miércoles, 19 de abril de 2017

Dos hermanas - Capítulo 8 - Algo para no olvidar

El encuentro inesperado con su cuñada, había sacudido hasta los cimientos de Arnold. No podía seguir así.  Estaba claro que ella no había indicado realmente nada sobre su ruptura con Arthur, por lo tanto, las cosas deberían quedarse como estaban.  Pero tomó una decisión, por el bien de su hijo:  comenzaría a reconstruir su destrozada vida.  Era sábado, así que acudiría al pub a ver si veía a  algún amigo y tener una charla, con el propósito de fomentar de nuevo la relación con los viejos amigos y compañeros.  Se puso un traje, y dejó a un lado los vaqueros y la camiseta, que desde que Ada faltara, eran su atuendo preferido.  Estaba como desorientado,no se ubicaba en la actualidad.  Le parecía que el tiempo se  había detenido en él, pero había avanzado para los demás.



Al entrar en el pub, fue recibido con alegria por los amigos que allí estaban reunidos, y se llevó alguna que otra mirada de las chicas que estaban pasando el rato solas o acompañadas.  Era un hombre guapo, con buena presencia, y además gozaba de las simpatías de todos los que le conocían.  había hecho un paréntesis en su vida,  primero al casarse con Ada, y  debido a su enfermedad , se había dedicado por completo a ella.  Se mantenía constantemente en vilo, esperando de un momento a otro se produjera lo que al final ocurrió.  Por este motivo dejó de frecuentar a los amigos, y se aisló en su casa cuidando a su hijo, y guardar para si su propia tristeza.

Ni sus padres, ni los de Ada, consiguieron que saliera de su ostracismo: nada le consolaba, nada le distraía, sólo la única presencia del niño.  Pero ese día decidió seguir los consejos de su cuñada. Quizá con el tiempo encontraría a alguna muchacha que volviera a poner patas arriba su cabeza y su vida. Renunció al amor voluntariamente cuando perdió a su mujer.  Le parecía imposible volver a enamorarse, pero ya había pasado tiempo desde su partida, y las heridas no se cerraron, pero atenuaban su dolor.  Por otro lado se lo debía a su hijo.  Crecía en una casa que no era un hogar,  sin alegría , por tanto decidió abrir su mente ante alguna posible aventura, y también su corazón si se presentaba.

Y no tuvo mucho que esperar.  En un corrillo de chicas, había una que no le quitaba la vista de encima, Se habían conocido antes de su matrimonio, y ante la mirada insistente de ella, Arnold, levantó su cerveza, y animado por sus amigos, la hizo un brindis simbólico, lo suficiente para que ella le regalara la mejor de sus sonrisas.  Tendría una noche de asueto.  El niño dormiría en casa de sus abuelos maternos;  Alexa se lo había llevado al cine.  Todo el tiempo del mundo era para él, y aunque le parecíera cometer un delito, entre las cervezas y sus reflexiones, decidió que aquella noche tendría una aventura si se le presentara.


Y se le presentó con aquella chica-  Ella agradeció su brindis y con una excusa se integró en la vecina mesa de Arnold y sus amigos.  No se quitaban los ojos de encima.  Ella atraída por él, y él, llevaba mucho tiempo sin relaciones sexuales y el alcohol le estimulaba.  Entre bromas y risas habían pasado las horas y decidieron que debían abandonar la reunión.. La llevaría a casa, pero Fiona, que así se llamaba, se insinuaba constantemente y  recogió el guante que le lanzaba.  Alquilaron la habitación en un motel a las afueras y allí tuvo su experiencia sexual desde que se quedó viudo.  Por tanto Fiona tuvo una noche bastante agradable e inesperada.  Tampoco él esperaba esa respuesta hacia la chica, pero no le dio más vueltas y se dejó llevar por el momento.

Al despedirse quedaron en volver a verse.  Era domingo y Fiona le propuso que el niño lo pasara con los abuelos y de esta forma tener más tiempo libre para ellos.  Eso no terminó de gustarle y se reprochaba a si mismo  el no disfrutar del pequeño por pasar un buen rato con una desconocida., así que la insinuación de ella, quedo anulada..  Se acostó.  Estaba cansado después de la juerga corrida durante la noche, pero estaba muy lejos de sentirse satisfecho, no obstante, el sueño le rindió.  Una llamada de teléfono, le despertó en el acto: era su suegra pidiéndole fuera a comer con ellos. a modo de despedida de Alexa, pues sabe Dios cuando volvería por allí.  Aceptó, y al cabo de un rato se presentaba portando un ramo de flores para su suegra.  Ella agradeció el detalle dándole dos besos en la mejilla.



Se sentía relajado y su aspecto era bueno..  Nuevamente se había vuelto a vestir para la ocasión. Alexa  le observaba detenidamente siempre que podía. Notaba que su corazón se le desbocaba cuando sus miradas se cruzaban y él la dedicaba una sonrisa.  Hubo un momento en que se quedaron solos, mientras los padres de ella preparaban el café de sobremesa, o quizá lo hicieron intencionadamente.  Arnold agradeció ese paréntesis de estar a solas con ella.  Nunca tenían ocasión de cenar juntos, o salir a dar un paseo, siempre guardaron las distancias, es como si les separase una barrera invisible incapaces de traspasar.  Se sentía eufórico no sabía muy bien porqué.  Probablemente la noche de sexo, había obrado el milagro de dejar atrás parte de su vida pasada y  encontrar fuerzas para seguir adelante.

Propuso a Alexa salir a pasear con el niño y merendar en cualquier cafetería.  Se trataba de pasar un buen rato y permanecer más tiempo juntos.  Ella dudó durante unos instantes excusándose por tener que regresar a casa y no deseaba que la noche la alcanzara en carretera

- Yo te llevo, no te preocupes
- ¿ Cómo vas a llevarme ? ¿ Y el regreso ? - le dijo asombrada
- No te preocupes, haré noche en un hotel y al día siguiente alquilaré un taxi
- No, ni hablar.  No puedo permitirlo
- Pero... ¿ cuándo volverás nuevamente?  Me apetece pasar un rato contigo y charlar de nuestras cosas
- Arnold, creo que nosotros no tenemos muchos recuerdos de los que hablar, como no sea con mi hermana, y creo que eso precisamente no te conviene.
- ¿ Sabes lo que creo? Que no quieres saber nada de mi, que cada vez es más difícil mantener una conversación contigo. En el fondo creo que me culpas de la muerte de tu hermana
- ¡ Qué locura estás diciendo ! ¡ Naturalmente que no culpo ni a ti ni a nadie de lo ocurrido!.  Estaba enferma desde que nació y nada ni nadie podría haber cambiado eso.  Mira creo que debemos posponer el paseo para otro día.  No creo que sea muy conveniente para el niño que le demostremos que, por lo que sea, en estos momentos no conectamos.  Voy a marcharme cuando tenía planeado.  Será en otra ocasión
- Si volvemos a tenerla, que es muy posible que no vuelva a darse
-¿Qué quieres decir ?
- Pues que tu tienes novio y yo posiblemente también
- ¿ Es cierto ? Creo que haces bien-  Es hora de que te quites el luto por algo irremediable.  Y ahora si me disculpas he de preparar mi maleta.
- Ve, mujer, ve.  Y despídeme de tus padres.  Yo también me voy.


No era así como había planeado el regreso  de aquel fin de semana.  No habían arreglado nada,, ni uno ni otro. Pero al menos él había roto su dique de contención. Lo que no terminaba de entender era aquella actitud que demostraban ambos de hostigamiento propio.  Era como si tuvieran algún resquemor y no terminaran de solucionar.  Nunca en todos los años que habían convivido, habían tenido una situación tan tirante como la que estaban viviendo.  Ella conocía el porqué de su alejamiento, pero y él  ¿Qué le estaba pasando ?  Probablemente no repetiría en mucho tiempo otro viaje  a Swindon.  Las últimas horas habían sido desagradables con Arnold, algo que la costaría olvidar si algún día lo conseguía.


No hay comentarios:

Publicar un comentario

Entradas populares