lunes, 30 de enero de 2017

Keira y el Dr. O'Reilly - Capítulo 15 y último - Una gran familia

La noche era eterna, la espera larga. Keira no podía dormir, así que comenzó a trazarse una especie de ruta de trabajo.  Y pensaba:

- Su guardia finaliza a las ocho de la mañana.  Mientras da los partes, se cambia y charla con el siguiente turno contando las incidencias de la noche, serán las nueve, aproximadamente cuando salga. Debería llegar a casa a las nueve y media.  Bien, a las ocho comenzaré a prepararme.  He de estar seductora para él. ¡ Dios mio ! Ni en mil años hubiera imaginado los sentimientos que guardaba para mi. Ni la lucha constante al sentirse responsable de algo de lo que no  tenía culpa alguna. Y yo creyendo que le era indiferente. Debió buscar ayuda y se hubiera ahorrado tanto tiempo de sufrimiento por lo irremediable. Bueno, basta ya de pasado. Ahora hemos de pensar en el presente.

Y pensando, pensando, al fin pudo conciliar algo de sueño. Un sueño intranquilo en el que mezclaba las imágenes de su boda, su primera noche juntos y la fotografía de la fallecida.  Ésto último hizo que se despertara. Y como si de un aviso del más allá se tratara, miró el reloj y comprobó que ya eran las ocho y debía ponerse en macha.  Se dio un baño de sales para relajarse.  El olor a rosas invadió su olfato y sonrió divertida. Se secó el cabello con rapidez, se había entretenido demasiado.  Buscó entre su ropa el camisón más seductor, se perfumó y se metió en la cama nuevamente.  Se haría la dormida cuando él llegara.


Y no tuvo que esperar mucho, cuando oyó unos pasos rápidos que subían la escalera que conducía a los dormitorios.  Primero escuchó el abrir de una puerta y cerrarla en un segundo.  A continuación unos pasos ligeros que llegaban hasta su habitación

- Aquí está, ha llegado- se dijo

Y efectivamente, la puerta se abrió dando paso a un Aidan sonriente  que miraba a la bella durmiente.  Se metió en la cama y suavemente, aproximó su cuerpo al de ella, que no pudiendo contenerse más se giró y se abrazó a su cuello.  Los besos y las palabras de amor, brotaban de los labios de ambos.  Eso era el paraíso. Aidan tenía prisa, prisa por besarla, por acariciarla, por hacerla suya.  Eran como dos adolescentes que tienen por primera vez una relación amorosa.  Y en cierto modo, así era.

Después de la explosión de amor y deseo, ya calmados, tomados de la mano, Aidan la preguntó:

- ¿ Por qué te has acostado en esta habitación?  Esta no es la nuestra
- No me dijiste nada, pensé que no te gustaría que me tomase esa libertad sin consultarte.
- ¿ Aún no me crees?  Pensé que había quedado claro ayer. Esta habitación es para la Keira tutora, pero ahora eres mi mujer.  No es para ti, no es  para nosotros.  Por cierto, mañana vendrán con unos muebles.  Sólo tendrás que indicarles dónde van
-¿ Unos muebles? No me habías dicho nada, ni sé tampoco dónde van
-Es un nuevo dormitorio y van en la habitación que será de los dos.  Todo nuevo, como nueva será nuestra vida de ahora en adelante

Y Stella cogida de la mano de Keira, que reclinaba su cabeza sobre el hombro de Aidan, contemplaban el resultado de la nueva decoración del dormitorio, totalmente reformado.  Sería un nuevo comienzo, pasando una página amarga..

Y poco a poco, paso a paso todo volvía por su propio peso a la normalidad. Aidan estaba mas sereno, más sonriente, más tranquilo.  La complicidad con su esposa era perfecta. Se conocían más y mejor, y  la niña se había vuelto más revoltosa, más juguetona, más alegre.  Un día, mientras esperaban la llegada de Aidan, Stella hizo una pregunta  a Keira que no supo responder.

- ¿ Quieres ser mi mama? Todas las niñas en el colegio me preguntan si lo eres y yo no sé qué decir.  ¿Puedo llamarte mami ?


- Verás tesoro. Sabes que tu mamá verdadera está en el cielo con las estrellas y desde allí te cuida y te protege.  Me encantaría que me llamaras mami, porque te quiero muchísimo y nada me alegraría más, pero creo que eso se lo debes preguntar a papa.  El quería mucho a tu mamá y posiblemente no le agrade mucho que me lo llames a mi. Si te diera su permiso por supuesto que serías mi hija del alma.  Ven aquí y abrázame.  Te quise desde que te vi por primera vez y siempre te querré.

Cuando llegó su padre se lo preguntó de improviso y él, sorprendido, tardó unos segundos en reaccionar.  No esperaba una pregunta así en una niña tan pequeña.  Keira salió de la habitación al escucharlo.  No quería influenciar a nadie con su presencia, y sabía que para Aidan era muy incómodo.  Pero se equivocaba, él estaba deseando  que fuera su madre, pero no quería presionar a la niña tomando él la iniciativa.  Sabía de los sentimientos que unían a las dos, y que sería una alegría enorme para Keira, pero debía ser Stella quién adoptase esa decisión.  La tomó sobre sus rodillas, y aproximadamente le dijo las mismas palabras que empleara Keira. La niña interpretó que daba su aprobación y lo mismo que un rayo, salió corriendo en busca de Keira, mientras repetía unas palabras que emocionaron a su padre

- Mami, mami, mami

Keira alarmada, creyendo que lloraba por haber sido contrariada, salió en su busca y ambas se abrazaron, cuando Stella de un salto se agarró a su cuello besándola en las mejillas.  Era la primera vez que la abrazaba y la llamaba mama. No podía reprimir el llanto de emoción que ahogaba su garganta. Giró la vista en dirección a Aidan y le vio emocionado también, contemplando la escena. Habían luchado por esa niña.  Ella fue el motivo de su unión, aunque escondieran sus verdaderos sentimientos, pero Stella fue el motor de todo, el ángel que guió sus pasos.  Las dos corrieron hacia donde estaba Aidan y los tres se fundieron en un abrazo.

Aidan se vestía con rapidez la ropa de quirofano, pero esta vez no era el médico sino un ayudante de su mujer. Keira estaba dando a luz y debía estar con ella en el paritorio.  Nunca había vivido una situación igual, ya que la llegada al mundo de Stella, le pilló trabajando en una operación grave, y fue Molly la que estuvo junto a su hija.  Pero en este parto ayudaría a su mujer, aunque no sabía si podría resistirlo. Él , acostumbrado a ver tantas cosas en los quirófanos, temblaba como una hoja cada vez que a Keira le venía una contracción.  Fueron seis largas horas de parto agotador las que duró el viaje a la vida de su hijo, de su segundo hijo. ¡ Le había deseado tanto, necesitaban ese hijo para reforzar su unión !, y el día que su amigo ginecólogo les confirmó la noticia, no pudo resistir tanta emoción y cuando llegaron a casa abrazó a su mujer y se puso a llorar como un chiquillo.  Después, cogidos de la mano, anunciaron a Stella que iba a tener un hermanito.  La niña daba saltos de alegría imaginando que ella ayudaría a su mami a atender al pequeñajo, como ella le llamaba.



Por fin, con un último empujón salió Arthur O'Reilly. Llorando a todo pulmón, algo que hizo sonreír a sus padres.  Aidan secaba el sudor de la frente de Keira y emocionado le daba la gracias por tantas cosas buenas que había llevado a su vida, una vida condenada a una oscura soledad, pero que ella llenó de luz.

Por expreso deseo de Keira, quiso poner ese nombre,  del abuelo materno,  como compensación a la hija que perdieron.  Cuando Aidan salió con él en brazos para mostrárselo a los abuelos y a Stella, una emocionada Molly, se abrazó a él y les dio las gracias por ello.

-Dale las gracias.  No me engañé con ella.  Os ha hecho felices a ambos y por tanto también lo somos nosotros. Bendito sea el día que la encontraste y entró en nuestras vidas.

A los tres días Keira salió del hospital llevando en brazos a Arthur junior y cogida de la cintura por su marido.  Todos los empleados de la casa,  más los abuelos y James, les dieron la bienvenida con alegría y emoción.  Todos recordaban de la forma tan rocambolesca en que se había iniciado lo que les había llevado a formar una familia con un amor inmenso entre ellos.  Nadie daba un centavo por el resultado de ese matrimonio absurdo.  Todos temían una hecatombe, pero es sabido que el amor todo lo puede y ellos supieron encontrar el rumbo de sus vidas. ¡ Cómo imaginar que terminaría en este acontecimiento, lo que comenzó con un médico salpicado de vómito por una chica en urgencias y que la casualidad reunió un tiempo después.


Dos años más tarde se volvería a repetir la misma situación Aidan junior y  Belinda O'Reilly, llegaron juntos de la mano. Ya eran familia numerosa: tenían cuatro hijos

Desde las estrellas, una joven madre, muerta prematuramente, sonreía al ver que su pequeña,  por fin había encontrado a una mamá que la sustituía. Ella  hizo que el destino tomara parte en esa partida, y esas almas se encontraran para unirse. ¡ Bien hecho, familia ! Es todo lo que dijo antes de que su cara sonriente se difuminara en el vacío.

 Y así fue la historia de una joven tutora y de un serio y ceñudo doctor que unieron sus vidas de una forma extraña, pero que supieron formar una maravillosa familia en la que reina el amor entre ellos y en cuantos les rodean.



                       F    I    N

Autora:  1996rosafermu
Editada:  En  2016
Fotografías:Internet

DERECHOS DE AUTOR  RESERVADOS


Keira y el Dr. O'Reilly - Capítulo 14 - El perdón de O'Reilly

Hasta tres llamadas telefónicas hizo Aidan a Keira, sin que ésta contestase a ninguna de ellas. Estaban cenando la niña y ella, cuando un descompuesto doctor, se presentó de improviso en casa.  Como ocurrió en otra ocasión, venía con el pijama verde, sin duda había hecho un alto en su guardia.  Tenía necesidad de hablar con ella, pero al no atender al teléfono se vio obligado a acudir a su casa.  Sabía que su comportamiento no había sido el correcto, no en su noche de boda, sino al día siguiente.  Tenía una gran lucha interior, pero no quería pedir ayuda a quién únicamente podía dársela y esa persona era su esposa actual.  Pero con el comportamiento que había tenido, dudaba mucho que quisiera dirigirle la palabra.

Tenía que haberla dicho, que no hubo fingimiento en su comportamiento, que dejó libre su sentimiento hacia ella, que era más profundo que lo que él mismo imaginaba.  Que no había pensado en su otra mujer, y que era muy consciente de que estaba con Keira.  Que sus deseos eran por ella y no por otra-  Pero también se debatía en un mar de dudas ¿ hacía lo correcto ? ¿ el amar a otra mujer era faltar la memoria de ella ?  Aún no estaba curado de su ausencia, y además la situación era totalmente nueva para él.


Hubiera deseado tener otra clase de boda,  Ella se lo merecía, pero algo en su interior se revelaba y martillaba su cabeza diciéndole que ella estaba muerta y los demás divirtiéndose.  Por mucho que sus suegros hablaran con él, no terminaba de entender por- qué no podía salir de ese laberinto que era su vida. No comprendía por- qué culpaba a Keira de la pasión que le inspiraba, cuando en realidad ella no hizo nada por traerle a su dormitorio.  Fue el desasosiego que sentía quién dirigió sus  pasos hacía su cama.

Cuando la vio ante el juez, le pareció la mujer más bonita  del mundo, pero ¿por qué estaba tan distante si la deseaba.?  Su corazón le dictaba unas palabras que su boca no pronunciaba. Cuando al fin se decidió ir en su busca, al verla acurrucada en la cama, la ternura le ahogaba y se dejó llevar por lo que verdaderamente sentía hacia ella.  No quería reconocer que se había enamorado de Keira, que deseaba estar con ella y decirle las palabras más tiernas que supiera. Pero al mismo tiempo rechazaba ese noble sentimiento acordándose de su otra mujer, la madre de Stella.

Había pasado el día intranquilo al no poder hablar con ella.  No le había respondido a ninguna de sus llamadas, y eso que sabía que eran de él.  No le extrañaba  que no quisiera verle, después de las frías frases que le dijo por la mañana.  Pero ¿ y si la hubiera ocurrido algo? ¿ Otro accidente de coche ?  No quería ni pensar en ello, pero cada vez que no recibía respuesta, una intranquilidad agobiante, invadía su cuerpo. En vista de que no obtenía respuesta de Keira, decidió en un descanso, acercarse hasta su casa, aunque solo fuera para comprobar que las dos estaban bien.  Y así lo hizo y al decirle que estaban cenando en el comedor, respiró tranquilo y fue a reunirse con las dos.

- ¡ Papi ! - corrió Stella hacia su padre que la abrazó fuertemente- Después soltando a la niña se dirigió hacia Keira, que impasible terminaba su cena. Cundo estaba a su altura abrazó la cabeza de su mujer, depositando un beso en ella.  Pero Keira no se inmutó, y Aidan pensó que tenía que darle una explicación.  No podía volver al hospital y dejar las cosas así.

- Stella ve con Felicity, por favor. Keira y yo tenemos que hablar



La tomó de la mano y entonces ella levantó la cabeza mirándole de frente, pero en sus ojos no había llanto, ni incredulidad, ni nada parecido a lo que siempre expresaba; eran frios e impenetrables. Aidan se dio cuenta en ese momento que estaba a punto de perderla.  Tenía que hablar y rápido antes de que se levantara de la mesa y le dejara con la palabra en la boca.  Pero sólo pudo abrazarse a ella y pedirla perdón. Keira respiraba entrecortadamente, pero sacó fuerzas y desasiéndose del abrazo, se levantó con intención de salir de la estancia, pero él la cortó el paso

- Tengo que hablar contigo ¿ Por qué no has respondido a mis llamadas? Todo el día ha ido un infierno, creí que os había ocurrido algo malo
- Quédate tranquilo, como ves estamos perfectamente. Y por si no lo sabes, las malas noticias  llegan rápido.  Te hubieran avisado
- Por favor,no te vayas. Me he comportado como un imbécil esta mañana.  No sentía nada de lo que dije y ni siquiera sé por qué lo dije. Nada de ello era cierto.  Anoche fuí tu marido, tu marido, y no el de otra.No pensé en ella, sólo en ti. Y sabía perfectamente con quién estaba: estaba contigo. ¿ Por qué, entonces me comporté de esa forma? Quizá sea el último coletazo de mi pasado, pero de algo estoy seguro, muy seguro y me he dado cuenta cuando no has contestado a mis llamadas. He tenido un miedo horroroso a que no fuera por enfado, sino porque te hubieras ido.  Porque sólo de pensar que puedas hacerlo me vuelve loco
- Acepto tus disculpas, no te preocupes, pero he comprendido que lo nuestro no tiene solución.  Tu vives en un mundo muy distinto al mio, y aunque sea muy doloroso para mi, me he resignado y sé que mi papel es exclusivamente el de comparsa.  No te preocupes ni me voy a marchar, ni voy a cometer una locura.  Con el tiempo, todo pasará y nos acostumbraremos a  esta disparatada situación. Tú harás tu vida  y yo haré la mía.  Ni siquiera podía  imaginar la vergüenza que he pasado, la frustración, la humillación que he sentido esta mañana.  Me has hecho daño, sin sentido, porque todo lo que hicimos es lo mas natural entre un matrimonio, pero tu no te perdonas, no sé que cosa, que no te deja vivir, y que apartas a todo aquel que está a tu lado.  Ha sido un error que hemos cometido, y ¿ sabes ? me lo advirtieron, pero no quise escuchar.  Creí que podría superarlo y que al final seríamos felices, pero tu no cuentas con ello.
- No, no es así.  Te estoy pidiendo ayuda. Tengo que pasar de un tipo de vida a otra más diáfana, con más luz, pero al mismo tiempo estoy cegado por esa luz.Tú eres esa luz y la única persona que puede guiarme a ella. Yo te quiero Keira, más de lo que yo mismo quisiera. Me fijé en tí enseguida de conocerte, aunque sé que no dí muchas facilidades para que tu opinión fuera mejor. El despido fue un ataque de celos.  Ví desde la ventana cómo te despedías de James, le besabas, en la mejilla, es cierto, pero yo ni siquiera tenía la opción de invitarte al teatro como hizo él.


-Porque tú no querías salir de tu cascarón. Te sentías feliz lamiendo tus heridas y ni siquiera mirabas alrededor tuyo.  No te dabas cuenta de nada, y todo era rigidez y pocas palabras.
- Empecemos de cero.  Nunca te he hecho un regalo, ni siquiera anillo de compromiso. No te merezco Keira, pero te necesito desesperadamente porque aún no estoy curado y sólo tu puedes hacerlo.
- No te creo Aidan. Si verdaderamente deseas cambiar, tendrás que demostrármelo, y hasta que eso no ocurra, lo lamento, pero las cosas seguirán como hasta ahora.  No se olvida fácilmente la humillación que siento
- Dime ¿ qué tengo que hace para hacerte ver que estoy siendo sincero ? La última vez que me ausenté, y ya sabes porqué lo hacía,en la soledad del campo, me confesé´con ella, le abrí mi corazón y le conté que te había conocido, que Stella era feliz contigo y que tenía que olvidar, porque ahora había otra persona en mi vida.  Y sé que ella me escuchó y dio su aprobación, como lo dieron sus padres.  Porque yo te quiero con ansias renovadas y deseo  que por fin seamos una familia y vuelva a disfrutar de la compañía de una mujer, de mi mujer.  Pero sólo contigo lo conseguiré.  Créeme por favor, porque nunca he hablado con tanto corazón y tanta verdad.
- Vas a volverme loca. No sé qué hacer. Por un lado está mi sentido común que me dice que te rechace, que no me fíe.  Pero por otro están mis sentimientos hacia tí desde hace tanto tiempo y ellos me nublan la razón. Y llegas y me envuelves con tus palabras, que por un lado deseo creer, pero por otro mi cabeza me dice que esté alerta, porque tienes un caracter cambiante y que ni tu mismo sabes lo que quieres. Y no sé a quién hacer caso
-Haz caso de tu corazón, lo mismo que lo hago yo. Sabes que tengo guardia, y que me estoy exponiendo a una sanción, pero no me moveré de aquí hasta arrancarte la promesa de que todo va a ser normal.  Que nuestras vidas serán normales y que dejaremos atrás todo lo vivido antes.. Por favor, por favor


Y se fundieron en un abrazo y ella lloró sobre el hombro de su marido y el besaba sus lágrimas y la estrechaba más fuertemente contra su pecho.

- Anda, márchate de una vez.  No quiero que te sancionen por mi culpa, ni que tengas que hacer más guardias de las debidas. Te esperaré despierta cuando mañana regreses, pero ahora has de irte.  No pierdas más tiempo
- ¿ De verdad crees que he perdido el tiempo? Yo diría que he recuperado mi vida

La besó,la abrazó y fue en busca de su hija para despedirse de ella.  Keira salió hasta la puerta para acompañar  a su marido, y éste la beso tan ardientemente que borró de una vez toda las dudas que aún pudiera tener.

domingo, 29 de enero de 2017

La celta que llegó de lejos - Capítulo 4 - El clan MacDonald

Marian, la descendiente de Lua,  había llegado a   Wester Ross, ante la fachada de la casa solariega del clan MacDonald.  Poco  a poco iba cumpliendo su itinerario, pero todo lo que  sabía de su antepasada a su paso por Escocia, se detenía en su noche de bodas. Nunca se supo nada de ellos.  Nunca regresaron  Si fueron felices, si se amaron, si murieron de ancianos, si tuvieron hijos... Su estirpe gallega, siguió el curso de los siglos hasta nuestros días, en que una descendiente de esa rama, había venido hasta Highlands, para saber algo más de Lua y Kendrick.  Trataría de saber lo que fue de su destino.  Pensaba que era una gran historia de amor, pero...  ¿ y si no hubiese sido de ese modo?  Y pidió información después de dar una vuelta por el pueblo, que no era muy grande, pero parecía que el tiempo no hubiese transcurrido entre aquellas piedras.  No se resignaba a regresar a España, sin averiguar algo mas sobre sus antepasados.


La dueña del hostal le indicó recurriera al vicario que debía tener algún registro de ello, pero habían pasado mas de dos siglos, luchas y guerras, que posiblemente hicieran mas difícil averiguar lo ocurrido.

- También podría ayudarla el señor actual del clan, pero es un hombre huraño y rudo como el mismo terreno en el que se aposentan las ruinas de su antiguo castillo, en el que posiblemente vivieran los antepasados suyos
- Gracias señora Britges. Lo intentaré primero con el vicario.  Me asusta un poco esa segunda opción. Por cierto ¿ cómo se llama el tal señor?
- James, Alexander, Kendrick MacDonald
-¿ Sólo eso? - dijo Marian sonriendo
-Es el actual señor del clan.  Aunque ahora no es como en tiempos de su pariente, pero el respeto y el saber que se pertenece a una determinada familia, aún se conservan.
- Muchas gracias.  Mi tiempo se termina, así que comenzaré las pesquisas hoy mismo.

Y Marian Loureiro, se dirigió a la iglesia y solicitó hablar con el vicario, que encantado y ante una taza de té,  relató con bastante detalle, lo que era una leyenda en ese lugar: una bella celta de otro pais que llegó a Highlands para casarse con un MacDonald, pero todo eso ya lo sabía. Su visita no fue muy larga, y quedó con él, en que volvería al día siguiente, para tratar de buscar en los archivos si existiera algún documento que arrojara luz a lo que ella pretendía.



Puesto que no tenía mucho tiempo, cogió su coche y tomó carretera adelante hasta llegar a las ruinas de lo que fuera un castillo. Posiblemente esas ruinas fueran en otro tiempo el hogar de Lua y Kendrick. Detuvo el coche y comenzó a sacar fotografías.  Sabía que se las pediría su familia a su regreso a casa.   En ello estaba cuando a contraluz de las ruinas , apareció de improviso un jinete como si saliera de algún libro de aquel siglo, o más bien fuese un fantasma de los que dicen se pasean por allí.  Estaba parado ante las ruinas de lo que fuera el castillo, y parecía observarla. ¿ Le estaría jugando una mala pasada su imaginación?  Retrocedió unos pasos cundo vio que el jinete avanzaba hacia ella.  No era fruto de su imaginación, era el mismo jinete que le había saludado cuando llegó a aquellas tierras

Un poco asustada, se quedó quieta ante la visión, totalmente real, y pudo observar que era el caballero más apuesto de todos los que había visto.  Alto, fornido, de penetrantes ojos y de cabello rojo.  Todos tenían el mimo color de cabello, y el mismo color de ojos. Y recordó la descripción que la familia hacía de  Kendrick "grande como un armario ".  ¿ Seía este caballero descendiente suyo?  Antes de que recobrara el habla perdida ante la presencia del caballero, éste dijo algo escuetamente

-Creo que necesita información, y yo la tengo. Sígame
- ¿ Quién es usted?  De qué información me habla?
-Está buscando a sus parientes ¿ no ? Pues, sígame


Tuvo que dirigirse al coche rápidamente, pues el jinete a galope, desaparecía de su vista rápidamente.  Llegaron a la casa con más solera de todas cuantas había  Sin duda era alguien perteneciente al clan , o quizá el mismo James, Alexander Kendrick MacDonald.  ¿Había necesidad de ser tan antipático?  Pensaba que posiblemente las extranjeras no le caían bien, aunque fueran parientes lejanos suyos.

-Muchas gracias, le estoy muy agradecida.  Soy Marian Loureiro
-Mucho gusto. Yo James MacDonald

Y estas palabras fueron lo más parecido a una conversación que tuvieron.  Bajaron a una especie de sótano con poca luz

-Vaya con cuidado.  Esto está bastante oscuro.  Deme la mano no vaya a caerse - Ella le tendió la mano. La de él ,  grande y fuerte aunque algo fría, que a penas rozaba la suya.
-¿ Qué es exactamnte lo que busca?
- ¿ Quién le ha dicho que buscaba algo?
- Este es un lugar pequeño, señora. Las voces corren veloces.  Y hora ¿ va a decime lo que busca?
-Infomación sobre una anteasada mia
-¿ Y ?
-Pues eso. Desearía saber qué fue de su vida
- Se casó con Kendrick MacDonald, hijo pequeño del señor del clan.
-Eso ya lo sé.  Pero... ¿ cuál fue su vida?
- Venga .

 Volvió a cogerla de la mano y a paso ligero, la subió hasta la segunda planta.  Estaban en una larga galería con retratos de personajes a ambos lados . La soltó delante del más grande de todos,  de un hombre y una mujer ataviados con ropajes de medidos del siglo XVIII.  Marian se quedó mirando el retrato ¿ Eran Lua y Kendrick?  Se fijó más detenidamente en el rostro de ella.  Era como si en lugar de que hubieran  pasado siglos, estuviera ante su propia fotografía, algo que hizo a  James fijarse detenidamente en el rostro de Marian

- Bien aquí tenemos a  nuestros parientes, es decir a su pariente
-¿Usted no la considera pariente? ¿ Tuvieron descendencia?
- Oh, ¡ ya lo creo que la tuvieron  Debieron aburrirse mucho y no pararon de procrear
- No es necesario que sea tan grosero
- ¿ Por qué soy grosero? Es lo que hacían, tuvieron nueve hijos.¿ Cómo llamaría a eso?- Se sentía incómoda ante aquel hombre que parecía estuviera amargado de la vida, o no sentir mucha simpatía por Lua.
- Ha sido muy amable.  Gracias, pero debo irme
-¿ Es todo cuanto quería saber? Y para eso ¿ ha hecho un viaje tan largo? Son ustedes bastante aventureros
- No sé qué es lo que mi pariente hiciera a su familia, o a su clan, o  como lo llamen, pero yo simplemente deseaba saber lo que fue de ella.  No pretendía molestarle. Adiós señor MacDonald, y le ruego me disculpe por las molestias ocasionadas.


Bajó las escaleras todo lo deprisa que pudo.  Quería salir de allí y olvidar el rostro tan antipático de aquel hombre.  Sin duda no debieron estar muy contentos con la celta extranjera, y posiblemente ese odio sentido allí, en aquel momento, se transmitiera de generación en generación, y ella había sido el último eslabón de la cadena

Keira y el Dr. O'Reilly - Capítulo 13 - Falsas esperanzas

El timbre de un despertador, rompió la magia de aquella noche. Keira abrió los ojos y se encontró con otros grises como el plomo, que la observaban.  Ella tenía su cabeza recostada en el brazo de él. Le sonrió y acarició su mejilla, pero Aidan no  la sonrió y rehuyó su caricia.  La sonrisa, se congeló en la boca de Keira, que no comprendía lo ocurrido, después de haber vivido una noche de intensa pasión.

- ¿ Qué pasa ? - le dijo preocupada
-Se me hace tarde.  He de irme. Se me había olvidado decirte que esta noche tengo guardia, así que hasta mañana no vendré-. Se levantó de la cama, se puso el pantalón del pijama y salió de la habitación como si se tratara  de lo más normal .


Keira se cubrió con una bata y corrió tras él, sin comprender  a qué se debía esa actitud tan agria, tan seca y tan distinta a su comportamiento de la noche anterior.  Ella no le había pedido que fuera hasta su cama; fue él quién acudió a su habitación.  Le agarró de un brazo e hizo que se detuviera para pedirle una explicación

- ¿ Me puedes decir  qué te pasa? ¿ Qué es lo que ocurre ?
- No ocurre nada
- Entonces ¿ por qué esta actitud ?
- Cuando acordamos todo, te dije que cumpliría con mi obligación como esposo. Anoche fue nuestra noche de boda, así que cumplí con lo que me comprometí.  Eso es todo
- ¿ Me estás diciendo que lo hiciste por obligación? ¿ Es eso ?
-Exactamente como lo has oído
- No te pedí nada, no te puse ninguna condición.  No tenías necesidad de fingir algo que no sientes. Ya sabía donde me metía, pero lo de anoche ¿ de verdad lo fingiste ? Porque no te creo. No quiero pensar en otra cosa, porque entonces me volvería loca
- Piensa en lo que quieras, me da igual
- Está bien. Corre a refugiarte a donde vayas. Acuéstate con otra, haz lo que te venga en gana.  Pero de una cosa estoy segura : no volverás a meterte en mi cama.  Te relevo de esa obligación, no te preocupes.  Sigue soñando despierto

Se metió en su cuarto dejándole plantado en el pasillo que conducía a su dormitorio.  Keira se vistió rápidamente, y tan aprisa como pudo, salió a la calle. cogió su coche  sin saber dónde ir.  Era muy difícil  explicar todo lo vivido la noche anterior.  Sólo cabía una explicación: creía estar haciendo el amor con su mujer.  Porque de otra manea no se lo explicaba.  No le cabía en la cabeza la pasión que la demostró, las ardientes caricias sobre su cuerpo, los besos apasionados sobre su boca ¿ todo mentira ?.  Ningún contrato te obliga a pone el alma en ese acto. Eso significaba que siempre sería así.  Pero se hizo una firme promesa:  por muchos deseos que tuviera, no volvería a ceder ante él. No volvería a poner sus manos en su cuerpo, ni su boca la besaría.  Más extraños que nunca conviviendo y fingiendo ante su hija, lo que era una situación mucho peor que cuando eran simplemente jefe y empleada.  Porque no podría fingir tanta indiferencia delante de la niña, que veía a un papa y  una mama, sentados juntos celebrando una boda.

Tuvo que aparcar el coche en una calle, porque los nervios y la desesperación , hacían que no se concentrara en la conducción, y estuvo a punto de saltarse un semáforo en rojo.  Apoyó la cabeza sobre el volante y dio rienda suelta a la opresión que sentía en el pecho.  Y las palabras de James resonaron en su cabeza.  Pero¿ cómo acudir a él y explicarle todo lo ocurrido anoche y hoy por la mañana ?.  Era tan irreal que nadie la creería.  Había abandonado la esperanza de que al fin Aidan fuese suyo; estaba claro, siempre amaría a la difunta, nunca  a otra mujer, sino que las utilizaba como mejor le conviniese.  Ella había sido una ingenua al creer que después de unas caricias, llevaría, al fin, una vida de verdadera pareja.

¡ Qué ridículo más extraordinario había hecho, y cuánto se habrá reído de ella !  Un agente le llamó la atención por si la ocurría algo

-  Lleva aparcada llorando durante mucho tiempo ¿ Le ocurre algo ? - No sabía qué decirle
- No agente.  Acabo de recibir una mala noticia y me he puesto nerviosa, y he preferido aparcar hasta que se me pasen los nervios.  Me da miedo cometer alguna imprudencia.
-¿ Desea algo, un café, un té ?
- No muchas gracias.  Estoy más tranquila.  En cinco minutos me voy.  Muchas gracias por ser tan amable, de verdad que necesitaba una palabra de afecto. 
- No hay de qué, señora. Es mi trabajo



Le saludó y arrancó el coche.  Tenía que ir a recoger a Stella.  Miró su reloj y comprobó que era más de mediodía ¿ Cuánto había estado ahí? Había perdido la noción del tiempo. Su teléfono móvil sonó y al ir a cogerlo, vio que la llamada era de Aidan, así que colgó sin responder.  Temía que  Molly la notara  alterada, por eso conducía despacio, perseguida por los conductores que por ir detrás de ella, iban a paso de tortuga.  Molly la recibió con cariño, pero no le pasó desapercibido que sus ojos estaban irritados y su sonrisa era triste y apagada.  No quería ni pensar que todo hubiera sido un fracaso en su primera noche juntos.  Stella llegó corriendo como un torbellino y se abrazó a las piernas de Keira. Al menos ella la quería, y por ella haría cualquier sacrificio, pero en la intimidad serían dos extraños.

Keira y el Dr. O'Reilly - Capítulo 12 - La boda

Y llegó el día del enlace. Y se casaron. Y fue la boda más anómala que se había visto.Fueron pocos los asistentes, entre ellos James, que hizo de padrino,los suegros de Aidan, Felicity, el administrador, la adjunta en el hospital de Aidan  y nadie más. Stella de la mano de su padre, fue la madrina y la encargada de llevar las alianzas-

Keira estaba hecha un manojo de nervios.  Felicity acudió a su domicilio por si podía ayudarla en algo, pero lo cierto es que no había nada en lo que ayudar.  No era así como Keira había imaginado su boda, pero ésto es lo que había.  Se casaba muy enamorada, pero sólo ella, porque la otra parte seguramente estaría tan nervioso como ella, pero por otros motivos muy diferentes.



Su traje de novia, era un sencillo vestido al que acompañaba una chaqueta, todo en color crema muy claro.  Un simple tocado en la cabeza y un bouquet  de muguet blanco como ramo.Se había maquillado ligeramente, con tonos muy suaves, pero a pesar del maquillaje se la veía pálida. James la llevaría hasta el juzgado y se la entregaría a Aidan.   No hubieron votos, y la ceremonia fue breve.  Un ligero beso cuando se convirtieron en marido y mujer, y nada más.  En media hora escasa, habían cambiado sus vidas.

Entre emocionada y nerviosa, recibió los parabienes de todos los que les acompañaron. Como banquete nupcial un reservado en un elegante restaurante . Un menú exquisito , vinos selectos  y como postre,  ni siquiera una tarta con muñequitos que dijeran que era una tarta de boda. Era de chocolate y nata con una rosa de mazapán como todo adorno.  Aidan la miraba de vez en cuando, como tratando de adivinar su estado de ánimo, que si se parecía al suyo, hacia que se cuestionase si habían hecho bien con esta boda.  Keira, sin embargo, rehuía el mirarle; estaba tensa.  Reía mucho sin ton ni son, señal inequívoca de que los nervios la traicionaban, Juntos repartieron la tarta entre los comensales y entrechocaron sus copas en un brindis con champán al final.

¿ Por qué ? o, mejor dicho,¿ para qué brindaban ?  Todo era surrealista, como sacado de una película cómica de enredo, sólo que ésto  era real.  ¿ Estaba arrepentida ? No,  no lo estaba, pero  ¿ y ´él ? No se mostraba muy feliz. La única que lo estaba disfrutando era Stella, que no paraba de coger las manos de ambos entre las suyas.  Molly no dejaba de escudriñar la cara de Keira y la de su yerno.  Creía imaginar lo que pasaría por sus cabezas, y comprendía que él recodara otra boda muy distinta a la que estaban celebrando, si es que a lo que sucedía se le podía llamar celebración.



Y llegó la hora en que cada uno de ellos se despidió  de los contrayentes.  Molly y Arthur, se llevaron a Stella con ellos, y el resto cada uno a sus casas.  Al despedirse James de Keira, la dijo:

- Si me necesitas, llámame.  Siempre estaré ahí.  No lo olvides. - Y Keira estuvo a punto de echarse a llorar, dando salida a la tensión que había tenido durante todo el día-  Lo que viniera después lo sabía de sobra: cada uno en una habitación.  Ella en su antigua dependencia, y él en su dormitorio.

De repente se sintió triste y muy sola. ¿ A que se enfrentaba ahora? ¿ Cómo sería el amanecer de mañana y de todos los días que siguieran ?  Ni siquiera tenían viaje de luna de miel. Al día siguiente él se iría al hospital y ella iría a recoger a Stellaa de casa de los abuelos.  Todo igual que cualquier otro día.

A solas en su habitación se quitó los zapatos y los tiró, sin saber siquiera donde cayeron.  Se tumbo en la cama  y mirando al techo, ya no pudo más contener su llanto.  La frialdad de Aidan, en ese día tan especial, la hería en lo más profundo. No había esperanza de nada; nunca la querría.  No supo el tiempo que permaneció en esa posición.  Se levantó, y tras darse una ducha ligera, , más para calmarse, que por otra cosa, se puso un camisón y se metió en la cama.

Daba vueltas y más vueltas.¡ Si al menos pudiera dormirse y esa noche terminase de una vez..!. Miraba hacia la ventana, tratando de acortar el amanecer, pero las horas pasaban despacio.  Ningún ruido en el exterior, era como si estuviera sola en el Universo.  Y por fin el sueño, los nervios, la tristeza, todo junto, la rindieron y,  se quedó dormida.

No sabía la hora que era.  Sólo sintió un suave roce a su lado y un brazo que abrazaba su cintura, al tiempo que besaba su cabeza.  ¿ Estaba soñando ? No, no era un sueño.  Era real y estaba pasando. Aidan había acudido a su dormitorio, a su cama. ¿ Cómo debía interpretarlo ?  Fingió estar dormida y entonces suavemente una pierna de él, enlazo con las suyas.  Una luz de esperanza, de alegría infinita se abrió camino en su cabeza.  Él estaba ahí, había ido hasta ella, pero debía aguardar un poco más, hasta ver que era lo que Aidan buscaba o quería.  Pero su impaciencia era grande, así que se giró quedando frente a él.

Se miraban fijamente, sin hablar. Aidan levantó su mano y acarició su cara, mientras se aproximaba a ella para besarla. No podía creer el milagro que había ocurrido que estaba ocurriendo. Ese beso no era un puro trámite,era apasionado, impaciente, anhelante, y ella correspondió.  Era lo que más había deseado. Aidan seguía acariciándola y ella veía ternura en su mirada y entonces se produjo el milagro tan largamente deseado, Aidan O'Reilly, tomó a Keira Moore como su  esposa. Y las caricias de ambos se juntaron al unísono, conociéndose, explorándose, amándose. No podía ser verdad.  Estaba soñando o eran imaginaciones suyas, pero era real, lo estaba viviendo. Sentía sobre su pecho, el latir acelerado del corazón de él y sus manos se entrelazaban con la posesión.  Sus besos eran ardientes, buscando impaciente su boca, sin hablar, sólo mirándose y recreándose en lo que estaba ocurriendo, que por deseado, le parecía un sueño.

sábado, 28 de enero de 2017

Keira y el Dr. O'Reilly - Capítulo 11 - La presentación

Ya todo estaba listo para su unión matrimonial. Sólo faltaban algunos pequeños detalles, como la presentación oficial a los padres de su primera mujer. Seguía en contacto con ellos después de la tragedia, y esos abuelos, disfrutaban de su nieta, aunque Keira nunca supo ese contacto.  Muchas veces le habían aconsejado lo que ahora estaba a punto de hacer

- La niña necesita a alguien que haga las veces de madre. Debes hacerlo, por ella. Ya, por desgracia, nada puede hacerse por volverla a la vida, pero tú eres muy joven y tu hija está bastante sola, aunque le dediques todo el tiempo que tienes libre.- Le había aconsejado su suegra, y por fin hoy les llevaría a la mujer que había elegido para que Stella tuviera la representación de una madre.

Les había hablado de ella, aunque en el plano de tutora, pero ahora la conocerían en otro papel, que por fuerza para ellos no sería algo fácil.  Aidan creyó que era justo que la conocieran antes de unirse a ella, ya que seguirían en contacto y la pequeña sguiría pasando algún fin de semana con ellos, sobretodo cuando O'Reilly se ausentara a la cabaña del bosque.



Se lo anunció la víspera de ocurrir, algo que ni siquiera Keira imaginaba. Iba a ser examinada con ,lupa por la madre de su anterior esposa, y esa situación la ponía nerviosa.  No les conocía de nada, ni siquiera sabía de su existencia ¿ cuántos secretos guardará este hombre?  Un hombre que en cuestión de días se iba a convertir en un sucedáneo de marido, con miles de  traumas en su vida y Keira usada como terapia de choque. Pero ¿ y ella ? ¿Podría soportar esa situación: convivir con él y seguir siendo como una empleada, pero sin otro derecho, ni a protestar,  puesto que ya sabía en qué condiciones se casaba.?  ¿Soportaría él la presencia de otra mujer en su vida, conviviendo a diario, durmiendo a diez metros uno de otro y no tener ningún encuentro romántico? ¿ Los tendría fuera del hogar ?, en ese caso ¿ qué hacía ella ahí esperando anhelante, al menos una caricia?

A medida que se acercaba la fecha, los nervios y la preocupación la invadían.  Su mejor amigo, James, la aconsejaba constantemente que lo pensara cuando aún tenía tiempo. Iba a atar su vida a alguien que no la quería, ¿ sólo por compasión ?  James, de sobra sabía que no era así, que ella había corrido ese riesgo con vistas en que en algún momento, él dejara su aislamiento y la correspondiera con su amor en la misma medida que ella.

Molly y Arthur les esperaban impacientes y nerviosos, no sólo porque iban a disfrutar de su nieta, sino porque iban a conocer a la mujer que debería ocupar el sitio de su hija.  Molly la observaría hasta el último detalle de su comportamiento; además de Stella, estaba Aidan,  que merecía organizar su vida  volver a recuperar la felicidad, o cuanto más,  vivir en paz consigo mismo.



Keira se puso su vestido más elegante y se arreglo un poco más de lo acostumbrado, pero tampoco en exceso.  Quería ser ella misma, como la verían en lo sucesivo.  Estaba muy nerviosa y preocupada, aguardando el momento en que Aidan de la mano de Stella, pasasen a recogerla para acudir a la cita en casa de sus suegros. Sabía que era un trámite que tenía que cumplir, pero estaba inquieta. Sabía que sufriría un examen a conciencia,  que nadie la diría si lo había aprobado y con qué nota.  Todo era muy confuso y extrañamente anormal.  Poca gente se casa en las condiciones que ella lo haría, dándolo todo y sin esperar nada de nada.

Al fin, Aidan detuvo el coche ante la fachada de una casa señorial, y eso ya la intimidó bastante.  Se trataba de gente adinerada, y pensó que no sabía nada del hombre al que iba a unirse para toda la vida. No habían hablado nunca de su familia ni de la de ella.  No sabía lo que le gustaba y lo que detestaba, ni siquiera sabía si era inglés, si tenía hermanos. No sabía absolutamente nada.  Dedujo que era huérfano, puesto que lo lógico hubiera sido presentarla a sus padres antes que a sus suegros.  Su cabeza era un carrusel que giraba, giraba sin cesar sin poder aclararse.

Alguien abrió la puerta que saludó efusivamene a Aidan, por lo que dedujo que le conocían bien.

- Al menos eso si me lo ha comentado, hace cinco minutos, es cierto, pero hay miles de cosas que deseo saber  e ignoro..

A su encuentro salió el matrimonio.  Pareja de unos sesenta años,  bien parecidos, con porte elegante y gestos refinados, lo que aún la inquietó más. No tenía porqué tener complejos, ella también tenía su estilo y educación.  Una carrera pequeña, pero carrera al fin y al cabo. No se iba a casar con una cualquiera.


Mientras Stella jugueteaba con el gatito de la abuela, ésta observaba con detenimiento a Keira, Arthur charlaba animadamente con Aidan de sus respectivos trabajos y Keira, no intervenía en nada, sólo tomaba su té para aliviar un poco la tensión que sentía.  Tras un largo silencio entre las dos mujeres, Molly, dirigiéndose a ella, dijo:

- Ven, querida, voy a enseñarte mi jardín. Estoy muy orgullosa de él. Me inicié en la floricultura no hace mucho, pero una amiga me descubrió sus secretos y paso largas horas cuidando el invernadero.

Salieron juntas y Keira sabía que era una excusa para quedarse a solas con ella. Estaba deseando  que terminara la visita.  Se ponía muy nerviosa en presencia de aquellas personas y con esa situación. Escudriñaban cualquier gesto, cualquier mirada, todo era examinado.  Y por fín ya en el jardín Molly comenzó a hablar.

- Me alegro que Aidan nos haya presentado.  Se que vuestro matrimonio no es muy usual, pero debe orgnizar la vida y dejar atrás el pasado que por desgracia no tiene vuelta atrás. No sé si él está enamorado de ti, ni si os queréis, o si os impulsa cualquier otro motivo. Pero he visto la carita de mi nieta cuando te mira y la sonrisa de Aidan cundo se dirige a ti.  Y ahora te ruego seas sincera conmigo  ¿tú le amas?

Keira dudaba un momento en responder, pero pensó,  que aunque a ella no debería importarle, conocía los motivos por los que la preguntaba y decidio que lo mejor sería hablar abiertamente con la verdad por delante

- Señora...
- Llámame Molly, por favor
- Bien Molly, si,   le amo desde hace mucho tiempo, creo que desde que le conocí, pero esa pregunta debía hacérsela a él.  Aidan venera el recuerdo de su mujer y en repetidas ocasiones ha dicho que no hay cabida para otra mujer en su corazón, así que debería preguntárselo a él y no a mi


-- Entonces ¿ por qué os casáis ? No lo entiendo.  El matrimonio no es un juego y hay personas a vuestro alrededor que pueden sufrir si lo vuestro fracasa
- Por ella es Molly, por la niña. Se desvive por Stella y yo adoro a esa criatura.  Así que me lo propuso y yo acepté conociendo mis limitaciones. No voy al matrimonio engañada; él ha sido muy sincero conmigo
 -¿ A qué te refieres con limitaciones
- Seré su mujer ante la sociedad, pero en privado seguiré siendo la tutora de Stella.  Y espero que me entienda lo que quiero decir
- Me estoy volviendo loca con este descabellado asunto ¿ quieres decir que no habrá...?
- Exacto eso quiero decir
- Y aún así ¿ has aceptado ?
- Si, he aceptado porque tengo la remota esperanza de que alguna vez cambie, aunque la verdad es un porcentaje muy bajo el que tengo para acertar.
- ¿ Sirve de algo que hable con él ?
- No Molly, por favor, no lo haga.  Sería contraproducente y no quiero un amor fingido o impuesto.

Molly no salía de su asombro, pero Keira le había  hablado con tanta sinceridad y tanto sentimiento, que en su concepto de aceptación, le dio sobresaliente en el examen hecho. Entraron nuevamente para reunirse con los hombres, y pasada una media hora, Aidan dijo que debían marcharse.

- Os llamaré mañana - fue lo que dijo como despedida.

Arthur palmoteó su espalda complacido por la visita, y Molly abrazó cariñosamente a Keira con una sonrisa de complicidad.  Ya a solas en el coche, iban en silencio, cada uno inmerso en sus pensamientos. Pero fue él quién  lo rompió , tomando la mano de Keira y dándole un cariñoso apretón


- Les has conquistado
-¿ Cómo dices ?- respondió Keira que distraida no entendía a que se refería
- Me refiero que les has gustado, y esa opinión es muy importante para mi. No estaban muy tranquilos hasta no verte.  Pensaban que a lo peor no eras apropiada,  no para mi, sino para su nieta, para Stella. Según me ha dicho Arthur al quedarnos a solas, le ha complacido la forma en que la niña  se dirige a tí. Así que te los has ganado.  Son muy buenas personas y sufrieron mucho cuando... bueno ya sabes cuando.  Era su única hija. Fue terrible para todos.
- Es lógico, algo así nadie lo espera.  ¡ Ojalá y todos fueran tan razonables como ellos !
- ¿ A qué te refieres ?
- A nada en concreto. Creo que son personas muy equilibradas. - él la miró de reojo sabiendo perfectamente lo que quería decir.  Sonrió y siguieron adelante hasta llegar a casa de Keira.  Allí se despidieron hasta el día siguiente.


Keira y el Dr. O'Reilly - Capítulo 10 - Una propuesta interesante

Respondió a la llamada con voz insegura a sabiendas de que era él quién estaba al otro lado del hilo telefónico. ¿ Por qué estaba tan nerviosa? Después del tiempo transcurrido, seguía teniendo la capacidad para intimidarla, aunque fuera a través de un aparato tan impersonal como es el teléfono

- Dígame
- Te digo. Necesito verte.  Tenemos que hablar.  Tengo algo  que proponerte. ¿ Cuándo puede ser? - -Hablas lo mismo que escribes una receta. ¿ Qué ha sido del cómo te encuentras? o ¡ Cuanto tiempo !.  Derecho al grano¿ verdad ?  ¿ Piensas acaso que estoy pegada al teléfono esperando tu llamada?


- Pues francamente si, lo creo. Porque algo debió extrañarte nuestro encuentro de anoche.  Bien es verdad que fue casual, pero es algo que tengo en mente desde hace bastante tiempo, y era la ocasión propicia para citarte.
-Bien, pues tu dirás. Es fin de semana, estoy libre
- Yo también, no tengo guardias, así que.. ¿ esta tarde? ¿ te parece bien ?
- De acuerdo. Dime hora y dónde
- Pasaré a buscarte, depués de comer. Nuestra charla,  mucho me temo que va a ser larga, lo que nos llevará tiempo, así que... a las tres
- De acuerdo.  A las tres. Hasta luego
- Adiós Keira.

Y con máxima puntualidad, Aidan se personó en casa de ella. El pulso se le aceleraba. "Dominate, dominate ", se repetía mentalmente, pero al verle, después del tiempo pasado, no creía poder controlar la situación. Parecía que su recuerdo se había diluido con el paso de los días, pero era al contrario: su corazón quería saltar fuera del pecho.  La molestaba que él tuviera tanta influencia sobre ella, hasta perder el dominio. No sabía cuál era la proposición que iba a hacerla; suponía que volviese a ser tutora de la niña, no obstante, sea cual fuere le diría que si.  Estaba segura de ello.  El  tiempo pasado había sido más cruel sin verle que estar a diario con él, aunque no la hiciera caso.
- ¿ Quieres un café... una copa ?
- Un café, si no es mucha molestia
-Ya estamos con las indirectas- pensó.  Pero aún así se lo perdonaba.  Le dejó sólo unos instantes mientras iba a la cocina para poner  el servicio para dos.
- Y bien ¿ de qué tenemos que hablar ? ¿ Quieres que lo hagamos aquí, o prefieres que vayamos a otro lado?
- Creo que aquí será mejor.  Podremos hablar más abiertamente y no tendremos a nadie que nos escuche..., si es que nos gritamos
-¡Vamos a  gritarnos ? Cada vez me desconciertas más ¿ Por qué vamos a hacer tal cosa?
- No lo sé, pero siempre terminan nuestras conversaciones con una discusión
- Me estás impacientando.  Dí ya lo que has venido a hablar
- Hace un tiempo, te hice una proposición, y sigue en pie. ¿ Quieres casarte conmigo?
-Ja, ja, ja, - Las carcajadas de Keira eran casi catárticas - Después de un año, sigues en las mismas. Cuando nos vimos ayer  ibas acompañado de una mujer.  ¿ Qué pasa, no te soportan? Te dije en aquella ocasión, que en tu vida no cabe nadie más que tu hija y tu difunta esposa.  No comprendo porqué vuelves a las andadas.


- Ha pasado un año más. Mi hija está comportándose de forma extraña.  Se ha vuelto retraída,a penas ríe y siempre está triste.  Creo que es motivo suficiente para cambiar el sistema.  Después de ti, han desfilado varias nanys y otro tipo de mujeres, pero ninguna ha conseguido nada. Tú eres la única que la hacías feliz, y había pensado...
- Una locura, es lo que habías pensado. O sea, que quieres que siga siendo la tutora de tu hija, sólo que en otro estatus distinto, pero sin derechos.
-Tendrías todos los derechos del mundo, serías mi esposa.
- No entiendes nada. No son derechos materiales.  Son de otro tipo y tu no estás dispuesto a ello. El tiempo se  paró para ti. ¿ Es que no has vuelto a estar con ninguna mujer desde que te quedaste viudo?
- He de confesar que si, pero a ninguna la he metido en mi cama
- O sea, que el problema está en que nadie debe ocupar su lugar en la cama, pero si puedes acostarte con una mujer en otro lugar.  Perdona, pero me dejas alucinada con esa teoría tuya. Eres médico, y tú mejor que nadie sabe los secretos de la Naturaleza. Siguiendo tu teoría... por ejemplo, si te digo que si y nos casamos, si tengo necesidad de sexo tendría que ir a buscar fuera de casa.  Eso sería lo lógico, puesto que tu haces igual
- Ni hablar. Tu serías mi mujer
- Sería tu mujer, pero sin ese derecho porque sería faltar la memoria de la que verdaderamente es tu mujer, aunque esté muerta.  ¿ Crees de verdad que alguien puede aceptar eso?
- Espero que tú si. Sé el cariño que  tienes a mi hija y el que ella te tiene.  Yo te aprecio mucho, y sólo te pido tiempo y paciencia.

- Me estás planteando todo un reto, pero muy difícil.  Creo que no  No voy a aceptarlo.  No esperaba que fuera eso, o al menos que algo hubiera cambiado dentro de ti, pero ya veo que es inútil, eres un caso perdido.  Yo te quiero Aidan.  Te he querido casi desde el primer instante que te vi, pero ésto que me pides es demasiado.  No creo que soportaria la presión a la que me someterías. Ha sido un error plantearme lo mismo de hace un año.  Tu situación es la misma, pero la mía no. Seguiría siendo la tutora de tu hija, pero nada más y para eso están los colegios.  Yo aspiro a tener mi propia familia con alguien que me considere como mujer y esposa, no como una niñera solamente.  Creo que has perdido tu tiempo, mi repuesta es no. Eres muy egoísta; sólo piensas en tu dolor, pero no en el que produces a los que te rodean
- No me eres indiferente.  Te estoy pidiendo tiempo y algo de paciencia, porque te necesito a mi lado. Me darías la fuerza que me falta algunas veces. Si,  salgo con mujeres, buscando algo que sólo he encontrado en dos: tú y mi mujer. Todas las demás vienen por sus propios intereses, y si a eso añadimos el rechazo de Stella, pues... no tengo opción
- O sea, soy una opción.  Un salvavidas para el que se está ahogando
- Por favor. Se lo que siento por ti, porque durante todo este tiempo, no ha habido ni un minuto en que no me arrepintiera de algo. Sé que contigo tendré paz en mi vida. Tú me has hecho cambiar, me has hecho ver las cosas de distinta manera. Por favor, di que si. En tus manos está la felicidad de dos personas que te quieren
-¿ Tú me quieres? - le dijo riendo
- Si, te quiero.  Quizá no en la forma que debiera, pero es el principio. Lo tengo claro. Cuando te vi en el teatro lo supe al verte cogida del brazo de ese chico, algo que la gente llama celos y que nunca había sentido.  Dame esa oportunidad y tu ayuda.  Se que contigo cambiará mi vida.


Keira se le quedó miando.  Su corazón latía alocadamente.  Había dicho que la quería, aunque habría que ver  la medida de él en ese sentimiento, pero era un principio. Un rayo de esperanza que tanto había  deseado.    Y entonces sin pensarlo dijo

- Si. De acuerdo. No obstante reflexiona sobre lo que me acabas de decir. no juegues con mis sentimientos.
- No estoy jugando.  Te he hablado con el corazón en la mano.  De verdad que no es difícil llegar a quererte y quiero y deseo que así sea.

Se acercó hacia Keira.  Las piernas le temblaban.  Sabía que iba a besarla y si eso ocurría, no respondía de su reacción.  Hacía mucho tiempo que había soñado con este momento, con él.  Y ahora ahí estaba tomándola en sus brazos y ¡ besándola !.  Se iba a desmayar al sentir sus labios aprisionados por los de él.  Y ese abrazo fuerte contra su pecho, rotundo, ardiente y anhelante a un mismo tiempo. ¿ Sería verdad que con el tiempo y paciencia tuvieran una oportunidad ?


viernes, 27 de enero de 2017

Keira y el Dr. O'Reilly - Capítulo 9 - Keira Moore

  Había pasado un año, largo,  muy largo para ellos.  Pero será mejor que retomemos la historia en donde lo dejamos.  Keira, tras recuperar sus credenciales, volvió a la agencia para encontrar un nuevo trabajo.  Tardaría bastante tiempo en conseguirlo, pero obtuvo una plaza como profesora de infantil en un colegio público. Le agradaba la idea de volver a trabajar con niños, pero echaba mucho de menos a Stella, y también a su padre.  No se habían vuelto a ver, pero eso no significaba que se hubiera olvidado del médico. A veces le daba por pensar que hubiera sido mejor seguir adelante con la petición que él la hizo, porque al menos le vería a diario, aunque sólo fuera eso: verle.



Sabía por Felicity que había roto su relación con Moira, pero que salía, aunque de tarde en tarde, con otras mujeres, aunque seguía reticente  a la aceptación de alguna de ellas  No terminaba de encajar las piezas en el puzzle de su vida.  La niña iba a un jardín de infancia, y comenzaría la primaria.   ¿Cómo estaría ?

Había veces que tenía la tentación de acercarse hasta el colegio, pero la experiencia de la vez que se le ocurrió esa idea, hacía que la desechara de la cabeza.

 Salía a menudo con James, confidente suyo y amigo leal que siempre la aconsejaba en el buen sentido.  Ella sabía de su devoción desde muy joven, pero siempre  le había desengañado, aunque los resultados obtenidos fueran nulos, porque él seguía loco por ella.  En una ocasión cuando la vio muy deprimida, la ofreció un casamiento, pero desistió al momento porque al proponérselo, estalló en un llanto acordándose sin duda, de la petición de Aidan.  Y así transcurría su vida, con pocos alicientes; algo muy distinto a lo que se había marcado con su futuro.

A menudo pensaba en qué distinto hubiera sido todo, si él, no siguiera anclado en el tiempo y pensando únicamente en su mujer y su hija.  No tenía ni la más mínima esperanza de volverse a ver, ni de entablar cualquier tipo de relación.  Con él no, pero ¿ y con otro?  Ella misma se dio la respuesta:

-Mientras siga en este estado, yo tampoco. Eso tenemos los dos en común pensamos en lo que no deberíamos.. Y dando un suspiro siguió caminando, dando un paseo.



Una repentina llamada de teléfono, la sacó de su abstracción. Al otro lado del hilo , escuchó una voz sobradamente conocida por ella

- ¿ Qué hay James ?
- Tengo dos entradas para esta noche para el teatro.  No tengo ni idea de la obra que representan. Me han dicho que es de bastante risa. A las seis pasaré a recogerte
- Te lo agradezco, pero me da pereza salir.  Hace frío y creo que me estoy resfriando
- No importa.  Tómate algo y listo. Recuerda a las seis estaré allí - Y colgó, sin darle tiempo a rechazar nuevamente la oferta.

Buscó en su armario un vestido negro.  Para el teatro pensó que era lo más adecuado.  Quizá demasiado elegante para una función de tarde, pero le daba igual.  No le hacía ni pizca de gracia salir a divertirse.  Se arregló y a la hora en punto James llamaba a su puerta.

Efectivamente la función era de bastante humor, y eso la hizo olvidar durante poco más de dos horas lo que constantemente rondaba por su cabeza  Al final, cuando se levantaron para salir, giró  la cabeza hacia atrás, y se topó de frente con unos ojos grises como el plomo que la miraban. Recorrió con la mirada la butaca de al lado, y comprobó que Aidan no estaba solo.  Hizo como que no le vio y cogiendo del brazo a James, salieron sonrientes comentando alguna de las escenas que les había hecho más gracia.  Apartada a un lado, mientras James  recogía su abrigo, le vio venir de frente y comentar algo a su compañía femenina.  Cuando le tuvo delante, sólo le dio tiempo a decir

- Tengo que hablar contigo. Mañana te llamo- Y en ese momento James hizo acto de presencia. Keira les presentó, y después de saludarse, ambas parejas siguieron su camino.

Y nerviosa, aguardó impaciente la llamada prometida. ¿ Qué le pasaría ? ¿ Por qué quería hablar con ella después de tanto tiempo? No podía imaginar qué nueva idea se le había ocurrido .  Pero si no se hubieran visto en el teatro, ¿ la llamaría ?  o ¿ fue una excusa para salir del paso?

- Este hombre es, y será siempre un enigma.


Transcurrió la mañana, y cuando ya tenía casi olvidado su encuentro de la noche anterior, sonó el teléfono sobresaltándola. Miró en el visor y comprobó que era él. Su corazón comenzó a latir deprisa, muy deprisa.  Tomó aire y descolgó .

Keira y el Dr. O'Reilly - Capítulo 8 - Aidan O'Reilly

Aidan O'Reilly, el solitario doctor que había enamorado a más de una enfermera, pero ninguna de ellas obtuvo ni siquiera una mirada.  Todos conocían la verdad sobre ese comportamiento taciturno y reservado.  Esa manera de ser cortante y seco en su tratamiento con los subalternos, y sin embargo era compasivo y cariñoso con sus pacientes.  Atendía a las familias de los enfermos con toda la paciencia del mundo, dándoles toda clase de explicaciones para dejarles tranquilos, referente a la recuperación del allegado que estaba ingresado.  Sin embargo, para él mismo, no tenía tregua. Su única alegría era estar con su hija que ya tenía cinco años y se cumplían cuatro de la desaparición de su mujer, continuamente recordada.


En la fecha del aniversario de su fallecimiento, con la niña de la mano, acudía al cementerio donde reposaba y depositaba un ramo de flores.  Stella no recordaba siquiera el rostro de su madre, a no ser por la fotografía que tenía a la cabecera de su cama.  A menudo su padre le hablaba de cuando ellos eran más jóvenes, cuando se casaron y cuando llegó al mundo.  Pensaban tener cuatro o cinco hijos, pero el destino quiso que sólo ella  alegrara su hogar.

Y se acercaba un nuevo aniversario, y como tenía por costumbre, organizaba sus guardias de forma que pudiera estar unos días fuera de casa, en la cabaña, que a penas disfrutaron en vida de ella.  Allí se recreaba en recordar las horas felices que vivieron juntos. Clamaba con desesperación su ausencia y lloraba.  Se habían casado muy enamorados, por eso fue un gran mazazo cuando le avisaron al hospital del trágico accidente sufrido por su mujer.  No podía creérselo, era un error.  Ella no podía haber muerto.  Pero cuando llegó al lugar de los hechos, comprobó con horror el rostro ensangrentado de ella y su cuerpo inerte tirado en la calle, cubierto con una manta.  Trataba de desasirse de los brazos de los agentes que deseaban  evitar que se acercara a verla.

Sentado en la sala de la Morgue, repasaba mentalmente los días vividos  cundo unieron sus vidas, su luna de miel, apasionada, la llegada al mundo de su pequeña y...  el horror vivido en esa mañana.  Llevaba todo el día allí sentado, y nadie pudo hacerle desistir de ello.  Habían vivido juntos muy poco tiempo, y su pequeña hija, un bebe, ya sin madre. ¿ Qué iba a hacer ?  Se mesaba los cabellos, pero no derramaba ni una sola lágrima, se habían secado en sus ojos.


Se centró totalmente en su trabajo, en facilitar la vida de las personas y aliviarles en sus dolencias.  Trabajaba más horas de las debidas, con tal de no estar en su casa.  Sabía que tenía un bebe al que atender y sentía una inmensa piedad por aquella criatura que era su hija, a la que no le dio tiempo a disfrutar de su madre.  Y recordaba una y otra vez, la alegría que sintieron cuando les fue confirmado el embarazo de ella.

El tiempo había pasado, pero él seguía sin encontrar una salida a su vida.  Deseaba darle un hogar estable a su hija, que no estuviera tan sola cuando él trabajaba, pero la sola idea de meter en su cama a otra mujer, le crispaba.  Nadie ocuparía el lugar de ella, nunca.  Pero en este aniversario, algo había cambiado.  Un día de hacía un año, lo que debería haber sido un servicio rutinario, se convirtió en algo especial en su vida.

No había vuelto a saber de ella;  ni siquiera habían coincidido en algún sitio. No se desenvolvían en los mismos círculos.  Ella en la docencia, él en la medicina.  Posiblemente esté  casada y esperando algún bebé.  ¿ Se habrá  olvidado de Stella?  En verdad quería a su hija, y hubiera sido perfecto que su proposición de matrimonio  no la hubiera tomado a broma.

Pero la idea era descabellada: casarse con alguien y no darle más espacio que el de educadora.  No era justo para ella, ni para él.  La relación con Moira había fracasado.  Sencillamente no se entendía con su hija, que la rechazaba de plano.  Stella seguía recordando a Keira, aunque cada vez menos, acostumbrada sin duda a su permanente ausencia.

Era el cuarto aniversario, y decidió, por el bien de su hija, dar un giro a su vida.  Sentía la ausencia de su mujer, pero el dolor no era tan desgarrador como al principio, y la idea de volver a organizar su vida y la de Stella, comenzó a abrirse paso en su cabeza.  Lanzaba al aire sus lamentos, hablaba con la fallecida como si pudiera escucharle buscando una respuesta a todo lo que estaba viviendo.  Una imagen giraba y giraba a su alrededor:  Keira.  ¿ Por qué ella ?  El poco trato que habían tenido, era siempre de enfrentamientos.  Sus caracteres chocaban por cualquier cosa, no era lógico, pero también recordaba lo cariñosa y paciente que se mostraba con su hija, y por ella haría cualquier sacrificio.  Era hora de que al menos la niña fuese feliz.

La buscaría nuevamente, trataría de atraerla de nuevo, pero ¿ y si estaba casada ? Sería lo más probable.  Es una mujer preciosa y muy agradable, aunque de fuerte carácter. Al menos lo intentaría; trataría de averiguar lo que fue desde que se separaron.  También sabía, que, si en la más remota idea ella aceptara nuevamente su proposición,  tendría que ofrecerle algo más que ser simple tutora de su hija. Tendría que reconsiderar la idea de ser una pareja normal y lo que ello conllevaba.  Y lo que tantas veces había rechazado, empezó a tomar forma: relaciones sexuales.



- No, ni hablar.  Eso no.Dormiríamos separados.  Sería como traicionar su memoria. Ella muerta y yo..., yo..."Aidan, estás construyendo castillos en el aire.  Ninguna mujer acepta una proposición como la que pretendes.  Ya te lo dijo una vez, no insistas.  Ninguna mujer va a aceptar el papel que vas a destinarla".

Pero la idea no fue  rechazada como al principio.  Era algo lógico y razonable, y él tendría que sacrificarse y cumplir como marido, ausente, pero marido al fin y al cabo.  Cuando iba de regreso hacia Londres, no dejaba de trazar un plan que pudiera satisfacer sus pretensiones y las de ella, si es que conseguía llevarla a su terreno, que eso estaba por ver.

jueves, 26 de enero de 2017

Keira y el Dr. O'Reilly - Capítulo 7 - Extraña petición

Ambos se quedaron  mirándose sin saber qué decir.  La  mano de Keira reposaba en la cabeza de Stella.  Ella pemanecía abrazada a sus piernas y su padre dirigía su mirada de una a otra, sin saber muy bien qué es lo que ella,  hacía allí. Keira sabía que debía dar una explicación, pero todo lo que pudo  decir es que la echaba de menos y tenía necesidad de verla.,   El tendió la mano a su hija. Tenía que regresar al hospital, pero dirigiéndose a Keira, dijo:

-¿ Quieres que te deje en algún sitio ?
- No es necesario, gracias. He de ver a Felicity; tiene que darme mis referencias.  Las necesito para trabajar
- Vuelve a casa -,  y por primera vez sus miradas fueron elocuentes.- Es todo lo que dijo.  Ella le miró en silencio,¿ La estaba pidiendo disculpas , o simplemente estaba desbordado por la situación?  prosiguió mientras se dirigían al coche:


- Tu recomendación no ha dado resultado.Es la segunda vez que me llaman para que venga a recogerla.  No para de llorar.  Te ruego reconsideres lo ocurrido
- ¿ Que reconsidere lo ocurrido ? ¿ Yo ?
- Si, tu.
- Yo no fui la que me despedí.  Creo que merezco una disculpa y una explicación
- Te fuiste inmediatamente
- ¿ Qué querías que hiciera?  No me diste opción a nada
- Está claro que la niña te echa de menos.  Y no hay nada que no haga por ella.  Por eso te pido que vuelvas, o mejor cásate conmigo
-  ¿Que has dicho ?  Verdaderamente has perdido el juicio
- ¿ Por qué ? ¿ Porque te he pedido que nos casemos?
- Porque vives entre dos mundos y en ninguno de ellos hay cabida para mi
- No sé a qué te refieres
- Déjalo. Necesito mis referencias.  Sólo eso
- Por favor, por favor.  Discúlpame.  Si es eso lo que quieres, ea, ya lo he dicho.  Lo siento

Ella se echó a reir.  La situación era de lo más cómica.  Estaban en medio de la calle.  Él,  vestido con un pijama verde.  La niña les mantenía unidos,  tomados de sus manos cada uno a un lado. Y ella pensando en la petición que acababa de hacerle, y entonces ocurrió, Antes de que lo pensara dtjo:
- Está bien, acepto. Casémonos
- ¿ Lo dices en serio ?
-¿ Tengo pinta de gastar una broma?
- Bien -.  Y adelantándose hacia ella, tomó su cara entre las manos besándola de repente.


Su corazón latia a ritmo vertiginoso ¿ En serio había aceptado casarse con él ? Sabía que no la quería, es más, a veces la ignoraba.  Y ahora estaba dispuesta a compartir su vida con alguien que añoraba a su esposa muerta, que difícilmente tendrían relaciones sexuales, que simplemente sería una tutora sin derecho a voz ni a voto.  Debía rectificar y decir que era simplemente  una broma, pero es que no lo era. Su corazón había hablado, pero era su cabeza la que ahora reaccionaba.

El la tomó de la mano y la condujo hasta el coche.  En su rostro apareció una sonrisa que más parecía una mueca. Seguro que se retracta. Estas cosas no se deciden en cinco minutos como quién se compra unos zapatos.  Aún suponiendo que todo fuera bien, estaba la niña y debían ir con pies de plomo para no causarle más daño.  Se la veia contenta, pero ¿ y el padre ?  No se mostraba muy alegre.  Posiblemente pensara que no iba a aceptar.   recordó los viajes que hacía a no se sabia donde en el aniversario de la muerte de su mujer.  ¿Estaba dispuesta a compartir su vida con una difunta? Porque la imagen de ella era muy poderosa, y mientras Aidan O'Reilly pensara en ella, no tendría la más mínima oportunidad.

Se paró en seco en mitad de la acera pensando en algo que justificase esa decisión tan repentina.  El extrañado, también se paró y la interrogaba con la miada

- ¿ Qué pasa ? - la dijo
- No te habrás tomado en serio lo de casarnos
- Pues si.  Me lo he tomado muy en serio
- Oye..., creo que mejor tomo un taxi  Como puedes comprender no lo dije en serio
-¿ Te estás riendo de mi
-No se me ocurriría. Mira, creo que debemos dejar esta conversación.  de lo contrario terminaremos discutiendo. Lo lamento; ha sido una broma pesada. Perdóname
- Te lo he dicho en serio.  Sería la solución perfecta
- Sobretodo para ti ¿ verdad?. Porque yo sería el hazme reir de todos. "Se casa con una mujer sin dejar de pensar en otra"
-Eso no le importa a nadie.  Tienes razón,  era una broma. ¿ Vienes ?
- No. Otro día veré a Felicity
- Pues... que te vaya bien


Y eso fue todo, ni un apretón de manos, ni nada para mejorar la situación bastante tirante entre ellos.  Pareciera que se había mejorado hasta que ella confesó que había sido una broma.  No debió aceptar tan rápido, pero ya estaba dicho y hecho.  De nuevo irían por distintos caminos.  Les vio entrar en el coche del médico, mientras Stella lloraba y la tendía sus manos. No pudo ver más .  Las lágrimas nublaron su vista

- Pero¿ qué demonios me pasa? Me he enamorado de alguien que ni me ve. Me he encariñado con su hija y además pretende que me case con él porque la niña tenga un sucedáneo de mamá. Céntrate , haz el favor.  Es un disparate de principio a fin.  Sigue tu camino, ya se te pasará.

Llegó a la parada de un autobús, que ni siquiera sabía si era el que debiera tomar para ir hasta su casa y se dio cuenta de que O'Reilly tenía la facultad de trastornar toda su vida, y que le iba a ser muy difícil borrar de su memoria la escena que acababa de presenciar.  En el fondo sentía infinita tristeza por él; joven, en buena posición laboral y económica, con una hija adorable, pero totalmente desgraciado, atrapado en un recuerdo del que no intentaba pasar página.

No se volvieron a ver.  Cada uno de ellos hacía su vida normal. Aidan seguía con sus ritos, con sus ausencias y veía crecer a su hija, que no terminaba ni de encajar en el colegio ni admitir  A Moira como futura mamá.



miércoles, 25 de enero de 2017

Keira y el Dr. O'Reilly - Capítulo 6 - Despido improcedente

Tardamos cinco días en volver a verle.  Ni siquiera venía a casa para cambiarse de ropa. Morgan le llevaba mudas  a diario,  y hacía guardías en el hospital, muchas guardias  Hablaba con su hija por teléfono varias veces al día, durante los descansos.  Y al fin, en ese fin de semana se decidió a volver.  Todos estábamos extrañados de que se estuviera arreglando para ir al teatro. Saldría con Moira, pero lejos de verle contento, le notábamos mas taciturno.  Estábamos contentos por él, por ver si de una vez por todas se desbloqueaba y comenzaba a retomar su vida con aquella mujer.  La única preocupación era Stella, pero al ser tan pequeña, era de esperar que pronto se acostumbraría a ella y la viera como una segunda mama. Yo no veía aquella relación con mucho futuro, y me preguntaba si sería  preocupación por la niña o por el padre. Yo misma respondí  esa pregunta: los celos me estaban jugando un mala pasada.


 Tenía que reconocer que me había enamorado de él, y ahí tenía la respuesta, lo que en un principio creí fuera lástima por su desgracia.  Otro fin de semana que me quedaba en casa.  No me molestaba cuidar de la niña, lo que no quería era a esa mujer en sus vidas, pero era algo que no me competía.  Saldría en los siguientes días, si es que él se quedaba en casa.

Y se quedó, y yo pude al fin, disfrutar de mis días libres. Había quedado contigo  para ir al teatro aquella noche. No tenía fijada hora de entrar ni salir en mis festivos.  Después de la representación, fuimos a dar un paseo: era una noche preciosa y yo quería despejarme -  El caso es que se me hizo tarde y llegué a casa pasadas las doce de la noche.

Lo que menos podía imaginar es que me estuviera aguardando levantado, y por todo saludo me dijera:  "a mi despacho ".  En un principio me alarmé, pensando que podía haber ocurrido algún incidente, pero estaba equivocada, simplemente había llegado demasiado tarde.  Cuando entré en su despacho,. presentí que me iba a caer una buena,pero instintivamente recordé que habíamos llegado al acuerdo de que en mi día libre, tenía carta blanca para hacer lo que quisiera.  Bien, pues llegar tarde, era una prerrogativa que me correspondía

- ¿ Le parece adecuado llegar a estas horas? -.  Esa fue la recepción que me aguardaba y que yo no comprendía
- Es mi día libre - respondí
- Yo la necesito aquí, por eso la contraté

Estaba perpleja ¿ a qué venia todo esto?  No era la primea vez que llegaba a esas horas, que por otra parte tampoco era una hora descompasada

- Perdone, ese fue el acuerdo al que llegamos
-No estoy muy seguro de que así fuera.  Por tanto en vista de su incumplimiento del trabajo, dese por despedida.
-¿ Cómo dice ?
- Que la despido.  Ya no la necesito.  Creo que está siendo una mala influencia para mi hija
-¿ Qué estoy siendo una mala influencia para Stella ? Quiero pensar que algún plan le ha salido mal y por ello es que me está regañando
-La repito : está despedida.  Mañana mi administrador le dará la liquidación que le corresponde
- No señor  O'Reilly, guarde su dinero.

Dí media vuelta y salí del despacho hecha una furia.  Me parecía injusto y arbitrario.  El no era así, pero quizá le estuvieran malmetiendo alguien en mi contra.  Yo no soy una enemiga para nadie. Subí a mi habitación y cogiendo una maleta, metí en ella mis objetos personales y me iría de allí en ese instante.  No pasaría ni un minuto más en aquella casa.  No quise despedirme de la niña.  Tenía el corazón desgarrado por su actitud, y porque sabía como iba a reaccionar Stella cuando supiera que  no volvería.  Pero ese era un problema que debía afrontar su padre y no yo.  El llanto inundaba mi rostro.  Salí de aquella casa sin mirar atrás.  Nunca volvería a verles, a ninguno de los dos.

Y Keira terminó su relato a James cuando las primeras luces del día apuntaban por la ventana. Nada hacía presagiar aquel final de una noche que se presentaba normal.   James se sentía responsable porque fue idea suya el retrasar un poco más su llegada a esa casa que desde hacía tiempo había sido su hogar.  Pero era Stella, el motivo principal de su angustia.   Quería a esa niña y ni siquiera había podido explicarle el porqué de su marcha.

James era un buen amigo que al conocer su relato, le había ofrecido la hospitalidad de su casa.  Estaba desorientada y  furiosa.   Recurrió a él .  Hacía tiempo que estaba enamorado de ella, pero sabía que era una causa perdida, ya que su corazón, ahora destrozado, estaba prendido de unos ojos grises.  La ofreció su cama; él dormiría en el sofá.  Cuando se levantasen verían lo qué hacer para enfrentar la

situación creada e inesperada..
 Esa mañana se levantó desorientada.  No sabía bien lo que iba a hacer, tendría que empezar de nuevo, pero ¿ ¿por dónde ? Había estado mucho tiempo con  unas costumbres cuadriculadas pendiente de alguien, que posiblemente a estas horas, sabría que ya no iba a volver a verla..

Escuchaba a James trastear en la cocina.  Lo primero de todo sería buscarse un apartamento que le permitiera pagar y vivir, al menos hasta que encontrara un trabajo.  Le dolía haber  terminado de esa forma tan áspera, pero no era su culpa.  Lo mejor sería  desterrarle de su vida.  Y así lo intentaría.

Y volvió a contactar con la misma agencia de Nanys que le proporcionara su empleo en casa del médico, pero a pesar de conocerla, necesitaban acreditaciones, documento que no había recogido. Decidió llamar a Felicity y pedirle que le hiciera el favor de hablar con el administrador para que le diera la referencia.  A Stella la habían matriculado en un jardín de infancia, por otra parte recomendado por Keira  cuando entró a trabajar en casa de O'Reilly.

Había ocasiones en que era su padre quién la dejaba en el colegio, otras era Felicity, y aquella mañana quedaron en verse a las puertas del jardín de infancia.  Echaba de menos a la  niña,; la quería de verdad y, aunque fuera a escondidas, trataría de verla.


Felicity se retrasaba. Estaba inquieta y tampoco había podido ver a Stella.  ¿Qué es lo que pasaría?  Sus dudas se despejaron cuando vio el coche del médico y a éste apearse de él.  Iba con el pijama del hospital y entraba deprisa en la escuela  .Un  presentimiento comenzó a tomar forma en su cabeza: Stella, algo le había ocurrido.  Corrió hacia la puerta de entrada, sin importarle si él la viera .  En ese momento salía dando la mano a su hija que lloraba desconsolada.


Se encontró frente  a frente con el médico, que sorprendido no acertaba a explicarse del porqué se encontraba allí.  El llanto de la niña, ceso en el acto al verla y soltándose de la mano del padre, corrió a abrazarse a sus piernas sonriendo feliz 

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