sábado, 11 de febrero de 2017

La celta que llegó de lejos - Capítulo 12 - Los clanes

Y fiel a su idea, ambas mujeres viajaron hasta Inverness para comprar el ajuar de novia de Marian.  Megan, a pesar de querer disimularlo, estaba contenta y entusiasmada.  Eligieron un vestido maravilloso con el que se veía preciosa.  Hechas las compras, y cansadas de recorrer comercios, decidieron que era una buena idea, la de comer ellas dos en un restaurante.  Marian  no conocía muy bien el lugar, ya que Inverness lo visitó de paso hacia Wester Roos.  Fue Megan la que indicó el lugar y pagó la comida, algo que sorprendió muy gratamente a su nuera.  Marian estaba segura de que llegarían a ser grandes amigas.  Al llegar a casa, escondieron sus compras para que James no viera el vestido antes de la boda y para ello lo guardaron en casa de una de las sirvientas de confianza.  James entró en casa, notó que todo había funcionado según lo previsto y se alegró por ambas mujeres. Quizá fuera culpa suya el haber abandonado a su madre durante tanto tiempo.  Sólo hacía  falta un poco de cariño y complicidad, para que Megan sacara lo que durante tantos años había escondido. La dulzura que siempre guardó para su familia y que perdió al desaparece  Kendrick, su marido.

Durante la cena, , reunidos los tres a la mesa, no paraban de , parlotear las dos mujeres ante un sonriente James que no salía de su asombro, al comprobar que habían conectado perfectamente, algo que vendría bien a Megan y a Marian.  Esta última expuso algo para que dieran su aprobación

-James, Megan me ha ayudado a elegir el traje de novia.  Es una maravilla, pero me gustaría agregarle algo, pero para eso necesito vuestra opinión.  Había pensado llevar una banda con los colores de vuestro clan.  Por casamiento ya pertenezco a él y sería una señal de, que quiero integrarme en vuestras costumbres.  Que seré torpe al principio, porque las desconozco, pero cuento con vuestra ayuda. ¿ Qué os parece ?
- A mi me parece bien - respondió Megan satisfecha
- A mi también si es tu deseo - respondió James
- Cariño, este es también mi país, deseo que me reconozcan así
- ¿ Lo haces para que no te rechacen ? - preguntó Megan
- Espero que no lo hagan, que vean sólo mi voluntad de acatar las costumbres tan desconocidas para mi
- No te preocupes. Les conozco bien.  Al principio les costará un poco, pero después te adorarán.-  dijo James, mirando a su madre, que con una sonrisa estaba de acuerdo con su hijo.

Y llegó el día de la boda. Cuando la vio ante el altar, James se quedó mudo. Había elegido a la mujer más bella del mundo.  Estaba espléndida con su traje de novia y muy emocionada. Se escuchó un leve rumor, al hacer su entrada en la iglesia.  Sin duda les satisfacía el detalle de la banda.  Megan orgullosa de ella, levantó más su cabeza, e  irguió sus hombros desafiante:

- A ver si ahora ponen impedimentos - murmuró para si refiriéndose a los integrantes de algún clan que no estaban conformes con lo que estaban celebrando.

 Como testigo por parte del novio fue Edwin, que nunca hubiera imaginado, que aquella simpática chica que les guió por El Camino, se hubiera convertido en su prima. ¿ Por qué no le comentó nunca nada?  Sus motivos tendría, y esperaba que cuando la viera, pasado un tiempo se lo preguntaría y ella le respondiese.  De lo que no tenía duda, es que ellos se habían conocido y se habían enamorado.  Cómo si no, estarían ahora celebrando su casamiento.  Podría contar con él para lo que necesitase.  Sabía a lo que se enfrentaba.  La mayoría de las gentes que asistían a esa boda, no habían salido de sus territorios, y eran cerradas y hurañas, pero también sabía que cuando la conocieran mejor, la acogerían como a una más de ellos.  Sólo esperaba que no se demoraran en el tiempo. Que tuvieran en cuenta que era una descendiente de aquella gran señora que fue Lua, que se desvivió por mejorar sus vidas, y que tuvo que luchar con la soledad y la incomprensión de aquellos, cuyos descendientes estaban en ese acto que celebraban.  En realidad, casi todos eran descendientes de Kendrick y Lua, por tanto no eran tan ajenos a Marian.

  Y pasaron tres meses del enlace eclesiástico.  Dado que había regresado,  y casado, el clan decidió que tenían que realizar una nueva reunión para  conocer a la señora, más ampliamente, ya que, junto a su marido, representaría al clan. y,  elegir un nuevo señor, si no se cumplían los requisitos establecidos   Todos se sorprendieron al conocer  de quién se trataba, pero .  era extranjera, algo que no gustó a los más antiguos señores del clan, pero cumplía con los requisitos que le habían impuesto, a excepción de uno:   hijos.

Cuando todos hubieron llegado para la reunión, Marian salió de la estancia donde se celebraría, pero James, tomándola de un brazo se lo impidió

- No, Marian.  Tu eres mi esposa, por tanto eres la señora del clan, al menos hasta ver lo que deciden
- Pero ¿ qué hago yo aquí? Pareceré la mujer de Lot convertida en estatua,,  solo que no seré de sal.No hablo ni entiendo vuestro idioma.  Soy totalmente extraña para ellos...
-Eres mi mujer, y estoy dispuesto a renunciar a todo. No deseo continuar como señor, si tu no estás a mi lado. Y hoy se decide; no estoy dispuesto a esperar más.


Y decidieron  que le habían dado demasiado plazo.  Llevaban más que tiempo prudencial para haber engendrado un hijo que asegurase la descendencia del Señor.. Tres meses era poco tiempo, pero para los clanes era demasiado. Y James renunció a sus derechos.  Sería un integrante más del clan, pero nada más.  Megan estaba furiosa, no por que renunciase, sino porque estaban humillando a su nuera; en voz baja murmuraban que "no servía". Y cuando ya habían elegido al nuevo señor, decidió alzar su voz en defensa de esa joven, que erguida presenciaba las discusiones creadas en torno a ellos, en torno a ella, para precisar más.

- Quiero que sepáis que no voy a prestar juramento a  Arthur.  No es que tenga algo en contra de él, no es eso, pero no voy a consentir a nadie que menosprecie a mi nuera.  Es la mujer que ha elegido mi hijo, por tanto mi hija también.  Es buena y cariñosa y está siendo injustamente tratada  e insultándola por no haber concebido un hijo después de tres meses de casada.  Me consta que mi hijo es fértil. Ella no ha tenido un hombre en su vida antes que James, por tanto no lo sé, pero decidme. ¿Y si mañana resultase que está preñada? Ya no sirve dar marcha atrás, pero haced examen de conciencia y acordaos de lo que acabáis de hacer.

James ´tomó del brazo a su mujer y a su madre, y salió airado de la estancia.  No les perdonaría la duda y la humillación pública a la que la habían sometido.  No le costó renunciar al señorío, de hecho estaba dispuesto a ello, pero a Marian, ni tocarla.

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