viernes, 29 de abril de 2016

Los O'Connor - Capítulo 6 - Tu rostro envenena mi sueño

Primero entró Iris en la casa, intentando que nadie la viera, aunque fue inútil; tanto Paul como Louise la vieron subir las escaleras rápidamente, algo que les extrañó.  Al cabo de unos instantes lo hizo Brendan, con cara de pocos amigos.  Al ser preguntado por su madrastra por la forma de actuar de ambos, solamente dijo:

- Hemos discutido -, y se perdió en su habitación.



Louise y el mayordomo, se miraron perplejos, pero no dieron importancia: " es cosa de jóvenes ", pensaron, y cada uno de ellos siguió con lo que estaba haciendo.  Iris no bajó a comer alegando que estaba algo indispuesta

- Seguramente he cogido algo de frio- es lo que dijo

Brendan si lo hizo, pero a penas probó bocado. Sean no se apercibió de la situación, y su mujer no quiso comentar nada, para no darle más importancia de la debida.  Sabía que Brendan no tenía mucha conexión con Iris, y no le extrañaba que se hubieran peleado.  El almuerzo siguió sólo con la conversación de los esposos y tía Susan, que miraba de reojo a su sobrino extrañada de su ceño fruncido constantemente.  En cuanto terminó la comida, pidió permiso, se levantó y salió de su casa con la excusa de reunirse con sus amigos.

Iris con rabia y dolor se duchó refregándose la esponja por el cuerpo como para arrancarse la piel; de repente paró y se acurrucó en el suelo de  la ducha llorando desesperadamente por el dolor que le había producido al actitud de Brendan. Trataba de calmarse, aunque no lo conseguía, y por la tarde se decidió  a hablar con Sean,  sin decirle el verdadero motivo.   Se dispuso a no dejarse convencer,  en el caso de que su tío insistiera en que acabase sus vacaciones.  Como suponía,  Sean insistió en que debía cumplir el plazo que se había establecido, es decir,hasta unos días antes de empezar el nuevo curso. Ella se mantuvo firme alegando que su padrino la necesitaba y Susan sospechando que algo había ocurrido entre los jóvenes, se puso de su parte y al fin Sean cedió a su pretensión.



Al día siguiente muy temprano inició el viaje de regreso a casa por el mismo camino que la trajo hasta allí. Antes de partir, dirigió su mirada hasta el balcón de Brendan, pero el joven ni siquiera estaba asomado. Lo que ella ignoraba es que él la observaba desde el interior y había permanecido en vela toda la noche.Estaba arrepentido de lo ocurrido y no se explicaba qué extraña razón le había conducido a agredirla de esa manera. Pensó la influencia de los amigos, y  al tiempo se reprochaba que ellos habían sido los inductores, pero él no debió seguir el juego. La mirada mitad asombro, mitad dolor de Iris, no se le había borrado de su cabeza en toda la noche y era como un martillo que le golpeara  constantemente.

- Lo siento, lo siento- repetía por lo bajo a través de los visillos de su ventana, cuando vio partir el coche en el que iba Iris rumbo a Madrid.

Durante el día volvió al trabajo y trato de concentrarse en él.  No quería pensar en ella, pero irremediablemte una vez y otra, su recuerdo volvía.  Ya no estaba Iris. Miró su reloj y pensó que a esa hora ya estaría en Madrid, y probablemente su tio Philip supiera lo ocurrido.  No cenó alegando que estaba cansado y se refugió en su habitación, metiéndose en la cama.  Trataría de dormir, a ver si así se olvidaba de ella.  Pero el rostro asombrado de Iris invadía su sueño.  Era inútil despertarse; y volver a quedarse dormido.  Una y otra vez el sueño se repetía.  Veía su cuerpo ensangrentado y llorando de rodillas frente a él, que la miraba con rostro despectivo. Optó por levantarse.  No dormiría más; no quería verla más.  Con mano temblorosa, descolgó el teléfono.  No sabía porqué lo hacía. ¿ Para pedirla perdón , ó simplemente escuchar su voz ?  No tenía las ideas claras ¿ Qué le estaba ocurriendo ? Acaso ¿ le remordía la conciencia? Si al menos se hubiera quedado, trataría de hablar con ella, de que le perdonase, aunque creo que no lo haría nunca.  Pero así en la distancia...
Y escuchó la voz de Iris en el mensaje de voz, y un escalofrío recorrió su cuerpo.

En el aeropuerto de Dublín Iris se despidió de Paul con lágrimas en los ojos dándole un abrazo y susurrando " lo siento tanto "... No dijo más, Paul no entendía a qué se refería, sólo tiempo más tarde lo comprendió todo.   Se perdió entre  todos los pasajeros  que iban a tomar el vuelo que le conduciría a Madrid, con el padrino. Con él se sentía segura y confiaba en poder olvidar todo lo ocurrido.  Y llegó a casa.

El padrino le preguntaba absolutamente por todo: como era su nueva cuñada, cómo estaba Susan, cómo los muchachos ...

-Por cierto tengo que hablar con Brendan de un asunto que quiero arreglar-. .Iris se echó a temblar y pensó "Dios mio, no puede ser que se haya enterado, me hubiera dicho algo".   No era de eso que ella imaginaba de lo que quería hablar con Brendan, sino del futuro de su  querida Iris. Quería que estuviera segura si él faltase,  y puesto que el heredero de la dirección iba a ser Brendan a pesar de ser joven, quería  dejarlo todo bien atado para que ella  disfrutara de una vida tranquila.

Brendan no la llamó ni una sola vez, una llamada que ella esperaba con ansiedad, siquiera para disculparse, pero nunca volvió a saber de él. Transcurrieron los días,  y de repente una mañana al levantarse sintió unas náuseas espantosas y un malestar que nunca había sentido. Extrañada pensó que posiblemente la cena le había sentado mal o muy probablemente los nervios de empezar un nuevo curso: su primer año de universidad. Estuvo molesta durante todo el día, pero no comentó nada. Phillip en la cena se la quedó mirando y observó que tenía muchas ojeras y que de repente rechazaba la comida y urgentemente se dirigía al baño con náuseas. Al día siguiente le volvió a ocurrir lo mismo, y entonces el padrino le comunicó que ese mismo día irían al médico.



Fueron al doctor que  atendia a Philip  y   solicitó al padrino  que le dejara a solas con ella. El médico le indicó que la tenía que hacer algunos análisis y entonces le diría el diagnóstico,  aunque en ese  momento le haría una ecografía.  Al terminar el reconocimiento,   dijo  a Iris:

-  Lo que me imaginaba, estás embarazada.

 Se le heló la sangre en las venas, no atinaba a decir palabra, no era posible que aquello la estuviera ocurriendo. ¿ Cómo se lo iba a decir a su padrino, qué le iba a decir, qué iba a pensar de ella? No pudo contener las lágrimas y temblando le confesó al doctor lo que le había ocurrido pidiéndole que le guardase el secreto ,  el doctor le aseguró que así sería, era secreto profesional entre médico y paciente.  Llegaron a casa. Ella no quiso cenar y le dijo a Phillip que tenía que hablar con él urgentemente, no cabía demora.  Tragó saliva le cogió las manos y le contó toda la verdad entre lloros y temblores. A la exigencia del padrino de que le confesara el nombre del infame, ella declaró el nombre de Brendan.

-  No es posible, no es posible. Es la persona en la que más confiaba, es mi sobrino preferido, mi elegido. No es posible- Repetía una y otra vez dando vueltas por la habitación. No daba crédito a lo escuchado ¿ Cómo ? ¿ Por qué ? Conocía a Iris y a Brendan también, pero no obstante, daba todo su crédito a lo contado por ella.

Lleno de furia descolgó el teléfono y solicitó hablar con su hermano. Se encerró en el despacho, pero Iris pudo oir perfectamente las voces que daba enfadado y la exigencia que planteaba a su hermano, que no menos irritado, negaba  lo que estaba oyendo. Al final acordó con Sean que éste hablaría con Brendan en cuanto llegara del despacho y esa misma noche tendría su respuesta.
Iris temblaba de pies a cabeza. Solamente una vez le había visto de esa manera y fué cuando fallecieron sus padres. Estaba nervioso sin dejar de pasear por la estancia, ni siquiera la miraba y ella pensaba que la culpaba de algo de lo que no era responsable.  Pero se equivocaba.  Phillip era el que se acusaba a sí mismo de haberla dejado ir fuera de casa, debería haberla protegido de los peligros que podía correr. Echó de menos más que nunca a Estela, y se repetía: "si hubiera vivido su madre la hubiera advertido de todo y no la hubiera ocurrido nada". Se pasaba la mano por la cabeza como queriendo ahuyentar todas las ideas que se le venían a la mente.



Como a las diez de la noche sonó el teléfono y rápidamente Phillip lo descolgó; sabía que era su hermano para darle una solución. No se equivocó, era Sean con voz temblorosa confirmando lo que Iris le había contado. Tuvieron ambos un largo silencio como si se les hubieran acabado las palabras, y de repente Sean anunció:

- Se  casará con ella rápidamente, por poderes y de esta manera no habrá escándalo. Ella no tendrá por qué preocuparse y seguirá su vida como si nada hubiera ocurrido. El ha cometido un error y tendrá que repararlo. Tendrás noticias nuestras en breve. Adiós-.  Y colgó el teléfono.

Phillip se quedó pensativo observando el aparato como si no hubiera oido bien y de soslayo miró a Iris  que estaba expectante, llorosa y muy pálida.  Al anunciarle lo que habían programado para sus vidas, ella se negó en redondo. No ataría su vida a una persona que ni siquiera le había pedido disculpas, no era capaz de soportarlo. Ella dijo que no, pero el padrino tajante la dijo:

- No hay más que hablar, os casareis pero viviréis cada uno vuestra propia vida; esa criatura tendrá un apellido y por eso te tienes que sacrificar. No eres tu,  es la criatura que viene en camino la que deberá acaparar todo tu esfuerzo.
-Pero me da vergüenza, padrino. ¿ Qué dirán en la universidad mis compañeros?, se reirán de mi.  No , me niego

Entonces Phillip se arrodilló frente a ella y tomándola de las manos y abrazándola después la dijo

 --Nos iremos a vivir a donde no nos conozcan, tendrás a tu hijo, le querremos y cuidaremos y tu irás a la universidad a seguir tus estudios.
-Pero padrino me dará vergüenza aunque no estemos aquí
-Seguirás los estudios en la universidad a distancia, y para el siguiente curso,  cuando tu hijo haya nacido, irás como un alumno normal. Buscaremos a una mujer responsable que nos ayude con el bebe y todo lo solucionaremos.

La abrazó tiernamente como un buen padre que era y juntos lloraron, silenciosamente.
No había transcurrido ni una hora cuando de nuevo sonó el teléfono; esta vez era tía Susan que llamaba llorando y llamando a Iris.

- Sabía que había ocurrido algo, lo sabía, no hacía más que repetir esas palabras-. Al final más calmada les dijo:

 - Mañana mismo me pongo en camino para allí, no os dejaré solos, no a esa inocente niña. Mañana nos vemos, os quiero.



Dicho y hecho; tia Susan llegó a Madrid por la noche del día siguiente. Se fundieron en una brazo largo y entrañable los dos hermanos pues hacía tiempo que no se veían y a Iris cogiéndola en su regazo la abrazó,  calmándola.  La acunaba como si de una niña se tratara, abrazándola y besándola en los cabellos.

-Quiero ser como una madre para tí, pequeña. No estarás sola, nosotros os cuidaremos a ti y a tu hijo, no estarás sola.

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