jueves, 22 de octubre de 2015

Los silencios - Capítulo 9 - Nunca el olvido

Y llegó un nuevo día.  Robert impaciente azuzaba  a sus hijos para que averiguaran cómo había pasado la noche su madre. Deseaba que las horas transcurrieran veloces. Quería levantarse e ir él personalmente a ver a Miranda, pero ni los médicos ni los chicos se lo autorizaron.  Al fin, pudieron conocer las noticias de su madre

- Todavía no han pasado las 24 horas de su intervención, y son cruciales.  Hasta ahora no ha surgido ninguna complicación, por lo que estamos muy esperanzados en que la recuperación sea efectiva, y en el menor tiempo posible.  En cuanto a su padre, posiblemente le demos el alta mañana. Si no surge nada en contra, podrá irse a casa mañana mismo.  Está muy nervioso, más por su esposa que por él mismo, a pesar de que las magulladuras le tienen bastante dolorido, pero con la ayuda de los calmantes, en unos días estará totalmente recuperado.

A las doce en punto subieron hasta la UCI.  Miranda seguía sedada, pero su semblante tenía mejor aspecto.  Y así transcurrió ese día y el siguiente.  Robert fué dado de alta, pero se negó en redondo en volver a casa

- No insistáis. No voy a irme.  Mi sitio está aquí, junto a ella



-Papá, por favor. Sé razonable.  No puedes quedarte sentado toda la noche en un sillón, en tu estado- le argumentaban sus hijos

- ¿ En qué estado ?  Estoy bien, algo dolorido, pero nada que un calmante no pueda aliviar. Así que no instistais.  Pagaré lo que sea para que instalen una cama al lado de tu madre cuando esté en planta, si es que así os quedáis más tranquilos.  Pero no voy a irme.  No sin ella. Los dos saldremos de aquí a un tiempo

- Francamente, no entiendo cómo puedes ser tan inconsciente y testarudo- dijo Meredith

- Pues ya lo ves.   Soy así,  y así seguiré.

Y así lo hizo.  Subía a ver a su mujer en el horario establecido  y pasaba el día y la noche sentado en un sillón de la sala de espera.  Las enfermeras y los médicos, ajenos a lo ocurrido entre ellos, no comprendían su actitud, y sonreían al verle.  Sus hijos se turnaban para pasar la noche con él.
Al tercer día de su operación, Miranda fue trasladada a planta.  Al fin podrían estar juntos y él podría cuidarla.    Ella estaba despierta a ratos en que los calmantes no hacían su efecto.

Estaba dolorida y molesta, no sólo por la operación, sino por las costillas, que hacían que permaneciera sentada todo el tiempo.  Robert dormitaba a ratos junto a su cama aprovechando que ella también lo hacía.  Miranda no entendía el porqué de ese comportamiento.  Debía irse a casa y descansar como Dios manda.  Él también estaba magullado, y veía absurdo que permaneciera sentado durante toda la noche.

Poco a poco,  Miranda iba mejorando,  y la hora de su alta se aproximaba.  Al cumplir el octavo día de su ingreso, los médicos estimaron oportuno  que pòdia marcharse a casa

- ¡ Gracias a Dios !- replicó aliviado Robert



- Habrá de pasar a consulta dentro de unos días.  Le haremos placas para ver cómo van sus costillas y procederemos a quitarle las grapas de la operación.  Si tuviera algún síntoma que no fuera normal, acuda de inmediato al hospital.  Por nuestra parte es todo.  Enhorabuena por la recuperación...  de ambos

Cuando el matrimonio se quedó a solas, Miranda tomó la palabra.  Había recobrado junto con la salud, la animosidad por su ex marido

- Bien, pues ya está

- ¿ Qué quieres decir con "ya está "-replicó él

- Ya puedes irte a casa. Y francamente, no sé porqué te has quedado todos estos días sentado en un sillón



- ¿ No lo sabes ? Eres mi mujer, te quiero, y estaba muy preocupado por ti. Además de sentirme culpable por lo ocurrido

- Es absurdo lo que dices. Tú no fuiste quién embestiste el coche. Y no eres mi marido.  O el golpe ¿te ha hecho perder la memoria?

- Siempre serás mi mujer, y siempre me preocuparé por ti.  No debí permitirte te sentaras en el del copiloto.  Me siento responsable por ello

-No digas eso.. No debes sentirte culpable.  Fui yo la que quise sentarme en ese lugar, y además quién iba a pensar que estando parados nos chocaran

-Bueno, lo cierto es que he tomado la decisión de que voy a cuidarte.  Necesitarás, ir poco a poco.  Así que he pensado que vivas en casa, de donde nunca debiste salir



- De eso nada.  Yo tengo una casa y no es la tuya. Se cuidarme yo solita, y no te necesito para ello.  Contrataré a alguien que me ayude

- ¿ Por qué me odias de esa forma ? No insistas porque voy a cuidarte yo personalmente.  Si no quieres regresar a casa, yo viviré en la tuya.  Pero no voy a dejarte sola. No he dejado de ser tu esposo, por mucho que lo diga un absurdo papel.  Lo seré mientras viva y así será.  No discutamos por eso.

-No, y no.  Sigue adelante con tu vida. ¡ Qué ocurrencia, llevarme a tu casa !

- No es mi casa. Ha sido nuestra y lo seguirá siendo. ¿ Por qué no puedes pasar página de una vez?  Todos cometemos errores, y el mio fue grande.  Pero no ocurrió nada.  Te lo h dicho miles de veces.

- ¿ Por qué no te das cuenta de que no quiero tener nada contigo ?.  Que no deseo agradecerte nada

- ¿ Es eso lo que piensas ? Interpreto que ya no me amas y te estorba mi presencia ¿ es eso ?

- Exacto.  Me hiciste mucho daño. Más del que puedas imaginar, y aún lo recuerdo.  No puedo vivir contigo bajo el mismo techo. Debes entenderlo, y si no lo haces será peor para tí.  No tenemos la más mínima oportunidad de reconciliación.

- Pensé que con todo lo ocurrido...  era una oportunidad de volver a estar juntos... pero veo que sólo yo lo pensaba.  Está bien, no te molestaré. ¿ Puedo al menos ocuparme de encontrar a alguien que pueda estar contigo?

- ¿ Una enfermera ? ¿ Es eso lo que quieres decir ?

- No exactamente si no lo deseas, pero sí,  alguien que te ayude, que esté pendiente de la medicación si es que debes tomarla, que te lleve a pasear.  Que se preocupe de que te alimentes... de todo, que se dedique a ti en exclusiva

- Está bien, si eso te hace sentir más tranquilo. Pero sólo hasta que me incorpore al trabajo, que no tardaré

- ¡ Cómo puedes hablar de trabajo ? Has debido perder el juicio

-No estoy hablando de ir ahora, pero no voy a quedarme en casa. Posiblemente en unos días. Y ahora, sal de la habitación, por favor. Voy a vestirme

- Yo te ayudaré.  No podrás hacerlo con facilidad por las costillas

- Llamaré a la enfermera

- O sea, que tu marido...

- Te repito: ya no lo eres, y si, siento pudor en tu presencia

- Bien.  Como quieras - Y avisó a una enfermera para que la ayudase.

Llamaba todos los días por teléfono para saber de su estado, aunque algunas veces ella no se pusiera al aparato. A los quince días, decidió acudir a la galería para saludar a sus compañeros, y poco a poco ir incorporándose a su vida normal..Y así lo hizo.  Las costillas le molestaban aún, pero decidió que mejor estaría trabajando que en casa viendo la televisión.  Consultó con los médicos, y tras hacerla una radiografía, comprobaron que el proceso seguía normal, aunque aún no estaba en perfectas condiciones.

-No deberá hacer esfuerzos, entre otras cosas, porque si los hiciera, el dolor no se lo permitiría.  Si así va a hacer sentirse mejor y más distraída, hágalo pero con cuidado.

Y poco a poco fué retomando su vida.  De vez en cuando, y a pesar de que sabía que no era del agrado de su mujer, Robert pasaba a verla.  La llevaba flores ó bombones.   Los chicos hacía dias de habían vuelto a sus estudios, y retomaban sus vidas con normalidad, como si nada hubiera ocurrido.



No hay comentarios:

Publicar un comentario

Entradas populares