viernes, 21 de agosto de 2015

Regreso a Sefarad - Capítulo 9 - ¡ Oh..., Jerusalem !

Abraham y Judith, estaban muy preocupados por su hijo.  Vivía de una manera con la que no estaban de acuerdo .  Sarah se comunicaba con él casi a diario, porque ella tampoco aprobaba la conducta de su hermano. No había vuelto a Tel Aviv, había decidido vivir permanentemente en Jerusalém.  Contrariamente a lo que había sido su vida hasta ese momento, comenzó a frecuentar bares nocturnos, compañías femeninas y hasta empezó a beber, no en demasía, pero bebía.

Cada vez dilataba más la visita a sus padres y cambiaba de trabajo con bastante frecuencia. Sarah intuía a qué, o mejor, a quién , se debía el cambio tan radical que había experimentado su hermano.

Aaron se debatía constantemente en una encrucijada que no le conducía a  ninguna parte. Se preguntaba por qué cuando estaba con una mujer, el nombre de Ruth no volvió a estar presente en su relación, y sin embargo aquella noche con Macarena, fue el causante de su ruptura.   El recuerdo de la chica le asaltaba con más frecuencia de la que hubiera deseado y a menudo sacaba de la mesita de noche una fotografía que no se había atrevido a destruir, muy al contrario,  la tenía grabada en el ordenador e impresa en una hoja de papel que guardaba en su habitación.  Cuando la nostalgia le asaltaba rápidamente salía a la calle y en un bar se reunía con los amigos y tomaba una copa.

Abraham decidió tomar cartas en el asunto y de acuerdo con Ruth, decidió emprender viaje para hablar seriamente con su hijo y averiguar el tipo de vida que llevaba y qué es lo que le había abocado a ese camino.

El encuentro fue cariñoso y cordial.  Hacía tiempo que no se veían, y Aaron quería mucho a sus padres. El por qué no viajaba más a menudo para visitarles, era muy sencillo, según su propia reflexión : le daba miedo del interrogatorio a que sería sometido.

Ya en casa del muchacho y sentados a la mesa ante la comida. Abraham decidió abordar el tema que le había llevado hasta allí. Como esperaba, encontró al hijo cambiado, más desaliñado con su barba, con algunas bolsas bajo sus ojos,  signo indudable de que trasnochaba en exceso. Cuando hubieron terminado, durante la sobremesa y ante una taza de café, decidió abordar el tema



-¿ Sabes por qué he venido ?

-Me lo imagino

- ¿ Qué es lo que te pasa, por qué vives de esa manera? 

- ¿ De qué manera vivo ?  Es la misma que hacen los chicos y chicas de mi edad.  Siempre me habéis dicho que tuviera amigos, bien, pues ya los tengo. Salgo con ellos y con amigas, es cierto, pero eso no es malo ¿ no ?

- No, no es malo si las amistades son normales y me parece que en amistades femeninas andas un  poco descarriado.  ¿Sabes al menos dónde te metes?

-Naturalmente que lo sé. Tomo precauciones, ya soy mayorcito y sé lo que puede pasar. Tranquilo

- No no estamos tranquilos, ni tu madre,  que no sabe la mitad de las cosas, ni yo que las intuyo.  Cambias de trabajo constantemente

- Estoy un poco desorientado, es cierto. Pero ya me centraré

- ¿Aún no has superado lo de Ruth, o es por la chica española?  Desde que regresaste de Madrid, has experimentado un cambio que, francamente no entendemos.  ¿ Te enamoraste de ella?  Pues díselo . No eres el primero ni último a quién ocurre esto.  Es normal, eres joven y lo más natural del mundo es que te vuelvas a enamorar

-Calla papá, por favor. No deseo seguir hablando de este tema, no tienes ni idea de nada. Si es lo que te ha traído hasta aquí, puedes regresar tranquilo, estoy bien.  Créeme que estoy harto de que todo el mundo me diga lo que tengo que hacer, tú, mi hermana, los amigos, todos,  y ninguno sabe lo que me ocurre. No comprendéis que es muy difícil vivir con los demonios que uno mismo se crea.  Por favor, ya basta

- Siento que  lo tomes de ese modo. ¿ Qué tengo que decir a tu madre?, porque no me has aclarado nada

- Simplemente que estoy bien, feliz. Que tengo amigos, y es verdad, que salgo con frecuencia.  Referente al trabajo dile que no quiero irme a trabajar a las plantaciones de cítricos, que deseo quedarme en la ciudad.

- Está bien, hijo. Que sepas que no has disipado en absoluto mi preocupación, al contrario me voy aún más inquieto. Pero tienes razón ya eres mayorcito

- Mira, para que no te inquietes , esta noche te presentaré a mi pandilla y comprobarás que son gentes normales. Saldremos como dos colegas- dijo esto sonriendo dando una apariencia de normalidad que estaba muy lejos de sentir.


Salieron ya de noche, comieron una hamburguesa y se dirigieron a la reunión diaria con los amigos. Efectivamente, en eso tenía razón su hijo. Eran chicos y chicas normales y pudo comprobar que una , estaba especialmente cariñosa con él


Era una chica alemana que trabajaba en la embajada de su país. Una belleza rubia, que sin duda había encandilado al hijo. Bailaban muy juntos, mejilla con mejilla, y ella le dedicaba una mirada muy seductora, a la que sin duda el chico no podía resistir.

Algo más tranquilo,  al comprobar que tenía una relación normal con aquella chica, emprendió el viaje de regreso dos días después.  Pero algo notaba que no encajaba .  El no dedicaba los mismos arrumacos que ella,  normales en una pareja que empieza una relación, hasta a veces se mostraba distante y frío. No terminaba de entenderlo. " En fin, no puedo hacer más"- dijo mientras cerraba el equipaje.

Cuando llegó a Agadir le sometieron a un interrogatorio incesante tanto Judith como Sara. El trató por todos los medios de tranquilizarlas, aunque dudaba lo hubiera conseguido.

Aaron sintió ver marchar al padre, pero por otro lado deseaba volver a su vida normal que había sido un poco alterada con la estancia de Abraham. Aquella noche se sentía algo deprimido, por lo que llamó a Annetta .  Fueron a cenar y después subieron al apartamento de ella en donde pasó la noche.  La chica le gustaba, y a pesar de que sexualmente le satisfacía, sus citas se habían convertido en rutinarias a fuerza de ser frecuentes.  Las noches pasadas con ella no le dejaban ningún recuerdo especial. Consideraba a Anneta " una amiga especial, con derecho a roce ", y nada más. No dejaban huella ni en su vida ni en su corazón, que ya desde hace tiempo estaba ocupado por otra persona ¿ por Ruth, por Macarena ? ¿ por quién ?


Annetta


Sarah anunció a sus padres que Ari y ella contraerían matrimonio próximamente, a poco más de un mes.  La petición de mano la celebraron en la intimidad, sólo los padres de él y los de Sarah.  La muchacha no era amiga de convencionalismos, los encontraba ridículos después de estar conviviendo juntos desde hace tiempo, pero a los padres de ambos les ilusionaba, y por ellos completaron la ceremonia. Aaron asistió a la boda, pero sólo permaneció con sus padres un par de días.  Mientras su padre le recogía en el aeropuerto, al comprobar que llegaba él solo, le preguntó:

- ¿ No viene Annetta contigo?

- ¿ Por qué iba a venir conmigo?

- No sé, pensé... cómo os vi tan acaramelados, creí que era tu novia

- No papá, ella es una amiga especial, pero nada más que una amiga.

-  Pues si es sólo eso, debes hablar claro con ella, no vaya a ser que se cree falsas expectativas, y luego...

- No te preocupes, fui claro desde el primer minuto. Ella estuvo conforme durase lo que durase, y aquí estamos.  Pero no debemos mezclar el placer con la familia ¿ no te parece?

  Contrajeron matrimonio en la fecha  prevista, después de la celebración, cuando ya se iban a retirar, Sarah llamó aparte a su madre y la comunicó que harían un alto  en  Madrid, camino de Praga, que sería su destino de luna de miel. 

- Trataré de ver a Macarena, mamá, te lo prometo y veré qué puedo hacer.

- Gracias hija, me dejas más tranquila.  Lo que nos dijo tu padre no me ha tranquilizado en absoluto. Pienso que tu hermano está loco por ella, y Macarena no le corresponde.  Pienso que es lo que le tiene desquiciado.

- No te prometo nada, mamá. Hay que tener en cuenta los sentimientos de ella, quizá tenga otra pareja... - Sarah oculto a su madre la verdadera razón de todo.




La Semana Santa caía ese año en la mitad del mes de Abril. Don Damián, llamó a su despacho a Macarena

- ¿ Puedo pasar? - preguntó a su jefe

- Pasa, pasa

- Bien pues dígame lo que quiera

- Tengo una oportunidad que ni pintada para ti

- ¿ Cómo dice?

- Tienes que viajar con un grupo de españoles que quieren ir a Jerusalém en Semana Santa, y he dispuesto que les acompañes.  Estaréis diez días, porque también quieren recorrer, aunque sea de pasada los lugares que nos enseñaron de pequeños sobre Jesucristo

- ¡ Don Damián ! - dijo contrariada

- Hija cualquiera diría que te he dado un disgusto en lugar de una alegría

- No, no es eso. En otra ocasión me hubiera vuelto loca de alegría, pero ahora...

- ¿ Qué te pasa ahora ?

- Es que ... mi salud no es óptima. No sé qué me ocurre, pero no me encuentro bien desde hace tiempo

- ¿ Has ido al médico ?

- Si, claro... Me estoy haciendo pruebas

- Bueno, pero aún quedan días. Quizás para esa fecha esté todo resuelto y puedas ir

- En cuanto sepa algo se lo comunicaré

- De acuerdo, anda vete y cuídate

Macarena sabía desde hacía dos meses lo que la pasaba, pero no quería decir nada y confiaba en que pudiera seguir trabajando sin necesidad de divulgar lo que la estaba ocurriendo.  Ahora todo se había ido al traste y no sabía qué hacer.  Su embarazo era ya de tres meses y dentro de poco más no lo podría ocultar.  Pero tampoco podía desempeñar el mismo trabajo por lo pesado y duro que sería en sus circunstancias.  Por si tuviera pocos problemas, se agregaba otro más.

Al terminar su turno de trabajo, se dirigió a casa de su amiga y confidente Lucía. Tenía que contárselo a alguien, que alguien le aconsejara sobre lo qué hacer.  Se sentía desamparada y asustada  por lo que se le venía encima. Estaba sola, inexperta y nerviosa.  Lo que menos podía esperar era el anuncio de maternidad. Le parecía imposible que todo eso la estuviese pasando a ella.

- ¡ Hola, reina ! ¿ cómo estás ?, por cierto tienes muy mala cara ¿ estás mareada?

- No, sólo que ...

No pudiendo contener más su congoja, rompió a llorar en brazos de su amiga

- Eh, ¿ que ocurre, te encuentras bien ?

- No, no estoy bien, nada bien. Tengo azúcar gestacional, náuseas, insomnio, y muchas preocupaciones, muchísimas.  Y por si todo fuera poco don Damián ha contratado un grupo que quieren ir a Tierra Santa y recorrer los Santos Lugares. ¿ Cómo voy a ir en mi estado? ¿ Cómo le digo que estoy embarazada?

- Cálmate, cálmate. Ahora no puedes alterarte de ese modo. Vayamos por partes. ¿ El azúcar lo tienes controlado, te haces la analítica a las horas precisas, te alimentas como te indicó el ginecólogo? Los análisis que te hicieron hace unos días daba todo bien y la ecografía también; no debes preocuparte por eso. Por la ruta tampoco debes apurarte mucho. Hay colas enormes de gentes que visitan los mismos lugares a las mismas horas.  Puedes quedar con ellos en una cafetería y de eso modo tú no estarías de pié ni te cansarías. El viaje en avión, eso sí tendrás que consultarlo con el médico a ver si te lo autoriza.  Pero, dime la verdad, lo que realmente te preocupa ¿ es Jerusalém ?,  es decir encontrarte con él ¿ no es cierto ?  Pues mi niña, tampoco te preocupes por eso. Hay una probabilidad entre mil que eso ocurra. No te imaginas la cantidad de peregrinos que acuden en esos días a los mismos sitios.  La gente normal no se mezcla con ellos huyendo del tumulto. Además él vive en Tel Aviv ¿ no es eso?, entonces no le verás. Tranquilízate, mujer. Todo irá bien. Te traeré algo de fruta para que comas. Ahora vuelvo.

Lucía la había tranquilizado, poco, pero se había calmado.  Por eso siempre recurría a ella en caso de necesidad. Le aconsejaba como si fuera su hermana y lograba que viera las cosas desde otra perspectiva. Con un plato de fruta variada  regreso al salón en donde le aguardaba Macarena


Lucía
- A propósito del tema ¿ no vas a decirle que vas a tener un hijo suyo?

- No ¿ Cómo voy a decírselo si ni siquiera sé la dirección en donde vive, ni su teléfono, ni nada?

- No es por criticarte, pero hija, fuisteis demasiado rápidos. ¿ No le dio tiempo siquiera a darte el teléfono?

- No, la discusión fue inesperada... Salí corriendo... Lo que menos podía pensar es que...

- ¿ No sabes algo de sus padres o hermana, la dirección, el teléfono?

- No, no sé nada. ¡ Dios mío ! ¡ Cómo pude cegarme tanto !

- Porque te enamoraste de él, así de sencillo y así de complicado. Pues hija, no sé, no sé qué decirte ni cómo ayudarte.  Bueno no pensemos en más cosas. Averigua con el médico si puedes ir en avión, es lo importante. De lo otro olvídate, no le verás.

Pero esa noche Macarena no pudo conciliar el sueño.  Estaba inquieta, se levantaba de vez en cuando, volvía a acostarse, tornaba de nuevo a levantarse...  Y de esta manera vio amanecer el nuevo día sin que pudiera calmar la zozobra.  A la hora de la consulta del médico, llamó por teléfono y le consultó lo del viaje

- Macarena, aguarde un momento que busco su ficha para ver cómo andaba la analítica y la ecografía, un momento por favor.

Al cabo de unos instantes se puso de nuevo

- ¿ Macarena ? Bien, el embarazo está normal, todo bien, no creo que haya inconveniente en que viaje.  Pero le voy a dar ciertos consejos para su comodidad. Calce siempre zapato plano, holgado. Lleve una botellita de agua y beba de vez en cuando, no esté mucho tiempo de pié para que no se canse. Si puede lleve una manzana en el bolso y se le sobreviene alguna náusea cómala. En el avión pasee cada veinte minutos más o menos para que no se hinchen las piernas y la sangre circule normalmente, y sobretodo no olvide su aparato  para la glucosa. En eso tiene que ser muy estricta y controlarlo. Anote  todas las mediciones que a su regreso me tendrá que dar en la consulta. Aunque no tenga hora,  acérquese a verme. Yo avisaré a la enfermera para que no tenga impedimentos.  Y disfrute del viaje, relájese que todo irá bien.

Con la información detallada que le había dado el doctor, acudió esa mañana al trabajo y notificó a don Damián que haría el viaje a Tierra Santa.



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