sábado, 15 de octubre de 2016

Destinos Cruzados - Capitulo 6 - Encrucijada

La Junta Directiva se reunió urgentemente. Fueron todos sus miembros unánimes en el veredicto. "El proyecto seguía adelante y la empleada despedirla, ya"

Mathew no tenía argumentos para defender la postura de ella, y aunque Clive salió en su defensa ninguno de los dos consiguieron que diesen marcha atrás.  A pesar de exponer el descrédito que sería para la firma, cuando la  prensa se hiciera eco de lo que iban a hacer con esas  familias

- Aunque Los periódicos lo divulguen, en tres días dejará de ser noticia, y el público se olvidará.-  dijo uno de los directivos apoyado por el resto.

-¿Tu sabes a lo que nos enfrentamos?,- dijo el Hutchinsons padre-.  Ninguno de nuestros accionistas van a perder un negocio que está casi cerrado por unas casas andrajosas que se están cayendo . Nada, nada, de ninguna manera; y a esa empleada por muy eficiente que haya sido ¿qué confianza vamos a depositar en ella, cuando a las primeras de cambio nos presenta esta papeleta?
-Pero padre es muy competente y sólo lo que busca es una solución, llegar a un acuerdo...- Clive argumentaba todo lo que podía para salvar el puesto de Christine, pero sabía que no tenía bastante fuerza como para hacerles rectificar.

Al término de la reunión cada hermano se dirigió a su despacho. Encima de la mesa de Clive destacaba un papel en primer término que llamó su atención. Era la dimisión de Christine irrevocable desde ya mismo, es decir ya no acudiría a su trabajo al día siguiente. Apenado por la situación fue al despacho de su hermano y dejó caer la renuncia encima de su escritorio. Mathew ni se inmutó. Creia conocerla y sabía que no era persona que se doblegara. Exclamó
-¿ Qué es esto ? ¿ Su dimisión ?, pues asunto resuelto.- comentó
- ¿ Pero cómo puedes hablar con esa frialdad? Ha trabajado con nosotros durante mucho tiempo
- No te metas Clive. Es un asunto cerrado; ya lo has escuchado.  Y ahora si me disculpas, tengo que preparar un viaje
-Qué ¿ te vas de vacaciones de nuevo?
- Te he dicho que no te metas. No tienes ni idea de lo cabezota que es esa mujer. Es de ideas fijas ; o todo ó nada.
- Está bien. Me  marcho. Pero sigp  opinando que hay otro sistema
- Ya lo sé. Y nadie más que yo lo desea. Pero ¿ qué quieres que haga? Han sido todos contra nosotros dos. Lo han aprobado. No se puede hacer nada.

Clive dió media vuelta y salió del despacho de Mathew, que se sentó y hundió sus manos en la cabeza impotente.. Al día siguiente Christine se dirigió a la oficina de la organización de su amigo y a modo de saludo, le dijo:

-¿Cuál va a ser mi mesa?

No dijo más,  ni hacía falta. Tenía que plantear la forma de arreglar aquel asunto de la mejor manera posible sin que nadie tuviera que sufrir. Sus sentimientos estaban divididos. Ya no tendría por qué preocuparse si veía o no  a Mathew.   Ya no tendría que enfrentarse a él ¿ o si?. Pero el terreno que pisaba ahora era diferente. Presentarían batalla, pero antes trataría de alcanzar un acuerdo, no sabía cómo, pero lo haría.
Transcurrieron dos semanas antes de que Christine descolgara un teléfono pidiendo cita con el señor .Hutchinsons. La secretaria le dijo que estaba reunido fuera del pais y que aún tardaria un par de días en volver.
-Muy bien. En dos días vuelvo a llamar. Muchas gracias, adiós. - Dejó transcurrir tres días y volvió a llamar. Esta vez si estaba en la oficina y solicitó hablar con él directamente.
-Dígame, ¿quién es?
-Soy Christine May, señor. Hutchinsons. Quería concertar una cita con usted referente al asunto que nos ocupa.
-Bien ¿cuando quiere?, yo tengo que irme de viaje en un par de días
¿Puede ser esta misma tarde? Le aseguro que es muy urgente
- Muy bien esta tarde .¿puede pasarse por aquí o prefiere un terreno neutral?
-A las cuatro estaré alli. Muchas gracias. Buenos días.

Cuando el reloj daba la última campanada de las cuatro, Christine hacía acto de presencia en el despacho de  Mathew. Se sentía extraña, ya no trabajaba allí, pero todo le era familiar y doloroso. Se miraron fijamente sin pronunciar palabra.   El indicándole la silla frente a su mesa le dijo:


- Siéntese, por favor. ¿Desea tomar algo?
-¿Puedo preguntarle algo?
-Claro, dígame
-¿ Por qué siempre que vengo a este despacho me pregunta si quiero tomar algo?
- Es una forma de romper el hielo
- Bien, era mera curiosidad.

El la miró fijamente. Tenía el cabello peinado distinto, recogido hacia atrás, pero su forma de vestir seguia siendo impecable. Su mirada se había endurecido, pero ya no era la chica nerviosa e indecisa que bajaba la vista cada vez que le miraba.

- Bien, pues usted dirá a qué debo esta reunión.
-Señor .Hutchinsons, en ningún momento quiero guerras. Pienso que la mejor manera posible de solucionar el problema es amigablemente, sin crear conflictos a nadie. Ustedes tienen muchos solares en los que poder construir el Centro comercial, sin necesidad de echar a nadie a la calle. Es un barrio modesto que viven con infinidad de problemas y nunca han exigido nada. Tienen niños pequeños con enfermedades debidas a las humedades de las viviendas, se meten en el barro cada vez que llueve y tienen que salir de sus casas. Pero sus hogares están limpios y cuidados; jamás han protestado por nada y no han reclamado nada, a pesar de que tienen derechos como cualquier ciudadano. ¿ No es posible dejarles que sigan viviendo allí?
-No señorita, es una decisión que no sólo me compete a mi. La Junda Directiva por unanimidad decidió que precisamente ese sería el enclave ideal para edificar el centro, Efectuarán las compras quienes tienen más poder adquisitivo que estos vecinos.  Duro,  pero así son los negocios.
-¡ Pero hundirían al pequeño comercio ! Por favor piénsenlo. Allí tienen la escuela para sus hijos, su iglesia, sus vecinos. Todos forman como una gran familia, se apoyan unos con otros. Por favor, yo se que usted tiene buen corazón y apelo a él: haga lo que pueda, por favor.


-Usted sabe mejor que nadie que no puedo hacer nada, aunque  me lo pida...No puedo, de verdad.
-¿Le puedo pedir un favor?
-Sí, dígame
-Venga conmigo a visitarles y vea de primera mano las dificultades que tienen para vivir día a día. Por favor. Nunca, nunca les he pedido nada . Mathew, venga conmigo y véalo usted mismo.

Era la primera vez que pronunciaba su nombre, era la primera vez que se miraban frente a frente. El la vio angustiada, verdaderamente preocupada por esas personas que habían conseguido que le suplicara, mientras que él ni siquiera había conseguido que le dedicara una sonrisa. Deseaba hacerlo, sabía que no conseguiría nada, pero al menos estaría con ella durante un rato. La echaba de menos como no se imaginaba; añoraba su timidez, su nerviosismo, el salir huyendo cada vez que le veía, su infantil vergüenza por lo que ocurrió.

- De acuerdo, mañana  ¿ A las nueve, por ejemplo Tengo el día muy complicado y debo atender ciertos asuntos antes de irme de vacaciones. Si, esta vez me voy de vacaciones, no huyo de nada ni de nadie. Sólo ,  y recalcó ésto,  voy a descansar.¿ Paso a buscarla?
-No, gracias, no es necesario. Iré en mi coche. Muy bien, pues mañana nos vemos.

Tendió la mano a Mathew, que él estrechó y retuvo durante unos instantes. Su mirada era seria, pero sus ojos tenían un brillo especial. Hacía tiempo que no la veía - "-Está preciosa.".., pensó, , y la vio marcharse con paso ligero.

Al quedarse solo, se recostó en el respaldo de su sillón con la cabeza hacia atrás suspirando. Durante unos instantes la había tenido frente a si, y la frialdad profesional era lo que había imperado.  Ninguno de los dos expresó ningún sentimiento distinto, aunque cada uno de ellos pensaba en el otro.  Estaba en una difícil encrucijada; por un lado estaba ella y su solicitud, que si dependiera de él, la hubiera atendido en el acto, porque el centro comercial no era tan urgente y tenía  razón: podían construirlo en otro solar. Pero dependía de una junta directiva y habían acordado todo lo contrario.  Debía ser él quién guerreara con ella, precisamente él. Todo en su vida había sido difícil y complicado.  Hasta lo más normal del mundo como era enamorarse de una chica, y ser imposible tener un noviazgo.  Algo que cualquier pareja  consigue en un minuto.


Pero no, a él le costaba un disgusto acercarse a ella, y para colmo tener que pleitear.  Pensó en su refugio, pero se dio cuenta de que era inútil y una decisión absurda porque siempre, fuera donde fuese, ella iba con él.  Esperaría al día siguiente a ver qué es lo que pasaba.


Antes de abandonar el edificio, decidió pasar a saludar a su antiguo jefe. Le tenía en gran estima, a él y a sus compañeros. Y así lo hizo.  La sorpresa de todos al verla, fue grande, especialmente la de Clive, que no lo esperaba. Le dio alegría el volver a verla. Había sido una buena colaboradora, y le dolía especialmente la situación planteada.  Se olvidó de que había sido su jefe, para ser simplemente un amigo.

- Créame Christine, que tanto Mathew como yo, hicimos todo lo imposible por echar atrás el proyecto, pero éramos dos contra doce.  No hubo forma de que lo desecharan. El dinero imperó mas que la vida de las personas.
- Lo sé, y lamento que tengamos que enfrentarnos con este asunto.  Guardo muy buenos recuerdos de mi paso por aquí, pero ahora me debo a ellos. Y por tanto he de marcharme ya.   Sólo he pasado a  saludarle
- Hasta siempre Christine
- Adiós señor Hutchinsons.

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