domingo, 13 de marzo de 2016

Miranorte - Capítulo 13 - Unir sus vidas

Daba fuertes palmetadas en el techo del coche, patadas en las ruedas, como si el vehículo tuviera la culpa de lo que le estaba pasando.  Farfullaba tacos.  A simple vista podía observarse que el mal humor que tenía era de grado superlativo.  Hasta ella no  llegaba con claridad la pelea que tenía con las palabras y consigo mismo.  Miró hacia las ventanas de la casa que permanecían encendidas, pero  ninguna silueta humana se veía a través de los visillos.

Atónita  y expectante no se atrevía a moverse.  Ignoraba lo que le había llevado a ese estado de exasperación.  Nunca le había visto así.  Claro que no había tenido un trato tan íntimo como para conocer sus reacciones.  El daba vueltas a un lado y a otro, tratando de calmarse, cosa que no terminaba de conseguir.  Al fin decidió entrar en la casa.  Levantó los abrazos en señal de rendimiento a lo que fuera lo que le ocurría.  Algo llamó su atención y giró la cabeza en dirección a donde se encontraba Alba, que asustada por la reacción de él, no se atrevía a moverse.



- Pero...  ¡qué demonios! ... ¿ Alba ?

La luz de entrada a la casa, apenas llegaba hasta donde ella estaba, indecisa... , sin saber si retroceder, quedarse quieta, o ir al encuentro de Paul

El, resuelto,  encaminó sus pasos hacia  ella.  En su rostro se reflejaba la incredulidad, el asombro por la casualidad, y el alivio por volver a verla.  Alba no podía articular palabra. También ella se había sorprendido al encontrarle en Miranorte, era lo último que esperaba, máxime con ese ataque de furia que había presenciado

- ¡ Por fin !- exclamó él-.  ¿ Por qué no me has llamado ?  Hubiera ido a buscarte. Te creía en Madrid
- No sabía que estabas aquí... Ha sido por causalidad...  Iba de regreso al albergue, y quise pasar a ver mi antiguo hogar. He llegado hace poco, pero no estaba en Madrid, sino en León
- ¿ En León ?
-Si...  fui a ver a Mila
- Bien... cuéntame... Pero pasemos dentro.  Te aseguro que no muerdo
- No diría yo tanto...  después de presenciar tu cólera...  Creía que eras más templado



- La culpa la tienes tu.  Estaba muy cabreado contigo.  Ni siquiera has tenido la amabilidad de llamarme. Yo lo hice en repetidas ocasiones
- Si..., después de bastantes meses sin saber de ti.  Yo también estoy cabreada contigo.  Te olvidaste de mi en cuanto subiste al avión
- ¿ Qué dices, olvidarme de ti ?  Te dije la última vez que nos vimos que siempre estaría cerca
- Está bien.  No tienes que darme explicaciones, pero...  no tienes razón. Tu debiste llamarme para decir, al menos, que ya estabas en casa.  Vamos...  creo yo
- Lo siento. Me fue imposible hacerlo. Tuve un trabajo  que salió mientras estaba en Londres y era algo que me interesaba, pero el rodaje era en Moscú. Sin tiempo para deshacer el equipaje, tuve que salir corriendo.  Estudié el guión mientras estaba en el avión
- Está bien, está bien...  No tienes que darme explicaciones. No entiendo tu mundo, no pertenezco a él y tampoco comprendo esa ansiedad que tenéis por hacerlo todo inmediatamente.  En fin. Me alegro que todo te haya salido bien.  Y ahora he de irme.  Llevo todo el día de viaje y estoy cansada. Ya nos veremos Paul
- Oye, oye.  Sigues enfadada ¿ verdad?
- ¿ Enfadarme? No en absoluto.  Además es tu mundo y nadie mejor que tu para saber lo que te conviene

Alba comenzó a seguir su camino, cuando Paul la agarró del brazo para que se detuviera

- ¿ No quieres saber por qué estoy aquí? ¿ Ni siquiera eso?
- No Paul, no me interesa en absoluto.  Son tus cosas, tus trabajos, tu vida. De verdad que no me importa. No necesito saber nada.  Es tu vida, tu mundo, y no el mío
- Por favor.  He estado muy preocupado por ti.  Aunque no lo creas me interesas mucho. Han sido un montón de circunstancias, estúpidas si así lo crees, las que me impidieron contactar contigo. Los horarios, en fin... No voy a tratar de disculparme.  Bajo tu punto de vista, tienes razón. ¿ Te vale con eso?
- Está bien, está bien.  Ambos hemos sido unos chiquillos.  Olvidemos el problema.  De verdad tengo que irme.  Estoy muy, muy cansada
-Sólo un minuto, por favor.  El tiempo de tomar un café.  Tenía muchas ganas de verte, y ahora que estás aquí, no puedes irte así... , tan rápido.
- Está bien. Vale. Sólo un minuto




Paul le contaba sus planes.  Tenía dos trabajos a la vista, y esta vez sería cerca de casa.  La miraba fijamente, y ella algunas veces tenía que bajar la vista, porque la perturbaba la expresión de sus ojos.

- Quiero que te vengas conmigo.  En una ocasión te ofrecí un trabajo como secretaria. Nuevamente te lo ofrezco ahora.  Nadie mejor que tu para ser la persona de mi confianza
- ¿ Por qué ? Nos conocemos desde hace poco tiempo. Ignoras si  filtraría a la prensa intimidades tuyas:  tus ligues... tus entradas y salidas...  en fin, todos esos cotilleos que interesa a las jovencitas que te siguen.  No creo sea una buena idea, la verdad.  Además no soy muy buena como secretaria.  Nunca he trabajado en eso
- No importa, yo te enseñaré.  Deseo tenerte cerca y de este modo no estaré tan preocupado por ti
- ¿ Por qué has de estar preocupado?  Es absurdo.  Soy mayorcita y se cuidarme sola.  Hace tiempo que lo hago.  Estaré bien
- Pero es que...  quiero tenerte a mi lado.  No me digas porqué.  Ni yo mismo lo sé ¿ No quieres saber por qué vine a Miranorte nuevamente?.  Traté de borrarte de mi cabeza, pero estabas presente en todo. Abandoné el trabajo y decidí estar en un lugar solitario para pensar, y regresé aquí. Por medio  de una inmobiliaria compré la casa que había sido tu hogar, porque me encontraba mejor rodeado de tus cosas.  Observarás que no me he deshecho de nada.  He de confesarte que durante los días que rodamos aquí, entre toma y toma, recorría las estancias.  Todo estaba en perfecto orden tal y como lo dejasteis por unos días, pero todo me hablaba de ti.  Entonces fue cuando me asaltó la idea de que eso significaba algo más que una amistad.  Durante las vacaciones pensaba mucho en lo que te iba a decir, pero a mi regreso aquí, tu te habías marchado.  Luego...  te encontré en Londres, por casualidad... y creo que eso significa algo.  Entraste en mi vida inesperadamente y no quiero que salgas de ella, muy al contrario quiero que permanezcas a mi lado... ¿ te haces una idea de lo que te estoy diciendo ?
- Creo que si, pero... Es un error...  no soy la adecuada para ti... Necesitas alguien de mundo, y yo no lo tengo.  Mi primer viaje ha sido a Nueva York en las navidades pasadas y tu mundo es muy complicado.  No creo que te resultara útil en el trabajo
- No has entendido nada ¿ verdad?  No te estoy hablando de trabajo, sino de una vida en común. Tu y yo juntos

Alba le miraba con los ojos muy abiertos.  Las palabras que escuchaba la llenaban de alegría.  Significaba algo para él. Un algo que había soñado con escuchar, a sabiendas de que era imposible lograr, y sin embargo ahora estaba frente a ella...  ¡ y se estaba declarando !.  La quería, deseaba que estuviera a su lado, pero la realidad se imponía.  No podía ser...  ella estaría siempre celosa de todas las niñatas que le acosan en cualquier lugar que le encuentren.  No soportaría las escenas calientes que representara en el cine.  Le quería para ella sola, y eso en el mundo en el que trabajaba era poco menos que imposible.

- Dime algo, por favor- la decía Paul nervioso
- ¡ Estás loco ! No me conoces. Vives con las fantasías que representas en un plató, y esto es la vida real.  Crees sentirte atraído por mi, pero en realidad lo que te atrae es una novedad, algo distinto a lo que estás acostumbrado, Al poco tiempo te darías cuenta de que cometiste un error. Yo sería un carga para ti y terminarías por odiarme. No ni hablar.  Es mejor guardar un buen recuerdo.
- Eso significa un rotundo no ¿ verdad? No te importa hacerme daño con tal de mantener tu dignidad de niña inmaculada. El cine es un trabajo, simplemente, algo extraño,  es verdad, pero no deja de ser un trabajo.  Yo te quiero, y deseo que estemos juntos.  Deja  a un lado prejuicios absurdos. Tienes la idea de que cada vez que hacemos una película nos enamoramos de la protagonista, y te aseguro que no puede estar más lejos de la verdad.  Cada uno de nosotros tenemos nuestra vida y volvemos a ella cuando se apagan los focos.  Necesitamos un lugar donde vivir, que sea ajeno a todo. Digamos que sea el refugio del guerrero.  Mi trabajo no es fácil, no creas.  Cuando te sientas en la butaca de un cine, se ve todo muy bonito, muy de color de rosa, y no es así.  Detrás de todo ello hay mucho trabajo, muchas horas de espera, muchas peleas con el director, con los intérpretes, hasta con los de atrezzo, con todos.  Hay tensiones, nervios y envidias.  Todo eso.  Y luego te encuentras frente a un público que no le gusta tu trabajo y el tiempo empleado en los rodajes, no han servido para nada, la película es un fracaso ¿ por culpa de quién? posiblemente de nadie y de todos.  En cada película te juegas la carrera, la ilusión y el trabajo de mucho tiempo...  Por eso necesitamos una vida privada alejada de todo ese laberinto, y ser personas normales, hacer cosas normales, como todos.  Pero siempre estamos en un escaparate y tenemos constantemente que  guardar las formas porque puede haber algún fotógrafo cerca y que normalmente sacan todo fuera de contexto, pero organizan una noticia, falsa, pero que puede perjudicarte.  Una simple conversación en un tono más alto de lo normal, de repente la transforman en una discusión, y al día siguiente, en los titulares de cualquier revista , con las letras más grandes,  pondrán: fulanito de tal ha roto con su novia de siempre.... etc. etc.¿ Entiendes lo que quiero decirte?  Te necesito a mi lado para que me hagas volver a la tierra cada vez que despegue los pies del suelo.

- Pero yo no estoy preparada para esto.  No quiero ser una excusa... un refugio para cuidar tus heridas, si las tuvieras.  Para eso ya tienes a bastantes chicas que estarían locas por hacerlo.  Todo esto es muy repentino.  Creo que no has pensado bien lo que dices.  Y ahora tengo que marcharme
- Definitivamente es no  ¿verdad?  No has creído ni una sola palabra de cuanto te he dicho. ¿ Por qué crees que vine aquí?  para  pensar.  Para mi es un paso muy importante. Se que no va a ser fácil para ti si accedes a compartir mi vida, pero estaremos juntos, yo te ayudaré, no vas a estar sola.
- Por favor Paul... yo... estoy hecha un lio.  Yo te quiero, desde el primer instante en que te vi.  Me he pasado todo este tiempo huyendo de ti, de tu recuerdo.  Quería olvidarte para poder seguir con mi vida, pero parece ser que el destino se ha empeñado en desbaratar todos mis planes.
- ¿ Por qué dudas? ¿ Crees acaso que yo no te quiero?  Te lo he dicho mil veces. Francamente no se qué más hacer para convencerte
- Oh Paul...  me estás volviendo loca.  Has tirado por tierra toda mis convicciones. Y ahora ...

Corrieron el uno hacia el otro y se fundieron en un abrazo. Un abrazo en el que cabían todas las dudas, las esperanzas, los anhelos, y la necesidad de estar uno junto al otro.




¿ Cómo había sucedido todo tan rápido?  No le había dado tiempo para nada, y ahora se encontraba sentada en un avión y a su lado estaba Paul. Iban en dirección a Los Angeles. Conocería a la familia de él y al cabo de un tiempo, se convertirían en marido y mujer.  El era cariñoso y atento con ella.  No tenía ninguna duda de que la quería, pero ¿ qué opinarían sus padres?  ¿ Les habría hablado en alguna ocasión de ella?  Bien es verdad que Paul vivía independiente de su familia desde hacía tiempo, no obstante,  un paso tan decisivo como el que iban a dar, siempre informas a tu familia, al menos a tus padres.  El apretaba su mano y la miraba sonriente.  En su rostro había complacencia

- ¿ Estás nerviosa? - la preguntaba
- Siii... mucho...  Por todo, por el viaje...  por el avión...
- Tranquila.  Todo va a salir bien

La dio un beso en la frente y ella le respondió con una sonrisa, en la que se podía leer el inmenso cariño que le tenía, pero también las dudas e incertidumbre que atenazaban su corazón.  Tenía muchas horas por delante para calmarse. Comenzaría, nuevamente, otro tipo de  vida, apenas pisara el aeropuerto de Los Angeles, cosa que ocurriría en unas pocas horas.  Después vendrían días de mucho ajetreo:  conocer a la familia..., compartir un techo con él... acompañarle en sus desplazamientos, porque no pensaba dejarle solo, aunque tuviera que esperarle en la habitación de un hotel...  Verse convertida en su esposa... ¡ Dios mio ! quién me lo iba a decir...


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