domingo, 29 de enero de 2017

Keira y el Dr. O'Reilly - Capítulo 13 - Falsas esperanzas

El timbre de un despertador, rompió la magia de aquella noche. Keira abrió los ojos y se encontró con otros grises como el plomo, que la observaban.  Ella tenía su cabeza recostada en el brazo de él. Le sonrió y acarició su mejilla, pero Aidan no  la sonrió y rehuyó su caricia.  La sonrisa, se congeló en la boca de Keira, que no comprendía lo ocurrido, después de haber vivido una noche de intensa pasión.

- ¿ Qué pasa ? - le dijo preocupada
-Se me hace tarde.  He de irme. Se me había olvidado decirte que esta noche tengo guardia, así que hasta mañana no vendré-. Se levantó de la cama, se puso el pantalón del pijama y salió de la habitación como si se tratara  de lo más normal .


Keira se cubrió con una bata y corrió tras él, sin comprender  a qué se debía esa actitud tan agria, tan seca y tan distinta a su comportamiento de la noche anterior.  Ella no le había pedido que fuera hasta su cama; fue él quién acudió a su habitación.  Le agarró de un brazo e hizo que se detuviera para pedirle una explicación

- ¿ Me puedes decir  qué te pasa? ¿ Qué es lo que ocurre ?
- No ocurre nada
- Entonces ¿ por qué esta actitud ?
- Cuando acordamos todo, te dije que cumpliría con mi obligación como esposo. Anoche fue nuestra noche de boda, así que cumplí con lo que me comprometí.  Eso es todo
- ¿ Me estás diciendo que lo hiciste por obligación? ¿ Es eso ?
-Exactamente como lo has oído
- No te pedí nada, no te puse ninguna condición.  No tenías necesidad de fingir algo que no sientes. Ya sabía donde me metía, pero lo de anoche ¿ de verdad lo fingiste ? Porque no te creo. No quiero pensar en otra cosa, porque entonces me volvería loca
- Piensa en lo que quieras, me da igual
- Está bien. Corre a refugiarte a donde vayas. Acuéstate con otra, haz lo que te venga en gana.  Pero de una cosa estoy segura : no volverás a meterte en mi cama.  Te relevo de esa obligación, no te preocupes.  Sigue soñando despierto

Se metió en su cuarto dejándole plantado en el pasillo que conducía a su dormitorio.  Keira se vistió rápidamente, y tan aprisa como pudo, salió a la calle. cogió su coche  sin saber dónde ir.  Era muy difícil  explicar todo lo vivido la noche anterior.  Sólo cabía una explicación: creía estar haciendo el amor con su mujer.  Porque de otra manea no se lo explicaba.  No le cabía en la cabeza la pasión que la demostró, las ardientes caricias sobre su cuerpo, los besos apasionados sobre su boca ¿ todo mentira ?.  Ningún contrato te obliga a pone el alma en ese acto. Eso significaba que siempre sería así.  Pero se hizo una firme promesa:  por muchos deseos que tuviera, no volvería a ceder ante él. No volvería a poner sus manos en su cuerpo, ni su boca la besaría.  Más extraños que nunca conviviendo y fingiendo ante su hija, lo que era una situación mucho peor que cuando eran simplemente jefe y empleada.  Porque no podría fingir tanta indiferencia delante de la niña, que veía a un papa y  una mama, sentados juntos celebrando una boda.

Tuvo que aparcar el coche en una calle, porque los nervios y la desesperación , hacían que no se concentrara en la conducción, y estuvo a punto de saltarse un semáforo en rojo.  Apoyó la cabeza sobre el volante y dio rienda suelta a la opresión que sentía en el pecho.  Y las palabras de James resonaron en su cabeza.  Pero¿ cómo acudir a él y explicarle todo lo ocurrido anoche y hoy por la mañana ?.  Era tan irreal que nadie la creería.  Había abandonado la esperanza de que al fin Aidan fuese suyo; estaba claro, siempre amaría a la difunta, nunca  a otra mujer, sino que las utilizaba como mejor le conviniese.  Ella había sido una ingenua al creer que después de unas caricias, llevaría, al fin, una vida de verdadera pareja.

¡ Qué ridículo más extraordinario había hecho, y cuánto se habrá reído de ella !  Un agente le llamó la atención por si la ocurría algo

-  Lleva aparcada llorando durante mucho tiempo ¿ Le ocurre algo ? - No sabía qué decirle
- No agente.  Acabo de recibir una mala noticia y me he puesto nerviosa, y he preferido aparcar hasta que se me pasen los nervios.  Me da miedo cometer alguna imprudencia.
-¿ Desea algo, un café, un té ?
- No muchas gracias.  Estoy más tranquila.  En cinco minutos me voy.  Muchas gracias por ser tan amable, de verdad que necesitaba una palabra de afecto. 
- No hay de qué, señora. Es mi trabajo



Le saludó y arrancó el coche.  Tenía que ir a recoger a Stella.  Miró su reloj y comprobó que era más de mediodía ¿ Cuánto había estado ahí? Había perdido la noción del tiempo. Su teléfono móvil sonó y al ir a cogerlo, vio que la llamada era de Aidan, así que colgó sin responder.  Temía que  Molly la notara  alterada, por eso conducía despacio, perseguida por los conductores que por ir detrás de ella, iban a paso de tortuga.  Molly la recibió con cariño, pero no le pasó desapercibido que sus ojos estaban irritados y su sonrisa era triste y apagada.  No quería ni pensar que todo hubiera sido un fracaso en su primera noche juntos.  Stella llegó corriendo como un torbellino y se abrazó a las piernas de Keira. Al menos ella la quería, y por ella haría cualquier sacrificio, pero en la intimidad serían dos extraños.

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