lunes, 14 de junio de 2021

El día que nunca existió - Capítulo 3 - Yuri Ivanov

 Al sentir la presión en su hombro se giró y ante ella estaba el hombre que la había entretenido y el causante del estropicio que había causado en su vida. Ni una sonrisa le dedicó, sino que frunciendo la boca, esperó en silencio a que él se disculpara, si es que se hubiera enterado del despido. Aparentemente nada sabía. La sonreía ampliamente dándose a conocer, como si ella no supiera exactamente quién era, y a quién debía su despido. Trató de zafarse de él, pero la detuvo suavemente del brazo:

— Espere ¿No se acuerda de mí?

— Si señor. Muchísimo. Créame le recuerdo con más frecuencia de la que debiera. Y ahora disculpe. He de irme

— ¿Qué prisa tiene? Pregunté por usted en el hotel y me dijeron que ya no trabajaba allí

— Efectivamente y se lo debo a usted

— No comprendo ¿Por qué yo?

— Déjelo. Tengo prisa.


— Lástima. Pregunté por su dirección y no quisieron dármela. Y es una verdadera lástima porque estoy buscando a alguien para un trabajo. La casualidad ha querido que nos encontráramos. Eso es señal de que el trabajo ha de ser para usted.

— ¿ Me toma el pelo? Ni siquiera sabe la preparación que tengo. Sólo es una fanfarronada para algún extraño motivo.

Intentó seguir su camino, pero él, la corto el paso

— Espere. Vayamos a algún café y le explico todo. Efectivamente no sé nada de su preparación, pero es bonita, tiene una silueta esbelta, no necesita nada más, ni yo tampoco.

— No le entiendo y no quiero entenderle. No me interesa

— Mil euros semanales ¿serían suficientes?

Ella se paró en seco y se giró para quedar frente a él ¿ Había oído bien? Esa  cantidad no había nadie que la ganara honradamente. No quería saber más, aunque las cifras bailasen en sus ojos. Con esa cantidad podrían vivir bien y acceder a la medicación necesaria para su padre. Pero por otro, no se fiaba. 

Podría escucharle a ver que era lo que proponía. Siempre tendría tiempo de levantarse y salir corriendo.

— Sé lo que está pensando, pero está equivocada. Hay mucha gente que gana eso y mucho más. Créame es un trabajo apropiado para usted. Claro que necesitará algún retoque, pero nada que con dinero no se solucione.

— Exactamente ¿ De qué trabajo se trata?

— Ser mi secretaria

— Se ha vuelto loco. No tengo ni idea de cosas de oficina. Atender un teléfono es lo máximo a lo que llego. ¿ De qué retoques habla?

— Ropa y peluquería, a eso me refiero. Es que no necesita nada más. Yo la enseñaría a llevar mi agenda. Sólo ha de aprender a  despedir a alguien que quiera entrevistarse conmigo y yo no lo desee. También puede que algún viaje... corto. De ida y vuelta ¿ Qué le parece?

— ¿Sabe ? No me fio. Nadie va por la vida regalando dinero. Creo que es algo ilegal y para eso necesita alguna tapadera para distraer a quién sea. Pero míreme. No soy una belleza como para desempeñar ese papel. Decididamente no le creo. Además tengo a un padre delicado de salud a quién atender. No se puede quedar solo.


— Y no lo estaría. Con ese dinero bien puede permitirse el tener una enfermera que le cuide o que viva en una residencia a todo lujo. Estaría dispuesto a ofrecerle más sueldo si acepta

—¿ Que oculta, señor...?

—Mi nombre es Yuri Ivanov y me dedico a exportaciones mayormente, aunque también realizo importaciones. Piénselo. Créame no se le presentará otra oportunidad en su vida. Le dejo mi teléfono del hotel, aunque supongo lo tendrá usted, puesto que ha trabajado en él. Cuando llame diga que la pasen con la habitación 612. Estaré allí hasta pasado mañana. Atrape esta oportunidad, quizá no tenga otra.

Debía haber algún truco oculto. El sueldo era alto y estaría dispuesto a subirlo si aceptaba. ¿ Qué hacía? ¿Buscaba chicas por la calle? ¿Sería una casualidad que le había tocado a ella? ¿ Reclutaba gente para hacer qué? 

No la buscaba a ella especialmente, sino a la que antes "cayera". O quizá no. Si acaso fuera cierto que había preguntado por mí en el hotel y le dijeron  que ya no trabajaba en él... También puede que le dieran mi dirección  e iba a casa... Demasiado fácil. Hay trampa, pero ¿Y si no la hubiera y dejase pasar esa oportunidad? Para dejarlo siempre tendría tiempo.

No quería pensar en que hubiera sido un flechazo; esas cosas no ocurren en la vida real, sólo en las películas. En total, fueron cinco minutos los que hablaron en la habitación y otro tanto ahora.

— No seas ilusa, nena. Nadie se enamora a primera vista. Cierto que eres guapa y resultona como para ser secretaria, pero no sabes nada de él. Y sus ojos. Te echa una mirada que da escalofríos. No te fíes. Pero mil euros a la semana son muchos euros y papa estaría bien cuidado, sin faltarle de nada. Lo estudiaré.

Aquella misma noche, no paraba de dar vueltas en la cama. Nada había dicho a su padre. Había respetado el horario en el que regresaba a casa para que no percibiera que ya no tenía trabajo, pero no se le iba de la cabeza la extraña proposición que había recibido del ruso o serbio, o de donde demonios fuera.

Aún tenía tiempo de estudiarlo, pero sólo a día de hoy, porque le había dicho que marcharía el día de mañana. Fingiría que estaba indispuesta y que no iría a trabajar. En la soledad de su habitación no paraba de una y otra vez escuchar las palabras de aquel desconocido ¿Debía aceptar? ¡ Total por intentarlo nada perdía!, y su padre lo merecía.

Descolgó el teléfono y marcó el número de su anterior trabajo. Al otro lado de la línea escucho la voz de la telefonista, a la que respondió:

— Con la habitación 612, por favor — La suerte estaba echada.

La voz de Yuri atendió su llamada amablemente. Al otro lado la de ella, que escuetamente fijó una cita con él:

— A las doce en el puente de San Carlos — Y colgó.




No hay comentarios:

Publicar un comentario

Entradas populares