domingo, 21 de febrero de 2016

Nadie hablará de mí cuando ya no esté - Capítulo 17 - Somos novios


No se lo podía creer. Estaba sentada en un avión y, a su lado se encontraba Anderson ¿ por qué lo hacía?  Después de que él la planteará el cambio en su vida, había tomado una decisión drástica, sin a penas pensarlo.  A renglón seguido, llamó a sus padres para anunciarles que se volvía a Escocia, por una temporada ¿ larga ?, lo ignoraba.  Dependería de cómo le fuese. Hizo su maleta mientras Anderson ultimaba  los detalles del viaje y en unas horas, daría un giro radical a su vida.  No quería pensar ni analizar su decisión.  Sería  como una aventura...  , no el trabajo...,   sino la posibilidad de su relación  con Anderson.

El había sido sincero con ella, y tendría que serlo ella,  también. ¿ Llegaría a amarle ?  Le gustaba, le encontraba atractivo, y le halagaba su devoción hacia ella después de tanto tiempo, pero.. ¿ sería suficiente ?  No quería pensar en ello, ahora no.  Iría paso a paso, y el primero sería llegar a Escocia.



- ¿ Te encuentras bien ? - le decía él,  al observar que ella estaba como ausente
- Si, sólo que pensaba ... ¡ debo estar loca !  Estoy aquí metida en un avión a punto de despegar, y ni siquiera me he parado a pensar en ello.  Todo ha surgido a velocidad de vértigo.  Anteayer, no nos hablábamos y unas pocas horas después, estoy sentada a tu lado rumbo a otro tipo de vida tan distinta, tan radical,  al que estaba viviendo  hasta hace poco tiempo, y  no me ha dado tiempo a reflexionar

Anderson la escuchaba atentamente.  Apretaba su mano suavemente y comprendía  las dudas que ella tenía ante todo lo ocurrido en unas pocas horas.  Tampoco él entendía cómo había ocurrido todo con tanta rapidez.  Pero algún atisbo de esperanza se abría paso a paso en su interior  ella estaba sentada a su lado.  Debía tener paciencia y ganársela día a día.  Sin prisas, pero sin pausas. No sabía muy bien qué papel desempeñaría en el trabajo. Se lo había ofrecido y estaba dispuesto a cumplirlo.  Ser solamente intérprete le parecía insuficiente.  Quería lo mejor, lo más importante para ella, pero antes debía aprender desde abajo.  Para ello contaba con Henry; él conocía como nadie el manejo del hotel y sería a él a quién encomendaría la instrucción de Adela.

- No te preocupes, todo va a salir bien- decía Anderson para tranquilizarla



La veia nerviosa, y era lógico.  Pero lo que no comprendía era su indecisión.  No iba a un lugar desconocido, con personas desconocidas...  Sabía que contaba con él para todo, pero al mismo tiempo tenía la impresión de que ella había olvidado su declaración del día anterior.  No había hecho ninguna mención al respecto.  ¿ Lo ignoraba, se desentendía de ello ?  Suspiró levemente y apretó nuevamente la mano de ella, cuando el avión comenzó a rodar por la pista para su despegue.
Y llegaron a Inverness.

- ¿ Quieres hospedarte en casa, o prefieres el hotel ? - la dijo él.´
- Creo que será mejor que me hospede,   de momento, en el hotel

Lo comentaban mientras el taxi les llevaba hasta el que sería, nuevamente, su domicilio. A él le hubiera gustado que viviera en su casa, pero reconocía que hubiera sido muy brusco,  un  cambio tan radical.  Se sentía nervioso, pero feliz.  Al fin la tenía allí, cerca, y trabajando codo con codo.  Sería cuestión de tiempo, pero presentía que al fin conseguiría llegar a algo positivo con ella.
La acompañó hasta su habitación

- Te dejo para que organices el equipaje y te acomodes. Iré a casa para ver a mi padre.  Después volveré a por ti y, si te parece, desearía que cenáramos juntos
- Me parece una idea excelente.  Tenemos que hablar de muchas cosas, pero si me esperas un segundo te acompaño para ver a tu padre . Me encantará volver a verle y darle un abrazo
- Vale, te espero.    Me gusta que te lleves tan bien con él.  Te ha echado mucho de menos, quiero que lo sepas
- Es muy halagador, pero yo también le cogí cariño. Es una persona encantadora. Creo que tu te pareces a él, bueno los dos os parecéis... en carácter. Físicamente Aleck es igual a tu madre, tú sin embargo eres como tu padre

Ambos permanecieron callados durante unos instantes.  Un rictus se había dibujado en la comisura de la boca de Anderson.  Rictus que no pasó desapercibido para Adela

- Perdona... ha sido una imprudencia por mi parte
- ¿ El que ?- respondió él
- No debí hacer ese comentario
-  ¿Por qué?  No has dicho nada ofensivo.  El es mi hermano , y tendremos que hablar y verle en muchas ocasiones
- Si, tienes razón pero ha sido imprudente por mi parte, conociendo lo que me dijiste ayer
- Vaya, sí se ha dado cuenta-  pensó Anderson mentalmente.
- Pero no se trata de lo que yo sienta, sino de lo que sientas tu.  Es inevitable, no le podemos borrar del mapa.  Está ahí.  Todo depende del lugar que tu le adjudiques
- Te dije que había pasado página, al menos es lo que intento fervientemente. Creo que es simplemente una anécdota en mi vida, una anécdota en la vida de una chica tonta y soñadora.  Me he sentido mal por ti, y no por mi
- Adela, no debes cohibirte de nombrarle si se tercia.  Comprendo que te parezca raro, pero a mi no me altera.  Espero,  y confío,  ser en tu vida algo parecido a lo que ha sido él.  Debo tener paciencia, y la tendré .  Por ti, por conseguir que me quieras, esperaré el tiempo que sea necesario
- Pero eso no es bueno ni para ti ni para mi.  No podemos estar midiendo las palabras pensando en que lo que menciones pueda molestar al otro.  No es buena forma de iniciar una relación que debe basarse en la confianza mutua
- Yo confío en ti.  No creo que debas medir las palabras cuando te refieras a él. Al contrario, debes pronunciarte tal y como lo sientas, porque esa será la única forma de que entre nosotros no hayan barreras ni desconfianzas. Apuesto mucho por esta relación y confío en que algún día llegues a quererme, no como amigo, sino como amante.  Ese es mi objetivo

Ella le miró detenidamente.  Escudriñaba sus ojos, y vio en ellos sinceridad y amor.  ¿ Podría ella compensarle con el mismo sentimiento algún dia?

- Procuraré corresponderte de la misma manera.  Créeme que lo deseo.  Eres un hombre bueno y generoso que merece ser querido.  Sólo te pido un poco de paciencia.  No ha pasado demasiado tiempo desde que añoraba a Aleck, pero en verdad te digo, que lo deseo.  Deseo amarte y alcanzar contigo la felicidad, porque aunque él no tuviera la culpa, no ha  habido , desde que le conocí, ni un solo día de tranquilidad en mi vida. Dios sabe  que necesito algo de calma, dejar a un lado mi indecisión por todo, y creo, que si me ayudas, contigo lo conseguiré.

Anderson la miraba con el rostro serio, pero en sus ojos había un brillo de esperanza.  Ella se aproximó a él y poniendo su mano en la mejilla de él, depositó un suave beso en sus labios. Fue un beso ligero, sin apenas rozarse, pero a Anderson le llenó de felicidad.  Cuando ella se retiró de él, pasó su mano por la mejilla de Adela acariciándola con infinita dulzura y una sonrisa iluminó su cara

- Creo que funcionará - es lo que comentó mirando a los ojos de ella
- No quiero que entre nosotros hayan dudas ni silencios.  Deseo que nuestra relación se base en la confianza y en el cariño.  Tendrás que ayudarme y ser mi guía en algunas ocasiones.  Tu eres un hombre con experiencia y yo sin embargo no tengo ninguna.  Posiblemente meteré la pata, pero te ruego que me lo hagas notar para que lo nuestro funcione. Prefiero hablarlo ahora, antes de nada, para evitar malos entendidos.  Estoy muy nerviosa.  Te estoy poniendo al día de mi intimidad, algo que no he hablado con nadie, ni siquiera con Clara, y por supuesto con mi madre.  No he tenido nunca ningún referente, no con la suficiente confianza como para compartir con esa persona mi intimidad.  Quizá me estoy precipitando con esta declaración, e interpretes mal mis palabras, pero con ello te hago ver mi interés porque ésto funcione.  Quizá no me esté explicando con la suficiente claridad, y no entiendas lo que quiero decirte...
- No te preocupes, cariño.  Te he entendido perfectamente.  Nos tomaremos el tiempo necesario, pero tendrás que ser tu la que elijas la ocasión y cuando quieras que exista intimidad entre nosotros.  Por mucha impaciencia que sienta, aguardaré el momento, porque te quiero de veras, porque te comprendo, y porque deseo con todas mis fuerzas que lleguemos a buen puerto.   Creo que vamos a llevarnos perfectamente.  Nos complementaremos: tu inexperiencia y mis vivencias, quizá excesivas, pero así son las cosas.  Nunca imaginé que podríamos llegar a ser algo más que amigos, pero te prometo,  que a partir de ahora, no habrá ninguna otra mujer en mi vida, más que tu.
- Pero tengo otra preocupación...    otra duda- dijo Adela
- Bien, pues expónlo.  Es la hora de las confidencias
- Es referente al trabajo.  No me gustaría tener ninguna expresión cariñosa entre nosotros mientras estemos trabajando.  Tu eres mi jefe, y yo tu  empleada.  No  deseo escuchar a mis espaldas que alguien crea  que te he conquistado para cazar la fortuna que podáis tener.   No necesito,  ni quiero dinero.   Ni siquiera a Stella la comentaré nada
- Pero eso va a ser muy difícil.  No cometemos ningún delito con amarnos.  No le debemos nada a nadie, no tenemos ataduras con nadie.  Lo que digan los demás no debe importarte, entre otras cosas porque tarde o temprano se notará. Quizá en una mirada, en algún comentario... alguna comida que hagamos juntos,..  No podemos ni debemos ocultarnos a la vista de la gente.  Debemos vivir nuestra propia historia como ambos deseemos.   A mi padre,  le diré esta noche lo nuestro  ¿Te parece bien ?- comentó Anderson
- Naturalmente que si.  Lo que tu veas más conveniente- respondió ella- Tienes razón.  No hay porqué ocultarnos.  De acuerdo.  Llevemos nuestra vida con total normalidad

La alegría del anciano señor McLochlaim, era patente cuando Adela y Anderson entraron en el salón en el que dormitaba



- ¡ Adela, has vuelto !
- Claro señor y además voy a pasar las Navidades aquí
- ¿ Es posible ? ¡ Oh, gracias ! Estas van a ser unas fiestas diferentes.  ¡Te agradezco tanto que hayas vuelto precisamente ahora... !
- Verás, papá...  Tenemos algo que decirte
- ¿ Ocurre algo ? - preguntó el anciano alarmado
- No, no. Muy al contrario.  Es decir... , sí que ocurre... pero todo bueno.  Adela y yo somos novios
- ¿ Cómo dices ?
- Lo que has oido.  Seremos `pareja
- ¿ Cómo que seréis ?  Los jóvenes empleáis unos términos que no entiendo. Sois pareja si o no
- Bueno...  nos estamos conociendo- replica Adela con timidez
- ¿ Conociendo ? Pero si hace tiempo que os conocéis...
- Señor..., pero no en el sentido que hemos decidido estar
- Bueno...  eso es otra cosa.  Venid aquí los dos.  Os daré mi bendición.  Me alegro mucho, hijo.  Necesitas estabilizar tu vida y con nadie mejor que con esta preciosa criatura
- ¡ Oh, señor ! va a emocionarme

Se encontraba abrumada por las muestras de cariño del jefe del clan McLochlaim y la tierna mirada de Anderson, que emocionado contemplaba la escena.   Anderson,  no podía creerse que sus mejores sueños se estuvieran realizando: la mujer que amaba, no le había rechazado y su padre parecía estar satisfecho con su decisión.  Le hubiera encantado decirle " papá vamos a casarnos", pero de momento debía dejar las cosas como estaban.  No quería asustar a la chica con un mayor compromiso. Le había prometido paciencia y tiempo, y eso es lo que tendría, por mucho que deseara estar con ella.

A diferencia que otros días, ese, tuvieron una cena alegre.  Las bromas entre padre e hijo se sucedían.  Anderson miraba constantemente a Adela, sentada frente a él, como siempre.  Pareciera que quería cerciorarse de que no era un sueño lo que estaba viviendo, sino que realmente ella estaba allí y le sonreía.  Se la veía tranquila y a gusto, segura del terreno que pisaba.  Quizá el haber convivido con el padre, había roto los diques de indecisión que se sienten,  cuando estás con alguien que no conoces.  En el aspecto íntimo, no conocía a Anderson.  Sabía de sus andanzas por el mundo, pero nada más.  Por cortesía hacia ella, no había sido nunca muy explícito en relación a las aventuras amorosas de sus viajes.  No quería saber nada de lo ocurrido antes de que ella irrumpiera en su vida.  Le bastaba con saber que la sería fiel a partir de ahora.  Si había algo que no perdonaba eran las mentiras y las infidelidades.  Si ella entregaba su corazón a alguien, era en exclusiva para esa persona, y por tanto, exigía el mismo grado de fidelidad.  Creía que en Anderson se daba.  No tenía objeto pedirla que fuera su novia, para después irse con otra.  Claro que ella no era muy experta en lides amorosas, pero debía darle su confianza.

La sobremesa se prolongó bastante.., , como en los buenos tiempos



- Es tarde - dijo ella al tiempo que tomaba la mano del anciano-, he de irme
-¿ Por qué no te quedas y duermes aquí ?  Para nosotros dos, nos sobra casa
- No puedo, señor.  Mañana empiezo a trabajar y he de organizar el equipaje. Enseguida de aterrizar hemos venido a verle, y tengo todo por el medio de la habitación.  Quizá otro día
- Está bien, hija.  Como tu quieras

Anderson la llevaría de regreso al hotel.  Mientras se dirigían hacia el coche, él comentó

- Gracias por el cariño que demuestras a mi padre.  No tienes idea de lo triste que estaba cuando te fuiste.  Nunca le dije la verdad de lo ocurrido, pero él me contó que fue por enfermedad de tu madre. Pero tiene razón...  podías quedarte a dormir.  Sitio es lo que nos sobra
- Anderson, tengo toda la ropa en el hotel.  Tengo que organizarme.  Creo que de momento es mejor así
- Siempre me parecerá bien lo que decidas, aunque por dentro piense otra cosa- la dijo mientras esbozaba una amplia sonrisa.

Llegaron al hotel.  Al llegar frente a la puerta de la dependencia reservada como vivienda para Adela, él abrió la puerta y la entregó las llaves.  Durante un momento se miraron intensamente. Cada uno tenía sus propios pensamientos, pero fue él, quién se adelantó hacia donde ella estaba y estrechándola entre sus brazos, la besó largamente.  Contemplaba la cara de Adela con asombro y emoción, mientras una sonrisa de satisfacción partía su cara en dos.

- Buenas noches, mi amor.  Descansa. Mañana nos espera un duro día de trabajo-  la dijo riendo
- Buenas noches, Andy. Duerme bien.  Creo que ambos necesitamos relajarnos. Han sido muchas emociones en muy corto espacio de tiempo -. Ella le devolvió un ligero beso y entrando en la habitación volvió sobre sus pasos, para recomendarle

- Cuidado en la carretera cuando regreses a casa. Ve despacio
- Si cariño.  Cuando llegue te llamaré para que duermas tranquila.  Hasta mañana
- Hasta mañana, Anderson- y cerró la puerta tras de si.

Se despertó temprano.  Mientras se desperezaba analizaba todo lo vivido el día anterior.  Sonrió evocando el primer beso de Anderson, y que ella no había rechazado, muy al contrario, le había gustado.  De un salto se dirigió al cuarto de baño, y después de ducharse eligió la ropa que había de ponerse.  Ahora tenia que arreglarse , no sólo para ella, también para él.  ¿ Cómo sería su primer día ? ¿ Cómo debería comportarse frente a Anderson, debería llamarle por su nombre?, ¿Podría hacerlo sin esbozar una sonrisa que delatase su relación?

Pronto saldría de dudas.  Bajó hasta la cafetería y tras pedir el desayuno, miró  por si alguien conocido se encontraba  en el recinto.  Había pocas personas, y entre ellas, nadie conocido.  Sin duda eran huéspedes del hotel.  Tampoco Anderson estaba   ¿ Podrían desayunar juntos, o cada uno en un sitio distinto?

- ¡ Dios !, me pone de los nervios todo este jaleo.  Lo mejor será la naturalidad.  Somos novios ¿¿no ?, pues eso... a nadie le extrañará que tengamos complicidad.  Sólo que para algunos de mis compañeros, quizá, piensen  que soy una caza fortunas.  Solamente Stella conoce la verdad. Ella me apoyará, estoy segura. - Una voz conocida, la sacó de sus pensamientos

- Buenos días señorita Montoro

Adela giró la cabeza y se encontró frente a ella al director del hotel, Henry.  Según le había comentado Anderson, sería su instructor , y el único , conocedor hasta ese momento de su relación con el jefe.

- Buenos días Henry.  De nuevo me encuentro por aquí.  Espero ser una alumna aventajada y no causarle problemas con mi desconocimiento
- No se preocupe- Es una chica lista y enseguida captará el manejo del departamento  en el que trabajará.  He de avisarla, que siguiendo instrucciones del jefe, deberá conocerlo desde abajo, es decir:  desde pegar un sello en un sobre, hasta ser mi ayudante.
- Estoy dispuesta a ello
- Bien.  Ahora termine de desayunar.  La mañana va a ser larga -. Anderson hizo su entrada en ese momento y se dirigió hacia donde estaban Adela y Henry



- Buenos días, Adela . . . Henry
- Buenos días Anderson- respondieron ambos a la vez

La mirada de él fue directa hasta Adela, que tratando de  disimular una sonrisa le miró de soslayo.  Era una situación bastante extraña, no por ellos, sino con vistas a los compañeros

- Voy para adentro- fue todo lo que Anderson dijo a modo de despedida depositando un beso en la frente de Adela.

Henry explicó detalladamente a Adela,  la labor que habría de desempeñar.  Lo primero que tenía que hacer era archivar un montón de papeles que tenía sobre la mesa

- Estoy encantada de que seamos compañeras, además de amigas- la dijo Stella cuando la vió entrar y tomar asiento en la mesa que le habían asignado
- Stella, espero me eches una mano.  Es la primera vez que archivo algo.  Yo meto todos los papeles en una caja de zapatos.  Si tengo que buscar algo,rebusco entre ellos, y asunto terminado -. Stella rompió a reír ante la seriedad de Adela
- No te preocupes.  Sabes que te ayudaré en todo lo que necesites.  No es complicado.  En un par de dias te pondrás al corriente.  Pero dime ¿ cómo es que has decidido volver?  Cuando estuvimos de vacaciones pensabas matricularte en la universidad
- Bueno, si.., pero en realidad tampoco sabía muy bien si eso sería acertado.  Me acordaba de lo a gusto que estuve aquí, y coincidí con Anderson en una cafetería y en nuestra conversación surgió mi indecisión, me propuso volver a trabajar para él, aunque no sería como intérprete, ya que la vacante quedo cubierta al volver a España, pero si podría estar en la administración.  Y bueno... aquí estoy. Pero hay algo más que quiero contarte, pero es largo,  y ahora no tenemos tiempo.  Sólo te diré que Anderson y yo somos novios.
- Y yo me alegro mucho.  Anderson es un  buen hombre.  Muy exigente como jefe y lleva una temporada algo gruñón, pero confio se le pase.  Creo que ha sido desde que murió la madre.  Tuvo que renunciar a su verdadera vocación, a los viajes que realizaba, a la libertad que tenía, y ahora...  no quería dejar a su padre solo. Pero ahora me explico el porqué.  El motivo eras tu, y eso que  no le gustan las ataduras de ningún tipo. Adoraba el trabajo que tenía, tan  distinto  al que se ve obligado a desempeñar ahora.  Pero sin duda ahora prefiere estar detrás de una mesa,  a trotar por esos mundos de Dios. Su aliciente eres tú, sin duda. ¡ Que calladito lo tenías !


-Te equivocas.  Ni yo misma conocía la verdad de sus sentimientos.  Fue a raiz de una discusión por Aleck, por la que me marché precipitadamente. Nuestro posterior encuentro por casualidad y ... he aquí el resultado.
- Me alegro enormemente.  Creo que para ambos será muy beneficioso. El no lo ha pasado muy bien en este tiempo.  Se le vino todo muy encima
- Y tú ¿ cómo sabes tanto de él ?
 - Cuando entré a trabajar para ellos, Anderson era muy distinto.  Siempre alegre, comunicativo con todos.  Al contrario que Aleck.  Claro que entonces él era el jefe y Anderson el visitante.  No tenía que guardar las distancia como tenía que hacer su hermano respecto a los empleados.  Era alguien muy perseguido por todas las féminas.  Divertido, cariñoso, alegre, en fin...  un verdadero tesoro.  Pero él no estaba por la labor
- ¿ Te enamoraste de él ?- la preguntó Adela
- No, no llegó a tanto.  Pero sí me gustaba.  Es un buen partido y la que consiga cazarlo, será muy afortunada.  Y mira por donde, has sido tu.  Mi amiga.   Aunque he de advertirte.  Hay una chica que llama desde España con bastante frecuencia, y hace un tiempo, él viajaba hasta Madrid creo que algo debería tener con ella.  ¿ Te ha comentado algo ?.
- Conozco esa relación. Si me lo contó.  Ella quiere ser su novia, pero él dejó claro que sólo le mueve la amistad.  A mi no me cae muy bien, pero es algo que debe solucionar Anderson.  Por cierto, tú la conoces. Era una de las monitoras con aquel grupo de adolescentes que se hospedaron aquí
- Stella ¿ puede venir por favor? He de dictarla el plan de trabajo para unos días determinados- Una voz rotunda sobresaltó a ambas chicas.  La voz de Anderson, cortó la breve charla de confidencias entre ambas amigas.
- Enseguida voy, señor- respondió Stella

Adela quedó sola pensando en la confidencia que acababa de saber.  Archivaba mecánicamente, pero reflexionando.  Conocía la relación con Sara, pero lo que ignoraba era la intensidad de la misma.  Seguramente habrían otras.  Anderson era muy atractivo y como le  había comentado Stella, un buen partido.  En una localidad  no muy grande, siendo además hermano del alcalde, a buen seguro que estaría muy solicitado por alguna muchacha en edad de noviazgo.  Sintió una punzada de celos

- Es absurdo.  No hay ninguna otra.  No tiene objeto el haberme traído hasta aquí, si hubiera alguna falda pululando a su alrededor.  Tendré que averiguarlo. No, no.  Desecha ese pensamiento.  Ha sido sincero contigo y no me engañaría,  si Sara o cualquier otra, rondara por su cabeza.

- ¿ Tiene algún  problema, Adela ? - la voz de Henry la sacó de su pensamiento
- No Henry, es que voy con mucho cuidado para no equivocarme- fue la mentira que se la ocurrió
- No se preocupe.  Si tiene alguna duda, pregunte antes de nada.  Cometerá errores, es normal si nunca ha realizado ese trabajo.  Es todo más sencillo de lo que parece
- Debe pensar que soy una niñata...  una tonta que no sabe ni donde está parada. "¿ Qué le habrá dicho Anderson de mi?"- mascullaba para sí malhumorada,  no sabía si por el comentario de Henry, o por lo dicho por Stella
- Ten paciencia, ten paciencia... no pierdas los nervios- se repetía tratando de calmarse.

Como era costumbre,  en el día de Nochebuena, cerraban las oficinas, y tan sólo quedaba un retén en la recepción del hotel.  En la cafetería, se reunían todos los compañeros para brindar por la Pascua.  Algunos de ellos tenían vacaciones, con lo cual no volverían hasta pasado Año Nuevo.  Un camarero llevaba a recepción, para los que hacían  guardia, una bandeja con los aperitivos que degustaban el resto en la cafetería.  Anderson se incorporó a la reunión cuando ya casi había terminado

- Les ruego me perdonen. Surgió una complicación a última hora.  Y ahora brinden conmigo porque el año próximo nos traiga cosas buenas, las mejores.  A tu salud- dijo ésto dirigiéndose a Adela, que bajó la cabeza ruborizada
- Ve a por tus cosas- la dijo Anderson- Aunque está cerca la casa de mi padre, no quiero que haya atascos en la carretera.
- Bajo enseguida- respondió ella con una sonrisa

Todos los ojos, estaban puestos en la pareja. Les gustaba que por fin Anderson hubiera encontrado a alguien para ordenar su vida, y creyeron que la elección era perfecta.  Al cabo de un rato, Adela bajó portando un pequeño maletín, ya que pernoctarían en casa de los McLochlaim

- Cuando quieras, ya estoy lista- dijo Adela tomando de la mano a Anderson.

-

Se despidieron de todos deseándoles una feliz Navidad, y tomados de la mano se introdujeron en el coche que les llevaría hasta la vieja mansión.  Allí se reuniría toda la familia .  Aunque no lo manifestaba, Anderson estaba nervioso. Aleck y su mujer estarían sentados también a la mesa, y temía el encuentro con Adela ¿ Qué pensaría ella ?  Estaba deseando llegar y lo temía aun mismo tiempo.  "Todo saldrá bien, todo saldrá bien", se repetía una y otra vez durante el viaje. Y de esta manera, con todas las dudas del mundo, frenó el coche frente a la entrada principal.


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