lunes, 31 de agosto de 2015

Segunda oportunidad - Capítulo 4 - Los guerrilleros

 El tiempo pasaba rápido, y sin darse cuenta iban cumpliendo las semanas y los meses desde su llegada a Africa.  Tenian una especial conexión. Al final del día habían tomado la costumbre de sentarse a la puerta del barracon del dispensario y tomaban juntos el último café del día. Se sentían a gusto, charlando unas veces de las incidencias del dispensario, otras de anécdotas personales, pero casi siempre charlas intrascendentes

-- ¡ Qué paz tan absoluta se respira !, comentó - Lissy.- Parece mentira que este hermoso lugar haya veces que sea de horror y muerte

--Cierto. Trabajamos  tan a prisa y con tantas dificultades que no nos da tiempo a pensar en lo que nos rodea. Esta tierra tan hermosa es también una tierra maldita y cruel. A veces me dan ganas de tirar la toalla y volver a casa. Es un trabajo¡ tan grande y tan ingrato...!

--Pero ¿sabe Dr. Damon? el sólo hecho de poder traer un niño al mundo compensa de todo

--Por cierto, ya ha pasado el suficiente tiempo como para no ser tan ceremoniosos.Llámame Matt.

--Matt, ¿ no te has casado n unca?

--¿Crees que con el tipo de vida que tengo puedo pensar en el matrimonio?, aunque si te soy sincero,  hay veces que echo de menos  una mujer a mi lado con la que comentar las incidencias de la vida y no me estoy refiriendo sólo a las operaciones que realizo a diario.

Lissy sentía gran admiración por aquel hombre dedicado a salvar vidas humanas en ese remoto lugar de Africa. A  pesar de la diferencia de edad se sentía atraída por él, su figura se agrandaba ante ella, se había enamorado del médico

-- Sin embargo tú has dicho en muchas ocasiones que teníamos que vivir la vida día a día, porque ignoramos si al día siguiente seguiremos sobre la tierra. ¿ No te apetece arriesgarte ?

Matt giró su cabeza mirándola fijamente. Verdaderamente era un  mujer bella, pero demasiado joven para él.

--¿Arriesgarme ? No, en absoluto. Mi hora de amor ha pasado ya

--¿ Por qué ? eres muy atractivo y estoy segura que gustas a las mujeres

--No te estarás insinuando

--Y ¿si así fuera?

--Sería una locura. Tengo edad para ser tu padre

--Pero no lo eres. Somos simplemente un hombre y una mujer  en un lugar solitario de la tierra

Él se la quedó mirando  a los ojos.  Habian pasado unos meses pero ella había madurado mucho. Las penurias compartidas les habían unido. Matt depositó un beso en los labios suave, ligeramente, a lo que Lissy respondió con verdadera pàsión.   Para Lissy sería su primera noche de amor.

El nuevo día les sorprendió acurrucados, sin hablar, mirándose fijamente con las manos entrelazadas. Matt la sonrió al tiempo que la retiraba un mechón de cabellos de la cara , ella le compensó con un beso.

Eran felices, se adoraban y su complicidad se reflejaba en sus rostros y hasta su ternura se la transmitían a los enfermos que atendían. Se habían humanizado más.  Decidieron convivir juntos y como cada noche ella apoyaba su cabeza en el hombre de él con una taza de café en las manos, hasta que el sueño les rondaba, entonces iban a la cama contentos por estar juntos un día más.

Las medicinas empezaban a escasear y cada vez era más difícil conseguirlas porque las guerrillas estaban de nuevo haciendo incursiones en los poblados.  Matt decidió que tenía que ir a la ciudad,  al Ministerio de Sanidad y hablar con el Delegado para la salud pública.   Y proyectó el viaje.  Serían por dos o tres días a lo sumo,  y así se lo comunicó a Lissy.

La mañana del viaje se despertó desasosegada, no sabía qué es lo que la ocurría, pero esa sensación no le gustaba, máximo en vísperas de que Matt se fuera a la ciudad. Tenía una especie de presentimiento de que las cosas no iban a salir bien, y una sensación de miedo la inundó. Era muy temprano y Matt dormía a su lado,  tranquilo. Ella le miraba con dulzura y miedo. Acariciaba su rostro despacio para no despertarle, perto él abrió los ojos y algo debió de ver en ellos porque la preguntó

--¿ Qué ocurre, por qué no duermes?

--Tengo miedo de que nos durmamos y se te haga tarde

Aunque en realidad el miedo nada tenía que ver con la puntualidad de Matt.  Ella se inclinó sobre él y le beso tiernamente, al tiempo que le pedía

--Hazme el amor antes de irte

--¿Y me lo tienes que pedir? No tienes ni idea de lo que te amo.


Después de asearse, recogió sus pertenencias y documentación y se dispuso a coger el coche que le conduciría hasta la ciudad.  En la puerta le aguardaban Therry junto a Lissy y Tom, el enfermero nativo que trabajaba en el dispensario.  Matt y Lissy se besaron y abrazaron largamente, después él se metió en el coche, no antes de pedirle a Therry

--En tus manos dejo a Lissy. Cuídamela  hasta que regrese, es mi mayor tesoro.

--Asi lo haré.   Ve tranquilo y cuídate. Adiós.  Regresa pronto.

El último saludo fué para Lissy que llevándose la mano a la boca le lanzó un beso, cuando el coche enfilaba la carretera envuelto en una nube de polvo. Matt sacó la mano en señal de despedida, pero ella se quedó allí mirando el lugar por donde había desaparecido el vehículo. Therry, entonces intervino

--Vamos, vamos. Que hay mucho que hacer, Presiento que hoy vamos a tener el día movidito





No dijo nada, simplemente se puso en movimiento. Al verla tan preocupada, Therry no le dijo que la noche anterior había escuchado por la radio que la guerrilla andaba cerca.  Al poco comenzaron a llegar niños, mujeres, heridos... . Todo habitual, excepto que también llegaron algunos guerrilleros heridos.  Ellas les prestaron su ayuda igual que a cualquier otro.  El día transcurrió dentro de la normalidad. Uno de los guerrilleros heridos estaba grave, por lo que decidieron hacer vigilias.

  Therry se ofreció a ser la primera y Lissy se fué en dirección a su camastro rogándole a Dios que le concediera el beneficio del sueño; no quería pensar en nada. Sólo recordaba a  Matt al partir de allí, pero la sensación de angustia no le había abandonado en todo el día.




Algo desacostumbrado la sobresaltó despertandola. Fuera del barracon que ejercía las veces de dormitorio, es escuchaban gritos, disparos, barullo.  Rápidamente se tiró de la cama y acudió hacia donde había dejado a su amiga de guardia.  La encontró frenética junto a Tom tratando de guardar los materiales quirúrgicos.

--¿Qué ocurre?

--La guerrilla está a las puertas y vienen hacia aquí. Date prisa en guardar todo lo que puedas en el zulo.-Ya sabes que por donde pasan arrasan con todo.

--¿ Y el herido?

--Está regular. Ha pasado la noche con fiebre.No estoy segura si saldrá de esta. Vamos no te entretengas.

Apenas habían guardado algo del material cuando de repente se vieron rodeados por un grupo de guerrilleros que entraron amenazantes fusil en mano  Les gritaban pidiendo no sabían qué. Hablaban en un idioma para ellas desconocido; seguramente sería algún dialecto de alguna tribu a la que pertenecían.

Lissy decidida y con la mejor de sus sonrisas, dio un paso al frente preguntándoles qué buscaban o qué querían.  Por toda respuesta recibió un culatazo en el rostro que la derribó al suelo inconsciente.  Therry al ver aquello se lanzó hacia su amiga abrazándola con fuerza para protegerla.  El que parecia estar al mando del grupo soltó una ruidosa carcajada al tiempo que pedía a los hombres de su grupo se llevarán a Therry.  Ella forcejeaba con los hombres para soltarse , sin conseguirlo y haciendo que ellos se rieran al verla tan furiosa. Estaban llegando a la puerta de salida del dispensario cuando una figura que a penas se tenía en pié les lanzó un grito que hizo se detuvieran.  Comenzaron a hablar en el dialecto que desconocían. Ignoraban lo que les decía pero inmediatamente salieron todos de allí. Rápidamente le dijo a Tom

--Llevatelas ahora mismo y escóndelas donde no las encuentren, deprisa. Si vuelven no podré salvarlas de nuevo. Las matan seguro,  pero antes ya sabes lo que hacemos...

--Si, si, gracias-  respondió Tom

--¿Qué ha dicho?-  preguntóTherry

--No tenemos tiempo que perder. Ayúdame a llevarla al zulo. Llegarán de un momento a otro. Aquí corremos peligro.

A toda prisa entre los dos llevaron a Lissy hasta el zulo y allí se acurrucaron los tres en silencio. Therry curó a su compañera lo mejor que pudo y selló su boca con esparadrapo por si se quejaba. Que no la oyeran desde el exterior.

. Revolvían todo, sin duda buscando a los huidos, Desalojaron a los enfermos hospitalizados y fuera les asesinaban.


Permanecieron en silencio. En el exterior empezaba a oirse de nuevo el alboroto de los que regresaban El último en morir fusilado fue el guerrillero que les salvó la vida. Luego al ver que no encontraban a los que volvieron a buscar, comenzaron a prender fuego a todo lo que encontraban a su paso.  Una vez arrasado el poblado sanitario, se fueron.

No supieron el tiempo transcurrido, no sabían si habían sido horas, o quizá días. No podían moverse ni tan siquiera estirar las piernas. Saciaban la sed con  suero, por lo que estaban alimentados, pero tenían que racionarlo porque ya escaseaba antes del ataque. Lissy estaba inconsciente todavía y Therry se limitaba a limpiar la herida y vigilar los puntos de sutura que había tenido que darle.  Dormitaban más por cansancio que por sueño. No tenían luz ni aire y hacia un calor sofocante.

Se oyó de nuevo mucho jaleo en el exterior y gritos, pero los gritos eran conocidos, hablaban en inglés. Tom se arriesgó a salir para averiguar quienes eran.  Lleno de alegría gritó al comprobar que eran los soldados gubernamentales

--Aqui, aqui..

Fueron rescatados y hubieron de llevarles en brazos hasta el camión que les conduciría al hospital. Las piernas les dolían horriblemente y eran incapaces de sostenerles de pie.



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