miércoles, 28 de octubre de 2015

Como te quise, te quiero - Capítulo 5 - El sepelio / Almudena y Alberto

Almudena oyó el ruido que produce la llave al entrar en la cerradura. La voz de su marido retumbó en todo el vestíbulo

-  Ya estoy en casa. Cariño ¿ dónde estás?. Celia  ¿no está mi mujer?

-Si señor, ha llegado hace poco de la calle. Debe estar en su gabinete. La encuentro muy rara...dice que tiene jaqueca, pero no sé...

-Voy a verla. Gracias Celia.

Alberto soltó su maletín y se dirigió en busca de su mujer.  Hoy llegaba muy contento. Era jefe de ginecología y había tenido un parto muy difícil, pero todo había salido finalmente bien.

-Almudena, mi vida ¿te encuentras bien? ¿ Los chicos están bien ?




-Hola, si estoy bien y los chicos también. Precisamente Isabel llamó esta mañana para dar los resultados de los exámenes. Ha sacado nueve en bioquímica

-Excelente y Raúl ¿ no ha llamado ?

-No.  Quedó en llamar por la noche  para hablar contigo. Tengo que contarte algo. Siéntate, por favor.  No, enfrente no.A mi lado, te necesito cerca.

-¿Qué pasa? me preocupas. ¿Estás enferma?

Le tendió el periódico por la página de la defunción de Luis. Alberto lo recogió y leyó despacio la nota de sociedad

-Oh, mi amor. Lo siento, lo siento mucho

-No  Alberto. Estoy apenada simplemente porque con él se va una parte de mi vida, de mi juventud y me duele que algo tan importante como fue para mi, se haya ido sin siquiera tener la voluntad de una buena amistad.  Nunca te oculté nada. Supiste desde el primer día mi decepción por él, pero tú has sido lo más importante, bueno y maravilloso que me ha ocurrido. Sabes que no estaba enamorada de ti cuando nos casamos, pero poco a poco con tu cariño y tu paciencia me ganaste y le pido a Dios que cuando llegue la hora de la gran partida, sea yo la primera, pues no podría vivir sin ti. Nunca me abandones, nunca.




La abrazó fuertemente sin pronunciar palabra. Sabía lo que Luis había representado para ella, pero también sabia que ella le amaba más que a nadie y que su matrimonio era feliz, aunque habían tenido que  salvar muchos obstáculos. Ella lo era todo para él y había esperado durante mucho tiempo que ella se diera cuenta que siempre le tendría a su lado.

-,Deseo ir a su entierro. Se realizará mañana en San Justo. Quiero que lo sepas. Solamente me mueve el recuerdo de mi adolescencia, pero puedo asegurarte que de quién estoy enamorada es de ti. Tú supiste enamorarme y curar las heridas que él me causó. Pero mañana será el final de todo; se habrá cerrado una página de mi vida, pero el resto del libro, seguir, a tu lado, siempre, siempre.

Le tomó la cara con sus manos y le besó. Alberto la abrazó y besó repetidamente sus mejillas.

- Iremos, mi amor. Iré contigo.Siempre estaré a tu lado, nunca te dejaré sola. ¿ A qué hora será el sepelio?

-A las once sale del Tanatorio

-Muy bien, pues allí estaremos para darle el último adiós. Te quiero, te quiero. Eres lo más importante de mi vida, eres mi prioridad. ¿ Lo sabes, no?

-Si cariño, lo sé. Bueno ahora vamos a comer. Celia te ha hecho tu comida preferida. Si fuera más joven hasta tendría celos de ella. Te mima mucho, y es que¡ eres tan guapo !. ¿ Sabes lo que me dijo un día tu enfermera?  Que tenías una paciente que iba a la consulta frecuentemente porque estaba coladita por tí.

-¡ Qué barbaridad !Tú y mi enfermera sois un par de cotillas y de bobas

-¿ Por qué te has puesto colorado? ¡Es verdad... es verdad!

-Anda, anda. Pasa y vamos al comedor. Celosilla,. Nunca creí que diría esa palabra-  dijo riendo con la satisfacción de saber que su mujer estaba enamorada de él

Y  la dió un leve azotito en el culete y tomándola  por la cintura a,   riendo,   fueron hasta el comedor.


Decidieron ir directamente al cementerio, y allí estaban los dos cuando la comitiva llegó. En primer lugar iba su mujer toda vestida de negro y dos chicos de aproximadamente  veintitantos   años.  De porte regio como correspondía a la clase social que pertenecían, aunque el origen de su posición  por parte de padre, no fuera todo lo honorable que era de desear. Montseny padre de Luis, se decía que había hecho el dinero  de los presos rojos que estaban en prisión y ninguno de ellos consiguió salir en libertad. Almudena sacudió la cabeza para alejar de su mente esos pensamientos.  Su mirada se centraba en el ataud que encerraba el cuerpo del hombre que había amado.  Cuando la tierra golpeaba secamente la caja. Almudena metió la mano en el bolsillo y sacó el camafeo. Se acercó a la esposa que lloraba desconsoladamente y al darle el pésame, depositó en su mano el regalo que Luis le hiciera el día que la besó por vez primera.  En su cabeza retumbó la frase que dijera uno de los protagonistas de la película " "Como te quise te quiero", pero era curioso que la voz que ella oia en su memoria,  era la de Luis y no la del actor.  Hecho esto ambos esposos cogidos de la mano salieron de la Sacramental. Alberto apretaba la mano de Almudena. Quería que ella supiera que lo comprendía, que no estaba celoso, porque al final fue él quién la consiguió y se unió a ella en  feliz matrimonio...


Sacramental de San Justo
Mientras caminaban lentamente hacia el coche, cerraba definitivamente esa etapa de su vida.  El sepelio fue el epílogo de su juventud, de sus ilusiones rotas por el hombre que ya reposaba en paz bajo tierra.  Comenzaría nuevamente otra etapa, la más importante de todas, porque a su lado permanecía siempre, el hombre que realmente era el amor de su vida.  El que la había amado incondicionalmente, sin preguntar, sólo esperando que ella le amase con la misma intensidad que él lo hacía.

ALBERTO

           Al principio fué sólo una invitación rutinaria, pero poco a poco,  las invitaciones fueron más habituales de modo que todos los días que no tenían guardia, Alberto  la acompañaba hasta su casa. Ella, aunque amable,  era distante, no terminaba de derribar una invisible muralla que impedía que tuviera más confianza.  Seguían siendo unas salidas de compañeros, por más que ella notaba que él quería ser algo más. No estaba preparada aún para comenzar otra relación que no fuera de mera amistad. Aún tenía presente en su vida a Luis, al que no terminaba de olvidar.

Al finalizar la jornada del viernes, la  preguntó  por los planes que tenía para el fin de semana. No tenían guardia ninguno de los dos



-¿Qué vas a  hacer mañana?-  dijo Alberto

-Pues creo que iré al cine. Tengo que llamar a mis amigas. La verdad es que no sé. Mis padres creo que quieren ir a Toledo con unos amigos, pero a mi no me apetece ir con ellos, así que igual me quedo en casa.

-Entonces...-  él se quedó dudando si debería formular la pregunta que la iba a hacer.- ¿Por qué no vienes a comer a mi casa con mi madre y mi abuela?  Les he hablado tanto de ti, que están locas por conocerte

-No sé, me da un poco de corte

-Somos compañeros, no tiene nada de particular. Algunas veces van mis compañeros de promoción, no pasa nada

Almudena giró la cabeza para mirar a  Alberto. Ella sabía que lo que quería era que la conociera su familia y eso la irritaba un poco.  No quería ser su novia, no quería tener ninguna relación que no fuera la profesional. Detuvo la mirada en el rostro del muchacho y la mirada sincera y su sonrisa de complicidad, la decidió



-De acuerdo iré, es muy amable por tu parte invitarme, pero te aseguro que me las apaño muy bien para hacerme la comida aunque esté sola

-Ya lo sé mujer, no es por eso, es por... salir simplemente. Después de comer podríamos ir al cine o quizás a alguna sala de fiestas a bailar. Pasapoga estaría bien, por ejemplo

-¡¡¡ Pasapoga !!! nada menos. ¡ Vaya nivel !

-No creas, he estado ahorrando para cuando se presentara la ocasión. Gano un buen sueldo en el hospital y en la consulta de tu padre, así que ahorro para comprar un 6oo

-¿ Te vas a comprar un coche? Pues ya lo puedes ir solicitando, creo que tardan hasta un año en concederlo

-Ya lo sé, pero no tengo prisa

-Alberto,¿ puedo preguntarte algo?

-Claro,por supuesto que si

-¿Tienes novia?
-No, aún no, aunque si me gusta una chica, me gusta mucho, muchísimo

Lo repitió mirándola de frente,  que estaba loco por ella, pero que no se atrevía a decírselo por temor a ser rechazado.

-Pero si no se lo dices, nunca lo sabrás-  le replicó  Almudena

Ella sabía de sobra que la muchacha a quién se refería era ella misma, pero quería hacerse" la tonta". Disfrutaba con el juego al verle pasar el mal trago que estaba pasando. No le quería, no estaba enamorada, pero de alguna manera quería hacerle sufrir. Luego se arrepentía de ser tan cruel con él, tan caballeroso, educado y cortés.

-Hum, es guapo y respetuoso, pero no le quiero. No tiene carácter, es sumiso a mis caprichos y yo quiero un hombre que me domine, como era.... Luis -.  . Mientras pensaba ésto para sus adentros, reinó entre los dos un silencio espeso.

-¿Sabes Alberto? yo he tenido novio y ...lo hemos dejado, por eso algunas veces estoy de malhumor, porque todavía le sigo recordando, muy a mi pesar, pero no puedo evitarlo

-Lo comprendo. Si quieres hablar alguna vez de ello, siempre estaré dispuesto a escucharte.

- ¿Por qué eres tan buena persona  ¿No comprendes que con esa forma de ser vas a sufrir mucho en esta vida ?

-Ja,ja-  rió él-. No te creas.   Tengo mi genio, pero ¿cómo voy a sacarlo contigo si eres la persona más dulce que he conocido?

-¿Dulce? pero si casi ni te hablo. Me hubiera gustado conocerte antes que a ... Mi carácter era distinto, a pesar de que me gustaba desde que empecé a ir al colegio. Algún día te contaré la historia.

-¿ Y por qué no esta noche?

-Alberto, voy a ser muy sincera contigo. Eres guapísimo, educado, galante, en fin eres todo cuanto una mujer busca en un hombre, pero no estoy enamorada de ti y sé que la chica a la que antes te has referido soy yo.  Me duele tenerte que hablar de esta forma, tan cruda, pero no quiero hacerte sufrir, no quiero que tengas falsas esperanzas, porque nunca podré querer a otro hombre que no sea Luis.

-Luis,¿ así se llama?. No me importa, esperaré toda la vida si es necesario. Yo te quiero como no te imaginas y me conformo con que estés a mi lado, sólo con eso. Con poder verte y escucharte, sin nada a cambio

--Pero, no es justo. tienes un gran porvenir. Serás un médico acreditado, con buena posición social, y por mucho que ahora te parezca imposible, en un futuro encontrarás a una chica que sea digna de ti. Te enamorarás, te casarás y tendrás una familia maravillosa

-Posiblemente todo eso será cierto, pero es contigo con quién deseo formar mi familia. Tú eres la elegida y por tí es por lo que estoy ahorrando para comprar un piso y ofrecerte un hogar. Esperaré toda una vida si es necesario, no hay prisa, cuando tú digas siempre estaré ahí.

-¡ Dios mio, cómo se puede ser así ! ¿ Por qué tardaste tanto?  ¿ Por qué no nos conocimos antes ? Te hubiera querido con toda mi alma, porque eres digno de ser amado, pero yo...

-Ya me amarás, quizá tardes un poco, pero lo conseguiré.  ¿ Quieres ser mi novia ?

-Antes que nada he de contarte mi historia. No he hecho nada malo, no vayas a creer, pero opino que la sinceridad debe estar presente en la vida de la gente, y mucho más contigo.  Te he dicho que no te amo, te quiero simplemente, como a un compañero, pero no como novio. No quiero engañarte, y créeme que deseo con todas mis fuerzas corresponderte en el cariño que tú me profesas, pero no puedo. No sé si algún día podré arrancarle de mi vida...

-Si lo consigues allí estaré yo,  esperándote

La beso con inmensa ternura, sin apenas rozar sus labios. Tenía miedo que ella rechazara su caricia, pero no lo hizo. Entornó los ojos, pero no recordó el primer beso en el cine Bilbao. ¿ Sería el camino para el olvido?

Su noviazgo duró más de dos años. Durante ese tiempo el amor por Almudena iba creciendo, sin embargo ella había crecido en aprecio hacia Alberto, pero distaba mucho de ser amor.  Él  derrochaba energía.  Hacía todas las guardias que le ofrecían y en los días que tenía libres actuaba en alguna consulta nueva. Todo su afán era ahorrar pàra ofrecer a su novia un hogar confortable y con las comodidades máximas de aquella época.

Acordaron contraer matrimonio en primavera y en el mes de Mayo de 1978 se convirtieron en marido y mujer. Alberto estaba loco de alegría, mientras que Almudena disimulaba su incomodidad con el pretexto de los nervios.   A la boda acudieron los padres de los respectivos esposos, Luisita y Paloma íntimas de la novia y algunos compañeros de trabajo de los dos. Lo celebraron con una cena y un  posterior baile.

En un momento en que los invitados estaban más descuidados, la pareja de novios salió de la sala   sin que nadie les viera.  Habían reservado habitación en el mismo hotel y al día siguiente saldrían en viaje de novios hacia Paris.  Se habían sacrificado para poder ahorrar con el fin de realizar el viaje de sus sueños: una semana en París, en un buen hotel. A Alberto todo se le hacía poco para obsequiar a su amada.

Ella estaba muy cansada y nerviosa. Entraron en la habitación en silencio, en un silencio que podía cortarse.

-Mira, nos han puesto un cesto  de fruta y una botella de champán. ¡ Qué amables !-dijo Alberto

Ella sonrió levemente. No sabía qué hacer. Tenía ganas de salir corriendo, de perder de vista a su marido. Hasta creyó odiarle en esos momentos.  Fué hacia ella y la abrazó mientras la susurraba

-Ya eres mi esposa, se ha cumplido mi más deseado sueño.

La abrazó y la besó con fuerza, buscando una respuesta por parte de ella, pero Almudena, aunque no rechazaba las caricias, tampoco las correspondía.  Al cabo de un rato, él descorchó la botella de champán y escanció dos copas. Mirándola a los ojos le acercó una  e hizo un brindis. Chocaron las copas y ella bebió de una vez el dorado líquido

-Échame otra copa, tengo mucha sed- pidió a su ya marido

Alberto se dió cuenta de que lo que quería era  dilatar al máximo el momento de acostarse. No sabía cómo hacerla ver que aquellos nervios y ansiedad eran por parte de los dos, y normales en la primera noche de casados.

-Te dejo durante unos minutos. Arréglate tranquila. Voy fuera a fumar un cigarrillo.

Ella se sentó en el borde de la cama y los ojos se le llenaron de lágrimas



Le disgustaba estar tan fria con el que ya era su esposo, pero no podía evitarlo. Tenía miedo del momento en que se convirtieran realmente en marido y mujer. Se imaginaba el momento y no podía, no podía hacerlo.  La imagen de un Luis sonriendo se abria camino en su imaginación

-Nunca debí casarme, nunca debí darle esperanzas.  Dios mio , qué es lo que he hecho...

No supo el rato que Alberto permaneció fuera del dormitorio, pero cuando entró ella continuaba con su traje de novia puesto y estaba en la misma posición sentada en la cama
 Se dio cuenta inmediatamente de la lucha interior que ella estaba debatiendo.  Se sentó a su lado y pasando su brazo por su hombro , la dio un beso en la frente.

-No te preocupes, mi amor, todo es muy sencillo. Bésame y déjate llevar, yo te cuido

-No, no, no lo comprendes. No puedo hacerlo, no te amo, eres un extraño para mí. No puedo, no puedo. Es imposible... no puedes tomarme...  No te quiero... para eso... No puedo, no puedo

Alberto no daba crédito a lo que escuchaba. Estaba lívido; el momento tanto tiempo esperado se había convertido en una tortura por el rechazo de su esposa. Se levantó lentamente y se quitó el chaqué que reemplazo por un traje normal.  Sin mirar a Almudena que continuaba llorando, acomodó en los bolsillos de la chaqueta la cartera, miró si llevaba dinero y se dirigió a la puerta de la habitación. Allí se volvió y dirigiéndose a su esposa la dijo:

-Quédate tranquila. Voy a salir. No me esperes despierta.

Dio un portazo y salió al pasillo. No sabía hacia dónde encaminar sus pasos. El desprecio de su mujer le había herido grandemente. Entró en el ascensor y al llegar a Recepción, susurró al conserje algo en voz baja.
A continuación el conserje escribió algo en una tarjeta que entregó a Alberto, y lentamente se encaminó hacia la salida del hotel con la tarjeta en la mano.  En la puerta, el conserje le preguntó si quería un taxi

-Si por favor



Al poco rato un coche se detenía frente a la puerta del hotel, abrió una de sus puertas y enseñando la tarjeta al chófer, partió rumbo  a la dirección indicada.  Pasaría su noche de bodas en un club de alterne. Necesitaba desahogar la inmensa pena y rabia que sentía en su interior.
             

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