sábado, 6 de enero de 2024

ENTRE DOS AGUAS - Capítulo 5 - Camaradas

 

Se dirigieron al restaurante elegido y  frecuentado a menudo por ellos. Les conocían y se apresuraban a servirles deprisa ya que sabían que debían retornar al trabajo con prontitud. En esa ocasión no era el caso, puesto que, por ese día, la asamblea había quedado disuelta hasta dentro de dos días. Debían preparar la ponencia como respuesta a lo expuesto en esa mañana. Se presumía tediosa y con grandes discusiones, según comentaban el resto de los compañeros. Parecía ser que, era lo habitual. Cosas de la política. Tenían que reafirmarse en lo expuesto por cada uno de ellos, estuvieran en el camino correcto o no, de lo contrario darían la impresión de que habían claudicado ante no se sabía que artículo, del párrafo tal, folio…. etcétera.

Hablaban en un lenguaje que no tardaría mucho en ser el suyo también, pero estaba algo asustada y a la vez se preguntaba si habría hecho su trabajo de acuerdo a las ordenanzas, es decir correctamente. Llevaban una línea de discurso para que todos lo entendieran, fueran del país que fueran. A pesar de que el inglés era el idioma oficial de la Cámara, pero, como el que no quiere la cosa, a veces, se escapaban algunos párrafos dichos en el país de origen del parlamentario que en ese momento estaba disertando en la cámara. Son trucos que se buscaban para resaltar más ante el resto de sus compañeros. Para eso debían ser ágiles en la reacción y tener dispuesto el idioma que trataba de camuflar.

De todo eso se trataban las recomendaciones dadas por sus compañeros. El que menos llevaba un año en el puesto y ya había cogido el tranquillo de la experiencia. A fuerza de escucharlos, se conocía todos los trucos de según cada interviniente.

Y de eso mismo, el compañero que tenía al lado, la estaba hablando y, aunque todo parecía muy sencillo, hasta que ella no llevara, siquiera unos días más, no encontraría sus propios trucos con los que salir airosa en determinadas ocasiones.

Hoy había tenido suerte o que el interviniente de turno había sido muy claro y a penas ella intervino, nada mas que para pasarlo al datáfono que lo grabaría en una cinta a modo de archivo por si alguien tuviera alguna reclamación que hacer. Todo se hacía sobre la marcha. No se podía negar que tenían a su alcance todos los medios para facilitarles el trabajo al máximo. Que no hubiera ni un solo error, ya que los temas que allí se desmenuzaban era de vital importancia para el país de turno y por lógica para el resto de la Cámara.  Todos hablaban alegremente, despreocupados, pero Elizabetta, a pesar de escucharlos, su cabeza no dejaba de dar vueltas y su compañero más cercano, se dio cuenta de que ella no participaba en la tertulia y que permanecía callada y con la mirada fija en algún punto de la mesa, de cualquier vaso, o plato que tuviera cercano.

—¿Estás preocupada por algo? — la preguntó discretamente— Si es por eso tu silencio, no te preocupes, mañana podremos repasar las traducciones y si hubiera algún error, tenemos margen para rectificarlo. Ya te acostumbraras. Trabajamos a mil por hora. Algunos parlamentarios que hablan con calma, pero otros, en cambio, parecen que les dan cuerda, lo que te obliga a ti a traducir a la velocidad del rayo, pero tenemos un margen de error, que luego podemos rectificar al transcribirlo a limpio. Olvídate de todo y disfruta. Si necesitas ayuda, ya sabes que cuentas con nosotros. Todos la hemos necesitado, al principio. No tienes más que decírnoslo y enseguida estaremos a tus órdenes. Lo bueno de este departamento es que somos como una familia bien avenida y nos ayudamos unos a otros. Ahora tu, vosotras — dijo dirigiéndose a la otra chica— no tenéis más que decírnoslo. Sin pudor. Hoy por ti mañana por mi.

   —No estoy preocupada. Estoy nerviosa por lo vivido. Pero tengo la seguridad de tenerlo y hacerlo bien. Gracias. Sé que en algún momento os necesitaré

   —Bien. Pues olvídate del día de hoy. Mañana lo pondremos todo en limpio y ahora no pienses  en el trabajo.

   —¿Conoces al parlamentario que me ha tocado en turno?

   —Puede que si, pero en ese momento estaba pendiente de mi intervención, y no le presté atención ¿Por qué, le conoces?

   —Tendría que verle de cerca. Pero sí.  Me recuerda a un antiguo compañero de instituto.

 En ese momento, uno de ellos alzo su vaso de cerveza y solicitó un brindis por las buenas compañeras que tenían. Todos aplaudieron y sonrientes le secundaron entre aplausos.

 Se despidieron cada uno de ellos y se dirigieron a sus respectivos domicilios para, al día siguiente volverse a encontrar en su sitio de trabajo.

 La manera de gesticular, de expresarse, aunque más refinado ahora de acuerdo su condición de trabajo, le recordaba a Paolo. No podía apartarle de su cabeza y no solo eso, sino que tenuemente resurgía el sentimiento que desde joven había sentido por el chico Rossi. Su recuerdo permanecía como en una bruma durante aquel tiempo, pero hoy aunque, le viera desde lejos, sus gestos, el timbre de su voz, su manera de expresarse, se acordó  de golpe de él. No sería algo casual. Habían pasado los años, pero en ella permanecían muy vivos los recuerdos del chico de quién se enamoró cuando aún era una niña. No sería una mera anécdota, sino que había permanecido vivo dentro de su cabeza. Pero ¿por qué ese senador? Ni siquiera sabía su nombre, pero lo averiguaría al día siguiente en cuanto entrara a trabajar, ya que debían reseñar todos los datos en el encabezamiento. Nombre, cargo, país… etcétera. Ahí lo tendría todo hasta la fecha de su nacimiento personal y como diplomático. Además, coincidía con la profesión que eligiera para ganarse la vida. Debía ser muy inteligente para tener ese cargo importante en nada más y nada menos que en Naciones Unidas. Y recordó que deseaba ser diplomático. Todo coincidía. Le vio de perfil ligeramente y, eso es lo que le faltaba para asegurar de quién se trataba.

    Será mejor que deje de divagar, — se dijo para sí mientras iba llegando a su apartamento.

No se daba cuenta del porqué de aquél volver una y otra vez a visionar la misma imagen del a penas visto rostro. Tendría que volverle a ver y de esta forma lo confirmaría o la dejaría en paz de una vez por todas. Creía haber superado lo de aquellos días de adolescencia, pero estaba claro que no lo había conseguido. Superado el primer peldaño, tendría que seguir subiendo esa escalera imaginaria de su cabeza si quería recobrar de nuevo la tranquilidad. ¿Podría verle de frente en alguna ocasión?

   —Seguramente—se dijo. No tanto por dejar de pensar en ello, sino por comprobar que su corazón no la había engañado. Quedaba aún mucha leña por quemar dentro de esa cabecita tan  inteligente, pero, que en los menesteres amorosos dejaba mucho que desear.

 Pero era el caso que no le ocurría lo mismo con su otro amigo, con Carlo. De él apenas se había acordado y eso que había visto un cartel anunciado su próxima exposición. Era de carteles publicitarios y, uno de ellos estaba puesto en una especie de tablón de anuncios cercano a la parada del autobús que la condujo en esa mañana, hasta su nuevo trabajo. Se hizo la promesa interior de, en ese fin de semana, acudir a ver la exposición. Lo poco que había visto en ese cartel comprobó que era muy bueno. Que lo que tanto ansiaba ser, se convertiría pronto en una firma reconocida. Y sintió algo de culpa por haberle mantenido al margen de sus recuerdos. ¿Sería que no terminaba de asimilar que la persona por quién bebía sus vientos llevaba otro nombre que no era el del dibujante? Y sintió lástima por él, porque sabía desde aquellos años, que estaba enamorado  de la entonces chiquilla, que ya se anunciaba como una preciosa jovencita. Era injusto si así fuera. Él siempre la había defendido de las miradas inoportunas de los otros chicos, incluso de las de Paolo. Ella se había dado cuenta de que gustaba a los muchachos y, aunque se enfadara con ella misma, sentía que la gustaba que los chicos la mirasen a su paso. Necesitaba seguridad en sí misma y esas miradas, mayormente indiscretas, la infundía seguridad independientemente de la defensa que de ella hacía Paolo, de quién se había percatado que estaba loco por ella.

 RESERVADOS LOS DERECHOS DE AUTOR / COPRIGHT

Autora< rosaf9494quer
Edición Junio 2023
Ilustraciones:< Internet

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