miércoles, 17 de febrero de 2016

Nadie hablará de mi cuando ya no esté - Capítulo 13 - Un viaje inesperado

Como tenían programado, Adela recibió a Stella, su antigua compañera en el hotel de Inverness.  Ambas amigas se abrazaron con alegria, y miles de preguntas brotaban de los labios de una y otra. Salieron del aeropuerto.  Volverían a él, dos días después para comenzar sus vacaciones en la playa.  Por expreso deseo de Stella, había escogido las Islas Canarias, deseosa sin duda, de sol y buena temperatura.

Anderson había realizado dos viajes más desarrollando su trabajo, desde que estuviera en Madrid por última vez, Se haría cargo de la empresa familiar.  Lo intentaría por una temporada, y siempre tendría tiempo para volver a su antigua vida, si el convertirse en hombre de negocios no le satisfacía.

Tendidas  en la tumbona en la playa de Las Américas, en Tenerife, ambas amigas charlaban de todo lo vivido desde que se separaran. Stella relataba el cambio que había experimentado el hotel

- Desde que Anderson se ha hecho cargo, ha innovado infinidad de cosas.  De momento piensa en hacer reformas durante el invierno, modernizarlo,  y ha comprado otra casa que acondicionará, bueno de hecho ya lo están haciendo.  Tiene ideas más modernas que las de su padre, el viejo señor McLochlainn.  Trabaja como un desesperado. Yo creo que echa de menos la actividad del trabajo anterior, y de ahí esa frenético no parar
- ¿ Tiene novia ?- dijo Adela
- No, que yo sepa. Pero algo debe tener en mente. Antes era un poco juerguista, pero ahora sólo le interesa el trabajo. Está algo taciturno. Era un chico muy alegre que siempre te gastaba bromas.  Ahora está más serio.  Bueno ahora te toca a tí ¿ Que has hecho en todo este tiempo?

Playa de las Américas (Tenerife )
- Nada. Nada en absoluto, lo que me ha proporcionado grandes broncas con mis padres, empeñados en que vuelva a la universidad
- ¿ Por qué no lo haces?
- No tengo ganas de ponerme a estudiar.  Anderson me propuso volver y trabajar para él en el hotel.
- ¡ Oh Adela ! Eso sería estupendo.  Pero...
- ¿ Pero ?...
-Si. A mi no me engañas. Se que existe un pero. ¿ No te cae bien Anderson ?
- No, por Dios. Es buen amigo mio
- ¿ Y ?...  Vamos,  dime de una vez  lo que te ocurre. Porque te ocurre algo
- Verás. Estuve, durante un tiempo, enamorada de un chico. El se casó y ni siquiera supo lo que yo sentía por él.  Por eso, principalmente, regresé a mi país.  Me da miedo volver a enfrentarme con esos fantasmas.  Me ha costado mucho encontrar la tranquilidad que ahora tengo
- No me habías dicho nada. Ni siquiera sospeché lo que te ocurría. ¿ Le conozco yo ? ¿ No será el chófer ?
- No, claro que no. Aunque él me insinuó algo, pero es muy mayor para mi. Y si,  le conoces
- ¿ No vas a decirme su nombre?
- Sólo si me prometes que serás una tumba.  No lo sabe nadie, ni siquiera mi madre conoce  el problema.  Ella cree que soy una joven aburrida.  Ignora el verdadero motivo de mi regreso
- Te lo prometo. No comentaré nada a nadie...,  nunca




Stella
- Se trata de Aleck
- ¿ Aleck ? ¿ Nuestro Aleck ?
- Si, nuestro Aleck, como tu dices
- Lo siento Adela ¿ te encuentras bien ?
- No sé qué decirte. De ahí mi inseguridad en volver a Escocia.  No es que yo le vaya a seducir, por decirlo de alguna manera.  Estoy segura que sólo tiene ojos para su mujer, pero me da miedo volver a sufrir.  Aunque ahora, al ser alcalde, apenas le vería, pero...  No sé qué hacer.  Por un lado me apetece trabajar de nuevo allí,  y por otro...
- ¡ Oh, querida !  No tenía idea. Francamente, ya no se qué decirte.  Bien te podías haber enamorado de Anderson. Es un hombre estupendo, atractivo y divertido. No hubieras tenido más problemas que su trabajo, y fíjate lo ha dejado.. Haríais una buena pareja

Ambas rieron por la ocurrencia de Stella, y corriendo se dirigieron a la orilla a sumergirse en las aguas atlánticas.

- ¡ Qué poco dura lo bueno !

Se lamentaba Stella cuando ambas amigas se despedían en Barajas. Las vacaciones habían concluido y la muchacha debía regresar a Escocia

- Han sido las vacaciones más extraordinarias que he disfrutado nunca- decía mientras abrazaba a Adela -.  Te espero en Inverness. Quiero que vayas a visitarme. Tu ahora estás libre y puedes ir en cualquier momento.  Prométemelo
- Te lo prometo.  Te doy mi palabra que iré. Cuídate mucho y da saludos a todo el mundo
- Adiós amiga. Cuídate tu también

Adela la vió perderse por el pasillo que la conduciría directamente al avión.  Le había gustado pasar esos días con ella, en la tranquilidad de la playa, sin prisas y descargando de una vez su conciencia. Sabía que la guardaría el secreto.  Cuando el avión despegó, ella emprendió el regreso a Madrid.  Tomó un taxi en la terminal y en veinte minutos estaba de regreso en casa

- Ya estoy aquí - fué el anuncio que hizo a sus padres, como cada vez que salia y regresaba a casa
- Hola hija- la saludó la madre-  Te han llamado por teléfono, pero no he entendido muy bien quién era. Hablaba raro
- ¿ Hablaba raro? ¿ A qué te refieres ?
- Decía algo en castellano y algo en inglés
- ¿ Era hombre o mujer ?
- No.   Tenía voz de  hombre. Sólo le he entendido un nombre An... no sé qué
- Mamá eres única para coger recados... ¿ Sería Anderson ?
- Si, creo que si. Hija no tengo culpa de que él no hablara mi idioma.  Se supone que llamaba a España
- ¡ Ay mamá ! Tu y tus reflexiones. No te preocupes, se de quién se trata. Es el hermano del jefe que tenía en Escocia.  Ya le llamaré más tarde

Después de un rato de charla ante un café, relatando a sus padres cómo había sido la partida de Stella, decidió ir a su cuarto para llamar a Anderson.  Consultó su reloj y vió que aún era temprano.  Posiblemente estaría trabajando. Sacó del bolso su móvil y buscó en su directorio el número de él

- Anderson - una voz seca la respondió al otro lado de la línea
- ¡ Hola Anderson !, soy Adela
- ¡ Adela ! qué placer hablar contigo.  Te llamé a mediodía, pero no estabas. Imagino que sería tu madre quién me tomó el recado.



- Si fue ella. Había ido a Barajas a despedir a Stella que hoy ha regresado. ¿ Qué me cuentas, qué tal tu madre?
- Sólo quería saber de ti. Hace tiempo que no hablamos. Mi madre sigue igual, por no decir que ha empeorado
- Pero... ¿ qué la ocurre ?
-Le han hecho infinidad de pruebas y todas indican que es ELA, con lo cual te puedes imaginar el panorama tan desolador que tenemos por delante
- ¿No se puede hacer nada?
- Por desgracias, hoy por hoy, es irreversible.  Lo único que pedimos es que la pongan un tratamiento para que tenga la mejor calidad de vida.
- Lo siento, muchísimo. ¿ Tu padre está bien ?
- Si, pero muy deprimido. No se separa de mi madre ni un minuto. Aleck y Maureen vienen con frecuencia, en fin... Pero hablemos de ti ¿ estás haciendo algo ?
- ¡ Acabo de llegar de vacaciones ! No, sigo igual. Aunque creo que voy a empezar empresariales este otoño
- ¿ Sigues sin querer venir?
- De momento no, Anderson. Stella me ha dicho que estás enfrascado en un gran negocio
- Si, así es. En menudo lío me he metido. Si estuvieras aquí, se que me echarías una mano
- No seas ridículo ¿ a qué te iba a echar una mano?  No entiendo nada de reformas ni de negocios
- Serías mi secretaria.  Te encargarías de llamar a los proveedores, a los contratistas..., en fin llevarías mi agenda de trabajo
- Por Dios, Anderson...  no tengo ni idea.  Le prometí a Stella que iré a verla, y seguramente lo haga antes, si es que me decido, de comenzar los estudios.  ¿ Te molestaría si te llamara de vez en cuando para saber sobre el estado de tu madre?
- ¿ Molestarme ? ¿ Cómo puedes decir eso ? Me encanta hablar contigo, ya lo sabes.  Te tengo mucho aprecio, más que aprecio... diría yo.
-Se que no debo meterme.  No me respondas si no quieres ¿ Sara ?
- No, nada de Sara.  Hablamos de vez en cuando, pero cada vez lo espaciamos más. Ella sabe que no hay nada que hacer con lo que ella desea. Mantenemos una fría y lejana amistad
- ¡ Vaya ! lo siento
- ¿ Por qué lo sientes?  Yo no
- Bueno...  es lo que se suele decir ¿ no ?
- Seguramente, pero no lo lamentes.
- Bueno. Voy a cortar. Seguro que he interrumpido tu trabajo
- No.  Iba a dejarlo ya.  Estoy cansado y deseando llegar a casa.  De verdad, insisto ¿ por qué no vienes?
- De momento no, pero no lo desecho de la cabeza.  Un abrazo muy fuerte.  Te llamo dentro de unos dias
- Adiós linda. Cuídate
- ¡ Oye, eso me ha gustado !
- Es que lo eres, te lo he dicho muchas veces. Adiós. Espero tu llamada

Sonriendo, Adela cortó la comunicación y se quedó pensativa repasando las palabras que él la dijera. Quizá debería enfrentarse a sus propios demonios y dejar zanjado, para siempre, ese capítulo doloroso de su joven vida.  ¿ Debería seguir el consejo de Stella ?  No terminaba de encontrar su lugar en el mundo ¿ Aquí ó allí?  Lo que tenía muy claro, es que debía resolverlo cuanto antes, antes de convertirse en una vieja prematura y amargada.  Dejaría pasar un tiempo, y entonces resolvería..

No se había fijado un plazo determinado para ello. Sentía miedo a decidirse a dar ese paso, pero los acontecimientos se precipìtaron y decidieron por ella

- ¿ Adela, por favor?

Una voz algo rota, con acento extranjero, la llamaba, y a ello respondía su madre

- No está en este momento ¿ Quién la llama?
- Dígale, por favor, que se comunique con Anderson
- ¡ Ah, Anderson !.  Su amigo escocés
- Si señora, el mismo
- ¿ Ocurre algo ? - le preguntó Eugenia, intrigada por el tono extraño de su voz
- Si, señora... Dígala que mi madre ha fallecido
- ¡ Dios santo, cuánto lo siento !- exclamó Eugenia, sin saber qué más decir- En cuanto llegue se lo digo. No creo que tarde mucho.  Ha ido a comprar algunas cosas. ¿ Tiene tú número?
- Si, si. Dígaselo por favor
- Descuida en cuanto llegue la diré que te llame

A penas media hora después, Adela entraba en su casa cargada con un par de bolsas del supermercado. Su madre algo alterada salió a su encuentro

- Hija, estaba deseando que llegaras.  Te ha llamado Anderson y quiere que te pongas en contacto con él a la mayor brevedad
- ¿ Ocurre algo? - preguntó extrañada por el timbre de voz, algo angustiado de su madre
- Si. Ha fallecido su madre
- ¡Por Dios! Aunque era algo esperado, pero... Voy a llamarle ahora mismo




Soltó las bolsas, e inmediatamente buscó en su teléfono en número directo de Anderson.  A la tercera llamada fue respondida por él mismo

- Adela... - no pudo continuar.  La angustia le impedia pronunciar palabra
- Anderson... no tengo palabras para decir lo que siento. ¿ Quieres que vaya ?
- Si por favor.  Te necesito cerca. Estoy desgarrado, ha sido terrible
- Cuando cuelgue llamaré a la agencia y con un poco de suerte hoy mismo me pongo en camino.  Llegaré lo antes posible. Pero dime ¿ cómo está tu padre?
- Mal.  Te lo puedes imaginar. Estábamos todos cuando ocurrió. Las cosas se precipitaron en pocos días.  Entró en coma, y...  No le pudimos decir que iba a ser abuela

Aquellas palabras resonaron en su cabeza, pero por extraño que le pareciera, no tuvieron la repercusión que algunos meses antes hubieran  tenido.  Su pensamiento se centraba en Anderson, en su llamada para que fuera a su lado.

-Sara ¿ lo sabe ?-
- No, no la he dicho nada.  Se lo diré cuando todo haya pasado
- ¿ No crees que te haría bien tenerla cerca?
- ¿Por qué lo dices?  Te he repetido mil veces que lo que nos une es amistad. Y no, no la necesito ahora  Nosotros tenemos algo especial, y es por eso que recurro a ti. Es a ti a quién deseo tener a mi lado en estos momentos. ¿ Sabes? Yo estaba muy unido a mi madre. Fue la única que me apoyó cuando el problema con Aleck
- Bueno, no te atormentes. Soy tu amiga y siempre que me necesites, ahí estaré. Me pongo en movimiento ahora mismo.  Te llamaré cuando tenga  el billete y te diré la hora de la salida.  Sabes que te quiero ¿ verdad Anderson?
- Si Adela, si- y colgaron el teléfono.



A última hora de ese mismo día, Adela tomaba el avión que la conduciría a Inverness.  Anderson iría a recogerla al aeropuerto. Tres horas después de su partida de Madrid, ambos jóvenes se fundieron en un abrazo a la llegada de Adela.


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