domingo, 9 de octubre de 2016

Regreso a Sefarad - Capítulo 15 y último - El Olivo Benajmín

Judith y Abraham regresaron a conocer el lugar elegido por sus hijos.  El padre les acompañó a visitar  de nuevo al paisano para cerrar el trato. Antes Aaron le había llevado al sitio en donde ellos contemplaron el paisaje y, Abraham se quedó maravillado de lo que vio.  Inmediatamente dio su aceptación y cerraron el trato.  Ya eran terratenientes.  Seguían creciendo las raíces.


También apalabraron una casita no muy grande, pero de momento era ideal para ellos. La tendrían en alquiler de momento y si las cosas les iban bien, como esperaban, adquirirían una en propiedad.  Judith y Abraham permanecieron con ellos algunos días.  Querían hacer turismo por Madrid antes de regresar a Marruecos. Recibieron el dinero del apartamento al cabo de tres meses, lo que les permitió devolver al padre lo que les había prestado.  Abraham lo rechazó, esa sería la dote para su hijo, les ayudaría a seguir adelante.


Aaron preparó el terreno para cultivarlo.  Lo primero que hizo fue sembrar el olivo que llevaría el nombre de su abuelo, y sería el centro de la plantación, para que fuera él quién velase por los frutos que en un futuro se diesen. Junto a las raices del árbol, deposito un saquito con la tierra israeli y la piedra de su ofrenda .  Todos crecerían juntas como el abuelo hubiera deseado. 

 Para que le ayudase en ello, contrató a un lugareño que entendía por haber sido agricultor desde que tuviera uso de razón.  Una mañana que ambos hombres estaban entregados a la faena, pasó por allí un hombre corpulento, rubio, y con acento extranjero aunque hablaba perfectamente el castellano.

- Buenos días ¿ sois nuevos?
- Si, hace poco que estamos por aquí
- Soy vuestro vecino. Yo llevo veinte años. Vine de turismo, conocí a una chica, me enamoré y no volví más a Alemania.  Me conquistaron las gentes de este lugar, y te aseguro que no he echado de menos en todo este tiempo a mi país.  Pero, perdona no me he presentado. Soy Alphonse Schroeder, aunque aquí me llaman simplemente Alfonso Perdona mi indiscreción  ¿estas sembrando olivos?


- No, es una larga historia de hace siglos.  Yo soy Aaron Amzalag y soy judío, de origen sefardita y estoy sembrando este árbol en memoria de mi abuelo que siempre quiso regresar a sus orígenes, y ahora ya lo está.
-Preciosa historia ¡ Ojalá yo hubiera podido hacer lo mismo, pero son viejas historias del pasado y mejor dejarlo como está..- Y alargando la mano, dijo a Aaron
- Encantado de conocerte ¿ estás casado?
-Si, y tengo una niña pequeña. También llegué a España, conocí a una  madrileña, y al cabo de un tiempo nos casamos. Igual que tú
- Ahora me tengo que ir, pero tenéis que venir a casa y conocer a mi familia ¿ Quedamos para el domingo?
- Estupendo, el domingo iremos
- Vivo en la casa que hay justo al  lado del Ayuntamiento, la de ladrillos rojos.
- Muy bien, hasta el domingo pues
- Oye, si necesitáis algo, lo que sea dímelo. Tu obrero conoce mi terreno por haber trabajado los veranos en él. Si quieres algo, lo que sea, que te lleve y así lo conoces. Me encantará recibirte y enseñártelo:  es mi orgullo. Cuando yo empecé a cultivarlo, apenas se conocían las cerezas y ahora fíjate.
- Alfonso, yo pienso cultivar cerezas también. Al menos de momento, hasta que conozca bien el terreno y sepa si puedo cultivar otra clase de producto.
- No importa hay para todos. Ahora no puedo entretenerme, el banco cierra.  El domingo hablamos de ello ¿ te parece?
- Por supuesto. Será hasta el domingo.
- Adiós


Caía la tarde cuando  Aaron llegó a casa.  La niña empezaba a tomar papillas, y en eso andaba  Macarena,  cuando entró. Estaba exultante de felicidad; las cosas empezaban a marchar. Todo iba por los cauces normales.

- Tengo que contarte la visita que hemos tenido esta mañana. Resulta que pasó por allí un vecino del terreno de al lado. Es muy simpático y nos ha invitado a su casa el domingo para comer y conocer a su familia
- ¿ Qué me dices? Eso es estupendo. Ya empiezas a tener amigos
- Es alemán y no ha tenido ninguna pega con mi origen
- Ya te dije que aquí no miramos de dónde es cada uno. No tengas resquemor, no pasa nada porque la gente lo sepa. Lo importante es ser persona. El nacimiento de cada uno de nosotros, es pura casualidad, no decidimos dónde nacer. Pero sí somos responsables de nuestros actos, de ser buenas personas
- Mi vida, esto marcha, esto marcha- dijo contento tomando las manitas de su hija que se las extendía - La dio un beso en su pequeña mejilla. Un resto de papilla de la niña quedó en sus labios que relamió.

Hacía varios días que no hablaba con sus padres.  Llegaba muy cansado del trabajo, pero aquella noche sí les llamó: tenía un amigo, una extraña amistad difícil de darse en otro lugar que no fuera aquel.

Alfonso y Aaron se reunieron el domingo como habían quedado y Luisa, la mujer del alemán, recibió encantada a Macarena.  Luisa cogió en brazos a la pequeña Luz que era una muñeca, morenita y simpática que jamás borraba la sonrisa de su carita

- Los míos están en la universidad. Una quiere ser periodista y el otro abogado. . Yo trabajo en la escuela del pueblo, soy maestra
- Yo era guía turística y en  un viaje conocí a Aron y nos enamoramos. Pasamos por muchas dificultades, pero al final el amor salió vencedor. Tuvimos a Luz, que es la alegría de la casa.  Mi cuñada está esperando su primer hijo. Hace poco que se han casado, así que de momento esta niña es el ojito derecho de los abuelos. Viven en Agadir y vienen de vez en cuando a visitarnos
- Tráelos cuando vengan. Me encantará conocerles.


Los dos hombres salieron al porche y con una copa de vino y unas aceitunas, entablaron una amigable charla, que al final de la misma quedaron en volverse a ver en los cultivos al día siguiente, ante una posible sociedad en común.  Alfonso le dijo que él había intentado comprar ese terreno, pero que el dueño no lo quiso vender

-Ahora se siente mayor y los achaques le han hecho dejar los cultivos  Tu terreno es mejor que el mío.  Tenemos que  estudiar nuestra sociedad para ampliar más la exportación. Al tener más extensión de  terrenos produciremos más cantidad, y al tener abastecida a Europa en la actualidad, el horizonte de otras zonas está en perspectiva
- Mi padre tiene arrendada a mis primos, en Marruecos, una cooperativa de cítricos, pero ya he hablado con él, exportar lo mío e importar el cultivo de ellos
- Sería muy interesante. Tenemos que hablar de ello en profundidad, creo que será muy beneficioso para ambos. Trae a tu padre cuando venga y charlaremos los tres ¿ te parece ?

Y  hablaron y se asociaron. Exportaban no sólo a Europa, sino también a la cooperativa de sus primos y a su antiguo jefe.  Por mediación de la esposa de Alfonso, Macarena entró a trabajar en la escuela del lugar, enseñando a los niños francés e inglés.  Luz, cuando los abuelos no estaban en España, se quedaba en la guardería de la misma escuela, recogiéndola a mediodía para comer en casa.  Allí se reunían los tres.

Luz ya había cumplido año y medio. Traía loco a su padre y entre el matrimonio jamás hubo ningún disgusto serio; alguna discusión sin importancia que se solucionaba por la noche.  Un día estaban sentados a la mesa y Macarena tuvo que salir corriendo al baño.  Para Aaron era una novedad, pero Macarena conocía perfectamente esos síntomas.

- ¿ Qué te ocurre ? ¿ Te encuentras mal ?
- Pues la verdad no estoy muy bien.  Tengo el estómago revuelto
- Algo que has comido que no te ha sentado bien. Anda túmbate un rato a ver si se te pasa.
- Tardará más o menos nueve meses en que se me pase

- ¿ Cómo dices ?
- Pues eso, que vas a ser papá de nuevo
- ¿ Me lo dices en serio?
- No se me ocurriría bromear con algo tan serio. Si, estoy de nuevo embarazada
- Cariño, cariño - la decía una y otra vez loco de contento

Y pasados los nueve meses, llegó Benjamín, un niño que cuando nació era el vivo retrato de su hermana en la misma época.  Como en aquella ocasión Judith y Abraham estuvieron presentes, pero fue Aaron el que permaneció en el paritorio ayudando a su mujer.  Mientras Macarena descansaba en la habitación tras el parto, Aaron salió al jardin de la clínica y mirando al cielo dijo en voz queda:

- Abuelo, aquellas raíces se han hecho un hermoso árbol. Ha crecido con las ramas fuertes y sanas.  Siento que a través de los siglos he vuelto yo también a mi casa, a mi lugar, a mis propias raíces que tu hiciste las amara como tú las amaste.  Sefarad tiene un nuevo ciudadano, pero también Israel.  No sé cuando podremos ir a visitarlo, pero iremos los cuatro, o quién sabe si no seremos cinco para cuando vayamos- dijo en tono festivo




La sociedad les fue muy bien. Las familias se hicieron muy amigas, y juntas compartían las preocupaciones que los negocios proporcionaban, pero que ambos solucionaban con facilidad. Nunca recordaron el pasado de cada uno. Para ellos aquellos tiempos no existieron, aunque dejasen hondas y dolorosas huellas en sus vidas. Eran amigos leales. Y se hizo amigo de los más viejos del lugar y con ellos compartía partidas de dominó,  de cartas y de ajedrez con Alfonso. Y se integró en esa pequeña sociedad que no hacía distingos de razas ni colores, cuando comenzaron a llegar  hombres jóvenes con ganas de trabajar  y de lugares lejanos de África, y les brindó trabajo y les facilitó vivienda digna, y  Macarena les ayudó a aprender el castellano. Y ellos también vivian junto a sus familias, y cariñosamente todos le llamaron Ari porque era más corto y más fácil de recordar.

 Los abuelos cada vez venían con más frecuencia y sólo les mantenían lejos de allí Sarah y su nueva nieta. 
Macarena y Aaron se querían cada vez más intensamente y eran muy felices con sus hijos.  Construyeron su casa y al cabo de unos años, cuando Benjamín contaba cinco, volvieron a Israel durante un verano para que ellos conocieran la otra rama,  de la otra sangre que corría por sus venas. Su padre les enseñó la historia de ese antiguo pueblo al que ellos también pertenecían.  Sus hijos ya tenían suficiente edad para conocer  Israel.  Y  recorrieron Jerusalem, y fueron a Tel Aviv,  los Santos Lugares, y Belen, porque aunque sus padres no eran religiosos, quisieron que conociesen la religión de ambos: la cristiana y la judía. Y  allí conocieron la historia de amor de sus padres, y junto al Muro de Las Lamentaciones, Aaron les dijo: 

- Estad siempre orgullosos de vuestros orígenes, tanto de los de mamá como de los míos.  Ambos llevamos tras de sí, la cultura, los aciertos y los errores que todos los seres humanos tenemos, y en especial ambos países que en un tiempo feliz compartieron tierras y lenguas.  No lo olvidéis nunca.  La mitad de vosotros es ladina, pero la otra mitad sefardita y en vosotros se ha cumplido el sueño de muchas generaciones de judíos, que soñaron con volver a su tierra, regresar a Sefarad.



Y al regresar a España, se detuvieron unos días en Madrid. Estaban saturados de nostalgias vividas, pero Aaron, a solas con su mujer, quiso visitar el lugar donde se vieron por primera vez:  el Museo del Prado,.  Nuevos grupos de turistas aguardaban su vez para entrar, como hicieran ellos hacía años, Y allí justo, en el mismo lugar donde comenzó su historia, la besó y la dijo:

 -Te querré siempre bella ladina. Has sido la luz de mi vida y serás el refugio de mi vejez. Gracias por todo cuanto me has dado.- Ella emocionada le besó

                                     

                                                            F    I    N

Autora:  1996rosafermu
Editada: Abril de 2013
Ilustraciones:  Internet 
DERECHOS DE AUTOR RESERVADOS

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