martes, 24 de enero de 2017

Keira y el Dr. O'Reilly - Capítulo 5 -La revelación de Felicity

Y llegó el fin de semana y el anunciado viaje del doctor, que ampliaría con las guardias correspondintes de su trabajo en el hospital. No podía evitar sentir cierta curiosidad por la extraña conducta de este hombre. Con el paso de los días, establecío amistad con Felicity y fue ella la que me informo  del misterio de su viaje que realizaba todos los años en esas mismas fechas. la del fallecimiento de su esposa. Iba  con la sola compañía de sus pensamientos, y sus recuerdos.   Entonces comencé a entender algunos de los enigmas de su vida.

.- Fue terrible, Murió en un accidente absurdo e inconcebible. Tenía el airbag de su coche estropeado, y aquella mañana decidió acudir al taller a que se lo repararan, La niña acababa de cumplir un año. Circulaba a poca velocidad, pero un  camión de gran tonelaje la arroyo lanzandola contra el parabrisas, depués de que se clavara en su pecho el volante del coche.Murió prácticamente en el acto. El camionero dio positivo en drogas y alcohol, pero a ella le costó la vida.  Creímos que el doctor se volvía loco de dolor.  Hacía tres años que se habían casado y Stella era su primer hijo. ¡ Eran tan felices !.  Después de aquello nunca volvió a ser el mismo.  Se encontró con su mujer muerta y un bebe entre los brazos sin saber qué hacer.  Trabajaba noche y día .  Venia agotado del hospital, pero hacía guardias sin parar.  No quería estar en casa.  Muchas noches lloraba con su hijita en brazos. Por aquí desfilaron más de una veintena de Nanys, pero ninguna le satisfacía.


- Es terrible.  No tenía ni idea
- No quiere hablar de ello. Se va a una cabaña que tiene en el bosque y allí pasa tres o cuatro días, y al regresar no le volvemos a ver en una semana. Dice que va a algún congreso, pero todos sabemos que no es así.

Todo lo supe la tarde que se marchó y mientras en el parque la niña jugaba con otros niños. Yo quería saber más.  No sé si por curiosidad o para tratar de ayudarle y comprenderle mejor. Algo extraño me estaba ocurriendo y no era lástima precisamente, sino que se había abierto una ventana de comprensión hacia ese carácter extraño que había percibido en él.

- ¿ No tiene otra relación? - pregunté a mi amiga
- No sabría decirte. Por aquí viene algunas veces una señorita muy guapa y muy frívola que no se lleva muy bien con la niña.  Por más que se haga la simpática con Stella, ella siempre la rehuye, y eso hace que su padre no se decida a darle una madrastra.  Busca en otras mujeres las cualidades que adornaban a su mujer, pero eso es imposible.

Yo guardé silencio algo sobrecogida por la revelación.  Se debatía constantemente entre su mujer, su hija y su deber como padre. No me extrañó que su carácter fuera tan raro.  Y sin embargo intuí que tenia grandes dosis de ternura, pero era seco y cortante, como para alejar a la gente de él.  Sólo la niña podía alcanzar el fondo de su corazón.  Hablamos poco durante nuestro paseo de regreso a casa, inmersas ambas en la conversación que acabábamos de tener.  Sentí dentro de mi, que el cariño hacia la pequeña se ensanchaba y la comprensión hacia el padre.


Pasaron casi dos semanas y de improviso regresó a casa. El semblante cansado, la barba crecida y hasta parecía más delgado.  Su carácter había cambiado tremendamente. Si antes ya no era simpático, después de este viaje era insufrible.Venía directo del hospital, sólo a cambiarse de ropa y volver al trabajo, y de este modo tener la mente ocupada en algo que no fuera su propia preocupación.  Estuvo aproximadamente una hora con su hija.  Sentados ambos en el suelo de la habitación de la niña, ésta narraba a  su padre todo lo que habíamos hecho durante su ausencia.

Llamó a la puerta de mis dependencias y me dio las gracias por la atención de Stella.  Sentí una pena infinita contemplar el rosto más perfilado y el gris plomizo de sus ojos.  Ahora sabía a qué se debía, lo que no podía imaginar era  la lucha interior que mantenía.  Eso lo supe bastante tiempo después y qué era lo que producía esa desazón en él.

En el comedor, aquella noche, sólo estuvimos la niña y yo.   Estaba triste.  Su papa había estado de viaje, y a su regreso tan sólo había estado con ella poco más de una hora.  Buscaba las palabras para hacerla comprender cuál era su trabajo y que consistía en ayudar a la gente enferma, aunque no obtuviese cura para él mismo.  Pero la pequeña le echaba de menos y se sentía sola.  A penas probamos bocado de la cena  y comenzó a llorar. La tomé entre mis brazos y,  acunándola  canturreando una nana, la llevé hasta su cuarto y la metí en la cama. La leí un cuento, pero ella no soltaba mi mano y puse una butaca junto a su cabecera y, así con nuestras manos enlazadas, ambas, nos quedamos dormidas.  Me desperté de madrugada con frío, pero tenia una manta  que cubría mis piernas y otro sillón estaba frente a mi.

A la tenue luz de la lamparita de noche, divisé una silueta,, que adormilada como estaba no pude bien distinguir.  Fue al cabo de un rato que me di cuenta de que era O' Reilly, del que ni siquiera sabía como se llamaba. Sólo su apellido.  Sobresaltada me incorporé y él haciendo una señal con la mano, me indicó que no me asustara. Pero estaba inquieta  ¿Qué hacía allí,?. ¿ Había vuelto del hospital por algo que hubiera ocurrido?.  Con una seña me indicó que saliera de la habitación con el fin de no despertar a   Stella


- ¿ Le ocurre algo ? - le pregunté inquieta- Felicity me dijo que tenía guardias en el hospital
- Y así es, pero...  necesitaba estar aquí, con mi hija.  Pedí a un compañero que las hiciera por mi. Mañana las haré yo por él.  Ahora vaya a descansar, yo me quedaré con ella
- Ha estado bastante inquieta desde que se fue. Le llamaba.
- Lo sé.  Siempre es lo mismo.  Es como si presintie... - Y su voz se cortó.  Sabía a que se refería pero no dije nada, como si siguiera ignorando lo ocurrido en su vida..  Nos despedimos. Él volvió a entrar en la habitación de su hija, y yo me dirigí a la mía.

Me quedé dormida enseguida, y casi a media mañana, fue cuando desperté.  No se oía ningún ruido fuera de mi dormitorio.  Después de arreglarme, abandoné mi habitación. ¿ Quién estaría atendiendo a la niña? Un descuido por mi parte; era mi competencia, mi trabajo.  Había sido una noche extraña. ¿ Qué hacía allí sentado mirándonos fijamente?  Estaba constantemente entre dos mundos, uno que le unía a su mujer muerta, y otro respecto a su hija y la obligación que le debía de estabilizar su vida.  Pero era incapaz de amar a otra mujer.  Le parecía, si así fuera, que cometía un delito: ella estaba muerta y él pensando en reconstruir su vida.  ¿ En serio trataba de reconstruirla?  No le creía capaz de amar a otra mujer que no fuese a ella.  La única mujer que cabía en su vida, era su hija Stella, nadie más.


Sin embargo yo, sentía algo muy fuerte en mi interior, que no sólo era respeto y admiración por su fuerza de voluntad.  Era un hombre joven que dedicaba su vida por entero a su pequeña y  su profesión.  Pero había otro imperativo como hombre y ese estaba lejos de resolverlo. ¿ Sería esa mujer joven, bella e incapaz de llevarse bien con la niña, la destinada a cumplir el mandato que la Naturaleza le imponía?  Era muy posible que así fuera.   Una punzada de desilusión me golpeó en el pecho.  ¿ Sería yo capaz de aceptar ese papel si me lo propusiera ?  Y la pregunta quedó en el aire, llenándome de inquietud.

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