sábado, 31 de octubre de 2015

Como te quise, te quiero - Capítulo 8 - Frente a frente

Cuando comprobó que era una hora razonable, el abogado llamó a Alberto para comunicarle lo acordado con Almudena

-Alberto, no te he querido llamar antes, la diferencia horaria ya sabes... Bueno ocurre lo siguiente: Almudena no ha firmado porque quiere que eliminemos las cláusulas de la pensión y de gananciales. Su decisión es firme y amenaza con no firmar si no atendemos a su petición. Me ha dejado asombrado. Nunca me he encontrado con un caso de divorcio que la mujer no quiera compensaciones.

-Ya -  respondió Alberto -  Es que ella  es especial. Insiste todo lo que puedas, no quiero que quede desprotegida.

-Pero ¿ y si no cede?

-Pues si no cede, suprime las cláusulas. Que firme el documento, pero no lo curses.  Iré para Navidad y hablaré con ella. Comunícame el resultado, pero no lo hagas hasta mañana que hoy tengo quirófano

--¿Qué tal te van las cosas?

-Bien, bien en lo laboral. En lo afectivo fatal; me acuerdo mucho de España. Bueno si no tienes nada más que decirte te voy a dejar que me tengo que marchar dentro de un rato. Llámame con lo que sea

-Descuida, así lo haré. Cuídate

El avión que conducía a Alberto hasta Madrid desde Estados Unidos, aterrizó en Barajas a primera  hora de la mañanay a pesar de ser temprano, se notaba en el movimiento de las calles, que Navidad estaba próxima.



 No había podido dormir durante el largo viaje. La impaciencia, los nervios y la expectación le tenían nervioso y deseando llegar.  Era veintidos de Diciembre y el sorteo de Navidad, estaba comenzando. Un alboroto especial se notaba en el ir y venir de las gentes.  Después de instalarse en un hotel, volvió a salir.  Tomó un taxi y le dió la dirección de su madre. Por las calles por las que pasaban,  los transeúntes portaban paquetes de las compras realizadas para estas entrañables fechas.  Se les veía contentos.   El taxista llevaba conectada una emisora de radio por la que seguía atentamente el sorteo. ¡Le era tan familiar las voces de los niños que voceaban los números y los premios correspondientes!. Las luces de los adornos de las calles, los escaparates de los comercios rivalizando a ver quién era el más original, todo olía a Nochebuena.

Al bajarse del coche, se quedó unos instantes en la acera contemplando el familiar paisaje de su barrio la panadería de Pepi, el bar de Justino, el supermercado de la esquina, todo le era familiar y querido.  No hacía mucho tiempo desde que faltaba , y sin embargo le parecía que era una eternidad .

Llamó al timbre y una madre emocionada con los brazos abiertos recibió al hijo. Detrás venía corriendo la abuela, sus dos mujeres. Abrió los brazos y en ellos abarcó a la madre y a la abuela. A su madre la encontró guapa en su madurez al igual que a la abuela, que parecía que el tiempo no pasaba para ella

Los tres se sentaron en la sala y las preguntas se sucedían sin apenas darle tiempo a las respuestas

-¿Estás bien, hijo mio?

-Claro mamá ¿ no me ves?

-Claro que te veo, por eso te lo pregunto. Te encuentro algo más delgado¿Trabajas mucho?

-Si mamá, eso si. Trabajo, estudio y practico. Es decir vivo en el hospital, pero no me importa porque el resultado final es muy bueno

-Perdona lo que te voy a preguntar. ¿Estás con alguien?

-No mamá, no tengo tiempo, pero además ... es demasiado pronto aún

-Bueno hijo mio, tú sabes bien lo que tienes que hacer.

-Me váis a permitir que llame a Rodrigo  para decirle que ya he llegado. Enseguida vuelvo-.  Se retiró a su antigua habitación, y marcó el número de quién seguía siendo su suegro.

-¿ Rodrigo?

-Si ¿ quién llama?

-Soy Alberto, que ya he llegado

-¡ Alberto hijo ! ¿cómo estás?

-Bien, muy bien y ¿vosotros?

-También bien. Oye estoy en casa de mi madre, después de comer me acercaré a veros ¿vale?

-Estupendo. Te esperamos para tomar café.No cuelgues que  Carmela quiere saludarte

-Alberto ¿ estás bien? tengo ganas de verte. Según he oido vienes después de comer, me alegro. Entonces hasta luego

-Hasta luego, Carmela. Cuídate.

Su madre y su abuela estaban disponiendo la mesa para la comida. Entretanto la madre le preguntó

-¿Tienes buena relación con ellos?

-Excelente, son muy buenos y me tienen aprecio. Yo también les quiero. Rodrigo me ayudó mucho

-No quiero herirte, ni que me lo tomes a mal, pero me preocupa vuestra situación. No sé lo que os ocurrió, ni quiero saberlo, pero...¿qué es lo que váis a  hacer?

-No te preocupes mamá. El divorcio está en trámites. Todo está arreglado

-¡Ay Señor, Señor ¡ Con lo contentos que estábamos todos!

-¿Te quieres callar?-  regañó la abuela a su hija-.  Ellos ya son mayorcitos para saber lo que les conviene. Petenece a su vida privada y si ellos no quieren contarlo, hay que respetarles. A nosotras no nos incumbe.

-Tienes razón, perdóname.

-No tengo nada que perdonarte, mamá. Discúlpame que no te cuente más, eso es cosa de ella y mio. Bueno y ahora venga ese cocido que es néctar de dioses.

Rodrigo y Carmela le recibieron con infinito cariño. Se fundieron en un abrazo y Carmela no pudo evitar que se le saltaran las lágrimas  Alberto no podía demorar más la pregunta; ansiaba saber de Almudena

-Almudena ¿está bien?

-Si, está bien. Trabaja bastante.  Dice que está mejor en el hospital que en casa, así que hace guardias y guardias. Me preocupa vaya a caer enferma. Hoy precisamente sale a las diez de la noche porque ha hecho el turno de una compañera que tenía a un chiquillo enfermo. ¿Vas a verla?

-Si claro, esa es mi idea. Tenemos que hablar un par de cosas. Lo haré lo antes posible para salir de una vez de ésto.

-¿Tienes ganas de divorciarte?

-No, ninguna, pero es necesario solucionar nuestra situación. Por ella y por mi. Había pensado quedarme en América, llevarme a mi madre y a mi abuela

-Por  Dios Alberto ¿lo has pensado bien?

-Si Rodrigo, lo he pensado todo, lo he pensado todo...

Se despidió de ellos como a las ocho de la noche. Todavía quedaban más de dos horas para verse con Almudena. Decidió ir a dar una vuelta. Pasear por aquellas calles que tanto había añorado, y despacio, sin prisas, llegó a Gran Via. ¡ Qué bonita estaba! Tan bulliciosa como siempre, nunca duerme la calle más emblemática de Madrid. Todo era como nuevo para él, lo saboreaba. Entró en una cafetería y tomó un café caliente, pues hacía bastante frio  Consultó su reloj y vió que ya eran las diez.  Emprendió el regreso para llegar al que fuera su hogar.





Miró hacia el balcón en dónde vivía Almudena y lo vió apagado. Esperó a ver si la veia venir. Eran casi las once, pero Rodrigo le avisó que regresaba andando,  por lo que llegaría sobre esa hora.  Se recostó en el quicio de un portal y al poco rato vió venir a una figura de sobra conocida.  Andaba despacio, se la notaba cansada. Con la barbilla dentro de una bufanda que llevaba al cuello. Buscó en su bolso la llave del portal sin percibirse de la cercanía de Alberto.






El tenía un nudo en la garganta. Su recuerdo permanecía latente en su vida. Ni el tiempo ni la distancia habían amortiguado sus sentimientos. Esperó a que entrara y subiera a su casa. Estaba nervioso, expectante ante el encuentro. Esperó unos minutos y subió. Pulsó el timbre y Almudena estaba ante él con cara de asombro. Sin duda lo que menos esperaba es que Alberto estuviera frente a ella.

-Hola,- dijo él

-Hola, eh...¿qué haces aquí? ¿ vienes a quedarte o por vacaciones?- no le salían las palabras ni qué decir ante esa sorpresa inesperada

-No, no,  por vacaciones. Unos días solamente. ¿ puedo pasar?

-Perdona, no me he dado cuenta. Pasa por favor. Ven a la sala ¿Has cenado?- hablaba con nerviosismo, precipitadamente.  Al contrario, él al menos, parecía tranquilo y seguro

-No, me he tomado un café

-Te prepararé algo en un momento

-No, no. No te molestes, no tengo apetito. Con el cambio de hora, estoy con la de América

-Bien,..,  pues tú dirás. ¿Quieres una copa o un café?

-Un café estará bien, gracias

Todo era muy frio, protocolario. Eran dos extraños frente a frente




viernes, 30 de octubre de 2015

Como te quise, te quiero - Capítulo 7 - El príncipe sapo

La conversación entre los esposos se prolongó largo rato, pero ninguno de los dos pudo aclarar nada. Alberto levantándose se dirigió a su despacho y recogió varios objetos que quería conservar y procedió a meterlos en una caja.  Pasó una semana sin que se dirigieran la palabra. Cada uno acudía a su trabajo, pero evitaban verse y coincidir en algún momento.  Al regresar a casa una noche, Alberto comunicó a su esposa que había decidido ir a Estados Unidos. Allí realizaría una especialización en laparoscopia, ya que en España aún no se había puesto en marcha ese tipo de operaciones.

-Pasado mañana me marcho,  temprano

No dijo más, dió media vuelta y se dispuso a acostarse. Ella no dijo ni comentó nada. Es la solución a la que habían llegado y la mejor,  según su criterio. El estaba muy dolido y ella tenía tanta confusión que no era capaz de discernir lo correcto.



Alberto partió rumbo a  América y Almudena acudió a su trabajo con normalidad, pero su carácter había cambiado, tanto, que hasta sus compañeros lo habían notado.  No hubo llamadas de teléfono, ni cartas, ni mensajes, ni nada. Parecía que  Alberto se le hubiera tragado la tierra. A ella le preocupaba el silencio, pero lo comprendía.  Había pasado el verano, la ley de divorcio se había aprobado en el Congreso y el otoño se empezaba a hacer notar.

Como cada día al salir del hospital, iba andando hasta su domicilio, pero aquella tarde cambió de rumbo. No tenía ganas de meterse en casa. Hacía fresco pero los últimos rayos de sol hacían que apeteciese estar en la calle. Las hojas de los árboles comenzaban a caer señal inequívoca de que se aproximaba la época que más detestaba: el invierno.

-¡¡¡ Ay   !!!- suspiró.

Estaba triste, quizá la proximidad del otoño la ponía melancólica. Desembocó en Martínez Campos enfrente del que había sido su colegio, y sonrió al recordar su adolescencia. ¡ Qué pronto había pasado !
Bajó por la calle y pasó frente al Museo de Sorolla. Por la Castellana abajo, paseando lentamente , hasta llegar a su domicilio.  Había dado una gran vuelta, aunque a penas si se dio cuenta, sumida en sus pensamientos.

Comenzaron a caer unas gotitas de agua que en un principio eran pocas y menudas, pero pronto arreció y tuvo que refugiarse en un portal para no quedar empapada. A su lado había un hombre que en  principio no se fijó en su rostro, pero él reclamó su atención:





-Almu... ¡ Vaya ! ésto si que es una sorpresa...

-¿ Luis ?, ¿pero  qué haces aquí? yo te hacía viviendo en Salamanca

-Oh, si. En un principio viví allí, pero luego...Trabajo aquí, mira

Le señaló una placa que lucía a la entrada del portal:  Montseny,  Abogado.

-¡ Es increible ! ¿ desde cuando?  Nunca nos hemos encontrado y yo vivo muy cerca

-Oye, vamos a la cafetería de aquí al lado y charlamos un rato.  Tengo muchas cosas que contarte.

Se encaminaron a la cafetería. No había pasado mucho tiempo desde que sus caminos se separaran , pero le notó mayor, "claro que a mi también me encontrará distinta", pensó 



La charla se prolongó más de una hora y Luis la contó que su matrimonio había fracasado al poco tiempo y se habían separado. Tenía un hijo y otro venía en camino.

-¿ Cómo has tenido el valor de dejar a tu mujer en tal situación?

-Es complicado, yo la quiero, pero necesito ampliar mi horizonte profesional y allí tengo todo el camino trillado.  Llegamos al acuerdo de  si debemos tener otra oportunidad, y en eso estamos. ¿ Y tú?

-Bueno, me casé. Ahora mi marido está en Estados Unidos haciendo un máster

-¿ A qué se dedica?

-Es ginecólogo y obstetra-   No le quiso decir que al igual que él, su matrimonio había sido un fracaso.

La conversación empezó a  derivar hacia la vida personal que tuvieron cuando eran jóvenes, y  Luis la insinuó que podrían quedar otro día para comer juntos y recordar viejos tiempos.  Conocía sobradamente a Luis como para saber que no había cambiado nada en absoluto, que seguía siendo el mismo conquistador de siempre. No la pareció correcta la actitud de él respecto a su mujer y respecto a ella ¿ qué se había creido?

-Oye Luis, no estarás pensando en ligar conmigo ¿ verdad ?

Ël esbozó la mejor de sus sonrisas y tomando la mano de ella, la miró a los ojos y la dijo

-No he dejado de pensar en tí en todo este tiempo. Aunque no lo creas yo te quería, pero con mi matrimonio se me abrían muchas puertas. Mi mujer es de una familia influyente en Salamanca, y tuve que decidirme ...

-Y elegiste irte con ella. No te importó el dolor que me ibas a producir, no te importó más que el ser un chico importante de la rancia sociedad que permanece anclada en el tiempo.  Doy gracias a  Dios que encontré en mi camino al hombre mejor del mundo, al más cariñoso, noble e íntegro que nunca ha existido. Me adora y yo le quiero con locura...   estoy deseando de que acabe para que vuelva a mi lado.

Ella misma se asombraba de las palabras que estaba pronunciando. Quizá hubiera exagerado en lo referente al amor por su esposo, pero se dió cuenta de que su "príncipe azul,  era un sapo". Se le cayó de golpe la venda de los ojos. Había descubierto de una vez la verdadera cara de Luis, y en ese momento cortó la entrevista, negándose a que él la acompañara hasta su casa.

Como si la hubieran quitado un peso de encima, respiró hondo al salir a la calle. Había parado de llover y estaba cerca de casa, . Apuró el paso para alejarse de él lo más rápido posible.

-No volveré a pasar por aquí. No quiero volver a verle. ¿ Y por este mequetrefe me he jugado mi matrimonio? Tonta, más que tonta. Debiste darte cuenta de cómo era. Posiblemente si te hubieras casado con él, serías tú la que estuvieras abandonada con una criatura pequeña y otra en tu vientre... ¡ Valiente sinvergüenza !.  Pero esto no arregla mi vida-  pensó con tristeza-.  Ni siquiera sé dónde está ni dónde vive. Quizá me haya olvidado y esté con otra chica. Si pudiera al menos pedirle perdón...



Esa noche no se preparó cena, no tenía apetito y guardaba muy mal recuerdo de su entrevista con Luis. No le volvería a ver más.

Varió su itinerario para no encontrarse con él. Todo el amor que había sentido , se había desvanecido y ahora le había tomado manía por su forma de ser tan egoista y ruín.  Era un día oscuro de otoño y tenía el cuerpo destemplado. Había estado veinticuatro horas seguidas de guardia y habían tenido dos alumbramientos. Estaba cansada, triste, preocupada y decepcionada. No quería tener con Luis ningún contacto, ni siquiera deseaba tener amistad. "¡ Lástima de tiempo perdido!" Pensaba, al llegar a casa darse un baño relajante y meterse en la cama.  Dormiría hasta mediodía. Tenía el día libre

Aprovecharía su descanso para hacer algunas compras y comería con sus padres. Ahora les veía menos. Don  Rodrigo se había jubilado y no paraban de viajar y disfrutar de la vida. Se lo merecían, ya que cuando jóvenes no lo habían  podido hacer. Supo por su padre,  que de vez en cuando recibía noticias de Alberto,  que le habían ofrecido un puesto en el hospital donde estudiaba.  Estaba muy considerado entre sus jefes y estaba pensando en quedarse allí definitivamente, noticia que a  Almudena  desagradó enormemente, a pesar de que sabía que un encuentro con Alberto resultaría muy difícil. Cuando ya entrada la tarde salió de la casa de sus padres fué directamente a la suya. No la apetecía ir de compras; estaba angustiada desde que su padre la comunicara el paradero de su esposo. Rodrigo no la había querido comentar nada para no complicar más las cosas, pero le preocupaba su hija. Siempre estaba triste, no tenía amigas y solamente salía de casa para ir al trabajo en el hospital

Llegó el invierno, los días más cortos y su estado de ánimo iba cada vez más decaido. Sus padres estaban muy preocupados al verla en ese estado, pero no podían hacer nada para  que ella remontara su pesimismo.  Una llamada de teléfono hizo que esa noche no pudiera dormir



-¿ Sra. Suárez ?


- Si, ¿ quién llama ?


-  Señora soy el abogado de su esposo. Necesito hablar con usted cuanto antes ¿ Cuándo puede ser? 
-Pues, hoy mismo si quiere. Tengo el día libre
- Le parece esta tarde a las cinco, ¿por ejemplo?
-Si, si, desde luego. Hasta la tarde

Almudena se imaginaba lo que el abogado quería. No había otra cosa más que el divorcio, y no se equivocaba.  A la hora acordada, llamaron a la puerta



-¿Sra. Suárez?
-Si, buenas tardes, pase usted
-Creo que es mejor ir directo al asunto que nos ocupa, pues es bastante desagradable. Se trata....
-Del divorcio ¿verdad?
-Si, exacto.  El abogado procedió a abrir su maletín del que extrajo unos papeles que Almudena debía firmar
-Le ruego lo lea detenidamente y si tiene algún desacuerdo o algo que objetar, me lo comunica. Si lo desea se los dejo y mañana vuelvo a recogerlos
-No hace falta. Si me aguarda un momento dejamos zanjado este asunto. Con su permiso voy a leerlo



Almudena leyó detenidamente los términos del divorcio. Se alegaba " incompatibilidad de caracteres". A continuación fijaba la pensión que habría de recibir y la cantidad como gananciales del efectivo que tuvieran en las cuentas bancarias



-Todo es correcto menos un par de cosas. No quiero ninguna pensión, tengo mi trabajo y no lo necesito, y tampoco quiero dinero de su cuenta. No es necesario y además no sería justo. El resto es conforme; por favor rectifique esa cláusula y se lo firmo en el acto.
-Bien, tengo que consultar con mi cliente y si es conforme mañana  vendré para la firma y asunto terminado.


-¿ Usted ha visto a mi marido? ¿ Está bien ?


-Si señora, está bien
-De acuerdo, muchas gracias. Entonces hasta mañana.



El abogado se despidió y quedó con ella en hablar al día siguiente con la respuesta que le diera Alberto





jueves, 29 de octubre de 2015

Como te quise, te quiero - Capítulo 6 - Principio y fin

Las primeras luces del día sorprendieron a  Alberto en una cama que no era la suya y a su lado dormía una chica que no conocía. Tenia un fuerte dolor de cabeza y enseguida vinieron a su mente las imágenes vividas en el hotel en donde dejó a su esposa. La amarga realidad se impuso y la decepción y amargura  anudaron su garganta. Se levantó despacio para no despertar a la muchacha y dejó sobre la mesilla de noche unos billetes doblados. Se vistió y salió de la habitación sin hacer ruido.

Ya en la calle buscó un taxi que le llevara al hotel, mientras reflexionaba sobre lo distinta que había imaginado un día como aquel.  Al ser tan temprano la circulación por la ciudad, era escasa por lo que en veinte minutos estaba en el vestíbulo. Al llegar frente a la puerta de la habitación que habian alquilado, detuvo su mano que iba a golpear en la puerta. No sabía lo que se iba a encontrar al entrar, no sabía qué es lo que iba a decir. Por fin se decidió y repiqueteó en la puerta.  Se abrió presta y una descompuesta y lívida  Almudena estaba frente a él. Se miraron el uno al otro reflejando en sus rostros la angustia que cada uno de ellos sentía


- ¿ Por qué me has hecho ésto? He llamado a hospitales, a la policia, y no te encontraba ¿ Dónde has estado? ¿ Por qué lo has hecho?

-¿ Te parece que no tenía motivos ? Tu desprecio me hirió como no tienes ni idea y fuí a buscar un remedio para ello

-¿Quieres decir que...?

-Eso mismo. Ahora no tengo ganas de hablar. Espero que suspenderemos el viaje a Paris. No  tiene objeto "la luna de miel". Creo que lo más conveniente es que regresemos a casa, pero no te preocupes dormiremos en habitaciones separadas. Ves pensando qué les vas a decir a tus padres sobre todo ésto ¿ Lo has pensado?

-No  puedo creer que hayas hecho... Tu me dijiste que me darías tiempo, que esperarías lo que fuera necesario...¡ Dios mio !

- Es cierto, te lo dije, pero tú no me dijiste que te repugnaban mis caricias, así que estamos en paz

-Cómo has podido. Eres un sinvergüenza. Nunca debí casarme contigo. Eres un lobo con piel de cordero

Lloraba desconsolada mientras golpeaba el pecho de su marido que permanecía mirándola impasible con honda tristeza. Al cabo de un rato él sujetó por las muñecas los brazos de Almudena con rabia.  Ella calmó su llanto y empezó a recoger la ropa y metiéndola en la maleta de mala manera. Salió de la habitación.

Tomaron un taxi. No pronunciaron  palabra en todo el trayecto. Cuando llegaron a su domicilio ella entró en la habitación y dejó a un lado la maleta en la que había metido, arrugado, su traje de novia..Alberto siguió en dirección a la habitación contigua en la que sólo había una mesa de despacho en la que trabajaría .  Corrió la mesa a un lado y arrastrando un sofá del salón lo colocó en  la habitación. Buscó una manta y una almohada y se dispuso a acostarse. La cabeza le estallaba. Fué al baño y del botiquín tomó un par de aspirinas. .  Era una situación desgarradora y un fracaso en su vida. Nunca se hubiera imaginado lo ocurrido.

Almudena se cambió de ropa y tomando el bolso, salió a la calle. Necesitaba respirar el aire fresco de la mañana. No sabía a quién recurrir ni a dónde ir. Necesitaba reflexionar cómo iba a plantear la situación a sus padres y tampoco quería recurrir a sus amigas. Estaba acobardada.
El piso alquilado que sería su hogar, no estaba lejos del de sus padres,  y hacia allí se encaminó pensando que ellos lo entenderían y le  aconsejarían lo que mejor hacer. Era muy pronto y no quería sobresaltarles, de modo que entró en una cafetería antes de ir a su antiguo domicilio. Las lágrimas se agolpaban en sus ojos y notaba que la gente que se cruzaba con ella por la calle la miraba de soslayo.  Esperó un rato y decidida llamó a la puerta.  Salió a abrir su madre, que extrañada y perpleja la recibió

-Mamá.....-   no pudo decir más. Se abrazó a ella llorando desconsoladamente

-¿Qué ha ocurrido, y Alberto dónde está?

-No le nombres siquiera, no quiero verle, ni oírle. Le odio con todas mis fuerzas

Al escuchar el inusitado  alboroto, don . Rodrigo salió alarmado

-¿Qué haces aquí? ¿Ha pasado algo?

La llevaron hasta el saloncito. Carmela le hizo una taza de tila y trataron de calmarla. Más tranquila narró a sus padres todo lo ocurrido en la habitación del hotel, la huida de Alberto y su llegada después de pasar la noche lejos de ella

-¿Y qué esperabas?  Su reacción es la lógica en una situación como la que detallas. Si no le querías ¿ por qué te has casado con él?  Has cometido el mayor de los errores y has destrozado su vida . Está loco por tí y tú le has dicho que no le soportas... ¡Es increíble!...  Yo eduqué a mi hija con sentido común, que nunca te faltó, pero ésto no lo entiendo. Carmela voy a salir un momento

-¿ Dónde vas?

-¿Dónde crees, mujer? Voy a tratar de arreglar este desastre

-No,no,no, papá por favor te lo pido . No le quiero ni ver- decía sujetando a su padre por el brazo

El padre, deshaciéndose  de la mano de su hija, salió precipitadamente de la casa, dejando a las dos mujeres perplejas y asustadas.  La madre no terminaba de encajar la situación, y Almudena temerosa de la reacción de su padre ante el marido despreciado.






La conversación entre los dos hombres fué larga y tensa. Rodrigo no justificaba en modo alguno la actitud de Almudena, y por otro lado apreciaba mucho a  Alberto porque le consideraba un buen hombre, íntegro que adoraba a su hija. Creia que el idilio de ella con Luis había pasado cuando comenzó la relación con Alberto, pero no imaginaba lo que acababa de conocer.  No sabía aconsejar a su yerno lo que podía hacer. Comprendía que estuviera furioso, por eso le pidió como un favor especial que hablara con ella, que los dos recobraran la cordura

-¿Quieres que vivamos juntos como si tal cosa? No me importa lo que la gente piense, no quiero aparentar lo que no existe. Ya es bastante difícil la situación. ¿Te imaginas en un espacio de ochenta metros vivir con una persona sin dirigirse la palabra? Por otro lado yo la quiero con desesperación y me ha hecho mucho daño. Ya es bastante difícil vivir a su lado y tener que ignorarla.  Tengo una solución :  irme

-¡ Por  Dios  ni se te ocurra. Esto tiene que pasar, ten un poco de paciencia. Quizá los nervios la traicionaron

-No Rodrigo, lo dijo con todas las de la ley. Así que he pensado ó irme a Médicos sin fronteras ó hacer un Máster en Alemania, Inglaterra o China si es necesario. Pondré tierra de por medio hasta que el Gobierno apruebe la ley del divorcio, y entonces solicitar la disolución de nuestro matrimonio.

-Pero eso no puede ser. No puedes cortar tu carrera ahora precisamente que estabas alcanzando puestos. Eres un médico extraordinario y gozas del reconocimiento de tus compañeros, no lo puedes tirar todo a la basura por una rabieta de niña mal criada

-Por favor Rodrigo, estás hablando de mi esposa, no digas cosas malas de ella

-Estoy entre la espada y la pared: por un lado ella, es mi hija, y aunque sé que se ha equivocado no la puedo dejar en estos momentos. Por otro estás tú,  a quién aprecio muchísimo y además tienes razón. ¡ Ay Señor, Señor !  nunca se me ha presentado un conflicto como este...

Descolgó el teléfono. Al otro lado sonó la temblorosa voz de Carmela

-Carmela di a Almudena que se ponga, por favor

-Papá, dime- respondió con voz temblorosa

-Pues te digo que vengas a tu casa inmediatamente. Aquí te espero

 Rodrigo colgó el teléfono antes de que Almudena la diera tiempo a protestar y dirigiéndose a Alberto, dijo:

-Ahora viene para aquí. Cuando llegue yo me iré, pero vosotros tendréis que hablar, durante todo el día si es necesario. Sin reproches sin amenazas, pero demuéstrala que es importante en tu vida.  Seguro que reacciona...

-Pero yo no puedo ahora...Tengo que asimilar todo esto. Yo también he cometido el error de irme de su lado. Tomé el camino más fácil y eso no sólo ella me lo tiene que perdonar, yo también tengo que asimilarlo. ¿ Por qué lo hice? ¿ por qué no me quedé allí con ella en lugar de salir corriendo?

-No te culpes.Tuviste una reacción que cualquier otro hubiera tenido. Tranquilízate y con calma limaréis asperezas.

En ese momento sintieron la llave en la cerradura y el taconeo de Almudena yendo hacia ellos.  El padre,  abandonó el domicilio y ambos se sentaron . Ninguno de los dos tenía palabras con las que comenzar la conversación.  Alberto fué primero en hablar:



-No es ningún secreto para nadie, y menos para ti, los sentimientos que tengo , pero no ha resultado. Creí que lo soportaría todo con tal de tenerte a mi lado, pero estaba equivocado. No puedo,  y pienso que ha sido un error, no sólo porque tú no me quieres, sino porque nos hacemos daño, y posiblemente a medida que pase el tiempo la relación se deteriore aún más. Por tanto he decidido marcharme de Madrid, no sé todavía a dónde ni cuando, pero será pronto. Tu tortura no será muy larga.

-Yo no debí decirte aquello. Me arrepiento enormemente del daño que te he podido hacer; no te lo mereces. Siempre fuiste leal conmigo, pero yo también lo he sido. Te conté toda mi verdad y tu me dijiste que esperarías todo lo que fuese necesario

-Si, claro que te lo dije, pero no cuando nos hubiéramos casado. ¿Por qué me aceptaste, por qué no me pediste más tiempo?  ¿Crees que es fácil tenerte cerca y no poder darte ni un beso porque los rechazas?.Viviré en el extranjero hasta que la ley del divorcio sea un hecho, que está lista para ser aprobada. Cuando esto ocurra, nos divorciaremos. Tú estarás libre para hacer de tu vida lo que quieras y yo trataré de olvidarte .

-Pero ¿ dónde vas a ir?

-No lo sé. Quizá a Nicaragua, El Salvador o no sé. También tengo en mente hacer una especialización en América o en Inglaterra. Ya veré,..,  lo que primero salga.

Estaban más calmados, pero en el aire flotaba la desilusión, la angustia y decepción que ambos sentían.



miércoles, 28 de octubre de 2015

Como te quise, te quiero - Capítulo 5 - El sepelio / Almudena y Alberto

Almudena oyó el ruido que produce la llave al entrar en la cerradura. La voz de su marido retumbó en todo el vestíbulo

-  Ya estoy en casa. Cariño ¿ dónde estás?. Celia  ¿no está mi mujer?

-Si señor, ha llegado hace poco de la calle. Debe estar en su gabinete. La encuentro muy rara...dice que tiene jaqueca, pero no sé...

-Voy a verla. Gracias Celia.

Alberto soltó su maletín y se dirigió en busca de su mujer.  Hoy llegaba muy contento. Era jefe de ginecología y había tenido un parto muy difícil, pero todo había salido finalmente bien.

-Almudena, mi vida ¿te encuentras bien? ¿ Los chicos están bien ?




-Hola, si estoy bien y los chicos también. Precisamente Isabel llamó esta mañana para dar los resultados de los exámenes. Ha sacado nueve en bioquímica

-Excelente y Raúl ¿ no ha llamado ?

-No.  Quedó en llamar por la noche  para hablar contigo. Tengo que contarte algo. Siéntate, por favor.  No, enfrente no.A mi lado, te necesito cerca.

-¿Qué pasa? me preocupas. ¿Estás enferma?

Le tendió el periódico por la página de la defunción de Luis. Alberto lo recogió y leyó despacio la nota de sociedad

-Oh, mi amor. Lo siento, lo siento mucho

-No  Alberto. Estoy apenada simplemente porque con él se va una parte de mi vida, de mi juventud y me duele que algo tan importante como fue para mi, se haya ido sin siquiera tener la voluntad de una buena amistad.  Nunca te oculté nada. Supiste desde el primer día mi decepción por él, pero tú has sido lo más importante, bueno y maravilloso que me ha ocurrido. Sabes que no estaba enamorada de ti cuando nos casamos, pero poco a poco con tu cariño y tu paciencia me ganaste y le pido a Dios que cuando llegue la hora de la gran partida, sea yo la primera, pues no podría vivir sin ti. Nunca me abandones, nunca.




La abrazó fuertemente sin pronunciar palabra. Sabía lo que Luis había representado para ella, pero también sabia que ella le amaba más que a nadie y que su matrimonio era feliz, aunque habían tenido que  salvar muchos obstáculos. Ella lo era todo para él y había esperado durante mucho tiempo que ella se diera cuenta que siempre le tendría a su lado.

-,Deseo ir a su entierro. Se realizará mañana en San Justo. Quiero que lo sepas. Solamente me mueve el recuerdo de mi adolescencia, pero puedo asegurarte que de quién estoy enamorada es de ti. Tú supiste enamorarme y curar las heridas que él me causó. Pero mañana será el final de todo; se habrá cerrado una página de mi vida, pero el resto del libro, seguir, a tu lado, siempre, siempre.

Le tomó la cara con sus manos y le besó. Alberto la abrazó y besó repetidamente sus mejillas.

- Iremos, mi amor. Iré contigo.Siempre estaré a tu lado, nunca te dejaré sola. ¿ A qué hora será el sepelio?

-A las once sale del Tanatorio

-Muy bien, pues allí estaremos para darle el último adiós. Te quiero, te quiero. Eres lo más importante de mi vida, eres mi prioridad. ¿ Lo sabes, no?

-Si cariño, lo sé. Bueno ahora vamos a comer. Celia te ha hecho tu comida preferida. Si fuera más joven hasta tendría celos de ella. Te mima mucho, y es que¡ eres tan guapo !. ¿ Sabes lo que me dijo un día tu enfermera?  Que tenías una paciente que iba a la consulta frecuentemente porque estaba coladita por tí.

-¡ Qué barbaridad !Tú y mi enfermera sois un par de cotillas y de bobas

-¿ Por qué te has puesto colorado? ¡Es verdad... es verdad!

-Anda, anda. Pasa y vamos al comedor. Celosilla,. Nunca creí que diría esa palabra-  dijo riendo con la satisfacción de saber que su mujer estaba enamorada de él

Y  la dió un leve azotito en el culete y tomándola  por la cintura a,   riendo,   fueron hasta el comedor.


Decidieron ir directamente al cementerio, y allí estaban los dos cuando la comitiva llegó. En primer lugar iba su mujer toda vestida de negro y dos chicos de aproximadamente  veintitantos   años.  De porte regio como correspondía a la clase social que pertenecían, aunque el origen de su posición  por parte de padre, no fuera todo lo honorable que era de desear. Montseny padre de Luis, se decía que había hecho el dinero  de los presos rojos que estaban en prisión y ninguno de ellos consiguió salir en libertad. Almudena sacudió la cabeza para alejar de su mente esos pensamientos.  Su mirada se centraba en el ataud que encerraba el cuerpo del hombre que había amado.  Cuando la tierra golpeaba secamente la caja. Almudena metió la mano en el bolsillo y sacó el camafeo. Se acercó a la esposa que lloraba desconsoladamente y al darle el pésame, depositó en su mano el regalo que Luis le hiciera el día que la besó por vez primera.  En su cabeza retumbó la frase que dijera uno de los protagonistas de la película " "Como te quise te quiero", pero era curioso que la voz que ella oia en su memoria,  era la de Luis y no la del actor.  Hecho esto ambos esposos cogidos de la mano salieron de la Sacramental. Alberto apretaba la mano de Almudena. Quería que ella supiera que lo comprendía, que no estaba celoso, porque al final fue él quién la consiguió y se unió a ella en  feliz matrimonio...


Sacramental de San Justo
Mientras caminaban lentamente hacia el coche, cerraba definitivamente esa etapa de su vida.  El sepelio fue el epílogo de su juventud, de sus ilusiones rotas por el hombre que ya reposaba en paz bajo tierra.  Comenzaría nuevamente otra etapa, la más importante de todas, porque a su lado permanecía siempre, el hombre que realmente era el amor de su vida.  El que la había amado incondicionalmente, sin preguntar, sólo esperando que ella le amase con la misma intensidad que él lo hacía.

ALBERTO

           Al principio fué sólo una invitación rutinaria, pero poco a poco,  las invitaciones fueron más habituales de modo que todos los días que no tenían guardia, Alberto  la acompañaba hasta su casa. Ella, aunque amable,  era distante, no terminaba de derribar una invisible muralla que impedía que tuviera más confianza.  Seguían siendo unas salidas de compañeros, por más que ella notaba que él quería ser algo más. No estaba preparada aún para comenzar otra relación que no fuera de mera amistad. Aún tenía presente en su vida a Luis, al que no terminaba de olvidar.

Al finalizar la jornada del viernes, la  preguntó  por los planes que tenía para el fin de semana. No tenían guardia ninguno de los dos



-¿Qué vas a  hacer mañana?-  dijo Alberto

-Pues creo que iré al cine. Tengo que llamar a mis amigas. La verdad es que no sé. Mis padres creo que quieren ir a Toledo con unos amigos, pero a mi no me apetece ir con ellos, así que igual me quedo en casa.

-Entonces...-  él se quedó dudando si debería formular la pregunta que la iba a hacer.- ¿Por qué no vienes a comer a mi casa con mi madre y mi abuela?  Les he hablado tanto de ti, que están locas por conocerte

-No sé, me da un poco de corte

-Somos compañeros, no tiene nada de particular. Algunas veces van mis compañeros de promoción, no pasa nada

Almudena giró la cabeza para mirar a  Alberto. Ella sabía que lo que quería era que la conociera su familia y eso la irritaba un poco.  No quería ser su novia, no quería tener ninguna relación que no fuera la profesional. Detuvo la mirada en el rostro del muchacho y la mirada sincera y su sonrisa de complicidad, la decidió



-De acuerdo iré, es muy amable por tu parte invitarme, pero te aseguro que me las apaño muy bien para hacerme la comida aunque esté sola

-Ya lo sé mujer, no es por eso, es por... salir simplemente. Después de comer podríamos ir al cine o quizás a alguna sala de fiestas a bailar. Pasapoga estaría bien, por ejemplo

-¡¡¡ Pasapoga !!! nada menos. ¡ Vaya nivel !

-No creas, he estado ahorrando para cuando se presentara la ocasión. Gano un buen sueldo en el hospital y en la consulta de tu padre, así que ahorro para comprar un 6oo

-¿ Te vas a comprar un coche? Pues ya lo puedes ir solicitando, creo que tardan hasta un año en concederlo

-Ya lo sé, pero no tengo prisa

-Alberto,¿ puedo preguntarte algo?

-Claro,por supuesto que si

-¿Tienes novia?
-No, aún no, aunque si me gusta una chica, me gusta mucho, muchísimo

Lo repitió mirándola de frente,  que estaba loco por ella, pero que no se atrevía a decírselo por temor a ser rechazado.

-Pero si no se lo dices, nunca lo sabrás-  le replicó  Almudena

Ella sabía de sobra que la muchacha a quién se refería era ella misma, pero quería hacerse" la tonta". Disfrutaba con el juego al verle pasar el mal trago que estaba pasando. No le quería, no estaba enamorada, pero de alguna manera quería hacerle sufrir. Luego se arrepentía de ser tan cruel con él, tan caballeroso, educado y cortés.

-Hum, es guapo y respetuoso, pero no le quiero. No tiene carácter, es sumiso a mis caprichos y yo quiero un hombre que me domine, como era.... Luis -.  . Mientras pensaba ésto para sus adentros, reinó entre los dos un silencio espeso.

-¿Sabes Alberto? yo he tenido novio y ...lo hemos dejado, por eso algunas veces estoy de malhumor, porque todavía le sigo recordando, muy a mi pesar, pero no puedo evitarlo

-Lo comprendo. Si quieres hablar alguna vez de ello, siempre estaré dispuesto a escucharte.

- ¿Por qué eres tan buena persona  ¿No comprendes que con esa forma de ser vas a sufrir mucho en esta vida ?

-Ja,ja-  rió él-. No te creas.   Tengo mi genio, pero ¿cómo voy a sacarlo contigo si eres la persona más dulce que he conocido?

-¿Dulce? pero si casi ni te hablo. Me hubiera gustado conocerte antes que a ... Mi carácter era distinto, a pesar de que me gustaba desde que empecé a ir al colegio. Algún día te contaré la historia.

-¿ Y por qué no esta noche?

-Alberto, voy a ser muy sincera contigo. Eres guapísimo, educado, galante, en fin eres todo cuanto una mujer busca en un hombre, pero no estoy enamorada de ti y sé que la chica a la que antes te has referido soy yo.  Me duele tenerte que hablar de esta forma, tan cruda, pero no quiero hacerte sufrir, no quiero que tengas falsas esperanzas, porque nunca podré querer a otro hombre que no sea Luis.

-Luis,¿ así se llama?. No me importa, esperaré toda la vida si es necesario. Yo te quiero como no te imaginas y me conformo con que estés a mi lado, sólo con eso. Con poder verte y escucharte, sin nada a cambio

--Pero, no es justo. tienes un gran porvenir. Serás un médico acreditado, con buena posición social, y por mucho que ahora te parezca imposible, en un futuro encontrarás a una chica que sea digna de ti. Te enamorarás, te casarás y tendrás una familia maravillosa

-Posiblemente todo eso será cierto, pero es contigo con quién deseo formar mi familia. Tú eres la elegida y por tí es por lo que estoy ahorrando para comprar un piso y ofrecerte un hogar. Esperaré toda una vida si es necesario, no hay prisa, cuando tú digas siempre estaré ahí.

-¡ Dios mio, cómo se puede ser así ! ¿ Por qué tardaste tanto?  ¿ Por qué no nos conocimos antes ? Te hubiera querido con toda mi alma, porque eres digno de ser amado, pero yo...

-Ya me amarás, quizá tardes un poco, pero lo conseguiré.  ¿ Quieres ser mi novia ?

-Antes que nada he de contarte mi historia. No he hecho nada malo, no vayas a creer, pero opino que la sinceridad debe estar presente en la vida de la gente, y mucho más contigo.  Te he dicho que no te amo, te quiero simplemente, como a un compañero, pero no como novio. No quiero engañarte, y créeme que deseo con todas mis fuerzas corresponderte en el cariño que tú me profesas, pero no puedo. No sé si algún día podré arrancarle de mi vida...

-Si lo consigues allí estaré yo,  esperándote

La beso con inmensa ternura, sin apenas rozar sus labios. Tenía miedo que ella rechazara su caricia, pero no lo hizo. Entornó los ojos, pero no recordó el primer beso en el cine Bilbao. ¿ Sería el camino para el olvido?

Su noviazgo duró más de dos años. Durante ese tiempo el amor por Almudena iba creciendo, sin embargo ella había crecido en aprecio hacia Alberto, pero distaba mucho de ser amor.  Él  derrochaba energía.  Hacía todas las guardias que le ofrecían y en los días que tenía libres actuaba en alguna consulta nueva. Todo su afán era ahorrar pàra ofrecer a su novia un hogar confortable y con las comodidades máximas de aquella época.

Acordaron contraer matrimonio en primavera y en el mes de Mayo de 1978 se convirtieron en marido y mujer. Alberto estaba loco de alegría, mientras que Almudena disimulaba su incomodidad con el pretexto de los nervios.   A la boda acudieron los padres de los respectivos esposos, Luisita y Paloma íntimas de la novia y algunos compañeros de trabajo de los dos. Lo celebraron con una cena y un  posterior baile.

En un momento en que los invitados estaban más descuidados, la pareja de novios salió de la sala   sin que nadie les viera.  Habían reservado habitación en el mismo hotel y al día siguiente saldrían en viaje de novios hacia Paris.  Se habían sacrificado para poder ahorrar con el fin de realizar el viaje de sus sueños: una semana en París, en un buen hotel. A Alberto todo se le hacía poco para obsequiar a su amada.

Ella estaba muy cansada y nerviosa. Entraron en la habitación en silencio, en un silencio que podía cortarse.

-Mira, nos han puesto un cesto  de fruta y una botella de champán. ¡ Qué amables !-dijo Alberto

Ella sonrió levemente. No sabía qué hacer. Tenía ganas de salir corriendo, de perder de vista a su marido. Hasta creyó odiarle en esos momentos.  Fué hacia ella y la abrazó mientras la susurraba

-Ya eres mi esposa, se ha cumplido mi más deseado sueño.

La abrazó y la besó con fuerza, buscando una respuesta por parte de ella, pero Almudena, aunque no rechazaba las caricias, tampoco las correspondía.  Al cabo de un rato, él descorchó la botella de champán y escanció dos copas. Mirándola a los ojos le acercó una  e hizo un brindis. Chocaron las copas y ella bebió de una vez el dorado líquido

-Échame otra copa, tengo mucha sed- pidió a su ya marido

Alberto se dió cuenta de que lo que quería era  dilatar al máximo el momento de acostarse. No sabía cómo hacerla ver que aquellos nervios y ansiedad eran por parte de los dos, y normales en la primera noche de casados.

-Te dejo durante unos minutos. Arréglate tranquila. Voy fuera a fumar un cigarrillo.

Ella se sentó en el borde de la cama y los ojos se le llenaron de lágrimas



Le disgustaba estar tan fria con el que ya era su esposo, pero no podía evitarlo. Tenía miedo del momento en que se convirtieran realmente en marido y mujer. Se imaginaba el momento y no podía, no podía hacerlo.  La imagen de un Luis sonriendo se abria camino en su imaginación

-Nunca debí casarme, nunca debí darle esperanzas.  Dios mio , qué es lo que he hecho...

No supo el rato que Alberto permaneció fuera del dormitorio, pero cuando entró ella continuaba con su traje de novia puesto y estaba en la misma posición sentada en la cama
 Se dio cuenta inmediatamente de la lucha interior que ella estaba debatiendo.  Se sentó a su lado y pasando su brazo por su hombro , la dio un beso en la frente.

-No te preocupes, mi amor, todo es muy sencillo. Bésame y déjate llevar, yo te cuido

-No, no, no lo comprendes. No puedo hacerlo, no te amo, eres un extraño para mí. No puedo, no puedo. Es imposible... no puedes tomarme...  No te quiero... para eso... No puedo, no puedo

Alberto no daba crédito a lo que escuchaba. Estaba lívido; el momento tanto tiempo esperado se había convertido en una tortura por el rechazo de su esposa. Se levantó lentamente y se quitó el chaqué que reemplazo por un traje normal.  Sin mirar a Almudena que continuaba llorando, acomodó en los bolsillos de la chaqueta la cartera, miró si llevaba dinero y se dirigió a la puerta de la habitación. Allí se volvió y dirigiéndose a su esposa la dijo:

-Quédate tranquila. Voy a salir. No me esperes despierta.

Dio un portazo y salió al pasillo. No sabía hacia dónde encaminar sus pasos. El desprecio de su mujer le había herido grandemente. Entró en el ascensor y al llegar a Recepción, susurró al conserje algo en voz baja.
A continuación el conserje escribió algo en una tarjeta que entregó a Alberto, y lentamente se encaminó hacia la salida del hotel con la tarjeta en la mano.  En la puerta, el conserje le preguntó si quería un taxi

-Si por favor



Al poco rato un coche se detenía frente a la puerta del hotel, abrió una de sus puertas y enseñando la tarjeta al chófer, partió rumbo  a la dirección indicada.  Pasaría su noche de bodas en un club de alterne. Necesitaba desahogar la inmensa pena y rabia que sentía en su interior.
             

martes, 27 de octubre de 2015

Como te quise, te quiero - Capítulo 4 - De guardia

Sabía  que no estaba obrando correctamente, pero sentía tanta rabia, tanta tristeza contenida que era incapaz de reflexionar sobre lo que estaba a punto de hacer. Entró en los servicios de la cafetería y extrajo de su bolso la polvera de maquillaje y la barra de labios. Se retocó y peinó su cabello, Se perfumó y salió de la cafetería dirigiéndose a su trabajo. Era tarde; se había entretenido demasiado.



-Perdón por llegar tarde- dijo a su padre y mirando a  Alberto,  esbozó una ligera sonrisa.

-Vamos, hija.  Tenemos muchas pacientes y se te ocurre llegar tarde. Anda ponte el uniforme y haz pasar a la primera señora

-Enseguida, papá

Estaba especialmente simpática, y ella en situación normal, lo era, pero la simpatía esta vez no iba dirigida a las pacientes sino que sutilmente se lo dedicaba a Alberto. Él estaba extrañado porque habitualmente era cortante con él, pero hoy...

-¿Qué la ocurrirá?-  pensó 

Alberto

Alberto había terminado su carrera de medicina y se había especializado en ginecología y obstetricia en homenaje a su madre. Era hijo de soltera, criado por su madre y su abuela que trabajaron incansablemente  para darle unos estudios. Pertenecían a la clase media, pero aunque no tenían apuros económicos, tampoco les sobraba el dinero. La madre era enfermera y perdió la cabeza con un médico que al saber que estaba embarazada la abandonó para casarse con la hija del director del hospital en el que ambos trabajaban.

Era un buen muchacho que no desperdició ni un minuto de esfuerzo para compensar a las mujeres que habían supeditado sus vidas a las de él. Admiraba a las féminas, sobretodo a las madres. Conocedor por su profesión de los cambios profundos que el organismo de la mujer sufre con un embarazo, las admiraba y deseaba ayudarlas en tan difícil trance como es el parir a un ser humano.  No había tenido novia, no tenía tiempo para enamorarse, pero al conocer a  la hija de su jefe, todos los esquemas que había trazado se le rompieron. Era un muchacho tímido e inexperto y tenía poca experiencia en el trato con las mujeres en el terreno amoroso.  Se le iban los ojos detrás de ella,  cada vez que Almudena entraba en la consulta

-Espero tener valor algún día de invitarla a cenar...o al teatro..o a ..¿ a qué se les invita en estos casos? - se preguntaba

La consulta se había llenado del perfume de la muchacha, pero era uno de esos días en que la consulta estaba a rebosar. Habían muchas mujeres a punto de dar a luz y  los reconocimientos eran más exhaustivos.  Por fin llegó la hora de salir
-Papá, hoy voy a dar una vuelta. No iré directamente a casa

-Bueno, pero avisa a mamá. Yo tengo guardia. Ya has visto que por lo menos tendremos tres partos.

-Alberto ¿también hará guardia?

-Él quiere quedarse, así que me imagino que si. Además le viene muy bien para su experiencia. Ya pronto habrá convocatoria para la plaza de MIR en La Paz y seguro que la saca.

-En ese caso, yo también me quedo. A mi también me vendrá bien la experiencia y así os ayudo ¿Qué te parece?

-No habrá horas extras, no hay dinero para tanto, lo sabes ¿no?, en ese caso si te quedas avisa a tu madre

-¡ Papá ! sabes que no me importa ayudarte, me quedo encantada. Ahora aviso a mamá que no nos espere.



En ese momento se abrió la puerta dando paso a Alberto que venía quitándose la bata de la consulta.

-Doctor. Costa, si no le importa iré a la cafetería a comer algo antes de comenzar la guardia, ya que la noche va a ser movidita.

-Ve Alberto.  Yo aún no tengo apetito, iré más tarde. Cuando tenía vuestros años comía hasta las piedras, pero hoy estoy preocupado con María del  Pilar. Mucho me temo que tendremos cesárea a la vista

-Si, yo también lo creo. La criatura no ha cambiado de postura en todos estos días y ya  está dilatada. Menos mal que la hemos ingresado, de esta forma estaremos al tanto.

-Preparaos para  intervenir en cuanto cambien el turno. No conseguimos nada que esté sufriendo y corramos riesgos inútiles

-¿Qué nos preparemos, se queda acaso alguien más?

-Si, mi hija se ha ofrecido para ayudarnos

-Bien,- exclamó Alberto agradeciéndole su ayuda con una sonrisa que desarmó a Almudena

Algo en su interior reprochaba lo que iba a hacer. Sabía que él era noble y abnegado, que no tenía la culpa de lo que el bastardo de Luis le hubiera hecho, pero...Tenía que sacar fuera la decepción que sentía



-Por otro lado, Alberto es muy guapo y educado, bastante más que el engreído ese.. No será una tarea difícil, es muy agradable.... y muy tímido...

-¿Quieres cenar conmigo?.-   Alberto se admiraba de haber formulado esa pregunta a Almudena. Lo hizo mirándola fijamente a la cara y temiendo que se le notara demasiado que estaba loco por ella.

- La ocasión la pintan calva...- pensó Almudena y fijó sus ojos en él. Esbozó la sonrisa más encantadora que tenía y aceptó de inmediato.

Sentados en una mesa pidieron un bistec con patatas fritas y ensalada.  Un café cargado fue su postre.

-¿ Por qué elegiste ginecología ?-  le preguntó Almudena

-Se lo debía a mi madre. Os admiro. admiro a las mujeres y admiro el sacrificio que tenéis que hacer para llevar a buen puerto un embarazo, sobretodo si eres soltera en un  país en que está considerado como una vergüenza y tenéis que esconderos, cuando es lo más maravilloso que puede sentir un ser humano...

Y poco a poco, sin pensarlo Alberto narró toda su vida junto a las mujeres más importantes de ella.  Almudena le escuchó sin pestañear y poco a poco se fue disipando el sentimiento vengador hacia Alberto.  Su figura se agigantó de repente y le admiró desde el fondo de su alma. Admiró las dificultades que habían tenido que superar su madre y su abuela para que él estudiase una carrera tan larga y difícil como la de ser médico. Entonces se fijó en su rostro, en sus ojos que hablaban sinceramente frente a frente y pensó que no era justo lo que le iba a  hacer. Sería su amiga y nada más. Quizás una buena amiga, pero a él le gustaba Almudena y de  eso,  ella no había tenido parte .  Trataría de que las cosas no se salieran de madre; no le daría pié para que se hiciese ilusiones. Es todo cuanto podía hacer.

Y la noche fue intensa y larga. Efectivamente hubo cesárea y Almudena fué la encargada de recoger a la criatura y llevarla hasta el pediatra que debería examinar a la pequeña, porque era una niña preciosa.  Quizá porque ese día era de especial sensibilidad para ella, se emocionó al tener en sus brazos a la pequeñina y sin darse cuenta miró hacia Alberto que la contemplaba con admiración al ver los sentimientos que ella expresaba al tener al bebe en brazos.



-¿Te das cuenta? sólo una mujer es capaz de emocionarse con el nacimiento de un niño, aunque no sea su hijo.  Por eso os admiro. Los hombres no os sabemos apreciar, no señor. - fue el comentario de Alberto

Ella sonrió agradecida a las hermosas palabras que él la dirigió. Era un buen hombre, sensible y cariñoso.  El doctor Costa les miraba no entendiendo muy bien lo que les ocurria a aquellos dos jóvenes. No era la primera vez que Alberto y Almudena habían asistido a un parto.  Por eso les preguntó

-Y a vosotros ¿ qué os pasa? Vamos Alberto hay que terminar de arreglar a  Pilar. Su familia está deseosa de verla,  y a la niña.  Rosalía en cuanto el doctor termine de examinarla llevenla con su padre que estará con los nervios a flor de piel ahí fuera y en cuanto vuelva en sí, trasladar a la madre hasta la habitación- fue la indicación que hizo a la enfermera de turno del doctor Costa.

 Alberto se derrumbó en una silla quitándose el uniforme de quirofano mientras Almudena hacía lo mismo.

--Ha sido una noche intensa ¿ no te parece?

- Si Alberto,  pero muy hermosa. Hemos cuidado para que esa niña venga a este mundo áspero, ingrato y despiadado. No sé qué me pasa...- fué todo lo que pudo decir antes de echarse a llorar

-Eh, eh,..-   el médico  se levantó de la silla y arropó con sus brazos a Almudena. Le daban ganas de abrazarla y besarla y decirla lo que sentía por ella, pero no pudo. No en aquel momento.


lunes, 26 de octubre de 2015

Como te quise, te quiero - Capítulo 3 - Notas de sociedad

Almudena siguió su camino yendo por la calle arriba. ¡ Qué distinto estaba todo ! Fuencarral era ahora peatonal. Estaba llena de comercios florecientes y algunos de sus cines y teatros ó habían desaparecido ó se habían reconvertido.  El teatro Fuencarral, había desaparecido, los cines Roxy A y B, ahora eran pequeñas salas, el Cine Paz, el Proyecciones....  Eran salas entrañables que había recorrido con sus amigas, pues eran cines de estreno a pesar de no estar en  Gran Via. Giró hacia  Eloy Gonzalo y siguió la calle hasta llegar a la de Santa Engracia y recorriendo esta última llegó de vuelta a su domicilio.

Ya era casi la una de la tarde. Había permanecido casi tres horas con sus recuerdos, con sus memorias... con Luis.  No tardaría en llegar Alberto....¡ Alberto ! , su descanso del guerrero...



-Celia, ya he llegado...

-¿Cómo se encuentra, mejor ?

-Pues no sé qué decirte. Me sigue doliendo, pero con menor intensidad. ¿ Tienes caldo?, porque me apetecería un poco de sopa

-Si. Creo que quedó un poco de ayer,  del cocido. La prepararé una sopita de fideos gordos, como le gusta

-¡ Ay Celia ! me malcría

-Señora, es que hoy la noto muy rara...

-Me he enterado de que ha fallecido un viejo amigo de juventud y estoy triste. Eso es todo

-¡ Ay mujer, cuanto lo siento !

-Son cosas que ocurren, pero nunca las esperas. Voy a echarme un poco hasta que llegue mi marido. Avíseme, por favor en cuanto llegue.

En la soledad de su habitación evocó los días navideños que vivió junto a Luis, pero no fueron los más felices,  precisamente.  Durante las vacaciones de Navidad no salieron a diario, pues él siempre buscaba excusas para no acudir a su encuentro.

-No seas así, Almu. Son fechas muy familiares y de compromisos. Tu sabes que por la posición de mi padre tiene que acudir a cenas y comidas con clientes o con amigos y a mi me quiere introducir dentro de su círculo pues quiere que cuando acabe la carrera me vaya haciendo cargo del despacho.

Luis


Almudena no se conformaba, pero no podía hacer otra cosa.  Era la víspera del último día del año y las tres amigas quedaron citadas para acudir a la Plaza Mayor y comprar cotillones para el día 31. Luis había acudido a una de las comidas que por costumbre se celebran en la mayoría de los centros de trabajo a modo de despedir el año, y ese día Luis la dijo  que no podrían verse por ese motivo.

Iban alegres de puesto en puesto eligiendo las bromas más escatologicas sin parar de reír . Llevaban casi toda la tarde dando vueltas y estaban cansadas.

-Tengo un hambre que me muero - dijo Almudena a Paloma y  a Luisita

-¿ Por qué no nos comemos un bocadillo de calamares? - solicitó Paloma

-Estupendo, aquí son especiales-  respondió  Almudena



Estaban justo a la puerta del bar, . Era uno de los más populares por la calidad y abundancia de sus bocadillos de calamares fritos.  Entraron contentas y pidieron tres cañas de cerveza con sendos bocadillos.  El bar estaba rebosando de gente, y las pocas mesas que había , estaban todas llenas.  Luisita oteaba la estancia por ver si localizaba algún lugar libre.  De pronto y mirando de soslayo a Almudena dijo a sus amigas
-Vamonos, aquí no hay más que empujones, Vamonos

-Pero ¿cómo vamos a irnos? apenas hemos probado el  bocadillo y la cerveza está entera..- protestó Almudena, que giró la cabeza para ver qué es lo que había sucedido a su amiga para cambiar así de repente.  Pensaba que algún fresco se había propasado con ella aprovechando los empujones , pero se quedó helada al descubrir que en una mesa estaba Luis con una chica a la que acariciaba la mejilla y besaba su mano

-Vámonos,  Almu,  vámonos.  Él no te merece. Es un caradura, un fresco, un...

-Calla, déjalo... Ya me doy cuenta... Sí...,  vámonos- sonriendo tristemente dijo

-  De repente se me ha quitado el apetito

Toda la alegría con la que habían entrado, se había esfumado. Paloma se situó a un lado y Luisita al otro, dejando en el medio a Almudena recibiendo el apoyo y el cariño de sus amigas.

-Está claro que en esta relación la que ama soy yo, y yo también es la que recibe sus burlas.  No debió engañarme, no debió hacerlo...

Un leve sollozo salió desde lo más profundo de su corazón. Las amigas la abrazaban pero no tenían palabras con las que consolarla.  Una hora más tarde se separaron. Carmela, su madre,  al ver entrar a su hija la miró a los ojos y la preguntó

-¿Qué te ha ocurrido? Has llorado, tienes los ojos rojos ¿Qué ha pasado?, por favor, hija, dímelo

-Nada, mamá, hemos discutido las chicas y yo por una tontería y me da pena

-¡ Dios mio ! ¡qué tontas sois ! -  al creerla, no averiguó nada más, y dio por bueno lo que su hija la había dicho.

Al tercer día de lo sucedido Luis se puso en contacto con Almudena y la pidió verse en esa tarde

-¡ Uf ! no veas el trajín de estos días. Estaba deseando de que se pasaran las fiestas, y lo malo es que no he podido verte y pasado mañana vuelvo a Salamanca. De nuevo a estudiar

-Ya,..-  respondió ella

-¿Te pasa algo, por qué estás tan lacónica?

-Luis necesito verte, y por favor, no me tomes el pelo.  Sé perfectamente que no es verdad el rollo que me estás metiendo

-¿Qué dices? Naturalmente que es cierto

-Por favor, te vi en el bar de los bocadillos de calamares y vi las caricias que dedicabas a esa chica. ¿Qué pretendes?

- ¡ Ohh !, tiene su explicación. Cielo me tienes que creer

-Está bien, te creo, pero entre tú y yo todo ha terminado

-No puede ser. Tienes que escucharme, veámonos esta tarde

-Lo siento, rey, empiezo el trabajo hoy mismo. Que te vaya bien, Luis.

Y colgó el teléfono sin dar tiempo a una respuesta por parte de él.  Regresó a Salamanca y tardó mucho tiempo en saber de él.  Terminó su preparación y Luis su carrera.

Por la mañana trabajaba en la consulta de su padre y por las tardes acudía al hospital a ejercer de ayudante de matrona con el fin de conseguir la suficiente experiencia como para ejercer de titular.  Una mañana su padre la llamó a la consulta. Junto a él había un hombre joven y muy bien parecido

-Mira Almudena, este señor es el doctor Alberto Suárez.  Es ginecólogo y recién licenciado, así que me va a ayudar en la consulta durante un  tiempo

-Encantada doctor  Suárez

-Mucho gusto señorita

De este modo  conoció al hombre que pasado el tiempo sería el más importante en su vida.

Alberto Suárez, ginecólogo


La camaradería reinaba entre ambos doctores, pero Almudena apenas si prestaba atención  a las atenciones que Alberto la dispensaba. El joven médico trataba por todos los medios de entablar alguna conversación con ella mientras tomaban un café, o la invitaba para  acudir al cine o al teatro sin que ella le hiciera  ninguna concesión.  Estaba inmersa en sus propios problemas.

 Una mañana camino  del hospital, en donde su padre tenía la consulta de obstetricia, se paró delante de un kiosco de periódicos y como tenía costumbre desde adolescente compró las revistas Hola y Lecturas. Las empezó a hojear mientras caminaba por Martínez Campos rumbo a Modesto Lafuente que es en dónde había comenzado a ejercer de matrona a través de su padre.  En las páginas de "Ecos de Sociedad", una chica vestida de novia destacaba de las otras fotografías:  "Pacita Vélez ha contraido matrimonio con el prestigioso abogado. Luis Montseny, perteneciente al prestigioso despacho de abogados Montseny e hijo, de Madrid"

Se había casado y era la chica del bar. Desde el día de su ruptura no había vuelto a saber nada de él, y ahora tenía delante la reseña de su rompimiento total. Ya no había otra oportunidad. Bien es verdad que Luis no se había molestado en buscar un acercamiento con ella.  No podía acudir al trabajo en semejante estado de ánimo por lo que entró en una cafetería y pidió un café que la estimulara , a pesar de que  esperaba que  algo así podría suceder.  El título de la película de aquella tarde volvió a su memoria, aquel primer beso, aquel relicario en prueba de amor para toda la vida,..,  todo era falso. Pero no iba a llorar, porque en el fondo de su corazón sabía que ella era la que se había enamorado y,  no él.  Había sido un juguete fácil en sus manos. Una chica de familia sin experiencia y fácil de conquistar, pues al no disimular lo que sentía por Luis, le hacía más vulnerable.  Algo comenzó a bullir en su cabeza a modo de venganza ¿contra quién?...

-Son egoístas, embusteros, son, son...Y el rostro de un hombre moreno, de ojos negros estaba frente a sus ojos. . . a pesar de que no estaba allí... Sabía que no  era indiferente para Alberto. Aceptaría la invitación que la hiciese...En el fondo de su cabeza la palabra "venganza" comenzó a abrirse  paso, sin pensar que ella misma podría salir herida de tal aventura.


Alberto

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