martes, 25 de octubre de 2016

Una extraña en mi vida - Capítulo 4 - Y se casaron

George se despertó y dirigió su mirada hacia Laura que dormía a su lado. Acarició suavemente los cabellos que caían sobre su cara y sonrió al ver el rostro de la mujer que amaba por encima de todo. No quería despertarla, pero tenían una mañana muy ajetreada por delante. Se puso a repasar todo lo que debía hacer para terminar de cumplir su sueño: casarse con ella.
Iría lo primero a comprar los anillos y después iría a ver al cura que les uniera en matrimonio.Y sus pensamientos le llevaron a la noche anterior.  Recordó con ternura el azoramiento de ella cuando él comenzó a acariciarla y poco a poco desposeerla de la ropa.  Lo hacía entre caricias y besos, dulcemente.  Ella también participaba de las caricias, y las recibía de buen grado.  Iba notando su excitación a  medida que  acariciaba y besaba su rostro, su garganta.  El momento más difícil fue cuando llego a quitarla los pantalones y tendría que quedarse en ropa interior. La desabrochó el sujetador y la tumbó en la cama. A continuación él se desnudó.  Ella no quitaba la vista de encima del cuerpo de George :atlético y bien formado. Había estado con un novio  de la universidad, pero hacia ¡tanto tiempo y fue tan decepcionante!, que había olvidado esa sensación, mitad vergüenza,mitad deseo. Él terminó de desvestirla y al cabo de un rato de acariciarla tiernamente, se entregaron mutuamente.


Se sentía feliz al lado de aquella mujer, casi una extraña, que había entrado en su vida cambiándolo todo. Ahora le pertenecía al igual que él le pertenecía a ella.  Y si tenía suerte ese mismo día o como mucho al dia siguiente serían marido y mujer. De repente le asaltó la duda de que quizá el cura o el juez, no pudieran o no quisieran casarles tan rápido. Algo tenía que inventarse.

-, No, ni pensarlo tiene que ser hoy. Bueno ya veré qué hago si surge ese impedimento.

Volvió la mirarla y depositó suavemente un beso en la frente de ella, al tiempo que le susurraba para no sobresaltarla:

-¡ Eh ! princesa,  tenemos que ponernos en marcha. Despierta dormilona, anda

Laura abrió los ojos y se quedó mirando los de George que le sonreía. Ella hizo lo mismo al tiempo que acariciaba el rostro del hombre.

-Buenos días mi amor.- Fue el saludo que le dirigió al tiempo que elevándose sobre un brazo, depositó un beso en los labios del que dentro de pocas horas sería su esposo.  El, jugando, le dió un azotito al tiempo que la decía
-Hoy he dormido con la mujer más bella, más dormilona y más perezosa que existe. Pero yo la amo más que a nadie y me voy a casar con ella....- Ambos se echaron a reir abrazándose de nuevo. Tomaron una ducha rápida y mientras desayunaban hicieron los planes a seguir.
-Mira , mientras yo voy a hablar con el cura tu comprate el vestido, porque no pretenderás casarte con vaqueros..Te dejo en la tienda y después nos reunimos en cualquier sitio.
-Pero  no  he traido bastante dinero. Todo ha surgido tan rápido y me ha pillado tan de sorpresa... Acuérdate que nos encontramos en el parque...
-¿Me lo estás diciendo en serio? Mira, te doy mi tarjeta y si quieres la "fundes".No importa mi vida, a partir de este momento soy yo el responsable , soy tu marido y corro con tus gastos. ¿Eso te preocupa? Eres muy inocente, eres una chiquilla a pesar de desenvolverte sola por el mundo. Anda termina y vayámonos; estoy impaciente por vernos ya casados.



Y así lo hicieron. Ella se quedó en un comercio comprando su ajuar de novia y él se dirigió a una joyería. Después se encaminó a la parroquia para hablar con el cura.  Entró en la pequeña iglesia y le echó un vistazo dando su aprobación. De la sacristía salió un sacerdote bastante mayor, con pasos algo vacilantes y una bondadosa sonrisa en su cara
-Buenos días hijo, ¿qué se te ofrece a horas tan tempranas?
-Buenos días padre, quiero casarme
-Bien, muy bien
-Pero quiero hoy mismo, a mediodía.
-¡ Pero eso no puede ser !
-Es necesario, padre, tenemos que hacerlo, y le explico. Tengo que salir urgentemente de viaje al extranjero; vivo en pecado con mi novia, y se ha quedado embarazada."Dios mio, perdóname por engañar a este pobre hombre, pero es que si no.."

El cura le miró extrañado y le reconvino acerca de vivir en pecado

-¿Te das cuenta? Esas son las consecuencias de no proceder como Dios manda. Has obrado muy mal, y ahora dejas a esa pobre chica con el problemón que lo resuelva ella sola. Francamente, me disgusta sobremanera¿Estáis seguros de lo que vais a hacer, ella está de acuerdo?
-Si, padre nos amamos y reconozco que hemos metido la pata, hemos sido impacientes, pero el pecado de la carne pudo más que las reflexiones...
-Bueno, bueno, no entres en detalles que no me interesan. Accederé porque es una cuestión urgente, pero no me complace especialmente.. A las doce estad aquí, y no se te olviden los anillos, que siempre lo dejáis para última hora. Anda, ve a reunirte con tu novia y sed puntuales. Vete, vete, y antes reza para pedir el perdón a Dios por los pecados, y reza un Padrenuestro.. Recuerda a las doce en punto, como te retrases, no habrá boda.
-Gracias, reverendo, muchas gracias por el favor que nos hace. Muchas gracias.

Se quedó arrodillado en uno de los bancos y le pidió a Dios perdón por la tremenda mentira que había contado, aunque reflexionó:

-En cierto modo no le he mentido del todo. Hemos dormido juntos sin estar casados, pero lo otro...Cuando se entere Laura, espero no se enfade conmigo. Rezó el Padrenuestro y salió corriendo en dirección al lugar donde había quedado citado con ella. Estaba eufórico, alegre, divertido y feliz, sobretodo muy feliz.

Accedieron a la iglesia, ella con un sencillo vestido blanco y el con un elegante traje. En sus rostros se reflejaba la gran felicidad que ambos sentían. Entraron y al rato salió el sacerdote que había de casarles.  La ceremonia transcurrió sin sobresaltos y fue rápida pero entrañable. Sus testigos fueron la hermana del sacerdote y la señora que le ayudaba a cuidar de los altares.



-¿No os vais hacer ni una foto siquiera?
-Me gustaría mucho, padre, pero no me he acordado de traer la máquina
-Hum, estos jóvenes. Sólo tienen memoria para lo que quieren. Anda Melania, trae la máquina de fotos.Habrán de tener un recuerdo estos muchachos -  Y les sonrió dulcemente aprobando el amor que ambos transmitían.

Después de dar las gracias al sacerdote y a las señoras por el favor realizado, ya convertidos en marido y mujer contentos y felices, riendo sin parar, se dirigieron al coche que les llevaría de nuevo al motel para recoger su equipaje.

George llevaba cogida por la cintura a Laura y de vez en cuando la atraía hacia sí en un cariñoso abrazo. Recogieron todo lo que habían dejado sin guardar y Laura se quitó el traje de novia y lo metió en una bolsa para que no se deteriorase. George la vió hacer y abrazándola la dijo:

-Ya eres mi mujer y yo tu esposo. No hay nada que nos separe y te prometo firmemente que haré todo lo que esté en mi mano para hacerte feliz. Ahora retrasemos por un rato nuestra partida a casa necesito hacerte ver todo lo que representas para mí, el enorme amor que te profeso. Y dicho esto ambos se fundieron en un abrazo susurrándose palabras de infinito amor que ambos sentían.


El tiempo había transcurrido veloz y el final de su estancia en Irlanda estaba llegando. Durante los seis últimos meses transcurridos desde su casamiento habían ocurrido cosas importantes en sus vidas. Laura se había ganado el corazón de su suegro que había dado su colaboración para acabar felizmente su tesina. La había estudiado con una lupa y al final tuvo que rendirse ante la evidencia de que el amor que la pareja sentía era auténtico y en particular a ella no la movía otra cosa que el permanecer junto a su esposo.

La armonía existente entre los recién casados llenaban de juegos, risas y alegría el viejo caserón de la familia, pero todo eso tocaba a su fin aunque fuera por un corto espacio de tiempo. Debía regresar a España para presentar su tesina, aunque el empeño de los primeros tiempos se había desvanecido en parte. Ahora tenía otras ilusiones por las que luchar, pero su marido la animaba constantemente para que no abandonara el empeño.

Lentamente empezó a preparar su equipaje.El otoño se había presentado de improviso y empezaba a hacer frio. No tenía prisa por hacer la maleta, quería retrasar de esa manera su regreso a Madrid. Como siempre George la había despertado besando su frente y deseándole buenos días, pero los de hoy eran especiales: mañana no la tendría allí y aunque pensaba reunirse con ella en breve, el pensar que iba a estar lejos de él, aunque fuera por breve tiempo, le ponía de mal humor. Laura había aportado a su vida, además de amor, alegría, novedad, risas y felicidad. Se levantó lentamente de la cama dirigiéndose a la ducha. Ella se había despertado, es decir se había dormido muy tarde, sólo cuando el desvelo y cansancio se lo permitieron. No quiso seguirle, se dió la vuelta en la cama porque en ese momento le vino a la cabeza que tenía que partir al día siguiente.



Se levantó al igual que su marido, malhumorada . No sabía cuál era el motivo y el por qué, pero el caso es que tuvieron su primera discusión de casados. Ninguno de los dos sabía quién la había comenzado y el motivo, a buen seguro que sería una tontería.  El motivo era que los dos estaban apenados por el viaje y no supieron expresarlo de otra manera que no fuera reprochándose el uno al otro insensateces.  George bajó por delante a desayunar y cuando momentos después lo hizo Laura, ya estaba su suegro sentado a la mesa y George había acabado el desayuno. Con cara larga él se levantó de la silla para irse al trabajo, y muy de pasada dijo a su mujer:

-No sé si podré venir a comer. Hasta luego

Y salió de la habitación dejando a Laura perpleja. Era la primera vez que se marchaba sin darla un beso , sin acariciarla. Esto también extrañó al padre, pero por prudencia se hizo el desentendido. No hizo ningún comentario, terminó de desayunar y dijo a su suegro.

-Si no te importa voy a salir a tomar un poco el aire, quiero despedirme del entorno.

En realidad estaba acongojada y quería alejarse de allí para poder desahogar su rabia contenida. Cortó unas rosas del rosal preferido de su suegra y lentamente se encaminó al lugar, dentro de la finca, donde reposaban los restos de la madre de su esposo. Se sentó en el borde de la lápida y depositó las rosas en la cabecera. Permaneció silenciosa unos momentos; después rompió a llorar desconsolada, y como si la pudiera escuchar, contó a su difunta suegra el incidente ocurrido con George antes del desayuno:

-La verdad es que se ha cansado de mi, ya le da lo mismo si duermo a su lado o no. Ha dejado de importarle mi presencia. Se ha marchado a trabajar sin darme un beso, ni una sola caricia, y sin poner siquiera su mano en mi hombro como suele hacer. Ya no me quiere. He sido una novedad en su vida, pero ya ha pasado, ya no represento nada para él. Me voy mañana y hoy no nos hablamos. ¿ Por qué ha ocurrido, qué es lo que he hecho mal? Yo estaba dispuesta a renunciar a todo, y era él quién me animaba a terminar mi tesina.
Un sollozo salió de lo más profundo de su corazón, sintiendo una angustia infinita. Unas fuertes manos la tomó por los hombros haciéndola girar y entonces vió a un George profundamente arrepentido que la abrazaba y la besaba pidiéndola perdón.

-Perdón, perdón.No tenía derecho a hacerte pasar este mal rato. No has hecho nada malo, ni yo tampoco. Sólo me he levantado mal, pensando que mañana a estas horas ya no te tendré a mi lado, y aunque sean dos ,tres días no te voy a tener. Eso me ha mortificado durante días y hoy no me he podido contener, sin darme cuenta que al irme de esa forma te hacía daño. Perdóname cariño, perdón. Te quiero tanto que si no te tengo me falta la vida.



-Ya...,ya...-, dijo ella tratando de terminar con la angustia de su esposo.
-Suficiente mi amor, ya ha pasado todo. Ha sido una tonta discusión de recién casados. Nada ha cambiado entre nosotros. Perdóname tu también por haber dudado de tu cariño.- Se fundieron en un abrazo y se dirigieron hacia la casa

Laura se acomodó en el asiento del avión pensando en aquel otro viaje de hace un año en el que conoció al que hoy era su marido. Cuando quiso recordar , había transcurrido el tiempo y
tomaban tierra en Barajas. Llegó a una casa que a pesar de ser la suya, la pareció extraña y desoladora. Dejó el equipaje llamó a su marido y a su suegro para comunicarles que ya había llegado y bajó a comprar  algo con lo que cenar aquel día.  No tenía apetito, así que se calentó un poco de leche y después de ducharse se metió en la cama. El teléfono repiqueteó muy temprano y al descolgar oyó la voz de George que sonriendo le daba los buenos días:

-Buenos días mi amor muuuua. ¿Has dormido bien? Yo noooo

Ella rió alegre al comprobar que su marido estaba al otro lado y se lo imaginaba como siempre despertandola para comenzar un nuevo día.

-Hummmm, se desperezó. Buenos días rey. Yo he dormido como un bebe. Estaba agotada con tantas emociones. Ahora me vestiré e iré a la universidad a entregar la tesina . Estoy deseando que acabe el trámite. ¿Sabes lo que me gustaría? que me rechazaran, así volvería enseguida a tu lado.
-¿Estás loca? después del esfuerzo que te ha supuesto tienes que sacarla y con muy buena nota. El informe es soberbio y te lo tienen que reconocer, aunque ello suponga que no voy a verte en una semana. Anda ponte elegante y ve pronto y ojalá hoy no te den una respuesta pues eso sería buena señal. En cuanto llegues de la universidad, me llamas ¿eh? No se te olvide. ¡ Ah! mi padre te envía un abrazo y me dice que no entrarás en su biblioteca nunca más si no llevas el doctorado bajo el brazo. Ambos rieron y colgaron el teléfono, no sin antes decirse repetidas veces que se amaban.

Entregó la tesina y le dijeron que establecerían contacto para comunicarle el resultado. Ella salió de la universidad y se encaminó a la parada de taxi. Tomó uno y quiso ir a un lugar en que estuviera distraída para que los nervios la dejaran en paz. A través de su móvil llamó a su marido y a continuación a su suegro con el que bromeó durante un rato. Aquel viejo cascarrabias, conservador de las más rancias tradiciones se había encariñado con aquella ibérica , como él la llamaba,  que le hacía compañía con su charla amena, con sus risas alegres y con la cultura que poseía. Nunca se aburrían; delante de una taza de té aguardaban que diera la hora en que George regresara a casa. En un momento de confidencias, Timoty le habló:




-Laura, ¿qué piensas hacer cuando tengas el doctorado?
-Pues la verdad no lo he pensado. Lo tenía todo calculado: al obtener el doctorado solicitaría una plaza en alguna universidad como profesora de historia, o en algún colegio mayor. Quería transmitir lo que sé a otras generaciones, pero ahora todo ha cambiado. Aquí soy una extranjera, no domino muy bien el idioma y además George quiere tener hijos enseguida, con lo cual no se lo que haré.
-Cuando tengas el doctorado solicita plaza en la universidad, como tenías pensado y además una clase basada en los orígenes celtas sería muy interesante. Sobre el idioma yo te enseñaré el gaélico, con lo cual no tendrás problemas. En cuanto a los hijos, esa es una cuestión vuestra, aunque a mi me encantaría que me hicierais abuelo enseguida - . Y ambos rompieron a reír.

Miró su reloj y vio que era hora del almuerzo. Entró en un restaurante por ella conocido y pidió algo de pescado con ensalada. No tenía apetito y si muchos nervios aunque no quisiera admitirlo. Después de comer decidió acudir a un cine para que la tarde no se le hiciera tan larga. A la salida ya era casi de noche, a pesar de que el otoño en Madrid es una estación preciosa no le apetecía pasear. Quería llegar a casa y chatear con George durante un rato después se iría a la cama, y quizá con un poco de suerte supiera algo al día siguiente.

Estaba desayunando después de haber hablado con George, cuando el teléfono sonó nuevamente:

-¿Señora. Mortimer por favor?, ó Laura Escribano, mejor dicho.¿Se puede poner?
-Si, soy yo.¿Quién llama?
-Es de la universidad, para comunicarla que ha aprobado la tesina y tiene concedido el doctorado con una nota de 9 puntos.
-¿Me lo puede repetir, por favor?
-¡ Claro ! es usted doctora en historia con una nota excelente. Pasado mañana en el Aula Magna la entregaremos la acreditación. Deberá estar en dicha aula a las diez de la mañana.

Cuando colgó el teléfono tuvo que sentarse. Con mano temblorosa marcó de nuevo el número particular de George y cuando él contestó a su llamada, soló atinó a decir:

-Pasado mañana a las diez, me darán el doctorado. ¡ Lo he conseguido, lo he conseguido !
-Dios mio, ¿lo ves? enhorabuena mi amor, enhorabuena
-No llames a tu padre, deja que lo haga yo ahora, cuando colguemos.

El día se la hizo interminable. Salió a la calle: se compraría un elegante vestido para recibir su título, sería algo especial. La víspera se quería acostar temprano a pesar de que sabía que no podría conciliar el sueño. Se dió un baño caliente para relajarse, se hizo un pequeño bocadillo de jamón y con la bandeja se puso delante del televisor con la idea de distraerse.  No la entraba ni un sólo bocado en el estómago, por lo que abandonó la idea del bocadillo y optó por un vaso de leche caliente. Al terminar de beber la leche y cuando estaba recogiendo la bandeja, el timbre de la puerta sonó, y extrañada se repitió:

-¡Qué extraño ! ¿quién será a estas horas?

Abrió la puerta y ante ella  apareció un George pletórico de satisfacción que de una zancada se plantó delante de ella abrazándola y besándola al tiempo que reia ante el asombro de Laura


-¿Pero qué haces aquí?
-¿Crees que me iba a perder el doctorado de mi esposa?
-Dios mio George, estás aquí, ¡ has venido!
-Mal marido sería yo si no lo hiciera.¿Cuando te vas a dar cuenta que tú eres mi prioridad en todo?

Se abrazaron nuevamente felices, contentos por estar de nuevo juntos. Era el comienzo de una nueva etapa en sus vidas.



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