viernes, 23 de diciembre de 2016

El chico de mis sueños - Capítulo 8 -El peso del recuerdo - Mi vida con un actor

A Eva le había gustado pasar la tarde con aquel periodista que conoció cuando ambos eran más jóvenes. En aquél tiempo, cuando se conocieron,  él era becario y ella asistente personal del actor de moda.  Ahora él era un refutado periodista que escribía en las mejores revistas y tenía programas de cine en la televisión. Volvieron a verse cuando, una vez editada la entrevista,y, antes de salir a la venta, la llevó un ejemplar para que viera el resultado de su reportaje fotográfico.  ¡ No era posible, aquella chica no era ella ! Preciosa, radiante, enloquecedora. Rápidamente volvió su recuerdo hacia Maxim ¿ La vería ? Nunca lo supo.  Posiblemente ya se hubiera casado, aunque no había visto ningún reportaje sobre ello, y seguro que las revistas se hubieran hecho eco de esa boda..

— ¿ Cuánto tiempo ha pasado ?— pensó—  ¡ Dios mío, muchos años !


Efectivamente, pasaron los años, pero la conversación  la  había retrotraído a su distanciamiento con Maxim.  El actor hacía una o dos películas al año. El tiempo había dejado sus huellas en los dos: al actor  le comenzaba   a salir algún cabello blanco por las sienes y ,  las arrugas se acentuaban en su entrecejo.   Ella andaba rondando los cuarenta, era joven, pero había madurado tanto física como mentalmente. Se mantenía espléndida en su madurez.  Había cambiado de trabajo en tres ocasiones a lo largo del tiempo, de domicilio,  e incluso de país.  Quería poner distancia, más de la existente, entre el actor y ella. Deseaba con todas sus fuerzas poder olvidarle,  sin conseguirlo.  Tuvo relaciones esporádicas, sin llegar a ser formales; siempre le asaltaban los recuerdos de su vida con el actor y siempre terminaba deprimida y triste.  Fijó su domicilio en Edimburgo. Desde hacía años vivía en Escocia a pesar de que el clima no le convencía mucho, pero se propuso dar un giro a su vida después de separarse de Maxim, y aterrizó en aquella tierra llena de historia que le apasionaba. Muchas veces se veía frente al monumento en recuerdo de Braveheart, le gustaba aquel lugar lleno de paz y tranquilidad.  En la actualidad tenía un trabajo que le permitía vivir muy cómodamente. Tenía tiempo libre para dedicarse a lo que quisiera y de vez en cuando le permitía viajar, que era lo que más le gustaba.

 Se anunciaba una primavera preciosa sin demasiada lluvia, extraño para aquellos lugares, y que ella agradecía pues de siempre había buscado el sol.


Paseando llegó delante del escaparate de una agencia de viajes. Se paró delante de él y comenzó a ver toda la publicidad de lugares exóticos, poblados de hermosos paisajes tropicales llenos de flores, sol, y mujeres preciosas que invitaban a visitar el pais. Recordó a Ed en su chalet de Puerto Rico, en Ponce, localidad agradable, acogedora y vibrante como era toda la isla.

—Quizá me acerque a visitarles... y rió pensando en "me acerque"-—Como si estuviera a la vuelta de la esquina...

Se decidió y entró en el establecimiento a recoger algunos folletos y revistas. Todavía quedaba para las vacaciones, pero así estaría entretenida eligiendo destino.  Tenía todo el tiempo del mundo; no había nadie a su cargo excepto Body, un perrito pequeño que había recogido de un refugio cuando decidió vivir en Escocia y su trabajo la permitía poderle atender. Vivía con  Teresa una mujer de mediana edad procedente de Méjico que  atendía el apartamento, a Body y le hacía compañía además de ser su confidente.

Teresa no tenía familia en Escocia,  por lo que Eva era  como una niña pequeña a la que mimaba y quería entrañablemente. Para Eva había sido un maná el encontrarla. Al llegar a Edimburgo estaba sola y su compañía le hizo mucho bien.
 Cuando llegó a su casa, soltó los folletos en la mesa del salón en el que Teresa veía tranquilamente la televisión.

—¿Proyectas las vacaciones?
—No exactamente, pasaba delante de Travelers y me entretuve viendo los folletos. Elegiremos juntas nuestro destino. ¿ Qué te apetece?
—¡ Ay niña! Quisiera ir a mi tierra unos días a ver a mis primos...
—De acuerdo. Mientras estés  allí, yo te esperaré en la playa. Pero ¿ en cuál?
—No sé, aún queda mucho tiempo
—No creas, este año pienso tomarlas en Junio. En esa época no hay todavía mucha gente en las zonas costeras. Me apetece un lugar con sol y mar... Quizá Bahamas. Bueno ¿ cenamos ya ?


El tiempo pasó veloz y pronto se vieron haciendo las maletas. Teresa iría a Méjico y Eva partiría a Bahamas.

—Cuídate, come y descansa.  Fueron las recomendaciones de Teresa que en  un bolsito de viaje llevaba a Body para  introducirlo en la jaula del avión.

—Tranquila voy a estar tumbada en una hamaca todo el día. Leeré como una descosida y me bañaré en las azules y tranquilas aguas del mar..
—Y no estaría de más que te echaras un noviete

 Bromeó Teresa a sabiendas de que no la iba a hacer caso.




El hotel era un  sueño: un bungalow que penetraba en las tranquilas aguas de aquella zona. Estaba lo suficientemente aislado para guardar su intimidad, pero unido al cuerpo central del hotel  por una especie de pasarela de manera que no perdía contacto con el mundanal ruido.  Los primeros días buscó la soledad y el descanso, pero luego le apetecía bajar hasta la cercana playa de arenas blancas y tranquilas azules aguas.

Desayunaba temprano y, temprano bajaba hasta el lugar elegido por ella. Allí leía, escuchaba música, o simplemente observaba a la gente;  casi todos novios en viaje de luna de miel), ya que las familias todavía estaban pendientes de su llegada por las vacaciones del colegio de los niños.  Le gustaba aquel lugar; a ratos se introducía en el mar y se bañaba

—Creo que ha sido una buena elección—pensaba.

A la hora de la comida se retiraba a su bungalow, se duchaba y se ponía un vestido para acudir al comedor y degustar la comida típica de la zona.  Pero aquella mañana decidió que comería en el puerto. Vería llegar a los pescadores y en cualquier restaurante degustaría algún pescado a la plancha, delicioso  recién cogido en alta mar.  En recepción pidió un taxi que le condujo hasta el pequeño puerto de pescadores. Dió una vuelta por allí y miró el reloj:

 — Es hora de comer, ya tengo apetito

Penetró en el interior del restaurante. En un rincón del mismo había un gran acuario en el que unas langostas reposaban tranquilas ignorando el destino que les aguardaba.  A Eva le apeteció uno de aquellos ejemplares más que el pescado que  tenía proyectado y así solicitó a un camarero  le hicieran a la plancha una de aquellas criaturas

—  Que no sea demasiado grande, por favor, estoy yo sola


Al cabo de un rato le sirvieron lo que había solicitado junto con una suculenta ensalada de vegetales y aguacates.  Al ver tan ricas viandas se le abrió el apetito y degustó el menú en su totalidad. Como postre pidió un  mango y de remate un café con crema.

—¡ Dios mío cómo he comido! Hubiera sido la delicia de Teresa. Siempre me está reprochando que como poco. Mi buena Teresa..— rió-.  Tendré que darme un buen paseo para bajar todo lo que he comido, o no me podré mover de la silla.


Después de abonar su cuenta, salió lentamente. Se distraía viendo la llegada de los pequeños barcos y sonreía cuando algún isleño le regalaba algún piropo que ella no entendía, pero que le halagaba que todavía algún hombre se fijara en que tenía una bonita figura y que su rostro ligeramente tostado por el sol hubiese recobrado el brillo y la lindeza de sus ojos.  Le había venido muy bien aquel viaje, había acertado plenamente.

Sin darse cuenta se había ido desplazando hasta el interior del pueblo. No sabía muy bien por donde había llegado, pero al ser un sitio pequeño creía no tener dificultad en regresar por el mismo camino. Tomó nota de alguna calle con la que pudiera identificar el regreso.  Llegó a una que se encontraba cortada al tránsito,  tanto de vehículos como de personas: estaban rodando una película



Se paró un momento con curiosidad. Para ella todo aquel trajín de cables e ir y venir de gentes, le era familiar de cuando ella acudía a los rodajes. Sonreía e inconscientemente miraba por si veía a alguien conocido

—Ha pasado mucho tiempo. Todas son caras nuevas— pensó

Un hombre con un altavoz se acercaba  en la dirección en que ella estaba. Toda la gente a su alrededor levantaba los brazos y chillaban para llamar la atención de aquel hombre que solicitaba extras para una escena.  De repente fue derecho hacia Eva y le dijo:

—¿Quiere trabajar en esta escena? 

 Eva miró a su alrededor buscando a la persona a quién iba dirigida la pregunta.

—No, no.  Es a usted a quién necesito. Es justo lo que buscaba. Venga

Y tomándola de la mano la llevó al centro de la calle antes de que ella pudiera decir que no.  Se encontró en medio de unas gentes caracterizadas para la escena que iban a rodar. El hombre le indicó:

—No tiene que hablar, ni hacer nada. Sólo caminar al lado de estos muchachos cuando yo lo indique.
—Bien, pero le advierto que sólo soy una turista que ha extraviado su regreso a casa
—No importa. Stella ven un momento. Arregla el pelo a la señorita y quítale un poco los brillos. No es necesario maquillar, pues a penas se le va a ver, pero el pelo recógelo hacia atrás , en una coleta. Haz el favor.  Da usted muy bien en la cámara es muy bonita
—Gracias, muchas gracias— dijo sonriendo Eva.

Su intervención duró unos escasos minutos. Fue divertido. Cuando pudo volver atrás tomó un taxi que había desviado su trayecto y regresó al hotel cuando las últimas horas de la tarde apuntaban en el horizonte.

Maxim se había ausentado del set durante un buen rato. Tenía que solucionar problemas de dinero con el banco. No le llegaba para terminar el rodaje en aquella zona. La productora se había retrasado en el envío y necesitaba liquidez para pagar los salarios de los extras.  Cuando llegó ya habían terminado de rodar y estaban preparando el visionado de las escenas realizadas en ese día para que diera la aprobación el montador. Todo se estaba haciendo a marchas forzadas, ya que la estancia estaba resultando demasiado cara. Era un producción modesta, con escasos recursos económicos, pero para Maxim suponía mucho: era su debut como director.

Desde que se separaron había formado una productora y había bajado el ritmo de rodajes. Ahora solamente interpretaba un par de películas y cada vez más se inclinaba por la producción de films para gente novel y en la dirección de alguna producción de su casa.  Los guiones que antes se amontonaban en la mesa de su despacho, empezaron a bajar y llegó un  momento  en que solamente tres o cuatro esperaban su revisión. La mayoría no le tenían a él como protagonista, sino actor de reparto y en algunas ocasiones eran tan flojos que hasta se ponía de malhumor al comprobar la baja calidad del guión. Por eso desde hacía dos años se volcaba en su productora y en interpretar alguna película cuyo nivel  fuera pasable. Estaba menos nervioso. y  había ganado en amabilidad y sonreía más a menudo.
Las mujeres seguían persiguiéndole. Conservaba su bien moldeado cuerpo y se mantenía atlético a pesar de no ser ya el actor que las enloquecía, pero seguía siendo un hombre guapo y atractivo.

Ese día llegó un poco de malhumor pues había tenido un rifirrafe con el director del banco, pero al fin había conseguido el préstamo. Respiró profundo y entró en el vehículo en donde se estaban  montando los planos rodados.  Después de saludar a sus compañeros, arrimó una silla y se dispuso a visionar las escenas.

—¡Para! ¡Para ahí!— indicó al montador.
—Da a la moviola, por favor. Dale
— ¿Qué ocurre? Es el plano de la calle
-—Si ya lo veo. Agranda la figura de la mujer, por favor

No podía creérselo. Allí estaba ella. Era el centro del plano. No era posible; la única vez que falta del rodaje y..

—¿Quién es esa extra?
—Pues no lo sé. Estaba entre el público viendo el rodaje y supuse que venía como anillo al dedo para lo que queríamos.  Recuerdo que me dijo que era una turista que se había perdido, pero no sé más. Era muy bonita,. En eso si me fijé..
—¿No dejó ninguna dirección. Nada?
— Pues no. Ni siquiera se me ocurrió preguntarle... Era una escena sin importancia, sólo de bulto.
— Está ben, no te preocupes.


Terminó de realizar su trabajo y aquella noche no cenó con sus compañeros, cogió su coche y se dirigió a la zona turística. Debía encontrarla aunque en ello emplease toda la noche.

Preguntó en  los hoteles pero en ninguno quisieron darle referencias de Eva. llevaban a rajatabla la intimidad de los huéspedes y en  ninguno consiguió noticias.  Cansado, pues el día había sido muy largo,  se dirigió a su hotel para descansar aunque sólo fueran unas horas, pues el trabajo lo empezaban temprano antes de que el sol estuviera lo suficientemente fuerte como para hacer que se retiraran. Ya les quedaban pocos planos que rodar, quizás dos o tres días a lo sumo.

—Antes de irme debo encontrarla— pensó y con la imagen de Eva en la película, se quedó dormido.

No hay comentarios:

Publicar un comentario

Entradas populares