lunes, 10 de octubre de 2016

Destinos cruzados - Capítulo 1 - Una buena noticia

Christine acababa de cerrar su ordenador tras enviar un curriculum vitae a una de las multinacionales más importantes ubicadas en Londres.  Acabada su carrera de Derecho en lo social, se había decidido a buscar un empleo tras localizar un anuncio de dicha Sociedad solicitando abogado "jóven , eficiente y con ganas de hacer méritos dentro de una empresa cuyas oficinas están instaladas en distintas ciudades de las más importantes a nivel mundial". Así rezaba el anuncio y ella no se creía capaz de ocupar un puesto tan importante, pero "por intentarlo"...

-No pierdo nada; es mi especialidad y mis estudios han sido brillantes, así que ¿ por qué no?".


Pasaron varios días en que ni siquiera se acordara del curriculum enviado. Había salido con Puky un perro callejero que encontró abandonado siendo un cachorro y era su amigo entrañable. Habían dado un largo paseo y después estuvo tomando un café sentada en una cafetería hojeando las páginas de un periódico en el apartado de Anuncios por palabras.
No confiaba en absoluto que la llamaran de la Compañía Hutchinsons, así que optó por buscar otra cosa más "normal" que no fuera tan importante, pero quizá consiguiera el trabajo más fácilmente. Su posición económica no era del todo mala: le permitía pagar su apartamento compartido con otra amiga gracias a los trabajos esporádicos que había conseguido para pagarse la carrera y poder ir viviendo.
Daba clases a niños de primaria en lengua y en algunas ocasiones en matemáticas. También prestaba sus servicios en un bufete instalado en un barrio pobre de la ciudad asesorando a los emigrantes que allí vivian, de forma gratuita, ya que el poder adquisitivo de aquellas gentes era más bien bajo.

No tenía más aspiraciones que vivir de su trabajo con la suficiente holgura como para cubrir sus gastos y de vez en cuando, en vacaciones, poder realizar algún corto viaje a algún lugar exótico que la apeteciera. Algún capricho en ropa, en algún vestido que le gustara, y nada más . No ambicionaba ejercer en ningún despacho de grandes abogados, pues tampoco deseaba tener ataduras que le obligaran a ser una esclava del trabajo y a no tener vida privada, pues es sabido que esos bufetes tan renombrados exigen la presencia de sus empleados las veinticuatro horas del día. Ella quería tener tiempo para pasear a Puky, ir al cine, a cenar algún día con sus amigos o estar tumbada en un sofá sin hacer nada, simplemente.

Entró en la cocina, puso agua en el plato de Puky y le dedicó una caricia y un ligero beso en su cabeza Lentamente se dirigió al dormitorio a dejar la chaqueta y entonces fue cuando oyó un tintineo en su ordenador avisándola que le entraba un correo. Pensando que era la comunicación de algún amigo, fue hacia el y cual sería  su sorpresa al comprobar que era una petición del Departamento de Recursos Humanos de la Multinacional Hutchinsons e hijos. Sus ojos, porque no esperaba recibir contestación a su solicitud, se abrieron con sorpresa y una sonrisa se dibujó en su rostro : ¡ le habían contestado !

-Bueno, bueno no te adelantes. Eso no significa que te hayan concedido una entrevista; igual lo que te comunican es que no les interesas. Bueno, anda - se dijo - lee de una buena vez.
"Estimada señorita May: le agradeceríamos se pusiera en contacto con nosotros acudiendo a una entrevista personal el próximo día 15 de los corrientes para atender su solicitud de empleo realizada a través de su curriculum vitae. Atentamente Clive Hutchinsons. Dep. de Recursos Humanos."


-No me lo creo, no puede ser. Tengo que acudir a una entrevista para un puesto en su compañía, dentro de dos días. ¿ Qué voy a ponerme? Si solicitan a gente jóven no me puedo poner un vestido oscuro pues daría la impresión de que no soy dinámica. Lo mejor el traje de chaqueta, pero es negro, oh, pero me pongo una blusa blanca. Oh no. Me pondré el pantalón gris con un jersey rojo y la chaqueta azul marino. Va a parecer un arco iris. Bueno es igual, de todas maneras si me quedo a trabajar, me tendrán que ver con esa ropa tarde o temprano, es la que tengo -

Y dando vueltas y canturreando seguida por Puky celebró su buena suerte, aunque de repente se paró en seco:

-¿ Y si no les gusta mi presencia, o no me pagan lo que creo me corresponde ? -  De repente su sonrisa se borró y frunció con un mohín sus labios al tiempo que reflexionaba:
- Bueno no adelantemos acontecimientos, total van a ser sólo dos días para salir de dudas. Procuraré no perder los nervios. Ya se verá si tengo o no suerte. ¿ Y por qué no la voy a tener'?

Pero de repente se le quitaron las ganas de comer y entablando una conversación con su perro se preparó una ligera ensalada

- Por comer algo,- se dijo.

Después, al terminar, encendió el televisor tratando de distraerse para no ponerse más nerviosa de lo debido.  Y llegó el día de la entrevista.Su compañera de piso Coraleen le había dejado un traje de chaqueta color gris, un poco más juvenil que el que ella eligió en un principio. Sujetó su cabello  con un pasador a la nuca y con un ligero toque de maquillaje, cogió el bolso y se dispuso a marchar en busca de su primer empleo. Iba con tiempo suficiente para no llegar tarde y templar sus nervios en el camino. Estaba contenta, pero muy nerviosa; mentalmente se repetía el tipo de preguntas que le harían y dibujaba en su mente el rostro del jefe que le miraría inquisitivo como adivinando si había alguna mentira en su curriculum o había escrito toda la verdad.

- Será un señor sesudo, con gafas, traje oscuro e imponente figura que me pondrá nerviosísima a propósito para ver si guardo las formas o me exaspero. Pero no lo va a conseguir, no señor.

Llegó al imponente edificio de trazos modernistas y enormemente grande, lo que le dio la medida de la clase de empresa a la que estaba a punto de pertenecer.
El amplio vestíbulo estaba repleto de gentes que iban y venían de un lado a otro, de grupos esperando los ascensores y de chicas que venían corriendo porque llegaban tarde a su turno de trabajo.

Le extrañó que todos los ascensores estaban ocupados menos uno, y hacia él se dirigió pues prefería esperar a que la esperasen además en su primera entrevista no podía llegar tarde.
- Debe ser que cada ascensor va a una planta determinada, se extrañó pero no le dio demasiada importancia.
Sií se fijó que ante el ascensor también esperaba un hombre alto, bien trajeado y de porte distinguido. No le podía ver la cara porque estaba de espaldas esperando como ella a que el ascensor llegara.
Se abrieron las puertas y el hombre penetró en el ascensor y detrás iba Christine que tuvo que darle un ligero empujón para que le dejase entrar.

-Perdón,- dijo ella.

Entonces el hombre ladeó ligeramente la cabeza y esbozó una leve sonrisa como respuesta.
El ascensor no paraba en ninguna planta, lo que llegó a impacientarla y educadamente preguntó a su compañero de viaje:

-Perdone, este ascensor ¿ por qué no para en ningún piso.  Lo sabe usted?
Entonces el hombre se giró y sonriendo más ampliamente le dijo:

- Es que va directamente al despacho del Director.
- Oh, Dios mio. Entonces ¿ cómo voy a ir a donde debo?
- ¿ A dónde va usted ?
- A Recursos Humanos. Es una entrevista de trabajo y no puedo llegar tarde.
-¿ A qué hora tiene que estar?, creo que llegará con tiempo suficiente
- Si, ¿ pero cómo explicar mi presencia en el despacho del director? Ni siquiera le conozco. He comenzado con muy mal pie.
- No se preocupe. Cuando lleguemos se baja y da la vuelta. Deberá tomar cualquier otro ascensor que pare en todas las plantas. Recursos Humanos creo que es en la quinta.

Llegaron a su destino y al abrir la puerta del ascensor apareció ante sus ojos un amplio vestíbulo con el mostrador de Recepción al lado izquierdo y una gran mesa al frente con una atractiva secretaria aunque algo madura. Dirigiéndose a Recepción preguntó a la señorita del mostrador por dónde podía bajar hasta la planta quinta que era su destino.

-Tendrás que ir al vestíbulo de la entrada y allí tomar cualquier ascensor, pero no éste.¿Cómo es que has subido en él. Es el particular del director y no permite que nadie suba.
-Pues, menos mal que no me ha visto, de lo contrario me hubiera llevado la primera bronca, sin siquiera trabajar aquí. Bueno me voy; muchas gracias por la información.

Y a paso ligero se dirigió a realizar lo que le habían indicado. Por fin tras los avatares sufridos, llegó a la famosa planta quinta. Era grande, pero más pequeña que la que acababa de abandonar. De nuevo un mostrador a la izquierda y un sin fin de mesas con personas que se incorporaban a su trabajo. En lugar de una mesa con una secretaria, habian dos puertas, una al lado de la otra. En una había un cartel con un nombre : Clive Hutchinsons, Director de Recursos Humanos. Dió su nombre a la señorita de Recepción y ésta le dijo que esperara un momento, enseguida le recibirían, como así fué.  El despacho era grande con muebles clásicos .

-Demasiado clásicos, pensó ella. Debe ser un vejestorio el director porque un hombre joven no tendría estos muebles tan oscuros, pero son buenos, muy buenos. Dentro del despacho había otra puerta que se abrió de golpe dando paso a un hombre joven , bien parecido y muy elegante

-¿ Quién sería, el jefe? No puede ser es muy joven para desempeñar un cargo tan importante, pero claro siendo hijo del jefe....Bien, a ver qué pasa.


Y efectivamente sería su jefe más inmediato, la persona cuyo nombre señalaba la puerta de su despacho.
Su semblante era relajado, sin tensión y afable. A Christine le pareció el hombre más guapo del universo, y encima era simpático. Su conversación versó sobre sus conocimientos, su papel a desempeñar y por último su sueldo y la fecha de incorporación. Las condiciones de trabajo eran un poco acaparadoras: tenía que viajar a cualquier lugar del mundo donde fuera requerida su actuación en conflictos laborales, pero su salario era muy, muy grande y cumplía con creces sus expectativas. Trabajaría directamente con él y tendría para ayudarle a Carmeen, que junto con ella llevarían el departamento de Recursos Humanos internos y externos, por  eso es que tendría que viajar y mientras estuviera fuera sería Carmeen quién se ocuparía de los asuntos de trabajo en Londres.

Tendría el despacho contiguo al de Clive. Los dividiría una puerta que solamente el jefe se encargaría de abrir cuando lo creyera conveniente. Eran normas bastante estrictas, pero gracias a eso la multinacional funcionaba como un reloj. La acompañó hasta el despacho y quedó en incorporarse al día siguiente.
Cuando llegó a su puesto de trabajo al día siguiente, ya tendría su nombre en la puerta.

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