jueves, 29 de octubre de 2015

Como te quise, te quiero - Capítulo 6 - Principio y fin

Las primeras luces del día sorprendieron a  Alberto en una cama que no era la suya y a su lado dormía una chica que no conocía. Tenia un fuerte dolor de cabeza y enseguida vinieron a su mente las imágenes vividas en el hotel en donde dejó a su esposa. La amarga realidad se impuso y la decepción y amargura  anudaron su garganta. Se levantó despacio para no despertar a la muchacha y dejó sobre la mesilla de noche unos billetes doblados. Se vistió y salió de la habitación sin hacer ruido.

Ya en la calle buscó un taxi que le llevara al hotel, mientras reflexionaba sobre lo distinta que había imaginado un día como aquel.  Al ser tan temprano la circulación por la ciudad, era escasa por lo que en veinte minutos estaba en el vestíbulo. Al llegar frente a la puerta de la habitación que habian alquilado, detuvo su mano que iba a golpear en la puerta. No sabía lo que se iba a encontrar al entrar, no sabía qué es lo que iba a decir. Por fin se decidió y repiqueteó en la puerta.  Se abrió presta y una descompuesta y lívida  Almudena estaba frente a él. Se miraron el uno al otro reflejando en sus rostros la angustia que cada uno de ellos sentía


- ¿ Por qué me has hecho ésto? He llamado a hospitales, a la policia, y no te encontraba ¿ Dónde has estado? ¿ Por qué lo has hecho?

-¿ Te parece que no tenía motivos ? Tu desprecio me hirió como no tienes ni idea y fuí a buscar un remedio para ello

-¿Quieres decir que...?

-Eso mismo. Ahora no tengo ganas de hablar. Espero que suspenderemos el viaje a Paris. No  tiene objeto "la luna de miel". Creo que lo más conveniente es que regresemos a casa, pero no te preocupes dormiremos en habitaciones separadas. Ves pensando qué les vas a decir a tus padres sobre todo ésto ¿ Lo has pensado?

-No  puedo creer que hayas hecho... Tu me dijiste que me darías tiempo, que esperarías lo que fuera necesario...¡ Dios mio !

- Es cierto, te lo dije, pero tú no me dijiste que te repugnaban mis caricias, así que estamos en paz

-Cómo has podido. Eres un sinvergüenza. Nunca debí casarme contigo. Eres un lobo con piel de cordero

Lloraba desconsolada mientras golpeaba el pecho de su marido que permanecía mirándola impasible con honda tristeza. Al cabo de un rato él sujetó por las muñecas los brazos de Almudena con rabia.  Ella calmó su llanto y empezó a recoger la ropa y metiéndola en la maleta de mala manera. Salió de la habitación.

Tomaron un taxi. No pronunciaron  palabra en todo el trayecto. Cuando llegaron a su domicilio ella entró en la habitación y dejó a un lado la maleta en la que había metido, arrugado, su traje de novia..Alberto siguió en dirección a la habitación contigua en la que sólo había una mesa de despacho en la que trabajaría .  Corrió la mesa a un lado y arrastrando un sofá del salón lo colocó en  la habitación. Buscó una manta y una almohada y se dispuso a acostarse. La cabeza le estallaba. Fué al baño y del botiquín tomó un par de aspirinas. .  Era una situación desgarradora y un fracaso en su vida. Nunca se hubiera imaginado lo ocurrido.

Almudena se cambió de ropa y tomando el bolso, salió a la calle. Necesitaba respirar el aire fresco de la mañana. No sabía a quién recurrir ni a dónde ir. Necesitaba reflexionar cómo iba a plantear la situación a sus padres y tampoco quería recurrir a sus amigas. Estaba acobardada.
El piso alquilado que sería su hogar, no estaba lejos del de sus padres,  y hacia allí se encaminó pensando que ellos lo entenderían y le  aconsejarían lo que mejor hacer. Era muy pronto y no quería sobresaltarles, de modo que entró en una cafetería antes de ir a su antiguo domicilio. Las lágrimas se agolpaban en sus ojos y notaba que la gente que se cruzaba con ella por la calle la miraba de soslayo.  Esperó un rato y decidida llamó a la puerta.  Salió a abrir su madre, que extrañada y perpleja la recibió

-Mamá.....-   no pudo decir más. Se abrazó a ella llorando desconsoladamente

-¿Qué ha ocurrido, y Alberto dónde está?

-No le nombres siquiera, no quiero verle, ni oírle. Le odio con todas mis fuerzas

Al escuchar el inusitado  alboroto, don . Rodrigo salió alarmado

-¿Qué haces aquí? ¿Ha pasado algo?

La llevaron hasta el saloncito. Carmela le hizo una taza de tila y trataron de calmarla. Más tranquila narró a sus padres todo lo ocurrido en la habitación del hotel, la huida de Alberto y su llegada después de pasar la noche lejos de ella

-¿Y qué esperabas?  Su reacción es la lógica en una situación como la que detallas. Si no le querías ¿ por qué te has casado con él?  Has cometido el mayor de los errores y has destrozado su vida . Está loco por tí y tú le has dicho que no le soportas... ¡Es increíble!...  Yo eduqué a mi hija con sentido común, que nunca te faltó, pero ésto no lo entiendo. Carmela voy a salir un momento

-¿ Dónde vas?

-¿Dónde crees, mujer? Voy a tratar de arreglar este desastre

-No,no,no, papá por favor te lo pido . No le quiero ni ver- decía sujetando a su padre por el brazo

El padre, deshaciéndose  de la mano de su hija, salió precipitadamente de la casa, dejando a las dos mujeres perplejas y asustadas.  La madre no terminaba de encajar la situación, y Almudena temerosa de la reacción de su padre ante el marido despreciado.






La conversación entre los dos hombres fué larga y tensa. Rodrigo no justificaba en modo alguno la actitud de Almudena, y por otro lado apreciaba mucho a  Alberto porque le consideraba un buen hombre, íntegro que adoraba a su hija. Creia que el idilio de ella con Luis había pasado cuando comenzó la relación con Alberto, pero no imaginaba lo que acababa de conocer.  No sabía aconsejar a su yerno lo que podía hacer. Comprendía que estuviera furioso, por eso le pidió como un favor especial que hablara con ella, que los dos recobraran la cordura

-¿Quieres que vivamos juntos como si tal cosa? No me importa lo que la gente piense, no quiero aparentar lo que no existe. Ya es bastante difícil la situación. ¿Te imaginas en un espacio de ochenta metros vivir con una persona sin dirigirse la palabra? Por otro lado yo la quiero con desesperación y me ha hecho mucho daño. Ya es bastante difícil vivir a su lado y tener que ignorarla.  Tengo una solución :  irme

-¡ Por  Dios  ni se te ocurra. Esto tiene que pasar, ten un poco de paciencia. Quizá los nervios la traicionaron

-No Rodrigo, lo dijo con todas las de la ley. Así que he pensado ó irme a Médicos sin fronteras ó hacer un Máster en Alemania, Inglaterra o China si es necesario. Pondré tierra de por medio hasta que el Gobierno apruebe la ley del divorcio, y entonces solicitar la disolución de nuestro matrimonio.

-Pero eso no puede ser. No puedes cortar tu carrera ahora precisamente que estabas alcanzando puestos. Eres un médico extraordinario y gozas del reconocimiento de tus compañeros, no lo puedes tirar todo a la basura por una rabieta de niña mal criada

-Por favor Rodrigo, estás hablando de mi esposa, no digas cosas malas de ella

-Estoy entre la espada y la pared: por un lado ella, es mi hija, y aunque sé que se ha equivocado no la puedo dejar en estos momentos. Por otro estás tú,  a quién aprecio muchísimo y además tienes razón. ¡ Ay Señor, Señor !  nunca se me ha presentado un conflicto como este...

Descolgó el teléfono. Al otro lado sonó la temblorosa voz de Carmela

-Carmela di a Almudena que se ponga, por favor

-Papá, dime- respondió con voz temblorosa

-Pues te digo que vengas a tu casa inmediatamente. Aquí te espero

 Rodrigo colgó el teléfono antes de que Almudena la diera tiempo a protestar y dirigiéndose a Alberto, dijo:

-Ahora viene para aquí. Cuando llegue yo me iré, pero vosotros tendréis que hablar, durante todo el día si es necesario. Sin reproches sin amenazas, pero demuéstrala que es importante en tu vida.  Seguro que reacciona...

-Pero yo no puedo ahora...Tengo que asimilar todo esto. Yo también he cometido el error de irme de su lado. Tomé el camino más fácil y eso no sólo ella me lo tiene que perdonar, yo también tengo que asimilarlo. ¿ Por qué lo hice? ¿ por qué no me quedé allí con ella en lugar de salir corriendo?

-No te culpes.Tuviste una reacción que cualquier otro hubiera tenido. Tranquilízate y con calma limaréis asperezas.

En ese momento sintieron la llave en la cerradura y el taconeo de Almudena yendo hacia ellos.  El padre,  abandonó el domicilio y ambos se sentaron . Ninguno de los dos tenía palabras con las que comenzar la conversación.  Alberto fué primero en hablar:



-No es ningún secreto para nadie, y menos para ti, los sentimientos que tengo , pero no ha resultado. Creí que lo soportaría todo con tal de tenerte a mi lado, pero estaba equivocado. No puedo,  y pienso que ha sido un error, no sólo porque tú no me quieres, sino porque nos hacemos daño, y posiblemente a medida que pase el tiempo la relación se deteriore aún más. Por tanto he decidido marcharme de Madrid, no sé todavía a dónde ni cuando, pero será pronto. Tu tortura no será muy larga.

-Yo no debí decirte aquello. Me arrepiento enormemente del daño que te he podido hacer; no te lo mereces. Siempre fuiste leal conmigo, pero yo también lo he sido. Te conté toda mi verdad y tu me dijiste que esperarías todo lo que fuese necesario

-Si, claro que te lo dije, pero no cuando nos hubiéramos casado. ¿Por qué me aceptaste, por qué no me pediste más tiempo?  ¿Crees que es fácil tenerte cerca y no poder darte ni un beso porque los rechazas?.Viviré en el extranjero hasta que la ley del divorcio sea un hecho, que está lista para ser aprobada. Cuando esto ocurra, nos divorciaremos. Tú estarás libre para hacer de tu vida lo que quieras y yo trataré de olvidarte .

-Pero ¿ dónde vas a ir?

-No lo sé. Quizá a Nicaragua, El Salvador o no sé. También tengo en mente hacer una especialización en América o en Inglaterra. Ya veré,..,  lo que primero salga.

Estaban más calmados, pero en el aire flotaba la desilusión, la angustia y decepción que ambos sentían.



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