viernes, 5 de mayo de 2017

La infiel Capítulo 13 - Un camino de espinas

 No podía dormir y no lo hizo en toda la noche. Miraba a su hijita que ajena a todo lo que su madre pensaba, dormía apaciblemente a su lado. Vivía en una pensión modesta. Trabajaba en lo que podía que a penas le daba para vivir. Su consuelo era el tener a su hija pequeña a su lado ,ya que la mayor se había comprometido y vivia en la casa de sus abuelos por parte de padre. y tenia poco trato con ella. No la perdonaba que hubiera traicionado a su padre. Tampoco ella le había dado explicaciones. La creía culpable de haberle engañado cuando más la necesitaba, ignorando que el accidente fue motivado por otra mujer y la engañada era ella. No se sentía culpable de nada ni siquiera haberle engañado con otro hombre. Había  sido por amor y a pesar de ello  la culpaba ignorando que fue su padre el autor del desastre.. Su marido era un hombre atractivo, además de tener un empleo sobresaliente y disponer  de dinero   . No la importo ser su enfermera pero era injusto que su hija mayor la reprochara el haber estado con otro hombre creyendo a su padre victima de todo tipo. Ignoraba que el accidente se produjo mientas iba con otra mujer, probablemente bebidos o jugueteando sin darse cuenta muy bien de lo que estaban haciendo, No la reprochaba ser la culpable sino de que no estuviera con él y sí en brazos de otro hombre.

Dejó pasar el tiempo y que creyera que había sido infiel sin motivo alguno. Ignoraba que su padre  iba de juerga en juerga alegando que tenia mucho trabajo. Adoraba a su hija y por nada del mundo la diria la verdad. De nada servía  puesto que estaba muerto ; la dejaría pensar lo que quisiera lo único que la dolía era que rechazara a su hermana pequeña. Ella era inocente de todo lo ocurrido, por eso callaba .

A pesar de todo, le constaba que, las pocas visitas que realizaba a su madre, eran producidas por su futuro marido. El sabia de las andanzas de su suegro, pero le había prohibido decirla nada. 

- Ya no tiene arreglo. Déjala que piense que la infiel he sido yo

- Pero no es justo. Debe saber la verdad. Se me revuelve el estómago el oírla hablar como lo hace de ti. Algún día deberá saberlo. ¿ Acaso no te duele que no te abrace... Que piense tan mal de tí?

- ¿ Tú que crees ? ¡Es mi hija. y si la he protegido cuando estaba vivo, haré lo mismo ahora, cuando ya no hay arreglo .

- En fin, tú verás. Es tu voluntad...

Le partía el corazón conocer la verdad y no decirle a su novia lo equivocada que estaba con esa actitud, pero se lo había prometido que nunca diría la verdad hasta que ella lo hiciera. . Jugaba con su cuñada, a pesar de que se le hacía extraño tener una cuñada de tan corta edad.

Andaba un poco escasa de dinero como casi siempre, pero esta vez lo estaba aún más. La niña había tenido catarro y había gastado en medicamentos y en pagar al doctor a pesar de que éste le dio facilidades para saldar su minuta, acto de generosidad que ella denegó, alegando que si no lo hacia ahora , menos lo podrá hacer al mes siguiente.  Tenia una tarjeta de crédito que casi nunca usaba, sólo en ocasiones como esta en que  tenía que dar de comer a su hija y no tenia dinero.

-Lo importante es la niña y pagar la pensión. Ya me las arreglare como pueda- se decía con una sonrisa en la cara al tiempo que estampaba un beso en la mejilla de la pequeña

Miro la tarjeta con  detenimiento al tiempo que suspiraba  pero lo único importante era ella, que no la falte de todo lo que precisa; ella se arreglaría con cualquier cosa. Y esa cualquier cosa era cogiendo un trabajo más. Asistiría en otra casa. Tenía dos horas libres para comer. Las aprovecharía aunque tuviera que comer un bocadillo mientras.  

Entró en un supermercado. La niña debía comer fruta y algún filete de ternera. Hoy comería puré y filete. Se lo decía mientras jugueteaba con ella haciendo cosquillas a la pequeña que reía feliz ajena a las calamidades de su madre. Gastaría el último dinero que quedaba de saldo en la tarjeta. No obstante, se sentía feliz al ver que la niña no notaba por las estrecheces que pasaba su madre. Ella se arreglaría con cualquier cosa. Dando un suspiro pagó el corto saldo del que disponía, pero contenta porque el doctor la había dado buenas noticias; eso era lo que valía.

- Hoy hemos salvado el bache. Mañana Dios dirá. Si me veo apurada pediré un adelanto a la señora Mulligan. Tendremos que estrecharnos un pelín el cinturón- dijo a su hija haciéndola una carantoña

Al  tiempo sonreia feliz de ver  a su hija, que daba pequeños saltos al tiempo de corria y le hacia correr a ella.

 RESERVADOS DERECHOS DE AUTOR / COPYRIGHT

Autora:  rosaf9494quer

Edición: Mayo 2017

Imagenes: Internet


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