sábado, 3 de julio de 2021

El día que nunca existió - Capítulo 19 - Señal de larma

 Llevaban  veinte días en la cabaña y no había novedad de ningún tipo, pero los nervios y la incertidumbre les estaban pasando factura. Hacía un día maravilloso. Apuntaban las primeras luces del día. Danka no se encontraba bien. Tenía el estómago bastante revuelto. A su lado Alex dormía tranquilo; no quería despertarle, así que suavemente se levantó y procurando no hacer ruido fue hasta donde estaba la ropa guardada y cogió una toalla. Necesitaba un baño, aunque el agua estuviese helada. Echaba de menos una ducha caliente, pero no la tenían, así que despacio y, sigilosamente, descorrió el cerrojo de la puerta de entrada y se dirigió hacia el lago. No le habían permitido que fuera hacia él, así que era su ocasión. Entraría y saldría rápidamente y cuando él se despertara, ella estaría preparando el desayuno en el infiernillo que Alejandro les había llevado, junto a una sartén, cubiertos y algunos cacharros.


¿ Permanecerían  allí mucho tiempo? No decían nada. Aprovechaban para hablar cuando ella estaba entretenida en algo o creían que no les escuchaba. No sabía si les buscaban o todo quedaría en suspenso ¿Hasta cuándo? Tenia derecho a saberlo, ya que en ella estaba el origen del conflicto. A veces se sentía enfadada con Alex, aunque sabía que todo lo hacía por su bien, para protegerla. Pero ya no era una niña y podría afrontar cualquier cosa, además  se sentía reforzada por él. Hablaría seriamente con el padre y el hijo. ¿ Habrían conseguido su pasaporte? ¿ Habrá intervenido la policía? ¿ Cómo estará su padre? ¿ Que pensará él, de su falta de noticias?  El tiempo transcurría y ni siquiera había podido contactar con él.

Sumida en sus pensamientos había llegado hasta la orilla del lago. Desconocía la profundidad del mismo, así que buscó una piedra y la lanzó al agua. Le bastaría remojarse los pies desde la misma orilla, y, si viera que es más profundo de lo que pensaba, se mojaría el cuerpo y suficiente. Lo necesitaba, aunque tiritase de frio. La haría reaccionar.

Efectivamente estaba muy fría. La primera impresión que tuvo no pudo evitar dar un grito bajito. Se quitó el pijama y en cuclillas se metió para tratar de lavarse el cuerpo, saliendo enseguida dando saltitos, Se secó rápidamente y se vistió. De repente, una horrible arcada llegó hasta su garganta haciendo que su boca se llenara de agua. Vomitó con un vómito seco que creyó salírsele el estómago por la boca. Tres  secas arcadas más y, luego el estómago pareció sentársele. Un sudor frio corría por su cara


— ¡Oh Dios! No me puedo poner enferma ahora. He sido una estúpida no he debido bañarme. Que Alex no se enteré. Me abroncará y tendrá razón. Pero lo necesitaba. Espero lo comprenda.

Alex extendió su brazo buscando el cuerpo de Danka, y al no encontrarlo, se despertó de golpe. Sentado en la cama rebuscaba impaciente, en cada rincón. La cabaña era muy pequeña, así que con una mirada ya estaba vista.

Tuvo un presentimiento y de un salto salió de la cama. El cerrojo de la puerta estaba descorrido y el corazón le dio un vuelco de angustia. Salió al exterior y la vió que venía hacia la cabaña. Sintió alivio, pero también furia. 

  Estaba nervioso, aunque procuraba contenerse para no preocuparla más. Pero entre el susto que se había llevado y el verla tan pálida, no pudo contenerse y fue en su dirección con cara de pocos amigos.

— Te dije expresamente que no te movieras de la cabaña, fuera por el motivo que fuera. Eres una desconsiderada. No tienes  ni idea del susto que me has dado.

Era su primera discusión, pero él estaba realmente enfadado y es que Alex también necesitaba expansionarse de alguna manera, por mucho que sus noches fueran tórridas con ella, pero necesitaba otra clase de desahogo que le liberase de tanta preocupación.


 Estaban incomunicados, ya que no podían cargar la batería del móvil que Alejandro les llevó. Esperaban ansiosos que su padre fuese, pero no podía ir a diario para no levantar la liebre. Tenía confianza con sus empleados, pero no debía fiarse , así que, nadie en el rancho sabía que sus salidas no era a los bancos, o a algún cliente, sino a ver cómo seguían  las cosas. 

 Alejandro también  estaba preocupado. Los días habían pasado y  casi  nada había ocurrido. Además se preocupaba por la situación de los chicos. No sabía qué hacer ¿Hablar abiertamente con su amigo policía? ¿ Encargar el pasaporte de ella? Pero aunque lo consiguiera, en su país no estaba segura. No lo estaba ni aquí ni allí.

 Por otro lado Margueritte se sentiría engañada y no pararía hasta vengarse. La conocía bien, y aunque ella reconociera que la niña era eso, casi una niña, no se daría por vencida.: había perdido dinero y eso era algo que no perdonaba.

Estaba bastante confundido; no sabía por dónde tirar, pero lo que estaba claro es que los chicos no podían estar mucho tiempo más en la cabaña. ¿ Pasarles a Méjico? También había pensado en ello, pero ese sería el primer lugar en el que buscarían. ¿ A Nueva York ? ¿ A Washington ? ¿ A Canadá ? Daba vueltas y más vueltas y no encontraba solución..

Tendría que hablar con ellos, a ver si entre los tres hallaban alguna salida. Quizá en protección de testigos pero sería el blanco perfecto y las voces se correrían rápidamente y serían fáciles de localizar por esa gente, aunque la policía creyera que estaban  a salvo.


 ¿ Y en el rancho? Tenían a los braceros y les esconderían en alguno de los refugios que tenían para resguardarse de las tormentas. ¿ Hacer otro nuevo que nadie conociera? Pero para eso tardarían bastante, y no tenían tiempo. Los días y las semanas se acortaban. Primero enviaría a algún muchacho a ver si podía recabar información, si se supiera algo de lo sucedido. Tendrían que andar con ojo. Y  según la información conseguida así obrarían.

 Urgía el pasaporte de Danka, así que descolgó el teléfono y habló con el contacto que llevaba el asunto. Se dejaría matar antes que traicionarle. No obstante hasta no tenerlo no estaría tranquilo.

 Iría a verles y les daría las noticias, y, entre los tres cambiarían impresiones. Teniendo el pasaporte podría viajar a cualquier pais europeo. No la buscarían en toda Europa, pero sí en Chequia; allí imposible ir de momento. Pero por ejemplo en España, Portugal o Italia, no les buscarían y allí podría reunirse con su padre. Vivir con nombres supuestos hasta que la policía hiciera su trabajo. Creo que eso sería lo más acertado. Hoy  mismo, esta noche, iré a verles y les expondré el plan.

— ¿De dónde demonios vienes? Te he dicho mil veces que no podemos salir de la cabaña. Pero tú te lo tomas a broma y es más fuerte de lo   que imaginas ¿Dónde has ido tan temprano? Apenas ha amanecido

— Lo siento. No podía dormir y no me encontraba bien. Necesitaba bañarme. Lo siento, lo siento

— ¿ Qué te pasa? Dímelo

— Debe haber sido la cena de ayer. Tengo el estómago revuelto. Perdóname

— Lo siento haber gritado. Me has dado un susto de muerte. Anda, pasa te haré un té.

No hay comentarios:

Publicar un comentario

Entradas populares