miércoles, 20 de julio de 2016

Historia de dos familias - Capítulo 7 - Regreso a USA

A la mañana siguiente,  Robert,  pasó por la casa de Perla. Le remordía la conciencia por el tiempo que le había obligado  a permanecer dentro del agua. Al tiempo de sentir pesar, empezaba a disfrutar con el juego que traian de  ver quién gastaba la broma más pesada  al otro. Esta vez no sentía la misma satisfacción, lo sentía de verdad.  Se sentía culpable.  Cortó unas flores del jardín de la finca y fue a preguntar por ella; esperaba estuviera levantada:

--Buenos días María ¿cómo ha pasado la noche la señorita?
--Pues señor, ha tenido una fiebre muy alta. Ahora le he dado una pastilla y parece que se encuentra mejor
--¿Pero está en la cama?- preguntó extrañado
--Si. He tenido que reñirle porque se quería levantar
--¿Puedo pasar a verla?
--Desde luego

Dando unos golpes en la puerta Robert pidió permiso para entrar en la habitación. Al ver Perla que se trataba de Robert, se enfureció con él

--Muchas gracias. Mira lo que has conseguido. Que me enferme
--Lo siento Perla, no fue mi intención perjudicarte. Se trataba de una broma.
--Si supieras lo fria que estaba el agua...
--Lo siento de veras.  Pero recuerda que lo comprobé  yo mismo, y no era para tanto.Aparte de interesarme por ti, también vengo a decirte que me voy a casa, a América y quería despedirme. No quiero que tengamos esta tensión absurda, de crios. Deseo, de verdad, que seamos amigos. Perdona todas las molestias que te he dado
--Está bien, tengamos paz. Además ahora que te vas, ya no discutiremos más





El Otoño se echó encima y el pueblo se veia más despoblado ya que la gente se refugiaba o en el bar  o en sus casas. David y Perla se reunían después de trabajar para dar una vuelta, hablar de "sus cosas" y tomarse un café en el bar del pueblo. Los fines de semana después de atender al ganado y si no tenían ningún caso que atender, iban a pasar el día a Cáceres. Allí comían en un restaurante, o iban al cine, a la  discoteca o simplemente se sentaban en una cafetería a charlar como dos buenos amigos que eran.
Perla no preguntaba nunca por Robert, a pesar de que sabía  que contactaban a menudo,  pero fue David el que sacó la conversación:

--Según me ha comentado Robert, habéis firmado la pipa de la paz
--Bueno, porque no está aquí. Te aseguro que si fuera de otra manera estaríamos como siempre. No se por qué, pero no tenemos feeling.
--Tiene una vida muy agitada en Nueva York, aunque me dice que ahora sale menos. Creo que anda medio ennoviado con una chica y quiere traerla para que conozca todo esto
--¿Ah si? pues me alegro por él. A ver si sienta la cabeza. Está un poco loco



Robert en Nueva York trabajaba en la compañía de su padre, pero por las noches seguía con el mismo tren de vida de antes. Únicamente ahora se acostaba  más temprano. Un día David le mostró una revista de sociedad en la que venia un reportaje de Robert,  entre los círculos de la jet set neoyorquina era una familia muy conocida, y el compromiso  salia en todas las primeras páginas.  Cuando David le enseñó la foto, notó que a Perla no le gustaba aquello. La reacción que tuvo frente a la fotografía hizo preguntarle:

--Perla ¿te ocurre algo?
--No, solamente que me ha sorprendido. Me sorprende que se vaya a casar. No creo que esa chica sea feliz con él. Es un ser muy irresponsable y a no ser que ella sea igual, les veré divorciados.

David era muy directo y dado que tenía mucha confianza con ella, le preguntó:

--¿ Te interesa Robert?
--¿Qué? Naturalmente que no. ¿Crees que con las trifulcas que teníamos podía interesarme por él? No querido David. Por mi puede hacer lo que quiera.



Llegó el invierno, la primavera,  y una vez más el Valle del Jerte volvió a teñirse de blanco con los cerezos . El espectáculo atraia a muchos turistas  a contemplar aquella explosión de belleza. Era precioso aunque su duración era muy corta: apenas diez días.
Y con la primavera y los cerezos, llegaron también los Villanueva y una joven  que acompañaba a Robert
Perla se encontraba ese día en Cáceres, todo estaba tranquilo y quería hacer algunas compras en la capital, por lo que advirtió a María que estaría fuera un par de días.



A su regreso una vez descargadas las compras que había realizado, observó que junto a Canela había otro perro de la misma raza , y  preguntó a María el motivo de que estuviera en el salón y de quién era

--Señorita, se coló aquí una noche, pero Canela ya lo conocía. Han estado muy juntos desde ayer
--Averiguaré de quién es. Seguro que andan locos buscándolo.

Después de comer salió al porche a contemplar la belleza del paisaje y decidió dar un paseo por el valle para contemplar  los cerezos. Tomó su caballo, pero le extrañó que Canela no la acompañara. La encantaba salir con ella y correr detrás del caballo

--¡Como está con su visita!....murmuró riendo

A lo lejos se divisaban otros dos jinetes que paseaban tranquilamente. Hasta que no estuvieron  más cerca no supo que se trataba de Robert acompañado de una chica, que no era la misma que aparecía en las revistas



--Este muchacho no tiene arreglo. Ya está con otra -. Trató de desviarse de ellos, pero era demasiado tarde. Robert alzando la mano llamó su atención


--Perla...
--¡ Hola!  ¿Habéis venido a contemplar los cerezos?
--No,  quería que Jennifer conociera la finca. Perdona no te he presentado: Jennifer una buena amiga y Perla
--Perla, su eterna contrincante-,   respondió  la veterinaria
--Se lo traduciré, no habla nada de español
--Pues tu para tener sangre española, tampoco lo hablas muy bien que se diga.
--¡ Es tremendo ! No he hecho más que llegar y ya te estás metiendo conmigo.
--Por cierto¿tenéis vosotros algún perro igual a Canela?
--Si, Sweetty, pero no le he visto por casa
--Claro está en la mia con mi perra. Deberías atarle o sujetarle en algún sitio.
--¿Qué quieres? yo acabo de llegar
--Si lo se, pero si deja preñada a mi perra ¿qué?
--Oye,oye eso es lo más natural del mundo..
--Claro habrá aprendido de su amo. He tenido mucho gusto en conocerte Jenny. Buenas tarde-.  Y espoleando al caballo partió rumbo a su casa al trote. Al día siguiente se disponía a coger el coche, cuando David y Robert aparcaron el suyo delante de su casa



--Buenos días Perla, ¿vas a salir?,- le preguntó David
--Si tengo un parto en el pueblo vecino y va a ser un poquito complicado
--¿Necesitas ayuda?
--No, no. Lo que ocurre es que la mamá es primeriza y es una yegua muy joven . Se adelantaron un  poco.
--Buenos días Robert
--Hola Perla. Venimos a invitarte a una fiesta que daremos el próximo sábado. Mañana llegan los padres de Jenny y en su honor vamos hacer una fiestecita.
--No creo deba ir. No conozco a nadie, me sentiría molesta. No gracias, no iré
--Pero tú casi eres de la familia
--¿De la familia? no Robert discúlpame pero es un homenaje particular vuestro a vuestra futura familia
--¿Futura familia? No me voy a casar con ella, si es a eso a lo que te refieres
--Bueno eso es un problema tuyo
--Estate preparada a las ocho, vendré a buscarte. Ponte muy elegante
--No por favor Robert, me sentiría muy incómoda.
--Hemos estado mucho tiempo sin vernos, y ¿sabes? echo de menos nuestras regañinas. Las extrañé mucho en América
--¿Tuviste tiempo?
--Ja,ja,ja, ¿estás celosa?
--¡ Qué dices! me da igual lo que hagas. Ya sabes que no eres mi tipo
--Eso dices, pero yo se que te gusto
--Has venido muy engreído.   Todavía más. Para broma está bien, pero yo ya tengo mi corazón ocupado
--¿Es por eso por lo que fuiste a Cáceres el otro día?
--Quizá... Y ahora lo siento pero tengo que dejaros. Tengo un caballito en camino. Adiós.
--A las ocho en punto, no te olvides y no quiero excusas. -.  David observó la escena riéndose al tiempo que pensaba:
--Estos se gustan, vaya si se gustan. No hay más que ver las miraditas que se echan...

A las siete y media, Robert vestido elegantemente se presentaba a recoger a Perla. Al verla aparecer con vestido de noche, se quedó paralizado. Era igual a una estrella de cine:






Robert se le quedó mirando sin pronunciar palabra y ella desconcertada le dijo:

--¿No voy adecuadamente vestida, me cambio de ropa?
--Eres la chica más hermosa que he visto nunca.Si tu abuela era igual que tú, no me sorprende que mi abuelo perdiera la cabeza por ella
--Eres un adulador. No deberías decirme eso. Mi abuela y mi madre eran preciosas, yo simplemente soy resultona
--No es cierto. Siempre te he visto muy guapa aunque nunca te lo dijera, pero esta noche haces que pierda la cabeza el hombre más templado
--¿Tú la perderías?
--¿Quieres comprobarlo?


--Vámonos, me estás poniendo nerviosa. Eres un Don Juan y sabes cómo conquistar a una chica, a todas, menos a mi. Le hice la promesa a mi abuela de que nunca me enamoraría, y créeme pienso cumplirlo.
--No me digas que has hecho esa tonteria. Me estás tomando el pelo. Seguro que ya estás enamorada pero eres tan cabezota que no lo quieres reconocer
--¿Nos vamos? Estás pisando un terreno muy resbaladizo
--¿Qué te ocurre, por qué me detestas de esa forma?
--Pues porque eres irresponsable, mujeriego, no te interesa nada, en fin eres el clásico niño de papa.

Ella se dirigió a la puerta, seguida por Robert. El iba serio. Algo había ocurrido que le había desconcertado.

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