lunes, 26 de septiembre de 2016

Regreso a Sefarad - Capítulo 2 - Aranjuez

A las ocho de la mañana ya estaban todos reunidos en el hall del hotel y Macarena explicándoles someramente lo que habían de ver en el Real Sitio.  Detrás de todos ellos se encontraba Aaron, escuchando, pero sin demasiado interés.  " ¿Por qué vendrá?", se preguntaba la guía desconcertada.  Sabía que el carácter español era abierto, y hacía todo lo posible por ser  agradable pero nunca había encontrado a nadie tan reconcentrado en si mismo, en un viaje,  que se supone era de vacaciones.

- En fin- se dijo- Yo hago todo lo que puedo.  Si no le gusta lo que ve, pues que se vaya, nadie le obliga a quedarse.  ¡ Por Dios, qué estúpido es !

Todos estaban acoplados en el microbús impacientes por emprender el viaje. Todos asociaban Aranjuez, a la pieza del maestro Joaquín Rodrigo, al concierto que dedicó a esa ciudad , cercana a Madrid

- Fué Felipe II a quién se le ocurrió la idea de su construcción para alejarse de los calores de la capital, recién proclamada  por él, ya que hasta entonces lo había sido Valladolid.  Después fueron los borbones quienes terminarían de construir el palacio y los jardines semejantes a los franceses, pero fueron distintos,  con una personalidad propia.  A los famosos jardines no sólo les cantó el maestro Rodrigo, sino también fueron pintados por el artista catalán Santiago Rusiñol, plasmando en ellos la magia y belleza de las que era poseedor

Macarena siguió dando referencias de las habitaciones más relevantes del palacio en las que deberían prestar más atención: la sala japonesa, la de porcelana, la colección de relojes que junto con la del Palacio Real de Madrid, era de las más importantes de Europa.  Las mesas de marquetería, de jade, maravillosas,  regaladas algunas por otros mandatarios a los distintos reyes españoles





Todos prestaban atención, mientras que Aaron ajeno a todos, disfrutaba del paisaje que a través de la ventanilla, pasaba veloz ante sus ojos.  Al cabo de poco más de una hora, se encontraron frente a la fachada principal del Palacio.

- No es demasiado grande, si lo comparamos con el de Madrid, pero es precioso, exquisito. Hasta su interior llegó el primer ferrocarril que circulaba desde la capital hasta el Real Sitio. Lo hizo el marqués de Salamanca en homenaje a la reina Isabel II. Más tarde lo podremos ver.

La visita transcurría normalmente, con asombro ante la belleza de lo que veían.  Por fin Aaron, mostraba interés lo que satisfizo a Macarena aliviada.  Visitaron la Casita del Labrador; otro pequeño palacio anexo al principal con las mismas riquezas en sus habitaciones. Vieron las falúas reales que en los días calurosos del verano, se deslizaban por el rio Tajo  portando a la corte que rodeaba a  los respectivos monarcas.






Ante el asombro de tanta belleza, el grupo apenas hablaba, sólo miraban, queriendo llevar en sus pupilas todo aquello que les sería imposible de olvidar.  El mediodía había llegado y decidieron parar la visita e ir a comer.  Lo harían en el restaurante "La rana verde", que estaba situado al lado de palacio y a orillas del río. No era en extremo lujoso, pero sí agradable.  Degustaron los clásicos espárragos de la huerta de la zona y las famosas fresas del lugar. Incomparables en dulzor a cualquier otra.

Degustaron el plato clásico del restaurante, hicieron su sobremesa , y después de descansar, decidieron emprender de nuevo la ruta turística.  Les faltaba por visitar los famosos jardines.

- Son públicos, puede entrar todo el mundo. Son para uso y disfrute de los vecinos y visitantes de Aranjuez - les informó Macarena, satisfecha por lo agradable que estaba siendo todo.

Entraron  en el recinto y pudieron comprobar que efectivamente, eran merecedores de las dedicatorias que habían recibido.

- Fíjense que a pesar del calor que haga fuera, aquí disfrutamos de una temperatura que invita a pasear por ellos. Son Patrimonio de la Humanidad, y cuando los conozcan comprenderán porqué.

- ¡ Hermosos ! - fue lo único que oyeron decir a Aaron lo que impactó a sus compañeros que no le habían escuchado ni una sola palabra en todo el viaje




Macarena iba en cabeza haciéndoles notar algo destacable de algún árbol, alguna fuente, alguna estatua, de todo lo que era relevante en la belleza del jardín.  Aaron la observaba: Se la notaba que disfrutaba con el relato que daba a sus turistas, y se fijó  en su pelo. El sol que se filtraba entre las ramas de los frondosos árboles, hacía que reflejaran destellos en los oscuros cabellos de la muchacha.  Entonces se fijó en ella:  era bonita, de profundos ojos oscuros. La clásica belleza española, mezcla de todas las razas de las que habían poblado el país.  Recordó que su raza ya estaba en Ivri, como en un principio los judíos llamaron a España, instalados en Aragón, antes de que los romanos invadieran el país cambiando su nombre por Hispania.



Aaron era de origen sefardita.  La familia de su madre, cuando fueron expulsados, se instalaron en el norte de Africa, en Tetuán, para no estar muy alejados de Sefarad, a la que amaban y había sido su hogar desde generaciones atrás.  Quizá pensaban que volverían, que sería por una temporada el alejamiento de sus tierras, de Toledo, y con inmenso cariño, conservaron la llave de la que fuera su casa.  Pero el tiempo pasó, pasaron los reyes, pasaron ellos mismos, sus descendientes... y nunca volvieron a Sefarad.

En la actualidad, y a raíz de la segunda guerra mundial, algunos judíos se quedaron a vivir en España, y a pesar de que el régimen imperante era amigo de Hitler, nunca tuvieron problemas para vivir entre nosotros.  Alguien dijo, no sin razón, que son más españoles que los nacidos en Iberia.  Ellos conservan nuestro idioma a través de los siglos: el ladino. Transmitido de generación en generación, lo han conservado a pesar de que la mayoría de los sefarditas ni siquiera conocen Sefarad.

Recorrieron uno tras otro todo el recinto, admirando la belleza del lugar.  El silencio y la paz reinaba en él , de modo que el canto de los pájaros se escuchaba como si fuera una sinfonía.  En sus cabezas resonaban una y otra vez las notas que inspiraron a Joaquín Rodrigo para el maravilloso concierto.  Solicitaron todos descansar sentados en los bancos que situados  a lo largo de cada paseo, hacía que se admirara más los jardines.  En uno de ellos se sentó Macarena y a su lado lo hizo Aaron


- Son fabulosos, una hermosura - dijo el joven sonriendo a Macarena
- Me alegro que le gusten.  Yo vengo casi todas las semanas con distintos grupos de turistas, y la verdad es que todos salen admirados por la belleza y paz que aquí se respira.  No me canso nunca de admirarlos.
- Es cierto. Hay una paz increíble. Sólo el escuchar el canto de los pájaros en este lugar, te invade la tranquilidad. Esa tranquilidad del que estamos tan necesitados
-¿ A qué se refiere?
- No me haga caso, estaba pensando en voz alta.  En mi país deberíamos poder disfrutar de lugares como éste
- Pero ahora todo parece estar más controlado ¿ no ?
- ¿ Controlado ? Los militares patrullan las calles y siempre estamos en permanente alerta
- Pero...¿ por qué ese enfrentamiento si están condenados a vivir juntos?
- No deseo seguir hablando de esto. No me interesa la política, no la comprendo. Las gentes desean la paz, el poder convivir, el tener trabajo, el mirarnos de frente sin temores, pero todavía no es posible.
- Algún día lo será, seguro. Todos tenéis derecho a vivir en paz, unos y otros.
- No es tan sencillo. En fin, no perturbemos la belleza de este parque con problemas que en definitiva no les va ni les viene
- Pero vivimos en un mundo en el que todo afecta a todos.  No podemos vivir de espaldas a ello porque no sea nuestro problema.  Ellos también sufren, no sólo vosotros
- Dejémoslo, por favor - dijo Aaron bruscamente, algo enfadado
- Perdón, no quise decir que tuviérais vosotros toda la culpa. Sé que todo es muy complicado, pero también sé,  que dos no regañan si uno no quiere





Bruscamente Aaron, se levantó y se alejó a paso corto del banco en donde Macarena seguía sentada.

Hacia media tarde regresaron de nuevo a Madrid.   No quisieron salir esa noche de cena y cada uno de ellos decidieron que lo harían en sus habitaciones respectivas con algún bocadillo o frugal cena servida por el mismo hotel.  Estaban cansados. Al día siguiente tenían libertad de movimientos para  hacer compras o simplemente caminar por Madrid. Macarena estaría libre también.

Una vez hubieron llegado al hotel se despidieron de ella.  Aaron se quedó rezagado hasta que estuvieron solos, y entonces abordó a la muchacha

- Creo que no he sido muy correcto y deseo disculparme con usted
-¡ Ah ! no se preocupe, no pasa nada
- Mañana estará libre ¿ no es eso ?
- Si
- ¿ Querría comer conmigo?
- Lo siento, pero la empresa no me permite intimar con mis clientes. Me encantaría pero no puede ser. Lo siento


- ¿ Pero lo haría ?
- Claro que si, pero no puedo
-Bueno pues en otra ocasión será. Buenas noches
- Buenas noches. Nos vemos pasado mañana ¿ de acuerdo ?
- Bien, hasta pasado mañana

Aaron la tendió la mano. Deseaba disculparse con  ella. Comprendía que había sido hasta grosero y frio ante la amabilidad de Macarena, que hacía todo lo posible porque la visita fuese amena. Nadie tenía la culpa de los problemas que él pudiera tener, y era injusto pagarlo con quién estaba trabajando.  Se encaminó hacia el ascensor y al llegar a él, giró su cabeza en dirección a donde había quedado Macarena que cambiaba instrucciones con el chófer del microbús referente al siguiente día de viaje.  Como si alguien le avisara, ella levantó la cabeza y sus miradas se cruzaron. Sonrió e hizo una señal de despedida hacia el hombre que aguardaba el ascensor.

Tumbado en la cama, miraba al techo de la habitación rememorando lo vivido a lo largo el día en Aranjuez, sobretodo en los jardines, en su corta charla con Macarena

- ¡ Qué sabrá ella ! - dijo en voz alta- Ella no ha perdido a nadie en ningún atentado. Es imposible comprender nada si no se vive

Se repetía esas palabras una y otra vez con mal humor, contrariado ante la incomprensión de ella.

- No es tan fácil.  Cuando se ven las cosas desde la lejanía, parece que se tienen las ideas muy claras, pero no es así.  Las cosas no son ni blanco ni negro, sino grises. Pero es inútil, nadie nos entiende.

Comenzó a desnudarse para meterse en la ducha y poder dormir mejor.  El día había sido largo y estaba cansado.  Pensaba en qué hacer al día siguiente.  Iría a conocer algún barrio de Madrid, por ejemplo ese que Macarena denominó como la judería, y que en realidad era Lavapiés y Las Cavas.  Permaneció largo rato bajo  la ducha dejando resbalar el agua sobre su nuca. Estaba tenso y eso le relajaba.  Poco a poco se quedó dormido


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