domingo, 23 de abril de 2017

Dos hermanas - Capítulo 15 y último -Y fueron felices

Arthur y Melissa acudieron a su cita con Alexa.  Desde un primer momento, las mujeres se cayeron bien, y supo que el destino de su amigo estaría ligado al de esa chica, bonita y alegre que se había cruzado en su camino.  Durante la comida no dejaron de reír y de contarse anécdotas de su tiempo juntos, y de la decisión tomada por parte de ambos. Todo ello conocía Melissa, y no fue impedimento para que su amistad se cimentara en sinceridad y aprecio.


- Siento mucho que Arnold no pueda estar con nosotros.  Tengo ganas de verle creo que le debo una charla - dijo Arthur a Alexa
-¿ Por qué? ¿ Ocurre algo ?- dijo ella preocupada
- Nada en absoluto, pero creo que debo hablar con él y explicarle cosas que quizá desconozca.
- ¿ Es referente a mi ?
- Si, exactamente se trata de tí. Pero no temas, no hay nada turbio ni oculto.  Los cuatro sabemos todo de todos.. Y ahora brindemos por los futuros esposos

 Arthur levantó su copa acompañado por Melissa y ambos miraron a Alexa, que emocionada  apretó la mano de sus amigos

-Deseo que vayáis a mi pedida. Será la semana próxima y solamente estaremos las familias y nuestros mejores amigos: Arthur y Melissa.
- Y nosotros iremos muy contentos ¿ Te parece nena? - dijo Arthur dirigiéndose a su novia

- ¿ Nena ? 

Alexa soltó una carcajada ante la expresión cariñosa de él.  Nunca en la breve historia de su romance la había llamado de esa forma.  Entendió que, verdaderamente  Melissa era la mujer de su vida, y pensó que no tardarían mucho en seguir los pasos de ellos.

El día de la petición se acercaba, y todos tenían los nervios a flor de piel. Y los novios tuvieron una discusión absurda, pero fuerte, que les hizo pensar, mejor dicho a Alexa, que no estaban preparados para unirse para toda la vida.  Ella subió corriendo y llorando hacia su dormitorio, y Arnold subió tras  ella tratando de que las cosas no se desmadrasen

- Por favor, cielo, abre la puerta.  Tenemos que hablar
- No, márchate
- Pero es absurdo ¿ Cómo hemos podido discutir por algo que ni siquiera recordamos? Estamos nerviosos, eso es todo. Tú me sigues queriendo, yo te sigo queriendo y todo va a seguir igual. Hemos pasado por cosas muy serias, y no va a ser una tontería lo que nos separe, te lo puedo asegurar.

 La puerta se abrió, y una llorosa Alexa apareció ante él. Arnold la abrazó y la besó mientras ella se refugiaba en su pecho sin dejar de llorar

- ¿ De verdad me sigues queriendo? -dijo ella mirándole
-De verdad, y te querré mientras viva 

 Y ahí se acabó todo.

Arthur y Melissa llegaron la víspera de la petición.  Dormirían en casa de los padres de Arnold, ya que Alexa había vuelto a casa de sus padres.  Fue un requisito indispensable: el novio no puede ver a la novia en vísperas de su enlace.

- ¡ Pero si aún faltan dos semanas- protestó Arnold
- Y podréis veros ¡ cómo no !, pero ni hablar de convivir juntos hasta que os hayáis casado. No hay que jugar con la suerte. Y yo deseo atar todos los cabos. respondió la madre de Alexa sonriendo.

Fue una reunión íntima y familiar. Las familias de ambos futuros esposos estaban muy emocionados, y aunque sin nombrarla, la figura de Ada flotaba en el ambiente.  No por añoranza, que también, sino recordando la otra petición y el destino tan cruel que les aguardaba. Pero ésta era todo lo contrario: se amaban, eran felices y con un futuro esperanzador.  Junior estaba feliz y no se separaba de ellos.  Miraba con arrobo a la que sería, o mejor, ya lo era, su nueva mamá, a la que conocía bien y adoraba.

Arnold puso en el dedo un bonito anillo con un diamante engarzado con  zafiros. Ella no pudo evitar la emoción que la embargaba al contemplar ese anillo y lo que significaba.  Su sueño inalcanzable se había hecho realidad.  Iba a unirse al hombre de su vida, al hombre que había amado desde casi una niña.  Y también recordó a su hermana y alzó ligeramente hacia el cielo una copa de champán; estaba segura que ella sonreía desde donde quiera que estuviera.


La fiesta estaba en todo su apogeo, cuando Arthur llamó a Arnold, tenía que hablar con él. Le asustó un poco la solemnidad de Arthur, pero pensaba que sería algo sin importancia;;estaba al corriente de su relación anterior con Alexa y el motivo con que se forjó.  Se ausentaron ambos y Arnold le condujo hasta la biblioteca de sus suegros, cerró la puerta  se  dispuso a escuchar lo que su amigo tenía que decirle.

- Quería tener una charla contigo, porque deseo conservar vuestra amistad siempre.  Somos adultos, de mentes abiertas y no quiero que haya violencias entre nosotros.  No sé si Alexa te haya contado cómo se fraguó nuestra amistad, que derivó en algo más, pero sólo por mi parte.  He de decirte que ella fue sincera conmigo y en ningún momento ocultó que te amaba desde hacía tiempo, y que si salía conmigo  era porque quería olvidarte, porque eras un terreno vedado.  Ni aún muerta su hermana, consideró que tu pudieras mirarla con otros ojos que no fuera  el de cuñada.  Me pidió tiempo y yo se lo di, pero un día, ambos comprendimos que era una empresa perdida.  Ella se despidió del trabajo para no crear más violencia, y yo me dediqué a vivir la vida hasta que encontré a Melissa.  Y créeme bendigo cada día a tu mujer porque me dio la oportunidad de conocerla, y la haré mi esposa no tardando mucho. Te debía esa conversación, quiero que seamos buenos amigos, pero si lo contado te va a crear algún conflicto, me ausentaré definitivamente de vuestras vidas.
- Arthur, todo lo que me has contado no es nuevo para mi.  Ella me lo dijo hace mucho.  Creo que ha sido una etapa de nuestras vida que debemos cerrar todos, y empezar de nuevo. Quiero, deseo,  que sigamos siendo amigos. Y ahora dame un abrazo y volvamos a mi fiesta. Espero que pronto acudamos a la vuestra

  Se abrazaron y, riendo ambos se reunieron con el resto que aún celebraba la fiesta.



La emotividad del enlace hizo que a todos se les pusiera un nudo en la garganta.  Había ¡tanto amor en la pareja, tanta complicidad ! que nadie puso en duda que serían felices.  El niño no paraba quieto, estaba nervioso y muy excitado. Sería él quien portase las alianzas y se sentía que también él era protagonista.  Ya podría llamarla mamá.

 La noche anterior al enlace, antes de dormirse, Junior rezó,  arrodillado frente a un retrato de su madre. Arnold le escuchaba desde la puerta, sin interrumpirle porque era un deseo expresado de un hijo hacia la madre que a penas conoció:

- Mamá, espero que no te enfades si ahora la llamo mamá.  Durante todo el tiempo, desde que tú faltas, ha sido cariñosa conmigo.  Ella me quiere y yo también.  Me permite tener tu fotografía en mi mesilla de noche, y me ha dicho que tú siempre serás mi madre, que no debo olvidarte, pero también deseo quererla a ella.  Papá la quiere y por tanto yo también debo hacerlo. No te enfadas ¿ verdad?

Se metió en la cama sonriendo.  Su padre emocionado, llegó hasta donde estaba, le acarició y le dijo:

- Mamá ha dado su aprobación. No la olvides nunca, porque ella te dio la vida, pero Alexa te ha dado también su amor y de ahora en adelante será tu nueva mamá. Ten el respeto y cariño que se merece. Y cuando tengamos otro niño en casa, será tu hermano, más de mamá y de Alexa.  Buenas noches hijo mío. Que Ada te bendiga y proteja siempre.

Hicieron una luna de miel extraña, con niño incluido: no quisieron separarse de él.  Eran una familia desde el principio, y las familias siempre permanecen unidas, pase lo que pase.  Y pasó que un año más tarde nació Ada, una preciosa niña con los más bellos ojos que se hayan visto.  Por expreso deseo de Alexa, quiso llamarla como a su hermana, como a su tía que nunca conocería, sólo por foto.


Junior estaba loco de contento: tenía una hermana a quién cuidar.  Los cuatro formaron un hermoso núcleo familiar.  En la soledad de su dormitorio, el matrimonio, abrazados sonreían satisfechos de  lo que habían creado juntos, y recordaban a menudo, una y otra vez, que no habrían dado ni un centavo por esa relación.  Y se reían felices.  Vivian en una preciosa casa recién estrenada que Arnold había diseñado especialmente para ellos, para regalársela a su esposa.  Sería diferente a todas las construidas y por construir. Sería irrepetible, como lo era ella, que le había colmado de felicidad.

Estaban desayunando una mañana de domingo, y se preparaban para hacer una barbacoa toda la familia reunida.  Era un día de principios de verano y hacía un día precioso.    Todos intervenían en la preparación de los ingredientes.  Los consuegros con una cerveza en la mano y ellas riéndose de ellos.  Arnold y Alexa ultimaban todos los detalles, y Junior sentado junto al corralito de su hermana, a la que no dejaba sola nunca.  Una bocina les alertó de que alguien llegaba; unos invitados muy especiales: Arthur y Melissa.  Todos se abrazaron y fue Melissa el centro de atención

-¡ Melissa ! dijeron las mujeres al ver cómo había aumentado el vientre de su amiga desde que la vieran por última vez- ¿ Para cuando?
- Poco más de un mes y seremos padres
- ¡ Oh Arthur, Melissa,¡ me alegro tanto por vosotros ! - Dijo Alexa abrazándose a su amiga.


Y pasado ese tiempo nacieron gemelos: chico y chica. Les pondrían sus mismos nombres.  Su mistad siguió a través de los años, y sus hijos,  también amigos de los otros hijos, formando todos juntos un gregario grupo.  Tuvieron sus dificultades y regañinas, como ocurre en todas las vidas, de todas las personas.  Pero se amaban ¡ tanto ! que sus enfados no duraron más que un par de horas.


                        F    I    N

Autora:  1996rosafermu
Editada:  Abril  de 2017
Ilustraciones:  Internet

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