domingo, 5 de marzo de 2017

Amor en la Red - Capítulo 13 y último - Todo en orden

Todo transcurría normal y el tiempo hacía su andadura.  Albert celebraba su primer aniversario y la casa se vió invadida  por los niños de los compañeros de Jack. Una barbacoa, piñata y la consabida tarta hicieron las delicias de todos los asistentes.  Recibió infinidad de regalos, peluches deliciosos . Hubo uno que llamaba  especial atención de todos por su gran tamaño: un oso panda enorme.   Parecía iba a ser el preferido del pequeño Albert , pero era anónimo.  Nadie conocía quién había firmado la tarjeta, sólo Chr.  Jack, sin poderlo asegurar, se imaginaba de quién era: Christine. Ocultó a su mujer la remitente, y argumentaba " será de algún paciente agradecido".  Pero Ingrid no se quedaba conforme, le parecía extraño su forma de actuar, máxime porque le notaba algo nervioso cada vez que hacían referencia al regalo.



Decidió hacerse el encontradizo con su antigua novia, y trataría de sonsacarla si ella había sido la protagonista del regalo.  No entendía el porqué lo había hecho; había quedado todo muy claro entre ellos y no estaba dispuesto a que hubiera interferencias en su matrimonio, ahora que, por fin, Ingrid estaba casi recuperada de su depresión.  No comentó nada con su mujer para no inquietarla.  Tras una llamada telefónica, Jack quedó citado con Christine.  Quería agradecerla el regalo a su hijo, pero también averiguar qué significaba aquello, ya que desde que se uniera a Ingrid no se habían visto.

La citó en la cafetería del hospital, toda vez que tenía guardia y no podía moverse de allí, y tampoco deseaba que el tiempo pasara sin saber lo que sucedía.  Algo en su interior le avisaba de algo que no podía concretar, pero que le hacía permanecer alerta.

- Christine ¿ cómo estás? - fue el saludo acompañado de dos ligeros besos en las mejillas de ella
- Bien Jack, estoy bien.  Me preguntaba si imaginarías quién había hecho el regalo al pequeñín. Ya veo que sí, que aún no me has olvidado
- Te tengo afecto.  Fuiste generosa conmigo, pero desearía que no lo tomes como una vuelta al pasado, porque eso no ocurrirá.  Amo enormemente a mi mujer y a mi hijo, y soy el hombre más feliz del mundo.  Por nada ni nadie perdería a mi familia, y si retomásemos una amistad ya extinguida seguro que pasaría.
- Nunca ha sido esa mi intención - replicó ella, ocultando la verdad-  Solamente deseaba conocer a Albert, te lo aseguro
- Me alegro que sea así. Solamente quería dejar las cosas claras entre nosotros.  Mereces ser feliz.  Y ahora discúlpame, pero debo volver.  Estoy de guardia
- Bien.  Ya he recogido el guante y no te preocupes no te volveré a molestar
- No. Te agradezco el regalo, pero te conozco lo suficiente como para saber que  tu intención es otra. Te ruego disculpes mi brusquedad, y el que te hable con tanta claridad.  No voy a dejar a mi mujer.  Nos queremos y somos felices. Nadie mejor que tú para saber lo que ocurrió entre ella y yo.  Todo está solventado y olvidado.

Jack se perdió en el interior de la cafetería para acudir a su trabajo.  Christine le vió irse con una sonrisa que podía expresar algo difícil de descifrar.




Cuando al día siguiente Jack volvió a casa, contó a Ingrid el encuentro del día anterior y ella torció el gesto, pues no veía claro la intención que le había movido a regalar al niño ese enorme osito, que ni siquiera podía manejar

- Quería hacerse notar - es lo que comentó a Jack
- Yo creo que no, sencillamente  deseaba obsequiar a Albert
- Eres un inocente, y no conoces a una mujer resentida.  No me gusta nada que mantengas amistad con ella.  No me fío.
- No seas tonta, mujer.  He dejado muy claro que no tiene nada que hacer
- Humm... No me gusta, no me gusta nada - y dando la espalda a su marido le dio las buenas noches dispuesta a dormir
- Yo también me acuesto.  Estoy cansado.  Tuvimos urgencias movidas. Espérame, voy contigo.

Ingrid se desveló con la confidencia que le había hecho Jack.  Algo en su interior la decía que estuviera sobre aviso.  No se fiaba de esa mujer, aunque en un principio al dejar la relación se quedara conforme.

- Anda, ven aquí. Estás muy segura de lo que te quiero. Buenas noches mi vida, duerme bien- dijo a su mujer al tiempo que la besaba.  No tardó mucho en quedarse profundamente dormido; estaba muy cansado

Ingrid por el contrario no podía dormir.  Se levantaba constantemente y acudía hasta la cuna de Albert que dormía tranquilo.  Pero la verdad es que algo la inquietaba.  Decidió que iría a buscar a su marido al hospital, siempre que no tuviera que hacer guardia.  Evitaría la oportunidad de que se vieran nuevamente.  Habían pasado dos meses desde este hecho, cuando Ingrid recibió una llamada desde España.  Era del marido de su madre y le anunciaba que iba a ser sometida a una intervención quirúrgica de gravedad.  Deseaba verles, especialmente al niño, por lo que pudiera ocurrir

- ¿ Pero de qué se trata ? - dijo angustiada a su padrastro
- Las pruebas  dicen que se trata de un tumor cerebral de difícil acceso, y no saben, hasta que no operen  si hay extensión. - Cuando Jack llegó a su hogar, se encontró a Ingrid muy preocupada y llorando.  Era una noticia no esperada.

- Debes ir y llevarte a Albert.  Me reuniré con vosotros lo antes posible; he de programar las operaciones, pero debes acudir cuanto antes



Organizaron el viaje y partieron hacía España, dos días después.  Se reuniría con ellos lo antes posible.  Ingrid llegó antes de que ingresara en el hospital.  La operación estaba prevista  para una semana después, pero debían ingresarla para el pre-operatorio.  Jack llegó a tiempo y consultó con sus colegas el pronóstico que tenían, y que no era muy halagüeño.  Le dieron la oportunidad de estar en quirófano con ellos y sería el portador de las noticias, a medida que transcurriera la intervención.

La suerte estuvo de su lado y a pesar de ser complicada por la situación del tumor, no había metástasis y después de diez días de ingreso, la dieron el alta para seguir recuperándose en casa.

Jack  regresó a casa , pero Ingrid y el niño permanecerían junto a ellos hasta estar recuperada totalmente.  La madre de Ingrid era feliz con su nieto y con su hija, pero el tiempo pasaba y debían partir.

- Hija, yo desearía que permaneciérais aquí toda la vida, pero debes regresar a casa, junto a tu marido,  que te necesita.  Tiene un trabajo difícil y el que tu estés allí hace que pueda descargar la tensión acumulada.  Te necesita y te echará de menos.  No hay nada más que miraros para saber lo unidos que estáis.  Tu marido es muy guapo y debes estar cerca...
- ¿ Por qué lo dices, mamá?
- Yo cometí errores sin darme cuenta de que los hombres son muy vulnerables.  El resultado ya lo sabes. Tenemos una buena amistad, pero mucha culpa de lo que ocurrió la tuve yo, aunque no me diera cuenta de ello, entonces.  Por eso te advierto, no le dejes solo mucho tiempo.- Entonces vino de nuevo a su memoria el encuentro con Christine y su presentimiento de que había un doble sentido en ella.

Cinco días después un coche la dejaba frente a su casa. Volvía al hogar, junto a Jack, que seguramente estaría en el hospital.  Al entrar, notó demasiado orden en él. Jack no es que fuera muy ordenado, por eso la extrañó que todo estuviera en su sitio.  No le gustó nada aquello.  Dejó en el suelo a Albert, cuando oyó abrirse la puerta de la calle y unos tacones repiquetear en la entrada.  De buenas a primeras se encontró frente a frente a una mujer que no había visto nunca, pero que adivinaba se trataba de Christine

- ¿ Quién es usted? - preguntó malhumorada
- Seguro que eres Ingrid. Yo soy Christine, y he venido estos días a echar una mano a Jack.  Sabes que no es muy ordenado y deseaba que todo estuviera  en su lugar para cuando tú llegases
- Es muy amable de tu parte. No tenías que haberte molestado, ya lo hubiera hecho yo a mi llegada.  No obstante, te lo agradezco, pero ya no es necesario que te molestes
- ¿ Me estas diciendo que me vaya?
- Pues ... si.  Creo que si. Debes irte
- Francamente no esperaba algo así.  Lo he hecho con la mejor intención
- Y yo te lo agradezco, pero te repito, ya estoy aquí
- Muy bien.  Cuídale, le tienes algo descuidado
- ¿ Qué es lo que dices?  No sabes nada de nuestra vida. Atiendo perfectamente a mi familia, y no eres tú la indicada para decir nada al respecto
- El no es todo lo feliz que debiera. Te quiere demasiado, por eso calla, pero ...
- Hemos terminado esta conversación.  Por favor sal de mi casa

Christine abandonó la casa, pero había sembrado la cizaña de la desconfianza.  Ingrid estaba deseando que llegara Jack; tenía que aclarar muchas cosas con su marido.  La rabia y la desconfianza la torturaban y aún había de esperar para que Jack llegara.  Se alegraba de no haberle advertido de su regreso.  ¿ Deseaba pillarle in fraganti ?  No debía desconfiar de él; seguramente habría una explicación.



Ajeno a todo, Jack introdujo la llave en la cerradura y al notar que no estaba echada, abrió la puerta llamando a

- Christine, Christine ¿ dónde estás?

Una Ingrid con el rostro descompuesto salió a su encuentro.  Se confirmaba la semilla que había sembrado unas horas antes: su marido la engañaba con su antigua novia

- ¡ Cómo has podido hacerlo !

- ¡ Ingrid, mi amor ! ¿ Cuándo has llegado y por qué no me has avisado?
- ¿ Para qué, para que no te pillara?
- ¿ Qué dices? no te entiendo
- Llegué esta mañana y mi sorpresa ha sido grande cuando otra persona ha visitado esta casa para "atenderte". ¿ En qué te ha atendido, eh?
- Nadie me ha atendido. Christine se ofreció a arreglar la casa y hacerme la comida mientras estabas ausente, nada más ¿ que piensas, que me he acostado con ella? ¿ es eso ?
- Pues si, es eso.  Al menos es lo que me ha reprochado. ¿ Quién es ella para reprocharme nada? ¿ Qué le has contado de nuestra vida ?
- Nada. No la he contado nada... Se trata de nuestra vida y no voy hablando con nadie de lo que solamente nos incumbe a nosotros.  Nunca me he sentido desatendido, no tengo motivos para ello
- Jack, ¿ qué has hecho, qué has hecho?
- Nada, no he hecho nada.  Pero ¡si a penas nos hemos visto en todo este tiempo!  Es injusto lo que dices.  Sabes que sois mi vida

El niño con su llanto interrumpió la discusión.  Era una pelea muy fuerte, como nunca habían tenido.  Ingrid se sentía traicionada, y Jack no sabía cómo apaciguar a su mujer.  Era inocente de todo lo que le acusaba, pero comprendía que ante sus ojos le hiciera aparecer culpable.  No sabía cómo arreglar aquel brote de celos de Ingrid, aunque quizá no la faltara razón para suponer lo que no había ocurrido.  Recordó su encuentro con  Christine después del cumpleaños de Albert y se dio cuenta de que era parte de un plan tramado por su antigua novia.  Pero no se saldría con la suya, no le robaría la felicidad que había alcanzado con Ingrid y,  con resolución la dijo

- Ven - levantando al niño del suelo que no cesaba en su llanto, le besó
- ¿ Dónde me llevas ?
- A que ratifique delante de mi lo que te ha hecho creer. No se puede quedar así

Llegaron frente a la casa de Christine, que salió a recibirles con extrañeza

- ¿ Qué ocurre Jack ?
- Eso dímelo tú ¿ Qué pretendes ? Te  dejé muy claro que amaba a mi mujer y a mi hijo y no perdería a mi familia
- ¿ A qué viene eso ahora? Ya lo sé...
- Tú insinuaste que teníais una relación - dijo Ingrid
- Debes haber perdido el juicio. Jamás te dije nada
- Además de falsa eres cobarde.  Te has visto pillada en tus propias mentiras.  Has sembrado malestar entre él y yo, pero ¿ sabes qué ?  No lo has conseguido.  Quiero a mi marido y él me quiere a mi.  Es mejor que te olvides de nosotros para siempre.






De nuevo en su hogar, y después de acostar a Albert, el matrimonio solucionaba sus problemas quedando claro que todo había sido una patraña.  Recordó los consejos de su madre y pensando en voz alta, repitió " nunca volveré a dejarte solo "


-Mi amor, nunca nadie ocupará tu lugar.  Eres el amor de mi vida, siempre lo has sido y deberías saberlo y no desconfiar  de mi

-Ya lo sé, pero lo dijo tan segura... y hacía tantos días que no estábamos juntos... Perdóname Jack, no volverá a ocurrir

- Dicen que lo mejor de las peleas está en la reconciliación - dijo riendo al tiempo que la besaba

Nueve meses después llegó Sara.  Una preciosa muñeca que les colmó de alegría.  Christine salió del lugar al día siguiente del hecho y nunca más supieron de ella.

A día de hoy, Jack es jefe de equipo de cirugia, Ingrid trabaja en un despacho de abogados de Fowey.  Albert y Sara van a la guardería y en menos de tres meses vendrá  uno nuevo bebé  a la familia.

La madre de Ingrid junto a su marido les visita en Inglaterra y pasan con ellos el verano disfrutando de la compañía de sus nietos.  Piensan quedarse hasta que Ingrid dé a luz nuevamente.  Siguen amándose y son plenamente felices.

Chatean con sus amigas, que menos Carmita, que permanece soltera,  pero en pareja, se han casado y son madres de familia.  Marta va por el cuarto hijo y ahora viven en La Toscana y Guilio se encarga de una empresa vinícola que atiende junto a sus hermanos

De vez en cuando recuerdan la forma en qué se conocieron y ríen felices pensando en que Ingrid no quería saber nada de familia, y ya tienen tres hijos, de momento...






                                 F    I    N


Autora: 1996rosafermu

Edición: Noviembre de 2015
Ilustraciones:  Archivo de 1996rosafermu
DERECHOS DE AUTOR RESERVADOS

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