lunes, 31 de agosto de 2015

Segunda oportunidad - Capítulo 4 - Los guerrilleros

 El tiempo pasaba rápido, y sin darse cuenta iban cumpliendo las semanas y los meses desde su llegada a Africa.  Tenian una especial conexión. Al final del día habían tomado la costumbre de sentarse a la puerta del barracon del dispensario y tomaban juntos el último café del día. Se sentían a gusto, charlando unas veces de las incidencias del dispensario, otras de anécdotas personales, pero casi siempre charlas intrascendentes

-- ¡ Qué paz tan absoluta se respira !, comentó - Lissy.- Parece mentira que este hermoso lugar haya veces que sea de horror y muerte

--Cierto. Trabajamos  tan a prisa y con tantas dificultades que no nos da tiempo a pensar en lo que nos rodea. Esta tierra tan hermosa es también una tierra maldita y cruel. A veces me dan ganas de tirar la toalla y volver a casa. Es un trabajo¡ tan grande y tan ingrato...!

--Pero ¿sabe Dr. Damon? el sólo hecho de poder traer un niño al mundo compensa de todo

--Por cierto, ya ha pasado el suficiente tiempo como para no ser tan ceremoniosos.Llámame Matt.

--Matt, ¿ no te has casado n unca?

--¿Crees que con el tipo de vida que tengo puedo pensar en el matrimonio?, aunque si te soy sincero,  hay veces que echo de menos  una mujer a mi lado con la que comentar las incidencias de la vida y no me estoy refiriendo sólo a las operaciones que realizo a diario.

Lissy sentía gran admiración por aquel hombre dedicado a salvar vidas humanas en ese remoto lugar de Africa. A  pesar de la diferencia de edad se sentía atraída por él, su figura se agrandaba ante ella, se había enamorado del médico

-- Sin embargo tú has dicho en muchas ocasiones que teníamos que vivir la vida día a día, porque ignoramos si al día siguiente seguiremos sobre la tierra. ¿ No te apetece arriesgarte ?

Matt giró su cabeza mirándola fijamente. Verdaderamente era un  mujer bella, pero demasiado joven para él.

--¿Arriesgarme ? No, en absoluto. Mi hora de amor ha pasado ya

--¿ Por qué ? eres muy atractivo y estoy segura que gustas a las mujeres

--No te estarás insinuando

--Y ¿si así fuera?

--Sería una locura. Tengo edad para ser tu padre

--Pero no lo eres. Somos simplemente un hombre y una mujer  en un lugar solitario de la tierra

Él se la quedó mirando  a los ojos.  Habian pasado unos meses pero ella había madurado mucho. Las penurias compartidas les habían unido. Matt depositó un beso en los labios suave, ligeramente, a lo que Lissy respondió con verdadera pàsión.   Para Lissy sería su primera noche de amor.

El nuevo día les sorprendió acurrucados, sin hablar, mirándose fijamente con las manos entrelazadas. Matt la sonrió al tiempo que la retiraba un mechón de cabellos de la cara , ella le compensó con un beso.

Eran felices, se adoraban y su complicidad se reflejaba en sus rostros y hasta su ternura se la transmitían a los enfermos que atendían. Se habían humanizado más.  Decidieron convivir juntos y como cada noche ella apoyaba su cabeza en el hombre de él con una taza de café en las manos, hasta que el sueño les rondaba, entonces iban a la cama contentos por estar juntos un día más.

Las medicinas empezaban a escasear y cada vez era más difícil conseguirlas porque las guerrillas estaban de nuevo haciendo incursiones en los poblados.  Matt decidió que tenía que ir a la ciudad,  al Ministerio de Sanidad y hablar con el Delegado para la salud pública.   Y proyectó el viaje.  Serían por dos o tres días a lo sumo,  y así se lo comunicó a Lissy.

La mañana del viaje se despertó desasosegada, no sabía qué es lo que la ocurría, pero esa sensación no le gustaba, máximo en vísperas de que Matt se fuera a la ciudad. Tenía una especie de presentimiento de que las cosas no iban a salir bien, y una sensación de miedo la inundó. Era muy temprano y Matt dormía a su lado,  tranquilo. Ella le miraba con dulzura y miedo. Acariciaba su rostro despacio para no despertarle, perto él abrió los ojos y algo debió de ver en ellos porque la preguntó

--¿ Qué ocurre, por qué no duermes?

--Tengo miedo de que nos durmamos y se te haga tarde

Aunque en realidad el miedo nada tenía que ver con la puntualidad de Matt.  Ella se inclinó sobre él y le beso tiernamente, al tiempo que le pedía

--Hazme el amor antes de irte

--¿Y me lo tienes que pedir? No tienes ni idea de lo que te amo.


Después de asearse, recogió sus pertenencias y documentación y se dispuso a coger el coche que le conduciría hasta la ciudad.  En la puerta le aguardaban Therry junto a Lissy y Tom, el enfermero nativo que trabajaba en el dispensario.  Matt y Lissy se besaron y abrazaron largamente, después él se metió en el coche, no antes de pedirle a Therry

--En tus manos dejo a Lissy. Cuídamela  hasta que regrese, es mi mayor tesoro.

--Asi lo haré.   Ve tranquilo y cuídate. Adiós.  Regresa pronto.

El último saludo fué para Lissy que llevándose la mano a la boca le lanzó un beso, cuando el coche enfilaba la carretera envuelto en una nube de polvo. Matt sacó la mano en señal de despedida, pero ella se quedó allí mirando el lugar por donde había desaparecido el vehículo. Therry, entonces intervino

--Vamos, vamos. Que hay mucho que hacer, Presiento que hoy vamos a tener el día movidito





No dijo nada, simplemente se puso en movimiento. Al verla tan preocupada, Therry no le dijo que la noche anterior había escuchado por la radio que la guerrilla andaba cerca.  Al poco comenzaron a llegar niños, mujeres, heridos... . Todo habitual, excepto que también llegaron algunos guerrilleros heridos.  Ellas les prestaron su ayuda igual que a cualquier otro.  El día transcurrió dentro de la normalidad. Uno de los guerrilleros heridos estaba grave, por lo que decidieron hacer vigilias.

  Therry se ofreció a ser la primera y Lissy se fué en dirección a su camastro rogándole a Dios que le concediera el beneficio del sueño; no quería pensar en nada. Sólo recordaba a  Matt al partir de allí, pero la sensación de angustia no le había abandonado en todo el día.




Algo desacostumbrado la sobresaltó despertandola. Fuera del barracon que ejercía las veces de dormitorio, es escuchaban gritos, disparos, barullo.  Rápidamente se tiró de la cama y acudió hacia donde había dejado a su amiga de guardia.  La encontró frenética junto a Tom tratando de guardar los materiales quirúrgicos.

--¿Qué ocurre?

--La guerrilla está a las puertas y vienen hacia aquí. Date prisa en guardar todo lo que puedas en el zulo.-Ya sabes que por donde pasan arrasan con todo.

--¿ Y el herido?

--Está regular. Ha pasado la noche con fiebre.No estoy segura si saldrá de esta. Vamos no te entretengas.

Apenas habían guardado algo del material cuando de repente se vieron rodeados por un grupo de guerrilleros que entraron amenazantes fusil en mano  Les gritaban pidiendo no sabían qué. Hablaban en un idioma para ellas desconocido; seguramente sería algún dialecto de alguna tribu a la que pertenecían.

Lissy decidida y con la mejor de sus sonrisas, dio un paso al frente preguntándoles qué buscaban o qué querían.  Por toda respuesta recibió un culatazo en el rostro que la derribó al suelo inconsciente.  Therry al ver aquello se lanzó hacia su amiga abrazándola con fuerza para protegerla.  El que parecia estar al mando del grupo soltó una ruidosa carcajada al tiempo que pedía a los hombres de su grupo se llevarán a Therry.  Ella forcejeaba con los hombres para soltarse , sin conseguirlo y haciendo que ellos se rieran al verla tan furiosa. Estaban llegando a la puerta de salida del dispensario cuando una figura que a penas se tenía en pié les lanzó un grito que hizo se detuvieran.  Comenzaron a hablar en el dialecto que desconocían. Ignoraban lo que les decía pero inmediatamente salieron todos de allí. Rápidamente le dijo a Tom

--Llevatelas ahora mismo y escóndelas donde no las encuentren, deprisa. Si vuelven no podré salvarlas de nuevo. Las matan seguro,  pero antes ya sabes lo que hacemos...

--Si, si, gracias-  respondió Tom

--¿Qué ha dicho?-  preguntóTherry

--No tenemos tiempo que perder. Ayúdame a llevarla al zulo. Llegarán de un momento a otro. Aquí corremos peligro.

A toda prisa entre los dos llevaron a Lissy hasta el zulo y allí se acurrucaron los tres en silencio. Therry curó a su compañera lo mejor que pudo y selló su boca con esparadrapo por si se quejaba. Que no la oyeran desde el exterior.

. Revolvían todo, sin duda buscando a los huidos, Desalojaron a los enfermos hospitalizados y fuera les asesinaban.


Permanecieron en silencio. En el exterior empezaba a oirse de nuevo el alboroto de los que regresaban El último en morir fusilado fue el guerrillero que les salvó la vida. Luego al ver que no encontraban a los que volvieron a buscar, comenzaron a prender fuego a todo lo que encontraban a su paso.  Una vez arrasado el poblado sanitario, se fueron.

No supieron el tiempo transcurrido, no sabían si habían sido horas, o quizá días. No podían moverse ni tan siquiera estirar las piernas. Saciaban la sed con  suero, por lo que estaban alimentados, pero tenían que racionarlo porque ya escaseaba antes del ataque. Lissy estaba inconsciente todavía y Therry se limitaba a limpiar la herida y vigilar los puntos de sutura que había tenido que darle.  Dormitaban más por cansancio que por sueño. No tenían luz ni aire y hacia un calor sofocante.

Se oyó de nuevo mucho jaleo en el exterior y gritos, pero los gritos eran conocidos, hablaban en inglés. Tom se arriesgó a salir para averiguar quienes eran.  Lleno de alegría gritó al comprobar que eran los soldados gubernamentales

--Aqui, aqui..

Fueron rescatados y hubieron de llevarles en brazos hasta el camión que les conduciría al hospital. Las piernas les dolían horriblemente y eran incapaces de sostenerles de pie.



domingo, 30 de agosto de 2015

Segunda oportunidad - Capítulo 3 - Africa

Desde hacía tiempo residía en ese lugar,  apartado del mundo,  y cada día se desplazaba hasta Lusaka para atender a las personas que esperaban pacientemente la llegada de los médicos y las enfermeras que les facilitasen medicinas y algo para poder alimentar a sus hijos.  Al mando de ese hospital estaba él, Dr. Damon. Un americano que llegó a Africa nada más terminar la carrera de medicina , deseoso de prestar su ayuda a los más desheradados de la tierra

Se quedó en un poblado. A base de insistir ante las autoridades consiguió montar un pequeño dispensario con el que alternaba su trabajo en el hospital de Lusaka.  Rondaba la cincuentena y su carácter se había agriado a fuerza de ver sufrimiento en los seres humanos día tras día, y comprobar que a nadie le importaba.


Dr. Damon (Matt) 

Siempre escasos de personal robaba horas al sueño para poder atender a aquellas pobres gentes, pero cada vez eran más numerosas  y se vio obligado a solicitar más personal.  Por extraño que fuera, le hicieron caso y una mañana recibió la visita de un delegado de sanidad que traía en su coche dos enfermeras muy cualificadas, recién salidas de la universidad, con lo cual la experiencia que tenían era nula.  Digustado estrechó la mano del delegado y de las señoritas, muy jóvenes, que venían a ayudarle.

--Encima tendré que enseñarlas-  masculló para sus adentros.

Terry y Elizabeth eran sus nombres. Estaban muy cortadas ante la imponente figura del médico, y nerviosas le preguntaron dónde podrían instalarse y qué podrían hacer,

--En aquel barracon tienen sus aposentos y en cuanto se cambien de ropa vayan a la enfermería. Hay mucho trabajo. La guerrilla ha hecho de las suyas en estos días.

--¿Cómo cambiarnos de ropa?-  preguntó Elizabeth

--Si, si, aquí hace mucho calor. Olvídense de los vaqueros y pónganse algún vestido ligero que les permita trabajar lo más cómodamente posible. Habrán de esperar unos días hasta que les consiga unas batas blancas,  cuando vaya a la ciudad. No les dijo más y salió en dirección  al dispensario.

Las muchachas se miraron al tiempo que se encaminaron hacia el barracon que les serviría de dormitorio.

Estaban cansadas por el largo y caluroso viaje que habían realizado. El trabajo había sido algo estresante.  No tuvieron ni un momento de descanso,  pero pensaron que pronto cogerían el ritmo. Terry cayó rendida en la cama profundamente dormida. Elizabeth nerviosa no tenía sueño. Al fin había conseguido lo que siempre quiso desde que comenzó sus estudios de  enfermería.  Se saco una silla y contemplaba el paisaje extasiada por tanta belleza teniendo entre sus manos una taza de té


Elizabeth
Era muy tarde, no sabría precisar  la hora, cuando pasó por allí el Dr. Damon que sorprendido la miró

--¿Todavía despierta?  No debe desaprovechar las horas de sueño. Son pocas y no se sabe si al día siguiente podremos siquiera dar una cabezada

--Lo sé pero es que no tenía sueño y ésto ¡es tan hermoso!.

El médico se sentó en un escalón y la pidió le invitara a tomar un té. Había estado trabajando hasta muy tarde y estaba cansado, pero le apetecía un rato de charla con aquella muchacha.

--¿Es esto lo que deseabas ? porque si no es así más  vale que te vayas cuanto antes. La vida aquí es difícil y a veces te desgarra las entrañas ver tanto dolor ante tus ojos y te ves incapaz de poder aliviarlo

--Desde luego que si. Solicité el trabajo a sabiendas de lo que me iba a encontrar, aunque  claro, nunca te haces una idea exacta de la situación a la que  tendrás que enfrentarte. Soy fuerte Dr. Damon, ya verá  como no tendrá queja de nosotras.

A la débil luz del grupo electrógeno, giró su cabeza y se fijó por primera vez en  aquella casi niña que tenía al lado

--¿Cuántos años tienes?

--Veintires

--Eres muy joven. Tenías que estar en una discoteca de cualquier ciudad con tu novio

--No tengo novio.

--Ya,ya.  Bueno me voy a la cama, estoy exhausto. Buenas noches ...¿cuál dijiste que era tu nombre?

--Elizabeth y el de mi compañera Theresa, aunque la llamamos Terry

--Pues buenas noches Lissy ¿ te im porta que te llame así?

--Oh no, claro. Lissy es más breve. Buenas noches doctor,  que descanse.

El despertador sonó a las cinco de la mañana. Parecía que hubieran dormido media hora, pero raudas saltaron de la cama, se asearon lo mejor que pudieron y con un vestido ligero acudieron al dispensario en donde el doctor ya estaba preparando el trabajo


Therry


Lissy

--¿Habéis desayunado?

--No, no sabíamos dónde podíamos hacerlo

--Dos cosas no debéis dejar de hacer bajo ningún concepto: dormir y alimentarse. Si os saltáis cualquiera de ellas, no podréis prestar vuestro trabajo,  pues el cansancio y el calor haría que os desmayarais. Así que  id y tomad lo que os apetezca.No hay grandes lujos pero un trozo de pan y algo de leche de cabra podréis encontrar.

Así lo hicieron en un breve espacio de tiempo estaban dispuestas a emprender la tarea rutinaria de cada día.   Empezaron a llegar mujeres con sus hijos para la revisión, otras parturientas, o muchachos que habían sido heridos por alguna incursión en la aldea de algún guerrillero.

  Por momentos se les acumulaba el trabajo y las chicas veían la rapidez con que Damon atendia a sus enfermos. Sentian admiración por la celeridad en los diagnósticos y en las curas que el médico realizaba.  Ese día no les dió tiempo a probar bocado.  Cuando ya anochecía Damon salió fuera del dispensario. Las muchachas le siguieron. Necesitaban tomar aire. Los heridos ya estaban curados y la tranquilidad había vuelto al pequeño recinto que tenían a modo de hospital. Tan sólo una mujer estaba pendiente de dar a luz. La vigilancia era constante puesto que el parto se anunciaba complicado.

--Dr. Damon, vaya a descansar un poco. Nosotras nos quedaremos de guardia, nos turnaremos-  fue la petición de Lissy

--De ninguna manera, esa mujer puede morir si se complica el parto, cosa que es segura. Hay que actuar rápido y bien. Vosotras no estáis preparadas para una emergencia de ese calibre

--Pues, enséñenos. Somos listas y capaces. Díganos lo que tenemos que hacer mientras usted llega

--Esta bien, os enseñaré. No creáis que ésta es una situación anormal, ocurre más veces de lo que yo quisiera.

Los tres se dispusieron a pasar la vigilia, acompañándose de sendos cafés que les despejara un poco del cansancio que arrastraban.  Fue amaneciendo un nuevo día, cuando la mujer se puso de parto

--Vamos, vamos, vamos. Apremiaba Damon. Daros prisa ; hay que operar. Viene de pie

Aceleradamente Terry y Lissy prepararon una mascarilla con un poco de éter, que es todo lo que tenían como anestesia.  El médico, sin esperar a más realizó una incisión en el vientre de la mujer que todavía consciente exhalo un débil grito. Ya no tenía fuerzas ni siquiera para gritar.

  Mientras Lissy ayudaba en la operación, Terry secaba el sudor de la frente de la mujer y la acariciaba con infinita tristeza, mientras pensaba

-- Y nosotras pedimos a voces la epidural...

Una masa sanguinolenta depositó Damon en los brazos de Lissy que portaba una vieja toalla

--Ponle boca abajo y golpeale en el culo. Tiene que respirar...Un fuerte llanto se escuchó al cabo de un rato y la satisfacción y alegría se reflejaron en los rostros de los tres sanitarios

--Ven,  córtale el cordón, se dirigió a Lissy

--¿Cómo?, no podré estoy muy nerviosa

--Fíjate cómo lo hago...,  para la próxima

Con eficiencia y rapidez, Damon pinzó la tripa ,  envolviendo el  cordón en una gasa entregó el niño a Therry para que le lavara y aseara antes de dárselo a su madre, que cada vez más débil extendía los brazos para que le dejaran ver a su hijito.  Extrajeron la placenta,  limpiaron a la mujer y la depositaron en una cama junto a su niño.



--Está muy débil. Habrá que hacer guardia durante unas horas. Es posible que tenga una hemorragia y hay que estar muy pendiente de ella porque si eso ocurre, podría morir.

--Yo haré el primer turno, dijo Lissy. Vayan los dos a descansar un rato. Pronto empezarán a llegar nuestros clientes-  dijo sonriendo

Damon miró a Therry y a Lissy, y en el mismo tono de broma dijo

--¡ Estáis horribles !, oléis a sudor, estáis sucias, pero os habéis portado... como yo esperaba que lo hicierais. Tendré que seguir tu consejo, Lissy. Os voy a enseñar para que seáis médicos y no enfermeras solamente.  Ahora me disculpáis pero me voy a echar un rato a ver si puedo dormir.

Ante los ojos de las muchachas, la figura de Damon se agrandaba por momentos. Le admiraban, admiraban su precisión y firmeza ante una situación delicada. Siempre sabía lo qué hacer. De pronto Damon se había convertido en su héroe y los ojos de Lissy empezaron a brillar de una forma intensa.

         

sábado, 29 de agosto de 2015

Segunda oportunidad - Capítulo 2 - Bath

El cartel anunciaba excursiones a las cercanías de Londres: Oxford, Canterbury, Bath, Dover, y la más llamativa Stonehenge...No le llamó ninguno la atención todas las conocía, pero había una en especial Bath, nunca había estado allí.  Localidad mediana tirando a pequeña, apacible y  apenas a dos horas de Londres.  Aparcó el coche en el arcen y se bajó para fumar un cigarrillo. Una idea le rondaba en la cabeza



--¿Por qué no?, se dijo en voz alta. Quizá cambiando de lugar los recuerdos no sean tan profundos y pueda concentrarme en el trabajo, y de esta forma poder reanudar mi vida, aunque nunca será igual.

 La idea de ponerse a escribir le ponía la piel de gallina:.  No deseaba volver a escribir no le apetecía,  Oxford estaba cerca; él había estudiado en esa Universidad y aún mantenía contactos con algunos de sus profesores. Daría clase de literatura, eso suponiendo  que pudiera formar  parte del claustro, al menos lo intentaría.  Terminado el cigarrillo se introdujo de nuevo en el coche y partió rumbo a su domicilio.  Durante el trayecto no dejaba de darle vueltas a esa idea que se le había ocurrido. ¿Sería esa la señal que había pedido a Cristal para ayudarle?

Repitió mecánicamente los movimientos de todos los días, acarició a Poppy y sirviéndose un whisky se sentó en su sillón, frente al que ocupara Cristal. Miraba fijamente al mueble, pensativo, pero decidido a comenzar un nuevo rumbo. Le asustaba un  poco la costumbre que había tomado de beber. Apartó el vaso y levantándose se dirigió a la cocina a recoger la correa del perro  .Salieron a la calle y se encaminaron al cercano parque en donde Poppy retozaba con sus amigos.  Jack le  quitó el   collar  y tomó asiento en un banco desde el cual podía vigilarle, pero no dejaba de pensar en el proyecto.

--Sea, Cuanto antes...

Al día siguiente con una maleta por todo equipaje emprendió rumbo a su nuevo destino. Al cerrar la puerta de su casa, era consciente de que cerraba una  etapa muy importante en su vida. Otro lugar, otro trabajo, nuevas gentes. . . ,  nueva vida en definitiva.  Al regresar del parque había llamado a la Universidad y habló con el Rector que recordaba su paso por alli, pues no hacía tantos años de ello y la memoria del profesor era nítida.  Concertó una entrevista para el día siguiente; estaba impaciente de emprender el  panorama  que se abría ante él,   ante la nueva experiencia.

Tomó la carretera y antes de lo que pensaba se plantó en Bath.  Buscó un hotel  en donde poder hospedarse hasta que encontrara algo en donde vivir.  Era un hotel pequeño, clásico inglés, regentado por un matrimonio maduro, pero muy agradable.  Le dieron una habitación espaciosa, limpia,  con un gran ventanal que daba a un  paisaje bellísimo de la campiña inglesa.  Sonrió complacido y se dispuso a colocar sus pertenencias . En el cuarto de baño instaló el plato de comida de Poppy y le dijo:

--Poppy, de ahora en adelante tendrás que comer aquí .Hemos cambiado de casa ¿entiendes?


Poppy

El perro ladeó la cabeza y moviendo su rabito le dió a entender que estaba de acuerdo con el cambio y que le habia entendido.  Jack acarició sonriendo su cabeza.

--Bueno, voy a sacarte un rato para estirar las piernas y  conocer el entorno.



Paseó tranquilo por la calle principal escudriñando cualquier rincón. La primera impresión era favorable. No había prisas entre la gente como ocurría en la gran ciudad.  Todo el mundo paseaba tranquilo y relajado. Interiormente pensó que eso era lo que necesitaba: algo de paz y tranquilidad.
Si su entrevista resultaba favorable, se instalaría en esa pequeña ciudad . Oxford estaría allí mismo en el lugar de trabajo, pero los estudiantes lo alborotaban todo y él rehuía de la gente. No.  Viviría en Bath, aunque fuera una zona turística no  tenía tanto jaleo como en Canterbury o en Stonehenge, por ejemplo.  Nunca, hasta mucho tiempo después, comprendió qué es lo que le llevó hasta allí.



Escontró un pub muy agradable con mesas en la acera y decidió tomar un té sentado en la terraza

--¿Te gusta ?, le preguntó a Poppy

Una camarera solícita le preguntó lo que deseaba tomar

--Un té, por favor.

Miraba a un lado y a otro para conocer lo que seguramente sería su hábitat y cada vez le complacía más

-- A ver si hay suerte y mañana consigo el empleo. Por nada del mundo volvería a escribir, pero si no encuentro nada como profesor no tendré  más remedio que hacerlo aunque  sean cuentos.  De algo tenemos que vivir, porque los ahorros bajan a velocidad de vértigo. ¿ No te parece ?-  girando la cabeza preguntó al perro que estaba distraído,  como su dueño,  en mirar el paisaje.

Se acostó temprano y a los pies de la cama colocó una alfombra a modo de cama para el perro. Se sentía cansado y excitado por lo vivido durante el día. Se durmió pronto y por primera vez en mucho tiempo no le costó conciliar el sueño. 

Había dado orden de que le avisaran a las siete de la mañana. Quería acudir a la cita con tiempo suficiente. Después de ducharse y afeitarse, se puso un traje acorde con las circunstancias, y mirándose al espejo se pidió así mismo su aprobación.  Bajó al comedor del hotel y procedió a desayunar, recogió a Poppy y ambos en  el coche  se encaminaron rumbo a Oxford.

La entrevista con el Rector fue cordial y larga. Hablaron de cuando él estudiaba, de su magnífico historial y de las algaradas que formaba con algunos de sus compañeros, pero no le pudo ofrecer el puesto que Jack iba buscando. El curso ya hacía tiempo que había comenzado y el claustro estaba completo, pero uno de los compañeros que había tenido en Oxford era profesor de Instituto en Bath. Hablaría con él a ver si le podía conseguir el puesto que deseaba.

El Rector llamó a su antiguo alumno y después de saludarle, le dijo

--¿ A qué no sabes a quién tengo aquí?

--Claro que no lo sé.- ¿Quién es , que tanta sorpresa te causa?

--Pues a tu antiguo compañero Jack Stratford, el famoso escritor..

--¡ No me digas! ¡Jack !

--Oye te pongo al habla con él

Los dos amigos estuvieron charlando durante un rato y quedaron citados para comer juntos ese mismo día. Se despidió del Rector quedando en verse nuevamente y retorno a Bath para entrevistarse con su antiguo amigo Tom. Se habían citado en el restaurante. Mientras le esperaba  tomó un Martini un poco descorazonado por no haber conseguido plaza en la Universidad.




Tom, profesor de Instituto

Cuando Tom se encontró con Jack, ambos se fundieron en un fraternal abrazo y enseguida empezaron a recordar sus felices años de estudiantes. Al rato la conversación derivó inevitablemente hacia la desgracia sufrida por Jack con la pérdida de Cristal.  Tom la recordaba perfectamente, era la chica más solicitada de la universidad: alegre, divertida, guapísima. Era la más asediada por los chicos, pero ella sólo tenía ojos para Jack y en cuanto terminaron la carrera, a los pocos meses , se casaban, yendo a vivir a Londres. El comenzó a escribir y rápidamente se hizo un hueco entre los lectores que le seguían cada vez con más avidez. Ella trabajaba en un periódico semanal haciendo entrevistas...

--Una mañana al salir de la ducha me dijo,

-Jack, tengo de nuevo la menstruación  Me noto débil y a veces tengo como un mareo

--¿ Cómo es posible? ¿ No la tuviste hace tan sólo unos días ? Quizá  sea algún trastorno, algún problema en los ovarios. ¿ Cómo fue la última vez que la tuviste?

--Algo más abundante de lo normal en mi, pero ahora es muy fuerte, demasiado fuerte.  No debía tenerla hasta dentro por lo menos de ocho o diez  días. Quizá por eso no tengo ni ganas de comer. Y creo que hasta me dan algunas décimas por la noche

--Iremos al médico  ahora mismo...  Y fuimos . Inmediatamente la hicieron las pruebas de urgencia, pero debíamos esperar unos días para saber el resultado.  Unos días que fueron insufribles. Ella se encontraba más débil, no recuperaba el apetito, dormía mal y por lo tanto perdía peso. Su menstruación era intermintente y ya eran  varios días.  Aunque ella no decía nada, yo la notaba que estaba preocupada,  al igual que yo.  Por fín, una llamada de teléfono del consultorio médico y una cita para esa misma tarde.  Mientras tomaba la enfermera una muestra para una nueva analítica, el médico me dio el resultado, y sus   palabras,  aún resuenan  en mi cabeza

--Lo siento Jack, es leucemia  y es grave, muy grave . No hay tiempo que perder y aplicar el tratamiento inmediatamente. Convenía internarla para mayor comodidad de ella. Tendremos que transfundir sangre y plaquetas, porque está bastante débil.  La pérdida es importante.  Lo siento, es cuanto puedo decirte de momento. Se que no es una situación fácil, pero hay que tener confianza en la Naturaleza.  Cada cuerpo humano responde de una manera determinada .  No todos los tratamientos, a pesar de ser el mismo, produce igual resultado. Día a día vemos lo que en unos no sirve, en otros les mejora rápidamente. Creo que debo decírselo a ella. Tiene que saberlo, porque va a ser largo y duro.  Es una mujer inteligente y a nada conduce el ocultar algo que por ella misma va a conocer.

-- Pero ya era demasiado tarde. Seis meses después moría en mis brazos, después de haber pasado un infierno con los tratamientos que le aplicaron. Su palidez era extrema. Su pérdida de peso y el saber el resultado final,  hacían aún más dificil todo.  Yo no encontraba palabras para aliviar su preocupación, porque la mía me desbordaba.  Lo que la decía, lejos de consolarla, afianzaba más su convencimiento de que el final se acercaba 

Guardaron silencio y Tom apretó la mano de su amigo para infundirle el valor que en ese momento ,de duros recuerdos,  necesitaba.  Jack apuró su Martini y pidió otros dos . Cambió de conversación.  No quería seguir relatando a su amigo las horribles horas vividas  junto a Cristal.  Darse cuenta de que se iba, y no poder hacer nada para evitarlo, o simplemente, hacerle la vida más agradable, sin sufrimientos, durante lo que viviese.

-- Ya te ha comunicado el Rector lo que solicito

--Pero ¿ por qué no vuelves a escribir? Mira que como tardes mucho la gente se olvida...

--Te aseguro que me da igual. No pienso volver a emborronar unos pliegos

--¡ Estás loco !   Eras uno de los escritores más solicitados...A Cristal no le gustaría nada tu actitud

--De verdad no puedo, no tengo ideas, no se me ocurre ningún tema. Me es imposible concentrarme. Necesito ordenar mis pensamientos; ese es el motivo de mi traslado. Londres me pesa demasiado.

--Bien, pues si es eso lo que deseas te ofrezco la plaza de literatura en mi Instituto. No hay problema.¿Cuándo quieres empezar?

--Cuanto antes, mañana mismo si quieres

--Pues muy bien. Después de comer iremos al  Instituto y te presentaré al director y no creo que haya problemas. Verás que te agrada. Todos son profesores jóvenes, con ideas abiertas al mundo de hoy, y los alumnos..,   pues hay de todo, pero en general no dan muchos quebraderos de cabeza. Apuraron los Martinis, pidieron el menú y transcurrido un buen rato, ambos se encaminaron al Instituto.

El Instituto

viernes, 28 de agosto de 2015

Segunda oportunidad - Capítulo 1 - Bronca

La  bronca era de las que hacían época. Las voces traspasaban los muros del despacho. Los dos hombres estaban enzarzados en una terrible discusión:

--Es la última oportunidad que te doy, la editorial no puede esperar más tiempo.  Llevas casi dos años sin escribir ni una sola letra. Te has gastado el adelanto y, francamente, te doy una sóla oportunidad más.Si dentro de dos meses ,como mucho, no envias al menos un capítulo daré por rescindido tu contrato.

--Haz lo que quieras. Si quieres lo rescindimos ahora mismo. Estoy cansado de decirte que se me ha ido la inspiración, no se me ocurre nada,  estoy seco. Creo que voy a renunciar a seguir escribiendo. Ya no tengo ideas, ni ganas de hacerlo.  Mi cabeza está en otra cosa, lo siento

El editor Michael Strauss era un hombre de mediana edad, de origen austriaco y muy cuadriculado en su forma de pensar. Hombre muy metódico y acostumbrado a tratar con los escritores, en aquella ocasión había perdido los estribos con Jack Stratford; era uno de sus favoritos y no se resignaba a ver como uno de sus escritores más talentosos había perdido el rumbo.


Michael Strauss
Jack salió del despacho dando un portazo, resoplando y mascullando entre dientes el porqué Michael no entendía sus razones.  Salió a la calle sofocado por la discusión, miró al cielo y llenó sus pulmones con el aire que aspiró. Se dirigió hacia su coche aparcado cerca del edificio de la editorial. No quería ir a casa, pero tampoco sabía qué hacer. Miró  alrededor, al bar que estaba cerca, y hasta allí se dirigio. Pidió un whisky, que apuró de un trago.

Por un segundo se quedó mirando al vaso, pensativo. Ese no era el mejor camino, pero estaba tan furioso que quiso encontrar en eso remedio para la tensión sufrida.

Después de una hora e ingerir bastante alcohol, decidió dar una vuelta antes de meterse en el coche. Conservaba el suficiente sentido común como para darse cuenta de que no estaba en condiciones de conducir.
No supo cuanto tiempo estuvo paseando por un parque cercano.Poco a poco su furia iba apaciguándose. Se dió cuenta de que era de noche, y entonces decidió desandar el camino y regresar a su casa. Una casa que ahora estaba solitaria y fria; tan sólo la idea de llegar y ver que únicamente Poppy le recibiría,  le llenaba de angustia. Quizá  fuese el alcohol ingerido, la tristeza que sentía, la soledad, la discusión con Michael, o todo junto,  hizo que un suspiro largo y pesado exhalara desde lo más profundo de su ser,  cuando introdujo la llave en la cerradura.

..
Como hacía cada vez que llegaba a casa conectaba el contestador por si había algún mensaje.  La voz de Cristal le saludaba siempre. Se quedaba mirando al aparato y repetía su nombre una y otra vez como si con eso pudiera hacer que ella regresase.  Cristal había fallecido hacía dos años, pero la nostalgia y el dolor se habian instalado en él. No encontraba alivio en nada,  ni en nadie.
La voz de Michael le sacó de su  evocación

--Jack ¿se puede saber dónde te metes?  Necesito hablar contigo urgentemente, no admito demoras, así que mueve el culo y ven a la oficina.

Y había ido y habían tenido una discusión tan grande que todos los empleados de la editorial no se atrevían a levantar la vista del ordenador, cuando vieron salir del despacho a un furibundo Jack. El portazo que dio, hizo que se asustaran de golpe las secretarias que estaban cerca de la puerta.

Las primeras luces de la mañana le despertaron. Se había dormido vestido.  Extendió el brazo hacia la almohada vacia que estaba a su lado y nuevamente acudieron a su memoria los días vividos con Cristal, aquellos felices días de su corto matrimonio interrumpidos bruscamente por el destino.  No pudo evitar un profundo sollozo y una pregunta que siempre le martillaba el cerebro

--¿ Por qué, por qué ?

Pero nunca obtenía respuesta. Tomó el retrato de ella entre sus manos y depositó un  beso en el dulce rostro que le sonreía feliz y apacible.  Se levantó con un tremendo dolor de cabeza y se metió en la ducha dejando resbalar el agua por su atormentada cabeza. Necesitaba ir a visitar a Cristal, poner unas flores en su tumba y contarle lo desgraciado que se sentía con su ausencia. 

Cristal

 Ante su tumba y después de dejar un ramo de sus rosas preferidas, Jack se quedó mirando al vacío.  Necesitaba contarle el cúmulo de sensaciones que sentía en aquel lugar. Esperó a que una persona cercana, en otra sepultura, se marchase para poder hablar con ella con toda libertad. Le hablaba en  voz alta como si ella estuviera frente a él.  Se pasó la mano por la frente y la pidió ayuda para superar aquel profundo dolor que sentía.

--No puedo escribir, no puedo. Tu ausencia me ha marcado y me es imposible concentrarme. ¿Qué puedo hacer?, dímelo, dame una señal, haz que desaparezca la angustía que siento. ¿ Por qué no me llevaste contigo? Por favor, por favor. Ayúdame.

Cayó de rodillas junto al montón de tierra que amparaba los restos de su amada esposa y allí permaneció llorando durante largo rato.
No supo el tiempo que pasó. Se levantó y dolorido puso rumbo a su casa. De nuevo la rutina de siempre y como única compañía, el fiel Poppy que saldría a su encuentro.  Sin duda también él echaría de menos a su ama,   a la que adoraba.  Con desgana puso en marcha el contacto del coche y lentamente salió del cementerio.  Iba despacio como retrasando la vuelta ; nunca miraba el panorama, pero ese día, sin saber por qué miro a un lado de la carretera: un gran cartel hizo que fijara la vista en su anuncio
             

jueves, 27 de agosto de 2015

Regreso a Sefarad - Capítulo 14 y últiimo - Extremadura

Le gustó regresar a Jerusalen, no en vano era su país, pero también tenía el pensamiento puesto en Macarena y en la niña 

- Ahora es aquella mi tierra, en ella deposité mi semilla, en una ladina, que es el motor de mi vida.  No existen razas, ni colores, ni creencias, sólo personas y, yo he encontrado a mi alma gemela, por la que daría la vida si me la pidiera.  

Antes de regresar había hecho una fotografía de ellas que llevaba en el bolsillo de su chaqueta.  De vez en cuando la sacaba y contemplaba aquellos rostros amados y añorados, a pesar de haberlos dejado hacía pocas horas.


Al día siguiente de llegar se presentó en su empresa para hablar con el director. Éste se sorprendió de la decisión tomada y acordaron establecer contactos entre ambos, cuando tuviese su proyecto en marcha.  Fue al apartamento, recogió unos enseres de su propiedad y echó un vistazo  antes de cerrar la puerta definitivamente para siempre.

Llamó a Annetta y quedó con ella en ir a su casa cuando saliese de trabajar . Quería hablar con ella en persona y explicarle la decisión tomada.  El encuentro fue caluroso por parte de ella y correcto por parte de Aaron

- ¡ Has vuelto ! - dijo Annetta con visible entusiasmo

- Annetta, he vuelto para hablar contigo y recoger mis cosas antes de regresar a España.  Porque voy a regresar; allí me esperan mi mujer y mi hija. Porque he tenido una hija.  Sé lo que me vas a decir : si, es mi hija.  La dejé embarazada en el encuentro que tuve con ella antes de separarnos.  No deseo hacerte daño. Te lo conté todo cuando nos empezamos a ver y, sabías que quizá ocurriera nuestra reconciliación, como así ha sido.  No supe nada hasta  llegar a Madrid.  Ahora ellas son mi familia, una familia por la que daría mi vida.  Macarena es.... mi mundo, mi norte ...  es el hogar  Te estaré enormemente agradecido toda la vida. Fuiste mi refugio cuando lo necesitaba, pero sabes que nunca la olvidé, así como ella tampoco me olvidó, y a pesar de que nuestra vuelta  sabía era imposible, conservó y siguió adelante con el ser que llevaba en su vientre.  Hemos hablado largo y tendido sobre nuestros sentimientos, y aún tendremos que hablar mucho más, pero ya no me separaré nunca de ellas.  Me vuelvo a España y allí estableceré mi hogar, en Sefarad, en la tierra de mis ancestros.

Annetta le escuchaba en silencio, dándose cuenta de que no podía reconquistarle.  Siempre se lo dejó muy claro. Siempre amó a Macarena, no la olvidó ni un sólo instante, y además ahora existía una personita que le unía más fuertemente a ella.  Se despidieron con un abrazo y ella no pudo evitar derramar unas lágrimas.  Se había enamorado de él, aunque nunca se lo dijera.  Siempre supo que nunca sería para ella.  Asomada a la ventana de su apartamento, le vio marchar.


Como hiciera  otro día, se paró delante del edificio en donde tenía  su apartamento en Tel Aviv.  Allí debía cerrar un importante capítulo de su vida, compartida con otra mujer importante.  Al entrar en el piso, rememoró por unos instantes lo vivido en él.  Recorrió lentamente cada habitación, y en el dormitorio se arrodilló ante una fotografía de Ruth que tenía en la mesita de noche.  Con ella entre las manos y con lágrimas, la dedicó unas palabras de despedida.

- Mi querida y siempre recordada Ruth.  Me tengo que ir. Tengo una familia y les quiero, les quiero tanto que esta separación, aunque sea breve, me duele. ¿ Sabes ? tengo una preciosa niña que es mi ilusión, de la que sólo he podido disfrutar dos días, y que me hace desear que el tiempo pase   rápidamente  para volver a verla.  Sin saber cómo ni porqué, me enamoré de una mujer que ni siquiera pertenece a mi raza, pero la quiero tan profundamente que no podría vivir sin tenerla a mi lado.  No sé cómo ha ocurrido, pero esa es la verdad.  A ti también te amé, fuiste mi primer amor y único hasta que la conocí a ella.  Dejo Israel para asentarme en España, en dónde tengo a mi mujer y a mi hija.  No dejaré de amar esta tierra nunca, pero siento que ahora es España mi nuevo país; en ella he sembrado mi semilla y su fruto ha nacido en España y en ella quiero echar mis raíces. Cuando Luz, que así se llama mi niña, sea un poquito mayor, lo suficiente como para viajar, la traeré para que conozca esta hermosa tierra: mi tierra.  Nunca te olvidaré, siempre estarás en un rincón de mi corazón y ella lo sabe y lloró por ti cuando le conté nuestra historia de amor, porque fue un amor sincero y noble.  Adiós Ruth, siempre estarás con nosotros.



Guardó algunos recuerdos en un bolsón, recogió su ropa y dejó la casa que había compartido con Ruth.  Se dirigió a la inmobiliaria e hizo las gestiones necesarias para su venta.  Facilitó sus datos en España y tomando un taxi se dirigió al cementerio en donde reposaban los restos de Ruth y sus padres.


 Allí depositó  unas piedras y una rosa roja en la  de Ruth.  Salió de allí echando la vista atrás en dirección  donde descansaban los restos de la mujer que amó desde que era casi  un adolescente hasta su muerte

 Buscó un hotel barato y ya en su habitación, se tumbó en la cama y marcó el número de su nueva casa, de Madrid.

- ¡ Hola, princesa !-dijo a Macarena que atendió la llamada

- Amor ¿ cómo estás?  Creí que me llamarías más temprano

- Lo sé, debí hacerlo. Pero las gestiones me llevaron tiempo y hasta ahora no he quedado libre. Y ya está todo resuelto. Mañana iré a la agencia de viajes y regresaré a casa, con mis chicas ¿Cómo está mi chiquitina ?

- Muy bien, muy tragona, y muy rebelde, ja,ja,ja.  Creo que te echa de menos, echa de menos tus charlas.  Está preciosa. Está feliz con tus padres, y cada vez que le hablan, les busca, les conoce. Te quiero Aaron, te echo de menos. Estoy deseando  que vuelvas, pero tómate el tiempo que necesites, no te apures por nosotras. Tenemos a los abuelos que me ayudan en todo; por ellos no me movería nada más que para dar el pecho a la niña. Les quiero Aaron. Han sido muy buenos conmigo y Judith es... deseo que sea mi madre.  Cuando murió,  la eché¡ tanto de menos! que ahora, cuando estoy con Judith, es como si estuviera con ella. Deseo ser una buena nuera, se lo merece. Y Abraham es un encanto. No sé qué hubiera hecho si ellos no hubieran estado cuanto tuve a la niña

- No pienses en ello, ahora somos una familia, todos juntos, y nos apoyaremos cada vez que alguno de nosotros lo necesitemos.  Puedo asegurarte que ellos también te quieren ¿ crees acaso que hubieran permanecido allí si no te quisieran?  Adoran a la niña; no tienes nada más que ver a mi padre cuando la tiene en brazos.  Pero hablemos de nosotros. ¿ Cómo estás?

- Bien, estoy bien y deseando verte.¿ Has hablado con Annetta?

- Si, lo he hecho.  Todo está solucionado. Ahora depende de que el avión me lleve hasta vosotros. ¿ Irás  a Barajas?

- ¿ Lo dudas ? Te voy a dar el abrazo más grande que nunca te ha dado nadie. Perdona mi amor, Luz me está avisando

- ¿ Ya la toca?

- Si rey, ya la toca

- Bueno mañana te vuelvo a llamar cuando tenga el billete. Duerme bien, tesoro,  y piensa en mí. Te quiero y te necesito a mi lado , lo sabes ¿ verdad?

- Si cariño, lo sé. Hasta mañana marido

- Hasta mañana, esposa. Ahora llamaré a mis padres. Te quiero, reina.

Se tiraron besos por el teléfono y no sabían quién debía colgar primero.  Deseaban seguir hablando, pero la niña reclamaba su cena.




Abraham llevaba en sus brazos a la pequeña Luz. Judith estrechaba el brazo de Macarena, y ésta muy nerviosa,  no perdía de vista la puerta por dónde salían los pasajeros que llegaban a Madrid.  Constantemente salían personas, pero sabía que no era ninguno procedentes de Tel Aviv.  Aún faltaban más de veinte minutos para que el megáfono anunciara que el avión procedente de dicha ciudad, tomaba tierra.

Cuando le vió salir,  tan nerviosa estaba que se quedó paralizada.  Reaccionó cuando los fuertes brazos de Aaron la estrecharon contra él. La besaba y la decía palabras de cariño.  Con ella aún abrazada tomó a la niña entre sus brazos y a ambas abrazaba emocionado.  Después hizo lo mismo con sus padres, a los que agradecía hubieran estado al lado de Macarena en todo momento

- ¡ Qué dices ! - dijo Judith - Es como si hubiera tenido otra hija.  Hemos hecho lo  mismo que haríamos por Sarah si lo necesitara.  Además nos habéis dado una nieta, la primera y estamos locos con  ella.

Aaron besó a su madre en la frente y con una sonrisa y en broma dijo a su padre:

- Abraham Amzalag, te quito a mi hija por un rato. Tú la has tenido todos estos días y conmigo casi siempre está durmiendo.

- ¿ Cómo te atreves a quitarme de los brazos a mi nieta? - dijo bromeando Abraham

El buen humor y la felicidad reinaba en aquel pequeño grupo.  Sin  dejar de abrazar a Macarena, se dirigieron hasta la salida del aeropuerto.  En casa les detallaría todo lo que había hecho en Israel.

El matrimonio Amzalag regresó a  Agadir al cabo de unos días. Regresarían cuando se casaran,  que sería en un mes aproximadamente.  Se casaron por lo civil, y a la boda además de sus padres, también acudió Sarah y Ari.  Por fin conocieron a su sobrina.  Lo celebraron íntimamente en un restaurante elegante de Madrid.  La pareja no dejaba de mirarse y no se soltaron de la mano en todo el tiempo. Sólo ellos valoraban lo que estaba ocurriendo, sólo ellos sabían de los problemas que habían tenido hasta su reencuentro. Al hallarse en su casa, solos, se abrazaron y besaron intensamente. Permanecieron juntos,  abrazados,  sin decirse nada, no hacía falta, sus ojos hablaban por ellos.

 La pareja iniciaba una nueva vida, y entre los dos atendían a la niña que crecía increíblemente rápido. Juntos buscaban en Internet pueblos que reunieran las condiciones requeridas para sus proyectos. Y lo encontraron en Extremadura, en el Valle del Jerte.

Era justo lo que Aaron buscaba: poder cultivar fruta con vistas a la exportación.  No sería rápidamente; tendría que analizar el terreno, su productividad  Decidieron que era mejor tantearlo in situ, y prepararon todo lo que la niña pudiera necesitar para estar un par de días fuera de Madrid.  Y contentos y felices en el coche de Macarena, emprendieron la aventura de localizar el lugar.

Y llegaron a Extremadura, a El Jerte. El paisaje era increíblemente bello: los cerezos en plena floración era una manta blanca en todo lo que la vista alcanzaba.  Aaron se quedó maravillado del paisaje, e inmediatamente vio que aquella era una tierra fértil, no sólo para el cultivo de las cerezas, sino de otro tipo de cultivo.

Desde la cuneta en donde habían aparcado el coche para ver el panorama,  sostenía en sus brazos a la niña y con el otro cogía por los hombros a Macarena




- Mira cielo, aquí nos estableceremos, formaremos nuestro hogar, aquí crecerán nuestros hijos

- ¿ Le ves futuro?

- ¿ Que si le veo futuro ? Pasea tu mirada por este lugar. Es una maravilla. No tendremos que viajar hasta Japón para ver los cerezos en flor, los tenemos aquí mismo.

- Perdóname, no quiero molestarte, pero aquí se crian muy buenos cerdos, con bellotas. Su carne, el jamón, es muy apreciada y se vende a un buen precio. Podríamos criar unos cuantos a ver qué tal resulta

- No me molestas en absoluto.  El que yo no lo coma, no quiere decir que no pueda tener alguno e intentar también la ganadería.  Pero no es lo mío, no entiendo nada de ganado. Mejor en lo que conozco: los cultivos.  ¿ Echamos un vistazo por el pueblo?

- Claro, vamos. Nos podemos enterar si hay algún terreno para comprar y de paso conoceremos a nuestros próximos vecinos. Ja,ja,ja.

Y así lo hicieron.  Fueron al Ayuntamiento y supieron que había un terreno, no muy grande, que un vecino jubilado, quería vender por no poderse encargar de su cuidado. Pidieron su dirección y fueron a visitarle para entablar conversaciones sobre lo que pedía por él y cuándo estaría disponible.  Quedaron gratamente complacidos con el tratamiento que les había dado el buen hombre, que no dudó en obsequiarles con un plato de jamón, queso de El Casar y vino de Pitarra.  Al ver el jamón, Macarena miró de reojo a  Aaron, e iba a dar un excusa al hombre, cuando él alargó la mano y tomó una loncha.  Macarena se quedó boquiabierta " no es posible "- pensó, pero le dejó hacer- . Aaron sabedor de lo que ella pensaba, le dirigió una mirada y una sonrisa, al tiempo que alababa la exquisitez del jamón.  Cuando salieron, preguntó:

- ¡ Amor has comido jamón !

-  ¿ Y por qué no iba a comerlo?, lo tenía que probar. Te dije que no era religioso. Sobre el cerdo existe una leyenda, pero es eso una leyenda. Además, si vamos a vivir aquí tendré que ambientarme ¿ no? ¿ Tú qué opinas ? - dijo dirigiéndose a su hija- Además no podía despreciarle al buen hombre  su simpatía y amabilidad.  Nos recibió muy bien, y creo que llegaremos a un acuerdo. Pero no creas que lo comeré muy a menudo; me gusta conservar las tradiciones

-No te preocupes, lo entiendo. Iba a darle una excusa, pero no me diste tiempo.

Ambos contentos y felices decidieron buscar algún parador para pasar la noche y partir de nuevo hasta Madrid al día siguiente.  Una vez que Luz había comido y estaba durmiendo, la pareja sentada en la cama, con un papel y un bolígrafo, echaban cuentas de lo que necesitarían para pagar el terreno, y lo que ellos tenían en efectivo.  Aún tenían que recibir el dinero del apartamento de Tel Aviv. Con los ahorros de ambos,  podían cubrir la mitad del dinero

- Nos falta la mitad, pero hasta que recibamos lo del apartamento, se lo pediré a mis padres, y se lo iremos pagando poco a poco.  Pero hay otra cosa que tenemos que hablar.  Necesitaremos un lugar en donde vivir, y eso supone otro gasto más, que espero podamos cubrir.  No es eso lo que me preocupa. Me preocupas tú. Tendremos que separarnos durante la semana; yo iría el viernes y volvería el domingo. Tendríamos que conformarnos con el fin de semana

- Ni hablar, nosotras nos venimos contigo. No pienso separarme de ti, aquí tendremos nuestra casa y nuestros hijos. Juntos para lo bueno y lo malo

- Pero te encantaba tu trabajo y tendrías que dejarlo

- No importa. Tú eres mi prioridad, tú y la niña. No necesito más, no quiero tener nada si tú no lo compartes conmigo

Aaron la dio un beso y acarició su cabeza. Miró a su hija que dormía tranquila en una de las camas

- ¡ Os quiero tanto, tanto, que me parece imposible.  Me parece un sueño lo que nos está ocurriendo.

- Llama a tus padres y cuéntales lo que hemos visto y pensado. Anda llamales antes de que sea más tarde.

 .  No tenían más familia. Ambos recordaron a los que faltaban, especialmente al abuelo.  Aaron mentalmente le dijo mirando al cielo:

- Benjamín, te has salido con la tuya. Ya estamos aquí, ya has vuelto, descansa tranquilo. Te prometo que amaré esta tierra que tanto quisiste y que ahora también será la mía.

En la intimidad de la habitación, mientras Luz dormia, pudieron por fin tener su luna de miel, entre abrazos y besos. Deseaban tanto estar juntos de nuevo, que la noche se les hizo corta, muy corta.

Judith y Abraham regresaron a conocer el lugar elegido por sus hijos.  El padre les acompañó a visitar  de nuevo al paisano para cerrar el trato. Antes Aaron le había llevado al sitio en donde ellos contemplaron el paisaje y, Abraham se quedó maravillado de lo que vio.  Inmediatamente dio su aceptación y cerraron el trato.  Ya eran terratenientes.  Seguían creciendo las raíces.

También apalabraron una casa no muy grande, pero de momento era ideal para ellos. La tendrían en alquiler,  de momento y si las cosas les iban bien, como esperaban, adquirirían una en propiedad.  Judith y Abraham permanecieron con ellos algunos días.  Querían hacer turismo por Madrid antes de regresar a Marruecos.

Recibieron el dinero del apartamento al cabo de tres meses, lo que les permitió devolver al padre lo que les había prestado.  Abraham lo rechazó, esa sería la dote para su hijo, les ayudaría a seguir adelante.

Aaron preparó el terreno para cultivarlo. Para que le ayudase en ello, contrató a un lugareño que entendía por haber sido agricultor desde que tuviera uso de razón.  Una mañana que ambos hombres estaban entregados a la faena, pasó por allí un hombre corpulento, rubio, y con acento extranjero aunque hablaba perfectamente el castellano.

- Buenos días ¿ sois nuevos?

- Si, hace poco que estamos por aquí

- Soy vuestro vecino. Yo llevo veinte años. Vine de turismo, conocí a una chica, me enamoré y no volví más a Alemania.  Me conquistaron las gentes de este lugar, y te aseguro que no he echado de menos en todo este tiempo a mi país.  Pero, perdona no me he presentado. Soy Alphonse Schroeder, aunque aquí me llaman simplemente Alfonso

- Yo soy Aaron Amzalag y soy judío, de origen sefardita



- Encantado de conocerte ¿ estás casado?

-Si, y tengo una niña pequeña. También llegué a España, conocí a una  madrileña, y al cabo de un tiempo nos casamos. Igual que tú

- Ahora me tengo que ir, pero tenéis que venir a casa y conocer a mi familia ¿ Quedamos para el domingo?

- Estupendo, el domingo iremos

- Vivo en la casa que hay justo al  lado del Ayuntamiento, la de ladrillos rojos.

- Muy bien, hasta el domingo pues

- Oye, si necesitáis algo, lo que sea dímelo. Tu obrero conoce mi terreno por haber trabajado los veranos en él. Si quieres algo, lo que sea, que te lleve y así lo conoces. Me encantará recibirte y enseñártelo:  es mi orgullo. Cuando yo empecé a cultivarlo, apenas se conocían las cerezas y ahora fíjate.

- Alfonso, yo pienso cultivar cerezas también. Al menos de momento, hasta que conozca bien el terreno y sepa si puedo cultivar otra clase de producto.

- No importa hay para todos. Ahora no puedo entretenerme, el banco cierra.  El domingo hablamos de ello ¿ te parece?

- Por supuesto. Será hasta el domingo.

- Adiós

Caía la tarde cuando  Aaron llegó a casa.  La niña empezaba a tomar papillas, y en eso estaba Macarena,  cuando entró. Estaba exultante de felicidad; las cosas empezaban a marchar. Todo iba por los cauces normales.

- Tengo que contarte la visita que hemos tenido esta mañana. Resulta que pasó por allí un vecino del terreno de al lado. Es muy simpático y nos ha invitado a su casa el domingo para comer y conocer a su familia

- ¿ Qué me dices? Eso es estupendo. Ya empiezas a tener amigos

- Es alemán y no ha tenido ninguna pega con mi origen

- Ya te dije que aquí no miramos de dónde es cada uno. No tengas resquemor, no pasa nada porque la gente lo sepa. Lo importante es ser persona. El nacimiento de cada uno de nosotros, es pura casualidad, no decidimos dónde nacer. Pero sí somos responsables de nuestros actos, de ser buenas personas

- Mi vida, esto marcha, esto marcha- dijo contento tomando las manitas de su hija que se las extendía - La dio un beso en su pequeña mejilla. Un resto de papilla de la niña quedó en sus labios que relamió.

Hacía varios días que no hablaba con sus padres.  Llegaba muy cansado del trabajo, pero aquella noche sí les llamó: tenía un amigo, una extraña amistad difícil de darse en otro lugar que no fuera aquel.

Alfonso y Aaron se reunieron el domingo como habían quedado y Luisa, la mujer del alemán, recibió encantada a Macarena.  Luisa cogió en brazos a la pequeña Luz que era una muñeca, morenita y simpática que jamás borraba la sonrisa de su carita

- Los míos están en la universidad. Una quiere ser periodista y el otro abogado. . Yo trabajo en la escuela del pueblo, soy maestra

- Yo era guía turística y en  un viaje conocí a Aron y nos enamoramos. Pasamos por muchas dificultades, pero al final el amor salió vencedor. Tuvimos a Luz, que es la alegría de la casa.  Mi cuñada está esperando su primer hijo. Hace poco que se han casado, así que de momento esta niña es el ojito derecho de los abuelos. Viven en Agadir y vienen de vez en cuando a visitarnos

- Tráelos cuando vengan. Me encantará conocerles.

Los dos hombres salieron al porche y con una copa de vino y unas aceitunas, entablaron una amigable charla, que al final de la misma quedaron en volverse a ver en los cultivos al día siguiente, ante una posible sociedad en común.  Alfonso le dijo que él había intentado comprar ese terreno, pero que el dueño no lo quiso vender

-Ahora se siente mayor y los achaques le han hecho dejar los cultivos  Tu terreno es mejor que el mío.  Tenemos que  estudiar nuestra sociedad para ampliar más la exportación. Al tener más producción entre ambos terrenos produciremos más cantidad, y al tener abastecida a Europa en la actualidad, el horizonte de otras zonas está en perspectiva

- Mi padre tiene arrendada a mis primos, en Marruecos, una cooperativa de cítricos, pero ya he hablado con él, exportar lo mío e importar el cultivo de ellos

- Sería muy interesante. Tenemos que hablar de ello en profundidad, creo que será muy beneficioso para ambos.

Y  hablaron y se asociaron. Exportaban no sólo a Europa, sino también a la cooperativa de sus primos y a su antiguo jefe.  Por mediación de la esposa de Alfonso, Macarena entró a trabajar en la escuela del lugar, enseñando a los niños francés e inglés.  Luz, cuando los abuelos no estaban en España, se quedaba en la guardería de la misma escuela, recogiéndola a mediodía para comer en casa.  Allí se reunían los tres.

Luz ya había cumplido año y medio. Traía loco a su padre y entre el matrimonio jamás hubo ningún disgusto serio; alguna discusión sin importancia que se solucionaba por la noche.  Un día estaban sentados a la mesa y Macarena tuvo que salir corriendo al baño.  Para Aaron era una novedad, pero Macarena conocía perfectamente esos síntomas.

- ¿ Qué te ocurre ? ¿ Te encuentras mal ?

- Pues la verdad no estoy muy bien.  Tengo el estómago revuelto

- Algo que has comido que no te ha sentado bien. Anda túmbate un rato a ver si se te pasa.

- Tardará más o menos nueve meses en que se me pase

- ¿ Cómo dices ?

- Pues eso, que vas a ser papá de nuevo

- ¿ Me lo dices en serio?

- No se me ocurriría bromear con algo tan serio. Si, estoy de nuevo embarazada

- Cariño, cariño - la decía una y otra vez loco de contento

Y pasados los nueve meses, llegó Benjamín, un niño que cuando nació era el vivo retrato de su hermana en la misma época.  Como en aquella ocasión Judith y Abraham estuvieron presentes, pero fue Aaron el que permaneció en el paritorio ayudando a su mujer.  Mientras Macarena descansaba en la habitación tras el parto, Aaron salió al jardin de la clínica y mirando al cielo dijo en voz queda:

- Abuelo, aquellas raíces se han hecho un hermoso árbol. Ha crecido con las ramas fuertes y sanas.  Siento que a través de los siglos he vuelto yo también a mi casa, a mi lugar, a mis propias raíces que tu hiciste las amara como tú las amaste.  Sefarad tiene un nuevo ciudadano, pero también Israel.  No sé cuando podremos ir a visitarla, pero iremos los cuatro, o quién sabe si no seremos cinco para cuando vayamos- dijo en tono festivo




La sociedad les fue muy bien. Las familias se hicieron muy amigas, y juntas compartían las preocupaciones que los negocios proporcionaba, pero que ambos solucionaban con facilidad. Los abuelos cada vez venían con más frecuencia y sólo les mantenían lejos de allí Sarah y su nueva nieta.

Macarena y Aaron se querían cada vez más intensamente y eran muy felices con sus hijos.  Construyeron su casa y al cabo de unos años, cuando Benjamín contaba cinco, volvieron a Israel durante un verano para que ellos conocieran la otra rama de la otra sangre que corría por sus venas.  Cuando fueran algo más crecidos, su padre les enseñaría la historia de ese antiguo pueblo al que ellos también pertenecían.
- Estad siempre orgullosos de vuestros orígenes, tanto de los de mamá como de los míos.  Ambos llevamos tras de sí, la cultura, los aciertos y los errores que todos los seres humanos tenemos, y en especial ambos países que en un tiempo feliz compartieron tierras y lenguas.  No lo olvidéis nunca.  La mitad de vosotros es ladina, pero la otra mitad judios sefarditas y en vosotros se ha cumplido el sueño de muchas generaciones de judíos, que soñaron con volver a su tierra, regresar a Sefarad.
                       

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