jueves, 8 de diciembre de 2016

Los hijos O'Connor - Capítulo 5 - Mi primera vez

Compró en una floristería cercana a su domicilio, unas flores alegres. Confeccionó con ellas un arreglo y lo puso en el centro de la mesa. Puso un fino mantel, sacó su vajilla más bonita y completó la decoración de la mesa con unas copas de fino cristal y unos cubiertos heredados del abuelo Philip. Repasó todo para que no estuviera nada fuera de lugar. Se arregló con sumo cuidado, se perfumó y se miró en el espejo dando su aprobación. Acto después se dirigió a la cocina: todo en orden, el vino a punto , todo perfecto. Aguardó impaciente fuera la hora de la llegada de Luis y hacia las doce del mediodía, él acudió a la cita puntual


— Hola, cielo— fue su saludo besándola en la mejilla
—Hola, mi chico—le dijo sonriente

Le ofreció algo de beber y sacó un plato con buen jamón serrano. Él eligió Jerez y ella también. Se les notaba algo violentos, no sabían de qué hablar, sólo se miraban y sonreían.

— ¿ Quieres oír música ?
-—Si, estaría bien. Sería una forma de romper el hielo
— ¿ Qué hielo ?
— Pues el que tenemos ahora mismo. No sabemos qué hacer ni que decir.
— Eres un descarado. Dime qué le parecí a tu familia
— ¡ Oh ! les has encantado." Es muy simpática, muy guapa, muy educada... "— me dijeron.
— Por favor, me vas a sacar los colores.
— ¿ Seguro ?

Luis la atrajo hacia sí y la besó al tiempo que la abrazaba. Ella correspondió. Flotaba: su cabeza flotaba. No pensaba en nada. No quería pensar en nada. Estaba con el hombre del que se había enamorado sin saber cómo, ni cuando, pero no la importaba. Era feliz. Sabía que dentro de unos días estaría lejos, pero ahora estaban allí y se amaban

 Entre caricia y caricia, Vicky le dijo:


— Será mi primera vez. . .
—¿ Tu primera vez?
— Si. No he conocido a ninguno hasta ahora que me interesase hasta ese extremo. ¿ Me comprendes?
—Si mi amor. No te preocupes por nada

Se olvidaron de la comida. No existía nada más que su amor recién nacido. Las palabras de cariño brotaban de sus labios con facilidad. Luis la besaba, la acariciaba y le juraba que era el amor de su vida y a nadie amaría como a ella. Vicky con los ojos entornados le escuchaba. ¿ Qué es lo que había ocurrido que despertaba en ella esa pasión? Nunca había creído en ello pero tenía a su lado a Luis que miraba embelesado su rostro acariciando sus mejillas. 
 Y la entrega fue mutua, total y absoluta. Estaban en el cielo, en el paraíso y nada importaba mas que un cuerpo respondiendo al otro. La noche había llegado. Uno recostado junto al otro, sin hablar, sus pensamientos volaban hasta el día cercano en que se tendrían que separar. Debían hablar de ello, qué es lo que iban a hacer. Era una situación con la que no contaban pero que había surgido.

— No quiero separarme de ti— dijo Luis
— Yo tampoco. . . Sólo tenemos dos días; vivámoslos a fondo.
— Quédate — dijo ella

Luis la miraba pensativo. El rostro de Vicky se le había clavado en el alma. Estaba loco por ella e iba a perderla, quizá nunca volvieran a verse. Ese pensamiento le martirizaba, porque ya no comprendía su vida sin ella

— Si mi amor, me quedaré contigo hasta tu partida. Pero antes he de ir a casa a buscar ropa con la que cambiarme en estos dos días, de lo contrario despediré un olor tan insoportable que me echarás de casa

Rieron. Se hacían cosquillas, jugueteaban. Eran jóvenes, plenos de vida y de deseos. A sus veinte y pocos años, todo era de color de " rosa ", pero alguien debía poner un poco de sensatez en aquel laberinto de pasiones. Cuando despertaron, Luis , comentó que antes de desayunar iría a casa y avisaría que no le esperasen ni el lunes ni el martes.

— Volveré pronto, en un rato— dijo Luis besando a su novia. 

Bajó las escaleras corriendo, ni siquiera esperó al ascensor " cuanto antes vaya, antes regreso", es lo que pensó. Vicky le veía bajar sonriendo y dando unos pasos de baile, entró en el piso.

— Hijo, nos tenías preocupadas ¿ Dónde has pasado la noche? No acostumbras a dormir fuera de casa.  ¿Has estado con ella?
— Si abuela. He pasado la noche con Vicky. Vengo a recoger algo de ropa porque estaremos juntos estos dos días que la faltan para estar en Madrid
— ¿ No vais muy deprisa?
—Abuela ¡ No tenemos tiempo ! No sabemos cuándo volveremos a vernos, si es que esto ocurre. Yo no puedo ir a su pais y ella trabaja. Hasta vacaciones de Navidad no nos veremos. . . Y para eso falta mucho. No, no podemos esperar
— Luis ¿ Te has parado a pensar qué ocurriría si la dejaras embarazada?
— Si. No te preocupes por ese aspecto. Tomamos precauciones, abuela
— Por experiencia sé que la peor parte la llevaría ella. Tu madre es hija de soltera, ya lo sabes y, no tienes ni idea a los problemas que tuve que enfrentarme yo sola
— Lo sé, lo sé. Pero no permitiré que a ella le ocurra eso. Todavía no podemos permitírnoslo, no todavía. Ahora más que nunca debo acabar mis estudios. Quiero ofrecerle todo a lo que ella está acostumbrada. Me buscaré un trabajo que me permita estudiar, pero debo ganar algo de dinero. Tengo que hablar con mamá cuando ella se haya marchado, entonces tendré tiempo libre, pero ahora debo estar con ella ¿ Me comprendes, verdad?


— Hijo yo también tuve veinte años y como resultado de ello vino al mundo tu madre ¡ Cómo no voy a comprenderte ! Sólo te pido por favor, que tengáis mucho cuidado. Sería un desastre si ocurriera algo
— Si la dejase embarazada, dejaría los estudios, trabajaría y si ella me aceptara nos casaríamos y tendríamos ese hijo. Nuestra vida cambiaría, es cierto,  pero te repito : no te preocupes. ¡ Abuela estudio medicina ! sé lo que tengo que hacer. Y ahora me voy. Me está esperando

Salió de la casa como un ciclón, besando a su abuela con quién se entendía mejor que con su madre. No es que no tuviera confianza con ella, pero era más estricta.
 Corriendo llegó a casa y Vicky le recibió abrazándole

— Cariño ¡Cuánto has tardado!
— Menos de una hora, no te quejes.  He estado hablando con mi abuela, mamá está en la oficina. Me ha dado algunas recomendaciones y me he entretenido algo. Tengo hambre, mucha hambre y es que ni comimos, ni cenamos, ni hemos desayunado. Somos unos fieras— dijo riendo
— Yo también tengo hambre ¿ Desayunamos los espagueti?
—¿ Espagueti para desayunar...? Bueno, me parece bien: espagueti — Los calentaron en el micro y riendo se sentaron a la mesa para comerlos
— Hagamos como "La dama y el vagabundo"— dijo ella


Buscaron un largo fideo  y cada uno por un lado, fueron sorbiendo hasta llegar a unir sus labios. Era una locura, no podía estar pasando. Era como una película que no presenciaban en el cine, sino que la vivían. Decidieron salir a dar una vuelta. Luis cogía por la cintura a Vicky y ella apoyaba su cabeza en el hombro. Nunca, nunca había conocido tanta felicidad.

Pero esos dos días pasaron veloces y con pesadumbre, Luis acompañó a Vicky hasta el aeropuerto. Hablaban poco y sus cortas frases iban dedicadas a buscar consuelo mutuo. Los altavoces anunciaron que los pasajeros rumbo a Dublín debían entrar. Se miraron a los ojos que brillaban en ambos. Se abrazaron
—No me olvides, niña rica
—Nunca ¿ Cómo voy a olvidarte ? Vendré a verte . Volveré pronto. Trataremos de arreglarlo, pero no voy a renunciar a ti. Bésame, tengo que entrar.

Se fundieron en un abrazo y se besaban repetidas veces. No veían el momento de separarse. Con los ojos llenos de lágrimas Vicky se alejó de Luis. Él no se movió de allí hasta ver el despegue del avión. Luego lentamente, con el corazón dolido, abandonó Barajas rumbo a su casa. Hasta la noche no tendría que ir a trabajar; tenía tiempo durante todo el día para pensar en ella. Aguardaría la llamada de Vicky notificándole que había llegado a casa. Era pasada la media tarde cuando su teléfono sonó y pudo escuchar su voz:

— Mi amor ¿ Estás bien ?— dijo Luis
— Si. . . Estoy regular. . . Te echo de menos. Esta noche cuando llegue mi padre, hablaré con ellos y entre todos encontraremos una solución. Ya lo verás cariño. Te quiero, te quiero mucho. No mires a ninguna chica— dijo riendo a pesar de que estaba rota, pero no quería llorar, no debía llorar para no apenar a su novio.

Al cabo de un rato, colgaron. Luis se recostó en su cama imaginando a esa "niña rica" que le había robado el corazón.


Su madre llegó del trabajo cuando él marchaba para el suyo. Después de besarla le anunció que al día siguiente hablarían. Tenía que explicarla todo lo ocurrido, a pesar de que ya estaba en antecedentes. La abuela ya la había informado.

— Cuídate, hijo mío. Que tengas una buena noche
— Hasta mañana, mamá. Tú también. Te quiero.— Y besando en la mejilla a la madre salió para acudir a su trabajo.

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