martes, 10 de enero de 2017

Matrimonio por contrato - Capítulo 5 - Virginidad

Apuró el whisky que le quedaba en la copa, y con toda la calma del mundo, pero con bastante alcohol en sangre,  subió despacio las escaleras que le separaban de la planta en donde estaban situadas las habitaciones.  Sentía furia, rabia, malhumor, que a duras penas podía contener.  Su mujer le había reprochado el que no se hubiera ocupado de ella, y él en vez de pedir disculpas, le había pedido explicaciones por mantener una amistad con el médico que la había atendido. Una inocente amistad, que no iba más allá de una tarde de teatro o una taza de té en cualquier salón de la ciudad ¿ Tan inocente todo ? No. No lo creía. Se había encontrado con una Phoebe distinta, más resuelta, más audaz , desafiante, pero... Una duda le corroía y estaba dispuesto a saber si eran verdad los rumores que habían circulado.


Antes de entrar en la habitación, trató de calmarse.  Estaba nervioso y comenzó a dar paseos por el largo pasillo, inspirando fuertes dosis de aire a sus pulmones. Pero también recordó la conversación con su padre y eso inflamó más su rabia.  Cuando lo creyó oportuno, abrió la puerta de la habitación que ocupaba Phoebe, sobresaltándola. Él creyó que estaba cerrada con llave y de un fuerte empellón entró en el dormitorio.  Se miraron fijamente; él con una expresión que asustó a Phoebe, ella con temor e incredulidad.  No le gustaba nada lo que veía en el rostro de su marido y no entendía su actitud.

Con la furia reflejada en la cara, avanzó hacia ella, que pareció  encogerse, pues temía lo peor. El retiró bruscamente la ropa de la cama y de un tirón rasgó el camisón de ella, dejándola desnuda. Estaba aterrorizada.  No entendía lo que pretendía ni por qué. El se desnudó también plantándose frente a ella, que bajaba la vista avergonzada  cubriéndose con los brazos,  no por ver por primera vez a su marido sin ropa,   sino por la actitud de él.

Rápidamente, antes de que pudiera reaccionar,  estaba sobre ella,  en la cama y ,  bruscamente separaba sus piernas. Ella luchaba por evitarlo, por retirarle de encima de ella, pero él sujetó sus brazos, al tiempo que la decía

- Ahora sabré  la verdad - repetía una y otra vez, mientras forcejeaba con Phoebe  que no deseaba aquella situación
- No, Steve, por favor, no.  No lo hagas, así no, así no

Pero él ciego de ira y de celos , ni siquiera la escuchaba y sin miramientos, sin preámbulos, de un empellón la penetró, haciéndola suya.  Phoebe lanzó un grito de dolor al tiempo que lloraba.  No deseaba ese momento, no de esa forma. Había soñado muchas veces con su entrega, pero suavemente, con caricias, con ternura...  pero nunca con aquella ira que le  daba miedo.  Steve no desistió de su posesión y siguió hasta el final, sin importarle el llanto de su mujer.  Cuando salió de ella, se tumbó a su lado, respirando entrecortadamente. Ya sabía la verdad: su mujer era vírgen, y con muestras de ello sobre la cama,  y él era el primero que la había poseído.

Ella cubrió su cuerpo con el desgarrado camisón y se giró dándole la espalda y separándose de él.  Sentía vergüenza, dolor físico y moral. ¡ Qué tristeza, qué decepcionante su primea noche de esposa !




Él se sentía molesto por su acción y arrepentido por ello, pero ya no tenía remedio ¿ Qué hacer ahora?  ¿Cómo mirarla a los ojos ?  Sentía algo distinto por esa mujer que lloraba a su lado, por esa mujer extraña que nunca le había dado motivos para lo que acababa de hacer, y sin embargo él... ¿Qué fuerza moral tenía para reprocharle nada ?  Sentía admiración por ella, y por qué no reconocerlo, la veía bonita y se sentía atraído hacia Phoebe. Su repentino viaje fue precisamente para separarse, por no caer en la cursileria de un enamoramiento, y sin embargo lo estaba. Le había conquistado con su bondad, su inocencia, y su juventud truncada.  No se atrevía a tocarla, ahora precisamente no,  pero algo debía hacer. Dejarse llevar por sus sentimientos y tratar de suavizar lo desafortunado de su proceder.

Se levantó de lado hacia ella, y la abrazó besando su cabeza y pidiéndola perdón.  No sabía qué palabras emplear, pero su corazón se ensancho y habló con toda la verdad que escondía .  Y tan verdaderas y sinceras fueron sus palabras, que Phoebe se volvió hacia él.  Se miraron frente a frente . Ella secándose unas lágrimas; él con un rictus de dolor infinito y con una luz de amor hacia su mujer por primera vez desde que la conociera.  Ella deseaba esa luz, ese momento, porque  él,  su marido,  había abandonado la prepotencia del orgullo herido, y era un marido mirando con amor a su esposa.  La besó en los labios mientras acariciaba su cara. Era la primera vez que veía el cuerpo de su mujer desnudo, la primera vez que acariciaba la suavidad de su piel, la turgencia de sus senos. La primera vez que percibía el olor de su piel y la suavidad de su garganta. Volvió a besar sus labios, pero esta vez todo era distinto. Acariciaba su rostro, limpiaba sus lágrimas y sus ojos recorrían su cara inocente y bonita que veía por primera vez con amor.

- No tenías que tomarme por la fuerza, soy tu esposa y me hubiera entregado a ti sin dudarlo, porque siempre te he amado, y siempre he soñado con el momento en que de verdad fuéramos marido y mujer. Pero de esta forma no.  Nunca he mancillado tu nombre, nunca. Sólo tú tienes espacio en mi corazón,  siempre lo has tenido.  Esta noche  ha sido la mas triste de mi vida, cuando debiera ser la más feliz.  No te obligo a nada; tienes derecho a poseerme, aunque nuestro matrimonio fuera  un contrato.  Siempre te querré, aunque tú me desprecies
- No.  No digas eso. Te pido perdón, y creo que aunque me lo otorgaras, nunca yo sería capaz de perdonarme a mi mismo. No creí sentir lo que siento por ti.  Te quiero Phoebe, aún en contra mia, te quiero.,  Por eso me fuí, y por eso regresé lleno de furia y de celos, y por eso te hice mía de esa forma tan abominable. Si algún día me perdonas, quisiera que fuéramos, de verdad esposos.  Esposos que se amen y que se pertenezcan el uno al otro.  Has cambiado mi vida, pequeña.  Nada va a ser igual
-Steve, te quiero ¿ por qué no te convences de ello ? Te he querido siempre, siempre. Y he vivido todo este tiempo pensando en que  algún día te darías  cuenta de ello , al menos, me dirigieras una mirada de ternura.  Lo ocurrido esta noche, marca un antes y un después en mi vida, pero no en la tuya. Creo que a partir de mañana debo regresar a Bibury.  Necesito pensar y tú también.  Haré frente a mi familia y te pediré el divorcio. Volverás a ser libre y no tendrás que aparentar algo que no sientes.


- No, no. ¡ Por Dios ! Te estoy diciendo todo lo contrario.  Te amo y te deseo como esposa cada día, cada noche, cada mañana, siempre. Y deseo que olvides esta horrible noche, de la que estoy arrepentido .  Te lo ruego,  si es que puedes
- No, no quiero ni puedo olvidarla. Por un momento has sido mi esposo, aunque tu solo participaras en la fiesta. Quiero compartirla contigo, que me enseñes a ser buena esposa.  No quiero ser una esposa rígida, sino la que te enamore cada noche y a la que tu enamores, para que ambos sintamos el placer de estar juntos y de pertenecernos. Yo soy torpe y tu tendrás que guiarme, enseñarme a ser mujer.  Mi madre no me explicó nada más que no debía poner resistencia cuando mi marido me solicitara, nada más.  Pero creo que hay algo más que esa sumisión; creo que debe haber placer al estar juntos y deseo que me enseñes a sentirlo contigo
- Phoebe ¿ de verad lo deseas? ¿ De verdad lo quieres ?
- Si esposo mio, lo quiero y lo deseo.

Tomó su cara entre las manos y la beso en los labios con un beso tan dulce y tan ardiente, que Phoebe por primera vez creyó estar en el paraíso.  Y se entregó a él, pero esta vez con la inmensa ternura de Steve, con la fuerza del amor que sentía por ella, y que por fin salía al exterior.  Y ella dejó que él acariciara su cuerpo, que la besara, que la susurrara tiernas palabras de amor, de amante esposo y se sintió feliz porque ella también sentía algo nuevo en su cuerpo y desconocido, , algo que nunca había sentido y el deseo ardiente que la quemaba porque su marido la diera amor y posesión. No importaba en que forma habían llegado hasta allí, pero estaban, era lo importante. Y sintió que su cuerpo no la pertenecía,, porque él había entrado nuevamente en ella, pero está vez despacio, suavemente, con dulzura,  que algo nunca antes vivido, hacía que se encorvara, que cerrara los ojos, al tiempo que abría sus labios exhalando una especie de ruido, mitad quejido, mitad suspiro. Que pronunciara el nombre de él entrecortadamente y que adelantara su cuerpo hacia el de su marido y que enroscara sus piernas a la cintura de él para estar mas cerca. Y de repente algo más fuerte que ella,  que no podría describir hizo que pronunciara el nombre de Steve mas fuerte  de lo normal y algo caliente y placentero invadió sus venas, al tiempo que´él la estrechaba mas contra su cuerpo besando sus labios y llamándola nena.  Luego se quedó quieto y ella medio desmayada, pero no lo estaba.  Sentía una inmensa felicidad y él tumbado sobe ella enlazó sus dedos entre los de Phoebe, y como en un suspiro, susurró en su oido " te quiero esposa mia".  . Ahora si habían consumado su matimonio.


Se abrazaron y él la colmaba de caricias y besos expresando sus verdaderos sentimientos tanto tiempo reprimidos.  Ella sonreía y se dejaba hacer.  Al fin habían roto ese dique de incomprensión entre ambos.

- ¿ Sabes ? -dijo él mientras acariciaba la cara de su mujer- Vamos a hacer un viaje. Donde tu quieras y cuando tu quieras.  Deseo estar a solas contigo, y además no hemos realizado el  viaje de luna de miel, por tanto ahora es el momento de hacerlo.  Justo ahora que ya hemos consumado nuestro matrimonio, de una forma un tanto extraña, que no quiero recordar. Si tu quieres lo haremos
. Si, acepto, esposo mio. No importa el camino que elegiste, lo importante es que llegaste hasta mi, y ya nada ni nadie podrá separarnos.
- ¿ De verdad lo dices ? ¿ Significa eso que me perdonas ?
- Te perdono, con una condición
- ¿ Cuál ? - respondió Steve
- Ser tu esposa dia y noche, siempre.

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