domingo, 31 de julio de 2016

Volver a los diecisiete - Capítulo 7 - Confidencias

Puntual a su cita, Carmina acudió al restaurante donde había quedado con Ramón.  Ël ya había llegado y la aguardaba tomando un Martini. Ramón y ella habían conectado perfectamente desde un principio. Quería y comprendía a su suegra.  A veces, además de ternura, le inspiraba lástima.   Cómo siendo una mujer tan especial, había tenido poca suerte en la vida.  Cierto era que tenía una familia maravillosa, unas hijas y nietos que la adoraban y unos yernos que la querían, además de respetarla muchísimo. Pertenecía a la generación perdida,   la que siempre había llegado tarde para todo.  Por eso cuando la vio con aquel hombre, y su sonrisa hacia él, era tan especial. se alegró que de una vez hubiera roto las cadenas que la ataban a su anterior vida.   Aún era joven, libre y no tenía responsabilidades, nada más que su propia vida.

 Carmina  alzó el brazo para llamar su atención. Se   dirigió hacia donde el maître le había indicado que la aguardaban.

—¡ Hola, Ramón ! ¿ Cómo estás?
—Yo, bien. A tí no hace falta preguntarte. Te ves espléndida. ¿ Quieres tomar algo?
— Si. Lo mismo que tú

 Ramón llamó la atención del camarero y le pidió un Martini seco.  Mientras lo servían, le  preguntó




-—Y bien ¿ De qué querías hablar conmigo ?
-—Que conste que estoy de tu lado y me alegro enormemente que retomes tu vida, pero... También me preocupas.  Te quiero mucho, ya lo sabes y, me da miedo que la vida te vuelva a maltratar
— Sé que me quieres y por eso accedo a hablar de mi intimidad como si fueras un hijo, que es como yo te considero.  A tí si puedo contártelo, pero no a Raquel.  me da miedo su reacción, por eso lo voy demorando, aunque sé que tarde o temprano tendré que hablar con todos vosotros.
— ¿ Quién es, Carmina ?
-—Es un prestigioso abogado, de mi misma edad. Con él he sabido lo que es tener ilusión de nuevo. Me alaga, me quiere y estamos a gusto juntos. Quiere casarse conmigo, pero le he rechazado porque sé que de hacerlo perdería a mi familia, y sois demasiado importantes para mi.  Mientras tanto, vivimos, simplemente. Vamos al cine, al teatro, hacemos algún que otro viaje y, si tenemos oportunidad,  nos acostamos juntos. Ya lo sabes todo.  El otro día nos vistes cuando salíamos de cenar; paseábamos simplemente.  Lo que queremos es estar juntos.  Yo dejé atrás mi juventud demasiado pronto y sabes de sobra las circunstancias últimas de mi matrimonio... Él me infundió las ganas de vivir, me valora. A su lado no soy una mujer florero, soy simplemente su compañera. He de decirte que es soltero y ha corrido muchas aventuras, pero a nuestra edad necesitamos cariño y sosiego. Yo gozo de vuestro cariño, pero necesito algo más... Si no fuera por Manoli hace tiempo me hubiera hundido en una depresión.  Mi vida de casada ha sido frustrante debido a la época que me tocó vivir. No culpo a nadie. Era la vida de entonces, pero ¿ te imaginas a los cuarenta años, cuando estás en plena ebullición sentirte abandonada por una chica que podía ser su hija?  No lo quise ver antes, pero el mazazo que recibí cuando me enteré  de la causa de su fallecimiento, fue demoledor.  Raquel no lo comprende; ella amaba  a su padre y si yo cambiara de forma de vivir, me consideraría... no sé, como a la esposa indigna que olvida a su marido, a pesar de los años de luto transcurridos y a pesar de que como marido dejaba mucho que desear.  Me negaba la intimidad del matrimonio. Siempre tenía una excusa, pero la verdad es que lo hacía porque encontraba la satisfacción en otra cama. ¿ Comprendes ahora el porqué de esta nueva ilusión? Porque he vuelto a la juventud, siento como si el tiempo se hubiera detenido en los días en que me la  hicieron perder   cuando aún era joven.. Y ha renacido a mis cincuenta y seis, pero me siento joven, viva, ilusionada.  Con él soy feliz en todos los sentidos... ¿ Me entiendes ? Aunque sé que no durará, que es imposible...  Raquel me dará a elegir, estoy segura...


—¡ Carmina ! no conocía tus pensamientos ni tus desengaños, y ahora te admiro aún más. Siempre estaré a tu lado y estoy seguro que Luis También. Manoli por descontado, así que ya somos tres contra dos... Pero debes decírselo a las chicas 
—Ya lo sé, pero me da miedo

—¿ Quieres que hable con Raquel?   Alicia es más dócil y comprensiva...
—Si, pero ella apoyará a su hermana. Estoy segura.

Ramón trató de convencer a Carmina para ser su avanzadilla, pero ella insistió en que debería hablar directamente y, para ello se decidió para el domingo de esa semana, se reunirían a comer y entonces a los postres hablaría con ellos.

Se despidieron y Ramón la abrazó con cariño y respeto. Más que nunca admiraba a esa mujer que no había sido feliz y que cuando el amor  llamó a su puerta,  tendría  que luchar contra la incomprensión de una hija egoísta e intolerante.  Si necesitaba su apoyo,  él se lo daría sin dudarlo.  Decidido se encaminó hacia el  lugar en dónde Adolfo tenía su despacho.  Hablaría con él.  Entró en una cafetería para hacer tiempo hasta que llegase la hora  de entrada al bufete.  Subió a la planta del despacho y se presentó a la secretaria que le recibió

— Dígale a don . Adolfo que soy Ramón, el yerno de Carmina 

 Fue recibido inmediatamente.  Ambos hombres se estrecharon las manos.

—¿ Quieres tomar algo ?
—Un café, por favor. Acabamos de comer Carmina y yo
—Ya... ¿ Sabes lo nuestro, pues?
—Si. Os vi la otra noche. Me alegro por ella. Se la ve más feliz desde que te conoce y eso me alegra. Merece ser feliz. Es muy buena y cariñosa. Es capaz de dar amor a manos llenas, pero también precisa recibirlo y no siempre ha sido así.  Te vengo a hablar de mi mujer, Raquel. Es buena madre, amante esposa, pero demasiado rígida con su madre.  El "accidente" de su padre le rompió muchos esquemas, no lo entendía y culpó de todo, inconscientemente es verdad, a su madre... ¡ Pobre Carmina !, la más inocente de todos.  Aún no ha asimilado que su padre no volverá y que su madre merece ser feliz y que no por eso deja de respetar a su padre.  Quiero que sepas que nos ha emplazado para el domingo, y que contará a todos vuestra relación.  Deseo y confío que todo salga bien, pero... Raquel es muy testaruda...  Ella te pondrá al corriente sin duda.  Quiérela y protégela, porque si todo sale mal, mucho me temo que tomará una decisión que no os conviene


Se despidieron y Adolfo se quedó con la sensación de que estaban en el filo de una navaja y la más vulnerable, Carmina, se enfrentaba sola a su familia.

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