domingo, 12 de febrero de 2017

La celta que llegó de lejos - Capítulo 13 - Meigas

Edwin también salió tras ellos, dolido también por el desaire hecho a Marian.  La apreciaba mucho, pero además era totalmente injusto el rechazo, el comportamiento hacia ella..  Los nervios habían jugado una mala pasada a la joven, que alterada por todos los acontecimientos acaecidos en su vida, habían alterado también su   organismo y a pesar de que sus relaciones sexuales eran totalmente normales,  frecuentes, y   su calendario hormonal perfecto,  no acababan de elegir el día adecuado para la concepción.

No la importaba la vergüenza que la habían hecho pasar, ni la humillación, pero le dolía enormemente, la decepción de su marido, y a pesar de que James dijera que no le importaba liberarse del cargo, sabía lo que anímicamente representaba para él.  Durante años, hasta su muerte, lo había sido su padre, y anterior a éste,  su abuelo, y ahora era su turno.  Pero habían mentes que no eran todo lo legales que parecían a simple vista.  No sabía de quién había partido la idea, pero sabía que Arthur no había sido una buena elección.  No comprendía muy bien porqué, pero su animadversión por él era patente entre todos los miembros de su familia.  No le gustaba la forma en que sonreía cada vez que les miraba.  Era una mirada extraña, y hasta casi diría que lasciva cada vez que veía a Marian..

Y ellos siguieron con su vida adelante, liberados del cargo del señorío. James atendía sus tierras y a los arrendatarios.  Era un patrono considerado y amable que les ayudaba siempre que tuvieran algún problema.  Los fines de semana, lo dedicaba el matrimonio a aprender el gaélico y a montar a caballo, algo que encantaba a Marian.  Megan había regresado a su casa,en Inverness,  pero no tardaría mucho en volver con ellos. Se sentía a gusto y las dos mujeres se hacían mutua compañía, ya que Marian se aburría de tener tantas horas libres.-   Decidió salir a pasear en bicicleta, se acercaría hasta el antiguo castillo de su familia, en donde vio a James por segunda vez,  cuando se conocieron.

Miró al cielo, estaba encapotado, lo que anunciaba lluvia, así que cogió un impermeable y decidió pasar un buen rato explorando.  Miró el reloj y comprobó que aún faltaban dos horas para que llegara James del trabajo.  El reloj, al igual que el tiempo, en Wester Ross, se detenía por completo, y sonrió al pensar en la agitada vida de una gran ciudad en que siempre te faltaba tiempo para todo y siempre llegabas tarde a todo , por mucha anticipación con la que salieras.  Avisó en casa que salía y tranquilamente, enfiló la carretera en dirección al castillo.

Se perdió entre las ruinas imaginando la vida en aquella época y la cantidad de años que tardarían en construirlo. Y de repente, volvió a su memoria  el rostro de Lua pintado en el cuadro de la galería de casa. Cada vez que recorría cualquier estancia, le parecía imposible, que  anduviera ella o cualquiera de sus hijos, correteando por allí y mezclando la lengua materna con la paterna. " Si las piedras hablaran ...", suspiró.

  Hizo la intención de revisar los archivos que , guardaba James, pero para ello precisaría su ayuda o la de Megan cuando volviese a Wester Ross. Era algo que tenía pendiente y que le hacía sentir curiosidad por la vida de aquella valiente mujer.  Con la distancia que marca el tiempo y desde la perspectiva del siglo XXI, era muy fácil contemplar aquel viaje, pero había que trasladarse dos o tres siglos antes, para hacerse cargo de las dificultades por las que debió pasar y el acatamiento que tuvo para cumplir con el deseo de su padre, sin saber cómo era su prometido y si llegarían a amarse, o si él ya estaba enamorado de otra persona.  Imaginaba que miles de dudas la acompañarían en ese largo y penoso viaje hasta llegar al día de su enlace, en el que todas las dudas quedaron relegadas, ya que sintieron la mutua atracción.

Imaginaba que al igual que a ella, los primeros meses después de la boda, debieron ser difíciles, y más en aquella época en que preservaban a toda costa su ascendencia , sus costumbres y sus ritos.  Sólo el tiempo puso a cada uno en su lugar, quedando un grato recuerdo de Lua y Kendrick, para las generaciones posteriores.  Deseaba que la conocieran, porque de este modo James no pasaría tan malos ratos como los que estaba pasando.  Era lo que más la importaba, porque el resto, ritos, costumbres y demás,  eran secundarios.   Investigaría en los libros que guardaban archivados en la biblioteca,. Sentía la necesidad imperiosa de terminar lo que empezó en su primer viaje a Escocia.¿ Construía en su cabeza un cuento de hadas protagonizado por su antiguos parientes?  Posiblemente sería fruto de su mente imaginativa, porque debieron pasar muchas penurias, ya que la época que les tocó vivir fue de hambrunas, y peleas no sólo entre los clanes, también con los ingleses.

Constantemente sentía como una corriente de aire suave, que achacó a las ruinas, ya que todo eran huecos por donde el aire circulaba a su antojo.  No le prestó mas atención, pero tanto Escocia como Galicia, sabido es, que son tierra de meigas, algo en lo que ella no creía.- "Rumores de viejos ", se dijo. Pero aquella sensación extraña, lejos de intranquilizarla, la serenaba.  Sin duda convencida por sus propios razonamientos. La brisa suave con olor a flores que percibía, era sencillamente corrientes de aire por los huecos abiertos de las ventanas, y el perfume sería de alguna flor silvestre de los alrededores.

Cuando fue a salir para regresar a casa, comprobó que llovía a mares, se ajustó el impermeable, se subió la capucha del mismo y decidida montó en su bicicleta dispuesta a llegar a casa. ¿ Cómo no se había dado cuenta? La tarde había caído y al estar nublado parecía una hora mas tardía que en lo que en realidad era.  La carretera estaba resbaladiza y decidió entrar más por donde había hierba.  Pero igualmente patinaban las ruedas, y entonces comenzó a ponerse nerviosa.  Miró en sus bolsillos buscando el teléfono móvil, pero lo había olvidado en casa.  Al hacer la maniobra derrapó y cayó rodando por una pequeña cuesta abajo, pero al parar, tropezó con un árbol fracturándose una pierna.  Entonces entró en pánico. Nadie sabía dónde había ido, e inmediatamente pensó en James.

¿ Cómo saldría de allí ? ¿ Cómo había sido tan estúpida al pensar que podría montar con un pavimento como aquél empapado de agua y con tierra arcillosa muy resbaladizo.  Y además sin móvil para avisar.  La entró angustia por el susto que se llevaría su  marido.  Saldrían a buscarla, pero ¿ por dónde ?
La pierna comenzaba a doler y a hincharse.  Ni pensar en ponerse de pie.  Como pudo se levantó sin apoyar la pierna en el suelo, y a pata coja anduvo unos pasos, pero la lluvia arreciaba y en esas condiciones poco podría avanzar. ¿ Qué hacer ?  Se puso a gritar el nombre de su marido como si él pudiera escucharla desde su casa, y comenzó a llorar desorientada.  Se había hecho de noche, y tampoco llevaba linterna. Sólo una persona tan atolondrada como ella, podía haber pensado en salir con el tiempo amenazando lluvia.

Y sin querer, recordó a Lúa y su travesía desde España hasta allí.  La cantidad de dificultades que tuvieron que pasar, hasta que encontraron a Kendrick.  Si ella encontrara a James.Y entonces se dio cuenta de que la brisa suave del castillo seguía acompañándola, y un escalofrío recorrió su espalda.  No sabía muy bien si se debía a que se estaba mojando, o a la presencia extraña de Lúa. No quería pensar en ello.  Su imaginación, una vez más la estaba jugando malas pasadas, pero cada vez su angustia era mayor y su indefensión también

- Jimmy, Jimmy 

 Sollozaba asustada como una niña.  Estaba perdida.  Le asustaba la oscuridad de la noche y los ruidos de los animalillos del bosque cercano.   Como pudo, y después de mucho trabajo, se pudo resguardar bajo un frondoso árbol.  Al menos allí podría recostarse, ya que el dolor comenzaba a ser insoportable. Sintió que algo viscoso y pegajoso, corría por su pie y dedujo que tendría alguna herida . Palpó como pudo la pernera del pantalón y lo sintió desgarrado, y su miedo comenzó a ser mayor. Más allá de donde estaba había una cabaña de pastoreo, pero imposible llegar hasta ella, así que optó por quedarse bajo el árbol, que tenía la copa tan grande y frondosa, que la cobijaría de la lluvia.  Sería  su cobijo mientras no hubieran rayos. Y comenzó a quedarse algo más relajada, a pesar del pánico que sentía.

James comprobaba su reloj cada minuto, y comenzaba a ponerse nervioso.  Según le habían dicho, su mujer estaría de regreso antes de que él llegara, pero no era así.  Hacía más de una hora que había llegado y comenzó a pensar en algo malo, en algún accidente que pudiera haberla ocurrido.  No podía esperar más. Con unos hombres  que se brindaron a ayudarle, decidió salir en su busca.  Se repartirían el terreno, puesto que nadie sabía la dirección que había tomado.

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