lunes, 31 de octubre de 2016

Una extraña en mi vida - Capítulo 10 - Una fiesta para Laura

La víspera del regreso de Hiroto a Japón, éste organizó una fiesta en su embajada para los amigos occidentales. Aunque la fiesta estaba organizada especialmente para Laura- no se hubía anunciado así. , Era notorio que sentía especial predilección por aquella mujer que le había impresionado altamente desde su primer encuentro. Se sentía atraido hacia ella; lo que más le atraÍa era su carácter rebelde y sincero, tan distinto a la sumisa y dulce mujer japonesa. George se había dado cuenta del juego del japonés y le expuso que era imposible acudir a la fiesta, pero los argumentos no convencieron a Hiroto.

 Advirtió a Laura que no le gustaba el juego que se traia , y que desde luego no permitiría que fuera más allá, por lo tanto ninguno de los dos asistiría a la fiesta de la embajada japonesa. Ella sabía perfectamente que Hiroto deseaba conquistarla, de que flaquease, y de esta manera seducirla. Estaba claro que no sabía de la firmeza de su carácter y  tampoco le agradaba que anduviera detrás de ella, de que la considerara una conquista fácil,  por muy atractivo que fuese el japonés. Al mismo tiempo le agradaba el asomo de celos de George y se dispuso a tensar un poco más, la cuerda...Se sentía mal por interpretar ese juego, porque sabía que hacía daño a su marido, pero en su interior sentía la necesidad de escarmentarle, y que supiera en sus propias carnes lo que dolía una traición.


-¿No crees que esa decisión debo tomarla yo?
- Me da igual lo que quieras u opines, he dicho que no vamos y no vamos a ir - El tono de George era firme y seguro, sin opción a réplica
- Te equivocas. Iremos. A mi tampoco me agrada ese hombre, pero vamos a demostrarle que está muy lejos de alcanzar ese objetivo, que seguimos siendo un matrimonio feliz, aunque estemos muy alejados de ello.
- ¿ Qué insinúas ?
- No te hagas ilusiones.  Lo sabrás a su debido tiempo. Tú sígueme la corriente. Sólo eso.

Buscó en su armario el traje más bonito para deslumbrar a Hiroto y a su propio marido.  Cuando se reunió con George, éste clavó su mirada en ella y se repetía mentalmente que no se merecía la mujer que tenía.  Estaba deslumbrante. ¡ Lástima que todo fuera una apariencia.!

 El sonido del teléfono retumbó en la estancia que Laura había abandonado hacia unos instantes. Desde su habitación pudo oir la voz de George en una fria conversación mantenida con alguien  que estaba al otro lado. Por el tono  dedujo que era Hiroto con quién hablaba 

-No creas que lo nuestro se termina con ésto. Me hiciste un daño que ni te imaginas, pero nunca te rebajaré ni en público ni en privado. Nuestra vida actual no ha cambiado, seguiremos igual. Si no puedes soportarlo es cuestión de pedir el divorcio. Pero esta noche he de dar un escarmiento a alguien, así que muéstrate como si nada hubiera cambiado entre nosotros y sígueme. Confía en mi; te aseguro que nunca más se acercará a molestarnos.
-Soy yo quién debe plantear la cuestión. Aunque te pese, sigo siendo tu marido y es mía la obligación.
- Pero soy yo su presa. Así que he de ser yo quién zanje esta cuestión. Después si quieres seguir siendo su amigo, ese es tu problema



Y juntos, del brazo y sonrientes, hicieron su entrada en la embajada en la que se desarrollaba la fiesta. El anfitrión recibía a los invitados y al matrimonio Mortimer, le recibió con amabilidad, pero al mismo tiempo con un gesto algo dificiil de calificar.

Tanto George como Laura, conocían a la mayoría de asistentes y ellos se mostraron alegres, sonrientes y cómplices de algo que él ignoraba. La música de una orquesta se escuchaba en uno de los salones, y Laura estampando un beso en la mejilla de su marido, dijo:

-George, sácame a bailar-  El sorprendido, tomó a su mujer por la cintura y se dirigieron al salón desde el cual se escuchaba la música.  Hiroto no les quitaba la vista de encima, y Laura se percató de ello, extremando las muestras de cariño con su marido. George aprovechó la ocasión y atrajo a su mujer hasta juntar sus cuerpos y sus mejillas.  Era la ocasión de poder acariciarla y besarla, que desde hacía tiempo no hacía.  Ella no rehusaba al contrario, abrazaba su nuca sonriente." ¿ Confias en mi? Pues sígueme el jjuego ", le había dicho.  Pero para él estaba muy lejos de ser un juego.   La llevó hasta el jardín La besó en los labios, y ella respondió a su beso entornando los ojos y prologándose más de lo normal, al tiempo que su cuerpo se juntaba más al de su esposo.

Hiroto presenciaba la escena con gesto hostil, pero no se daba por vencido. Se acercó al matrimonio, y con la más dulce de sus sonrisas, pidió permiso a George si podía bailar con su esposa. El negó con una excusa:

- Lo siento, me estaba diciendo de irnos a casa. Vas a ser el primeo en saberlo - Y George, acercándose al oído del japonés le dijo en secreto-  - Vamos a tener otro hijo. Está embarazada, y tu sabes, bueno no lo sabes porque eres soltero.Pero sienten náuseas y se cansan mucho. Así que nos vmos a casa; tiene que dscansar. ¿ Nos vamos querida?
- Si por favor, mi amor. Liz me está pidiendo ir a dormir
-¡ Vaya!, ¿ya sabéis que es niña? Pues para saberlo, su vientre no está muy abultado.  Yo diría que está de muy poco tiempo para saberlo
- Señor Hiroto. ¿ Acaso no sabe que según  los síntomas las mujeres sabemos, sin ecografías, si será niño o niña? Será niña y se llamará Elizabeth. Y ahro si nos disculpa...

George tomó a su mujer de la mano y juntos saleiron con una sonrisa dejando a Hiroto viendo como Laura reclinaba la cabeza en el hombro de su marido. Sus invitados no volvieron a verle el resto de la noche.

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