domingo, 31 de enero de 2016

¿ Existen las casualidades ? - Capítulo 11 - El retorno

El tiempo transcurría y poco a poco  se iba recuperando en casa de sus padres. Aún sentía molestias y tenía alguna pequeña dificultad para moverse, pero todo marchaba según lo previsto. Hacía reposo,  más,  por no oír las regañinas de su madre, que por necesidad.  Le agradaba tener cerca a sus padres y aceptar los mimos que ellos la dispensaban.
Albert tenía todo preparado para su regreso a casa. En cuanto llegase el médico  que debería ocupar su lugar, regresaría con Freddy  a Nueva York.  Durante el tiempo transcucrrido, había hablado un par de veces con el padre de Elsa, y un corto y protocolario saludo con ella.
Hacia mediodía recibieron una llamada de la Organización avisándoles de que ese mismo día, llegaría la persona que ocuparía el lugar de Albert.  Philip estaba contento por su amigo, pero a la vez triste por su partida. Le echaría mucho de menos. Todas las penalidades y alegrías las habían compartido ambos desde hacía mucho tiempo.  Ahora llegaba alguien nuevo y todo sería distinto.  Tal y como avisaron hacia las cuatro de la tarde, llegaron un par de jeeps y dejaron a la nueva doctora. Porque sí, era una mujer .  Se miraron los dos amigos y los ojos de Philip se iluminaron por unos momentos.  Le complacía sobremanera tener una compañera en lugar de otro hombre.
Una mujer joven y muy guapa se bajo de uno de los jeeps y con paso firme se dirigió hacia los dos amigos que estaban expectantes. 
- Buenas tardes, soy Amanda Holmes. La  nueva médica

Amanda Holmes
- ¡ Hola ! soy Philip y Albert a quién viene a reemplazar
 -Encantada. Bien ¿ me pueden indicar dónde me acomodo ?
 - Desde luego-  dijo Philip solícito, indicándole el pabellón de Albert que ahora sería de ella
 - Perdone-  dijo Albert-  Los bultos son mi equipaje y en un par de días me los llevaré, cuando me vaya
 - ¿ Y este niño tan lindo ? - dijo Amanda
 - Es Freddy, mi hijo-  respondió Albert.- Se viene conmigo
Los dos amigos dejaron que Amanda se instalara e hicieron los comentarios de rigor sobre lo atractivo de la muchacha.
Y llegó el momento de la despedida. Emocionados Albert y Philip se fundieron en un abrazo.  Philip alzó del suelo al niño y le abrazó con infinito cariño
- No dejes de escribirme y llámame algún día, gritaba Philip mientras veía como el coche de Albert tomaba el camino de la ciudad.
-  Llevan mucho tiempo juntos ¿, verdad ?-preguntó Amanda
 - Casi desde la universidad. Es como un hermano para mi.  Si no fuera por su hijo, no se hubiera marchado., pero el niño necesita otro tipo de vida

Philip
- ¿ Y su mujer ?
 - Ella falleció hace tiempo, al nacer el niño
 - ¿ De parto ?
 - No. La detectaron un tumor cuando estaba embarazada, espero a dar a luz para ponerse en tratamiento, pero llegó tarde.  Vivió tres meses después de tener a su hijo.  Desde entonces cuidamos del niño entre todos, pero ha llegado el momento de organizar sus vidas.
 - Lo siento. ¡ Parece tan triste !
 - Si, cierto. Lo es. .  Bueno ahora comencemos el trabajo Amanda. Hoy nos visitan los lugareños. Pero antes te invito a un café ¿ vale ?
 - Hecho,- dijo sonriendo Amanda-  Presiento que nos vamos a llevar bien ¿ no crees ?
 - Más nos vale. Ésto es muy duro.  ¡Cómo para tener problemas! . . .  Y ambos romperon a reir. 
Albert y Freddy ya estaban acomodados en sus respectivos asientos. El niño en el lado de la ventanilla; estaba nervioso e impaciente por la novedad que suponía para él su primer viaje en avión y el conocer a su familia de América, y ver el lugar en dónde nació su padre.  Dieron las órdenes oportunas para que los pasajeros se abrocharan el cinturón para iniciar el despegue.  En unas horas estarían en casa.  Albert ´sentía un nudo en el estómago: ´Tenía distintos sentimientos: ver a sus padres, que conocieran a su hijo. . .  y tener la posibilidad de volver a ver a Elsa ¿ Qué pensaría ella ?  Hasta entonces sus cortos diálogos habían sido amistosos y sin demostrar ningún síntoma de afecto que no fuera el amistoso.
Freddy disfrutó de una película hasta la hora de la comida, después se quedó dormido hasta que Albert le despertó unos minutos antes de aterrizar en Nueva York.
Allí estaban sus padres, tio John y Tia Rosalyn. La emoción era profunda cuando se abrieron las puertas que dan acceso al vestíbulo después de recoger el  equipaje.  Freddy iba como asustado agarrado al brazo de su padre.  Fué Mildred, la madre de Albert,  la primera que corrió al encuentro de su hijo y nieto. Se abrazó al primero para después abrazar al pequeño que la miraba tímidamente sonriendo. El padre esperó su turno sin poder evitar que unas lágrimas empañaran sus ojos al contemplar las figuras de los recién llegados.
- Hijo mio ¡ cuánto tiempo ! Pero al fin habéis llegado. ¡¡ Mi nieto, mi primer nieto !! - decía Stephan apretando contra sí al niño. 
Una vez que todos se abrazaron y saludaron se dirigieron a sus respectivos coches, que les llevaría hasta su casa. Todos estaban contentos y emocionados. Albert no podía contener su emoción y miraba a su hijo que asombrado veía la escena sin apenas pronunciar palabra alguna.


 La comida en casa de los Williamson estaba presidida por la armonía y cariño existente entre todos los componentes de la familia. Hubo brindis por los recién llegados siendo el principal homenaje para Freddy que estaba encantado de ser el centro de atención de todos ellos.
En la sobremesa y mientras Mildred y Rosalyn mostraban al niño su habitación, que antes había sido del padre, los hombres mientras tomaban un café,  se interesaban por saber todo lo ocurrido en la vida de su hijo
- Presiento que no ha sido fácil, ¿ verdad hijo mio ?
- No papá. Han ocurrido muchas cosas en ella y no todas buenas. Por eso pensé que debía venir de nuevo a casa; Freddy necesita una vida con más medios que los que allí tenemos. Hemos dejado buenos amigos y aquellas personas , que nos quieren y nos ayudaron mucho.  Sobretodo las mujeres. Cuando Karen murió, yo no sabía qué hacer con el bebé, y gracias a ellas y una en especial que lo amamantó, pudimos salir adelante.
Permanecieron en silencio durante un rato hasta que fue interrumpido por las carreras del niño que venía a contar a su padre que tenía su habitación, con infinidad de juguetes de cuando él era pequeño.  El padre le miraba con ternura y le sentó en las rodillas.  A media tarde pensó que debía llamar a Elsa y anunciarla que ya estaban en casa
- Si dígame
- Los señores McDermon, por favor
- ¿ Quién les llama ?
- Dígales que soy Albert
- Un momento
Al cabo de unos instantes, una vozarrona fuerte se puso al teléfono
- ¡ Albert, muchacho. Qué alegría de oirte ! ¿ Dónde estás ? Te escucho  estupendamente, sin interferencias
- Thomas estoy en casa, en Nueva York.  Hemos llegado hace unas horas
-Mañana ven por aquí. Te quedarás a comer. Tengo ganas de darte un abrazo
- No Thomas, y espero que me comprendas. Mis padres han conocido hoy a su nieto. Quiero dejar que pase unos días con ellos para que desfruten ambos
- Muy bien, pues yo pasaré a verte en la tarde. Dame la dirección, anda
Albert le facilitó la dirección. Al día siguiente vendría a visitarles. Tenía que hablar a sus padres de esa familia y de Elsa, aunque a ella ya la conocían por referencias hechas por Albert cuando aún era estudiante.
Un lujoso automóvil paró frente a la casa de los padres de Albert. Éste salió a recibir  a Thomas McDermon, que venía acompañado de su esposa y de . . .  ella, que con alguna dificultad se apeó del coche en último lugar.



El encuentro fue cálido sobretodo entre los dos hombres. Siempre tenían presente su vivencia en el accidente de Elsa.  Detrás de Albert estaban sus padres con Freddy, que después de las presentaciones corrió hacia los brazos de la muchacha
- ¡ No se ha olvidado de mi !-  dijo ella abrazándole.
Todos entraron en la casa, pero Elsa y Albert se quedaron fuera uno frente al otro, sin pronunciar palabra, sólo mirándose.




sábado, 30 de enero de 2016

¿ Existen las casualidades ? Capítulo 10 - El rescate

Cuando apuntaba el alba, la expedición salió del poblado guiados por el hombre que sabía por donde,  probablemente,  Elsa, y sus acompañantes debieron tomar el retorno. Anduvieron unos tres kilómetros y no encontraban rastros de nada. El desánimo reinaba entre todos ellos, cuando uno de los soldados que iba en cabeza dio la voz de alarma
- Aquí están, aquí están

El coche accidentado se encontraba en el fondo de un barranco no muy alto, pero lo suficiente para que un herido no pudiera subir.  No había señales de vida ni movimiento alguno
- Elsa... Elsa -  gritaba desesperado Albert
Rápidamente pidió al capitán una cuerda para poder descender por la pendiente y llegar hasta el coche
- No señor, no le permito bajar. De ninguna de las maneras. El suelo está muy resbaladizo y podría herirse
 - Capitán, la mujer que está ahí abajo me importa mucho y además soy médico.   Si están heridos,¿ usted puede atenderles?   No dudo de su buena voluntad y que debe cumplir con su deber, pero el mio es atender a los heridos, así que no discutamos. Deme  una cuerda me   ataré y desde aquí arriba iré descendiendo hasta llegar a ellos.
 - Esta bien. Yo bajaré con usted
 - Pues vamos

Se ataron por la cintura.   Arriba los soldados sujetaban las cuerdas mientras ellos descendían.  No tardaron mucho en llegar. La ansiedad de Albert era enorme; en cuanto estuvo cerca del coche, de nuevo comenzó a llamarles pero no obtuvo respuesta.  Se temía lo peor, había pasado demasiado tiempo desde que se accidentaron
Llegó hasta el coche que con las ruedas hacia arriba había formado un hueco por el que asomaban unos cabellos rubios manchados de barro.  Rápidamente buscó su pulso que débil continuaba latiendo. Limpió de su  rostro el barro que lo cubría y le dio a beber un sorbo de agua. Elsa ni siquiera movía los labios para beber. Mojó una gasa que sacó del maletín de auxilios y empapadas en  agua se lo pasó por los labios
-Capitán ¿ localiza a los hombres?
 - Si aquí hay uno y está vivo. Inconsciente, pero vivo
 - Dele un poco de agua, despacio, en pequeñas dosis. Deben estar deshidratados. ¿ No hay nadie mas ?  El hombre era Tomás . Recobró un poco el conocimiento al ingerir el agua y en un susurro dijo
- La señorita está herida y Antonio tiene un brazo roto.
 - ¿ Antonio ? ¿ dónde está ?
Antonio llegó al poco rato portando en un trozo de su camisa unas  frutas silvestres  
con que poder  alimentarse.  Tomás  al tener una pierna rota, no podía moverse. El fue quién explicó cómo ocurrió el  accidente. Elsa al viajar en el asiento del copiloto, se llevó la peor parte
Albert escuchaba el relato sin dejar de inspeccionar su cuerpo . Tenía una herida en el muslo con bastante sangre coagulada que después de limpiarla observó que carecía de importancia. Lo que más le preocupaba era su respiración entrecortada. Tenía la boca abierta y cada vez el esfuerzo por respirar era mayor. Tenían que mover el coche para poder sacarla, no se la podía tocar hasta saber si tenía fracturas y el alcance de las mismas.   Le puso  un collarín y dando órdenes al capitán le pidió que bajasen algunos soldados, mientras otro establecía contacto con la Prefectura
- Dígales que llamen a la Organización. Allí está el padre de Elsa y habrá localizado un helicóptero. Deles las coordenadas y dígales que vengan sin perder un momento. Están graves y el terreno es difícil. A ella  no podemos moverla; no sabemos qué clase de fracturas tendrá.
Las noticias se recibieron en Prefectura e inmediatamente McDermon se puso en movimiento.  No tardaron mucho en llegar, pero a Albert el tiempo se le hacía eterno. La tenía tomada de la mano, acariciaba su rostro y le mojaba los labios con agua. Temía que se hubiera fracturado alguna costilla y hubiera interesado los pulmones. Por la respiración se temía ese pronóstico. Quizás tuviera derrame, abrió su ropa para comprobar si había algún hematoma en su pecho, y un color violáceo le hizo desesperarse aún más.  Estaba a punto de derrumbarse. Todos los hombres que habían bajado, trataban de mover el coche para poder poner en una camilla a Elsa que tenía el cuerpo empapado de agua y helado. Albert le había puesto una manta pero la lluvia no cesaba. Montaron una especie de toldo para que los heridos al menos no se mojasen.  Con unos palos que recogieron y unas vendas inmovilizó el brazo de Antonio y la pierna de Tomás.  Les debía doler mucho, pero ellos no se quejaban. Estaban preocupados por la situación de la joven que no volvía en si.  De vez en cuando una especie de susurro salía de sus labios, a modo de quejido, pero la dificultad para respirar cada vez era mayor.  Albert miraba constantemente el rostro de ella, como queriendo convencerse de que aquello no estaba ocurriendo, pero sí ocurria y Elsa estaba grave, muy grave y él no podía hacer más que esperar para evacuarla.
Por fín se oyo un ruido que todos identificaron con el helicóptero. Albert levantó el rostro hacia el cielo como dando gracias a Dios por la llegada del aparato.  Pero no podía  aterrizar, por tanto habrían de transportarla . Dando un salto,  bajó McDermon con el rostro demudado. Albert y él se miraron sin decir nada, y  apretó su hombro para infundirle valor. En la cesta,  con sumo cuidado,  subieron a Elsa hasta el helicóptero y después a Tomás y Antonio. El padre de la joven y Albert tuvieron que subir con una escala e inmediatamente después el aparato se puso en movimiento  Acordaron con el capitán volver a recogerles y partieron rumbo al hospital.  Allí aguardaban su llegada y sin pérdida de tiempo fueron atendidos.  El estado de ella  era preocupante, no sólo por las lesiones,  tenía una fuerte deshidratación al no haber ingerido ni líquido ni alimento en varios días.

A Albert le facilitaron ropa médica para limpiarse del barro y  la humedad .  Cuando se hubo cambiado, pidió estar en el quirofano, petición que fue atendida. Les dio el pronóstico que él creía padecía la muchacha, mientras las enfermeras desnudaban a Elsa y el médico se preparaba para la inspección y saber el diagnóstico seguro. 

Tenía dos costillas rotas y fisura en otra,  y como había temido, una de las costillas interesaba el pulmón.  Albert se desesperaba y tuvo que ser animado por su compañero médico que atendía a la muchacha.  Le  aplicaron oxígeno lo que la facilitaba la respiración. La limpiaron la herida de la pierna y la aplicaron puntos de sutura. La herida era grande pero no peligrosa. 

Cuando  fue introducida en la UCI, Albert salió   para hablar con Thomas que estaba  delante de la puerta del quirofano.  Ambos hombres estaban agotados por el nerviosismo y la emoción

- Nunca podré pagarte lo que has hecho por mi hija
- Yo la amo, ¡ Dios mio no sabía cuánto ! Tiene que vivir, tiene que vivir. Aunque no me mire más nunca, aunque no la vuelva a ver, pero que viva, que viva
- Ven aquí muchacho.  Thomas le abrazó emocionado ante el desconsuelo de él
Lo que no sabía McDermon es que el remordimiento por la discusión que mantuvieron no le dejaba vivir en paz, máxime desde que Elsa había tenido el accidente No era culpable de lo ocurrido. No había podido despedirse de ella  cuando se fue   Ahora estaba grave en la cama del hospital.    No quisieron irse a descansar.  Sentados   en un sillón a la espera de que algún médico de la UCI les diera noticias. De vez en cuando iba a la ventanilla de la dependencia a ver si ella había vuelto en si
-  La hemos sedado. Cuanto más tranquila esté será mejor para ella. Tiene dolores, pero sedada no se da cuenta y el descanso la conviene Vayan a dormir un poco Si hay alguna novedad les    llamaremos enseguida.
Al escuchar estas últimas palabras, ambos hombres  recordaron que no habían llamado ni a la madre ni a Philip
- Thomas  ¿le dijiste a Thelma lo que había ocurrido ?
- No exactamente. La dije que estaba con algo de fiebre. Ella quería venir a toda costa y aún no sé si no se presentará mañana o pasado. Trataré de tranquilizarla. Aquí no puede hacer nada más que esperar.
Como había sospechado McDermon, su mujer se presentó a los dos días. No la habían convencido las explicaciones de su marido. Presentía que ocurría algo grave.  Elsa permaneció en la UCI durante cuatro días, pero de no surgir complicaciones el diagnóstico era bueno

Thelma
- Tendrá muchas molestias durante bastante tiempo. Tendrá inconvenientes para dormir que lo tendrá que hacer sentada hasta que las costillas suelden. No se la puede dar otra cosa que no sean calmantes para el dolor. Padecía un conato de hemorragia, pero la cortamos a tiempo, con lo cuál sólo queda esperar
La trasladaron a planta. Los tres esperaban en la habitación a que la llevaran. Adormilada por los calmantes pudo ver a sus padres y el rostro angustiado de Albert que se había echado a un lado.  Pero ella le vio y reclamó su presencia, apenas le hijo un "hola" tenuamente, pero sus ojos se clavaron en él y esbozó una leve sonrisa.  La dejaron que durmiese todo lo que quisiera. Albert dijo a los padres
- Tengo que regresar. Aquí no hago nada y Philip puede necesitarme en el poblado. Quiera Dios  que  cesen  las  lluvias de una vez, o al menos que no llueva tanto. Os ruego que llaméis a la Organización y yo a mi vez me pondré en contacto con ellos. Quiero estar al tanto de su evolución.
- Que Dios, si crees en él, te pague todo lo que has hecho por nuestra hija Nunca te agradeceremos bastante lo que hiciste por ella. 

  Fue  lo que Thelma le dijo al despedirse refrendado por Thomas  Se dieron un abrazo. Antes de salir,  Albert se dirigió a la cama de Elsa y depositó un beso en su frente.  Posteriormente fue a visitar a Tomás y Antonio agradeciéndoles su comportamiento con la muchacha.  Después se dirigió  a  sacar un billete para el avión que había de llevarle de nuevo a El Salvador

Pasadas dos semanas ,los McDermon consultaron con los médicos si sería factible trasladarla a Nueva York en un avión medicalizado.  De esta manera Else abandonó Guatemala y comenzaba su recuperación en casa de sus padres, que había de ser larga, molesta y dolorosa.  Albert recibía noticias de ella a través de Philip que llamaba con frecuencia a los  padres.




Terminó la estación de las lluvias y Albert se planteó su regreso aprovechando las vacaciones.  La organización entendió sus motivos y le concedió la excedencia que había solicitado.  Llevaba mucho tiempo por aquellas tierras y dudaba si se acostumbraría de nuevo al ritmo de una ciudad como Nueva York.

Una mañana, días antes de emprender el regreso, recibió una llamada de Elsa. Estaba emocionado, nervioso y sorprendido cuando acudió a la centralita para atenderla

- ¡ Eh ! ¿ cómo te encuentras?
- ¿ Ya eres mi amigo ? - con una sonrisa le dijo ella
- Sabes que si. He de pedirte perdón por lo que ocurrió. Entonces no me encontraba en mi mejor momento y lo pagué contigo
- Mis padres me han contado todo y te agradezco lo que hiciste por mi. He de suponer que sientes algo de estima
- Seguro que si -  le contestó Albert




Tenía un nudo en la garganta. Estaba escuchando su voz y sonreia. Se habían esfumado todos los rencores entre ellos. Comenzaban una nueva etapa en sus vidas.

- ¿ Vendrás a verme algún día ?
- Posiblemente
- Bien, te dejo que estarás ocupado. Creo que aún no se te ha pasado el enfado conmigo. Te noto muy escueto y sin ganas de hablar.  Espero tener más suerte en otra ocasión. Adiós Albert, da un besito enorme a Feddy y otro para tí. Cuídate
- Adiós Elsa. Recupérate pronto. Saluda a tus padres, adiós

¡ Cuántas cosas hubiera querido decirla ! ¿ Por qué no había podido hacerlo?  No quería que ella notase lo importante que era en su vida, lo importante que había sido siempre y que siempre sería.  Inevitablemente debería ir a visitarla en alguna ocasión, cuando regresase, pero tardaría. No tenía seguridad en sí mismo y le daba miedo que ella adivinase lo que sentía y crear un clima de incomodidad  que de nuevo les condujera a enemistarse.


viernes, 29 de enero de 2016

¿ Existen las casualidades ? . Capítulo 9 - Llegaron las lluvias

El sr. McDermon  junto con los obreros, llegaron a El Salvador. En la capital fueron recogidos por Philip y conducidos hasta el poblado.  Albert salió a su encuentro estrechando la mano de cada uno de ellos y agradeciéndoles la ayuda que iban a darles con la instalación de la centralita
- No se pueden imaginar la falta que nos hacía, porque no sólo beneficiará a este poblado, sino que también a los que tenemos alrededor debido a la rapidez al transmitirnos la solicitud de ayuda, en lugar de enviar a un mensajero,  que la mayoría de las veces no llega a tiempo para  cualquier emergencia
- Supongo que tu eres Albert. Mi hija me ha hablado mucho de vosotros, tanto, que aquí estoy.

Rieron complacidos. Albert no hizo ningún comentario referente a Elsa, muy al contrario de lo que hacía Philip que no callaba.

Les instalaron en varias casas del poblado  y MacDermon compartiría la casa de Albert al ser la más espaciosa. Allí conoció a Freddy
-¡ Ah tu debes ser Freddy ! ¿ Sabes ? me han hablado mucho de ti
- ¿Quién ?- preguntó el niño
-¿ Te acuerdas de Elsa ?


McDermon

Freddy se levantó de la silla y salió corriendo de la estancia, lo que extrañó a McDermon

- ¿ He dicho algo que no debía ?
- No. Sólo que se encariñó mucho con ella y piensa que le abandonó igual que su madre. El no comprende que su madre no quería irse, que se la llevó el cáncer y su hija, se marchó por diferencias de criterios.   Considera que ambas le rechazaron - El padre de Elsa se quedó pensativo, y después de una pausa, dijo

- Me encantaría tomar un café
- Oh, desde luego

Albert se levantó diligente a ponérselo. Habían cenado y estaban de sobremesa. Ya hacía rato que Philip se había retirado a descansar, pero los dos hombres presentían que debían hablar sobre. . .  Elsa



-  He observado que no mencionas el nombre de mi hija.  Tan graves fueron las diferencias para que ella saliera espantada de aquí y tú no la menciones?  ¿Sabes? ella ha trabajado mucho por conseguiros ayudas y según comentó en cierta ocasión os conocíais desde la universidad. Por eso es que no entiendo que perdáis una amistad de tantos años.

- Sr. McDermon, no sé lo que su hija le habrá contado, pero ha de saber. . ., la verdad no sé si hago bien hablarle de estas cosas, yo . . .  la pedí en matrimonio hace mucho tiempo y ella me rechazó tajantemente. Se fue a Europa y yo me establecí por aquí. Perdimos el contacto.  Al encontrarnos de nuevo todo había cambiado: yo había conocido a otra mujer, me dio un hijo y él, sin querer,  fue el motivo de nuestra nueva ruptura. Se entrometió en la educación del niño sin consultarme. Tuvimos una fuerte discusión y ella decidió marcharse

- ¿ Eso es todo ? ¡ Una riña de enamorados ! Ja, ja, ja
- No  McDermon, ella nunca estuvo enamorada de mi, y yo la olvidé con el tiempo

Albert mentía. Nunca la había olvidado, con excepción de su relación  con Karen.   Pero al morir, el recuerdo de Elsa había vuelto a su vida con intensidad, sobretodo después de su estancia en el poblado. Pero estaba resentido ¿ con ella ?  No sólo,  aunque inconscientemente la culpaba hasta de la enfermedad de Karten. En su interior sabía que era injusto;  como le dijo en cierta ocasión en los sentimientos no se manda y ella no le quería.  La frustración al no conseguir lo que desde joven había sido su razón de existir, casarse con ella. Había sido injusto  y la culpó de algo que era beneficioso para Freddy.  Tenía razón, el niño debía saber que su mamá no le abandonó.  Quizá deberá tomar en serio lo de volver a su país.

Hicieron las pruebas de la centralita e hicieron una gran fiesta por lo que habían logrado.  Podían hablar con la Organización y el hospital directamente. Podrían hacer su trabajo con más eficiencia.

Todo estuvo terminado con la suficiente antelación a que llegase el invierno, que en aquella zona se traduce en la época de las lluvias. En toda la zona eran abundantes y  no podían prever la intensidad de las mismas, que casi siempre eran copiosas.  Lo tenían todo organizado para sufrir el menor de los daños.  En el cobertizo dedicado a los animales, tenían suficiente forraje para ellos y los aldeanos estaban contentos porque esperaban no tener pérdidas,  como les había ocurrido en otras ocasiones.  Tenían alimentos y medicinas suficientes. El resto lo ponían en manos de Dios.

Philip y Albert se dividieron los pueblos que normalmente visitaban; querían revisar si estaba todo en orden y los habitantes estaban sin problemas sanitarios. Al cabo de cuatro días regresaron  después de que todo estuviera en orden en su recorrido.  Había transcurrido una semana  cuando comenzó  la estación lluviosa y entonces, en contrasentido, es cuando más tiempo libre tenían, ya que de no surgir alguna enfermedad inesperada, sus aldeanos estaban atendidos. Pero tampoco podían tomarse vacaciones ni salir a otros lugares sin riesgo, por lo que optaban quedarse en casa tranquilamente , esperando que cesara aquel diluvio



Días antes de que comenzase todo, Albert tomó a su hijo de la mano y se dirigió con él a la tumba de Karen. Allí se arrodilló y habló con ella como hacía siempre que iba a visitarla. El niño le miraba extrañado puesto que era la segunda vez que iba a aquel lugar y la primera con su padre. Albert se sentó en el suelo al pié de la tumba e hizo que su hijo hiciera lo mismo.  Inconscientemente buscaba la ayuda de Karen para encontrar las palabras que decirle a su hijo y que él supiera que su madre nunca le abandonó, sino que se fue porque se puso enferma. 
El niño  escuchaba atentamente lo que su padre le decía y sus ojitos permanecían fijos en los de él.. Pasaba su manita por las mejillas de Albert, por la que se deslizaban unas silenciosas´lágrimas.  Nunca le había visto llorar ; cuando lo hizo él era un bebe, cuando murió su madre.  Le explicaba lo mejor que podía todo lo ocurrido. Se sorprendió cuando al terminar su relato, Freddy le dijo
- Papi, yo ya lo sabía. Me lo contó Elsa, me dijo lo mismo. No llores yo sé que mami cuida de mi desde una estrella.
Albert abrazó al niño y entonces se dio cuenta de lo injusto que había sido con "ella". Lo que hizo fue tratar de ayudar no sólo a él, también al niño al que le había tomado mucho cariño.  Se sintió mal al pensar en ella.  Y  justo en aquel lugar se dio cuenta de que  seguía amándola sin olvidar a Karen. Se sintió aliviado de no tener que mantener la lucha interior de interpretar que no era odio sino amor lo que sentía   Decidió algo que contaba al niño mientras regresaban a casa.  El día era pesado, estaba nublado y hacía calor sofocante por la humedad. Sin duda se avecinaban las lluvias

- Cuando pasen las lluvias, haremos un viaje. Conocerás a tus abuelos, no sólo por fotografía  ¿Quieres ? 
- ¿ Me llevarás en avión ?
- Si mi amor. Decidido iremos a verles

El niño salió corriendo al tiempo que reía sin parar, seguido por su padre que por primera vez en mucho tiempo jugaba con él al  "pilla, pilla" Sin duda esa conversación mantenida, había sido muy beneficiosa para ambos.

Su carácter se había dulcificado y para Philip no  pasaba inadvertido, cosa que le congratulaba. No le preguntó nada, no se lo hizo notar, sólo veía que Freddy sonreía más y Albert estaba más tranquilo.

La estación húmeda estaba siendo agresiva: llovía mucha cantidad e incesantemente, pero no sólo allí, sino también en países vecinos como Guatemala.  Por la radio conocían algo de la situación; estaban intranquilos por Elsa, aunque confiaban que al igual habían hecho ellos, hubieran previsto todas las contingencias.

Estaban relajadamente tomando un café, cuando el sonido de la centralita retumbó en la habitación

- Dios mio, que no sea una emergencia- comentó Philip

Albert, al escucharle levantó la mirada del libro que estaba leyendo. A primera hora de la mañana, habían visitado a todos sus vecinos por si alguno tenía alguna necesidad.  Al comprobar que todo era normal, se dispusieron a pasar la mañana tranquilamente, pero. . .

- Philip, ¿ eres Philip?
- Si, hola Fernando ¿ por qué llamas ? Aquí todo normal ¿y vosotros?
-Pues verás. . .  no os alarméis, seguramente será por una causa insignificante, pero...
- Por favor, dí lo que sea, me estás preocupando
- Elsa tenía que haber regresado hace dos días, y no sabemos nada de la expedición
- ¿ Pero ha salido con este temporal ? ¿ Por qué la habéis dejado ?
- Fue a  un poblado no muy lejano . Tenían a unos niños con fiebres muy altas y precisaban de antibióticos y antitérmicos. Ella se ofreció con Tomás y Antonio a llevarlas y regresar de inmediato. No sabemos si siguen en el poblado o . . .han tenido algún accidente.  Quería que lo supierais
- ¿ Y qué estáis haciendo?
- Hemos mandado una expedición para que hagan el mismo recorrido que ellos, pero hasta ahora no sabemos nada. El terreno está infame, hay desprendimientos . . .
-¡ Cielo santo, Elsa ! - De un salto Albert arrebató el aparato a su amigo y preguntó a Fernando

- Soy Albert ¿ qué ocurre, le ha pasado algo a Elsa ?
- Hola Albert, me temo que si. Creí que debíais saberlo
- Salgo para allá inmediatamente, en cuanto localice un avión . No sé cuando será, pero iré.
- Os comunicaré algo en cuanto tenga noticias. No la perderemos Albert, les vamos a encontrar.

Albert demudado comunicó a Philip su inmediata salida para Guatemala. Philip no reaccionaba, se había sentado con el rostro pálido sin poder articular palabra. Sabía por experiencia que si alguien se perdía en la estación de las lluvias en el bosque, era muy difícil que pudiera sobrevivir, si es que alguna riada no se la hubiera llevado.

- Cuida de mi hijo
- Espera, voy contigo
- No, no podemos irnos los dos. No podemos dejarles sin asistencia, y debo ser yo quién vaya a buscarla. Necesito, quiero, tengo , que ser yo el que vaya.

Partió inmediatamente . El   coche no podía ir más deprisa debido al terreno, pero pisó el acelerador todo lo que pudo.  La   tensión que sentía era enorme. Tenía que llegar cuanto antes a la ciudad; no sabía cuánto tiempo tardaría en poder partir y si había algún avión que saliera.  Hubo suerte y a la mañana siguiente partió rumbo a Guatemala.

Llovía a mares cuando llegó, pero se dirigió directamente desde el aeropuerto a las oficinas de la Organización.  Allí fue recibido por Fernando, que aún no tenía noticias, ante la desesperación de Albert.  Estaban organizando otra expedición para reemplazar a la que había llegado la noche anterior

- Albert, han pasado muchos días. El terreno es muy peligroso y las lluvias no cesan
- No importa, yo voy con ellos
- Pero no se permite ir a ningún civil . . .
- Soy parte interesada, soy médico y además llevo muchos años moviéndome por estos terrenos en cualquier circunstancia. Conozco el bosque mejor que un  guía, y además si están heridos ¿ crees que los militares podrán curarles?
- Está bien, prepárate, salís en una hora

Albert se puso en contacto con los padres de Elsa, debía ponerles al corriente de la situación.

-¿ McDermon ?
- Si yo soy, ¿ quién llama ?
- Thomas, soy Albert
- ¿ Qué ocurre ?
- Es sobre Elsea . .
-¿ Qué le ha pasado ? Dime lo que sea, por favor habla
- Lamento tener que darte esta noticia. Estoy en Gatemala. Hace unos días tuvo que salir a una expedición de urgencia y aún no ha regresado. Es la estación de las lluvias y tememos que hayan  sufrido algún accidente. Estamos buscándola a ella y a dos personas más. Salimos de inmediato en otra expedición. Creía que debíais saberlo
- Albert, salgo para allá. No le diré nada a Thelma de momento. Pondré la excusa de que hay problemas con la centralita.
- Yo no estaré cuando llegues. Tengo que ir a buscarla y la encontraré, estoy seguro
- ¿ Qué puedo hacer desde aquí ?
- Quizás localizar un helicóptero. Cuando llegues Fernando te dirá a quién puedes acudir para conseguirlo. En el caso de encontrarles heridos, sería bueno tener uno localizable para evacuarles.  Tendrás que negociar muy bien, porque en esta época nadie quiere salir por lo peligroso del clima
- Por eso no te preocupes. Pagaré lo que sea. . .   Encuentra a mi niña y traela a casa
- Descuida Thomas. Me va en ello la vida. En cuanto pueda te mandaré noticias, no las esperes pronto, es todo muy difícil y complicado, por el terreno y las comunicaciones. A través de los militares conectaremos con Fernando.  A él puedes llamarle y te pondrá al corriente de todo mientras llegas. Bueno salimos, deséame suerte y les encontremos pronto. Estoy muy preocupado, pero no pierdo la esperanza.   Eso nunca.
-Adios Albert, y gracias. Un abrazo. cuídate.

Se adentraron en el bosque por caminos intransitables, con barro hasta las rodillas y luchando con la intensidad de la lluvia que no cesaba. Se desplegaban y buscaban en todas direcciones, pero no encontraban rastro alguno. Albert estaba a punto de volverse loco: tenía que encontrarles,  de no ser así no podría vivir. El primer día  no obtuvieron resultado alguno.  No podía dormir, ni descansar. Durante la noche acampaban en donde podían

- Es urgente, no podemos detenernos. Seguramente se encuentren heridos y han pasado varios días. Podrían desangrarse o tener algún miembro roto, sin agua ni comida. No podemos detenernos hay que seguir, hay que seguir



- Señor-  le dijo el militar que estaba al mando de la expedición-   mis muchachos están exhaustos al igual que usted. No podemos seguir, tenemos que descansar.  De lo contrario nos retrasaríamos más ¿ no lo comprende ?  Vamos chicos levantad las tiendas

Albert desesperado se mesaba los cabellos al verse impotente ante la situación que le desbordaba. Repetía para sus adentros el nombre de ella una y otra vez

- No te voy a perder, no te voy a perder. Perdóname, perdóname. Nunca debí reprocharte nada. Esto es un castigo, es un castigo. . .

En cuanto había claridad, el campamento se levantaba y emprendían la marcha con las mismas dificultades que el día anterior.  Pero aquella noche de insomnio daba vueltas en su cabeza a algo que tenía su lógica: no iban en la dirección correcta y si no rectificaban les perderían para siempre.

Se levantó y busco al capitán que desayunaba aguardando la hora de partir

- Capitán Mendoza, no estamos haciendo lo correcto ¿ cómo no se nos ha ocurrido antes ?
- ¿ A qué se refiere, señor ?
- Si tenían intención de regresar cuanto antes, tomarían un atajo. Es por ahí por donde hemos de buscar. ¿ Cuánto falta para llegar al poblado a dónde iban ?
- A mediodía estaremos allí
- Bien, lo que debemos hacer es averiguar desde allí el camino más corto que posiblemente tomaran. Habrá alguien que nos pueda guiar.
- Tiene lógica, señor. Así lo haremos. Vamos muchachos, levantad el campamento. Hemos de irnos inmediatamente.

Se escuchó el murmullo de los soldados que no estaban conformes con la orden, pero que no tenían más remedio que cumplir

- Señor, aún no hemos desayunado. Estamos rendidos. . .
- Las personas que han sufrido el accidente estarán más cansadas que vosotros, así que andad, moveos
- Eso suponiendo que aún estén vivos-  comentó un soldado

Albert al escucharlo se dirigió a él y con voz furiosa le dijo

- Eso ni lo pienses, ni lo digas. Están vivos y vamos a encontrarles

Llegaron al poblado calados hasta los huesos, llenos de barro, hambrientos y agotados, tan sólo Albert parecía dispuesto a continuar. Se dirigió al hombre que estaba al frente de dicha comunidad y él le informó que dejaron las medicinas que traían y que les advirtieron que era peligroso ponerse en camino. Tomarían un atajo para llegar cuanto antes. Eso es todo cuanto podía decirles

- Pero habrá alguien que conozca cuál es el camino que me dice. . .
- Si y ahora mismo voy a buscarle

El hombre volvió al cabo de unos minutos con un joven que se hacía llamar Ramón. El conocía perfectamente el camino, y les llevaría por el a ver si les podían localizar. Comieron y descansaron durante una hora. Enseguida remprendieron la marcha en sentido inverso. Era un camino estrecho, peligroso y en algunos tramos tuvieron que hacer un rodeo por algunos desprendimientos. Anochecía cuando llegaron a una especie de cueva en la ladera de una montaña y allí decidieron que pasarían la noche.

El capitán contacto con su prefectura y les dio las últimas noticias, que a su vez transmitirían a Fernando.  El padre de Elsa esperaba expectante y preocupado. El tiempo corría en contra, y Albert estaba cada vez más angustiado..

Regresó con un hombre joven conocedor del terreno. Después de descansar, al día siguiente iniciarían el camino de regreso por el atajo que seguramente habrían tomado.




jueves, 28 de enero de 2016

¿ Existen las casualidades ? - Capítulo 8 - Regreso a Guatemala

Al llegar a su casa Elsa cesó en su llanto. Sabía muy bien lo que tenía que hacer: regresar . Allí ya no podía seguir.   La sensación que sentía era una mezcla de vergüenza, decepción, incomprensión. . .  Sentía su marcha únicamente por el pequeño que se había ganado su cariño. ¿ cómo se lo tomaría ?  Para Freddy ella era su referente. A pesar de que era muy querido por los nativos, él percibía que era diferente, aunque no notó la diferencia hasta que llegó ella . Era una persona como él, así imaginaba sería su madre y se pegó a ella.
- Con un padre tan bruto como el que tiene, dudo mucho que se lo explique de modo que el niño no sufra más de lo necesario -. Pensaba constantemente en el pequeño y la ternura y tristeza por él, la inundaban sus sentimientos. Pero tenía que irse. . . 



Sin hacer ruido para no despertar a Manuela y Josefa , se dispuso a escribir una carta a Philip explicándole que tenía que marcharse urgentemente. No quiso darle más explicaciones.  Metió sus pertenencias en el bolsón y dejó a la vista una nota que había escrito a las mujeres que la habían acogido en su casa durante su estancia en el pueblo agradeciéndoles su hospitalidad.  Era de noche, pero tenía un largo camino hasta llegar a la parada del viejo autobús que la llevaría hasta la ciudad. Allí tomaría un coche que la llevase al aeropuerto, y si tenía suerte podría enlazar con algún avión. En caso contrario se hospedaría en algún hotel hasta que pudiera partir rumbo a Guatemala
La parada estaba a más de tres kilómetros de distancia desde el pueblo. Cogió la linterna para alumbrarse y sigilosamente abandonó la casa.  La marcha fue penosa y eterna; sentía miedo por si a su paso saliera algún animal y la atacase. Al cabo del rato el bolsón la pesaba enormemente y tenía que parar de vez en cuando para cambiarse de mano y repartir el peso.  Llegó a la parada cuando apuntaba un nuevo día.  Con la claridad, el camino se le hizo más llevadero, habiendo desechado todos los temores nocturnos que la habían acompañado.  El fresco de la madrugada  la había aliviado del sofocante calor del día. Buscó una piedra en donde poder sentarse hasta que llegase el autobús que aún tardaría más de dos horas , si es que era puntual. Estaba agotada, cansada y triste. Nunca pensó verse en una situación semejante; lo había hecho con la mejor intención.  Le daba vueltas y más vueltas en la cabeza a lo ocurrido.  No entendía de dónde venía tanto odio hacia su persona.
Por fin, tocando el viejo claxon apareció por un recodo del camino el autobús que por fortuna estaba ocupado a la mitad de su capacidad.  Tardaría como tres horas en llegar ya que paraba en todos los pueblos del camino y su velocidad no era excesiva precisamente.  Se quedó dormida con el traqueteo del coche. Una mano se posó sobre su hombro suavemente. Era una mujer ofreciéndole un pedazo de pan y un tomate

- Coma señorita, el camino es largo y tiene cara de no haber desayunado
-¡ Oh, gracias! tiene razón no he desayunado y he caminado mucho. Tengo hambre, muchas gracias.
Nunca hasta entonces había paladeado un manjar tan exquisito como aquel pan y aquel tomate. Había calmado su hambre, pero se lo habían dado con el mayor cariño del mundo, en un momento en que estaba tan necesitada de ello.
Miró su reloj, eran las nueve de la mañana. A esa hora el poblado ya estaba en pie y cada una de las personas estaban comenzando su trabajo diario.  Manuela se dirigió a la casa en donde vivia Philip para entregarle la carta que ElsA había dejado para él. Procedió a leer la misiva extrañado de lo que la mujer le había manifestado.

- Se ha marchado, doctorcito . . .
 - ¿ Cómo dice ?
- Pues eso, que se ha ido. A nosotras también nos ha escrito.
- ¿Os dijo algo anoche?
- No cuando nos acostamos ella se quedó leyendo. Incluso vino el otro doctor a buscarla
-Bien Manuela, muchas gracias
Cuando Manuela abandonó la casa, se dirigió rápidamente a casa de Albert que estaba poniendo el desayuno a Freddy
- Albert, ¿ pasó algo anoche entre Elsa y tú ?
- Tuvimo..., , es decir le reclamé algo ocurrido con el niño
- ¿Qué pasó?
- Ahora estoy ocupado, ya te lo contaré
- No dímelo ahora. Se ha marchado. Sabes lo peligroso que es caminar de noche por el bosque. Sola. ¿ Qué demonios la dijiste ? pensaba terminar sus vacaciones aquí. Algo muy gordo tuvo que ocurrir para tomar esa determinación. Qué locura; seguro habrá caminado hasta el autobús, porque el jeep está aquí y no hay más vehículos que los nuestros, y ambos están aparcados. Me voy. Hazte cargo de mi trabajo tengo que ir a la ciudad a ver si la encuentro
- No te preocupes por ella, sabe cuidarse
-Te has vuelto despiadado y cruel. ¿ Dónde está el amor que sentiste por ella. Tanto la odias?


Albert, calló.  El niño estaba delante y no quería discutir, pero las palabras de Philip le dieron qué pensar: ¿ era odio, indiferencia, amor dormido . . .  ?  No sabía la respuesta, pero algo en su interior le decía que posiblemente hubiera sido demasiado duro con ella, cuando todo lo que quería es que su hijo supiese donde reposaba su madre.  Su malhumor se acentuó aún más que de ordinario.  El niño terminó su desayuno y palmoteó en el brazo de su padre para indicarle que estaba listo para ir a la guardería y jugar con Elsa.  Al escuchar su nombre, reaccionó y creyó oportuno explicar al pequeño de modo que pudiera entender que ella se había marchado porque la habían reclamado con urgencia y como estaba durmiendo no pudo despedirse de él
- Pero volverá pronto, mi cielo. No re preocupes. Anda vamos que llegamos tarde; tengo mucho trabajo hoy. Tio Philip tiene que irse de viaje
Llevando al niño de la mano se dirigió hacia la guardería, ya estaban los niños con sus actividades. Saliendo al encuentro de Albert en tropel, los pequeños le dijeron que Elsa aún no´había llegado.  Se vio obligado a  explicarles que  había tenido que marcharse. Decepcionados los chiquillos retrocedieron hasta el interior corriendo seguidos por Freddy.
Albert hizo su camino hacia el dispensario cabizbajo. Entonces se dio cuenta del peligro que la joven había corrido al iniciar su marcha de noche sin protección y sola. Se la imaginaba haciendo ese largo camino hasta llegar al autobús y un remordimiento por su conducta le invadió, causándole un enorme malestar.
Mientras tanto, Philip rápidamente se introdujo en el coche y partió a toda velocidad en busca de su amiga. Pensaba que quizá se encontrase con el autobús a mitad de camino, pero no fuée así.  Lo alcanzó llegando al aparcamiento en la ciudad y vio a Elsa bajando de él.  El semblante de la muchacha denotaba el enorme cansancio que sentía. Estaba somnolienta  y despeinada.  Recogió su bolsón y se dirigía a la salida cuando una mano firme le arrebató el bulto de las manos.
- Philip ¿ qué haces aquí ?
- ¡ Oh Elsa ! ¿ Qué es lo que ha pasado ?
- No quiero hablar de ello. Estoy demasiado cansada. Voy a alquilar una habitación en un hotel y cuando haya descansado averiguaré las salidas de los aviones para Guatemala
- Pero tienes que contármelo. Albert no me ha querido decir nada, pero sé que la cosa va con él. Lo presiento
- Albert . . .  es un cretino, un imbécil, un, un . . .
 No se pudo contener y dio rienda suelta a toda la congoja que desde la noche anterior guardaba en su pecho.  Nunca había necesitado a Philip tanto como ahora. La abrazó esperando a que se calmase y le explicase el motivo que había dado lugar a la partida tan inesperada.  Al cabo de un rato,  fue ella  la que mirándole a los ojos le relató el desagradable incidente ocurrido entre ambos. La dejó durmiendo mientras él averiguaba la salida de los vuelos; sacó el pasaje para dos días después.
Comieron juntos y a media tarde Philip muy a su pesar  se tuvo que despedir de ella
-¿ Te cuidarás ?, le dijo él
- Claro que lo haré. No te preocupes, sólo ha sido un sofocón, pero ya ha pasado. En lo sucesivo tendrás que ir a Guatemala. Yo no volveré más por aquí, en mi vida. Y creéme que Freddy me duele, pero no puedo volver. Soy una extraña en vuestro medio. No te preocupes que aunque yo no vuelva, las ayudas siguen su curso y ojalá os la pueda conseguir. Estaremos en contacto, escríbeme lo más rápido que puedas, yo también lo haré. Te quiero Philip, me siento muy protegida contigo, eres mi amigo del alma, mi hermano. Cuídate mucho.
Se abrazaron y Philip reemprendió el regreso al poblado. Estaba muy enfadado con su amigo,  y perplejo. A pesar de que Albert estaba amargado, nunca había tenido un comportamiento semejante. No lo entendía; ella no había hecho nada más que dar cariño a ese niño sin madre y  cuyo padre, a pesar de que le dispensaba todo el amor del mundo, era apenas unas pocas horas las que le dedicaba. Era un niño solitario que se sentía diferente, aunque no supiese explicarlo, pero que en Elsa había encontrado  apoyo,  y ella ya no estaba. Al igual que su madre, también se había marchado.  Presentía lo que su pequeño sentía, pero no podía hacer nada por cambiar la situación.
Pensaba que estaba siendo muy egoísta con él. Quizás debería pensar en volver a casa. Allí tenía a sus abuelos, recibiría una mejor educación, tendría los medios que en el poblado les faltaba. Tendría amigos. . . Quizás un cambio de ambiente les viniese bien a ambos. Al mismo tiempo, si tomase esa determinación, lamentaría tener que dejar a estas personas que eran sus amigos y que con tanto cariño le habían acogido. Era el momento de plentearselo; notaba que se estaba endureciendo cada vez más. No olvidaría a Karen, pero si ella viviese pensaría que el niño se merecía otras oportunidades, y aunque lo lamentara, tendrían que pensar en el regreso.

Elsa tomó el avión y llegó a Guatemala. Se incorporó a su trabajo cuando aún le quedaban dos días libres.  Averiguó cómo iban las gestiones referentes al poblado de Albert y recibió buenas noticias: tendrían las ayudas en breve tiempo.  ´Su jefe inmediato la solicitó que hiciera una lista con las necesidades más urgentes para planificarlo todo.
- Además de los edificios que ya te he comentado, se me ha ocurrido que deberíamos proporcionarles un grupo para instalar un centralita y así poder comunicarse por teléfono, al menos a determinadas horas. El terminal podría estar en el dispensario y conectar, por ejemplo, con la comisaría más cercana. De esta manera si surge una urgencia podrían contactar inmediatamente y no esperar a que alguien fuera en coche hasta las capital.
 - Cierto sería muy útil, pero es muy costoso
- Pero en la época de lluvias el terreno se vuelve intransitable y además viven siempre con la amenaza del volcán. Si hubiera una erupción, se quedarían aislados y de esta forma podrían solicitar ayudas conectando con la policía. Es lo que se me ocurre, o quizá conectar directamente con sanidad o con el ejército, o que se yo . . .
- Te repito que estoy de acuerdo contigo, pero no nos llega el presupuesto.
- Allí hay muchos niños y dos vehículos para la evacuación. Si surgiera un cataclismo morirían todos. ¡ Por Dios ! pensadlo; no sólo serviría para ellos, sino para los poblados que están a corta distancia de allí. Hay por lo menos cuatro o cinco más.
- Si tienes razón, pero ¿ qué quieres que haga yo ? Si por mi fuera tendrían hasta un helicóptero siempre disponible, pero mis medios son los que son. . .
- ¿ Si yo consigo el dinero, lo autorizas?
- Si lo consigues, adelante. Sé que tienes razón . . .  te ayudaría en  todo lo que estuviese en mis manos. Adelante te doy permiso para hacer lo que creas conveniente.
- Muy bien. Tocaré en algunas puertas a ver qué pasa. Gracias, gracias por todo
Salió deprisa de la oficina y miró su reloj. Llegaba a tiempo de hablar con sus padres.


- ¡ Papá !
- ¡ Elsa, hija ! ¿ cómo estás?
- Bien, estoy bien ¿ y mamá ?
- Está en el club.  ¿Cómo llamas a estas horas, estás bien? ¿ te ocurre algo?
-No, no te preocupes, pero oye necesito tu ayuda
- ¡ Elsa ! ¿ otra vez? Nos vas a arruinar . . .
- Ja, ja, ja,. Mira necesito instalar un grupo electrógeno para una centralita de teléfono en el poblado . En época de lluvias permanecen aislados y están esperando la erupción de un volcán. Papi, hay muchos niños pequeños y corren serio peligro. Por favor ayúdame. Organizad alguna fiesta de caridad, se os da bien.  He conseguido que les ayuden, pero el presupuesto no da para la centralita. Por favor échame una mano
-Elsa . . . Iré a verte y sobre el terreno veremos lo que se puede hacer
- Estupendo papá. Pero yo no te podré acompañar. Tengo mucho trabajo; nos tenemos que dar prisa antes de las lluvias, porque después tardaremos en volver. No quieras ver cómo se pone el terreno de peligroso.  Le escribiré a Philip y te recogerá en la ciudad y te llevará hasta el poblado. Luego vendrás a verme ¿ verdad? Te  quiero papá. Sois los padres mejores y más generosos del mundo.
Contenta y satisfecha por lo logrado, se dispuso a escribir a Philip para contarle las novedades y lo que había conseguido : una centralita.  También le dijo que tendría que guiar a su padre. Ella no iría  motivado por el incidente con Albert.  Un mes después Philip recogía en la capital al padre de Elsa, todo el equipo y personal para la instalación de la centralita.

miércoles, 27 de enero de 2016

¿ Existen las casualidades ? - Capítulo 7 - Freddy

Elsa se encargaba de la guardería ayudando a la mujer que en ella prestaba sus servicios. Disfrutaba del trato con .los niños, pero uno en especial  demostraba una profunda afinidad con ella :  Freddy

Quizá fuera porque era el único rubito y de piel más clara, aunque la tenía tostada por el sol,  y porque ella tenía también el cabello claro, el niño la identificaba como a alguien de su familia.  De por sí cariñoso, siempre buscaba la caricia de ella,  y una sonrisa de complacencia.  Elsa  se había dado cuenta de ello y siempre tenía dispuesta su  sonrisa y una caricia para él.  Se le partía el corazón verle tan pequeño sin madre y con un padre, que aunque le dispensaba los mayores cuidados y cariño, siempre tenía el semblante triste y retraído.
Apenas Albert tenía contacto con ella, la rehuía.  Si coincidían en algún momento, siempre era en presencia de Philip y en cuanto podía él buscaba una excusa para alejarse. Rara vez comían los tres juntos; siempre había alguna visita " urgente " que atender para que Albert no compartiese sobremesa con los amigos.  Ella se daba cuenta de su rechazo, y le apenaba verle tan amargado. Le admiraba profundamente pues veía la enorme labor que desarrollaba con aquellas personas, pero no había ni un sólo rasgo que conservara de cuando ella le conoció, y de eso no hacía tanto tiempo. Sin duda la vida le había golpeado duro.  Una noche en que Albert se había ausentado con la excusa de irse a dormir, Elsa´pidió a Philip que le contara la razón de porqué estaba tan amargado, y cómo ocurrió la existencia de Freddy.


- ¡ Dios mio ! ¡ Qué triste ! , nunca me lo hubiera imaginado. Es injusto para él y para ese niño.  ¡Es tan dulce y cariñoso !. Le tengo un cariño especial y él también me quiere. Creo que ve reflejada en mí lo que debería ser su madre. ¿ Le habláis de ella ?-  preguntó a Philip
- No creo. Nunca he escuchado a Albert decir nada a su hijo. ¿ Sabes ? Fue una maravillosa mujer; sacrificó su vida por darle este hijo, a sabiendas que sería tarde para ella
- ¿ Por qué me odia de esa forma ?  Yo no tengo la culpa de no haberme enamorado de él. Fuí honrada y sincera. No le hice concebir esperanzas. No entiendo porqué no podemos tener una buena amistad.  Por un lado estoy deseando de retornar a Guatemala; me hace sentir muy violenta.  Sé que estorbo y le da rabia cada vez que ve a Freddy jugando conmigo. Voy a echar mucho de menos a estos niños. El trabajo que desarrollo es útil, pero el trato con los pequeños me ha enriquecido.
- ¿ Cuándo tienes que irte?
- Dentro de diez días. Ya falta poco para dejaros en paz
- No digas eso. No sabes lo contento que estoy de que estés aquí, y a pesar de que Albert se muestre grosero contigo, sé que a él también le alegra porque además, ve a su hijo feliz contigo
- No creo. Pienso que no le agrada nada que el niño se haya encariñado conmigo. ¿Crees que si hablara a Freddy de su madre le sentaría mal?
- Yo que tu no lo haría, por si acaso.  Te puedes llevar un bufido considerable.
- No veo que haya nada malo en ello
- Allá tú. Ya te he avisado
- Bueno, creo que por hoy ya está bien de charla. Es muy tarde y estoy cansada. Me voy a dormir.  Hasta mañana
Dando un beso en la frente a Philip, se alejó hasta el bungalow que compartía con una madre y su hija que la habían ofrecido viviese con ellas.  Para llegar hasta el recinto tenía que pasar delante de la cabaña de Albert.  Éste estaba en la puerta fumando un cigarrillo y observándola al acercarse
- Buenas noches Albert, hasta mañana
- Buenas noches Elsa, que descanses
Era la primera vez que en mucho tiempo la llamaba por su nombre, y en el tono de voz no había acritud, tampoco excesivo cariño. La hizo sonreír mientras se alejaba. Tenía la esperanza de hacer las paces antes de partir. Su indiferencia de antaño, había dado paso a una gran admiración por aquel hombre que desde joven había dedicado su juventud a ayudar a las personas, máxime sabiendo que su propia familia no andaba muy sobrada de recursos, pero  como él decía " hay otros que están peor. Por lo menos a ellos no les falta un pedazo de pan y una cama caliente en donde dormir "

¿ Cuánto tiempo hacía que recorría los lugares prestando ayuda? No lo sabía exactamente; ya en el baile del reencuentro estaba por Haití.  Era un excelente médico y muy competente. Otro en su lugar estaría ganando un buen puñado de dólares en algún consultorio de la Gran Manzana, por ejemplo, pero él había elegido esa vida.  ¿Fue ese el motivo de su rechazo ?
- Era una inconsciente, y mira luego lo que me pasó.
Francois vino a su memoria por primera vez en mucho tiempo y notó con alivio que su recuerdo no le producía ningún tipo de sensaciones.  Todas estas reflexiones se las hacía mientras llegaba a su pabellón y se metía en la cama.  El sueño la rindió pronto y se sumergió en una duermevela en la que se mezclaban los rostros de Freddy, Albert y una mujer rubia, que suponía debía ser Karen
Se despertó con un ligero dolor de cabeza cuando oyó como cada mañana el canto de un gallo. Despuntaban las primeras luces del día. Acudió al cobertizo que les servía de ducha rudimentaria y se refrescó, pues se anunciaba un día caluroso y con humedad.    Manuela y Josefa ,  con quienes vivía durante su estancia en el poblado, ya andaban trasteando preparando el desayuno.  Salían pronto a trabajar en el campo y antes había que atender a una cabra y media docena de gallinas,  ya que estarían todo el día fuera.  La cabra les proporcionaba leche y las gallinas huevos que junto con las patatas, tomates y el maíz sembrado constituían su dieta alimenticia.
- Buenos dias mi niña ¿ ha descansado bien ?,-le preguntó Manuela
- No muy bien Manuela. He tenido unos sueños muy pesados. Debió ser que cené demasiado.
- Ande desayune y verá como se le pasa
-Gracias, amiga. Dentro de poco os dejaré de molestar
-¿ Molestar? no mi niña. Estamos muy contentas que viva con nosotras. Ande que se le queda fría la leche.
Con paso lento desanduvo el camino recorrido por la noche . Se dirigía a la guardería y al pasar frente a la casa de Albert, un torbellino de cabellos rubios salió corriendo de la casa, seguido por la voz de Albert reclamando a su hijo
- Freddy, ven por favor. Tienes que terminar el desayuno
- Buenos días ratoncillo  saludó Elsa al pequeño
El niño se abrazó a sus piernas y ella le acarició sus cabellos al tiempo que se inclinaba  para besarle en las mejillas.  El padre apareció en el dintel de la puerta contemplando la imagen de su hijo con ella
- Vamos Freddy, no molestes y ven a desayunar
- ¡ Albert, no molesta ! Vamos cariño ve con papá a desayunar
- No, la señora de la guardería dice que te vas a ir
- Claro tengo que ir a mi trabajo. Mis vacaciones se acaban, pero en cuanto pueda volveré y traeré muchos regalos para todos
- No, no, no. . .  Cuando te vayas ya no te acordarás de nosotros
- Albert ¿ puedo pasar a tu casa?
Él dudando se hizo a un lado extendiendo un brazo para darla paso.  No sabía muy bien qué es lo que se proponía, pero la dejó hacer
- Ven conmigo Freddy
Tomando al niño de la mano entró por primera vez en aquel hogar humilde. En todo el tiempo desde su llegada, nunca Albert le había mostrado dónde vivía.  Ni siquiera le había ofrecido una taza de café.  Dudosa se paró y preguntó al niño
- ¿ Dónde desayunas ?
El niño sin soltarse de la mano la condujo hasta lo que servía de cocina. Había una mesa pequeña y tres sillas : una para cada habitante de aquella morada.  Elsa se acomodó en una  después de sentar al pequeño en otra
-Vamos cielo, termina el desayuno. Mira papá me va a dar un café y así te acompaño. Seguro que él se toma otra ¿ verdad, papá?
Albert estaba un poco sorprendido, pero siguió las instrucciones de ella. Sonrió ligeramente, pero fue una sonrisa, la primera, en mucho tiempo.  El niño estaba encantado y tomaba su desayuno alegremente y con apetito.  Albert sirvió un  café a Elsa y  sirvió otro para él.  Los tres sentados a la mesa con la enorme complacencia de Freddy.








Albert estaba en el consultorio que junto con Philip atendían a los pacientes que venían desde distintos puntos de los alrededores.  Elsa a la hora del recreo de los niños tomó a Freddy de la mano y le dijo
- Freddy ¿ te gustaría llevar unas flores a mamá ?
- Si, si, si.-  dijo saltando el niño como si esa acción fuese un juego
Tomó unas tijeras y cortó unas florecillas de múltiples colores hasta formar un ramillete que entregó al niño, y con él de la mano se dirigieron hasta el frondoso árbol en donde reposaba Karen y que Manuela le había indicado .  No estaba muy alejado.  Se encontraron frente al montón de tierra y la cruz de colores que daba cobijo al cuerpo de la madre.   Allí  le indicó que juntase sus manitas y rezase una oración por mamá. El niño obedeció y ambos se arrodillaron. El niño cerró sus ojitos, juntó sus manos y sus pequeños labios comenzaron a desgranar un Padrenuestro Observó que tenía otro ramo de flores ya marchitas y supuso que Albert la visitaba con frecuencia. Miró al niño con infinita ternura y cuando hubo terminado la oración se llevó la mano a los labios para lanzar un beso a Karen, gesto que el niño imitó  con su pequeña mano.



El camino de regreso lo hicieron jugando, corriendo y riendo . Eran felices los dos juntos, se entendían perfectamente.
Albert sentado  frente a una mesa de lo que era el comedor, examinaba detenidamente unos historiales de los pacientes que habían atendido por la mañana.  Freddy dispuesto a dormir entró en la habitación para desear a su padre buenas noches.  El  le tomó en brazos y le dedicaba cariñosas palabras, al tiempo que le preguntaba lo que había hecho a lo largo del día.  Fue entonces cuando el niño contó a su padre que había estado con mamá, la había llevado flores y había rezado por ella.
- ¿ Quién te ha llevado ?
-Elsa,.  Ha sido ella. Y antes de regresar la hemos echado un beso al aire.  Lo hemos pasado muy bien; la quiero mucho y es muy simpática
- Me alegro mi amor. Ahora ve a dormir. Yo tengo que salir un momento, pero enseguida vuelvo
Dió un beso al niño y le llevó hasta la cama, le tapó, le acarició la rubia cabeza y vio como se entornaban lentamente los ojos del niño.  Después fue a la cocina en donde María recogía los cacharros de la cena.  Y  la  dijo
- María, tengo que salir un momento. No tardaré. Cuida de mi hijo, por favor
- Claro doctorcito, vaya pues
Su semblante de repente se había endurecido, estaba furioso. Apretaba los puños con rabia y sus pasos eran rápidos en dirección a casa de Elsa.  Con golpes secos llamó a la puerta que fue abierta por Josefa, la hija de Manuela
-¡ Ay doctorcito qué susto nos ha dado !
- ¿ Está la señorita Elsa ?
- Claro, ya la llamo
- ¿ Qué ocurre, le ha pasado algo al niño?
Albert no la contestó, la agarró fuertemente de un brazo y la sacó al exterior de la casa.  Cuando estuvieron suficientemente alejados, la puso frente a él con los ojos llenos de cólera
- ¿ Quién te crees que eres ?  En nombre de quién te eriges en educadora de mi hijo ? ¿ Con quién consultaste ?
-¿ Pero qué dices, de qué me hablas ?
- Por ejemplo de llevar a mi hijo hasta la tumba de su madre ¿ Te di permiso, acaso, para que lo hicieras ? ¿ No crees que debiste consultarme antes ?



- Quizá tengas razón, me tomé unas atribuciones que no tenía, pero pensé que era injusto para su madre que el niño no supiera en dónde reposaba quién le había dado la vida.  Y suéltame por favor, me estás haciendo daño
- No tienes ni idea de nada. No la menciones siquiera. Estás haciendo un daño irreparable en la cabeza de mi hijo. ¿ Qué pasará cuando te vayas ?  Pensará que tú también le has abandonado.  Estoy deseando de que te marches .  No debiste venir. Todo lo fastidias. Quisiera no haberte conocido nunca; me hiciste daño y ahora se lo vas hacer a mi hijo, y eso no lo voy a permitir nunca  ¿me oyes? nunca.  Eres dañina.


Y soltando de golpe el brazo de Elsa, se alejó dejando a la muchacha perpleja y llorando amargamente.  No supo el tiempo que había permanecido allí tratando de asimilar lo que había ocurrido. Lo había hecho con la mejor intención, porque creía que así ayudaba al pequeño, pero se había equivocado y lamentaba profundamente el odio que hacia ella sentía Albert, y que sin duda era culpa suya por haberle rechazado. Pero en realidad de lo que él  la culpaba, era de sufrir todos los males de su vida, y ella no era responsable más que de no haberle querido años atrás.  Sintió que no podía prolongar su estancia por más tiempo, dada la situación que se había planteado.Estaba muerta de vergüenza.  Decidió por la mañana temprano despedirse de Philip y partir rumbo a Guatemala.



 No volvería nunca más , no volvería a ver a Albert ni al pequeño, con el que se había encariñado.  Deseaba con todas sus fuerzas que su padre tuviera sentido común y no dejara traslucir el odio que sentía por ella, y diera al niño una explicación convincente de su marcha. Los niños tienen la facultad de olvidar pronto.


martes, 26 de enero de 2016

¿ Existen las casualidades ? - Capítulo 6 - El paso del tiempo

Y pasó el tiempo y llegó la estación de las lluvias dos veces, pero Albert no superaba la pérdida de Karen. Veía crecer a su hijo, un niño feliz y sano con los cabellos rubios como su madre que jugueteaba con los demás niños de la aldea. Acudían a la pobre escuela a jugar. Era una especie de guardería que habían creado para que las madres no tuvieran que portarles mientras cultivaban las tierras.
Su carácter se había vuelto más taciturno e introvertido, y ni siquiera la alegría de su hijo le hacía sonreír.  Acudía con frecuencia a la tumba de Karem y allí permanecía largo rato después de depositar unas humildes flores silvestres. Allí lloraba amargamente, hablaba con ella como si pudiera escucharle.  Al volver a su humilde hogar era recibido por el niño que tendía sus brazos hacia él.  Le ayudaba en el cuidado de su casa una mujer que se había quedado viuda y era mayor para ir al campo. A cambio de su servicio Albert le pagaba, lo suficiente para poder vivir, por lo que ella daría la vida por el "doctorcito" que la conmovía con su infinita tristeza
Philip se ausentó durante unos días, por vacaciones, en dos ocasiones. Viajaba a Guatemala, pero nunca le contó por qué acudía en una época determinada hasta el país vecino. Sospechaba que por medio andaban unas "faldas", pero respetaba su silencio. " Sus motivos tendrá", es lo que pensaba. Philip seguía ocultando la presencia de Elsa y que era el motivo de sus visitas. Nunca encontraba el momento oportuno para contarle la presencia de la muchacha en aquellas tierras, ni a ella le comentaba tampoco la cercanía de Albert, aunque por distintos motivos. A Albert se lo ocultaba por no causarle más sufrimiento del que ya sentía, y a ella porque consideraba que le era indiferente. Aunque algún día debería decírselo.   Pero ¿cuándo ?
  
A Albert la ausencia de su amigo se le hacía interminable. Philip le comprendía, había participado de su dolor y aunque nunca hablaban de ello, sabía que contaba con él.  Por fin llegó el día del regreso del amigo y se sintió "casi" feliz con ello.
Tomó a su hijo en brazos y besando  su sonrosada mejilla le anunció
- ¿ Sabes Freddy? hoy llega tio Philip. .


 .
El niño palmoteó contento repitiendo el nombre del que consideraba su tio, ya que no conocía otra familia.  La llegada de Philip supuso todo un acontecimiento en la  monotonía del trabajo diario.
Unos días antes de su regreso, Philip decidió hablar con Elsa La muchacha estaba completamente volcada en su trabajo. Contaba con los donativos de sus padres y algunos más que había conseguido. Pudieron construir un pabellón para hospital y otro para escuela. Sentados ante una taza de café decidió abordar el tema


- Elsa, tengo algo que decirte que desde hace tiempo debí hacerlo, pero dudé si obraba correctamente, pero creo que ha llegado el momento.  Mi compañero de trabajo es Albert. . .
- ¿ Albert, mi Albert?
- Si, el mismo
- Y ¿ por qué no me has hablado antes de él ?  ¿ Cómo está ?
- Pues francamente no muy bien.  Pero no sólo de él quería hablarte. . .  ¿ Qué has hecho para lograr todo lo que aquí has conseguido ?
- Fué fácil. Hablé con mis padres, escribí alguna carta a gente conocida, y se rascaron los bolsillos
- Verás. Nosotros estamos en un poblado muy pobre. Me gustaría que alguna vez fueses a visitarnos y comprobaras sobre el terreno lo que te estoy contando.  Tenemos un barracón por dispensario y un cobertizo al aire libre como escuela. En la época de lluvias los    niños no pueden ir a clase porque el agua entra por todos sitios.  Me gustaría hallar el modo de poder hacer lo que tú has hecho aquí
- No te preocupes. Hablaré con mi Organización y veré el modo de tener un tiempo libre y visitaros y a sí poder informar a ver si podemos integraros en nuestras ayudas. Y ahora cuéntame algo de Albert
Por la forma de expresarse, Philip dedujo que ella no estaba interesada anímicamente en  Albert, sino que guardaba un buen recuerdo de él.  Estaba remiso a contarle su historia, y se la ocultó. En definitiva era algo que no le correspondía  desvelar lo ocurrido en la vida de Albert.
Al despedirse, quedaron en que le comunicaría lo más pronto posible el resultado de las gestiones que iba a realizar acerca de lo solicitado por Philip. Tras un largo abrazo le vio partir de nuevo, como otras tantas veces. Pero no olvidó el encargo de su amigo y rápidamente se puso a hacer gestiones con sus jefes y con sus padres 
- Elsa te estás pasando . . .  - le dijo su padre
- Papá estas personas necesitan nuestra ayuda. Esos niños tienen que aprender lo más básico, al menos. Philip me ha pintado un panorama desolador. No puedo mantenerme al margen; una cosa es venir de vacaciones y otra  el dia a día con ellos
- Bueno veré qué puedo hacer
- Sólo te pido que dupliques tu donativo . . . al menos hasta que los pabellones estén listos.  Luego ya veremos. Anda papuchi. . .
Elsa sabía cómo conquistar a su padre con cuatro carantoñas. Ella era la " niña " de sus ojos y la tenía lejos, muy lejos y pasaba mucho tiempo hasta que ellos viajaban o ella volvía a Nueva York. Ella sabía que podía contar con el donativo paterno. Ahora debía conseguir el permiso de la Organización para ausentarse y viajar a El Salvador.. La organización, una vez expuestos los planteamientos, la concedió el permiso, pero antes debía de hacer el recorrido por la zona, es decir su trabajo.
Contenta por el éxito conseguido      escribió  una  larga carta a Philip detallandole todas sus gestiones y le dio una fecha aproximada de su visita.
Esa noche, mientras hacían sobremesa ante una taza de café, Philip comunicó a Albert
la ayuda solicitada para la construcción del dispensario y de la escuela
- Creo que podremos realizarlo. A quién se lo pedí es una persona influyente cuya familia está bien de dinero. De hecho a ella la donaron "pasta" para poder hacer lo mismo que nosotros pretendemos.  Me gustaría que vieras lo que han logrado; Después de construir el dispensario y la escuela,. de ladrillo, con el sobrante han hecho un barracón para meter al ganado en época de lluvia, de esa manera les pueden alimentar y están guarecidos. Desde entonces no han perdido ningún animal
- Eso sería estupendo, contestó Albert.  Debe ser una buena persona y sensible con las necesidades ajenas
- Si, lo es.  Podía tener una vida sin problemas en la gran ciudad, y sin embargo no la importa llenarse de barro recorriendo los poblados repartiendo las ayudas.
- ¿ Es la persona que te escribe ?
- Si, es ella
- Estas enamorado ¿verdad ?
- Naturalmente que no, pero la quiero como si fuera de mi familia.  Hace mucho tiempo que la conozco, desde la Universidad
Philip dejó caer algunas pistas, por si Albert se imaginaba de quién se trataba y de esa manera aliviarse de guardar el secreto guardado durante tanto tiempo.  Pero Albert ajeno a todo le dióopor respuesta
- Tienes suerte de contar con amigos como ella, pero yo estoy muy cansado y me voy a dormir.  Mañana toca revisiones médicas de otras aldeas y sabe Dios la cantidad de personas que vendrán. Iré a ver al niño y me acuesto, y tú haz lo mismo. El viaje es largo y pesado.  Hasta mañana. . . ¡ ah ! y bienvenido. No sabes cuánto te he echado de menos.
Philip sonriendo correspondió a su saludo con " hasta mañana, que descanses "  Transcurrieron como tres meses y una mañana recibió Philip una carta de Elsa en la que le anunciaba su inminente llegada. Iría a recogerla a San Salvador y en coche se trasladarían hasta el poblado.  A Albert le comunicó la llegada de su amiga y en ningún momento hizo mención de quién se trataba .  Philip se puso en camino rumbo a la capital para recoger a su amiga. Albert iría por unos días al poblado vecino, pues tenía una mujer a punto de dar a luz y era un parto difícil.    Pernoctaría allí por si surgieran complicaciones.  No quería tener problemas a última hora.  Regresaría una vez hubiese atendido a la madre y al niño.
- María, cuida de mi pequeño hasta mi regreso
- No tenga cuidado, doctorcito, sabe que quiero a ese niño. No se apure, vaya tranquilo.
Albert emprendió el viaje al poblado cercano. Philip llegó a la capital. Al día siguiente , lo haría Elsa  con  la delegación que valoraría la ayuda que concedería la Organización si la creyera oportuna
Transcurrieron dos días hasta que Albert llegase al anochecer. Elsa  estaba en la guardería  jugando con los niños. La delegación que la  acompañó  había hecho su valoración y había continuado viaje, por tanto el poblado seguía con su vida cotidiana.  Oyó  el  ruido  de un motor, ella   salió portando un niño en brazos. Sentía curiosidad por volver a ver a Albert y su vista no podía causarle más impresión.  En nada recordaba a aquel muchacho alegre y decidido    que la cortejara. Ahora era un hombre con un semblante triste y desaliñado.  Regresaba de un largo y agotador viaje, no obstante la dio pena el rictus de amargura que mostraba su rostro.

El la vio  sin dar crédito a lo que sus ojos veían. Elsa estaba allí con un niño en los brazos. Nunca se hubiera imaginado una imagen de ella semejante, ni hubiera imaginado que la cooperante de la que tanto hablaba Philip, fuese ella

- ¡ Hola, Albert !
- ¿ Qué haces aqui ?- fué todo el saludo que recibió de él
- ¿ Cómo que hago aqui? ¿Acaso no te dijo Philip que llegaba ?
- Me habló de la delegación, pero nunca mencionó tu nombre
- ¿Cómo estás ?
-Pues mira sucio, maloliente y cansado, muy cansado. Perdona, voy a ver a mi hijo
- ¿ Tienes un hijo , estás casado ?
La mirada de Albert fué tan penetrante y furibunda, que Elsa no acertó a decir ninguna otra palabra
- No quiero hablar de eso. Repito, voy a ver a mi hijo. Y dando media vuelta, le dio la espalda entrando en el barracón
Al ver a su padre Freddy corrió a abrazarle con la mejor de sus sonrisas. Ella miraba la escena estupefacta.
- Debí imaginar que ese niño rubio sería hijo de alguno de ellos. Si Philip no me dijo nada . . . sin duda debía ser de Albert . . .
Con el niño en brazos se dirigió a su bungalow. Dejó al niño en el suelo encargando a María que cuidara de él, mientras se daba una ducha.  La impresión de volver a ver a Elsa le había dejado frio, no se había alegrado al verla. Permanecía indiferente, Se preguntaba ¿ reperesenta algo para él ?y la respuesta que se dió fue un no rotundo.



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