viernes, 29 de enero de 2016

¿ Existen las casualidades ? . Capítulo 9 - Llegaron las lluvias

El sr. McDermon  junto con los obreros, llegaron a El Salvador. En la capital fueron recogidos por Philip y conducidos hasta el poblado.  Albert salió a su encuentro estrechando la mano de cada uno de ellos y agradeciéndoles la ayuda que iban a darles con la instalación de la centralita
- No se pueden imaginar la falta que nos hacía, porque no sólo beneficiará a este poblado, sino que también a los que tenemos alrededor debido a la rapidez al transmitirnos la solicitud de ayuda, en lugar de enviar a un mensajero,  que la mayoría de las veces no llega a tiempo para  cualquier emergencia
- Supongo que tu eres Albert. Mi hija me ha hablado mucho de vosotros, tanto, que aquí estoy.

Rieron complacidos. Albert no hizo ningún comentario referente a Elsa, muy al contrario de lo que hacía Philip que no callaba.

Les instalaron en varias casas del poblado  y MacDermon compartiría la casa de Albert al ser la más espaciosa. Allí conoció a Freddy
-¡ Ah tu debes ser Freddy ! ¿ Sabes ? me han hablado mucho de ti
- ¿Quién ?- preguntó el niño
-¿ Te acuerdas de Elsa ?


McDermon

Freddy se levantó de la silla y salió corriendo de la estancia, lo que extrañó a McDermon

- ¿ He dicho algo que no debía ?
- No. Sólo que se encariñó mucho con ella y piensa que le abandonó igual que su madre. El no comprende que su madre no quería irse, que se la llevó el cáncer y su hija, se marchó por diferencias de criterios.   Considera que ambas le rechazaron - El padre de Elsa se quedó pensativo, y después de una pausa, dijo

- Me encantaría tomar un café
- Oh, desde luego

Albert se levantó diligente a ponérselo. Habían cenado y estaban de sobremesa. Ya hacía rato que Philip se había retirado a descansar, pero los dos hombres presentían que debían hablar sobre. . .  Elsa



-  He observado que no mencionas el nombre de mi hija.  Tan graves fueron las diferencias para que ella saliera espantada de aquí y tú no la menciones?  ¿Sabes? ella ha trabajado mucho por conseguiros ayudas y según comentó en cierta ocasión os conocíais desde la universidad. Por eso es que no entiendo que perdáis una amistad de tantos años.

- Sr. McDermon, no sé lo que su hija le habrá contado, pero ha de saber. . ., la verdad no sé si hago bien hablarle de estas cosas, yo . . .  la pedí en matrimonio hace mucho tiempo y ella me rechazó tajantemente. Se fue a Europa y yo me establecí por aquí. Perdimos el contacto.  Al encontrarnos de nuevo todo había cambiado: yo había conocido a otra mujer, me dio un hijo y él, sin querer,  fue el motivo de nuestra nueva ruptura. Se entrometió en la educación del niño sin consultarme. Tuvimos una fuerte discusión y ella decidió marcharse

- ¿ Eso es todo ? ¡ Una riña de enamorados ! Ja, ja, ja
- No  McDermon, ella nunca estuvo enamorada de mi, y yo la olvidé con el tiempo

Albert mentía. Nunca la había olvidado, con excepción de su relación  con Karen.   Pero al morir, el recuerdo de Elsa había vuelto a su vida con intensidad, sobretodo después de su estancia en el poblado. Pero estaba resentido ¿ con ella ?  No sólo,  aunque inconscientemente la culpaba hasta de la enfermedad de Karten. En su interior sabía que era injusto;  como le dijo en cierta ocasión en los sentimientos no se manda y ella no le quería.  La frustración al no conseguir lo que desde joven había sido su razón de existir, casarse con ella. Había sido injusto  y la culpó de algo que era beneficioso para Freddy.  Tenía razón, el niño debía saber que su mamá no le abandonó.  Quizá deberá tomar en serio lo de volver a su país.

Hicieron las pruebas de la centralita e hicieron una gran fiesta por lo que habían logrado.  Podían hablar con la Organización y el hospital directamente. Podrían hacer su trabajo con más eficiencia.

Todo estuvo terminado con la suficiente antelación a que llegase el invierno, que en aquella zona se traduce en la época de las lluvias. En toda la zona eran abundantes y  no podían prever la intensidad de las mismas, que casi siempre eran copiosas.  Lo tenían todo organizado para sufrir el menor de los daños.  En el cobertizo dedicado a los animales, tenían suficiente forraje para ellos y los aldeanos estaban contentos porque esperaban no tener pérdidas,  como les había ocurrido en otras ocasiones.  Tenían alimentos y medicinas suficientes. El resto lo ponían en manos de Dios.

Philip y Albert se dividieron los pueblos que normalmente visitaban; querían revisar si estaba todo en orden y los habitantes estaban sin problemas sanitarios. Al cabo de cuatro días regresaron  después de que todo estuviera en orden en su recorrido.  Había transcurrido una semana  cuando comenzó  la estación lluviosa y entonces, en contrasentido, es cuando más tiempo libre tenían, ya que de no surgir alguna enfermedad inesperada, sus aldeanos estaban atendidos. Pero tampoco podían tomarse vacaciones ni salir a otros lugares sin riesgo, por lo que optaban quedarse en casa tranquilamente , esperando que cesara aquel diluvio



Días antes de que comenzase todo, Albert tomó a su hijo de la mano y se dirigió con él a la tumba de Karen. Allí se arrodilló y habló con ella como hacía siempre que iba a visitarla. El niño le miraba extrañado puesto que era la segunda vez que iba a aquel lugar y la primera con su padre. Albert se sentó en el suelo al pié de la tumba e hizo que su hijo hiciera lo mismo.  Inconscientemente buscaba la ayuda de Karen para encontrar las palabras que decirle a su hijo y que él supiera que su madre nunca le abandonó, sino que se fue porque se puso enferma. 
El niño  escuchaba atentamente lo que su padre le decía y sus ojitos permanecían fijos en los de él.. Pasaba su manita por las mejillas de Albert, por la que se deslizaban unas silenciosas´lágrimas.  Nunca le había visto llorar ; cuando lo hizo él era un bebe, cuando murió su madre.  Le explicaba lo mejor que podía todo lo ocurrido. Se sorprendió cuando al terminar su relato, Freddy le dijo
- Papi, yo ya lo sabía. Me lo contó Elsa, me dijo lo mismo. No llores yo sé que mami cuida de mi desde una estrella.
Albert abrazó al niño y entonces se dio cuenta de lo injusto que había sido con "ella". Lo que hizo fue tratar de ayudar no sólo a él, también al niño al que le había tomado mucho cariño.  Se sintió mal al pensar en ella.  Y  justo en aquel lugar se dio cuenta de que  seguía amándola sin olvidar a Karen. Se sintió aliviado de no tener que mantener la lucha interior de interpretar que no era odio sino amor lo que sentía   Decidió algo que contaba al niño mientras regresaban a casa.  El día era pesado, estaba nublado y hacía calor sofocante por la humedad. Sin duda se avecinaban las lluvias

- Cuando pasen las lluvias, haremos un viaje. Conocerás a tus abuelos, no sólo por fotografía  ¿Quieres ? 
- ¿ Me llevarás en avión ?
- Si mi amor. Decidido iremos a verles

El niño salió corriendo al tiempo que reía sin parar, seguido por su padre que por primera vez en mucho tiempo jugaba con él al  "pilla, pilla" Sin duda esa conversación mantenida, había sido muy beneficiosa para ambos.

Su carácter se había dulcificado y para Philip no  pasaba inadvertido, cosa que le congratulaba. No le preguntó nada, no se lo hizo notar, sólo veía que Freddy sonreía más y Albert estaba más tranquilo.

La estación húmeda estaba siendo agresiva: llovía mucha cantidad e incesantemente, pero no sólo allí, sino también en países vecinos como Guatemala.  Por la radio conocían algo de la situación; estaban intranquilos por Elsa, aunque confiaban que al igual habían hecho ellos, hubieran previsto todas las contingencias.

Estaban relajadamente tomando un café, cuando el sonido de la centralita retumbó en la habitación

- Dios mio, que no sea una emergencia- comentó Philip

Albert, al escucharle levantó la mirada del libro que estaba leyendo. A primera hora de la mañana, habían visitado a todos sus vecinos por si alguno tenía alguna necesidad.  Al comprobar que todo era normal, se dispusieron a pasar la mañana tranquilamente, pero. . .

- Philip, ¿ eres Philip?
- Si, hola Fernando ¿ por qué llamas ? Aquí todo normal ¿y vosotros?
-Pues verás. . .  no os alarméis, seguramente será por una causa insignificante, pero...
- Por favor, dí lo que sea, me estás preocupando
- Elsa tenía que haber regresado hace dos días, y no sabemos nada de la expedición
- ¿ Pero ha salido con este temporal ? ¿ Por qué la habéis dejado ?
- Fue a  un poblado no muy lejano . Tenían a unos niños con fiebres muy altas y precisaban de antibióticos y antitérmicos. Ella se ofreció con Tomás y Antonio a llevarlas y regresar de inmediato. No sabemos si siguen en el poblado o . . .han tenido algún accidente.  Quería que lo supierais
- ¿ Y qué estáis haciendo?
- Hemos mandado una expedición para que hagan el mismo recorrido que ellos, pero hasta ahora no sabemos nada. El terreno está infame, hay desprendimientos . . .
-¡ Cielo santo, Elsa ! - De un salto Albert arrebató el aparato a su amigo y preguntó a Fernando

- Soy Albert ¿ qué ocurre, le ha pasado algo a Elsa ?
- Hola Albert, me temo que si. Creí que debíais saberlo
- Salgo para allá inmediatamente, en cuanto localice un avión . No sé cuando será, pero iré.
- Os comunicaré algo en cuanto tenga noticias. No la perderemos Albert, les vamos a encontrar.

Albert demudado comunicó a Philip su inmediata salida para Guatemala. Philip no reaccionaba, se había sentado con el rostro pálido sin poder articular palabra. Sabía por experiencia que si alguien se perdía en la estación de las lluvias en el bosque, era muy difícil que pudiera sobrevivir, si es que alguna riada no se la hubiera llevado.

- Cuida de mi hijo
- Espera, voy contigo
- No, no podemos irnos los dos. No podemos dejarles sin asistencia, y debo ser yo quién vaya a buscarla. Necesito, quiero, tengo , que ser yo el que vaya.

Partió inmediatamente . El   coche no podía ir más deprisa debido al terreno, pero pisó el acelerador todo lo que pudo.  La   tensión que sentía era enorme. Tenía que llegar cuanto antes a la ciudad; no sabía cuánto tiempo tardaría en poder partir y si había algún avión que saliera.  Hubo suerte y a la mañana siguiente partió rumbo a Guatemala.

Llovía a mares cuando llegó, pero se dirigió directamente desde el aeropuerto a las oficinas de la Organización.  Allí fue recibido por Fernando, que aún no tenía noticias, ante la desesperación de Albert.  Estaban organizando otra expedición para reemplazar a la que había llegado la noche anterior

- Albert, han pasado muchos días. El terreno es muy peligroso y las lluvias no cesan
- No importa, yo voy con ellos
- Pero no se permite ir a ningún civil . . .
- Soy parte interesada, soy médico y además llevo muchos años moviéndome por estos terrenos en cualquier circunstancia. Conozco el bosque mejor que un  guía, y además si están heridos ¿ crees que los militares podrán curarles?
- Está bien, prepárate, salís en una hora

Albert se puso en contacto con los padres de Elsa, debía ponerles al corriente de la situación.

-¿ McDermon ?
- Si yo soy, ¿ quién llama ?
- Thomas, soy Albert
- ¿ Qué ocurre ?
- Es sobre Elsea . .
-¿ Qué le ha pasado ? Dime lo que sea, por favor habla
- Lamento tener que darte esta noticia. Estoy en Gatemala. Hace unos días tuvo que salir a una expedición de urgencia y aún no ha regresado. Es la estación de las lluvias y tememos que hayan  sufrido algún accidente. Estamos buscándola a ella y a dos personas más. Salimos de inmediato en otra expedición. Creía que debíais saberlo
- Albert, salgo para allá. No le diré nada a Thelma de momento. Pondré la excusa de que hay problemas con la centralita.
- Yo no estaré cuando llegues. Tengo que ir a buscarla y la encontraré, estoy seguro
- ¿ Qué puedo hacer desde aquí ?
- Quizás localizar un helicóptero. Cuando llegues Fernando te dirá a quién puedes acudir para conseguirlo. En el caso de encontrarles heridos, sería bueno tener uno localizable para evacuarles.  Tendrás que negociar muy bien, porque en esta época nadie quiere salir por lo peligroso del clima
- Por eso no te preocupes. Pagaré lo que sea. . .   Encuentra a mi niña y traela a casa
- Descuida Thomas. Me va en ello la vida. En cuanto pueda te mandaré noticias, no las esperes pronto, es todo muy difícil y complicado, por el terreno y las comunicaciones. A través de los militares conectaremos con Fernando.  A él puedes llamarle y te pondrá al corriente de todo mientras llegas. Bueno salimos, deséame suerte y les encontremos pronto. Estoy muy preocupado, pero no pierdo la esperanza.   Eso nunca.
-Adios Albert, y gracias. Un abrazo. cuídate.

Se adentraron en el bosque por caminos intransitables, con barro hasta las rodillas y luchando con la intensidad de la lluvia que no cesaba. Se desplegaban y buscaban en todas direcciones, pero no encontraban rastro alguno. Albert estaba a punto de volverse loco: tenía que encontrarles,  de no ser así no podría vivir. El primer día  no obtuvieron resultado alguno.  No podía dormir, ni descansar. Durante la noche acampaban en donde podían

- Es urgente, no podemos detenernos. Seguramente se encuentren heridos y han pasado varios días. Podrían desangrarse o tener algún miembro roto, sin agua ni comida. No podemos detenernos hay que seguir, hay que seguir



- Señor-  le dijo el militar que estaba al mando de la expedición-   mis muchachos están exhaustos al igual que usted. No podemos seguir, tenemos que descansar.  De lo contrario nos retrasaríamos más ¿ no lo comprende ?  Vamos chicos levantad las tiendas

Albert desesperado se mesaba los cabellos al verse impotente ante la situación que le desbordaba. Repetía para sus adentros el nombre de ella una y otra vez

- No te voy a perder, no te voy a perder. Perdóname, perdóname. Nunca debí reprocharte nada. Esto es un castigo, es un castigo. . .

En cuanto había claridad, el campamento se levantaba y emprendían la marcha con las mismas dificultades que el día anterior.  Pero aquella noche de insomnio daba vueltas en su cabeza a algo que tenía su lógica: no iban en la dirección correcta y si no rectificaban les perderían para siempre.

Se levantó y busco al capitán que desayunaba aguardando la hora de partir

- Capitán Mendoza, no estamos haciendo lo correcto ¿ cómo no se nos ha ocurrido antes ?
- ¿ A qué se refiere, señor ?
- Si tenían intención de regresar cuanto antes, tomarían un atajo. Es por ahí por donde hemos de buscar. ¿ Cuánto falta para llegar al poblado a dónde iban ?
- A mediodía estaremos allí
- Bien, lo que debemos hacer es averiguar desde allí el camino más corto que posiblemente tomaran. Habrá alguien que nos pueda guiar.
- Tiene lógica, señor. Así lo haremos. Vamos muchachos, levantad el campamento. Hemos de irnos inmediatamente.

Se escuchó el murmullo de los soldados que no estaban conformes con la orden, pero que no tenían más remedio que cumplir

- Señor, aún no hemos desayunado. Estamos rendidos. . .
- Las personas que han sufrido el accidente estarán más cansadas que vosotros, así que andad, moveos
- Eso suponiendo que aún estén vivos-  comentó un soldado

Albert al escucharlo se dirigió a él y con voz furiosa le dijo

- Eso ni lo pienses, ni lo digas. Están vivos y vamos a encontrarles

Llegaron al poblado calados hasta los huesos, llenos de barro, hambrientos y agotados, tan sólo Albert parecía dispuesto a continuar. Se dirigió al hombre que estaba al frente de dicha comunidad y él le informó que dejaron las medicinas que traían y que les advirtieron que era peligroso ponerse en camino. Tomarían un atajo para llegar cuanto antes. Eso es todo cuanto podía decirles

- Pero habrá alguien que conozca cuál es el camino que me dice. . .
- Si y ahora mismo voy a buscarle

El hombre volvió al cabo de unos minutos con un joven que se hacía llamar Ramón. El conocía perfectamente el camino, y les llevaría por el a ver si les podían localizar. Comieron y descansaron durante una hora. Enseguida remprendieron la marcha en sentido inverso. Era un camino estrecho, peligroso y en algunos tramos tuvieron que hacer un rodeo por algunos desprendimientos. Anochecía cuando llegaron a una especie de cueva en la ladera de una montaña y allí decidieron que pasarían la noche.

El capitán contacto con su prefectura y les dio las últimas noticias, que a su vez transmitirían a Fernando.  El padre de Elsa esperaba expectante y preocupado. El tiempo corría en contra, y Albert estaba cada vez más angustiado..

Regresó con un hombre joven conocedor del terreno. Después de descansar, al día siguiente iniciarían el camino de regreso por el atajo que seguramente habrían tomado.




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