sábado, 18 de marzo de 2017

Edelweiss - Capítulo 13 - La visita de Alistair

La puerta se abrió y frente a frente, las miradas de Cinthia y Alistair.  Ninguno de los dos daba crédito a lo que veían. Ella porque no esperaba verle allí y él porque no esperaba verla tan desmejorada. Ni siquiera se fijó en que traía a una niña en brazos, ni siquiera la vio.  Avanzó hacia ella y la abrazó, y la besó sin que ella opusiera resistencia alguna. Aún no se había recobrado de la sorpresa.  Ninguno de los dos hablaba. Fue Alistair el que recorriendo la cara de ella dijo unas palabras:


— ¡ Por Dios Cinthia ! ¿Cómo hemos llegado a esta situación?

— Yo... ¿A qué has venido?-

— A recuperarte desde luego, en la más amplia extensión de la palabra. Es difícil reconocerte. Estás delgadísima, demacrada y ... apagada.

Y entonces vió a la niña

— ¡Hola!

 No se le ocurría decir nada más.  No quería pensar en que pudiera estar casada, ni tampoco se atrevía a hacer preguntas por temor a la respuesta.  Acariciaba la cabeza de la niña y la sonreía.

—¿Cómo se llama?

—Lissa Mary

— Un nombre muy bonito ¿Te has casado? ¿Dónde está tu marido? ¿Os habéis separado?

  Ella no decía nada  ¿Cómo iba a decirle que esa niña era su hija

— Habla, por favor, di algo.  Necesito que digas algo

— ¿Por qué? ¿Por haber venido hasta aquí?

— Quiero que vuelvas conmigo,  y a Londres... Pero esta niña lo cambia todo

—Todo cambió hace tiempo

— Te equivocas. He traído las pruebas de mi inocencia, de mi verdad.  Todo fue una artimaña. ¿Por qué no hablaste conmigo antes de tomar esa decisión?

— Ya pasó todo.  No es momento de volver a recordar

— Te equivocas, es la hora de aclararlo todo ¡Mírate como estás!  Delgada, dejada, triste... ¿Qué has hecho de la chica que me enamoró? Por la que he revuelto cielo y tierra para encontrarte

— Bien, ya me has encontrado, y ahora, perdona, he de acostar a la niña

— No, no perdono.  Vas a venirte conmigo y mañana iremos de compras y a la peluquería

— ¿Y quién te dice que quiero hacerlo?

— Yo, yo lo digo ¿De quién es esta niña ? —Cinthia guardó un largo silencio, y el la apremiaba para saber la respuesta.

-—No quiero saber nada, Alistair. Por una vez se trata de mi decisión. Aquí he comenzado una nueva vida y me va bien, así que, por favor déjame en paz

—¿Qué te va bien? No hay más que verte para comprobarlo. Ahora no estás en condiciones de opinar.  He dicho que vendrás conmigo, y así se hará.

—  Pero...  ¿Quién te has creído que eres para manejarme a tu antojo?

-—Alguien que te adora, que te echa de menos, que quiere que vuelvas a ser la mujer que eras antes, que quiere ayudarte...

— Basta ya.  Creo que debes irte. Se hace tarde y la niña ha de dormir

—¿Quién es esta niña? No quiero ni pensar en lo que te habrás visto a hacer obligada para vivir

— ¿Qué estás pensando? No, esta niña no ha venido al mundo de la forma que te imaginas.  No me he prostituido si es en lo que piensas

— Entonces te has casado ¿No es eso?

— Te equivocas nuevamente.  Esta niña ha venido porque es lo que sucede cuando una mujer  se entrega a un hombre...  al primero que se presenta.

— Vas a volverme loco. Dices que no te has prostituido, tampoco te has casado, entonces ¿De quién es esta niña?  Necesito que me digas la verdad.  De ello dependen muchas cosas

— ¡Claro ! Ya no soy la chica inmaculada que tu conociste, ahora soy madre e ignoras quién es el padre. Pues vas a seguir ignorándolo.  No tengo por qué darte explicaciones de nada. Obro igual que tú

-—Te he dicho que fue una patraña, que nada de eso es cierto. Mira...

  Le enseñó un sobre que contenía la declaración y las tres fotografías, pero ella no le miró siquiera.  No podía mirarle a la cara

— ¿Cuántos años tiene la niña?

— Es pequeña, ya la ves

— Si ¿Pero cuántos? 

— Pronto cumplirá dos años

— ¿Entonces ...?

— Debes irte.  Te repito que es muy tarde 

  Él la tomó de un brazo y la obligó a que le mirase a los ojos

— No quiero ni pensar en lo que imagino.  No te creo capaz de esa crueldad. Durante ese tiempo, estábamos juntos, luego entonces...  ¿Es mía?  ¿Es hija mía?

 Ella temblaba como una hoja incapaz de responder, pero él tomándola por la cara la obligaba a mirarle de frente

— Respóndeme ¿Es hija mía? 

— Si, lo es

— ¿Y no me dijiste nada?

— Lo supe después de todo el embrollo, cuando llegué aquí.  Y no, no te iba a decir nada, porque si tenías un hijo y no lo atendías ¿por qué Lissa iba a ser diferente?

— ¡Porque es mi hija! Porque yo te amo y te he repetido hasta la saciedad que no hay otro hijo, mas que Lissa. ¿No me lo ibas a decir?  Responde ¿ No me lo ibas a decir?

—No, nunca lo sabrías

— ¿Cómo es posible que hubieras hecho eso  Tengo derecho a saberlo ¿Te parece justo que ni siquiera sepa que soy su padre?

— Márchate, por favor

-—Si, desde luego me voy. No te lo voy a perdonar —. Y soltándola, giró sobre sus pasos y Cinthia se quedo llorando amargamente.

Alistair salía furioso.  No la conocía, no es aquella chica que aconsejaba a una amiga que no desaprovechara las oportunidades de ser feliz. Caminaba a toda prisa no sabía muy bien hacia donde.  De pronto se detuvo y comenzó a pensar en todo lo ocurrido. No le había escuchado.  No sabía que todo se había producido por la mala fe de alguien ¡Cielo santo qué mal lo debe haber pasado, en un lugar extraño y además embarazada!  Todas las noches suyas pasadas en vela, no tenían punto de comparación con lo que ella habría pasado sola, y con una criatura en camino, y además pensando  que la había mentido. Se detuvo en mitad de la calle y girando sobre sus pasos, dio media vuelta y volvió a la pensión donde vivía Cinthia.

No hay comentarios:

Publicar un comentario

Entradas populares