lunes, 4 de abril de 2016

Lucía - Capítulo 12 - El placer primero

Vertió un poco de champán en ambas  copas y le dio una a Lucía.

— Creo que se impone un brindis— dijo sonriendo— Por los días que nos aguardan
—Porque así sea—respondió Lucia y bebió un pequeño sorbo

Depositó las copas sobre la mesa, y se aproximó a ella.  La besó con ternura, lenta, suavemente, pero con todo el amor del mundo del que era capaz de sentir.  Deseaba que ella se relajara: habría de tener paciencia...  todo llegaría.... El deseo...y, el placer también.

Poco a poco la iba desvistiendo, sin dejar de mirarla.  Ella se dejaba hacer, y un rubor asomaba a sus mejillas. Los labios de él buscaban los suyos y poco a poco recorrió el espacio de su boca hasta el principio del escote.  Por momentos ella sentía algo nuevo y desconocido, pero delicioso y, cada vez se abandonaba más a las expertas manos de Sean.


 Tumbada en la cama, mostraba  su cuerpo desnudo ante la mirada de él, venerando, amando aquel cuerpo que se le iba a entregar.  Él también se despojo de la suya; ya estaban los dos iguales, como Adán y Eva en el paraíso. Lentamente subió a la cama y entrelazó sus manos con las de ella. La besaba, la susurraba dulces palabras junto al oído, suavemente, embriagándola de amor y placer. Entonces, fue cuando tomó posesión definitiva  de su cuerpo y, ahogó con su boca en la de ella, el quejido que Lucía lanzó.  La abrazó fuertemente.


Ya todo se había consumado; le pertenecía totalmente.  Sentía que no sólo el placer le embargaba, todo el amor del mundo lo depositaba en aquel acto, queriéndoselo transmitir  a ella. Y secó con sus besos, las pequeñas lágrimas que despacio se escaparon de los ojos de Lucía  surcando levemente sus mejillas.

  En ese instante supremo,  sin poderlo evitar, se acordó de Peter y su rostro borroso, quedo oculto por el de Sean que cerca de  su cara tenía la expresión extraña de sentir un placer infinito. La nombraba suavemente, pero insistentemente y entonces ella sin poderlo evitar, arqueó su cuerpo, agarró fuertemente la ropa de la cama y abrazó la cintura de él con sus piernas.  Algo nuevo, nunca antes sentido comenzó a invadirla. Unos jadeos, suspiros y palabras entrecortadas, salían a borbotones de su boca ,incontrolables, maravillosos.  Era la primera vez que sentía algo así, y no deseaba que aquello terminara.  Deseaba que fuera eterno. Deseaba que las caricias, los susurros y los besos de Sean, nunca terminaran, y que la boca del hombre sellara la suya, porque sentía una fuerza incontrolable de  gritar con todas sus fuerzas, y no deseaba hacerlo.  Solo quería que aquella sensación no terminase nunca.


 Cuando todo el éxtasis se iba calmando, extendió sus piernas a lo largo del cuerpo de él, y un letargo  la dejó como extenuada.  Mientras Sean acariciaba su cara , sus cabellos y besaba,  una vez más,  su dulce boca. Se la cerraban los párpados.  Se sentía lo mismo que un muñeco roto, sin fuerzas para hablar ni para expresar más que unas palabras,  que a los oídos de Sean,   sonaron a música celestial

— Te quiero Sean, te quiero
— Yo también, mi vida. Mucho.  Has sido mi sueño que creí inalcanzable, pero por fin ya somos un solo cuerpo y, así será en el futuro.  Eres mi rumbo, mi mundo entero. Siempre te amaré, mi dulce y pequeña Lucía. Ahora descansa

Poco a poco, sus párpados fueron cediendo al reclamo del sueño.  Nunca había estado tan relajada  como lo estaba en esos momentos.  Él apoyó su cabeza en el pecho de ella y rodeó con su brazo el cuerpo de su amada,. Lentamente el sueño les invadió.

Sean, observaba el rostro de ella, relajado, distendido. " No es un sueño" se repetía una y otra vez. No  quería moverse  para no despertarla.  Deseaba contemplar su cara. Muy suavemente, acariciaba su piel suave, cálida. Pronto sería su mujer.    Construiría una nueva casa, en el lugar que ella eligiera.  Todo era nuevo para ellos; todo debía ser nuevo para ella.  Sería una relación de noviazgo relámpago; ahora que la tenía, no quería desperdiciar ni un instante.  Deseaba tenerla una y otra vez y sentir como ella respondía a su placer .

 Era ¡ tan bonita ! ¡ tan dulce y sensible ! Pero...  ¿Por qué lloraba ? .¿ Se acordaría de... ?  No quería pronunciar su nombre.  En este momento tan íntimo, no quería que él estuviera presente.  Sólo les pertenecía a ellos; ella sólo le pertenecía a él.  Por algún milagro eso era así, y no habría fuerza humana que pudiera cambiarlo.  Ella comenzó a despertarse, y sus ojos se encontraron



— Buenos días pequeña—. Fue su saludo con una sonrisa feliz
—Buenos días Sean— respondió ella tímidamente, subiendo la ropa de la cama para tapar su desnudez
— Te quiero , te quiero como nunca pensé que podría hacerlo.  Ha bastado nuestro encuentro de ayer, para multiplicar por mil los sentimientos que me inspiras. Quizá porque estaba convencido que nunca me querrías, y sin embargo... Ya ves... Aquí estamos los dos, amándonos con todas nuestras fuerzas
—Sean...me intimidas con tus palabras
—¿ Te intimido ? Es lo que siento por ti.  Lo que he callado durante mucho tiempo, lo que pensé que nunca ocurriría.  Mi sueño imposible hecho realidad.  Me perteneces, eres mi tesoro, y como a tal te cuidaré y amaré
— Yo también te amo, Sean. Yo tampoco me explico lo que ha ocurrido anoche aquí. Ni me explico el cúmulo de sensaciones que me hiciste vivir, todas nuevas, todas sentidas por primera vez.  Nunca antes había experimentado algo semejante
— Mi cielo.  Habrás de acostumbrarte porque lo vas a sentir muy habitualmente, y con más intensidad,. ya lo verás.  Por ejemplo ahora mismo

Y besando su boca y acariciando su cuerpo volvieron a sentir el placer extremo de amarse nuevamente.

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