viernes, 4 de diciembre de 2020

Doctor O´Reilly - Capítulo 4 - Una larga ausencia

 Estaba convencido de que obraba bien, a pesar de reconocer que Kyra llevase parte de razón. Tardaría en estar de nuevo en casa. Algo le intranquilizaba y no sabía qué, sólo que debía alejarse. Los sueños se volvieron pesadillas que se mezclaban sin entender nada y no podía recordarlos por  olvidarlos de inmediato. No lo lamentaba, sabía  que en ellos no estaban ni Stella,  ni su mujer; el resto le daba igual. Pero era cierto que estaba más nervioso de lo normal. 

Quería controlarse para no pagarlo con quienes no debía, pero algo en su interior le intranquilizaba y no sabía el qué. No se trataba de un mal presentimiento, era una sensación extraña que nunca había sentido. Y pensó que hacía tiempo que no había estado con nadie, y seguramente se trataba de eso.  La Naturaleza imparable seguía su curso y no entendía de sentimientos íntimos, sino con  cumplir una función biológica que seguramente necesitaba

-Voy a faltar de casa al menos durante una semana por un congreso en el extranjero

  Eso era lo que él decía,  y que ese viaje se  juntaría con las guardias.  Guardias que muchas veces hacía sustituyendo a algún compañero. Sólo le bastaba el poder disponer de unas horas  para  pasarlas con su hija, el resto, el trabajo estresante que tenía en urgencias, le servía de alivio.
 Se centraba en la vida que tuviera en esos momentos en sus manos, y se olvidaba, al fin, del resto de sus preocupaciones.  Le haría estar más distraído, aunque fuera trabajo.  Guardias que muchas veces hacía sustituyendo a algún compañero. Sólo le bastaba el poder disponer de unas horas y pasarlas con su hija, el resto, el trabajo en urgencias, le servía de alivio.

Procuraba al menos cenar o comer con Stella, aunque algunas veces no lo consiguiera.  Pero esa noche si lo haría; iba a faltar muchos días de casa y deseaba estar con ella el máximo de tiempo posible. Como siempre que comía o cenaba en casa, en la mesa habían dispuestos tres servicios, señal indicativa que alguien más les acompañaría, regularmente se trataba de Kyra, pero esa noche no fue así. Una de las amigas del médico lo haría con ellos, tratando de "conquistar" a la niña, porque, si sucediera, estaba segura que tendría al padre "comiendo" de su mano. A pesar de todo, era sabedora  que  él no estaba por la labor, que aunque llegasen a una relación duradera, jamás amaría a nadie. Amó intensamente a su mujer, que fue el gran amor de juventud y estaba siendo el único amor de su vida. 

Al médico le  daban escalofríos cada vez que pensaba en unirse a una mujer. No le parecía correcto, no amaría a ninguna, pero como le había dicho la tutora, la niña necesitaba una mano femenina que la guiase, aunque nunca llegase a ser su madre. Porque llegaría una época en que se haría mayor y tendría cambios en su organismo, y él como médico lo sabía bien, pero no  cómo explicar a una niña de once o doce años  el por qué ocurren ciertas cosas en su cuerpo. Tendría que ser una mujer, no sólo por su sensibilidad, sino porque de esta forma Stella no se sentiría avergonzada.

Temas como ese  le vendrían seguramente, aunque aún faltaba mucho tiempo, pero debía ir preparando el terreno para no pillarse los dedos. También contaba con quién fuera su suegra, pero para cuando eso ocurriese, ella ya sería mayor y perteneciendo a la generación suya que escondían ese paso, tan lógico y natural, dudaba mucho que pudiera ayudarle.

Kyra, era la más indicada.  Pero si metía a otra mujer en casa, ella ya no estaría.  Sabía que era la  que mejor entendía a la niña; tenía una afinidad especial con ella. Sabían comunicarse tan solo con la mirada. Nunca había sentido esa conexión que la tutora había logrado con Stella, y no sólo eso, sino que era algo muy difícil de lograr, con un carácter tan tímido e introvertido como ella tenía.

Debía dejar de dar vueltas a todas las inquietudes que llenaban su cabeza. Terminó de vestirse y antes de marchar, le daría alguna instrucción a Kyra. Era sábado, su día libre, pero ella se ofreció a quedarse cuidando a la niña, y saldría cualquier otro día que él se pudiera quedar en casa. Comprendió que había tenido mucha suerte al contratarla. No sólo era cariñosa, sino que adoraba a su hija y la niña a ella. Pensó que no tendría tanta suerte con quién, si algún día se casara. Esa compenetración era difícil de encontrar.

Cuando entró en la habitación para recogerla y recibir a Linda para que se conocieran, algo flotó en el ambiente. Kyra pensó en lo elegante que era. Normalmente no se vestía tan formalmente. Procuraba estar cómodo en casa, excepto cuando, como hoy, recibían visita.  La niña cenaría con ellos. Tenía que irse acostumbrando a ver otras caras que no fueran las del personal de la casa. Después de cenar, la pareja saldría sin hora de retorno, y Kyra se quedaría cuidando de Stella.  Todo había sido acordado y conformado.

A la tutora se le aceleró el corazón cuando le vio.   Parecía un artista de cine. Estaba acostumbrada a verle en vaqueros o con el uniforme verde de quirófano. Procuraba no mirarle fijamente, aunque a veces , las dos miradas se juntasen..´

La cena no resultó todo lo bien que hubiera deseado. Stella cenó poco y a regañadientes. Estaba inquieta y no hacía más que moverse de un lado a otro. Tiró una copa de vino sin querer, y O`Reilly cada vez se impacientaba más. Quizás esperaba que Linda hablase a la niña con cariño y tratara de sosegarla, pero lejos de eso, no quiso intervenir entre las regañinas acertadas del padre con su hija. Por último, y antes de estallar, envió un recado a Kyra para que recogiera a Stella y se la llevara a su habitación.

Al entrar en el comedor, ambas mujeres se recorrieron con una sola mirada. Linda creyó que tarde o temprano se enredaría con el médico y ella llevaría las de perder. Por casualidad Kyra pensó algo parecido de la damisela de turno que había conseguido desquiciar al padre y arruinar en parte la cena.  Felicity ya se lo había  comentado.  Stella tenía una intuición extraordinaria a pesar de ser pequeña.

Cuando subió a la habitación de la niña para desearla buenas noches, tenía el entrecejo arrugado. Nada había salido como él pensaba. De inmediato borró a Linda de su lista de pretendientes; estaba claro que ninguna de las dos se cayeron bien. Se le terminaban las opciones, pero no aún. Dio las buenas noches también a Kyra y salió lo mismo que entró.



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Autora; rosaf9494
Ediciòn: Diciembre 2020
Ilustraciones: Internet



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