jueves, 24 de diciembre de 2015

Leyes - Capítulo 10 - Reencuentro

Ambos estaban asombrados con el encuentro.  Di
stintos sentimientos bailaban en sus cabezas: En la de Jenny, emoción por volver a verle. En la de él, ante todo sorpresa por su presencia, pero ningún otro sentimiento albergaba.  Hubo unos instantes de silencio, y al fin fue Robert quién lo rompió:

-- Y bien ¿qué te trae por aquí?  Espero que no sea un tema judicial
--¡ Noo !  Simplemente estaré dos días en Nueva York y como hace tiempo que no nos vemos, he pensado que quizá me invitarías a comer y charláramos de cosas intrascendentes.  La última vez que nos vimos fué muy desagradable.  Me ofreciste tu amistad y vengo a por ella.
--Estupendo. No sabes cuánto me agrada oirte decir eso. ¡ Claro que te invito a comer y a cenar...?
--Pero no a desayunar ¿verdad?
--Jenny, creo que te lo dejé muy claro...


--Pero estás solo y yo estoy sola. Somos libres ¿qué de malo hay que volvamos a recordar buenos tiempos? Yo sé que no será como antes, que no represento nada más que una buena amiga, pero podríamos divertirnos juntos.
-- Lo siento, Jenny. A comer y a nada más ¿vale?  Además ahora tengo una reputación que mantener. No, no estaría bien, más por ti que por mi.  Lo pasado, pasado está . Conservemos nuestra amistad
--Está bien, conservemos la amistad. ¿ A qué hora sales?
--A las doce estoy libre. Me esperas en la cafetería de al lado del juzgado. Termino de revisar este expediente y paso a por ti.
--De acuerdo, allí te espero.

Jenny pidió un  Martini y esperó paciente a que llegara Robert.

--¡ Qué pena!, pensó al comprobar que los planes que se había forjado con Robert habian fracasado



Pasaban las doce cuando Robert entró en la cafetería. Se sentó al lado de Jenny y pidió una cerveza para acompañarla en su Martini

-- Y bien ¿vamos a comer aquí?
--Por supuesto que no. Iremos a uno más elegante. Te mereces algo más que una cafetería

Ambos rieron y empezaron a charlar de sus respectivos trabajos. Ella extrañada de que no estuviera con la mujer por la que habían roto, le preguntó el motivo.  Robert se puso serio y contestó a su pregunta

--Te dije que posiblemente me rechazaría. Ni siquiera la volví a ver. La última vez fué el 31 de Diciembre; desapareció y ni siquiera sé dónde está.
--Entonces nuestra ruptura ´¿ no sirvió de nada?
--Si, sirvió para ser leal contigo. Yo sabía que sería difícil que ella admitiese una relación a costa de otra. Contaba con ello, pero creí que debías saberlo -. Jenny tomó la mano de él y pasó su otra mano por la mejilla  a modo de caricia comprensiva.

Se dirigieron al restaurante eligieron el menú y siguieron hablando de sus cosas. La charla era de dos buenos amigos conocedores a fondo de la forma de ser de cada uno. Hablaban con libertad `pues los años de convivencia hicieron que conocieran perfectamente la forma de pensar . Habían conseguido una amistad entrañable, lo que tranquilizó a Robert, pues no en vano había convivido durante mucho tiempo con ella. La sobremesa se prolongó. Cuando anochecía Robert la dejó en el hotel quedando en que al día siguiente la recogería para pasar el día recorriendo la ciudad. Estaba a gusto el uno con el otro. Seguro que habrían de pasarlo bien.



Cuando se reunieron de nuevo, decidieron hacer algo de turismo, pues a pesar de vivir en Nueva York había lugares que  habían visitado muy poco o quizá nada.  Jenny por su trabajo posiblemente conociese mejor el extranjero que su propia ciudad y a Robert no le apetecía visitar lugares que estaban atestados de gente.  Fue Jenny la que eligió ir a la estatua de La Libertad y allí fueron.  Pasaron toda la mañana y ya por la noche se dirigieron al hotel de Jenny. Partía temprano a la mañana siguiente.  Ella con  la mirada le invitaba a subir a la habitación y él cedió

--Jenny, sabes que no representa nada, que no volveré contigo. ¿Lo sabes?
--Claro que lo se, simplemente nos divertimos. Sin ataduras de ningún tipo. Lo sé

Subieron a la habitación de ella. El se sentía mal. Por un lado sentía la necesidad de acostarse con ella, pero al mismo tiempo le daba miedo que creyera que iban a volver. Y luego... estaba Ann. Por mucho que se empeñara no podía olvidarla.



Fué un encuentro sexual por parte de los dos. No hubo pasión ni amor en el acto.  A las seis de la mañana Robert se levantó, se vistió y escribió una nota que depositó  en el lugar que había ocupado en la almohada. Era una nota cariñosa, simplemente a modo de saludo.  Salió y lentamente se dirigó a su casa.

El encuentro con Jenny había sido una sorpresa puesto que no esperaba volver a verla, le había tranquilizado la conciencia al comprobar que ella seguía su vida adelante, su encuentro sexual lo olvidó al poco rato  No había significado absolutamente nada para él.

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