lunes, 7 de diciembre de 2020

Doctor O´Reilly - Capítulo 14 - Enlace

 Verdaderamente todo había resultado perfecto y a sus suegros, Kyra les había encantado.  No estaba descaminado cuando la eligió. Pero el verdadero resultado se vería más adelante, en la vida de cada día. Y a eso es a lo que tenía miedo. Era alguien de fuertes convicciones, pero había temas de su día a día, que mejor ni tocarlos, no creía que pudiera resistirlos.

Y llegó el día del enlace. Felicity, ayudaría a Kira y a Stella, que también estaba excitada. Sin embargo para Aidan, no estaba resultando nada fácil.  Estaba solo en su habitación. El resto del servicio se estaban arreglando también y después irían hacia el Juzgado. 

No podía evitar la comparación entre un día y otro. Quería borrarlo de su cabeza pero por muchos intentos que hiciera, no lo conseguía.  Deseaba que el día fuera eterno y que la noche no llegara nunca. ¿ Se estaba arrepintiendo?  Aún tenía tiempo de dar marcha atrás si fuera ello. No, no  lo deseaba. Pensaba en Kyra, únicamente en ella, y le atormentaba que su noche de bodas fuera tan diferente a tantas otras. Pero, lo de ellos no había sido normal, por tanto esa noche tampoco lo sería.

Aún tenía tiempo de salir corriendo. Pero tampoco era eso lo que deseaba.  Terminó de arreglarse poniéndose la corbata y después la chaqueta y listo. Él mismo conduciría su coche.  No había nada especial que indicase que aquello era una boda. Apenas habían invitado a nadie: los empleados de casa, sus suegros, su adjunta en el hospital y James, amigo íntimo de Kyra que la llevaría al juzgado. Nada más. La ceremonia, duró veinte minutos. No hubo votos, sólo   la puesta de los anillos que llevó Stella, y un leve beso al final.

Para la niña supuso todo un acontecimiento: se unían las dos personas más importantes de su vida, aunque ella no sabía ni lo que aquello representaba ni lo que vendría después. En su mente infantil, sólo había un pensamiento único. Kyra no volvería a marcharse. Esa era  su única preocupación. y para ella era suficiente.

Después todos se encaminaron al restaurante que para tal efecto, Aidan había contratado  en un reservado sólo para ellos. El menú fue especial como especial sería la ocasión. Buen vino y champán para brindar junto con la tarta, que era también de lo más anormal.

Molly les observaba de vez en cuando mientras comían y le disgustaba las muestras de tensión que se adivinaba entre ellos. Ella, Arthur y los desposados, eran los únicos que sabían lo que había debajo de esas caras. Aidan miraba, a la su ya esposa, de vez en cuando, muy de pasada. Ella, pálida, seria, a veces  reía  sin venir a cuento, pero todos interpretaron que sería de nervios.

A pesar de ignorar el contenido del acuerdo matrimonial al que acababan de asistir, les notaban demasiado tensos para la ocasión.  Había resultado una comida como muchas de las que se suelen celebrar entre amigos. Tan sólo a la hora de partir la tarta y brindar, Aidan la atrajo hacia él besándola discretamente. ante el jolgorio de todos.  Brindaron con champán y al mirarla, Aidan vió en los ojos de ella, que estaban enturbiados y que no tardaría en esconder alguna lágrima. Todos lo interpretarían como emoción, pero él sabía que no era así, que lo que escondían era una pena infinita.

Tampoco él estaba para bailes. Sin querer, y tratando de no recordar, estableció la comparación entre su primer enlace y éste frio y casi sin alegría. Y recordó su primera noche de casado, cuando ella se entregó a él y él a ella. ¿ Cómo sería la de hoy? No quería ni pensarlo: llegarían a casa y cada uno de ellos irían a sus habitaciones. El a la suya y Kyra a su apartamento distante de su habitación, afortunadamente, -pensó.

La niña se iría con los abuelos hasta el día siguiente en que la recogería Kyra. Él,  al hospital, ni más ni menos. Ese sería su día después que, como todos los siguientes, estaría marcado por un contrato.  Un simple papel señalaría su vida de ahora en adelante. Quizá debieron pensarlo mejor, con más detenimiento, haber consensuado ciertos detalles, pero ahora ya todo estaba hecho y no había vuelta de hoja. Todo terminaría, es decir, comenzaría como estaba escrito.

La casa estaba solitaria, vacía, sin ruidos que alterase la calma antes de la tormenta. Kyra subió las escaleras y él a su habitación. No tuvieron ni una sola palabra, y sus rostros estaban tensos. ¿ Se acostumbrarían? Difícilmente se podía vivir de esa forma, con esta tensión, que ni siquiera habían tenido en sus discusiones. Habían pasado un día intenso, interminable, o quizá demasiado corto, según para quién. Sintió el cerrar de la puerta de ella, y Aidan en medio de su habitación, miraba el entorno como si fuera la primera vez que lo viera. Y miró  la cama, vacía, sola, impoluta, y así seguiría.

Estaba desazonado, fue al vestidor y sacó un pantalón de pijama; siempre dormía así, y esta noche no era un excepción. Colocó la americana en el galán de noche y volvió a bajar al salón. Allí se sirvió un vaso de whisky y retornó a la habitación. Estaba inquieto, desazonado. Algo no marchaba bien en su interior.

Sentado en un sillón apuraba sorbo a sorbo el whisky, sin prisa, lentamente, y cuando lo hubo consumido, entró en el baño y se dio una ducha caliente, muy caliente, dejando resbalar el agua por su cuerpo. Necesitaba ese respiro. Necesitaba estar tranquilo, porque al día siguiente debía trabajar; ahora no quería pensar en eso; tenía cosas más urgentes que atender.

Pero su cabeza no paraba de revisar el día que habían vivido. Y se centraba en la carita inocente y de alegría de su hija. Por ella haría cualquier sacrificio, todo lo que fuera necesario; era una forma de compensar la pérdida de su madre. Al mismo tiempo, y no sabía el por qué estaba enfadado con Kyra ¿ por qué con ella? Era la más perjudicada de los tres. Estaba en plena juventud, en pleno desarrollo como mujer, y lo había arrinconado todo por seguirle.  No tenía la menor duda de que le amaba, pero él... No podía; la apreciaba, pero no era suficiente y tampoco deseaba cambiar eso.  No viviría tranquilo si lo hiciera, aunque reconociera su sacrificio, porque lo había hecho. No debía sentirse como un mártir porque no lo era. Sólo él había sido el artífice de tamaño disparate. No podía culpar a Kyra ni a nadie; sólo él tenía la culpa de todo.
Por más vueltas que daba, nada sacaba en limpio, solamente el culparse a toda costa de algo que se reprochaba y de lo que no había sido el autor. Y esta noche más que nunca, recordó el cuerpo de su mujer, en la calle, inanimada, y con sangre por todo su cuerpo. No podía quitarse esa imagen de la cabeza, pero también la imagen de Kyra, sonriendo, llegaba hasta su memoria. Si hubiera podido dividirse en dos, lo haría. Lentamente se secó despacio, como demorando algo que le impulsaba pero  no sabía qué. se puso el pijama, se calzó las zapatillas, y lentamente salió de la habitación camino de la de Kyra.

El silencio reinante en la casa era aplastante. Sólo se escuchaba el tic tac del reloj de pared de la biblioteca. Creyó que era muy tarde,  de madrugada.  Ella estaría ya dormida, no obstante haría lo que tenía decidido.


RESERVADOS DERECHOS DE AUTOR / COPYRIGHT

Autora: rosaf9494quer

Edición: Diciembre 2020

Ilustraciones: Internet (Cincuenta sombras de grey)

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