lunes, 15 de agosto de 2016

La campiña cubierta de brezos - Capítulo 8 - Distancia

los tres días de haber dado a luz, Lola, Charles y la pequeña Rose, llegaron a su hogar.  Él las colmaba de mimos y arrumacos.  Estaba loco de satisfacción con la recién nacida y con la familia que había creado.  Lola, a ratos, y cuando él estaba distraído, observaba el rostro de su marido, buscando alguna señal que la indicara que lo manifestado por "esa mujer" era cierto.  Estaba dolida, y sabía que no era justa, porque en ningún momento Charles le había dado motivo de sospecha para dudar de su amor.  Acaba de dar el pecho a la chiquitina, y por fin tenían un rato para ellos



Habían puesto una música suave y dulce. Charles miraba a Lola, que tras su maternidad tenía una mirada más brillante y una cara plácida y bonita.  Pero a veces la veía triste y no sabía por qué.

- ¡ Eh, Dolores ! ¿ Qué te ocurre ?
- Charles no me pasa nada. Estoy algo agobiada con la niña,  supongo porque soy novata. Pero no tardaré en hacerme con la situación.
- Creo que te ocurre algo y no me lo quieres decir- De repente ella no pudo soportar la angustia y se echó a llorar en brazos de su marido
- Por Dios Lola, dime lo que te pasa.  No creo en absoluto que sea motivado por Rose.  Estás loca con ella. No hay más que veros cuando estáis juntas. Se te ilumina la cara. Dime cariño ¿ qué ocurre?

Lola no sabía cómo relatar a su marido la visita de Terry.  Estaba dolida y angustiada, pero no sabía por dónde empezar.  Charles la abrazaba y la besaba.  Sabía que muy posiblemente estuviera deprimida después del parto.  Se enfrentaba día a día a una situación totalmente desconocida para ella que no podía controlar, y eso le preocupaba. Sabía de casos que habían ido más allá de la cuarentena y el matrimonio había pasado por dificultades anímicas muy importantes.  En su cabeza no cabía, ni en sueños, el tener dificultades con ella.  Lola era el eje de su vida, y además ahora estaba la pequeña Rose, el lazo más fuerte entre los dos.

Esperó a que se calmara. La acariciaba el cabello, besaba su frente, la tomaba de las manos, y de esta forma, pacientemente consiguió que ella, por fin, se decidiera a explicar lo que le ocurría.

Lola relató punto por punto lo hablado con Terry.  Charles estaba tan indignado que se levantó del sofá en donde ambos estaban sentados, y comenzó a dar vueltas por la habitación para descargar la furia que sentía

- Y tú ¿ has creído eso? ¿ Es que acaso te he demostrado no quererte ya, no seguir enamorado de ti como el primer día ?  Por amor de Dios Dolores, ¿ de qué madera piensas que estoy hecho?  Lo que más me duele es que hayas guardado silencio hasta ahora, que no me lo hayas contado antes.
- Pero no me has contado nada referente a Londres ¿ es cierto que yo te corté las alas, que te impedí realizar lo que era tu sueño?- dijo Lola cada vez más llorosa
- Estás muy sensible.  Creo que será mejor dejarlo estar, por ahora.  Ya hablaré con ella-dijo Charles que a duras penas se podía contener
- No. Quiero que me contestes ahora-dijo Lola, entre asustada y expectante
- Naturalmente que no.  Al principio esos eran mis planes, e incluso después de conocerte seguía pensando en ello. En parte porque ella me metía esas ideas en la cabeza.  Pero ... empezamos a vernos y algo en mi interior cambió radicalmente.  Sabía que mi futuro no estaba en Londres, sino en donde tú estuvieras
- Pero mírame...-, le decía Lola señalando su cuerpo- No tengo cintura, todo son caderas. Hay días en que sólo puedo darme una ducha porque no me da tiempo a nada. Nuestra intimidad ha desaparecido... y... ella está ahí... preciosa, bien arreglada y dispuesta a todo. ¿ Cómo puedo luchar contra eso?
- Oye, oye...  No te cambiaria ni por la mujer más hermosa que existiera. Tu eres hermosa y me tienes loco. Tienes que tener paciencia... recuperaras tu cintura, tendrás más tiempo libre a medida que la niña se vaya acostumbrando a ti, porque ella también tiene que aclimatarse.  Hasta ahora ella dormía, comía , y daba patadas cada vez que quería, y sin embargo ahora tiene que comer, dormir, vomitar, y llorar a unas horas determinadas, caramba... Entiéndelo, eres enfermera.  Deberías saberlo...  En cuanto a nuestra intimidad, también llegará... cuando pase la cuarentena volveremos a ser como antes.  Me crees capaz de buscarme otra, para satisfacer mis necesidades? ¿ Es eso lo que crees?  Pues si eso piensas de mi, ni me conoces ni me quieres,  como crees



Salió de la habitación congestionado por el disgusto que acababan de tener.  Nunca lo hubiera imaginado.  Era su primera discusión seria, pero le dolía que su mujer desconfiara de él, y creyera a pies juntillas lo que le dijera una mujer que lo que buscaba era separarles.  

A pesar de que la tensión entre ellos se había relajado, Lola era observada constantemente por Charles y veía que poco había cambiado: la veía triste, no conseguía tener el carácter de antes.  Eso le preocupaba muchísimo y se decidió a  hablar con Spencer para tratar de averiguar lo que en realidad le ocurría a su mujer.

- Charles... Has de tener paciencia. La maternidad por habitual, creemos que es cosa de una semana, pero  sigue siendo importante en la mujer.  Sus cuerpos sufren una transformación total en su organismo, y han de volver a encajar de nuevo.  Eso no lo logran de un día para otro. Se recuperan pasado algún tiempo, a medida que van recuperando su línea y a su marido.  Porque también los hay muy brutos que no respetan ni siquiera la cuarentena, cuando su cuerpo aún está dolorido por el alumbramiento.  Todo esto les produce la consabida depresión postparto, y para que se les pase pronto, han de contar con la colaboración de sus maridos, y no siempre ocurre.  Ellas perciben que cuando van por la calle, ellos miran más a otras mujeres, y  se ven feas, gordas, y deprimidas... Eso es lo que le ocurre. Amigo mío paciencia... el tiempo pasa y en un par de meses notarás la mejoría.  Para que ella vuelva a su estado de antes, cuenta más o menos seis meses.  Pero no te asustes, antes habréis recuperado vuestra intimidad y todo será más llevadero.

Charles salió de la consulta con su compañero, algo más tranquilo. Esperaría todo el tiempo que fuese necesario. Él amaba a su mujer y a su hija cada día más. Cómo hacerle comprender que le estaría eternamente agradecido por  haberle amado de la forma que lo hace y haberle recompensado con esa bolita preciosa llamada Rose.




Sabía que a ella le hacía gracia que la llamara "huesines".  No sabía si ahora, con esta situación se lo tomaría a mal, pero tenía que intentarlo.  Tenía tres días libres después de haber hecho las guardias de veinticuatro horas seguidas, así que ideó un plan para tratar de mejorar la comunicación entre ellos.  Cuando llegó a su casa, le propuso lo que había pensado

- ¿ Sabes lo que he pensado, mi cielo?- la dijo cariñoso mientras la abrazaba
- No ¿ cómo voy a saberlo? Tú siempre estás pensando algo
- Dolores.... No me tientes porque voy a  hacerte cosquillas-.  Y dicho y hecho.  Por primera vez en mucho tiempo, su mujer reía como lo hacía  tiempo atrás
- Ven aquí, dime ¿ qué tiempo tiene la niña?
- Ha cumplido dos mesecitos ¿ a que está preciosa?
- ¡ Claro que está preciosa, igual que su mamá! ¿ Tienes que hacerle algo?
- No.  Está bañada y comida
- Muy bien... Pues tenemos por delante  ¿ dos horas?
- Si más o menos- ¿ A qué viene tanto interés ?
- Sabes que tienes un marido que te adora... Tenemos dos horas para nosotros solos... Así que he pensado... que ya es hora de tener  nuestra intimidad.  Ya ha pasado el tiempo suficiente para poder tenerla ¿ no crees ?
- Charles... No sé...
- No sabes ¿ qué no sabes?
- Mi cuerpo no está como antes, todavía no.  Tengo miedo...
- ¿ De qué tienes miedo ? ¿ De que tu vientre aún no esté plano, de que tu cintura sea ancha? Eso ya lo sé, pero es cuestión de tiempo, y mi amor por ti es tan grande que no me importa que te quedaras así, huesines
- Pero a mi si me importa, Charles.
- Todavía tienes metida en la cabeza las ideas absurdas de Terry ¿ verdad? Es el colmo. Tenemos dos horas para nosotros después de mucho tiempo, y ahora me vienes con esas. Qué se supone que debo hacer ¿ eh ? dímelo. ¿ Cuánto tiempo he de esperar ¿ un año ?
- Por favor no te enfades...  es que no me encuentro bien



- ¿ No te encuentras bien ?, dime lo que te pasa, por favor. No podré ayudarte si no me lo dices
- Es que no lo sé.  Lloro por cualquier cosa.  Por un simple anuncio en la televisión, me emociono y lloro.  No sé lo que me ocurre
- Vale, vale, está bien.  Sentémonos aquí y cuéntamelo todo
- No sé qué puedo contarte.  Ni yo misma lo entiendo, pero me siento mal
- Vayamos al médico
- No, no es necesario
- ¡ Ya lo creo que lo es !  Ahora.  Arréglate si es que tienes que arreglarte, cojamos a Rose y vayamos al médico
- ¿ Te das cuenta?.,.. dices que me arregle ¡ Ya estoy arreglada !
- Muy bien, pues andando


 Spencer reconoció a Lola, y mientras ella se vestía, confirmó a Charles el diagnóstico que le había dado en días atrás

- Deberíais tomaros unas vacaciones, los tres juntos.  Quizá el cambio de escenario la viniese bien- dijo Spencer a Charles.

Camino de casa, contó a Lola lo que el médico le había dicho y los planes que él tenía para que se recuperase

- Mi vida estás perfectamente, ya has oído a Spencer. Sólo hay que tener un poco de calma.  He pensado que pasemos unos días en El Refugio.  Allí fuimos felices, y lo volveremos a ser ¿ te gustaría?
- Pero ¿ tu trabajo ?
- No te preocupes.  Pediré adelantar mis vacaciones.  Mañana mismo lo soluciono.

Dos días después, entraban nuevamente en El Refugio..  Y allí recobraron un poco de la paz que se había visto alterada por la visita de Terry.  Volvieron a jugar entre los brezos y tumbados entre ellos el capazo de la pequeña Rose, que se distraía viendo moverse las plantas al arrullo de la suave brisa.  Lola había experimentado una gran mejoría.  La sonrisa volvía a su rostro, la luz a sus ojos y el color a sus mejillas. Motivos más que suficientes para que Charles volviera a ser un hombre feliz y libre de preocupaciones.  Pero las vacaciones se terminaban




- Lola, cariño.  He pensado que os quedéis unos días más y así terminas de recuperarte.  Os llevaría a casa de mi padre y no estaríais aquí solas.  El abuelo se pondría loco de alegría de veros
- ¿ Y tú ?
- Yo vendría los fines de semana. Serán unos días solamente, y tanto a ti como a Rose os vendrá bien.
-No. No quiero que estés solo y verte los fines de semana. Nos volvemos contigo
- Dolores, Dolores...  Mira lo bien que te ha sentado este cambio ¿ Qué quieres volver otra vez para atrás? Sólo va a ser una semana como mucho ¿ eh ?

A regañadientes, Lola aceptó y por la tarde se desplazaron hasta la casa paterna.  Fueron recibidos con inmensa alegría, a pesar que mientras estuvieron allí fueron de visita  casi a diario.  La separación fue dolorosa , nunca lo habían  hecho desde que estaban juntos. Para  Charles además, dejaba a su hija también.

Pero lo que iba a ser una semana se prolongó en el tiempo. Charles aprovechó la ausencia de Lola para acudir a  symposiums, conferencias, asambleas que le eran muy beneficiosos para las nuevas técnicas quirúrgicas que empleaba.  Lola se cogió un berrinche, cuando la anunció que ese fin de semana no iría a visitarles, y a regañadientes admitió que eso formaba parte de su trabajo.

- ¿ Cuándo podrás venir?- le decía quejumbrosa
- Pronto, enseguida.  Os echo muchísimo de menos y quiero daros un abrazo. Os quiero muchísimo mis fierecillas.

Aquella noche Lola durmió mal. A la mañana siguiente, tenía profundas ojeras y pocas ganas de hablar.  Su suegro había recobrado, con dificultad, la movilidad de sus piernas, y todos los días cogidos del brazo y Rose en un canguro portado por su madre, daban paseos por los jardines de la casa, charlando amigablemente.  Pero esa mañana Lola, no tenía muchas ganas de hablar, por lo que el suegro la dijo:

- Ven, sentémonos aquí, y me cuentas lo que te ocurre. Mira la pequeña se ha dormido
- Padre, creo que Charles ya no me quiere
- ¿ Por qué dices eso? Te adora.  Tu y la niña sois su razón de vivir.
- Hay una antigua novia que anda ronroneando.  El no se da cuenta, pero se está separando de mi.  Cada vez tiene menos paciencia conmigo.  Sé que no es culpa suya, que yo estoy muy pesada, pero... noto que le voy perdiendo... - Su charla quedó interrumpida por el llanto que no podía contener.
- Vamos hija.  Ni siquiera lo pienses. Te come con la mirada y sigue tan enamorado como el primer día, es decir, te quiere más que el primer día. Le has dado una hija preciosa ¿ crees que eso no lo valoran los hombres?  Está preocupado por ti, nada más
- Le echo tanto de menos...No sé qué haría si dejara de quererme
- No seas tonta, eso no va a ocurrir.  Anda vámonos a casa que comienza a hacer frio.



. No sabía porqué algo la corroía dentro , y la  imagen de Terry, se le apareció deslumbrante como la última vez que se vieron.  No tenía apetito y por tanto no quiso desayunar, soportando la charla de la mujer de Bob que la regañaba como si fuera una niña.

- Hoy no tengo ganas de andar, Lola- la dijo su suegro
-¿ Te encuentras bien?
- Naturalmente que si, pero no he dormido muy bien y me siento cansado.  Sal tú con Rose para que le de un poquito el aire.  Anda ve
- Está bien, padre. Me acercaré al  Refugio
- Esta muy lejos y tu vas cargada con la niña. Llévate el coche
- Está bien. Voy a preparar a Rose ¿ De verdad estás bien?
- Pues claro mujer. Anda ve

 En cuanto Lola  se perdió por el sendero de la carretera, Descolgó el teléfono y marcó el número de Charles.  Le contestó una voz adormilada
- ¿ Quién es?
- Charles ¿ eres tú?
- Papá ¿pasa  algo, Lola, la niña?
- No todos estamos bien... Pero quería hablar contigo aprovechando que ahora no está Lola.  ¿ Qué demonios os pasa? Ella está muy preocupada; anoche no la llamaste y estuvo esperando
- Lo siento papá.  Pero terminamos en la madrugada y no quise llamar para no asustaros.  No eran horas
- ¿ Y ahora ?


- Ahora me he dormido. Las cosas son así de simples papá
. Estuvimos hablando ayer, y me dijo que las cosas no van bien entre vosotros ¿ es eso cierto?
- Naturalmente que no. Yo la quiero más cada día, pero se le ha metido en la cabeza que ya no me gusta y que estoy dejando de quererla
- ¿ Qué es eso de una tal Terry?
- Nada, una bobada
- ¿ Te estás viendo con ella, Charles?
- Nooo. ¿ Cómo se te ocurre?  Nos encontramos el otro día, yo no tenía ganas de ir a casa tan pronto y la invité a cenar. Sólo a cenar, papá, sólo a cenar.
- No quiero mezclarme en tu matrimonio, pero no me gusta nada el derrotero que está tomando. Busca unos días libres y ven a buscar a tu mujer, que se está muriendo de nostalgia.  No juegues con esas cosas, Charles.  No pierdas la felicidad de la que ahora disfrutas, porque de lo contrario no la volverás a tener.


- Papá.  Entre esa mujer y yo no hay nada. Tuvimos un romance antes de salir con Lola pero lo corté al poco tiempo, porque ya me había enamorado de Dolores.  Se lo he dicho miles de veces, pero ella sigue desconfiando
-Quizá sea porque no has tenido la suficiente persuasión para que ella lo percibiese. Ven a buscarla cuanto antes y dile lo que la necesitas, ámala y verás como te cree.
- Papá ellas son todo para mi. Ellas son mi hogar, por ellas es que hago todo. Cada vez que llego a casa, me emociono porque las echo de menos. Deseo abrazar a Lola y a mi pequeña gordi.  No sé cómo decírselo
- Pues como me lo estás diciendo a mi. Abrázala y díselo
- Está bien papá. Lo arreglaré hoy mismo en cuanto llegue al hospital.
-Eso espero hijo, eso espero.


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