lunes, 5 de diciembre de 2016

Los hijos O'Connor - Capítulo 2 - El paso del tiempo

Lentamente el tiempo transcurría monótono en el seno de la familia O´Connor. Louise no terminaba de asimilar la falta de Sean. Habían pasado tres meses desde que falleciera y tan siquiera la visita semanal de los niños, lograban sacarla de la tristeza y vacío que sentía.  Decidió que era hora de hacer un viaje y cambiar de aires para ver si podía remontar la tristeza; decidió volver a su pais y pasar una temporada a ver si con el cambio se atenuaba   la melancolía que la embargaba.

El caserón quedó vacío. Tan solo los sirvientes lo habitaban.  Brendan y Thomas siguieron con sus trabajos y las mujeres se dedicaron por entero a sus labores familiares.  Iris echaba mucho de menos a Sean, pero se cuidaba de comentar nada a Brendan para no aumentar su pesadumbre.  La pérdida sufrida les había unido, si cabe, más.

Y el tiempo continuaba su marcha.  Los chicos crecian.  Victoria estaba a punto de terminar la enseñanza secundaria y Philip cursaba cuarto curso de la primaria. Todo transcurría con normalidad.
Iris observaba que entre su hija y ella no había la suficiente comunicación. No sabía muy bien porqué Vicky la rechazaba y sin embargo, cada vez estaba más unida a su padre.  Iris la recriminaba algunas aptitudes altivas que tenía con ella, pero se cuidó mucho de hablar con Brendan en busca de apoyo.  El no le daba importancia




— Es la adolescencia, mujer.  Ella te quiere; está en una edad difícil. Anda, no te preocupes. Pasará pronto.

Pero no pasaba y cada vez la sentía más alejada. Sin embargo el chico cada vez hacía notar que estaba encantado con la madre que tenía.  Era de un carácter más tranquilo y dulce que Vicky.

Pasó el tiempo y la chica ingresó en la Universidad aunque no sabía muy bien qué iba a estudiar.  El chico  secundaria; era buen estudiante.  En general Philip no causaba ninguna preocupación a sus padres, muy al contrario que Victoria.
Cuando la dejaron en el Campus, estaba loca de alegría: era ya una mujercita responsable de sus propios actos. Brendan y ella se abrazaron a la hora de despedirse, sin embargo con Iris su abrazo fu muy de pasada, lo que entristeció grandemente a su madre.  

Ya dentro del coche, Iris comentó a su marido:

—¿ Te das cuenta ? Apenas si se ha despedido de mi ¿ Por qué, que es lo que he hecho que no me tenga cariño?
— No te preocupes. Verás que ahora te echa de menos y cuando vaya a vernos te comerá a besos.

Mientras comentaba ésto, daba un beso a su mujer, pero para Brendan no pasó desapercibida la despedida de la madre.  Calló por no preocupar a Iris, pero se había dado cuenta y, aunque en silencio, dio la razón a su mujer

— Hablaré con ella ¡ Qué caray! No puedo consentir ese comportamiento con la persona que más la quiere .

Los años fueron pasando. A Brendan las sienes se le tiñeron de plata, pero no había perdido su apostura. Era un hombre en edad madura, pero aún conservaba su atractivo y aún reclamaba las miradas de algunas mujeres con las que trataba.  Iris, dos años menor que él, también andaba rondando la cincuentena.  Su rostro había ganado en dulzura, y aún conservaba un cuerpo atractivo, aunque había ganado algunas redondeces, pero seguía siendo muy bonita. El comentario de sus amigos es que eran un matrimonio perfecto, guapos y queriéndose cada día más.

Él había entrado en esa edad peligrosa en que los hombres se resisten a admitir que la juventud se va quedando atrás. Se vestía con más cuidado, a pesar de haber sido siempre muy elegante. Se miraba más al espejo y dedicaba algunas miradas incisivas a las jóvenes que se cruzaban con él.
Iris estaba entrando en la menopausia, con lo cual también tenía sus propios problemas. Añoraba la época en que sus hijos eran pequeños. Ahora Vicky estaba a punto de terminar su carrera y Philip a punto de ingresar en la Universidad.  El tiempo había pasado veloz, sin a penas darse cuenta y ellos estaban a punto de quedarse solos.



Seguían amándose, pero de otra manera: más sosegada.  Seguían sintiendo la misma atracción el uno por el otro, pero la fogosidad de la juventud, había dado paso a la serenidad de la madurez, y sus relaciones íntimas comenzaron a ser menos frecuentes.
Poco a poco fueron ocurriendo estos cambios, sin a penas darse cuenta, pero una alarma sonó en el cerebro de Iris: Brendan ya no sentía lo mismo por ella. La quería, si, pero no igual, no con el mismo ímpetu de años atrás.  También en ella habían habido cambios, pero no en cuanto a su deseo de estar con su marido. Recordaba a menudo las disgustos que tuvieron hasta que organizaron su vida, el deseo, el amor callado que sentía por él desde que le conoció siendo una niña.  Había días que se sentía sola y triste y sin saber porqué tenía unas ganas enormes de llorar.  Brendan nada sabía de su estado de ánimo y ella se cuidaba muy mucho de hacérselo notar.



Él algunos días no iba a casa a comer y llegaba más tarde por las noches. Comenzó a viajar y a tener con frecuencia "comidas de trabajo".  Sus viajes cada vez eran más distantes y de más duración.  Iris observaba todo calladamente; no quería averiguar más, le daba miedo  confirmar sus sospechas:" Brendan busca fuera de casa lo que yo ya no puedo ofrecerle. la juventud".  Estas reflexiones la hacían sentirse mal, pero callaba . Era cobarde, no quería enfrentarse a la verdad que presentía. Solamente se confesaba con su amiga más íntima, la cual la animaba a que hablara con él, en primer lugar y si no obtenía resultados, averiguara por su cuenta si es que estaba cambiando algo.

Victoria llegó con su título bajo el brazo y Philip empezaba su primer año de Universidad. Sin darse cuenta, sus hijos volaban solos, como solos ellos se habían quedado.  Iris empezó a acudir a un gimnasio con su amiga, iba a la peluquería , se daba masajes, hacía yoga. . . tratando desesperadamente de recobrar algo ya perdido: la juventud.  Pero deseaba conservar lo máximo de lozanía y belleza que retuviera a Brendan junto a ella.  Estaba verdaderamente preciosa aunque se viera cambiada y mayor.  No era así y su amiga se esforzaba por tratar de convencerla de que aún era capaz de hacer perder la cabeza a un hombre.  Ella no buscaba "eso", quería a su marido únicamente
.Los desayunos se hicieron silenciosos y algunas veces llegaba tarde a ellos, puesto que Brendan ya había salido para el trabajo

—Hasta la noche, ya no le veré

Brendan al levantarse siempre la besaba en la frente, y entonces ella se despertaba. Cierto es que nunca la habían faltado ni los besos del despertar ni los de despedida al irse, pero años atrás la atraía hacia él besándola apasionadamente y le hacía el amor.  Sin embargo ahora eran besos dulces, pero fugaces y en la frente.  Sin lugar a dudas, todo había cambiado..  Una noche sentados los dos en la cama, mientras leían unas páginas de un libro, Iris decidió preguntar a Brendan

— ¿ Te sigo gustando, me sigues encontrando atractiva?
— ¿ A qué viene eso ahora ? Naturalmente que te sigo viendo atractiva.  Eres muy guapa y además me sigues volviendo loco.  Te quiero más que a nada

Ella sonreía complacida con las palabras que escuchaba de labios de su marido. Se acercó a él buscando las caricias, y naturalmente obtuvo respuesta inmediata.



Hacía muchos días que no desayunaban juntos, pero ese día si lo hicieron. Habían vivido una noche de pasión, como las de hacía años, y la sonrisa y la ternura afloraba a los ojos risueños de los esposos.  Ese día la despedida de él , fue apasionada, como la de entonces.  Iris satisfecha, suspiró cuando le vio alejarse en el coche. No existía nadie en la vida de su marido, sólo ella.  Había tenido apresurados pensamientos.  Corrió al teléfono a comunicarle a su amiga, que todo había sido un malentendido. Habían disfrutado de una noche triunfal

— Me alegro por ti, pero no te fíes. ¡ Naturalmente que ha correspondido ! eres una mujer muy atractiva, y sin duda te quiere, pero los hombres en esa edad buscan novedades. No bajes la guardia.
— Brendan no. Él no es de esos; sigue enamorado de mi como el primer día—  dijo riendo a su amiga.

Vicky había decidido ser periodista. A pesar de que su madre le habló de que siguiera sus pasos en Bellas Artes, ella no quiso ni oír  hablar de esa carrera. Comenzó haciendo prácticas en una pequeña cadena de televisión.  En la redacción se encontraba a gusto, la gustaba y, solicitó un puesto en Investigación.  No la costó trabajo conseguirlo, pues era eficiente y voluntariosa, pero tenía que viajar con frecuencia. 



 Tenía bastantes amigos entre los compañeros de trabajo y los hechos en la Universidad, por lo que no paraba mucho en casa.  La relación con su madre, no había mejorado . En varias ocasiones Iris intentó hablar con ella, pero Victoria siempre la decía que eran imaginaciones suyas.  La pasión de Brendan e Iris, duró unos cuantos días, pero poco a poco las cosas volvieron a ser monótonas.  La rutina había invadido sus vidas. Eso,  que algunos matrimonios comentaban y que ellos nunca  pensaron podría sucederles, pero les sucedió.

A pesar de todo, ella siguió acudiendo a sus sesiones de yoga, gimnasio, peluquería, ... Hasta pensó en buscar un trabajo, algo en lo que matar tantas horas vacías que tenía a lo largo del día. 

Cada fin de semana recibían la visita de Philip. La llegada del muchacho a casa de sus padres era una explosión de alegría: abrazaba a su madre, la cogía en brazos y daba vueltas con ella. Abrazaba a su padre y le daba fuertes palmadas en la espalda y corría detrás de su hermana jugando. . . Los cuatro juntos eran felices, felicidad que se desvanecía el domingo por la tarde con la partida del chico.

Una tarde en que Iris tenía un compromiso con sus amigas, Brendan sentado junto a su hija, inició una conversación que poco a poco derivó en la historia de Sean y Philip y la unión con los abuelos maternos.  Victoria le escuchaba expectante, como si estuviera viendo una película.  Brendan pasó por encima de su propia historia con Iris, y la muchacha dio por sentado que su matrimonio fue originado por el mutuo conocimiento de las dos familias.  Él lo dejó flotar en el aire, y no le contó la verdadera historia de lo ocurrido con su madre.




— Papá ¡ Es una historia preciosa !  Nunca hubiera imaginado algo así. Sólo ocurre en el cine
— No hija mía, también sucede en la vida real. Ya ves, lo tenías muy cerca.

Vicky reclinó la cabeza en las rodillas de su padre, mientra él acariciaba los cabellos  de la muchacha. Se parecía mucho a su madre, y quizás por eso se sentía muy unido a ella. El recuerdo de la madre perdida a tan temprana edad, siempre le había marcado, pero en realidad lo que Brendan recordaba, era la forma en que Vicky había venido al mundo.  Esa parte la calló. Omitió toda su propia historia; quizás algún día la contara, pero ahora no.  El silencio se hizo entre ellos, Brendan inmerso en sus propios pensamientos, Victoria acababa de concebir una idea que pensaba llevar a cabo

— Nunca habéis hablado de los abuelos españoles. ¿ Sabes qué ? Me gustaría conocer España. Háblame de la abuela Estela y del abuelo Julio ¿ Cómo eran ?
— Yo tampoco les conocía. Murieron cuando mamá tenía nueve años. Pero siempre lleva un medallón con sus fotografías y puedo asegurarte que tu abuela era muy bella y mamá es el vivo retrato de ella
— Pues sí que era guapa, porque mamá lo es y mucho. Y yo ¿ A quién me parezco? Porque mamá es morena y yo rubia como el oro
— Eres igual a mi madre y llevas su nombre. Al nacer mamá quiso hacerme ese homenaje, sabedora de lo que yo la quería
—Ya sé lo que voy  a hacer.  En las vacaciones de verano viajaré hasta Madrid y visitaré los lugares en donde vivieron. Iré al cementerio.  Pobrecillos nunca hemos vuelto a visitarles. 
— Es cierto, pero eso no significa que mamá les haya olvidado. Aunque apenas les recuerda, sigue queriéndoles. Al igual que a tío Philip que hizo de padre. Y anda, no me hagas recordar más. Me parece bien que vayas a conocer tus raíces.

Cuando Iris regresó a casa, le contaron su conversación y, ella muy contenta aprobó la idea y por primera vez en mucho tiempo, Vicky se dejó abrazar por la madre,  agradecida de que se acordara de esa parte de la familia que a ella  concernía.



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