas a volver?
— No.  Quiero organizar mi vida, aunque la verdad no se por dónde empezar. Vamos a comer a Lucio  ¿te vienes ?
— Ya me gustaría, pero estoy acompañado

 Y dijo esto último volviéndose hacia Sara

—Ya veo que seguís vuestra relación.  En fin... quizá otro día
— Mañana ¿Quieres mañana ?— le dijo él cortándola

Adela se quedó callada durante unos instantes y miró a su amiga, que  con un ligero gesto la indicó que aceptara.  Entonces se fijó más en él.  Seguía teniendo el cabello rojo, la tez más tostada y sus increíbles ojos azules.  Una franca sonrisa iluminaba su rostro, esperando una respuesta de ella.  En vista de que no se decidía, Clara la empujó sutilmente con el brazo en la espalda, y comentó dirigiéndose a Adela, pero también a Anderson

— Mañana no puedo salir. Tengo exámenes finales y he de estudiar
—Está bien. Quedamos mañana
—Bien dime la hora y dónde nos juntamos— contesto sonriendo Anderson
— ¿ Te viene bien a las doce ? ¿ En que hotel te hospedas? Pasaré a recogerte
—El caso es que no estoy en el hotel. Me alojo en casa de ella
—¿ De Sara ?  Bien... Entonces seremos tres ¿ verdad ?
— No... Se que no te cayó muy bien. Lo recuerdo.  Sólo duermo allí. Es una buena amiga que me ofrece su hospitalidad cada vez que vengo a Madrid
— ¿ Lo haces con frecuencia?
— No mucho. Sólo cuando tengo que hacer escala de algún viaje. Vengo aquí en lugar de recalar en otro sitio.  Me gusta esta ciudad
—Y ella...   Está claro
— No en el sentido que tu piensas. Es sólo una amiga
— Bueno chicos. Si os veis mañana, lo podéis hablar mientras tomáis un aperitivo. Veo que es una causa pendiente entre vosotros y se nos está haciendo tarde— dijo Clara para cortar la violencia que se estaba creando entre ellos
— Perdonad, os estoy entreteniendo. ¿ Quedamos en Sol?
— De acuerdo, en la estatua,  a las doce. ¡ Ah ! Anderson... no me importa que ella venga también
—No te preocupes, ella trabaja, y yo me muevo a mi aire.  La mayoría de los días, cada vez que vengo, me dedico a ver museos. Siempre son paradas cortas
— Bien, pues entonces hasta mañana. Me alegro de haberte visto

Se dieron dos besos en las mejillas y se dirigieron a la salida.  El se demoró unos instantes viendo cómo se alejaban  Al salir Clara interrogaba a  su amiga interesándose por ese hombre  tan interesante, y Adela  le quitaba importancia , como no dando a demostrar que le fastidiaba que él siguiera con la amistad que establecieron en el Lago, y que a ella no la gustó nada.  Mientras comían se olvidaron del encuentro y siguieron contándose las anécdotas que habían vivido cada una por su lado

— A mi me gusta Federico. Hemos salido ya unas cuantas veces.  Quiere presentarme a sus padres, pero yo aún no quiero.  Es demasiado pronto— explicaba Clara
—¿ Cuánto tiempo hace que le conoces?— preguntaba interesada Adela
—Unos cuatro meses, más o menos. Termina la carrera este año. Le he dicho que yo terminaré la mía dentro de dos, que no piense en nada formal hasta entonces
— Pero ¿ Le quieres?
—¡Naturalmente! Me gusta muchísimo, pero sabes que soy una mujer práctica y quiero asegurarme de terminar los estudios antes de comprometerme en serio con alguien. Si te casas y después sigues estudiando,  hasta finalizar, se te hace todo más difícil.  Eso suponiendo que no te quedes embarazada en el transcurso.  No. Esperaré hasta acabar.  Si verdaderamente le intereso, esperará. Y si no pues...  puerta
— ¡ Ay querida Clara ! No le amas.  Si le quisieras dejarías todo por ser su mujer
— ¿ Cómo tu ? Por ejemplo. Y ¿ de qué te ha servido ? ¿ Por qué no te fijaste en su hermano ? Está francamente bien, y a él le interesas
—No digas tonterías.  Ya le has oído está con esa chica. A mi ni siquiera me ha llamado ¿ Es eso interés?
— Te mira de una forma especial. Tú estás obsesionada con su hermano, pero a él le gustas...  Y mucho, diría yo.
— Anda, anda.  No sabes lo que dices

 Y eso fue todo lo que respondió a Clara.

martes, 28 de marzo de 2017

Nadie hablará de mí cuando ya no esté - Capítulo 10 - En casa

La decisión ya estaba tomada. Se había despedido del hotel. Había dejado su trabajo y le había costado un gran esfuerzo.  Había  pasado meses ejerciendo de intérprete, en un lugar agradable con unas personas agradables que la correspondían con el mismo afecto que ella sentía por todos. La víspera de su partida, decidió despedirse de Aleck.  Sería difícil volverse a ver. Era un hombre muy ocupado y ella estaría a muchos kilómetros.  Sentía la necesidad de verle por última vez, aunque ello la supusiera un momento difícil.  Aprovechó que ya lo tenía todo preparado, y se decidió ir hasta el Ayuntamiento.  Con un poco de suerte, él podría recibirla  No era mucha la distancia que separaba el hotel del edificio del Consistorio.  Decidió ir andando, paseando, y al mismo tiempo prepararse mentalmente para el encuentro con su alcalde

— Todo esto es ridículo.  En realidad apenas nos conocemos.  Le he visto en contadas ocasiones, y no entiendo la obcecación que tengo con él.  De una vez por todas tengo que sacarle de mi vida.  No puedo seguir así.  Quizá en España, con el cambio, lo consiga. Aquí todo está muy unido, y yo estoy bastante sola, la verdad.  Porque aunque salgo de vez en cuando con mis compañeros..., no es lo mismo.  Echo de menos a Clara y su lógica.  Se que ella me es fiel y me aconseja siempre lo que me conviene. Creo que he tomado la decisión correcta.  Cuando mañana tome el avión, definitivamente deberé pasar página. Decir adiós a mis ensoñaciones de adolescente y convertirme en la mujer, que por edad, me corresponde.

Cuando se dio cuenta, se encontraba frente a la fachada del magnífico e imponente edificio.   La intimidaba un poco.  Era como si se le viniera encima, engulléndola  Decidida, insufló aire a sus pulmones y comenzó a subir los escalones de la fachada principal.  Se dirigió al mostrador de información y allí solicitó le indicasen el despacho del alcalde

— Señorita ¿ tiene cita para hoy ?— la preguntó amablemente la chica que la atendía
— Pues no
— Es que está reunido y no creo pueda atenderla
— Por favor, señorita, es muy importante.  No es para pedirle nada, simplemente regreso a mi pais y quisiera despedirme de él. He trabajado en el hotel de su familia, me conoce, y sólo tardaré cinco minutos
—En ese caso...  Espere un momento por favor.  Hablaré con su secretaria

Al cabo de unos instantes la comunicaron que la recibiría enseguida, y hasta la puerta de su despacho fue conducida por un ujier

— Adelante, adelante querida Adela

 Aleck salió  a su encuentro tendiéndole la mano y con una amplia sonrisa en su rostro

-—Creí que no podrías recibirme.  Quería despedirme de ti, ya que mañana regreso a  España definitivamente
— ¿ No piensas volver más por aquí?

— Va a ser difícil, pero nunca se puede decir. Me llevo el mejor de los recuerdos de todos vosotros. Escocia es un pais acogedor, y deseo sepas que no me he sentido extraña en ningún momento. Os estoy muy agradecida
— Es curioso como suceden las cosas. ¡ Quién nos iba a decir que terminaríamos siendo amigos, después de la forma en que nos conocimos !
— Si, tienes razón.  Aquella fue una tarde mágica para mi
— Mi hermano ha estado en Madrid, no hace mucho. La verdad no sé por donde anda ahora.  Estuvo por Mali, y a su vuelta volvió a pasar por Madrid.  Creo que ahora está en Estados Unidos. ¡Qué vida lleva!  Yo no podría soportar semejante ajetreo, y sin embargo él está encantado de la vida
— No sabía que estaba de regreso. Quedó en llamarme alguna vez, pero sin duda se le ha olvidado.  Si tienes oportunidad de hablar con él, dile que le mando un saludo
— No creas, yo directamente tampoco hablo  muy a menudo.  La información me llega a través de mis padres
— Bueno Aleck, no te entretengo más. Se que tienes mucho trabajo. Quería  despedirme de ti, pero ahora debo irme. Ya sabes... ,  los detalles de última hora.
— Claro, claro.  Me ha encantado que lo hicieras. Sabes que te aprecio mucho. No pierdas el contacto con nosotros, aunque supongo que con los chicos del hotel hablarás de vez en cuando
— Así es. Les tomé cariño y Stella me ha prometido pasar sus vacaciones en España, así que seguramente las disfrutaremos juntas.  Bueno... adiós Aleck.  Os deseo tanto a Maureen como a tí lo mejor del mundo
— Igualmente Adela.  Ha sido un verdadero placer conocerte. Y vuelve algún día a visitarnos

  Se dieron dos besos en las mejillas, y Adela salió del despacho.


Mientras se preparaban para tomar tierra en Barajas, pensaba en lo rápido que sucedían todas las cosas.  Miró su reloj y se trasladó con la imaginación hasta Escocia

-—Ayer a estas horas estaba en el Ayuntamiento, y hoy a cientos de kilómetros de distancia. De verdad deseo ardientemente pasar página.  Tengo que pensar detenidamente lo qué hacer con mi vida. ¿Comenzar una carrera? Pero ¿ cuál ?  La verdad es que no me apetece iniciar ninguna.  En lo que menos pienso ahora es en estudiar.  Pero algo tengo que hacer...  En fin, ya veré.  Estar con mis padres. Tengo enormes ganas de abrazarles, les quiero mucho. ¿ Me acostumbraré a vivir nuevamente bajo su protección ?  No lo creo. Pero de primeras,  no me quedará otro remedio, mientras me organizo.

Pensando, pensando, no se daba cuenta de que el avión estaba aterrizando.  Miró por la ventanilla y el paisaje conocido del aeropuerto la hizo sonreír. Estaba en casa , y su estancia en Escocia, le parecía ahora como si hubiera ocurrido hacía una eternidad.


                                                   Fotografía Internet

Recogió el equipaje de la cinta y salió presurosa para encontrarse con sus padres.  Necesitaba sentir el abrazo tierno y seguro de su madre. En los momentos de zozobra, la había echado mucho de menos.  Siempre se había compenetrado más con ella que con su padre. Quizá porque mamá comprendía mejor las fantasías de su mente. No en vano, quienes les conocían comentaban que se parecían muchísimo.  Estaba emocionada, y cuando se abrazó a ellos, no pudo reprimir que alguna lagrimilla se escapara de sus ojos.  Se abrazó a los dos al mismo tiempo.  Llegaron hasta el coche que les llevaría hasta su casa.  Un sin cesar de preguntas, sin a penas responder alguna, porque todo quería resumirlo en una frase: "Os echaba de menos.  Echaba de menos Madrid".  Es todo lo que obtuvieron de ella.  No tenía ánimos para más. Quizá con esa respuesta se quedaran convencidos

Mientras comían, ella les relataba las experiencias vividas en su trabajo.  Mostraba su satisfacción por la tarea que había desempeñado, por la cantidad de gentes que había conocido, aunque ninguna  la resultaba extraña, ya que todos habían sido españoles.  Conocía a la perfección su carácter, por tanto no tuvo ningún problema en su trato con ellos.  Habló de sus compañeros y de su intervención en la campaña de Aleck.  Sus padres la escuchaban con atención, y se sorprendió cuando la madre la formuló una pregunta que la dejó, por un momento, algo cortada:

—¿ No has conocido a algún muchacho que te gustase ?
—Pues... La verdad es que si.  Conocí a dos, uno me gustaba más que el otro, pero no llegó a nada
— ¿ Por qué ? Eres muy guapa y simpática
— ¡ Ay mamá ! Soy tu hija y me ves como lo mejor del mundo, pero la realidad es otra
— Cuéntame ¿ qué paso ?
— Es muy sencillo. Simplemente no cuajó
— Pero  ¿ por qué ?
— Mujer, no la atosigues. ¿ No ves que no quiere decir nada?
— No te preocupes papá. No pasa nada. Mamá , el que verdaderamente me gustaba, estaba casado y el otro podía ser mi padre, así que ya lo sabes
— Pero... ¿ Ningún otro muchachote de aquellas tierras te robó el corazón ?
— No ninguno. Además no tenía tiempo de nada.  El trabajo me llevaba muchas horas
— Bueno, eres muy joven. Te llegará el amor cuando menos lo esperes
— O quizá no he nacido para enamorarme. Pudiera ser que mi destino fuera la soltería— dijo riéndose, medio en broma, pero un deje de amargura se reflejó en su rostro que no pasó inadvertido a la madre
— Creo que ya está bien la charla. La sobremesa se ha prolongado mucho. Déjala, mujer. Quizá le apetezca echarse un rato y descansar
— Si creo que has tenido una buena idea, papá. Tengo que organizar mi equipaje. Os he traído un regalo. Voy por el

Estaba deseosa de terminar la conversación con su madre. Temía que, de seguir el interrogatorio, la habilidad materna, la hiciera confesar su obsesión por Aleck, y eso lo quería guardar para ella sola.  Tenía la excusa perfecta para cortar la conversación.  Fue a por los regalos, y con eso, de momento, pasaría a otra cosa.

Después de que sus padres agradecieran los obsequios, se retiró a su habitación.  Permanecía igual como ella la recordaba.  Era una estancia de una soñadora jovencita,  cuando partió para el internado, y ha vuelto convertida en toda una mujer, con una profunda herida en sus sentimientos.  Tumbada en la cama, miraba al techo y con la imaginación hizo un repaso a su primer viaje, y el disgusto que la supuso tener que residir fuera de España.  No hacía tanto tiempo de aquello, pero su vida cambió radicalmente a partir de la excursión que realizaron al Lago, cuando le conoció.


Repasó mentalmente las tareas que hacía cada uno de sus compañeros.  Miró su reloj y sonrió al comprobar que a esa hora, estarían a punto de salir del trabajo y entraría el turno de noche.  ¿Comentarían su ausencia?  Sabía que al menos Stella si charlaría de ella. Sentían mucho cariño la una por la otra, y deseaba que viniese a pasar sus vacaciones,  juntas,  en alguna playa del litoral español.  A Stella la gustaba el sol, quizá por el clima escocés tan diferente al de Iberia.  Seguro que lo pasarían bien. Es muy divertida.  Sin querer, una vez más, su imaginación voló hacia Aleck.  Seguro que él la había olvidado en cuanto salió por la puerta de su despacho

-—Pasado un tiempo no muy largo, cada uno sumergido en su quehacer diario, nadie hablará de mi. Nadie comentará mi estancia con ellos, no me echarán de menos.  Quizá dos o tres días, a lo sumo, pero en realidad, nadie hablará de mi cuando ya no esté.  No he dejado ninguna huella en sus vidas, sin embargo yo si les echaré de menos. ¿ Qué haré ahora ?  Lo primero veré a Clara.  Cuando comprenda que ya ha llegado, la llamaré. Si no tiene compromiso, saldremos el fin de semana a cualquier sitio. Tengo ganas de hablar con ella y darle un abrazo.  Aunque sé de qué versará nuestra conversación. Posiblemente me regañe...  A veces parece mi madre, más que mi amiga. Pero a ella puedo abrirla mi corazón, me comprende, y me apoya


Lentamente sus ojos se fueron entornando y se sumergió en un sueño en el que vió a Nessy, el Lago, y.. el rostro siempre amable de Aleck.  Pero había alguien más a quién no identificaba.  Su rostro estaba como en una bruma, pero charlaba con esa persona y hasta le reprochaba algo que no entendía. Solo veía que sus labios se movían y la miraban fijamente unos ojos impenetrables.  Unos golpes suaves en la puerta, la despertó de su extraño sueño, que inmediatamente olvidó.

— Adela, hija... despierta.  Ya es de noche.  Te he dejado dormir mucho.  Me temo que esta noche vas a estar desvelada. ¿ Por qué no te levantas ?
— Si mamá. Ahora mismo voy.  Estaba profundamente dormida, hasta he soñado, algo muy raro, pero casi ni me acuerdo. ¡ Oh, Dios mío, aún no he llamado a Clara !  Me va a echar una bronca tremenda

Y de un brinco, saltó de la cama y buscó su teléfono.  Llamaría a su amiga, antes de cenar


lunes, 27 de marzo de 2017

Nadie hablará de mí cuando ya no esté - Capítulo 9 - Fondo de pantalla

Un día después, Anderson voló rumbo a España.  Antes de subir al avión, mandó un correo  a Sara anunciándola su llegada.  Esperaba fuera a recogerle, aunque tampoco sabía si ello fuese posible, debido al trabajo de la chica.  Pero si fue, y al encontrarse, ambos se abrazaron como si se conocieran de toda la vida e hiciera una eternidad que no se viesen. Mientras tanto, Adela  se puso en contacto con su amiga, con Clara.  Deseaba hablar con ella y contarla sus dudas e indecisiones.  Quizá ella, como hacía siempre, aclarase la tremenda confusión que tenía en su cabeza

— Francamente Adela, no se lo que quieres que te diga.  ¿ Qué es lo que te retiene allí ? Si te encuentras a gusto, no vengas y reconstruye de una vez tu vida.  Estás perdiendo los mejores años, y ¿ para qué ?  El,  ni siquiera sabe que existes en la forma que tu deseas, y además está recién casado ¿ Qué es lo que esperas?

— Lo sé, lo sé.  Es absurdo, pero no se que me ocurre ¿ Por qué no le puedo quitar de mi cabeza? Estoy hecha un lío.  Por un lado deseo regresar junto a mis padres, pero por otro...  algo me retiene aquí, y no sé lo que es.  Te aseguro que no pienso en él, al menos lo intento, pero ¿ qué me pasa ?
— Es todo más sencillo de lo que lo haces. Simplemente, te has acostumbrado a vivir independiente y sabes que en cuanto regreses, seguirás bajo la tutela de tus padres. Cambia de vida, e incluso de trabajo. Pasa una temporada más, y si sigues igual, vuelve.  Pero eso si, evita al máximo el verte con él.
— ¡Si no le veo, por Dios santo!  ¿ Cómo puedes pensar eso de mi ?  Está recién llegado de luna de miel y quiere a su mujer.  Jamás pensaría en él en el sentido que tú das, nunca, jamás.  Yo no soy de esas. Además ¿ crees que se fijaría en mi, ahora, recién casado cuando no lo ha hecho antes?  Si piensas eso, es que te has vuelto loca y, no me conoces  Nunca sucederá
— Pues entonces... búscate amigos,  sal con tus compañeros... No se, pero tienes que hacer algo. ¿ No me habías dicho en una ocasión , que el chófer andaba detrás de ti ?, pues acéptale. Sal con él
— Ni hablar, es un compañero de trabajo y no quiero darle falsas esperanzas.  Es atractivo, pero además de que no es mi tipo, es mucho, mucho mayor que yo.
— Oye, tengo que irme a clase. Ya voy tarde.  Te llamaré el sábado a ver que has decidido
— Vale.  Yo también tengo que trabajar.  Un beso. Hasta el sábado
— Adiós Adela.  Cuídate.


Sara condujo hasta su domicilio a Anderson. Estaba feliz.  El,  contento, pero no comprendía la euforia de la chica, apenas se conocían y no era normal ese entusiasmo porque él hubiera viajado hasta Madrid para verla.  En definitiva era un viaje más de los muchos que llevaba a sus espaldas.

— ¿ Cuánto tiempo vas a quedarte ?— preguntó Sara
— Más o menos un par de días.  De un momento a otro recibiré la notificación de mi nuevo destino. Llevo muchos días de vacaciones 

 Dijo esto último riendo.

— Me alegro muchísimo de que hayas venido. Nuestro primer encuentro dejó huella en mi ¿ sabes? Fue muy gratificante el charlar contigo. He de confesarte que cuando te di mi número, no confiaba demasiado en que llamaras, pero he aquí, estás en Madrid 

  Mantenían esta pequeña charla mientras bebían una cerveza

— Tienes un apartamento muy bonito— decía Anderson mientras recreaba su vista por la estancia
— No está mal... Para mi sola..., suficiente. Tengo sitio de sobra.  Te quedarás aquí
— No.   Tengo reserva en el hotel de siempre
—Pues anúlala. Te quedarás aquí—decía riendo Sara— Es lo menos que puedo hacer después de que has venido a visitarme

Charlaron largamente ante un café y una copa de brandy,  después de cenar, hasta altas horas de la noche.

—¡ Oye ! — decía Anderson— Hemos bebido casi la botella entera de brandy
—Ja, ja, ja — reía Sara— La verdad , yo estoy algo achispada

El ambiente entre ellos se caldeaba por momentos.  Se fueron aproximando en sus asientos, y sin saber cómo,  Anderson cogió su cabeza y beso a la chica largamente.  Ella correspondió al beso y a otro, y a algunas caricias,  mientras se dirigían al dormitorio.  Hablaban vehementemente, con palabras inconexas. Suspiros, besos, y ardor en sus vidas...  y en su momento.

La luz del nuevo día les sorprendió abrazados el uno con el otro.  Anderson fue el primero en despertarse.  Mientras contemplaba el rostro de la chica pensaba que no había estado bien su comportamiento.  Demasiado prematuro, apenas la conocía y ya se había acostado con ella.  No era la primera vez que lo había hecho con alguna mujer que conociera en sus viajes, pero en esta ocasión, algo le mortificaba y, no era,  precisamente,  el encontrarse al lado de Sara.

Se deshizo de los brazos de ella, que cambió de postura.  Se levantó y se sentó en el salón. ¿ Por qué se sentía tan inquieto ?  Eran adultos, libres de todo compromiso, y de conformidad por parte de ambos habían tenido una noche tórrida de sexo.  No se sentía incómodo por eso, pero tampoco sabía a qué se debían  tantos escrúpulos que nunca había sentido después de haberse acostado con una chica, a la que apenas conociera, y que se repetía una y otra vez, en sus viajes.  Cogió su móvil que dejó la anoche anterior encima de una mesa, para comprobar si tenía algún mensaje.  Y entonces sin darse cuenta, abrió el icono de álbum y allí estaba la respuesta de su incomodidad : Adela.

Sonriente, en un día de excursión al Lago Ness.  Era una foto robada, cuando ella charlaba despreocupada con Mónica, y ambas reían alegremente por alguna ocurrencia .  Sonrió mientras pasaba el dedo índice por la pantalla del teléfono.  Pensativo trataba de analizar el porqué había guardado esa foto y no había pasado, como todas las restantes, a su archivo en el ordenador.  Pulsó el icono correspondiente, y la puso como fondo de pantalla.  Lucía bonita, pues ella lo era, y en ese instante supo que sentía algo profundo,  por la muchacha triste, que nunca había sentido por ninguna otra.  ¿ Le diría algún día la causa de su tristeza?  Pensó llamarla, pero no ahora, no aquí, porque también a Sara debía un respeto.
Tenía que aclarar sus ideas. Averiguar si era un sentimiento pasajero o algo más intenso, que hasta ese momento no había experimentado.  Su cabeza pensaba deprisa lo que debía hacer, cuando el sonido del correo, distrajo sus pensamientos.  Era de National y requerían su presencia en Mali.  Un reportaje
sobre la forma de vida de aquel pueblo tan pobre, tan dejado de la mano de Dios...  y de los gobiernos, no solo  del suyo, sino también de los occidentales.  Estaba muy lejos y había de incorporarse rápidamente.

Pensó rechazarlo, pero al mismo tiempo necesitaba ordenar lo que iba a  hacer.  No debía precipitarse, entre otras cosas porque ella ya estaba herida por otro amor no correspondido, y debía asegurarse de los pasos a seguir si no quería perderla, también como amiga.

Mientras tomaba un café en la cocina del apartamento, pensaba cómo podía haberse fijado en Adela.  Era una chica bonita, pero tampoco tenía una belleza deslumbrante.  Quizá sus ojos sinceros, al mirarle, mientras le confiaba sus secretos, fuera lo que más llamó su atención.  No deseaba pensar en Adela, puesto que era una causa perdida.  Por mucho que le gustase, tenía que renunciar a ella.

 La forma en que se ganaba la vida, yendo de un lugar a otro, no le permitía unirse a nadie, ya que era difícil convivir estando en distintos lugares,    sin tener un lugar fijo de residencia.  Nunca había pensado en formar una familia, en tener un hogar.  Sabía que mientras tuviera esa profesión, había de  renunciar al amor. Hasta que conoció a Adela y sin darse cuenta, se planteó algo que se había negado.  Le gustaba su libertad y el no estar atado a nada ni nadie.  Pensaba que siempre sería así, hasta que dejase de ser reportero gráfico.  Pero ello constituía su vida.  Le gustaba su trabajo, amaba su profesión, pero también sabía que no había relación que soportase su estilo de vida.  Ni siquiera se lo había planteado.  Buscó nuevamente la foto en el móvil y se quedó mirando el rostro que le devolvía la foto: ese rostro sonriente y aparentemente feliz, aunque él sabía que no era así.

— ¿Podría vivir de nuevo en Escocia. ¿ Haciendo qué? ¿ Soportando las rarezas de mis padres?  ¿Escuchando todo el día que Aleck es un ejemplo a seguir? — pensaba cabizbajo

Sara se presentó en la cocina, interrumpiendo con ello los negativos pensamientos de Anderson,  y dirigiendo una fugaz mirada al móvil de él  que permanecía encima de la mesa

— ¿ Has desayunado ya ? — le preguntó ,la chica
— No, sólo me tomo un café. Ven siéntate, tengo que hablar contigo— dijo a Sara — Verás, he recibido la notificación de la oficina y me tengo que marchar... pronto, muy pronto.  Lo de anoche... fue imprudente por mi parte. No debió ocurrir.  No debí quedarme en tu casa.  Creo que nos superó el momento, y te pido perdón por ello
— No te disculpes.  No me obligaste a nada, te correspondí consciente de lo que ocurría.  Somos adultos y no veo donde está el problema.  Ocurrió y ocurrió, simplemente.  No le des más vueltas. Me gustas, ya te lo he dicho.  Es así de sencillo
— Verdaderamente, ha sido algo consentido por los dos, pero sigo opinando que fue muy rápido.  El caso es que tengo que irme.  Voy a ducharme e iré a comprar el billete para el primer vuelo que salga para allí
— ¿A dónde vas?
— A Mali, a un lugar remoto y conflictivo.  El equipo ya ha salido ..., para buscar alojamiento  y localizaciones
— Supongo que me llamarás alguna vez cuando regreses.  ¿ Me dirás en qué número lo publicarán ? Me encantará conocer tu trabajo.
—Cuenta con ello.  Ahora voy a vestirme. Discúlpame

Mientras él se  aseaba y vestía, Sara pensaba en todo lo ocurrido.  No le había dado importancia a su fugaz romance de la noche anterior, porque no quería que él se sintiera incómodo, pero para ella, había sido importante.  También sabía que era difícil formalizar algo con él.  Tenía un trabajo de nada   fácil  acomodo con una pareja que no fuese de su mismo equipo, estaba acostumbrado a campar libre por esos mundos de Dios, sin nada ni nadie que le atara a un lugar determinado,  pero también presentía que había algo más.  Era atractivo, y que las miradas que de vez en cuando dirigiera a Adela el día de la excursión, eran algo más que simples miradas.  Quizá él no se diera cuenta de ello, pero su sexto sentido la avisaba que él sentía algo por aquella intérprete del hotel de Inverness

Tenía mucho tiempo por delante hasta  tomar el avión que le conduciría hasta Mali. Había mentido a Sara  respecto a la hora de su partida.  Aprovecharía el tiempo para efectuar algunas llamadas.  Habló con sus padres, y con Aleck, recién llegado de su luna de miel

— Hey hermano ¿Cómo estás ? — preguntó a Aleck
— Bien, estupendamente.  ¿ Y tú ?
— Estoy en Barajas pendiente de tomar un avión que me llevará a Mali.  Es un viaje que no me apetece mucho, pero...  el trabajo es el trabajo
— Cuídate, muchacho.  Las cosas están complicadas por allí
— Eso pretendo.  Sólo estaremos, si todo va bien, un para de días. El reportaje no es de conflictos, sino cómo vive la gente, con todas las dificultades, en fin , retratar la vida cotidiana de ese pueblo. Estaremos en Bamako todo el tiempo
— Bueno hermano, ten mucho cuidado
— Da un abrazo a Maureen y otro fuerte para ti.  Oye, se me olvidaba ¿ Sigue Adela trabajando en el hotel?
— Que yo sepa si, aunque creo que desea regresar a su pais.  Desde antes de casarme no he ido por allí.  Entre las elecciones, el viaje y el hacerme cargo de la alcaldía, la verdad es que no tengo tiempo ¿ Por qué lo preguntas?
— Por nada en especial.  La conocí en tu boda y me cayó muy bien.  Quería saludarla. Bueno no te entretengo más. Lo dicho, un abrazo para todos, y no comentes con nuestros padres el destino al que voy.  No quiero que se preocupen por nada
— De acuerdo.   Llama cuando llegues.  Estaré preocupado. Hasta pronto hermano
— Hasta la vuelta,  Aleck

Al terminar de hablar con su hermano, cayó en la cuenta de que había nombrado a su cuñada con la mayor naturalidad, cosa que le costaba hacer,  una vez supo que ella se había decidido por su hermano al establecer una relación seria, que había terminado en matrimonio.  Esbozó una sonrisa, mientras buscaba un número de teléfono en su agenda del móvil.  ¿ Este simple hecho significaba que  había ahuyentado sus demonios ?  Pulso el número que buscaba, y al cuarto toque le respondió una voz suave

— Dígame
— ¡ Hola Adela, soy Anderson !
— ¡ Anderson !  ¿ Por dónde andas? Hace tiempo que no vienes por aquí
— Cierto.  Ahora estoy en Madrid esperando tomar un avión que me lleva a Mali.  Para un trabajo
— ¡ Oh Dios mío. ¡A Mali !  Muy lejos y conflictivo ¿ no ?
— No donde yo voy.  Estaré un par de días solamente.  No corro riesgos, no te preocupes.  Te prometo que cuando vaya por allí, iré a verte
—Eso espero. Tengo que salir con el grupo. Me has pillado de milagro.  Me alegro enormemente hablar contigo.  Nuestro último encuentro no fue muy... cordial
— Ya está todo olvidado. Te mando un abrazo, que te daré cuando nos veamos
—Por supuesto. Cuídate mucho, y no te olvides de llamarme, al menos, de vez en cuando
— Ok.  Eso haré.  Hasta la vuelta
-—Adiós Anderson



domingo, 26 de marzo de 2017

Nadie hablará de mí cuando ya no esté - Capítulo 8 - Azul frente al azul


Las jovencitas estaban entusiasmadas al contemplar la magia del paisaje del Lago Ness. Inquietas y nerviosas, preguntaban constantemente a Anderson  cuándo iba a aparecer el famoso monstruo, lo que provocaba grandes carcajadas en el fotógrafo

— Chicas no  molestéis, por favor— reprendía  Mónica
— No.   Estoy encantado con ellas. No te preocupes, no me molestan en absoluto— contestaba él

Sacó fotografías del grupo de chicas , de las monitoras  y de Adela.  Para ella puso más dedicación, y a través del objetivo la veía linda, aunque en su rostro se reflejaba algo de... ¿ Qué ?...    Pero quizá fuese eso lo que la hacía más atractiva para el fotógrafo.  Esperaron pacientemente a que las chicas corrieran de acá para allá con la energía que sólo la juventud puede derrochar.  Sentados en unas piedras, los adultos charlaban animadamente.  Sara procuró sentarse al lado de Anderson.  Algo especial  sentía por el fotógrafo, que también la prestaba más atención que a Mónica e incluso a Adela.  Ella se daba cuenta del juego de la monitora, y a su nostalgia por Aleck, se unió el malhumor por las intenciones de la chica


— Es una descarada. ¿ Qué pretende?  Bueno en realidad lo sé. ¡Pero si se van pasado mañana!...No me gusta esta chica...  la veo demasiado...   atrevida, eso es, por no decir otra cosa peor— pensaba Adela mientras contemplaba el paisaje con la mirada perdida en el horizonte.

A la hora indicada  regresaron al restaurante para almorzar. Mónica y Adela charlaban de cosas intrascendentes. Anderson y Sara, por otro lado, de cosas referentes al apasionante trabajo del escocés.  Ella mostraba gran interés, cosa que extrañó al chico, pero como la veía extrovertida, tampoco le dio demasiada importancia

— ¿ Cuál será tu próximo viaje?— le dijo Sara
— No lo sé aún. Me he tomado unos días de vacaciones para asistir a la boda de mi hermano.  Normalmente voy por libre, aunque mis trabajos se basan principalmente en reportajes para National
—¡ Cómo me gustaría tener un trabajo como el tuyo ! —contestaba Sara, mientras los ojos de ambos se encontraban
— Me parece que lo idealizas mucho.  Es bastante duro y pesado.  Hay veces que las jornadas son de horas y horas. Hay muchos días que tienes que acampar en pleno campo, según sea el reportaje. Otras veces, sin embargo, es muy gratificante. Por ejemplo cuando has de fotografiar a modelos, o estrellas famosas.  Aunque no creas...,  también ellos tienen sus pegas
— ¡ No me lo puedo creer ! ¿ También retratas a las celebrities?   ¡¡¡ Wau !!!

  Anderson estalló en una ruidosa carcajada que hizo que  Mónica y Adela  volviesen la cabeza en su dirección


—¿ Qué le causará esa risa ?— comentó Mónica — Seguro que alguna payasada de Sara
— Seguramente— dijo de malhumor Adela

En la mesa del comedor, Sara y Anderson se sentaron juntos y enfrente de ellos Adela y Mónica.
Adela miraba de reojo a la pareja que tenía frente a ella .

— Se le ve encantado de la vida. ¡ Los hombres !  Pierden la cabeza ante una escoba con faldas.  Son todos iguales— pensaba  Adela,  mientras aumentaba por momentos su disgusto por la escena de la pareja.

— ¿ Tomas una copa conmigo cuando las chicas se acuesten?— preguntó Anderson a Sara
— Lo siento, y bien que me gustaría, pero no puedo. Mónica y yo, tenemos que cuidar de las fierecillas que tenemos a nuestro cargo
— Ya... Es lógico...  tenéis responsabilidad— respondió él
— ¿ Irás por España alguna vez?
—Posiblemente.  He estado en varias ocasiones, y  quién sabe... es fácil que así sea
— Bien, pues si vas,  toma nota de  mi número de móvil. Allí mi responsabilidad termina al acabar la clase y recobro mi vida privada

Anderson grabó en su móvil el número de la chica.  De momento no tenia trabajo que tuviera que desplazarse en esa dirección, pero una idea cruzó por su cabeza:

 — Igual me da pasarme un par de días por allí, en lugar de estar en Inverness.


Las monitoras y su grupo regresaron  a España y la normalidad volvió al lugar.  Adela estaba algo molesta con Anderson por la atención prestada a Sara , que en su opinión era excesiva.  Para ella sólo tenía las palabras justas, y aquella corriente de simpatía que se originó al conocerse,  había desaparecido.  El se mostraba más distante e incluso a penas se veían.  Anderson  frecuentaba la casa de sus padres una vez restablecidas las relaciones, y Adela seguía con su trabajo con los turistas y con el hotel.  Seguía pensando en regresar a Madrid, máxime ahora que definitivamente nada se le perdía en Escocia.  Un día al terminar su jornada laboral, Anderson se personó en el hotel

— ¡ Dichosos los ojos que te ven ! — Le saludó Adela al verle
— Si, tienes razón.  Hace días que debía haber venido, pero ¿sabes?, mi padre no anda muy bien de salud, y me daba pena dejarles solos , hasta que Aleck regrese de su luna de miel.  Haré un viaje a España y después de estar un par de días allí, regresaré al trabajo.  Estoy esperando me comuniquen mi nuevo destino
— Claro, haces bien. Aprovecha la ocasión que te sirvieron en bandeja— le dijo Adela con acritud
— Oye... ¿ Puede saberse qué te pasa?
—Nada, a mi no me pasa nada.  Pero te quedaste coladito por Sara, y de no haber sido por las chiquillas hubieras ligado desde aquí
— Creo que eso no es asunto tuyo.  No eres ni mi madre, ni mi hermana, ni nadie de mi familia para reprocharme nada. Soy un hombre libre, ella también, somos adultos y podemos hacer lo que nos venga en gana
— Tienes razón, perdóname. ¿ Quién soy yo para gruñirte? Te ruego me disculpes.  Deseo que te vaya bien en mi país.  Yo no tardaré mucho en regresar.  Y ahora si me disculpas, tengo que irme
— ¿ Por qué te vas ? Discúlpame tú también.  He sido grosero. No debí contestarte de ese modo
— No.  La impertinente he sido yo. No debí meterme en tu vida. Pero, es que aquel día lo pasé mal, tenía recuerdos dolorosos y el veros tan, tan...  no sé cómo decirte.. me recordó algo y aún me dura
— ¡ Vaya, lo siento ! ¿ Firmamos la paz ?  Me gustas mucho y me gustaría que fuéramos amigos.  Hay algo en ti que me inspira confianza, pero tu te muestras, a veces, muy reservada, y no te entiendo muy bien
— ¿ Me ves reservada ? Yo creo que no  lo soy. Enseguida te conté mi problema
— Cierto, pero hay algo... Bueno, será mejor que lo dejemos ahí ¿ Quieres tomar algo ?
—No gracias, te lo agradezco, pero me retiro ya.  Estoy muy cansada. Hoy he tenido un grupo muy grande y hemos ido hasta Edimburgo, así que estoy loca por meterme en la cama
-—Ya...  Bueno... Pues entonces nos despediremos. No sé cuando regresaré. No sé a dónde voy a ir ni cuanto tiempo estaré fuera de casa.  Me gustaría que no perdiéramos la comunicación.  Te doy mi número de teléfono por si quieres contactar conmigo, podríamos charlar aunque fuera un breve momento
— Claro, toma también el mío.
— ¿ Me dirás cuando te marcharás ?
— En cuanto lo sepa.  Estoy hecha un lio, y no se qué hacer.  Si regreso a Madrid me matricularé en alguna facultad ,  pero no sé siquiera lo que estudiar.  Como verás estoy bastante despistada de todo.
— Tienes tiempo. Eres muy joven, podrás hacer lo que quieras. ¿ Puedo preguntarte la edad?
— Claro, todavía la puedo decir.  Tengo veinte años
— Te llevo ocho. Eres como una hermana pequeña que me hubiera gustado tener
— ¡ Eres muy viejo ! — dijo riendo a carcajadas
— Menos mal que te ríes. Tienes una sonrisa preciosa, no la ocultes.  Haz que los mortales disfrutemos de ella
—¡ Qué galante ! Gracias, eres muy amable
— No, no es amabilidad. Es cierto

Y así, entre piropos, bromas y risas, estuvieron charlando hasta muy tarde.  Tan absortos estaban en la conversación, que no se dieron cuenta que se habían quedado solos en el bar del hotel, y los camareros les miraban con caras de pocos amigos

— Creo que debemos irnos, o nos echaran a palos— dijo riéndose Anderson
— No me había dado cuenta de lo tarde que es. Mañana tengo que madrugar.  Hay turistas a la vista
— Pues vayámonos. Te acompaño hasta tu habitación.  Es tarde  y no vaya a ser que te encuentres con algún patoso que llegue algo bebido
— ¡ Qué galante ! Eres mi caballero andante— respondió ella mirándole y sonriendo

Anderson, la miraba fijamente con rostro serio. Miraba  detenidamente sus bonitos ojos,  su boca, su pelo...
Ahora la tenía más cerca y podía examinarla con detenimiento.  Quizá fuera la conversación distendida que habían mantenido, o quizá fuese que no la había mirado fijamente hasta esa noche.  Se hizo un silencio entre los dos, y fue Adela quién lo interrumpió

— Bueno... pues vayámonos

Y lentamente se encaminaron hacia el ascensor.  El la cogió del codo y ella no dijo nada.  Le agradaba ese muchacho y la forma delicada con que la trataba.  Era simpático y cariñoso. Tenía conversación fácil y era divertido.  Gracias a eso, había olvidado por unas horas el rostro de su hermano, de Aleck. Era su secreto, nunca le diría que fue él quién le había robado la tranquilidad.  Le agradaba tenerle como amigo.  Era de esas personas en quién se podía confiar: abierto, sincero y noble.

—Decididamente, me gusta.  Si, me gustará que sea mi amigo.  De esos en los que puedes llorar sobre su hombro cada vez que lo necesites. ¡ Lástima que cada uno vayamos por cada lado !  Sería estupendo coincidir en un mismo lugar

Pensaba Adela mientras llegaba el ascensor que la conduciría hasta su habitación

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