jueves, 31 de diciembre de 2015

Desencuentros - Capítulo 4 - Bailemos

A veces la vida nos plantea situaciones que nunca imaginaríamos puedan suceder en nuestras vidas. Creemos tener las riendas de nuestro destino, tenerlo todo controlado, pero cosas insignificantes detalles, sucesos inesperados, cambian toda la trayectoria que creíamos haber asegurado  En la vida nada es seguro. Todo ocurre por algún motivo, y nada podemos hacer por soslayarlo. Inexorablemente se cumplirá tarde o temprano todo lo que está escrito en nuestro rumbo.  ¿Quién lo decide ? Nadie conoce  la respuesta; los muy creyentes dicen que un Ser superior es el que rige los destinos. Los descreídos aseguran que somos nosotros mismos, pero el caso es que se dan situaciones que lo cambian todo para bien o para mal

Mientras cenaban mantenían una conversación amena. Se notaba que estaban a gusto, relajados, algo muy diferente a lo que unas horas antes había ocurrido en la editorial. Gozaban de su compañía y las risas afloraban a sus rostros con frecuencia.  Jeff estaba dispuesto a  hacer olvidar el disgusto que Perla pasó mientras él narraba el suceso de su abuelo quería que su última noche  en España fuera feliz y borrar de su cabeza todo lo pasado con la adaptación el libro




--Cuando terminemos de cenar, nos vamos a bailar
-- Oh no!, hace siglos que no bailo y nunca he sido una experta
-- No importa. Sólo déjate llevar

¿ Por qué no se opuso? Siempre había rechazado la invitación de sus amigas cada vez que planteaban lo mismo que él estaba haciendo. No sabría decirlo; estaba a gusto con él. Por primera vez se fijo en su rostro y le pareció agradable, muy lejos de las facciones tensas que había visto en sus discusiones.

-- No me puedo creer que lleguemos a ser amigos, después de todo lo ocurrido.- comentó él

No se imaginaba bailando. Sintiendo los brazos de otro hombre en su cintura, otros brazos que no eran los de Carlos.  No se detuvo a pensarlo más…  Se dejaría llevar por los acontecimientos  Fueron a bailar. Era en su vida todo un acontecimiento. ¡ Si la vieran sus amigas ¡, seguro que no volverían a  hablar con ella, o quizá le dijeran “ es lo que tenías que haber hecho hace mucho tiempo”.  La música era envolvente, lenta, suave, evocadora. Recostó su mejilla en la de Jeff. Él respetuoso no hizo ningún movimiento po atraerla hacia él. Se daba cuenta que ella tenía los ojos entornados porque evocaba otras vivencias, otro hombre. Lo encontró justificado y continuaron bailando.

.
Ya era de madrugada, pero hubieran seguido así toda la noche. Volvieron a la realidad y decidieron regresar cada uno a su domicilio. Hacía una noche de esas de las que sólo en el otoño madrileño se viven. Acodados en el Viaducto miraban en dirección a la Casa de Campo

-- El otoño es la mejor estación de esta ciudad, la más hermosa y romántica.-. dijo Perla mirando al frente
-- Tienes razón, nunca había estado aquí en esta época.  Siempre en verano y el calor que hace es sofocante. Mira el  horizonte:.   Comienza a amanecer y es lo más hermoso que he visto nunca
--Si es muy bello.  Creo que debemos despedirnos.  Mañana sales de viaje y al menos duerme algunas horas






--El viaje no es muy largo, pero tienes razón. Aún he de hacer el equipaje
-- Me gustaría ir a despedirte
--¿ Por qué, ?  ¿ Te gustan las despedidas?
--No, pero vas a regresar pronto ¿ no es cierto?
--Eso espero en unos quince días estaré de vuelta. ¿Te puedo pedir un favor ?
-- Claro, lo que quieras
-- ¿Podrías averiguar dónde está sepultada Lolita ?  Se que ha pasado mucho tiempo y es difícil, pero te lo agradecería enormemente.
--¿Sabes los apellidos ?
--Si. Mi abuelo me los dio
-- Bien,  pues llévalos a mano y me los das en el aeropuerto. Te prometo hacer todo lo posible por realizar esa gestión a plena satisfacción. Cuando regreses y vayas a ver su tumba ¿ puedo acompañarte?
-- Claro, desde luego. Va a ser una misión muy triste, pero que tengo que hacer.   Si eso te va a representar otro disgusto como el de esta tarde,,  no quiero que vengas.
-- Te prometo que no. Lo de esta tarde fue producido por tu relato, mis recuerdos y la tensión que acumulamos durante días por lo del libro. Ahora todo está bien y de todo ese jaleo, ha resultado una buena amistad ¿ no te parece?

Mientras emprendían el regreso Jeff la miró y vio su rostro iluminado por las primeras luces de un nuevo día.  Le pareció la muchacha más linda y más infeliz del mundo.  No entendía cómo aún no había superado la muerte de su marido. Quizás estaba demasiado sola y centrada únicamente en su trabajo..  Llegaron al portal de Perla y quedaron a una hora para acompañarle al aeropuerto

--  ¿ A qué hora sale el avión ?
-- A las diez,.  Así que debo estar allí como muy tarde a las ocho.
-- Bien, pues a las ocho estaré en el hotel, así no tendrás que ir con la maleta de arriba abajo.
-- No tengo mucho equipaje, pero te lo agradezco. Casi debíeramos ponernos en movimiento ahora mismo, son ya las cinco.


--Pero estarás rendida,.   Anda sube y descansa un rato, o mejor, no vayas a despedirme y duerme durante toda la mañana
-- ¿ Qué dices ?  Tengo tiempo durante todo el día para dormir. Deseo acompañarte. Hasta dentro de un rato -, y se despidieron dándole un ligero beso en la mejilla

miércoles, 30 de diciembre de 2015

Desencuentros - Capítulo 3 - Confidencias


Perla se vistió para la ocasión: un sencillo vestido negro, algo escotado. Se recogió el cabello y se maquilló discretamente. Encima se pondría un ligero abrigo de entretiempo, pues ya refrescaba bastante por las noches, a juego con el vestido. Unos pendientes de fantasía y un ligero toque de su perfume preferido.  Se miró al espejo sin demasiado interés.  Desde hacía mucho tiempo no salía por las noches, como no fuera con sus amigas algún sábado o vísperas de fiesta.  No le apetecía y ellas no insistían, pues sabían el motivo.   Esta noche era especial:  debería aceptar las disculpas de aquel desconocido que desde el primer instante que le vio fue rechazado por ella.  ¿ Por qué ? 'No lo sabía, era guapo, inteligente y poca cosa más sabía de él. No fue muy afortunado su primer encuentro.
-- Veremos qué tal se desarrolla la noche..


A la hora fijada sonó el timbre. Perla abrió y se encontró frente a frente con Jeff. Ambos se detuvieron por un instante mirándose mutuamente.    Fue él quien rompió el silencio

-- Buenas noches Perla. ¿ Cómo estás ?
-- Hola, bien estoy bien. Adelante

Le condujo hasta el salón,  que Jeff recorrió con la mirada. Era una estancia amplia, sin lujos pero cómoda, muy funcional. Encima de una mesa destacaba el jarrón con las rosas que le había enviado y ella nuevamente le dio las gracias.  Ambos estaban un poco violentos y no sabían cómo empezar una conversación.  Fue Perla la que ofreció algo que tomar

--Quieres un whisky, café o cualquier otra cosa
--Un whisky con hielo, por favor

Preparó la bebida para él y un Jerez para ella.  Se sentó enfrente del escritor y aguardo a que él comenzase a hablar

-- Ante todo - dijo Jeff, - debo pedirle perdón por todo el cúmulo de despropósitos que ha ocurrido con este libro. He de reconocer que teníaS razón y  que debí escuchar antes de recriminar nada.  Quizás el estrés de ir de una lado para otro me haya  jugado una mala pasado y lo pagué contigo Tengo mucho interés en esta publicación y quiero que todo salga perfecto. Verás  se trata de una parte de la vida de una persona a la que quiero mucho:  mi abuelo. Es ya mayor y deseo vea el libro antes de que desaparezca.

-- Vaya. Siento que todo haya sido un malentendido por parte de ambos. ¿ De verdad es autobiográfico?

-- Te cuento. Era una época de mucho idealismo. En el mundo entero se estaba fraguando algo grande y entonces se produjo la guerra civil española. Muchos jóvenes americanos  se involucraron  en el tema , y mi abuelo a los dieciocho años se alistó como voluntario en las Brigadas Internacionales. La víspera de partir fue cuando se lo dijo a sus padres y te puedes imaginar el revuelo que causó.  Su madre llorando por un lado, su padre gritando para imponer su autoridad, pero él estaba decidido a partir hacia España, y así lo hizo.  Primero llegó a Madrid y al cabo de unos meses le destinaron hacia Aragón. Se estaba preparando el asalto de posiciones por las tropas franquistas.  El estaba en un pueblo llamado Belchite. Les hospedaron en casas particulares,,  en haciendas,...,  en fin en donde hubiera una cama. La gente les cedía todo porque comprendían que estaban allí para ayudarles.  Había un bar que también era pensión y allí conoció a Lolita.  Era la hija de los dueños. Muy joven,  apenas tenía diecisiete años,  y era una promesa de mujer. Con inmensos ojos negros, de cabello rizado y con una sonrisa permanente en su infantil cara.  Mi abuelo se enamoró de ella nada más verla y a ella le ocurrió lo mismo. Comenzaron a verse cada vez que alguno de ellos tenía unos  minutos libres.  Pasaron unos meses y aquel juvenil amor llenaba sus vidas en tensión por la situación que se vivía en aquel lugar y en el resto del país.  Empezaron a llegar noticias de que la gran batalla estaba próxima. Era cuestión de un par de días. La noche anterior a la contienda, mi abuelo tomó de la mano a su novia y se la llevó a un pajar cercano semi abandonado. Mirándola fijamente a los ojos no necesitó palabras para que ella supiera lo que él deseaba antes de partir para el frente. Fueron el uno del otro durante toda la noche;.


Ya casi amaneciendo , con las primeras luces del alba,  se empezaron a oir los rugidos de los motores de unos aviones que venían en dirección a Belchite. Se levantaron del camastro que les había servido de lecho y corrieron rápidamente hacia el pueblo, hacia su casa.  No les dio tiempo a llegar. El ruido seco de las ametralladoras del avión les cerró el paso. Lolita exhaló un gemido y mi abuelo vió con horror como su frágil cuerpo se cubría de sangre y se desplomaba entre sus brazos. El también fue herido, pero abrazado al cuerpo inerte de la muchacha se arrodilló en el suelo clamando al cielo y maldiciendo a aquellos que habían segado la vida de su amada.
Belchite, después del bombardeo

Lolita, la chica española
Ignora el tiempo que permaneció allí besando aquel rostro querido y mirando sus bellos ojos negros, abiertos, sin vida.  Otros muchachos le recogieron a duras penas y le llevaron hasta la iglesia en donde las mujeres del lugar junto con un médico atendían a los heridos. Después de dejarle en manos de los sanitarios, volvieron a rescatar el cuerpo de ella que permanecía tendido en el suelo.  El pueblo fue destruido. Mi abuelo fue repatriado, pero nunca volvió a ser el joven idealista y alegre.  Tardó más de tres años en retomar su vida, y por insistencia de sus padres se casó con una chica que conocía de toda la vida. Fue franco con ella, le contó todo lo sucedido, le confesó que no estaba enamorado de ella, pero confiaba en que con el tiempo podría hacerla feliz.
Se casaron y para mi abuelo fue el día más triste de su vida. Dicen que se le vio llorar durante la ceremonia. Todos pensaban que era la emoción, porque casi nadie sabía lo ocurrido en  España.  Tuvieron tres hijos: dos chicos y una chica.  El mayor Jeff es mi padre, el segundo es Charles que vive en Francia y la chica que se llama Lolita

-- Dolores,-  dijo Perla
-- No, no. Mi abuelo,  con el consentimiento de mi abuela bautizaron a mi tia como Lolita

Yo soy hijo único. Mi tio Charles se casó con una francesa y tiene dos hijos varones. Y mi tia Lolita tiene dos hijas que ya están casadas.  Mi prima pequeña está a punto de dar a luz y la mayor tiene un crio precioso.

- Prometí a mi abuelo que contaría esa parte de la historia, de su vida que nunca olvidó. Por eso es que era tan importante para mi la publicación.  Le hice otra promesa que cumpliré en otro viaje que realice a este país y es localizar su tumba y depositar unas flores en ella.
Perla tenía los ojos llenos de lágrimas. Se identificaba con el dolor del abuelo, porque aunque la situación  era diferente,,   también ella había perdido a su marido bruscamente

-- Vamos, vamos. Por favor… Si lo se no te cuento nada
--Perdona,´- dijo ella, - necesito otra copa. ¿ Y tú?

-- Pues no me vendría mal. Son muchas emociones. ¿Sabes cómo aprendí el mal castellano que hablo?  Pues de oírle contar en voz alta toda su peripecia una y otra vez.  Recuerdo que a mi me subyugaba el relato y me sentaba a los pies escuchando su gran aventura de amor.  Soy su nieto preferido…

Mientras ella echaba el licor en las copas, Jeff de pié recorrió con la mirada la estantería en la que estaban depositados algunos recuerdos y fotografías.  Se detuvo ante una y preguntó
- ¿ Es tu marido ¿
-- Si-  respondió ella
--¿Estáis separados?
-- No. Carlos murió hace cinco años, de leucemia. Sólo llevábamos tres años de casados
-- Por Dios.¡ Cuánto lo siento. ! No ha sido oportuno el relatarle la historia de mi abuelo
Ella dio un ahogado sollozo y se cubrió el rostro con las manos. La narración de Jeff y sus propios pensamientos le habían llenado de congoja.  Jeff la abrazó para consolarla y extrajo de uno de sus bolsillos un pañuelo que se lo tendió a Perla para secar su llanto.  Ella le agradeció la intención y le respondió
--No, no te preocupes. Estoy muy sensible y cualquier cosa me altera, pero enseguida se me pasa.
--¿Sabes qué ? Ve a retocarte el maquillaje y vamonos a la calle. A ver si con el fresco de la noche se despejan nuestras cabezas.

Salieron cabizbajos y pensativos por la situación vivida.  Ya en el portal, Perla se paró y dirigiendo una mirada a Jeff, le dijo
--Gracias
-- Los amigos están para eso ¿ no crees? Y nosotros esta noche nos hemos hecho muy buenos amigos. Nos hemos confesado cosas de nuestra intimidad. Lo necesitábamos. Guardamos cosas durante demasiado tiempo que nos hacen daño. -. La dio un beso en la frente y pararon un taxi que les llevaría al restaurante elegido.


martes, 29 de diciembre de 2015

Desencuentros - Capítulo 2 - Primer desencuentro

La editorial tenía mucho ajetreo. El otoño se había echado encima y había que preparar todas las ediciones posibles con vistas a las ventas de Navidad.  Los nuevos lanzamientos deberían estar en las librerías a mucho tardar a mediados de Noviembre.  Perla había terminado las adaptaciones más urgentes y se había liberado un poco de la tensión que las prisas le producían.  El señor Olmedo,  el director de la editorial,  la llamó para que se presentara en su despacho urgentemente.

-- Perla tenemos un problema y muy serio
--¿Qué ocurre ?
- Una de las adaptaciones que has hecho nos la han rechazado.  Dicen que no  tiene nada que ver con  el texto  original y hay que rehacerlo de nuevo.


-- ¿ Cómo dice ¿ De qué texto se trata ?
--Es el del americano: "Encuentro en la nieve "
--¿ Encuentro en la nieve ?,¡ Pero si es perfecto !  Es fiel cien por cien a la narración
-- Pues eso no es lo que dicen. Llegará el autor en unos días para tratar de arreglarlo.  No te quiero contar si no llegamos a tiempo, la cantidad de dinero que vamos a perder.  Si en Navidad no se vende, ya no lo hará hasta la Feria del Libro. Eso si con suerte el autor accede a la demora.
-- No entiendo nada ¿ Qué es lo que encuentra mal ?


-- No lo sé exactamente, pero insiste en que la traducción es mala, que no se ajusta al escrito.  Es todo lo que puedo decirte.  En un par de días saldremos de dudas.  Viene para acá.
-- Estoy muy preocupada por lo courrido.  Nunca nadie se había quejado de mis traducciones, muy al contrario, siempre han comentado que las adaptaciones en algunos de ellos habían beneficiado al original.  Ya sabe, por las acepciones que los distintos paises tienen en su idioma.  Francamente no sé qué pensar.
-- Ahora no nos queda más que esperar, así que hagámoslo cruzando los dedos hasta que llegue.

El autor americano se presentó en la editorial al cabo de tres días. Llegaba de bastante mal humor, y acto seguido se hizo anunciar al director.  Estaba decidido a solucionar el problema lo antes posible.  Tenía otros compromisos y estaba de paso hacía Francia.

-- Señor. Douglas ¡ qué sorpresa !  Me alegro de que esté aquí , a ver  si de una vez averiguamos dónde está el error cometido.
-- Francamente elegí esta editorial porque me garantizaron su prestigio y deposité mi confianza en ustedes, pero lo que ha ocurrido no tiene nombre.  Han hecho de mi libro un relato extraño e incomprensible.  Lo tiene que rehacer pero esta vez limitándose al original, exactamente al original, pero además en tiempo record.  En América es un éxito de ventas y el elegir su editorial fué para combinarlo perfectamente y el lanzamiento hacerlo, al menos, en tres paises al mismo tiempo.  Ahora eso ya no podrá ser.  Pasado mañana se presenta en París y dos días después en Londres.  Tenía especial interés en que fuera Madrid la primera ciudad, pero eso ya no es posible.  ¿ Me puede presentar al traductor que ha realizado la adaptación ?


-- Puedo garantizarle que es nuestra mejor traductora, la más inteligente y solvente.  Francamente no se qué ha podido ocurrir.- Acto seguido, Olmedo pulsó el timbre del interfono y una voz respondió

-- ¿Si ? , dígame señor Olmedo
-- Perla ¿ puede venir a mi despacho ahora mismo ?
-- Desde luego. Ya voy - golpeó con los nudillos en la puerta y la abrió
-- Buenos días señor Olmedo. Señor Spencer
--Bien Perla.  Como ya le anuncié tenemos un grave problema.  Jeff se queja de la traducción, y como ya le comenté dice que no se adapta al texto original.
-- Pero eso no es cierto.  Es cien por cien fiel con lo escrito.
-- Pero está mal.  Dice cosas que en el original no figuran.  Reconozca que se ha equivocado ó que busca una fama que no le corresponde.
-- Pero ¿ qué dice ? No busco fama ni me interesa. Sencillamente cumplo con mi trabajo.  Pero dígame dónde está el error.  Necesito saber dónde me equivoqué, para arreglarlo o rebatirlo.

Por momentos Perla se impacientaba  y el escritor estaba de peor humor.  La discusión iba en aumento y empezaban a oírse voces en el despacho del director.  No se ponían de acuerdo, por lo que Perla cortó la conversación.

-- Está bien. Quiere una rectificación y la va a tener.  Será exactamente punto por punto y coma por coma. Arreglaré el texto
-- Pero deberá ser en tiempo record, de lo contrario romperé el contrato con ustedes
-- Señor Olmedo, le ruego me conceda excedencia de una semana.  De hoy en siete días tendrá encima de la mesa "su versión " dijo dirigiéndose al escritor

El director no sabía qué decir, pero concedió el plazo a Perla.  Trabajaría en su casa, noche y día.  En una semana Jeff tendría su nueva adaptación.  Y dicho y hecho.  A la siguiente semana se personó  de nuevo en el despacho de su jefe, con la nueva traducción que depositó encima de la mesa, junto con una carta de dimisión.

--¿ Qué es esto ?-, dijo Olmedo
-- He cumplido exactamente con el texto original.  Le ruego se lo haga llegar y solicito que lo lea delante de mi.  Si está conforme asunto zanjado, pero le presento mi dimisión.  Sigo insistiendo que mi trabajo ha sido impecable y por ética profesional, no puedo permitir que se me cuestione.  Por tanto a partir de este momento, he dejado de trabajar para esta editorial.  Espero me avise cuando llegue este señor.  Mientras tanto iré recogiendo mis cosas.




-- Pero Perla, no puede ser.  Lleva mucho tiempo trabajando con nosotros a plena satisfacción, y un error no puede dar al traste con nuestra relación.
-- Lo siento pero esas son mis condiciones.

Dió media vuelta y procedió a recoger sus pertenencias, como fotografías, fetiches,  agenda..., todo lo que a diario precisaba para su trabajo, metiendolo todo en una caja  Sus compañeros estaban atónitos con lo ocurrido.  Perla era una magnífica profesional y nunca había tenido ningún problema con nadie.  A media tarde llegó Jeff a la oficina, y revisó someramente la nueva traducción

-- Pero ¿ qué es esto ?  No sé mucho castellano, pero ¡¡¡ no se entiende nada !!!  Es ilógico.  Esta mujer debe estar loca.  Olmedo, esto no puede ser, o ¿ se están riendo de mi ?  Nunca me ha ocurrido una cosa semejante.  Quiero hablar con ella .  Le garantizo que de mi no se va a burlar.
-- Jeff, permítame decirle que es una profesional como la copa de un pino.  Nunca pensó en burlarse de usted.  Espere a oir su explicación

Jeff  daba vueltas por la habitación como un león enjaulado.  Las aletas de su nariz se inflaban de vez en cuando, conteniendo la rabia que le embargaba.  Al cabo de media hora, Perla, hizo acto de presencia en el despacho del que hasta ese día había sido su director.  Segura de sí misma y sabedora de lo que allí iba a ocurrir, llamó a la puerta pidiendo permiso para entrar.  En su rostro dibujaba una ligera sonrisa que enfureció aun más al escritor.



-- Pero usted ¿ de que va ?,-  increpó a Perla lleno  de rabia
-- He traducido al pié de la letra.  ¿ No era ese su deseo ?
-- No se entiende nada.  Fíjese en este párrafo - dijo a Olmedo, leyendo a continuación
-- " llegó chica Lolita una "
-- ¿ Puede leer mi primera adaptación, por favor ?... " llegó una chica: Lolita "  ¿Se da cuenta ?  Si conociera más nuestro idioma, sabría que es tan rico en léxico, que por cada palabra de ustedes nosotros tenemos al menos cinco, lo que nos permite una mayor expresión al traducirlo , una que mejor se adecúe.  A eso es a lo que me refería cuando le comentaba que lo enriquecía, no que mi traducción fuera extraordinaria   Hacemos las oraciones de distinta forma que ustedes, por tanto para que sea comprensible  hay que alterar el texto.  ¿ Me entiende ?

 Jeff comprendió en ese momento que ella tenía razón.  Releyó unas páginas más . Tenía razón, no sólo era legible, sino que comprendía perfectamente lo que el escrito original quería relatar.
Había un silencio tenso.  Ninguno de los tres hablaba, pero Perla seguía sonriendo segura de que Jeff comprendía que no había tenido razón al formar el alboroto que había organizado.  Al fin levantó la vista de los folios y como justificaión dijo:

-- Bueno, lo leido está bien, pero claro, tengo que leer el resto.
-- No encontrará fallo alguno, eso suponiendo que tenga el suficiente conocimiento del  idioma para que compenda el texto.  Y ahora si no quieren nada más, me retiro.  Buenas tardes, señores.
-- Perla, llamó el director, no se vaya. Tenemos que hablar
-- No señor Olmedo, ni un paso atrás.  Hasta la vista

Salió de la habitación con su ego satisfecho.  Jeff pidió al director el significado de las palabras de Perla.

-- Ha dimitido esta mañana. Se ha marchado de la editorial
-- Pero...  necesito hablar con ella de todo este jaleo.  Si el resto del texto es como lo que he leido, es muy bueno.  Necesito disculparme.
-- La llamaré y veré si quiere volver, pero no le garantizo nada.  Es muy orgullosa y cuando alguien no tiene razón, va a por todas.
-- Bien, deme su dirección.  Iré personalmente a disculparme. Debo hacerlo, es justo rectificar cuando la razón no está de nuestra parte.

Llamaron al timbre de la puerta del domicilio de Perla. El encargado de una floristería dejó en sus manos un magnífico ramo de rosas blancas, increíblemente bellas. Buscó la tarjeta con curiosidad. No tenía amistades masculinas que le pudieran enviar flores y a sus amigas las veía casi a diario, con lo cual el envío no provenía de ellas.  No era su santo ni cumpleaños. No había ninguna fecha señalada... ¿ quién podría mandarle flores ?

-- ¿ Seguro que no es una equivocación ?- preguntó al mensajero
-- Pues no sé, no creo.  ¿ Es usted la señora Cifuentes ?
-- Si, soy yo. La dirección coincide; espere un momento, por favor,. A ver si encuentro la tarjeta. No debo hacerme cargo si no es para mí
-- Si le sirve de ayuda, lo encargó un señor extranjero apellidado Spencer
-- ¿ Cómo dice,  Jeffrey Spencer ?
-- Exacto
-- Bien pues es cierto.  Son para mi

Firmó la nota de entrega y cuando se quedó sola, buscó de nuevo la tarjeta que encontró "enterrada" entre las rosas.

" Sé que le debo una disculpa por mi metedura de pata.  ¿ Cenamos juntos ?  Deseo disculparme personalmente y explicarle algo.  Llámeme, por favor, para quedar.  Un saludo Jeff "

No sabía qué hacer.  Aún le duraba el enfado. Estaba muy dolida por la pérdida de prestigio que había sufrido por el altercado, pero no podía dar marcha atrás.  Había renunciado a un trabajo que la entusiasmaba.  Jugando con la tarjeta entre sus dedos, descolgó el teléfono y marcó los números que en ella había anotado el escritor.

-- Hello
-- Señor Spencer soy Perla Cifuentes.  Acabo de recibir sus rosas y francamente estoy muy desorientada.  No sé a qué se debe ésto
-- Pues es muy sencillo:  intento hacer las paces con usted.  Reconozco que me equivoqué y deseo sellar la paz.   Se me ocurre, dada mi corta estancia en España, que cenemos juntos esta noche ya que mañana parto para Francia.  ¿ Le parece bien ?
-- Quiero que sepa que estoy muy disgustada por lo ocurrido..., pero está bien, acepto.  Pase a buscarme como a las ocho.  Bueno.., pues entonces hasta luego.
-- Hasta luego Perla.  Supongo que le puedo llamar por su nombre
-- Oh, desde luego, claro que si
-- Bien. A las ocho iré a buscarla. Adiós.





lunes, 28 de diciembre de 2015

Desencuentros - Capítulo 1 -Un autor americano

Por una rendija de la ventana, se colaba un rayo de sol que iba directamente al rostro de la muchacha que comenzaba a despertarse molesta por la interrupción del sueño. Había pasado una mala noche, pues el calor había sido sofocante.  Julio es un mes muy caluroso en Madrid y las noches se hacen insoportables. Para ello la gente sale a las calles y pueblan las innumerables terrazas que se instalan en los paseos del centro, en donde el frescor de la noche hace que las tertulias se dilaten hasta casi la madrugada.
Se había retirado muy tarde a descansar; se había reunido con sus amigas después del trabajo. Se aproximaban las vacaciones y había que planearlo todo para que fuera un verano inolvidable. Hasta el más mínimo detalle estaba previsto. Deseaba que llegara el último día de trabajo, necesitaba esas vacaciones más que nunca, a pesar de que Agosto no era su mes preferido para viajar, había demasiada gente por todos lados, pero no tenía otra opción.


PERLA
Tenía un montón de cosas que hacer: ir de compras.  Siempre que salía de viaje, no sabía muy bien porqué, tenía algo que comprarse y lo más curioso es que casi nunca salía de la maleta lo que había comprado. 
¿Verdaderamente le hacía ilusión el viaje?  Se detuvo ante esta reflexión…  En comparación con otras… no.  Eran diferentes, totalmente, pero le daba igual; el caso era romper el tedio y monotonía  en la que se había convertido su vida.  Recordó los primeros días de viudedad y la sensación de desamparo que había sentido el primer día que salió a la calle después del entierro de su esposo.
Recordó un día,  en que parada en un semáforo,  sentía miedo de la gente. Tenía la sensación que deben sentir los niños al extraviarse y verse solos en la calle, en medio de la gente extraña que pudieran rodearle.  Esa misma sensación es la que sintió ella; las piernas le temblaban y creyó caerse.  Todos los días iban juntos al trabajo y volvían a reunirse para comer juntos y juntos volvían a casa por la tarde, ya terminada su jornada laboral.  Ahora tenía que hacer el mismo recorrido en solitario, algo a lo que no se acostumbraba.  Por eso sus amigas habían hecho hincapié en que viajara con ellas, porque el cariño y la diversión siempre estaban presente en el grupo.
Siempre había estado protegida por él,.  Siempre se había encargado de todo, ella no debía preocuparse por nada, “sólo de ser feliz a su lado”. Esa consigna la había recibido de él cuando contrajeron matrimonio. Todo había cambiado. Él se había ido y ella se tenía que enfrentar a una soledad aplastante que la deprimía.
El grupo de amigas se había conocido en  primaria y le habían arropado cuando se quedó sola y gracias a ellas su soledad se hacía más tolerable.  Le habían aconsejado que saliera con alguien, que por eso no olvidaría al hombre que había compartido con ella aquellos cortos años de matrimonio, pero no podía.  El sólo pensar en ello, le hacía sentirse como una delincuente y rápidamente desechaba la idea de su cabeza. Sabía que había un compañero que intentaba tener una cita con ella, pero siempre le daba excusas para no salir con él.
Desperezándose estiró sus piernas y sus brazos para quitarse de encima la mala noche pasada. Acto seguido,  de un salto, salió de la cama. Pasó  por la cocina y puso la cafetera en marcha. Necesitaba un café fuerte, de lo contrario estaría dormitando todo el día.  Se metió en la ducha y dejó correr el agua por su nuca. El agua estaba fría, no había querido encender el agua caliente, no con esta temperatura. La radio daba 25 º, y apenas  eran las siete de la mañana
--¡ Dios mío, vaya día que vamos a tener hoy ¡,- exclamó cuando oyó ese dato.
No secó su cabello para de esta forma aliviar un poco el calor. Se sentó en la mesita de la cocina y preparó su desayuno. Mientras sorbía el café dirigió la mirada hacia la silla que frente de ella permanecía solitaria, y como si de un amigo imaginario fuera , se dirigió a ella con la siguiente pregunta:
-  A ti ¿qué te parece?
Sin obtener respuesta siguió desayunando. Preguntaba su opinión a una silla. Le pedía opinión sobre sus vacaciones. No estaba muy conforme ni con ellas, ni con el destino escogido, pero había sido decisión de la mayoría y hubo de aceptarlo.  En realidad no le entusiasmaba ningún destino, que no fuera quedarse en casa.  Recordó con el entusiasmo que siempre habían proyectado sus viajes.  Fue una decisión cuando se casaron: “ no tendremos hijos inmediatamente, somos jóvenes y hay tiempo. Primero disfrutaremos de nuestra visa de casados”.  Pero no hubo tiempo, todo se había precipitado  y ahora se reprochaba el no haber cumplido con ese deseo.
--¡ Ay señor, señor ¡, -se lamentó y decidió arreglarse y dejar de pensar en lo que pudo ser , y no fue.
Sin darse cuenta había ido deprimiéndose poco a poco. Habían pasado cinco años desde su muerte, e interiormente escuchó la voz de una de sus amigas que le aconsejaba: “  es hora de que empieces a organizar tu vida. Debes salir, tratar de seguir adelante, y quizá conocer a alguien… No por eso vas a olvidarle…”
Perla era hija única en una familia de clase muy acomodada. Sus padres le dieron una formación exquisita: internado en Suiza, internado en Inglaterra, y final de carrera en la Univ.ersidad  Autónoma de Madrid.  Recibió clases de ballet y música. Era una alumna muy disciplinada cuyas notas eran sobresalientes. Entre sus amigos estaba considerada como superdotada, aunque en realidad era de una gran inteligencia y muy perfeccionista que no deseaba defraudar a los padres que habían depositado en ella su plena confianza. Terminados los estudios no tuvo ningún problema en encontrar un empleo. Su dominio de los idiomas inglés y francés le facilitaron grandemente el conseguirlo, pero todavía no estaba muy decidida por la clase de trabajo que quería.
Se hizo azafata en turismo, con constantes viajes al extranjero, pero al  poco tiempo le fatigaba tanto ajetreo y decidió dejarlo.  Trabajó en una embajada, pero tampoco le agradó:
--Hija mia, eres muy inestable. A veces dudo de que te gusten los estudios que has cursado…No es posible que no encuentres nada que te agrade..
--Lo sé, mamá, pero…Ya lo encontraré,,  no te preocupes
Ni la madre ni el padre estaban preocupados, pero no les agradaba la indecisión de su hija. Por fin una mañana encontró algo que al menos de momento le entusiasmaba: sería traductora en una editorial.  Le apasionaba la literatura y  la traducción de una obra, le permitía ser, en cierto modo, también escritora.  Siempre tendría que adaptar los textos escritos en otro idioma distinto al suyo para su total comprensión del libro en cuestión. 
Había leído el anuncio solicitando “traductor/a” y no dudó ni un instante que ese sería el trabajo de su vida.  Loca de contenta relató a sus padres lo conseguido y los tres estallaron en parabienes y abrazos.
De esta manera entró en la importante editorial que le permitiría desarrollarse como intelectual y conocer al hombre que un tiempo después se convertiría en su marido.
Carlos ocupaba un puesto directivo. Era un joven prometedor y con gran futuro dentro de la empresa. Era atractivo, sin ser guapo, pero su sentido del humor y simpatía, ganaba la voluntad de todos aquellos que le trataban.
Fue un flechazo por parte de ambos. Él extrovertido, ella responsable y formal. Ambos se complementaban perfectamente y al cabo de un año se habían convertido en marido y mujer con el beneplácito de todos.
Decidieron de común acuerdo, esperar unos años para ser padres; ambos tenían una carrera brillante  y querían desarrollarla. Eran jóvenes y podían esperar;.  Primero disfrutarían de su matrimonio. Viajaron durante las vacaciones a todos los rincones del mundo. Se divertían estando juntos y su vida en común era perfecta.
Carlos tenía que hacer un viaje al extremo Oriente para crear una sucursal de la editorial. Estaría ausente al menos dos semanas, pero tendría que ir sólo. Ella estaba inmersa en la adaptación al castellano de un best seller de un escritor extranjero y no podía cortar el trabajo.  Le despidió en el aeropuerto sin poder contener unas lágrimas cuando se dieron un último beso. A regañadientes, Perla, vió cómo él se alejaba rumbo al avión.
Se llamaban todos los días. Se echaban de menos y los días pasaban lentos para ella y rápidos para él.
Por fín Carlos regresó a casa. En el rostro se notaba que estaba cansado. Profundas ojeras rodeaban sus ojos, había adelgazado, pero en ellos seguía teniendo el brillo de ironía que hacía que sintieras simpatía por él desde el primer instante de conocerle.
--Ha sido el trabajo, el clima, la comida, todo. Pero no te preocupes, ya estoy en casa. Dame una semana y seré el chico guapo que te conquistó,- dijo riendo  abrazando a su mujer.
El tiempo pasaba y Carlos no mejoraba, muy al contrario cada vez estaba más delgado
--Vamos a ir al médico. No te vacunaste por las prisas; no vaya a ser que hayas contraído alguna enfermedad tropical. No estoy tranquila..
--De acuerdo, de acuerdo. Iremos cuando tú quieras
--Pues ya mismo. Voy a pedir hora para una consulta.
Acudieron a la consulta y después de un pequeño interrogatorio por parte del médico, le dijo que no le podía decir nada, sin antes hacerle algunas pruebas. Estaba de acuerdo con Perla en que quizá hubiera contraído alguna enfermedad tropical.
Tardaron algunos días en tener los resultados  y con ellos , de nuevo se entrevistaron con el médico.  Éste leyó lenta y concienzudamente los informes.  Dejó los papeles sobre la mesa y clavó la mirada, primero en Carlos y a continuación en Perla, al tiempo que les comunicaba el resultado:
--Lo siento, no es lo que pensábamos. Claro, hemos llegado a tiempo lo que significa que tenemos muchas posibilidades,,  muchas, de que pasado un tiempo recobre la salud plenamente
--De acuerdo, doctor, pero ¿qué me pasa?
--Verás Carlos, tienes leucemia. Pero lo hemos cogido pronto y te aseguro que las probabilidades de recuperación son muy altas. Habremos de comenzar con el tratamiento inmediatamente para atajarlo cuanto antes.
Perla se quedó sin sangre en las venas. Le faltaban palabras, mejor, se le habían borrado de su cabeza. No era posible que esto les estuviera pasando a ellos; a penas llevaban tres años de casados, tenían planes, proyectos e ilusiones. No no era cierto, el médico se había confundido.
Pero no, no se equivocó y las palabras de aliento que les había dicho, fueron eso:: palabras. La enfermedad avanzaba rápidamente y hubo de internarse en un hospital. Las transfusiones se sucedían, pero la debilidad iba en aumento. Ni fármacos, ni otras consultas surtían efecto.  Una mañana Perla recostaba la cabeza en la almohada de la cama hospitalaria que ocupaba Carlos, cuando éste con la mano libre que le dejaba la vía,  acarició la cabeza de su mujer  y le pidió:
--Perla, tenemos que hablar…
--Claro que tenemos que hablar, pero ahora descansa
--No mi vida, no tenemos tiempo. Escúchame. Cuando yo me haya ido no quiero que te encierres en casa refugiada en los recuerdos. No quiero que te acuerdes de mi ahora, sino como  era antes. Pasado un tiempo, que sé lo vas a pasar mal, deberás organizar de nuevo tu vida; no por eso vas a olvidarme. Siempre estaré en en ella, ; tienes que prometérmelo. Por encima de todo deseo que seas feliz . Recuerda la felicidad que ha reinado en nuestras vidas desde que estamos juntos.  Hay muchas personas que conviven durante toda una vida odiándose y sin embargo nosotros nos hemos amado intensamente.  Hay otra cosa que te quiero pedir: llévame a casa. No quiero terminar aquí. Deseo hacerlo rodeado de lo que ha sido nuestro mundo.
Y cumplió su voluntad. Le llevó a casa y abrazada a él se despidió para siempre del que había sido su marido.


CARLOS
Tuvo que pedir la baja laboral, pues su cabeza era un laberinto de sentimientos encontrados. Había desarrollado un carácter infernal, no quería ver a nadie, ni a familia, ni amigos. Odiaba a la humanidad y cada día al despertar, las noches que podía dormir, llorando pedía a Carlos que la llevara con él. Abrazada a su fotografía  lloraba desconsoladamente. 

Pasaron los meses y poco a poco su cerebro fue asumiendo su nueva situación. Cada vez que acudía a algún sitio para arreglar papeles, tenía la sensación de enterrar de nuevo a Carlos. Iba a menudo al cementerio. Le había hecho la promesa de que reemprenderia su vida y en principio espació las visitas a su tumba, pero la sensación que le quedaba era de cometer un delito. Se limitó a acudir las fechas claves: aniversarios, navidades, cumpleaños, ...
Sus amigas le animaron a salir con ellas. La primera vez que lo hizo se sintió mal. Le parecía injusto que ella se divirtiera y Carlos llevara enterrado tanto tiempo.  Poco a poco recobró su vida.  Aquel sería el segundo verano que pasaría con el grupo de amigas, que nunca la habían dejado sola
 Las jóvenes se divertían y hasta Perla estaba contenta. Sus paseos y los baños en el mar le hacían olvidar el tedio en que se había convertido su vida. Por las noches en el hotel organizaban bailes y diversiones para los turistas, y ellas acudían para no meterse en la cama tan temprano. De vez en cuando algún galán se acercaba a ellas y bailaban durante un rato. De todas, las que más solicitudes tenía era Perla, justo la que no bailaba nunca. Las excusas que daba no convencían a nadie, pero tampoco insistían dada la firmeza del rechazo. Sus amigas le recriminaban lo “sosa” que era, pero ella se sentía incapaz de sentir los brazos de otro hombre rodeando su cintura:
--No, ni halar. Hasta ahí no llego-  era su respuesta a las chicas.
El tiempo pasó rápido y llegó el día en que tendrían que abandonar su paraíso veraniego y regresar al trabajo. Se reservaron un par de días antes de trabajar para organizarse el regreso y acostumbrarse de nuevo al horario y comidas habituales.


Con el color dorado de la brisa del mar, ataviada con un vestido amarillo que resaltaba más su color, acudió al trabajo en la fecha debida.  Después de saludar a sus compañeros y ponerles al corriente de sus vacaciones, se encaminó hacia el despacho de su superior para comunicarle que ya estaba en su puesto.  Dio unos golpes en la puerta, y una voz potente le respondió:
--Adelante
Su jefe no estaba solo. En el despacho le acompañaba otro hombre de aspecto extranjero que apenas hablaba castellano. 
--Perla, le presento al escritor de moda: Jeff Douglas Spencer.   Jeff, mi traductora Perla Cifuentes
--Encantado, señorita
--Igualmente señor. Soy señora
--Lo siento no lo sabía, perdón
Perla esbozando una sonrisa, le respondió
--No por Dios, no tiene importancia. Señor Olmedo, volv eré en otro momento; solamente era por saludarle y decirle que ya estoy de regreso.  Buenos días
Dando media vuelta, se encaminó a la puerta . Se sentó en su mesa y encendió el ordenador por la agenda, que había dejado ordenada antes de irse de vacaciones.  Leyó detenidamente el contenido dispuesto para el día presente
--Uf, no tengo ninguna gana de volver al trabajo. ¡ Por Dios ¡ ¿ Cómo pude cargar de tareas el día de hoy? Seguro que la mitad se quedan sin hacer


Por la tarde a la salida, , las amigas habían quedado en una céntrica terraza  para comentar su reintegro a la oficina y cambiar impresiones y añoranzas de su viaje
--Han sido las vacaciones más bonitas que hemos hecho.  Yo me he traído el teléfono y la dirección de un chico.-.  Dijo Araceli mientras se cubría la boca con una mano y reía como si estuviera diciendo alguna picardia.
--¡¡¡ Vaya con la mosquita muerta esta ¡!!,-dijo la amiga mayor de todas.
-- A ver, cuenta, cuenta
Y Araceli fue desgranando su aventurilla con un chico que le entusiasmaba
--No creáis,  quedó en llamarme para el fin de semana,,  pero seguro que se habrá olvidado de mi
--¿ Y si así no fuera, te enrollarías con é?,- preguntó Perla
Todas se la quedaron mirando extrañadas de su pregunta, ya que no solía estar pendiente de comentarios como ese.  Araceli la miró con una tímida sonrisa, y la dijo:
--Pues no lo sé. Me gusta mucho;.  Si ocurriera,  probablemente saldría con él
Atento en una mesa cercana, escuchaba curioso un hombre, Aunque no entendía la mitad de las cosas que las chicas comentaban, pero aún no entendiendo, le agradaba ver cómo se divertían y gastaban bromas entre ellas.  Con la mirada recorrió el grupo y de repente se detuvo en una muchacha con un vestido amarillo que resaltaba su color playero
--Oh my God. She is   the translator of the editorial, what did you say your name was? Pearl, that is it.   But  the truth is that the name is doing very well, is very pretty
(¡ Oh Dios mio, es la traductora de la editorial. ¿ Cómo dijo que era su nombre?  Perla, eso es. La verdad es que el nombre es muy apropiado.  Es muy bonita )



Ella  ni se había dado cuenta de que en una mesa cercana la observaban. Al cabo de un rato sintió el peso de una mirada sobre ella y giró la cabeza en la dirección en donde el americano apuraba su copa. Reconoció al hombre y con una inclinación de cabeza le saludó

domingo, 27 de diciembre de 2015

Leyes - Capítulo 13 y último - Madame Butterfly

Ann llegó nerviosa  y entró directamente a su despacho.  Louis intrigado, fue tras ella inquieto por su aspecto.  Pensaba que había perdido la causa y que era la situación de Hilda lo que la inquietaba.  Pero no fue así y tras escuchar  a su compañera y sabiendo que no debía intervenir, se decidió a hacerlo.  Quería entrañablemente a Ann y no podía ver impasible la inquietud que ella sentía por su vida sentimental.

Y supo que debía organizar un encuentro entre ellos, y estaba seguro que todo se aclararía. Durante aquella noche, lo pensó detalladamente y en cuanto fue la hora, acudió al juzgado y pidió hablar con Robert. No podía salir mal; todo lo tenía pensado y detallado, y así se lo expuso al fiscal.


En el Metropolitan representaban Madame Butterfly, la ópera preferida de Ann. Louis le preparaba una sorpresa

--Ann, esta vez representan tu ópera preferida. Tengo entradas
--Pero Louis,. tenemos mucho trabajo y además no tengo tiempo de ir a la peluquería y a la ópera hay que ir muy elegante
--Tu siempre vas elegante. Anda no admito excusas. Mañana madrugamos y nos ponems al día en un pis pas.
--Que conste que no me voy hacer de rogar...-  Ambos rieron y rápidamente dieron por concluido el trabajo del día.

--Pasaré a buscarte a las siete. No te retrases
--Sabes que soy puntual. Estaré preparada

A las siete en punto Louis llamó a la puerta del domicilio de Ann

--Abre soy yo.

Ann ya estaba preparada . Se había maquillado peinado y vestido para la ocasión. Louis quedó sorprendido al verla

--¡ Estás radiante !  Anda coge el bolso o lo que tengas que coger. Antes vamos a ir a cenar y no quiero que se nos haga tarde.
--Enseguida vuelvo


En escasos cinco minutos ya bajaban en el ascensor.  Llegaron al restaurante y cenaron tranquilamente, pues tenían tiempo de sobra.

--¿ Qué miras ?- preguntó Ann a Louis que al entrar en el vestíbulo del teatro giraba la cabeza a un lado y a otro
--Siempre me impresionan estos actos. Las mujeres más bellas que nunca, y nosotros más atildados que de costumbre. Me gusta. Simplemente miro.

Esta vez fueron a un palco. El teatro lucía como en sus mejores galas. La luz, el lujo, la orquesta afinando los instrumentos era un ambiente conocido por ellos pero que siempre les sorprendía.  Al fin las luces se apagaron y  la orquesta comenzaba a emitir los primeros sonidos de Madame Butterfly.  Era una ópera que encantaba a Ann y por muchas veces que la viera, nunca se perdía ni un sólo acorde de su hermosa partitura.

Tan absorta estaba que no se dió cuenta que Louis se había levantado sigilosamente de su asiento. En su lugar otra figura se sentó,   ensimismada en la contemplación del rostro,  que de perfil,  seguía con interés  lo que ocurría en el escenario.  Entonces el hombre se acercó a ella y suavemente depositó un beso en su mejilla. Ella con una sonrisa apenas volvió la cabeza

--Louis, aún no viene el llanto- .  Siempre  se le saltaban las lágrimas cada vez que llegaba el Coro a boca cerrada.

Esa melodía la emocionaba especialmente.  Una mano le tendió un pañuelo que ella tomó sin mirar. El hombre estaba impaciente por momentos. Sentía unos deseos irrefrenables de abrazarla, teniéndola tan ceraca y sin embargo debía esperar a que ella le descubriera. No pudo contenerse y le dijo:

--¿Soy como Pinkerton?-   Ann ahora si volvió la cara rápidamente. La voz era la de ...
--¡ Robert !

Él la tomó por la nuca y la besó largamente, como para compensar todo el tiempo que habían estado separados. Ella se levantó de su asiento y retrocedieron hasta el fondo del palco. Se fundieron en un largo y apasionado abrazo. No era posible, estaba soñando.

No quería preguntar nada, no quería saber cómo la encontró aquella noche. Solamente pensba en que por fin se reunía de nuevo. No quería saber si estaba traicionando a Jenny, que nadie le dijera nada. Como la noche de la despedida no le importaba si hacía bien o mal, solamente quería estar junto al hombre que era su vida entera. Salieron del teatro sin terminar la ópera. Una silueta sonriendo les vió partir.  Había triunfado su plan en toda regla, aunque ello supusiera perder definitivamente a Ann. Pero él ya lo sabía; disfrutaba viéndola feliz, y lo era plenamente.

Después  de que Ann llegara llorosa  después del juicio, Louis tomó la decisión,  Se entrevistó con Robert y le confesó que nunca le había olvidado, simplemente quería no perturbarle y que fuera feliz con Jenny.  Robert estaba desesperado.  Atónito escuchaba la confesión que le estaban dando Todo este tiempo que habían permanecido separados era un tiempo perdido inútilmente. Había trazado el plan de la ópera y Robert aceptó no sin impaciencia, dos días era mucho tiempo para esperar a verla después de saber la verdad. A Louis le costó convencerle. Quería ir a verla inmediatamente, pero le dijo que era lo mejor. Dudando, Robert aceptó participar en la farsa, pero luego no habría fuerza humana de separarle de Ann.



Tenian que hablar mucho y sin embargo no les salia las palabras. Sólo se miraban . Iban cogidos de la mano y de vez en cuando Robert  la besaba en la mejilla abrazándola por el hombro.  Llegaron al apartamento  de él y se pararon. Ninguno de los dos se atrevía a decir nada. Cogiéndola por la cintura subieron los escalones que les conduciría al portal. Llamaron al ascensor y llegaron a la vivienda de Robert.  Entraron y entonces se desbordó la ternura y la pasión que habían contenido durante todo el camino.

Esa noche no durmieron, habían de recuperar los años que habían estado separados, tenían miles de cosas de las que hablar . Hablaron y rieron sin parar,  felices de estar juntos. No hacían planes, sólo disfrutaban del momento, de estar unidos. Les daba miedo por si algo les volvia a separar, pero no ocurrió nada y tras varios meses de convivencia decidieron unir sus vidas para siempre.

Por fin formarían una familia, tendrian un hogar en que solamete reinara la paz y la armonía.




Se sentaban uno junto al otro y Robert la miraba como queriendo grabar su rostro y sus palabras en su cabeza para recuperar todo el tiempo que habían estado separados. Estaban cada día más enamorados y eran felices, muy felices. Se habían casado en la pequeña iglesia de Brooklyn con los amigos más íntimos: Lisa, Terry con tres niños malísimos, Louis, el juez Desmond y los padres de Ann.

Fué Santiago quién les hizo las fotografías y Teresa lloraba de alegría. Comieron en un restaurante cercano al despacho de Ann y era ya de noche cuando terminaron la fiesta.

Una noche  Robert, que había terminado temprano en la fiscalía, había preparado una cena especial para Ann. Llevaba unos días que no se encontraba muy bien.  " Es el trabajo", decía ella, así que pensó  darle esa sorpresa. La compró unas rosas, sus preferidas y puso la mesa de gala, con velas . Descorchó una botella de vino y revisó que todo estuviera a punto para cuando ella llegase.

Ann metió la llave en la cerradura y entró en su casa

--Ya he llegado, vida.  Ese era el saludo de cada día -. Se quedó  asombrada al ver todo lo que le había preparado su marido.

--¡ Mi amor ! eres genial y por eso te quiero tanto,tanto,tanto. Le beso en los labios y de una ligera patada se quitó los zapatos
--Hay Dios mio. Estos tacones me van a matar
--Siéntate, descansa. Voy a echar un vaso de vino
--Para mi no ,mi amor. Lo siento pero es que el estómago no lo tengo muy bien, lo siento
--Ann no tiene importancia. Debes ir al médico llevas muchos días así. No pueden ser nervios. Cuídate mi vida.
--Ven siéntate a mi lado. - Robert obedeció y la besó suavemente.
--Yo también tengo mi sorpresa par ti
--¿ Cuál?, pregutó Robert
--¿Me vas  querer igual cuando esté gorda, con las piernas hinchadas, vomitando constantemente y con unas manias insoportables? ¿ Me querrás igual?
--¿Quieres decir que ...?
--Si , estoy embarazada. Vamos a ser padres.

Un Robert emocionado, nervioso no sabía qué decir, no sabía si abrazarla o no para no hacerle daño. Fué ella la que le pidió que la abrazara fuertemente. El terrible y frio fiscal, estaba con los ojos llenos de lágrimas y abrazaba a su mujer dándole las gracias.

El embarazo transcurría normalmente.Pasados los tres meses habían cesado las náuseas, pero los había reemplazado los antojos.  Con la mayor de las paciencias Robert satisfacía todos los caprichos que su mujer sentía, y muy al contrario se sentía feliz de poder proporcionarle todo cuanto ella deseaba. De vez en cuando a lo largo del día acariciaba el vientre de Ann para transmitir a su hijito el infinito amor que sentía por ellos.  Ann había engordado como es lógico, pero estaba más bonita. La felicidad y la tranquilidad de tener a su lado al hombre que lo era todo para ella, le daban una alegría a los ojos y al rostro que lo iluminaban.



En sus rutinarias visitas mensuales al ginecólogo siempre la acompañaba, no la dejaba sola en ningún moment.o Todavía tenía la sensación de que si la dejaba sola la perdería.

Por fin llegó el tan esperado día del nacimiento de Stella, pues era niña y la llamaría así. El parto fué normal, sin complicaciones .  La primera vez que tomó entre sus brazos  a su hijta, Robert se sintió el hombre más feliz de la tierra. Tenía cuanto quería :  una mujer por la que daba la vida y una hija preciosa fruto de ese amor  tan deseado durante tanto tiempo.  Ya en la habitación los tres juntos, a solas, la miraban con emoción. Su amor se había sellado con aquel montoncito de carne sonrosada y tierna, preciosa,  que lloriqueaba buscando el pecho de su madre para poder comer.  Apretándol acontra si, Anna la besaba costantemente como para crerse que era cierto, estaba ya en el mundo, Robert a su lado  era inmensamente feliz.  Todo, absolutamente todo lo pasado había merecido la pena. Nada ni nadie les separaría nunca.


Stella

F    I    N

Autora:  1996rosafermu
Edición:  Octubre de 2011
 Ilustraciones:  Archivo 1996rosafermu

DERECHOS DE AUTOR RESERVADOS

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