lunes, 19 de octubre de 2015

Los silencios -Capítulo 6 - ¡ No puedo hacerlo !

La impresión de volver a ver a Miranda,  dejó a Robert desconcertado

-¿Habrá visto que estaba  con una mujer?



Por compromiso continuó la comida que estaba haciendo con Jennifer, que ese era su nombre. Y en cuanto pudo la dejó en su casa. Necesitaba andar, despejar su atormentada cabeza. Había pasado tiempo desde que no vivian juntos, pero ella  siempre estaba presente en su vida, y ahora al volverla a ver, su remordimiento se acrecentaba más.

-¡ Qué bonita está! Está más delgada y sus ojos no tienen el brillo que tanto me gustaba. Debí negarme a concederla el divorcio. ¿Pero cómo negarselo si tenía razón? ¡ Qué estúpido fuí ! ? En que estaría pensando, si además no me interesaba. Las mujeres saben jugar muy bien sus cartas y ese día me pillaron un poco con la moral baja. ¿Será por la edad, será por la crisis de los cincuenta? Sea por lo que sea he perdido a mi esposa y sin esperanzas de reconciliación. Y luego está Meredith... ¡ Qué complicado es todo ! Me preocupa mucho el comportamiento que tiene con su madre. ¡ Por Dios, es su madre, y además no tiene culpa de nada!

Seguía andando sin rumbo fijo. Únicamente su pensamiento estaba en la presencia de su mujer  aquella noche en Cipriani. Estaba cerca de casa, pero no quería entrar. Seguramente su hija  habría salido con alguna amiga y Mario estaba con una medio novia.



- ... y yo solo, nosotros solos. Justo ahora que los chicos empiezan a volar , justo cuando más nos necesitamos andamos cada uno por un lado. ¡ Ay, señor, señor.

Miranda  recibió una llamada de teléfono

- Si, dígame

-Hola princesa ¿sabes quién soy?

-Claro, el loco de Patrick ¿ qué se te ocurre ahora?

-Estoy pensando que mañana me voy a pasar por la galería, voy a recoger a una preciosa dama y me la voy a llevar a comer a un sitio especial. ¿Te apetece?

 Se quedó pensativa y se acordó del encuentro con su marido días pasados y el dolor que la produjo. Sin pensarlo dos veces, contestó:

-Me parece de fábula. Si, acepto y espero poder divertirme, porque no ando muy bien de ánimo.

-¿Otra vez? Creí que desde nuestra última conversación había conseguido que vieras la vida de otra forma. Todo es mucho más sencillo  Tienes que tomar las riendas de tu vida. Eres una criatura dulce, cariñosa, preciosa y tienes derecho a poder vivir en paz y hacer lo que todo el mundo hace...
¿ A qué hora te recojo?

-Cuando termine mi trabajo, como a la una ¿te parece bien?

Patrick
-¿Que si me parece bien, que si me parece bien? A la , bueno antes de la una estaré allí. Quiero proponerte algo. A ver si aceptas.

-Dime qué es

-No, mañana te lo explico. Ciao princesa hasta mañana - Miranda son

-Siempre consigue hacerme reir. Es tremendo...- comentó en voz baja

Como a las doce treinta Patrick estaba en la galeria. Al entrar vió a Miranda   guapísima con un bonito vestido, arreglada para la ocasión. Se había convertido en un buen amigo, en el depositario de sus penas y alegrías. Ella sabía que Patrick sentía por ella algo más que amistad, pero para evitar malos entendidos le dejó claro que lo suyo no podía ser más que eso: amistad. Cuando entró fué derecho hacia ella y como saludo depositó dos besos en ambas mejillas, al tiempo que la decía:

- Cada día estás más guapa. me vas a volver loco...Y soltó una carcajada.

La concedieron la tarde libre con lo cual salieron a comer tranquilamente y sin prisas alargaron la sobremesa mientras charlaban de mil cosas intrascendentes.  Poco a poco la conversación derivó hacia Robert y él la escuchó pacientemente con el rostro serio porque se daba cuenta de la lucha interior que ella libraba día a día.  Para cambiar el tono de la conversación, exclamó:

Bueno, ahora te propongo un trato. Deseo que poses para mí; quiero hacer un retrato de una mujer latina y tú eres la elegida. Te he ideado de medio cuerpo con el pelo recogido resaltando una gran flor a la altura de tu cuello. Estarás desnuda de medio cuerpo,  cubierto con una mantilla  por la que se adivinarán tus formas, que no se verán. ¿Qué te parece?

-Pues que estás loco. Yo posar, y desnuda...  Ni en broma

-No, desnuda del todo no, aunque sería perfecto, pero ni siquiera te lo comento

-¿Te imaginas si mi hija me ve así, encima del criterio que tiene formado, lo que me diria?

-Pero tu hija es mayor, y tu tienes derecho a hacer lo que tú quieras. Tampoco es que poses desnuda, no se te va a ver claramente. ¿ Te puedo hacer una pregunta personal?

-¡Claro! tu ya sabes que te cuento casi todo lo que me pasa

-Espero que en este "casi todo",  la respuesta sea total.

-¿Cuánto tiempo hace que no estás con nadie?

¿ Qué quieres decir?

-Tu ya me has entendido.¿Tienes pareja?

-Noo. Yo estoy enamorada de mi  marido y no hay otro hombre en mi vida. De haberlo tu lo sabrías.

-¿ Por qué?

-¿Por qué, qué? No te entiendo.

-Pues es muy fácil. Todos tus problemas han venido porque tu marido buscaba otra cosa...Ahora eres una mujer libre¿ No has pensado, siquiera por probar, en pasar una noche con otro hombre que no sea tu esposo?

-Por supuesto que no.Y creo que debemos cortar esta conversación, me está violentando.

Patrick de improviso se puso serio y mirándola le dijo.

-¿Crees que es fácil para mi escuchar tus quejas, verte sufrir, y quedarme impasible? Tu conoces mis sentimientos. Eres una mujer libre, adulta y yo te deseo con todas mis fuerzas¿por qué me rechazas? No sabes  nada. Quizá fueras más feliz si lo intentas. No te digo conmigo porque me ves como a un hermano, pero por amor de Dios ¡vive! Eres una mujer deseable, acomplejada por la traición de su marido. Devuelvele la jugada, que sepa lo que duele, en sus propias carnes. Inténtalo al menos.  Ella apuró la copa de vino que tenía delante y se sirvió otra

-Tienes razón, tienes razón. Llévame a tu casa...

Y sin más se levantó dejando boquiabierto a Patrick que no supo que responder. Llegaron a su casa. Un apartamento de soltero, pequeño, amueblado con buen gusto como corresponde a la sensibilidad de un artista

-¿Quieres un café, o una copa? Más que nada porque sé que no va a ser fácil...

- Sí dame una copa,..  es igual de lo que sea

Patrick le sirvió la copa y después de dar un sorbo, se acercó a ella. La cogió por la nuca y la besó suavemente en los labios, en la frente, en la mejilla, en los hombros.  Ella permanecía inmóvil con la cabeza un poco ida. No sabía muy bien lo que estaba ocurriendo y por qué se comportaba de esta manera.  Patrick la rodeó con sus brazos y ella apoyó  la cabeza en su hombro. No supo el tiempo que había transcurrido, solamente sintió que los dedos de él bajaban la cremallera del vestido, que se deslizó lentamente hasta el suelo. De repente ella reaccionó y tapándose con ambos brazos rompió a llorar. Bajó la cabeza y le dijo.



-Perdóname, perdóname. No puedo hacerlo, no puedo hacerlo. Debí estar loca cuando acepté. No quise hacerte daño, pero compréndeme no puedo hacerlo con otro hombre que no  sea mi marido. No puedo, no puedo.

 Cayó de rodillas a los pies de Patrick y él quitándose la camisa le cubrió el cuerpo al tiempo que la cogía la cabeza obligándola a mirarle

-No pasa nada, no ha pasado nada. No te avergüences, no es malo sentir tanto amor por una persona aunque no lo merezca. Es muy afortunado porque nunca nadie le dará tanto amor como tu le das. No te preocupes por mi, yo ya contaba con ésto. Me lo imaginaba; aceptaste muy rápido. Anda vístete, voy a llevarte a casa.

Al llegar al portal ella le volvió a pedir perdón y él acariciándola la mejilla la sonrió y la dijo:

-Pero el cuadro sigue en pie ¿verdad? Hay quién se va a morir de envidia cuando lo vea colgado en la galería. Es como un revulsivo.

En aquel momento Miranda no le entendió.Ignoraba que esa acción iba a cambiar su vida.

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