martes, 10 de enero de 2017

Matrimonio por contrato - Capítulo 4 - El viaje

Mientras la  llevaba en brazos, herida por el corte, sentía su proximidad. Nunca la había tenido tan cerca, a pesar de llevar más de un año casados.  Ella reclinó su cabeza en el pecho de él, sin poder evitar ese contacto tan ansiado por ella.  Los cabellos de Phoebe le rozaban el rostro y por primera vez aspiró su perfume: agua de rosas.  Por primera vez, comprobó la fragilidad de su cuerpo; era como una pluma entre sus brazos fuertes y poderosos, y por primera vez sintió lástima por aquella joven, que era su mujer, pero inmensamente desgraciada, atrapada en una jaula de oro, pero con las alas cortadas.  Cortadas por su propia familia ¿ acaso él era libre ? Tampoco lo era, a pesar de las prostitutas, borracheras  y amigotes que frecuentaba.  Era su evasión para acallar la conciencia por haber aceptado ese matrimonio injusto y no deseado, pero también por el sacrificio de aquella muchacha sin la personalidad suficiente para resistirse a su familia.

¿ Acaso él lo había hecho ? Bastó que su padre le presentara una visión de placer, lujo y dinero, para que cediera a ese matrimonio que nunca debió celebrarse.

El día anterior, le había llamado aparte y le había reprochado que a pesar del tiempo transcurrido desde su matrimonio, aún no tenían hijos, y eran necesarios para continuar con el apellido

 - ¿ Acaso tienes alguna dificultad para engendrar? Pues si es así acude al médico. O acaso ¿ es ella la que no sirve? Ponte a ello cuanto antes

La depositó en la cama, mientras él iba al botiquín a por alcohol y algodón con que desinfectar la herida.. De rodillas ante ella, levantó su pie herido y comprobó que el corte era muy profundo y que probablemente  tuviera alguna esquirla clavada

- Mañana deberás ir al médico. Te curaré de urgencia, pero deben examinarte la herida.
- Está bien-  fue lo que replico

Observó como ella retorcía la colcha de la cama, cuando él vertió un chorro de alcohol en la herida, pero ni un sólo quejido salió de su boca.  La miró al hacerlo, pensando que chillaría de dolor, pero no fue así, sólo dos gruesas lágrimas salieron de sus ojos, algo que a Steve le conmovió.  Muy lejos estaba de saber que aquellas lágrimas no eran de dolor por la herida, sino por su frialdad, por su indiferencia, por la falta de su marido hacia ella, de alguna palabra cariñosa de la que estaba necesitada.  La vendó el pie, y con sumo cuidado volvió a cogerla y la llevó hasta su habitación.  La ayudó a acostarse y dándola un beso en la frente, salió del dormitorio. Ella sonrió,  cuando él salió por la puerta, una sonrisa que más bien era una mueca.. Él perplejo por su propia actitud.  De pronto, mientras recogía todo lo que había utilizado para curarla, pensó que había sido muy blando, que le había conmovido la pasividad de ella y la sumisión inalterable al destino que otros habian trazado de su vida.  Nunca se había parado a pensar en ello, y algo por dentro  comenzó a abrirse paso que no lograba explicar, pero a lo que no estaba dispuesto a ceder. Lo cortaría antes y con antes.  Esa sensiblería no iba con él. Pretextaría un viaje relámpago, y al dia siguiente sin falta, partiría hacia Windsor, a visitar a su amigo Robert, que le había ofrecido su casa en varias ocasiones.  Si, eso haría.  Basta ya de gazmoñerías.  Eso no iba con él.


Escribió una nota,  que creía obligado, , que entregarían a su mujer cuando se despertara al día siguiente. Dio órdenes a Nelson, su mayordomo, de que la  acompañase  a una clínica y le examinasen el pie. Y al día siguiente muy temprano, emprendió viaje a Windsor. Antes de entrar  en el coche que le conduciría a casa de su amigo, dirigió la mirada hacia la ventana del dormitorio ocupado por Phoebe, no había nadie tras los cristales; seguro estaría dormida.

Nelson entregó a la señora la misiva que le había confiado y,  le indicó  que había dado órdenes expresas de llevarla  a una clínica .  Ella aceptó y después de desayunar, Nelson la llevó a la clínica del doctor Mortimer, para que procedieran a su cura.. Andaba con dificultad, ya que el corte lo tenía en la planta del pie.  Tuvo que apoyarse en el brazo de Nelson para poder caminar.

Fue atendida por el hijo del titular de la clínica: el doctor Spencer. Era un hombre joven y bien parecido, simpático y extrovertido, que amablemente examinó la herida, y comprobó que, efectivamente , tenía una esquirla clavada, que tenía que extraer.  La cura fue larga y dolorosa, y en esta ocasión, si exhaló algún débil quejido.

- No deberá apoyar el pie en el suelo durante unos días.  He tenido que suturar la herida. Vuelva por aquí en tres días y veremos cómo va la evolución.  Escueto, muy profesional, pero Phoebe se detuvo unos instantes en examinar su rostro.  Era de aspecto agradable, a pesar de haber sido bastante seco ante ella.  La condujeron en silla de ruedas hasta el coche que la llevaría nuevamente a su domicilio.

A los tres días, como indicó el médico, se personó nuevamente en la clínica, pero ésta vez, el doctor Spencer, se mostró más locuaz.  Ambos sintieron simpatía mutua al instante.  La herida llevaba su curso normal y la cito para unos días después y si no había complicaciones, le quitaría los puntos.

Durante ese periodo de tiempo, no recibió ni una sola llamada de su marido, ninguna carta, nada que demostrase que sentía algún tipo de interés por ella.  No le extrañó demasiado, dada la frialdad en la convivencia conyugal.  Sin darse cuenta, estableció comparaciones con el doctor que la atendía. El médico había sido amable y simpático e incluso había pasado a visitarla para que ella no tuviera que molestarse en acudir a la consulta.


Y así pasaron los días y se convirtió en amistad lo que fuera atención médica.  Se les vio en alguna ocasión acudir al teatro o en algún salón te té.  El siempre se mostraba atento con ella.  Phoebe siempre guardaba las distancias, pero aquel hombre le daba lo que su propio marido le había negado, y que, al menos, era lo mínimo que podía esperar. amistad..  Estaba sola en la ciudad, sin a penas amistades, sin familia, sin marido y con una infinita tristeza por ella misma.

Steve se presentó de improviso una tarde.  Hasta él habían llegado rumores de la amistad de su mujer con un joven doctor.  Pero ella no estaba en casa; había salido a tomar el té con la hermana del doctor Spencer con la que mantenía relación de amistad.

Estaba furioso. ¡ Cómo era posible que no estuviera en casa a estas horas! Y aún tuvo que esperar un buen rato, hasta que ella llegó poco antes de la hora de la cena.  Salió a su encuentro, enfadado, sorprendiendo a su mujer que no le esperaba

- Al despacho, ahora -fue todo su saludo.  Ella obedeció sin pronunciar palabra, sin siquiera decirle ¡has vuelto !.  Nada salió de su boca. Entró y la indicó que se sentara.

- Hemos de hablar
- Ya veo - respondió ella mientras se quitaba el abrigo
- Hasta mis oídos ha llegado la noticia de que tenias  amistad con un médico.  Creo que tendrás algo que decir al respecto
- Nada en absoluto. Es el médico que curó mi herida del pie, quién se preocupó de su  seguimiento , y nos hemos hecho amigos.  Lo que haya llegado a tus oídos, no me importa en absoluto. ¿ No fuiste tú quien en nuestra noche de bodas, dejaste claro que podíamos hacer nuestra vida como creyéramos? Bien pues la estoy haciendo
- Pero también te dije que con discreción
- Y así lo hago. Nos mostramos en público, la mayoría de las veces nos acompaña su hermana, por cierto también tengo amistad con ella. Tú ni siquiera te dignaste  enviarme una nota o algo que indicara que te preocupabas por lo que me había ocurrido. No te importo lo más mínimo, pero sí tu prestigio, tu buen nombre.  Puedes estar seguro, que tu nombre está tan limpio como siempre.  No tengo nada de que avergonzarme y has de saber que no pienso cortar mi amistad con Spencer. ¿ Puedes tú decir lo mismo ? Cuando nos casamos sabía lo que hacias, con una diferencia: pensaba que con el paso del tiempo llegarías a quererme.  No ha sido así, por tanto no eres quién para reprocharme nada.  No hay motivo para ello, lo creas o no, pero francamente no me importa lo que pienses.  Y ahora si me disculpas, voy a retirarme



Dio media vuelta y salió de la habitación dejando a su marido con la boca abierta. ¿ Quién era esta Phoebe? No era la chica sumisa que había dejado hace días ¿ qué o quién había cambiado a su esposa ?

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